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1. Introducción

Los traumatismos en general son una causa muy frecuente de muerte y discapacidad. Globalmente constituyen la quinta causa de muerte y la sexta de discapacidad moderada y severa. En España, existen pocos registros sobre la epidemiología de esta enfermedad, si bien los datos son probablemente extrapolables de otros países desarrollados. Según un registro de traumatismo grave del Grupo de Trabajo de Trauma y Neurointesivismo de la Sociedad Española de Medicina Intensiva, Crítica y Unidades Coronarias (SEMYCYUC) (1) las caídas accidentales son la causa más frecuente de enfermedad traumática grave en nuestro país (20 % de los casos), seguido de los pacientes precipitados (16 %), accidentes de coche (15,3 %) y accidentes de motocicleta (14,3 %).

Si hablamos específicamente del traumatismo torácico, según el mismo registro, el tórax es la segunda región más frecuentemente afectada en estos pacientes (46,4 %), sólo superada por la cabeza. No obstante, la lesión codificada con mayor frecuencia es la fractura de un número igual o mayor a tres costillas, que se documenta en el 17,1 % de los afectados.

La edad constituye un factor de riesgo conocido en el paciente traumatizado, doblándose la mortalidad a igualdad de lesiones en mayores de 65 años. Además, el aumento exponencial de la multimorbilidad en este segmento de la población hace que la probabilidad de complicaciones, especialmente el de hemorragia, aumente significativamente, pues un porcentaje elevado se encuentra bajo tratamiento de antiagregación y/o anticoagulación (12,4 % en el registro de la SEMYCYUC). El envejecimiento progresivo de la población, unido a una mejor calidad de vida de nuestros ancianos, hace de estos pacientes un grupo de especial fragilidad donde edad, multimorbilidad, tratamiento crónico y riesgo de caídas confluyen. En otro estudio publicado en 2015 (2), en el que se analizaban los cambios durante la última década en la incidencia y las características de los pacientes politraumatizados en Navarra, se objetivó un incremento significativo en el número de caídas en los ancianos, pasando de ser la causa de un 9 % a un 26 % de los pacientes traumatizados atendidos en un servicio de urgencias.

Tratándose, por tanto, de un problema de salud grave que conlleva cifras de morbimortalidad elevada y que además supone un gran consumo de recursos humanos y económicos, resulta esperable y evidente que existan múltiples protocolos para estandarizar la atención al paciente politraumatizado grave, siendo el propuesto por el American College of Surgeons (ACS) (Advanced Trauma Life Support o ATLS) el más difundido a nivel mundial.

No obstante, para el traumatismo no grave y concretamente, para el traumatismo torácico no grave (donde cabe esperar una mayor prevalencia) no existe hasta la fecha ningún documento de calidad científica suficiente ni GPC que oriente a los profesionales sanitarios sobre su correcto diagnóstico, homogeinize la práctica clínica y ayude a la utilización racional de los recursos disponibles.

Esta guía surge como necesidad de responder a ese problema de salud, partiendo de una iniciativa de la Sociedad Española de Cirugía Torácica (SECT). Asimismo, se han encontrado algunas prácticas de escaso valor que no aportan beneficios al proceso de atención al paciente y que podrían ser eliminadas repercutiendo positivamente en la eficiencia y la seguridad de los cuidados prestados.

Bibliografía  1. Introducción

1. Chico-Fernandez M, Llompart-Pou JA, Guerrero-Lopez F, Sanchez-Casado M, Garcia-Saez
I, Mayor-Garcia MD, et al. Epidemiología del trauma grave en España. REgistro de TRAuma en UCI (RETRAUCI). Fase piloto. Med Intensiva. 2016;40(6):327-47.

2. Gradin PC, Belzunegui OT, Bermejo FB, Teijeira R, Fortun MM, Reyero DD. Cambios durante la última década en la incidencias y características de los pacientes politraumatizados en Navarra. Emergencias. 2015;27(3):174-80.