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4. Definición y prevalencia

4.1. Definición

La depresión mayor es un trastorno del estado de ánimo constituido por un conjunto de síntomas, entre los que predominan los de tipo afectivo (tristeza patológica, desesperanza, apatía, anhedonia, irritabilidad, sensación subjetiva de malestar) acompañados de síntomas de tipo cognitivo, volitivo y físicos. Podría hablarse, por tanto, de una afectación global del funcionamiento personal, con especial énfasis en la esfera afectiva. En la práctica clínica la depresión no suele presentarse de forma aislada, sino que es frecuente su asociación con otras entidades psicopatológicas. Así, por ejemplo, la asociación entre trastorno depresivo y de ansiedad es alta y con diversas combinaciones sintomáticas en sus manifestaciones.

Si bien existen múltiples estudios sobre prevalencia, diagnóstico y tratamiento de la depresión en la edad adulta, son escasos los realizados en la población infantil y adolescente. Además, sus resultados son variables, debido fundamentalmente a la dificultad diagnóstica en esta etapa de la vida, a que las manifestaciones clínicas pueden ser menos específicas que en la depresión del adulto, y por las diferencias en los estudios respecto del tamaño muestral, criterios diagnósticos empleados o tipo de técnicas de entrevista utilizadas.

Debido a las características particulares de la depresión en la infancia y adolescencia, es importante contar con profesionales de atención primaria y  especialistas en salud mental de niños y adolescentes con formación y experiencia en el manejo de este trastorno en este grupo de edad, y que dispongan, además, de los recursos necesarios para la evaluación, el diagnóstico y tratamiento de esta patología.

4.2. Prevalencia

Los estudios epidemiológicos de prevalencia de la depresión en la infancia y adolescencia muestran tasas heterogéneas difíciles de interpretar y debidas probablemente a la existencia de diferencias metodológicas que incluyen, por ejemplo, variaciones en las muestras, en las fuentes de información utilizadas (padres, profesores, o los propios niños y adolescentes), en los diferentes instrumentos de medida o en las distintas definiciones de “caso”.

Prevalencia en población general

Estudios realizados en EE. UU. han señalado una prevalencia de depresión del 0,3 % en preescolares de la población general (22), entre el 0,5-2 % en niños niñas de 9-11 años (23), y del 5,6 % en adolescentes entre 13 y 18 años (24). Estudios más recientes en adolescentes observan un porcentaje de depresión mayor y distimia del 3 % en los últimos 30 días, del 8 % en el último año o del 12 % durante toda su vida (25, 26). Por su parte, la Encuesta Nacional sobre Uso de Drogas y Salud mostró, en jóvenes entre 12 y 17 años, una prevalencia de episodio depresivo mayor en el año anterior del 8% (Substance Abuse and Mental Health Services Administration), y un estudio con una muestra representativa de adolescentes entre 13 y 18 años (N=10 123) encontró tasas similares, con una prevalencia de trastorno depresivo mayor con criterios DSM-IV a lo largo de toda la vida del 11 % (grave en el 3 %), y del 7,5 % en el último año (grave en el 2,3 %). Dichas tasas se incrementaban significativamente a lo largo de la adolescencia, especialmente en las mujeres (27). Respecto a la incidencia de depresión, su porcentaje oscila entre el 5 % en niños y el 20 % en adolescentes, siendo esta última cifra similar a la tasa de incidencia en adultos (28).

En Australia, un estudio realizado en una muestra comunitaria de niños y jóvenes entre 4 y 17 años (N= 6310), basándose en la información aportada por sus padres y cuidadores encontró una prevalencia de episodio depresivo mayor, según el DSM-IV, en el último año de un 1.1 % en los niños entre 4-11 años (prácticamente igual en niños que en niñas), y de un 5 % en los jóvenes entre 12-17 años (más frecuente en las chicas: 5,8 %, que en los chicos: 4,3 %). Sin embargo, en los jóvenes de entre 11 y 17 años dicha prevalencia aumentó desde un 4,7 % con la información obtenida de los padres hasta un 7,7 % cuando se basó en la aportada por los propios adolescentes, incrementándose tanto en los chicos como especialmente en las chicas (de un 3,7 % a un 4,5 % en los primeros, y de un 5,7 % a un 11 % entre ellas) (29).

En Europa, los datos del estudio Saving and Empowering Young Lives in Europe (SEYLE), que incluyó 11 países con una muestra total de 12 395 adolescentes, mostraron una prevalencia de depresión (BDI-II de 20 o más) entre un 7,1 % y 19,4 % (Hungría: 7,1 %, Austria: 7,6 %, Rumanía: 7,6%, Estonia: 7,9 %, Irlanda: 8,5 %, España: 8,6 %, Italia: 9,2 %, Eslovenia: 11,4 %, Alemania: 12,9 %, Francia: 15,4 %, Israel: 19,4 %) (30).

En España, el primer estudio que evaluó la prevalencia de depresión infantil en la población general se realizó en 1988 (6432 niños y niñas de entre 8-11 años y de distintas ciudades), observando un 1,8 % de niños con depresión mayor y un 6,4 % con distimia (criterios DSM-III) (31). En los años 90, Polaino et al. ampliaron un estudio previo con una muestra de 1275 alumnos de entre 8 y 11 años de la Comunidad de Madrid, hallando una prevalencia de depresión mayor del 4 % y de distimia del 6,1 % (criterios DSM-III-R) (32). Por su parte, Canals et al. estimaron una prevalencia de depresión mayor en Cataluña del 1,8 % en niños y niñas de 9 años, del 2,3 % en adolescentes de 13 a 14 años, y del 3,4 % en jóvenes de 18 años (33). Otros trabajos también correlacionaron positivamente la depresión con la edad, y observaron porcentajes entre el 2,5 y 5 % en la población adolescente (34, 35). Por último, un estudio realizado en preescolares entre 3 y 6 años (N=1427) encontró una prevalencia de depresión mayor (criterios DSM-IV) del 1,1 %, e igual en niños que en niñas (36).

En los últimos años se han llevado a cabo varios estudios sobre adolescentes en diversas comunidades autónomas, aunque todos ellos utilizando únicamente cuestionarios como medida de sintomatología depresiva (tabla 5).

Un aspecto importante es que la presencia de síntomas depresivos en preadolescentes (7-12 años) es un fuerte predictor de depresión en el adolescente (42). En este sentido, algunos autores consideran que la prevalencia de depresión entre preadolescentes (0,5 %-2 %) podría estar subestimada al no incluir a aquellos que, sin cumplir con todos los criterios diagnósticos de trastorno depresivo mayor, presentan síntomas depresivos y deterioro funcional clínicamente significativos (43). De este modo, preadolescentes con trastornos depresivos podrían estar infradiagnosticados y sin tratamiento en una etapa de desarrollo puberal y social, con riesgo de depresión en la adolescencia y en los primeros años de la edad adulta (44). La alta frecuencia de continuidad y recurrencia de la depresión a lo largo de la infancia y la adolescencia subraya la necesidad de un diagnóstico y tratamiento temprano.

Edad y género

Numerosas investigaciones confirman que la prevalencia de depresión aumenta progresivamente desde la edad preescolar a la infancia (45) y hasta la adolescencia, y posiblemente también a lo largo de la misma (27).

Antes de la pubertad la prevalencia del trastorno depresivo mayor es similar en niños y niñas, incluso levemente superior en los primeros (46). Sin embargo, entre adolescentes, la prevalencia es mayor en el sexo femenino con una razón de 2:1 (47-49), lo que podría estar en relación con los cambios hormonales que se producen durante la pubertad, un mayor número de factores de estrés en las chicas en esta época de la vida o diferentes formas de afrontamiento (43, 50).

Nivel socioeconómico

Varios autores consideran que el nivel socioeconómico no se asocia significativamente con la depresión (51, 52). Sin embargo, otros observan que los niños de bajo entorno socioeconómico (53) tienen un riesgo dos veces superior de padecer depresión a lo largo de su vida que aquellos niños pertenecientes a un elevado entorno socioeconómico, independientemente de otros factores sociodemográficos o de historia familiar de enfermedad mental (54).

Prevalencia en población clínica

Varios trabajos de nuestro país indican la elevada prevalencia de la depresión entre los niños y adolescentes que acuden a centros de salud mental. Bragado et al. (55) señalan que un 5,5 % de los niños y adolescentes que solicitan atención especializada en salud mental lo hacen por problemas de depresión. Aláez et al. (56) elevan la cifra al 14,6 %. Goñi Sarriés et al. (57) estiman una prevalencia de depresión en la población clínica infanto-juvenil del 14,0 %, mientras Navarro-Pardo et al. (58) indican una prevalencia del 3,0 %. Si se calcula el porcentaje medio ponderado de estos estudios en función del tamaño de la muestra de cada uno, puede estimarse una prevalencia de depresión del 8,8 % en los niños y adolescentes que solicitan tratamiento (59).

Bibliografía  4. Definición y prevalencia

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