En
5. Atención durante el embarazo

5.1. Visitas y seguimiento durante el embarazo

Preguntas a responder

  • ¿Qué profesionales deben prestar los cuidados prenatales?
  • ¿El número de visitas de seguimiento durante el embarazo influye en los resultados de salud de la madre y/o del recién nacido/a?
  • ¿Cuál debe ser el contenido de la historia clínica?
  • ¿Cuál es la utilidad de la exploración rutinaria del índice de masa corporal (IMC) y vigilancia del peso, toma de tensión arterial, exploración mamaria y la exploración ginecológica al inicio del embarazo? ¿Cuál es la utilidad del cribado universal de trastornos hipertensivos (toma de TA y tiras reactivas) y en qué momento del embarazo debe realizarse? ¿Cuál es la utilidad del cribado universal de cáncer de cervix y en qué momento del embarazo debe realizarse?
  • ¿Cuál es la utilidad de la determinación del nivel de urea plasmática en una bioquímica?
  • ¿Cuál es la utilidad de la determinación del nivel de creatinina plasmática en una bioquímica?
  • ¿Cuál es la utilidad de la determinación del nivel de ácido úrico plasmático en una bioquímica?
  • ¿Cuál es la utilidad del cribado universal de sífilis en gestantes y en qué momento del embarazo debe realizarse?
  • ¿Cuál es la utilidad del cribado universal de la enfermedad de Chagas en gestantes y en qué momento del embarazo debe realizarse?
  • ¿Cuál es la utilidad del cribado universal de clamidia en gestantes y en qué momento del embarazo debe realizarse?
  • ¿Cuál es la utilidad del cribado universal de vaginosis bacteriana en gestantes asintomáticas y en qué momento del embarazo debe realizarse?
  • ¿Cuál es la utilidad del cribado universal para rubeola en gestantes y en qué momento del embarazo debe realizarse?
  • ¿Cuál es la utilidad del cribado universal de infecciones por toxoplasma en gestantes y en qué momento del embarazo debe realizarse?
  • ¿Cuál es la utilidad del cribado universal para varicela en gestantes y en qué momento del embarazo debe realizarse?
  • ¿Cuál es la utilidad del cribado universal para citomegalovirus en gestantes y en qué momento del embarazo debe realizarse?
  • ¿Cuál es la utilidad del cribado universal para virus hepatitis B en gestantes y en qué momento del embarazo debe realizarse?
  • ¿Cuál es la utilidad del cribado universal para la hepatitis C en gestantes y en qué momento del embarazo debe realizarse?
  • ¿Cuál es la utilidad del cribado universal del estreptococo del grupo B en gestantes y en qué momento del embarazo debe realizarse?
  • ¿Cuál es la utilidad del cribado universal de VIH en gestantes y en qué momento del embarazo debe realizarse?
  • ¿Cuál es la utilidad del cribado universal de bacteriuria asintomática en gestantes y en qué momento del embarazo debe realizarse?
  • ¿Cuál es la utilidad del cribado universal para la anemia y en qué momento del embarazo debe realizarse?
  • ¿Cuál es la utilidad de la determinación del nivel de ferritina en una bioquímica?
  • ¿Cuál es la utilidad del cribado universal para la incompatibilidad Rh y en qué momento del embarazo debe realizarse?
  • ¿Cuál es la efectividad y las pautas más apropiadas para la profilaxis anti-D en la prevención de la sensibilización Rh?
  • ¿Cuál es la utilidad del cribado universal de patología tiroidea y en qué momento del embarazo debe realizarse?
  • ¿Cuál es el método de cribado más adecuado para el despistaje de la diabetes gestacional? ¿En qué momento del embarazo debe realizarse el cribado de la diabetes gestacional? ¿Qué criterios son los más adecuados para considerar a una embarazada como diabética gestacional?
  • ¿Cuál es la utilidad del cribado universal del riesgo de parto pretérmino y en qué momento del embarazo debe realizarse?
  • ¿Es beneficioso realizar un plan de nacimiento durante el embarazo?

Organización de los cuidados prenatales

Profesionales que prestan los cuidados perinatales

La guía del NICE (NICE, 2008) basó sus recomendaciones en una RS Cochrane que evaluó la eficacia y la percepción de la atención prenatal dependiendo del/la profesional sanitario que prestaba dicha atención prenatal (Villar, 2001). La RS comparó un modelo en el que la atención era coordinada por matronas y médicos de familia frente a un modelo en la que la atención prenatal la coordinaban obstetras o ginecólogos. El alcance de esta RS ha sido modificado recientemente y se ha centrado en evaluar el efecto de los programas de atención prenatal con visitas reducidas (4-9 visitas) en comparación con la atención prenatal estándar (13-14 visitas) (Doswell, 2010). La RS incluyó 3 ECA en mujeres con embarazos sin riesgo ni complicaciones médicas u obstétricas (3.041 mujeres). Estos mismos estudios se incluyeron en una RS anterior que tenía los mismos objetivos que las revisiones comentadas (Khan-Neelofur, 1998).

Los ECA incluidos en la RS de Villar (2001) no mostraron diferencias entre los modelos de cuidado (matronas/es y médicos de familia frente a obstetra o el ginecólogo) para la tasa de parto pretérmino, parto por cesárea, anemia, infecciones urinarias, hemorragia antes del parto o mortalidad perinatal.

Por otro lado, las mujeres que recibieron un modelo de cuidados coordinado por matronas/es y médicos de familia mostraron una menor tasa de hipertensión inducida por el embarazo (3.041 mujeres; OR 0,56; IC 95 % 0,45 a 0,70) y de preeclamsia (2.952 mujeres; OR 0,37; IC 95 % 0,22 a 0,64), comparado con las mujeres que recibieron cuidados habituales por parte de un obstetra o un ginecólogo.

No se observaron diferencias entre la satisfacción con los cuidados recibidos por unos u otros profesionales. No obstante, en la discusión sobre este desenlace en la RS de Khan-Neelofur (1998) se comenta que las mujeres mostraron más satisfacción con el modelo coordinado por matronas y médicos de familia cuando se les preguntó por la continuidad de los cuidados.

Los resultados de esta RS llevaron a sus autores a concluir que en mujeres con un embarazo sin complicaciones un modelo de cuidados coordinado por matronas/es y médicos de familia no aumenta el riesgo de sufrir resultados negativos maternos o perinatales (Villar, 2001; NICE, 2008).

Calidad alta

Resumen de la evidencia

Calidad
alta
En mujeres con un embarazo sin complicaciones un modelo de cuidados coordinado por matronas y médicos de familia no aumenta el riesgo de sufrir complicaciones maternas o perinatales (Khan-Neelofur, 1998; Villar, 2001; NICE, 2008).

De la evidencia a la recomendación

Los aspectos que han determinado la fuerza y la dirección de esta recomendación han sido:

• La calidad alta de la evidencia: Los ECA disponibles estuvieron libres de sesgo en su diseño y ejecución y han mostrado resultados muy consistentes.
• El balance entre beneficios y riesgos: Los estudios evaluados han mostrado que los cuidados coordinados por matronas/es y médicos de familia no aumenta el riesgo de sufrir resultados negativos maternos o perinatales.
• Los costes y uso de recursos: No se han identificado estudios específicos en este apartado. Sin embargo, una de las RS evaluadas (Khan-Neelofur, 1998) estaca en sus conclusiones, a partir de los resultados de dos de los ECA incluidos, que los cuidados prenatales prestados por profesionales diferentes a los ginecólogos u obstetras han mostrado una reducción del coste de estos cuidados.
• Los valores y preferencias de las gestantes: La guía sobre cuidados durante el embarazo del NICE (NICE, 2008) destaca entre sus recomendaciones para la investigación la falta de estudios cualitativos sobre la percepción de los gestantes sobre quién presta los cuidados prenatales. Por otra parte, la RS de Villar (2001) no mostró diferencias entre la satisfacción con los cuidados recibidos por unos u otros profesionales.

El grupo de trabajo formuló las siguientes recomendaciones teniendo en cuenta que los cuidados coordinados por matronas/es y médicos de familia no aumentan el riesgo de sufrir resultados negativos perinatales o durante el embarazo. Aunque de manera indirecta se deriva una reducción del coste de este modelo de cuidado, y aunque los resultados sobre la percepción de las embarazadas sobre este aspecto son escasos, los resultados de los ECA valorados han mostrado que no hay diferencias entre la satisfacción con los cuidados prestados por unos u otros profesionales. El grupo de trabajo propuso la inclusión de una recomendación de buena práctica clínica.

Recomendaciones

Fuerte
Se recomienda que los cuidados prenatales en las gestaciones sin complicaciones sean proporcionados por las matronas y el médico/a de familia, con la participación del resto de los/las profesionales sanitarios de los equipos de atención primaria y el apoyo de la unidad obstétrica correspondiente.
Se sugiere que las visitas prenatales programadas en las gestaciones sin complicaciones puedan coordinarse por matronas.

Visitas y seguimiento durante el embarazo

Número de visitas y resultados en salud materno-fetal

Número de visitas durante el embarazo

Se ha identificado una RS (Dowswell, 2010) que evalúa los programas de atención prenatal con visitas reducidas para las mujeres de bajo riesgo de desarrollar complicaciones durante el embarazo o el parto.

La RS de Dowswell (2010) incluyó siete ECA que comparaban los efectos de los programas de atención prenatal con visitas reducidas (4-9 visitas) con la atención prenatal estándar (13-14 visitas) en 60.000 mujeres. Cuatro ensayos se realizaron en países de ingresos altos (según su producto interior bruto) con asignación al azar individual (Binstock, 1995; McDuffie, 1996; Sikorski, 1996; Walker, 1997) y tres en países de ingresos bajos y medios con asignación al azar grupal (consultorios como unidad de asignación al azar) (Majoko, 2007; Munjanja, 1996; Villar, 2001). El número de visitas en los estudios varió dependiendo de los países en los que se llevaron a cabo: en los países con altos ingresos el número de visitas estuvo alrededor de ocho, mientras que en los países con bajos ingresos las visitas fueron inferiores a cinco.

En tres estudios realizados en los países de ingresos altos el número de visitas prenatales disminuyó hasta un promedio de 2,65 visitas (IC 95 % 3,18 a 2,12) al comparar los programas de atención prenatal con visitas reducidas con la atención prenatal estándar (Sikorski, 1996; Binstock, 1995; McDuffie, 1996).

Calidad moderada

No se observaron diferencias en relación a la mortalidad materna entre las dos intervenciones (RR 1,13; IC 95 % 0,50 a 2,57) en países de ingresos bajos y medios (Villar, 2001; Munjanja, 1996; Majoko, 2007).

Calidad moderada

Tampoco se observaron diferencias en la incidencia de enfermedades hipertensivas (eclampsia o hipertensión gestacional) entre las dos intervenciones (RR 0,95; IC 95 % 0,80 to 1,12) (Sikorski, 1996; Binstock, 1995; McDuffie, 1996; Villar, 2001; Munjanja, 1996; Majoko, 2007).

Calidad moderada

La tasa de mortalidad perinatal aumentó un 14 % en el grupo de visitas reducidas en comparación con la atención prenatal estándar, aunque esta diferencia estuvo en el límite de la no significación estadística (RR 1,14; IC 95 % 1,00 a 1,31) (Majoko, 2007; McDuffie, 1996; Munjanja, 1996; Sikorski, 1996; Villar 2001).

Aunque en los ensayos en países con altos ingresos el número de muertes fue pequeño (0,6 %), sin mostrar diferencias entre las visitas reducidas y el cuidado prenatal estándar (15/2.536 frente a 17/2.572; RR 0,89; IC 95 % 0,45 a 1,79).

Calidad moderada

No se observaron diferencias en el número de neonatos prematuros entre las dos intervenciones (RR 1,02; IC 95 % 0,94 a 1,11) (Binstock, 1995; Majoko, 2007; McDuffie, 1996; Munjanja, 1996; Sikorski, 1996; Villar, 2001; Walker, 1997).

Aunque se observó una disminución no significativa en las admisiones a unidades de cuidados intensivos en el grupo de visitas reducidas (6 ECA, RR 0,89; IC 95 % 0,79 a 1,02), este efecto desapareció al analizar los datos de los estudios en países con altos ingresos (6 ECA; RR 1,06; IC 95 % 0,80 a 1,41).

Calidad moderada

Tampoco se observaron diferencias en el número de neonatos pequeños para la edad gestacional (RR 0,99; IC 95 % 0,91 a 1,09) (McDuffie, 1996; Munjanja, 1996; Sikorski, 1996; Villar, 2001).

Calidad moderada

Resumen de la evidencia

Calidad
moderada
No se observaron diferencias significativas en relación a la mortalidad materna (Villar, 2001; Munjanja, 1996; Majoko, 2007) ni en relación a las enfermedades hipertensivas (eclampsia o hipertensión gestacional) (Sikorski, 1996; Binstock, 1995; McDuffie, 1996; Villar, 2001; Munjanja, 1996; Majoko, 2007) entre los programas de atención prenatal con visitas reducidas (4-9 visitas) frente a la atención prenatal estándar (13-14 visitas).
Calidad
moderada
baja
Se observó un aumento, en el límite de la significación estadística, en la mortalidad perinatal en el grupo de visitas reducidas en comparación con la atención prenatal estándar (Majoko, 2007; McDuffie, 1996; Munjanja, 1996; Sikorski, 1996; Villar, 2001). Sin embargo, no se observaron diferencias significativas en relación en el número de neonatos prematuros (Binstock, 1995; Majoko, 2007; McDuffie, 1996; Munjanja, 1996; Sikorski, 1996; Villar, 2001; Walker, 1997) o al número de neonatos pequeños para la edad gestacional (McDuffie, 1996; Munjanja, 1996; Sikorski, 1996; Villar, 2001).

De la evidencia a la recomendación

Los aspectos que han determinado la fuerza y la dirección de esta recomendación han sido:

  1. La calidad moderada/baja de la evidencia.
  2. El balance entre beneficios y riesgos. Existe incertidumbre sobre el balance beneficios y riesgos de la intervención. La diferencia media en el número de visitas entre los dos grupos en los estudios fue aproximadamente de dos. En el contexto de la atención prenatal de rutina en los países desarrollados (10-14 de visitas), una diferencia de dos visitas es poco probable que demuestre un impacto mensurable sobre los resultados del embarazo (NICE, 2008).
  3. Costes y uso de recursos: En la RS de Dowswell (2010) dos estudios evaluaron los costes de la intervención (Villar, 2001; Sikorski, 2001). El ECA de Sikorski (2001), realizado en Inglaterra, observó una reducción del coste para el Sistema Nacional de Salud con los programas de atención prenatal con visitas reducidas frente a la atención prenatal estándar (251 £ (unos 310 euros) frente a 225 £ (unos 278 euros), respectivamente). Aunque se observó un aumento en los costes relacionados con la duración de la estancia de los neonatos en la unidad de cuidados intensivos (181 £ frente (unos 223 euros) a 126 £ (unos 155 euros), respectivamente). El ECA de Villar 2001 incluyó un análisis económico en dos de los cuatro países participantes (Cuba y Tailandia). Los resultados obtenidos mostraron que los costes por embarazo para las mujeres y para los proveedores fueron menores en el modelo de visitas reducidas que en la atención prenatal estándar.
  4. Valores y preferencias de las gestantes: En la RS de Dowswell (2010) se observó que las mujeres de países de bajos y altos recursos estuvieron menos satisfechas con el modelo de visitas reducidas; algunas de ellas percibieron que el tiempo entre las visitas fue demasiado extenso (Dowswell, 2010).

La dirección de la recomendación por tanto se ha establecido en base a que no se han observado diferencias estadísticamente significativas entre los programas de atención prenatal con visitas reducidas (4-9 visitas) frente a la atención prenatal estándar (13-14 visitas) para los resultados relacionados con la mujer o con el neonato. A pesar del aumento del riesgo relacionado con la mortalidad perinatal, los resultados no fueron estadísticamente significativos. Por otra parte, la evidencia identificada proviene de evidencia indirecta ya que la RS de Dowswell (2010) incluye estudios realizados en países de ingresos altos y en países de ingresos bajos. Las mujeres estuvieron menos satisfechas con el esquema de visitas reducidas y los costes del programa de visitas reducidas fueron inferiores, aunque aumentaron los costes en relación a la duración de la estancia hospitalaria de los neonatos, lo que determinó la fuerza de la recomendación. En el apartado de Estrategias diagnósticas y terapéuticas se presentan los contenidos de cada visita propuesta.

Recomendación

Débil
Se sugiere un programa de seguimiento de entre 6 y 9 visitas en mujeres con bajo riesgo de desarrollar complicaciones durante el embarazo o el parto.

Contenido de la historia clínica Se ha identificado un ECA que comparó tres modalidades de historia clínica para la recogida de datos durante la primera visita prenatal de 2.424 mujeres británicas (Lilford, 1992). El estudio evaluó el número y la importancia clínica de una serie de acciones que derivaban del registro de la información en una historia descrita como no estructurada, una historia clínica estructurada, o una tercera informatizada.

Los resultados de este ECA mostraron que las dos modalidades estructuradas de historia clínica contribuían a recoger mejor la información y derivaban en una mejor actuación para hacer frente a los factores de riesgo identificados en la historia, al compararlas con la modalidad no estructurada (acciones derivadas de la información recogida en la historia en las modalidad no estructurada: 1.063 frente a modalidades estructuradas: 2.268; p<0,05).

La relevancia clínica de las acciones que se derivaron de la información recogida en las historias fue menor en la modalidad de historia no estructurada que en las modalidades estructuradas. Los autores del ECA aseguraron que la modalidad informatizada no aporta mayor beneficio que una historia clínica estructurada simple, puesto que solamente contribuyó a la realización de acciones más relevantes en una (sintomatología, 191 acciones frente a 179 acciones; p=0,05) de las siete categorías de datos evaluadas (médicos y quirúrgicos, obstétricos, personales, acciones relacionadas con la edad de la madre, cribado de cáncer de cérvix e higiene dental). En definitiva, los autores concluyeron que el uso de una historia clínica estructurada contribuye a una mejor respuesta a los factores de riesgo identificados durante la anamnesis.

Calidad moderada

 

 

A continuación se incluyen los aspectos básicos que debería incluir una historia clínica tomados de diferentes fuentes en las que se destaca la relevancia de dichos aspectos para la evolución de la salud de la gestante y del embarazo (ACOG, 2006; CSGC, 2007; NICE, 2008; ACOG, 2010; ICSI, 2010).

Datos de filiación

• Edad.
• Lugar de procedencia.
• Estado civil.
• Idioma.
• Domicilio y teléfono (u otros datos de contacto).

Historia psicosocial

La evaluación prenatal de este aspecto facilita la identificación por parte de profesionales sanitarios de los principales factores de riesgo psicosociales (Austin, 2008), que afectan significativamente a la salud de la gestante y al resultado del embarazo (ACOG, 2006). Se insiste en que, debido a que algunos de estos factores pueden modificarse durante el embarazo, es preferible repetir esta evaluación cada trimestre (ACOG, 2006).

• Nivel socioeconómico
• Nivel de estudios
• Existencia de dificultades o barreras en la comunicación
• Trabajo doméstico y cargas familiares (cuidado de hijos, ancianos o personas con dependencia).
• Actividad laboral (tipo de empleo y posibles riesgos (fatiga laboral, posturas inadecuadas, trabajo a turnos, exposición a tóxicos, acoso laboral)). Aunque la actividad laboral por sí misma no supone ningún riesgo para el embarazo algunos aspectos relacionados con el empleo y sus características, se han relacionado con peores resultados obstétricos (ICSI, 2010): trabajar más de 36 horas semanales o 10 horas diarias, levantar objetos pesados, ruido excesivo, trabajar de pie más de cuatro horas por turno, estrés laboral, ambiente frio de trabajo, exposición a químicos (anestésicos, disolventes o pesticidas).
• Realización de doble jornada.
• Cohabitación y estabilidad del lugar de residencia.
• Mujeres con pareja: datos de contacto, edad, actividad laboral, corresponsabilidad en las tareas domésticas.
• Existencia de problemas personales o familiares:
ο Gestación deseada y/o deseo de interrupción;
ο Valoración del apoyo familiar y posible existencia de problemas o conflictos con familiares;
ο Posible existencia de malos tratos siguiendo los protocolos disponibles. Se recomienda que se pregunte a todas las mujeres sobre posibles malos tratos en diferentes momentos del embarazo (primera visita prenatal, trimestralmente y en la revisión posparto) (NICE, 2008; ACOG, 2012).
• Aceptación del embarazo y vivencia de la situación
• Valoración de factores emocionales, estrés y trastornos mentales. En trastornos como la depresión la prevalencia durante el primer trimestre del embarazo puede llegar a ser del 19 % por lo que la visita prenatal es una oportunidad para identificar a las mujeres con un mayor riesgo (Gavin, 2005; ACOG, 2010).
• Consumo de alcohol, tabaco u otras substancias adictivas.

Antecedentes familiares

Recogida de información relativa a cualquier información sobre todas aquellas enfermedades que puedan ser transmitidas o repercutir sobre la descendencia (diabetes, defectos congénitos, enfermedades hereditarias, síndrome de Down, gemelaridad, etc.).

Antecedentes personales

• Enfermedades previas.
• Enfermedades infecciosas.
• Vacunaciones.
• Trastornos endocrinos y metabólicos.
• Enfermedad tromboembólica.
• Transfusiones.
• Intervenciones quirúrgicas.
• Trastornos autoinmunes.
• Síndrome antifosofolipídico.
• Hipertensión.
• Enfermedades renales.
• Trastornos de salud mental.
• Alergias medicamentosas.
• Consumo de medicamentos.
• Hábitos y estilo de vida (dieta, ejercicio, descanso y sueño).

Antecedentes ginecoobstétricos

• Tipo de ciclo menstrual.
• Métodos anticonceptivos utilizados con anterioridad.
• Mutilación genital.
• Esterilidad previa de la pareja.
• Embarazos y partos anteriores:
ο Evolución de los embarazos.
ο Abortos previos.
ο Características del parto.
ο Satisfacción con la experiencia del parto.
ο Estado y peso de los recién nacidos.
ο Estado de salud actual y dificultades con la crianza.
ο Experiencia con la lactancia materna y duración.

Gestión actual

• Fecha de última menstruación.
• Cálculo de la edad gestacional y posible fecha de parto.
• Embarazo planeado.• Evolución del embarazo:
ο Síntomas comunes.
ο Complicaciones.

Exposición a sustancias tóxicas, medicamentos o radiaciones.

Otras guías de
práctica clínica

Resumen de la evidencia

Calidad
moderada
El uso de una historia clínica estructurada en la primera visita prenatal mejora la recogida de la información y permite una mejor respuesta a los factores de riesgo identificados durante la anamnesis (Lilford, 1992).

De la evidencia a la recomendación

El grupo de trabajo formuló siguientes recomendaciones teniendo en cuenta el beneficio claro de la recogida de información en una historia clínica estructurada, que superará en cualquier caso a un improbable perjuicio para la gestante, con un coste mínimo, y sin que se espere identificar ningún tipo de reticencia o variabilidad entre las mujeres.

Recomendación

Fuerte
Se recomienda que en la primera visita prenatal se realice una anamnesis registrando la información en una historia clínica estructurada con la finalidad de valorar el estado general de la mujer e identificar posibles factores de riesgo.
Se sugiere que la historia clínica se actualice en cada visita de seguimiento del embarazo.
Se sugiere registrar toda la información en una historia clínica informatizada y compartida que faciite la integración de todos los niveles de atención (primaria y hospitalaria).

Utilidad de la exploración rutinaria del Indice de Masa Corporal (IMC), vigilancia del peso, toma de tensión arterial, exploración mamaria y exploración ginecológica durante el embarazo. Utilidad del cribado universal de trastornos hipertensivos y de cáncer de cervix.

Peso e índice de masa corporal (IMC)

No se dispone de estudios de calidad que evalúen los posibles resultados fetales derivados del control del peso, por lo que se han evaluado una serie de estudios observacionales que demuestran la importancia del peso de la gestante y de su cambio durante el embarazo para los resultados del feto. Algunos de estos estudios se han evaluado en otras guías de práctica clínica (P. Brocklehurst et al., 2008) para valorar la utilidad de la medida del peso y el IMC en las visitas prenatales.

Un estudio retrospectivo en 1.092 embarazadas mostró que las únicas medidas que tenían una asociación con el peso del recién nacido/a, tras haber considerado confusores como la paridad, edad, y el hábito tabáquico, fueron la ganancia semanal de peso y la media de la talla de la madre en cada visita (Rode, 2007). El estudio mostró que un peso bajo de la madre (<51 kg) era el mejor indicador para detectar un bebé pequeño para la edad gestacional. Del mismo modo, una baja ganancia de peso semanal de la embarazada (<200 gr) también era un indicador de un bebé pequeño para la edad gestacional. Estos indicadores tuvieron un valor predictivo positivo limitado (del 20 % y el 13 % respectivamente).

La ganancia de peso durante el embarazo varía entre los 7 y 18 kg en mujeres con una gestación sin complicaciones y que dan a luz a bebés de entre 3 y 4 kg (P. Brocklehurst et al., 2008). Un estudio prospectivo en cerca de 7.500 mujeres en su primer embarazo comparó los resultados de las mujeres que dieron a luz a término frente a las que tuvieron un parto pre-término, sin observar diferencias en la ganancia de peso durante el primer trimestre entre ambos grupos (Siega-Riz, 1996). El estudio mostró que un IMC<19.8 kg/m2 antes del embarazo y una ganancia de peso inadecuada durante el tercer trimestre (entre <300 gr y <350 gr) aumentaron el riesgo de parto pretérmino (OR para IMC 1,98; IC 95 % 1,33 a 2,98; OR ganancia de peso inadecuada 1,91; IC 95 % 1,40 a 2,61).

Un estudio prospectivo en 41.500 mujeres que acudían a su primera visita prenatal entre las 11 y 13 semanas de embarazo mostró que el IMC era el aspecto que, combinado con otras características de la madre, contribuía en mayor medida con un aumento del riesgo de aborto (OR 1,03; IC 95 % 1,01 a 1,05), muerte perinatal (OR 1,05; IC 95 % 1,03 a 1,08), preeclampsia o hipertensión gestacional (OR 1,07; IC 95 % 1,06 a 1,08), diabetes gestacional (OR 1,11; IC 95 % 1,10 a 1,12), dar a luz un bebé pequeño (OR 0,97; IC 95 % 0,96 a 0,98) o grande para la edad gestacional (OR 1,08; IC 95 % 1,07 a 1,09), o dar a luz por cesárea tanto electiva (OR 1,05; IC 95 % 1,04 a 1,06) como de urgencia (OR 1,06; IC 95 % 1,06 a 1,07). Las complicaciones aumentaron exponencialmente con el aumento del IMC de las madres (Syngelaki et al., 2011).

Un estudio analizó los datos 5.377 embarazadas de una base de datos de una cohorte problacional para relacionar el IMC antes del embarazo con la ganancia de peso durante el embarazo y una serie de eventos maternales y del/la recién nacido/a (Crane, 2009). El estudio mostró que las mujeres que habían tenido una ganancia de peso durante el embarazo dentro de los parámetros recomendados tuvieron menos complicaciones que las mujeres que tuvieron una ganancia de peso excesivo (OR 1,53; IC 95 % 1,17 a 1,99). En mujeres con un IMC normal o con sobrepeso antes del embarazo, un aumento excesivo del peso durante el embarazo aumentó el riesgo de hipertensión gestacional (OR IMC normal 1,27; IC 95 % 1,08 a 1,49; OR sobrepeso 1,31; IC 95 % 1,10 a 1,55) y de dar a luz un bebé >4 kg (OR IMC normal 1,21; IC 95 % 1,10 a 1,34; OR sobrepeso 1,30; IC 95 % 1,15 a 1,47). En mujeres con obesidad, una ganancia de peso excesiva durante el embarazo aumentó el riesgo de dar a luz un bebé >4 kg (OR 1,20; IC 95 % 1,07 a 1,34) y de anormalidades metabólicas en el recién nacido/a (OR 1,31; IC 95 % 1,00 a 1,70). El estudio destacó que una ganancia de peso entre los 6,7 y 11,2 kg en las mujeres con sobrepeso y de menos de 6,7 kg en las mujeres con obesidad se asocia con una reducción del riesgo de sufrir complicaciones.

Calidad baja
Cribado de preeclampsia
La medición de la presión arterial se recomienda en diferentes guías de práctica clínica como una estrategia para realizar un cribado de preeclampsia en la primera visita prenatal y posteriormente en el resto de visitas como un modo de controlar la aparición de problemas hipertensivos acontecidos durante el embarazo (USPTF, 1996; P. Brocklehurst et al., 2006)La U.S. Preventive Task Force mantiene vigentes sus recomendaciones desde 1996, y la guía de práctica clínica del NICE (2008) basó sus recomendaciones en los resultados de tres estudios observacionales (Reiss, 1987; Odegard, 2000; Stamilio, 2000) y un ECA (Sibai, 1995) en los que se evaluaron diferentes factores de riesgo de preeclampsia. Los estudios valorados en el documento del NICE son los más relevantes en este aspecto y no se han considerado otros estudios para esta guía de práctica clínica. No se dispone de estudios qua hayan comparado los resultados de realizar un cribado de preeclampsia con no hacerlo, por lo que este apartado se basa en los resultados de estudios que establecen una relación entre los niveles de presión arterial al principio del embarazo y la preeclampsia.Un estudio de casos y controles estadounidense comparó las historias clínicas de 30 gestantes con preeclampsia con las de 30 controles normotensas (Reiss, 1987). Del mismo modo, en un estudio de casos y controles anidado noruego se evaluaron los posibles factores de riesgo de preeclampsia en 323 mujeres que se aparearon con 650 controles sanos (Odegard, 2000). En un estudio de una cohorte retrospectiva se compararon casos de mujeres con preeclampsia con una serie de controles en cuanto a sus características clínicas y los resultados de marcadores bioquímicos. Esta comparación sirvió para validar una guía de predicción clínica en las que se asignaba un valor predictivo a cada mujer dependiendo de la presencia o ausencia de los factores predictivos (Stamilio, 2000). Finalmente, en el transcurso de un ECA sobre el beneficio de una dosis baja de aspirina en embarazadas con preeclampsia, se trataron de identificar las características que podían predecir la aparición de este problema hipertensivo (Sibai, 1995).Los resultados del estudio de casos y controles noruego mostraron que una presión sistólica ≥130 mmHg frente a valores <110 mmHg en una visita prenatal antes de las 18 semanas de gestación se asociaba con el riesgo de aparecer preeclampsia en la última etapa del embarazo (OR 3,6; IC 95 % 2,0 a 6,6). Se observó una relación similar, aunque no significativa estadísticamente con los valores de presión diastólica =80 mmHg frente a los <60 mmHg (OR 1,8; IC 95 % 0,7 a 4,6) (Odegard, 2000). Los únicos factores que tuvieron un valor predictivo en el estudio de validación de una guía de predicción clínica (con una sensibilidad del 74 % y una especificidad del 46%) fueron el hecho de no haber dado nunca a luz, los antecedentes de preeclampsia, una baja concentración de estriol o una presión arterial alta en los controles prenatales (RR para este último factor 3,5; IC 95 % 1,7 a 7,2) (Stamilio, 2000).Por otro lado, el estudio de casos y controles estadounidense mostró que tanto la presión sistólica como la diastólica eran significativamente mayores en las mujeres con preeclampsia durante el primer trimestre que la de sus controles. Esta diferencia persistió durante todo el embarazo y se repitió en una toma a las 6 semanas tras el parto (Reiss, 1987). Los niveles de la presión arterial sistólica y diastólica en la primera visita prenatal de las participantes en tratamiento con aspirina también se asociaron a un mayor riesgo de preeclampsia (Sibai, 1995).
Calidad baja

 

 

La guía de práctica clínica del NICE (2008) también destaca la utilidad de realizar una prueba de proteína en la orina a partir de los resultados de un estudio retrospectivo estadounidense. En este estudio se evaluaron los resultados fetales de 53 mujeres a las que se les realizaron pruebas de detección de proteinuria. El objetivo era determinar la relevancia de detectar durante el embarazo valores que en otras situaciones podrían considerarse como una proteinuria asintomática (Stettler, 1992).

Los resultados mostraron que la determinación de la presencia de proteína en la orina se relacionaban con el desarrollo de preeclampsia. El 58 % de las mujeres en las que se observó la presencia de proteinuria e insuficiencia renal desarrolló preeclampsia, mientras que todas las mujeres con proteinuria e hipertensión crónica desarrollaron preeclampsia

Calidad baja

 

 

Esta misma guía afirma que no hay ningún método para determinar el riesgo de preeclampsia con un rendimiento diagnóstico suficiente (P. Brocklehurst et al., 2008), pero destaca una serie de factores de riesgo que deben tenerse en cuenta durante la visita prenatal:

• Mujeres con una edad ≥40 años.
• Nuliparidad.
• Intervalo entre dos embarazos de más de 10 años.
• Historia familiar de preeclampsia.
• IMC ≥30 kg/m2.
• Antecedentes de enfermedad vascular o enfermedad renal.
• Embarazo múltiple.

La guía recomienda un control más frecuente de la presión arterial en las mujeres en las que se identifique cualquiera de estos factores de riesgo, y advierte que la determinación de hipertensión o proteinuria en cualquiera de las visitas prenatales debe poner en alerta al profesional sanitario.

También describe una serie de síntomas propios de la preeclampsia que deberían alertar a las gestantes en el caso de que los experimenten consultando de inmediato a un profesional sanitario:

• Cefalea grave.
• Problemas de visión (visión borrosa o destellos tras los ojos).
• Dolor pronunciado bajo las costillas.
• Vómitos.
• Hinchazón súbita de la cara, manos o pies.

Exploración mamaria

Otras guías de
práctica clínica

Una RS Cochrane (Lee, 2008) y la guía de práctica clínica sobre atención al embarazo del NICE (P. Brocklehurst et al., 2008) valoran la necesidad de realizar una exploración mamaria durante la exploración física. Este procedimiento se ha propuesto como una posible estrategia para anticipar problemas durante la lactancia mediante la determinación de pezones planos o invertidos.

La RS Cochrane que trató de identificar ECA en los que se comparara la exploración mamaria en alguna de las visitas prenatales frente a no hacerlo (Lee, 2008), no identificó ningún estudio sobre el tema. Sin embargo un ECA ha mostrado que un tratamiento propuesto para los pezones planos (ejercicios de Hoffman) no mostró un aumento de la lactancia materna, e incluso en algunos casos provocó una reticencia para iniciarla (Alexander, 1992). Los resultados de esta RS y los del ECA que evaluó los ejercicios de Hoffman no permiten confirmar que la exploración mamaria aporte ningún beneficio para promover la lactancia materna.

Calidad baja

Por otro lado, el autoexamen o examen clínico de la mama no ha mostrado ningún beneficio como métodos de cribado para un diagnóstico precoz del cáncer de mama. Una revisión sistemática Cochrane (Kösters, 2003) incluyó dos grandes ensayos clínicos con 388.535 mujeres que realizaron una autoexploración, o fueron asignadas a un grupo control en el que no se realizó ninguna acción. Una actualización de esta revisión sistemática identificó un ensayo clínico que evaluó la exploración clínica de la mama combinada con la autoexploración, aunque el estudio se interrumpió debido al pobre cumplimiento con el seguimiento del procedimiento.

El autoexamen de la mama no contribuyó disminuir la mortalidad causada por un cáncer de mama al compararlo con no realizar el examen (2 ACA, 587 muertes en total; RR 1,05; IC 95 % 0,90 a 1,24). Por el contrario, la autoexploración resultó eficaz en el doble de mujeres a las que se les realizó una biopsia en la que se identificó una lesión benigna (3.406) que las mujeres que no realizaron ninguna acción (1.856) (RR 1,88; IC 95 % 1,77 a 1,99).

Exploración ginecológica

Calidad moderada

La guía de práctica clínica del NICE (2008) (P. Brocklehurst et al., 2008) recoge los resultados de un ECA en los que se comparó la tasa de ruptura prematura de membranas entre 174 mujeres a las que no se les realizó ninguna exploración y 175 mujeres a las que se les realizó una exploración digital de manera rutinaria (Lenihan, 1984). En las mujeres a las que se les realizó una exploración ginecológica se observaron el triple de casos de ruptura prematura de membranas que en las mujeres a las que no se les realizó este control (6 % frente a 18 %; p=0,0001). Adicionalmente, se ha identificado un ECA posterior (Jenniges, 1990) que comparó los resultados de 56 mujeres en las que se realizó una exploración semanal desde las 37 semanas de gestación con los de 45 mujeres a las que no se realizó la exploración, también mostró un mayor porcentaje de ruptura prematura de membranas en las mujeres a las que se les realizó la exploración (18 % frente a 13%), aunque la diferencia no fue estadísticamente significativa. Un último ECA con 604 gestantes que realizó la misma comparación que el ECA de Jenniges (1990), no observó diferencias significativas en los casos de ruptura prematura de membrana entre los grupos comparados (McDuffie, 1992).

La guía de práctica clínica tampoco le ofrece un valor a este procedimiento para la detección de quistes de ovario, por su baja incidencia durante el embarazo (1 de entre 15.000 a 32.000 mujeres), que pueden detectarse mediante la exploración ecográfica (P. Brocklehurst et al., 2008)

Pelvimetría

Calidad baja

 

 

Una RS Cochrane (Pattinson, 1997) recogió los resultados de 4 ECA en cerca de 900 mujeres, que mostraron que la pelvimetría mediante rayos X aumenta el riesgo de cesárea (OR 2,17; IC 95 % 1,63 a 2,88) sin aportar ningún beneficio adicional para la madre, el feto, o recién nacido.

Calidad baja

 

 

Separación de membranas
La separación de las membranas durante la exploración ginecológica tiene como objetivo iniciar el trabajo de parto al aumentar la producción local de prostaglandinas, pudiendo evitar la inducción formal del trabajo de parto con otros métodos como la oxitocina, prostaglandinas o amniotomía.Una revisión sistemática Cochrane (Boulvain, 2005) incluyó 22 ECA (con 2.797 mujeres) que evaluaron la separación de las membranas para la inducción del trabajo de parto en el tercer trimestre. Los estudios realizaron este procedimiento exclusivamente en aquellas mujeres a término.La RS Cochrane mostró que la separación de las membranas realizada en las mujeres con embarazos a término, se asoció con reducción en la duración del embarazo y en la frecuencia de embarazos que continuaban más allá de las 41 semanas (6 ECA, 937 mujeres; RR 0,59; IC 95% 0,46 a 0,74) y las 42 semanas (6 ECA, 722 mujeres; RR 0,28; IC 95% 0,15 a 0,50). Por otro lado, un número muy considerable de mujeres sintieron malestar durante el examen vaginal (2 ECA, 320 mujeres; RR 2,83; IC 95% 2,03 a 3,96) y otros eventos adversos como hemorragias leves (3 ECA, 391 mujeres; RR 1,75; IC 95% 1,08 a 2,83) o contracciones irregulares. Los autores de la RS concluyeron que, aunque la separación de las membranas ha mostrado que promueve el trabajo de parto, no tiene ninguna justificación como un procedimiento de rutina en mujeres con un embarazo sin complicaciones antes del término (entre las semanas 37 a 40).La Estrategia Nacional de Salud Sexual y Reproductiva (ENSSR, 2011), en el apartado que recoge los procedimientos para las visitas y seguimiento del embarazo, desacoseja explícitamente la exploración ginecológica de rutina a todas las mujeres, al igual que la realización de la maniobra de Hamilton en mujeres sanas sin indicación de finalización de la gestación.
Calidad moderada
Cribado de cáncer de cérvix
Varias revisiones de la literatura (Hunter et al., 2008; McIntyre-Seltman et al., 2008; Yang, 2012)destacan que el cáncer de cérvix es una de las neoplasias más diagnosticadas durante el embarazo con una incidencia que en los EEUU se ha estimado en los 1,2 casos de cada 10.000 embarazos (Yang, 2012), y que supone que hasta un 3 % de los nuevos casos de cáncer de cérvix diagnosticados sean en gestantes. Este hecho se puede atribuir a que el cribado de este cáncer está incluido dentro de las pruebas que se incluyen en las visitas prenatales (McIntyre-Seltman et al., 2008).Estos datos y la oportunidad de tomar contacto con mujeres en la consulta prenatal con un riesgo aumentado de infección por el virus del papiloma humano ha llevado a algunos autores a recomendar que se realice una citología vaginal a todas las mujeres durante la primera visita prenatal (Hunter et al., 2008). No obstante, no se han identificado ECA ni estudios controlados que hayan evaluado la utilidad de realizar un cribado de cáncer de cérvix a las gestantes. Sin embargo se han identificado cuatro estudios observacionales que han valorado los resultados derivados de realizar un cribado de cáncer de cérvix durante el embarazo (Abe, 2004; Morimura, 2002; Sarkar, 2006; Nygård, 2007).En un amplio estudio de cohortes japonés se compararon los resultados de 28.616 mujeres (la mitad más joven de 30 años) a las que se les realizó una citología cervical en la primera visita prenatal con los de 108.289 participantes en un programa de cribado poblacional (Abe, 2004). Los resultados mostraron un mayor porcentaje de mujeres con un resultado en la citología que requirió una seguimiento más intensivo entre las gestantes que entre las participantes en el programa de cribado (1,12 % frente a 0,84%; p<0,001). Las mujeres más jóvenes fueron las que mostraron con mayor frecuencia resultados que requerían de un control más intensivo. Los autores concluyeron que el implantar un cribado de cáncer de cérvix en las visitas prenatales es una buena oportunidad para identificar a mujeres con esta neoplasia, hecho que puede derivar en reducir la morbilidad relacionada con esta enfermedad. Un estudio similar anterior en 1.593 gestantes a las que se les realizó una citología comparó estos resultados con los de 214.375 participantes en un programa de cribado poblacional japonés (Morimura, 2002). La citología mostró resultados anormales en el 1,63 % de las mujeres que derivaron en el diagnóstico de un cáncer de cérvix en el 0,82 % de las mujeres. La incidencia de los resultados anormales de la citología fueron significativamente mayores que en los de las participantes en el programa de cribado (1,63 % frente a 0,9 %; p<0,001), pero no hubo diferencias en los casos diagnosticados de cáncer (0,82 % frente a 0,46%).Un último estudio retrospectivo evaluó los resultados de 100 mujeres irlandesas a las que se les había realizado un cribado de cáncer de cérvix durante una de sus visitas prenatales (Sarkar, 2006). Los resultados de la citología solamente fueron anormales en el 6 % de las mujeres, resultados similares a los de otras mujeres no embarazadas, lo que hizo concluir a los autores del estudio que el cribado prenatal de cáncer de cérvix es una oportunidad para identificar a aquellas mujeres con un mayor riesgo.Cabe destacar que el 36 % de citologías presentaron un resultado que los autores definieron como insatisfactorio.Por otro lado, en una cohorte poblacional se evaluó la medida en que la realización de la citología cervical durante el embarazo tenía un impacto en la cobertura de un programa de cribado poblacional de cáncer de cérvix en Noruega (Nygård, 2007). El estudio mostró que se realizó la citología en el 69 % de las gestantes durante el año de seguimiento desde el inicio de su embarazo. Durante el periodo de seguimiento, la posibilidad de realizar una citología en una mujer embarazada cuadruplicaba la de una mujer no embarazada (OR: 4,3; IC 95 % 4,2 a 4,4). Los resultados también indicaron que era mucho más frecuente que se realizara una citología en una mujer embarazada como respuesta a la invitación por carta a participar en un programa de cribado, que en las mujeres que no estaban embarazadas (63,2 % frente a 28,7%; OR: 2,1; IC 95 % 1,9 a 2,4).Estos estudios no valoran, a pesar de todo, el impacto que pueda tener sobre las mujeres la determinación de un falso positivo, ni el impacto que pueda tener la determinación de una citología con resultados anormales sobre la morbi-mortalidad del cáncer de cérvix.Ante la ausencia de ECA sobre la utilidad de realizar un cribado de cáncer de cérvix a las gestantes, los resultados modestos de los estudios observacionales (Morimura, 2002), el impacto de los resultados falsos positivos y el hecho de que la calidad de la muestra de células tomada en una citología durante el embarazo puede perder fiabilidad, las recomendaciones europeas sobre el cribado y diagnóstico de cáncer de cérvix, desaconsejan el cribado durante este periodo (Arbyn, 2008). En esta guía de práctica clínica se recomienda que la citología debería posponerse en mujeres embarazadas con un resultado negativo previo hasta 6 u 8 semanas tras el parto, salvo en los casos en los que los resultados de la última citología tengan más de 5 años o se dude de la participación de la mujer en un programa de cribado. La citología solamente debería realizarse en el caso de que una mujer con un resultado anormal se quede embarazada en el intervalo entre dos controles (Arbyn, 2008).
Calidad baja

 

 

Resumen de la evidencia

Calidad
baja
Un índice de masa corporal patológico de las mujeres previo al embarazo y una ganancia ponderal escasa o excesiva durante el embarazo se asocian a varias complicaciones como el parto pre-término (Siega-Riz, 1996), el aborto, la muerte perinatal, la diabetes gestacional, dar a luz por cesárea (Syngelaki, 2011), la hipertensión gestacional, o dar a luz un bebé pequeño o grande para la edad gestacional (Syngelaki, 2011; Crane, 2009).
Calidad
baja
Los valores altos de la presión arterial sistólica y diastólica se han asociado a un aumento del riesgo de la aparición de preeclampsia en el embarazo (Reiss, 1987; Sibai, 1995; Odegard, 2000). Del mismo modo, valores de presión arterial altos en los controles prenatales han mostrado un valor predictivo adecuado de riesgo de preeclampsia (Stamilio, 2000).
Calidad
baja
La identificación de proteinuria en la gestante, se relaciona con el desarrollo de preeclampsia (Stettler, 1992).
Calidad
moderada
No existen estudios adecuados que permitan concluir que la exploración mamaria aporte ningún beneficio para promover la lactancia materna, o como método de cribado del cáncer de mama (Kösters, 2003; Lee, 2008; NICE, 2008).
Calidad
baja
Se ha mostrado que la exploración ginecológica puede aumentar el riesgo de ruptura prematura de membranas y no aporta ningún tipo de beneficio adicional (Lenihan, 1984; Jenniges, 1990). El procedimiento tampoco ha mostrado tener un valor en la detección de patología ovárica (P. Brocklehurst et al., 2008).
Calidad
baja
La pelvimetría mediante rayos X aumenta el riesgo de cesárea (OR 2,17; IC 95 % 1,63 a 2,88) sin aportar ningún beneficio adicional para la madre, el feto, o recién nacido (Pattinson, 1997).
Calidad
moderada
La separación de las membranas ha mostrado que promueve el trabajo de parto, pero no tiene ninguna justificación como un procedimiento de rutina en mujeres con un embarazo sin complicaciones antes del término (entre las semanas 37 a 40) (Boulvain, 2005).
Calidad
baja
Aunque se ha sugerido que la realización de una citología cervical durante las visitas prenatales es una oportunidad para identificar a mujeres con un resultado anormal (Hunter et al., 2008), no se dispone de ensayos clínicos sobre la utilidad de realizar un cribado de cáncer de cérvix a las gestantes. Además en estudios observacionales se ha mostrado que el número de mujeres a las que se les diagnosticaba un cáncer de cérvix derivado del resultado de la citología durante el embarazo era bajo y muy similar al de las mujeres a las que se les diagnosticaba un cáncer tras su participación en un programa de cribado (Morimura, 2002).
Otras guías
de práctica
clínica
Las recomendaciones a nivel europeo desaconsejan la realización de una citología durante el embarazo en mujeres en las que se conozca el resultado de la última citología, y sugieren que el procedimiento se retrase a las 6 u 8 semanas tras el parto. La citología en el embarazo solamente debería realizarse en aquellas mujeres que hayan realizado una citología en un periodo superior a los 5 años, o en aquellos casos en los que se dude de la participación regular en un programa de cribado (Arbyn, 2008).

De la evidencia a la recomendación

Los aspectos que se han valorado para determinar la dirección y fuerza de las recomendaciones han sido:

  1. La calidad baja de la evidencia: Los estudios valorados en este apartado han sido en su mayoría observacionales, en algunos casos retrospectivos, y en ningún caso se ha podido valorar la posibilidad de aumentar la calidad de la evidencia.
  2. El balance entre beneficios y riesgos: Los procedimientos valorados han mostrado una repercusión en la salud de la embarazada. Mientras que los cambios de peso por exceso o por defecto durante la gestación y las alteraciones de la presión arterial se asocian a complicaciones obstétricas importantes, la exploración mamaria y pélvica, la pelvimetría, la exploración ginecológica para la separación de membranas antes del término, al igual que el cribado de cáncer de cérvix, no han mostrado ningún beneficio, y en el caso del segundo procedimiento puede asociarse a efectos indeseados.
  3. No se identificaron estudios que analizasen los costes y el uso de recursos o las preferencias de las gestantes sobre esta pregunta.

Los procedimientos de este apartado se evaluaron dependiendo de la repercusión de estas intervenciones en la salud de la mujer embarazada y el valor que tienen dentro de los cuidados prenatales. Mientras que la medida inicial de peso y talla de las mujeres, y el control de la presión arterial han mostrado una repercusión clara en la salud de las gestantes, los otros procedimientos no aportan ningún valor a la exploración prenatal. Estos argumentos determinaron la dirección de las recomendaciones. Por otra parte, los beneficios derivados de la toma de peso y talla de las mujeres en la primera visita prenatal, y el control de la presión arterial tienen un impacto claro para evitar complicaciones durante el embarazo. La calidad de la evidencia determinó la fuerza de las recomendaciones.

Recomendaciones

Fuerte
Se recomienda calcular el índice de masa corporal en la primera visita prenatal, para identificar a aquellas mujeres que requieran un seguimiento de la ganancia del peso durante su embarazo.
Fuerte
Se recomienda tomar la presión arterial en cada visita prenatal para detectar el riesgo de preeclampsia.
Débil
Se sugiere no realizar una exploración mamaria como método de cribado de cáncer de mama, ni con el fin de promocionar la lactancia materna ni identificar posibles dificultades en el amamantamiento,
Débil
Se sugiere no realizar una exploración ginecológica en el transcurso de las visitas prenatales con la finaliad de predecir la posibilidad de un parto pretérmino o de detectar patología ginecológica.
Débil
Se sugiere no realizar una pelvimetría con la finalidad de valorar la necesidad de cesárea en mujeres con un bebé con presentación cefálica a término.
Débil
Se sugiere no realizar tactos vaginales ni la maniobra de Hamilton como procedimiento de rutina en aquellas mujeres con un embarazo sin complicaciones antes del término y que no tengan ninguna indicación de finalización de la gestación.
Débil
Se sugiere no realizar una citología cervical rutinariamente durante la primera visita prenatal para valorar el riesgo de cáncer de cérvix.
Débil
Se sugiere la determinación de proteinuria en cada visita prenatal para detectar el riesgo de preclampsia.
Se sugiere retrasar la citología hasta 6 u 8 semanas tras el parto en mujeres con una historia previa de citologías negativas a las que les corresponde una nueva prueba de cribado, salvo en los casos en los que existan dudas sobre el seguimiento de cribado por parte de la mujer o hayan transcurrido más de 5 años desde la última citología.
Se sugiere individualizar la valoración del peso durante el embarazo, evitando pesar rutinariamente en todas las visitas prenatales.

Parámetros útiles de la bioquímica durante el embarazo

Determinación de urea

No se han identificado estudios en los cuales se evalúe la utilidad de determinar los niveles de urea en sangre en gestantes con un embarazo sin complicaciones. Solamente se ha identificado un estudio en el que se midió el nivel de urea en sangre como un factor pronóstico de la evolución del embarazo en mujeres con hipertensión durante su embarazo (Redman, 1973).

Los investigadores del estudio determinaron los niveles de urea en sangre de las participantes de un ECA sobre antihipertensivos durante el embarazo, en gestantes hasta las 32 semanas de gestación con hipertensión (dos tomas consecutivas con valores ≥ 140/90 m Hg).

Se han identificado otros estudios observacionales con limitaciones en su diseño, que además se han llevado a cabo en población africana con diferencias notables a las de las mujeres de nuestro entorno. En uno de ellos se determinaron los niveles de urea en sangre en una serie de 109 gestantes caucásicas y 117 gestantes africanas residentes en un área urbana de Nigeria (Nduka, 1987). Ambos grupos mostraron un aumento de los niveles de urea durante su embarazo, que en el caso de las mujeres caucásicas se manifestó a partir de la 13 semana de gestación y fue aumentando hasta el tercer trimestre, hecho que según los autores podía atribuirse a una mayor ingesta de alimentos ricos en proteínas. El estudio no evaluó si existía alguna relación entre esta elevación y los resultados maternos o del feto. Otro estudio de casos y controles comparó los niveles de urea, ácido úrico y creatinina de 34 mujeres nigerianas con hipertensión durante el embarazo con los de 34 gestantes sin hipertensión. En este estudio los niveles de urea no mostraron ninguna relación con el riesgo de desarrollar preeclampsia (Egwuatu, 1986). Un estudio similar reciente mostró resultados similares. Se compararon los resultados relacionados con la urea en sangre y el ácido úrico de 27 gestantes con los de 17 mujeres nigerianas que no estaban embarazadas. Los autores solamente discutieron sobre el papel de la elevación de los niveles de ácido úrico y su relación con la proteinuria (Ahaneku, 2009).

El estudio de Redman (1973) recogió muestras de 120 mujeres en las semanas 28, 32 y 36 de gestación, con un nivel medio de urea en sangre de 15 mg/100 mL y un nivel máximo de 45 mg/100 mL. Aunque no aportaron valores que permitieran calcular su incidencia, los autores del estudio afirmaron que el peso del recién nacido/a era menor en aquellas madres con un valor de urea mayor. Este hecho era especialmente notable a partir de las 32 semanas de gestación en las que a niveles de urea por encima de los 20 mg/100 mL aumentaba el riesgo de dar a luz a recién nacidos con un peso menor. A las 36 semanas de gestación esta relación se observó con valores de urea en sangre mayores de 25 mg/100 mL. Del mismo modo, los autores del estudio describieron un aumento del riesgo de muerte perinatal con valores superiores a los 15 mg/100mL a las 28 semanas de gestación o de 20 mg/100 mL a partir de las 32 semanas (p<0,0001), aunque de nuevo los autores no aportaron más información al respecto.

Calidad
muy baja

Resumen de la evidencia

Calidad
muy baja
No se dispone de estudios que hayan evaluado la utilidad de determinar los niveles de urea en sangre en las mujeres embarazadas sin riesgo de sufrir complicaciones durante su gestación.

De la evidencia a la recomendación

La calidad muy baja de la evidencia y el hecho de que los estudios conducidos en mujeres con hipertensión durante el embarazo aportan pocos datos de interés y podrían presentar datos no aplicables a nuestro entorno, determinaron tanto la fuerza como la dirección de la recomendación.

Recomendación

Débil
Se sugiere no determinar de manera rutinaria el nivel de urea en sangre en mujeres embarazadas.

Determinación de creatinina

Se ha identificado un estudio retrospectivo que evaluó si el nivel de creatinina plasmática en las 20 primeras semanas de embarazo podía ser un marcador predictor del desarrollo de preeclampsia durante la segunda mitad del embarazo (Wolak, 2011). El estudio revisó las historias clínicas de todas las mujeres que habían dado a luz en un periodo de 7 años, excluyendo aquellos casos en los que no se había determinado el nivel de creatinina, era un embarazo múltiple, o había un diagnóstico de hipertensión o diabetes gestacional. Se obtuvieron los niveles de creatinina plasmática durante las primeras 20 semanas de embarazo de 8.890 mujeres (9.341 nacimientos) a partir de los datos de laboratorio y se evaluó su posible relación con la incidencia de preclampsia.

Se han identificado otros dos estudios con objetivos similares pero con una limitada aplicabilidad de sus resultados dado que son estudios expuestos a un sesgo considerable, tienen una muestra pequeña y con una población que puede presentar características con grandes diferencias con respecto a las de nuestro entorno (Salako et al., 2003). En un estudio en 59 mujeres nigerianas en su primer embarazo de feto único y sin riesgo de sufrir complicaciones, se evaluó si una toma antes de las 20 primeras semanas de embarazo de la proteína total en suero, la creatinina y el ácido úrico podía ser un predictor de problemas hipertensivos durante el resto de embarazo (Salako, 2003). En un estudio longitudinal se determinaron los mismos marcadores de 256 mujeres de Sri Lanka a las 28 semanas de gestación y se repitió la determinación de estos niveles cada semana hasta las 36 semanas y posteriormente en el momento del parto (Weerasekera, 2003).

El estudio de Wolak (2011) mostró que los niveles altos de creatinina en las 20 primeras semanas del embarazo se asocian con un mayor riesgo de desarrollar preeclampsia. Al compararlas con las mujeres sin problemas de hipertensión durante su embarazo, el estudio mostró que las mujeres con preeclampsia moderada tenían niveles medios de creatinina significativamente mayores durante las 20 primeras semanas de embarazo (nivel de creatinina en mujeres sin preeclampsia (n=8.890): 51 mmol/L±13 frente a nivel de creatinina en mujeres con preclampsia moderada (n=345): 53 mmol/L±11; p=0,026). Las mujeres con preeclampsia grave (niveles de creatinina (n=106): 54 mmol/L±15; p=0,043) o que desarrollaron un trastorno hipertensivo (niveles de creatinina (n=451): 53 mmol/L±13; p=0,003) también mostraron estos niveles más elevados que las mujeres sin problemas de hipertensión. Un análisis de la curva ROC confirmó una asociación significativa entre el nivel de creatinina plasmática en las 20 primeras semanas de embarazo y el desarrollo de preeclampsia moderada (área bajo la curva: 0,54; IC 95 % 0,51 a 0,57; p=0,02) o grave (área bajo la curva: 0,56; IC 95 % 0,50 a 0,62; p=0,03).

Por otro lado, los resultados del estudio de Salako 2003 no mostraron una relación entre los niveles medios de creatinina (n=59; 93,7 mmol/L±11) y el riesgo de problemas hipertensivos durante el embarazo. El estudio de Weerasekera (2003) tampoco mostró una diferencia entre las mujeres con preeclampsia y las mujeres sin problemas hipertensivos (59 mujeres con preclampsia frente a 197 mujeres sin hipertensión; 0,74 mg/dL±0,05 frente a 0,69 mg/dL±0,07).

Calidad
muy baja

Resumen de la evidencia

Calidad
muy baja
Aunque los resultados no son consistentes entre los estudios, un estudio con una muestra grande ha mostrado que el nivel de creatinina plasmática en las 20 primeras semanas de embarazo puede ser un predictor del desarrollo de preeclampsia moderada.

De la evidencia a la recomendación

A pesar de que los resultados del estudio de Wolak (2011) a favor de la intervención se basan en una muestra de estudio grande, se trata de un estudio retrospectivo con unos resultados discretos. Además, los resultados no son consistentes con otros estudios (por otro lado, estudios con limitaciones en su diseño y con muestras de estudio que pueden aportar resultados que no sean aplicables a nuestro medio). Todo ello contribuyó a determinar la dirección de la recomendación. Por otra parte, la ausencia de estudios de calidad que evalúen el procedimiento y la ausencia de datos que permitan establecer un balance más adecuado entre sus posibles riesgos y costes, determinaron una recomendación débil.

Recomendación

Débil
Se sugiere no determinar de manera rutinaria el nivel de creatinina en sangre en la determinación bioquímica inicial para determinar el riesgo de hipertensión durante el embarazo en mujeres sin riesgo de sufrir complicaciones durante su gestación.

Determinación de ácido úrico

Teniendo en cuenta que la hiperuricemia es un factor que se observa en muchas mujeres con preeclampsia, existen numerosos estudios que han tratado de relacionar los niveles altos de ácido úrico en mujeres con hipertensión durante su embarazo con resultados maternales y fetales negativos.

Se ha identificado una revisión sistemática (Meads, 2008) elaborada por la Health Technology Assessment en 2008 con el objetivo de identificar posibles combinaciones de pruebas diagnósticas y tratamientos que ayudaran a predecir y prevenir la preeclampsia. Una de las 27 pruebas diagnósticas incluidas en esta revisión fue la determinación del ácido úrico en suero. Para determinar su eficacia diagnóstica predictiva incluyó cinco estudios prospectivos observacionales que evaluaban 514 mujeres sin diagnóstico de preeclampsia. Las medias de edad de estas mujeres oscilaron entre los 23,8 y los 28 años y la edad gestacional en la que se realizó la prueba osciló entre las 20 y las 24 semanas de gestación. Las pruebas utilizadas como referencia fueron la presión arterial sistólica o diastólica y/o los niveles de proteinuria (≥100 ó 300 mg/l).

Además, se han identificado dos RS que han evaluado el papel de los niveles de ácido úrico en embarazadas en las que ya existía diagnóstico de preeclampsia para predecir complicaciones en la salud de la gestante y el feto, con resultados contradictorios (Thangaratinam, 2006; Koopmans, 2009). Thangaratinam (2006) realizó una búsqueda de estudios (hasta el año de 2004) que evaluaran el rendimiento de los niveles en sangre del ácido úrico en mujeres con preclamsia como predictor de complicaciones. Incluyeron 18 estudios con 41 evaluaciones en diferentes grados de gravedad de la preeclampsia, con un total de 3.913 mujeres. Presentaron los resultados a partir de la razón de verosimilitud positiva y negativa (RV+ y RV-) de la prueba para eclampsia, hipertensión grave, parto por cesárea, recién nacidos pequeños para la edad gestacional, y muerte neonatal.

Posteriormente Koopmans (2009) desarrolló una RS con los mismos objetivos para corregir una serie de limitaciones de la RS de Thangaratinam (2006): uso de la razón de verosimilitud como la medida del efecto, y el hecho de presentar los resultados para un solo punto de corte, descartando la posibilidad de que para puntos de corte más altos el valor predictivo del ácido úrico pudiera ser mayor. Los autores de esta RS actualizaron la búsqueda hasta 2007 y evaluaron los mismos estudios que en la RS anterior, restringiendo el análisis a los desenlaces maternos (eclampsia, hipertensión grave, y parto por cesárea). Mediante un análisis bivariado combinaron los datos de sensibilidad y especificidad de los 8 estudios incluidos (1.565 mujeres) y desarrollaron un análisis de decisión clínica a partir de un árbol de decisión con tres escenarios. Para una mujer con preeclampsia moderada (presión arterial de 160/95 mmHg, proteinuria 700 mg/24h y valores de laboratorio normales) a las 37 semanas de gestación, con un feto en buenas condiciones (crecimiento en el percentil 50, líquido amniótico normal y movimientos fetales normales), definieron las siguientes situaciones: i) conducta expectante con monitorización hasta el parto (peor escenario con posibilidades de complicaciones graves); ii) inducción del parto (posibilidad de reducir las complicaciones pero con riesgo de cesárea); y iii) determinación del ácido úrico para inducir el parto sólo en caso de resultados anormales. A partir de datos epidemiológicos se definieron una serie de incidencias de las diferentes complicaciones evaluadas y un indicador para expresar cuán peor sería sufrir una complicación durante el embarazo en comparación a tener un parto por cesárea.

Las estimaciones en cuanto a sensibilidad y especificidad acumuladas de la determinación de ácido úrico en suero para predecir la aparición de preeclampsia en mujeres no hipertensas fueron del 36 % (95 % IC 22 a 53%) y del 83 % (95 % IC 73 a 90%), respectivamente.

Calidad
muy baja

La Tabla 3 recoge los resultados de la RS de Thangaratinam (2006) para los desenlaces eclampsia, hipertensión grave, cesárea, recién nacidos pequeños para la edad gestacional (PEG en la tabla) y muerte neonatal.

Los autores de esta revisión concluyeron que aunque el ácido úrico pueda tener un papel para detectar la preeclampsia, no es un buen predictor de complicaciones durante el embarazo. A pesar de que los resultados para algunos de los desenlaces mostraron una RV+ que sugería, por ejemplo, el doble de probabilidades de que un valor de ácido úrico ≥350 µmol/L predijera un parto por cesárea, los autores consideraron que una prueba tenía un valor predictivo clínicamente aceptable con valores de RV+ mayores a 2 y 5. Por otro lado los intervalos de confianza de algunos RVcruzan el umbral del 1, lo que indicaría la posibilidad de detectar el mismo número de complicaciones en aquellas mujeres con valores normales de ácido úrico que en las mujeres con un valor ≥350 µmol/L.

Calidad baja

A pesar que Koopmans (2009) pretendía superar las posibles limitaciones de la RS de Thangaratinam (2006), la complejidad de su análisis y las múltiples asunciones que realiza en su análisis de decisión clínica limitan mucho la aplicabilidad de los resultados de esta RS.

Esta RS incluyó 8 estudios en los que se mostraron valores muy variables de sensibilidad (entre 0,15 y 0,92) y especificidad (entre 0,32 y 0,95) en la estimación de las complicaciones derivadas de la preclampsia. Los autores simularon un escenario en el que se asumió que el hecho de que sufrir una complicación durante el parto produjera una vivencia 10 veces peor que tener un parto por cesárea, y también asumieron una tasa de complicaciones entre el 2,9 % y el 6,3%, a partir de datos epidemiológicos en Holanda. Teniendo en cuenta los parámetros de esta asunción, los autores comentaron que la estrategia preferible en la práctica clínica sería la de realizar una determinación rutinaria del ácido úrico y actuación de acuerdo a los resultados.

Calidad
muy baja

 

Resumen de la evidencia

Calidad
muy baja
La determinación de los niveles elevados de ácidos úrico en suero ha mostrado unos valores de sensibilidad y especificidad acumuladas para la predicción de preeclampsia del 36% y el 83%, respectivamente.
Calidad
baja
La determinación de los niveles de ácido úrico ha mostrado resultados dispares y parece tener un valor muy moderada para predecir complicaciones durante el embarazo (eclampsia, hipertensión grave o parto por cesárea) y para la salud del feto (recién nacidos pequeños para la edad gestacional o muerte neonatal) (Thangaratinam, 2006).

De la evidencia a la recomendación

Los aspectos que se han valorada para determinar la dirección y la fuerza de la recomendación han sido:

  1. La calidad de los estudios que incluyeron gestantes normotensas se ha considerado muy bajo dado que se trata de estudios observacionales, que aunque contaban con grupo comparador, en ningún caso se ha encontrado justificación para aumentar el nivel de calidad. En el grupo de mujeres con diagnóstico de preeclampsia, la calidad de la evidencia se ha clasificado como baja por limitaciones serias en el diseño de los estudios (mayoría de estudios fueron retrospectivos (56%), no realizaron un reclutamiento consecutivo (85%) y no estuvieron cegados (100%)), y por su heterogeneidad (diferencias considerables en cuanto a la definición de preeclampsia entre los estudios, los umbrales de determinación del ácido úrico, o la frecuencia de las pruebas). Teniendo en cuenta que los estudios se desarrollaron en mujeres con un diagnóstico de preeclampsia, que queda fuera del alcance de esta Guía, los resultados tienen una aplicabilidad muy limitada.
  2. Costes y uso de recursos: En la RS elaborada por Meads (2008), se incluye un análisis económico en el que consideró varios escenarios con diferentes combinaciones de pruebas diagnósticas. Sin embargo, concluyó que la técnica más costo-efectiva para reducir el desarrollo de preeclampsia probablemente sea la incorporación de una intervención efectiva, factible y segura que sea aplicada a todas las gestantes sin necesidad de una prueba diagnóstica previa que evalúe el nivel de riesgo existente.
  3. No se identificaron estudios que analizasen los valores y preferencias de las gestantes en relación a esta pregunta.

La dirección de la recomendación se formuló teniendo en cuenta la baja sensibilidad mostrada por la determinación del ácido úrico en suero así como los resultados dispares que ha mostrado para predecir complicaciones durante el embarazo. La baja calidad de los estudios analizados y la incertidumbre sobre sus efectos en desenlaces clínicos determinaron que la recomendación se formulase como buena práctica clínica.

Recomendación

Se sugiere determinar el ácido úrico en suero en la analítica del segundo trimestre como un signo de alerta de preeclampsia en mujeres normotensas.

Utilidad del cribado universal de infecciones

Cribado de sífilis

La sífilis es una infección de transmisión sexual causada por Treponema pallidum. Según los datos, en 2009 se declararon en España, 2.506 casos de sífilis, lo que supone una incidencia de 5,56 casos por 100.000 habitantes. La incidencia anual de sífilis experimentó un importante crecimiento entre 2005 y 2008, seguida de una estabilización en el último año (Red Nacional de Vigilancia Epidemiológica, 2009). En cuanto a la sífilis congénita, en el año 2009 se notificaron 10 casos confirmados, lo que supone una incidencia de 2,03 casos por 100.000 nacidos vivos (Red Nacional de Vigilancia Epidemiológica, 2009).

Se identificó una RS de la U.S. Preventive Services Task Force (USPSTF) sobre el cribado de sífilis durante el embarazo (Nelson, 2004) y una actualización posterior (Wolff, 2009) de la misma.

Además se localizó otra revisión sistemática sobre intervenciones para reducir la muerte fetal y el parto pretérmino (Barros, 2010) que evaluó la utilidad del cribado de sífilis, si bien es una revisión enfocada a la aplicabilidad de estas intervenciones en países en vías de desarrollo y la mayoría de estudios incluyen a participantes con un alto riesgo de sífilis, que no corresponderían a las mujeres en nuestro contexto.

La RS de la USPSTF incluyó dos estudios de cohorte (Coles, 1998; Cheng, 2007). El estudio de Coles (1998) comparó los casos comunicados de sífilis congénita en un estado de Nueva York durante el año anterior de la implantación de un programa obligatorio de cribado universal de sífilis (n=69) con los comunicados durante los tres años posteriores (n=239).

Cheng (2007) evaluó el impacto de un programa universal de cribado de sífilis en 418.871 embarazadas atendidas en 61 hospitales de una región en China. En este estudio fueron cribadas el 94 % de las participantes entre las que se diagnosticaron 2019 casos de sífilis durante los 3 años de estudio, la gran mayoría de las cuales (92%) recibieron tratamiento.

Tras la implantación del programa de cribado obligatorio del estudio de Coles (1998) se observó una disminución de los recién nacidos con manifestación clínica de sífilis, y un aumento de la proporción de recién nacidos/as con serologías positivas pero que no presentaban síntomas (p=0,002). Los autores de la RS afirmaron que estos resultados se debían a que se mejoró la detección temprana permitiendo el tratamiento precoz antes de que se desarrollara la enfermedad (Nelson, 2004).

El programa de cribado del estudio de Cheng (2007) permitió el diagnóstico de sífilis en 2019 gestantes durante los 3 años del estudio que fueron seguidas hasta el final del embarazo en el 79 % de los casos. Entre estas mujeres se observaron 92 casos de sífilis congénita. Comparado con una tasa de 53,6 casos de sífilis congénita por cada 100.000 gestantes, la implantación consiguió reducir la tasa de sífilis congénita hasta los 22 casos por cada 100.000 gestantes. Se manifestó un caso de sífilis congénita en el 4,6 % de las gestantes en las que el cribado había mostrado una serología positiva.

Calidad baja

La RS de la USPSTF discute sobre los efectos indeseados derivados del cribado de sífilis en gestantes en términos de los falsos positivos o falsos negativos que se puedan obtener de las serologías, concretamente de las pruebas de reagina plasmática rápida (RPR) y la VDRL (Venereal Disease Research Laboratory).

En este sentido, un estudio retrospectivo analizó los datos de una base de datos de cerca de 300.000 mujeres hospitalizadas en Viena (Geusau, 2005). La incidencia de sífilis en este estudio fue del 1,8%, y se produjo un falso positivo en el 0,26 % del total de participantes en el estudio. No obstante los resultados del estudio tienen una validez limitada dado que no se ofrecieron datos desagregados para las gestantes, y el contexto de estudio tendría poca aplicabilidad en atención primaria (Wolff, 2009). En otro estudio se describieron los falsos positivos obtenidos de las serologías de 8.892 gestantes atendidas en 4 hospitales urbanos en Bolivia (Tinajeros, 2006). De todas las muestras recogidas se derivó un resultado falso positivo en 0,91 % de las participantes. Teniendo en cuenta estos resultados los autores de la RS de la USPSTF consideran que los efectos indeseados derivados del cribado de sífilis en mujeres embarazadas no superan en ningún caso su beneficio (Wolff, 2009).

Calidad baja

 

Resumen de la evidencia

Calidad
baja
El cribado de sífilis en mujeres embarazadas ha mostrado una reducción de la manifestación clínica de la infección entre los recién nacidos/as (Coles, 1998; Cheng, 2007).
Calidad
baja
Los resultados falsos positivos derivados de la serología con las pruebas de RPR y VDRL son de aproximadamente el 1%. (Coles, 1998; Cheng, 2007).

De la evidencia a la recomendación

Los aspectos que se consideraron para determinar la fuerza y la dirección de las recomendaciones fueron:

  1. Calidad de la evidencia: Todos los resultados comentados proceden de estudios observacionales, alguno de ellos restrospectivos, por lo que se considera que la calidad de la evidencia es baja.
  2. Balance riesgos/beneficios: Los efectos indeseados (en términos de resultados de la serología falsos positivos) derivados del cribado de sífilis en mujeres embarazadas no superan en ningún caso su beneficio.
  3. No se identificaron estudios que analizasen los costes y el uso de recursos o los valores y preferencias de las gestantes en relación a esta pregunta.

Finalmente, se formuló una recomendación a favor teniendo en cuenta el beneficio clínico respecto a la reducción de la manifestación clínica de la infección entre los recién nacidos derivado de este cribado. La fuerza débil de la recomendación fue determinada por la calidad de la evidencia que la sustenta.

Recomendaciones

Débil
Se sugiere ofrecer un cribado rutinario de sífilis a todas las mujeres embarazadas en la primera visita del embarazo.
Dado que las pruebas de cribado de sífilis pueden dar resultados falsos positivos, se sugiere disponer de protocolos adecuados de diagnóstico.

 

Cribado de la Enfermedad de Chagas

Se identificó una publicación que sintetiza las recomendaciones derivadas de la resolución WHA 63.20 de la Organización Mundial de la Salud (OMS) para el control y la eliminación de la enfermedad de Chagas (Carlier et al., 2011).

Por otro lado, también se comentan los resultados de tres estudios que aportan datos sobre la experiencia de la implantación de un cribado en un hospital de la provincia de Almería (Muñoz-Vilches et al., 2012) y otros dos en la Comunidad Valenciana (Barona-Vilar et al., 2011; Ramos-Rincón et al., 2012).

Estos estudios son estudios longitudinales que analizan los resultados de series de casos. Se considera que la calidad de la evidencia disponible derivada de estos estudios es baja.

Carlier (2010) resume las principales recomendaciones elaboradas por la OMS para la ‘Prevención y Control de la Transmisión Congénita y el Abordaje de los Casos de Transmisión Congénita’ (Carlier et al., 2011).

Este Grupo de Trabajo determinó que se debe realizar un cribado de la enfermedad de Chagas durante el embarazo para identificar a las mujeres portadoras de Trypanosoma cruzi y por tanto con riesgo de transmisión vertical a sus fetos. El Grupo reconoció que no existe un método para determinar qué mujeres portadoras transmitirán la infección a sus fetos.

De acuerdo con estas recomendaciones, en nuestro contexto se debe realizar una serología a aquellas mujeres: i) residentes en un país no endémico nacidas o que hayan vivido previamente en países endémicos o cuyas madres nacieran en un país endémico, y ii) residentes en un país no endémico que hayan recibido en alguna ocasión una transfusión sanguínea en un país endémico.

Los test recomendados para realizar el cribado son el test de inmunofluorescencia indirecta (IFI) o el ensayo por inmunoabsorción ligado a enzimas (ELISA) (Otani et al., 2009; Remesar et al., 2009). Ambos son tests accesibles a un coste bajo, con el inconveniente que sus resultados no son inmediatos. También se ha propuesto el uso de un test rápido de inmunocromatografía durante la primera visita del embarazo para realizar la serología para la enfermedad de Chagas (Muñoz et al., 2009).

En la actualidad Cataluña (Chagas) y la Comunidad Valenciana (Servici de Salut Infantil i de la Dona, 2009) disponen de protocolos de cribado universal de la enfermedad de Chagas para mujeres embarazadas latinoamericanas.

Otras guías de
práctica clínica

En una serie de casos se comprobaron los resultados de realizar un cribado de la enfermedad de Chagas en un hospital de la provincia de Almería (Muñoz-Vilches, 2012). El estudio solicitó los test de IFI y ELISA a todas las gestantes de origen latinoamericano o que hubieran residido más de un mes en un país endémico en su primera visita. Se confirmó la presencia de la enfermedad con la positividad en los dos test. De las 261 mujeres cribadas en el periodo 2007 a 2011 se confirmó la enfermedad en 4 mujeres (una procedente de Argentina, una de Perú y dos de Bolivia), obteniéndose resultados discordantes en otras 4 mujeres (2 mujeres de Perú con ELISA positivo e IFI negativo, una mujer de Argentina y otra de Colombia con ELISA negativo e IFI positivo). En todos los casos las mujeres eran asintomáticas. Esta determinación correspondió a una prevalencia del 1,5%, extrapolable a 65 embarazos de riesgo anuales en el hospital de estudio. No se observó ningún caso de transmisión vertical.

Calidad
muy baja
En un estudio similar se comprobó el cumplimiento del protocolo de cribado sistemático de la enfermedad de Chagas en la Comunidad Valenciana y sus resultados en un hospital universitario (Ramos- Rincón et al., 2012). En un periodo comprendido entre 2008 y 2011 acudieron a consulta 295 mujeres de países latinoamericanos en las que se debía solicitar los test de IFI y ELISA. Los casos positivos de ELISA se confirmaban mediante IFI y en caso de obtener ambas serología positivas se solicitó la amplificación genómica (PCR a tiempo real). De las 295 mujeres que acudieron a la consulta, solamente se realizó el cribado en 115 (cumplimiento del protocolo del 40%), diagnosticándose la enfermedad de Chagas en solamente una de ellas (prevalencia del 0,3%).
Calidad
muy baja

Resumen de la evidencia

Cribado de la enfermedad de Chagas
Calidad
muy baja
La realización de un cribado universal de la enfermedad de Chagas en aquellas mujeres procedentes de zonas endémicas puede contribuir a la detección de una prevalencia de hasta el 11,4 % (Barona-Vilar et al., 2011).
Opinión
de experto
Es conveniente realizar una serología a aquellas mujeres: i) residentes en un país no endémico nacidas o que hayan vivido previamente en países endémicos o cuyas madres nacieran en un país endémico, y ii) residentes en un país no endémico que hayan recibido en alguna ocasión una transfusión sanguínea en un país endémico (Carlier et al., 2011).
Opinión
de experto
Los test recomendados para realizar el cribado son el test de inmunofluorescencia indirecta (IFI) o el ensayo por inmunoabsorción ligado a enzimas (ELISA) (Carlier et al., 2011).

De la evidencia a la recomendación

Se consideraron los siguientes aspectos para determinar la fuerza y la dirección de la recomendación:

  1. Calidad de la evidencia: Los estudios que han aportado datos sobre la experiencia de implantar un cribado de la enfermedad de Chagas en gestantes son descripciones de series de casos por lo que se considera que su calidad es baja.
  2. Balance beneficios y riesgos: Los beneficios de realizar un cribado de la enfermedad de Chagas superarían en todos los casos a los riesgos o inconvenientes derivados de realizar una serología a las gestantes. Se consideró que el beneficio de una detección precoz de esta enfermedad es importante dado que en casos crónicos la transmisión puede llegar al 6 %, y en los casos de infección aguda no se puede instaurar tratamiento dado que los tratamientos eficaces para la enfermedad están contraindicados.
  3. Costes y uso de recursos: Un estudio de evaluación económica contrastó dos modelos de decisión frente una hipótesis de no cribado. En el modelo del/la recién nacido/a, el coste eficacia de cribar fue de 96 euros por QALY ganado frente a los 125 euros por QALY ganado de no cribar. Los resultados mostraron un mayor coste eficacia en el modelo de la madre (96 euros por QALY ganado de cribar frente a 1.675 euros por QALY ganado de no cribar). Incluso cuando se calculó una caída en la prevalencia de la enfermedad del Chagas del 3,4 % al 0,9 % los resultados del cribado eran coste eficaces, con un aumento de 37,5 euros por QALY ganado.
  4. No se identificaron estudios que analizasen los valores y preferencias de las gestantes.

Finalmente, a la hora de establecer la fuerza y la dirección de la recomendación se priorizó el beneficio derivado de la intervención, la ausencia de efectos indeseados para las gestantes y el coste beneficio de este cribado a favor de la intervención.

Recomendación

Fuerte
Se recomienda ofrecer la realización de un cribado de la enfermedad de Chagas enla primera visita del embarazo a todas aquellas mujeres originarias o que han permanecido durante un tiempo en una zona endémica.

Cribado de clamidia

Se estima que la prevalencia de Clamidia en España se sitúa alrededor del 4%, siendo el origen extranjero, el tener nueva pareja sexual en los últimos 3 meses y el consumo de tabaco <12 meses, los principales factores de riesgo asociados (Evelin, 2010). La infección por clamidia no tratada en mujeres puede conllevar serias complicaciones como enfermedad inflamatoria pélvica, embarazo ectópico y dolor pélvico crónico. Durante el embarazo, la infección por clamidia puede desencadenar en conjuntivitis neonatal y neumonía así como endometritis posparto (www.cdc.gov/std/Chlamydia/ STDFact-Chlamydia.htm#complications).

Para conocer la utilidad del cribado universal de clamidia en gestantes, se identificó una RS de la U.S. Preventive Services Task Force (USPSTF) para formular sus recomendaciones sobre el cribado de clamidia (Nelson, 2001) y sucesivas actualizaciones posteriores (Meyers, 2007a; Meyers, 2007b).

La USPSTF identificó dos estudios observacionales (Cohen, 1990; Ryan, 1990) que evaluaron el cribado de clamidia en gestantes en su primera versión de la RS (Nelson, 2001). En las actualizaciones de esta RS no se han identificado nuevos estudios para apoyar sus recomendaciones.

Cohen (1990) era un estudio de casos y controles que comparó los resultados de 244 gestantes tratadas con eritromicina con los de 79 mujeres que habían dado positivo en un cribado de clamidia pero no habían respondido al tratamiento, y con los de 244 controles que no tenían clamidia y por tanto no habían sido tratadas. Debe tenerse en cuenta que el estudio se desarrolló en un hospital universitario que atendía mayoritariamente a mujeres afroamericanas, con bajos ingresos, e indigentes. El alto riesgo de enfermedad de estas participantes en el estudio hace que sus resultados deban interpretarse con cautela.

El estudio de Ryan (1990) evaluó en una serie temporal el cribado de clamidia en los resultados obstétricos de 11.544 mujeres en su primera visita durante el embarazo. Las participantes en este estudio tenían un riesgo elevado de clamidia.

El estudio de casos y controles de Cohen (1990) mostró que el cribado de clamidia y posterior tratamiento de la infección redujo el riesgo de parto prematuro, cuando se compararon tanto los resultados de las gestantes diagnosticadas de clamidia y tratadas con éxito frente a las que no respondieron al tratamiento (7/244 frente a 11/79; OR: 0,16; IC 95 % 0,06 a 0,47; p=0,00002), como frente a las gestantes que habían mostrado un resultado negativo en el cribado (7/244 frente a 29/244; OR: 0,22; IC 95 % 0,99 a 0,54; p=0,0001).

Calidad baja

 

El mismo estudio mostró que las mujeres que habían sido diagnosticadas de clamidia y tratadas exitosamente mostraron una menor frecuencia de ruptura prematura de membranas y contracciones prematuras que las mujeres que habían sido diagnosticadas pero que no habían respondido al tratamiento. Los resultados no mostraron diferencias significativas al compararlo con las mujeres del grupo control.

La serie temporal de Ryan (1990) mostró en un grupo de mujeres que no recibieron tratamiento pese a haber obtenido un cultivo positivo (n=1.110), un mayor riesgo de ruptura prematura de membranas y de dar a luz a un niño/a con bajo peso, al comparar sus resultados con las mujeres tratadas (n=1.323) o las que tuvieron un cultivo negativo de clamidia (n=9.111).

Calidad baja

Resumen de la evidencia

Calidad
baja
El cribado de clamidia de gestantes ofrece un claro beneficio en los resultados obstétricos en términos de una reducción del riesgo del parto prematuro (Cohen, 1990), o de la ruptura prematura de membranas (Cohen, 1990; Ryan, 1990).

De la evidencia a la recomendación

Los aspectos que se consideraron para determinar la fuerza y la dirección de las recomendaciones fueron:

  1. La baja calidad de la evidencia: Los estudios incluidos en las RS identificadas no han evaluado de manera prospectiva y comparativa el cribado de clamidia, y han sido desarrollados en mujeres con alto riesgo de infección, aunque muestran resultados consistentes. No se dispone de evidencia sobre el posible beneficio de realizar un cribado en mujeres asintomáticas.
  2. El balance beneficios/riesgos: El beneficio de realizar un cribado de clamidia y tratar adecuadamente a las mujeres con un resultado positivo supera en todos los casos a los posibles efectos indeseados derivados de este procedimiento, aunque este aspecto no se puede valorar para las mujeres con bajo riesgo de presentar una infección por clamidia.
  3. Valores y preferencias de las gestantes: Un estudio australiano (Bilardi, 2010), realizó entrevistas en profundidad a 100 gestantes jóvenes de entre 16 y 25 años sobre la aceptación de un cribado de clamidia. Los resultados mostraron el bajo conocimiento de la infección y su repercusión entre las entrevistadas, y una buena aceptación del cribado y de la prueba de orina sobre otras pruebas.
  4. No se localizaron estudios que analizasen los costes y el uso de recursos sobre el cribado de clamidia.

Finalmente, el hecho de que no se hayan identificado estudios que comparen directamente los resultados de realizar un cribado de clamidia frente a los cuidados habituales y de que la evidencia disponible sea aplicable únicamente a mujeres con alto riesgo de padecer infección por clamidia, determinaron tanto la dirección como la fuerza de las recomendaciones.

Recomendación

Débil
Se sugiere no realizar un cribado sistemático de clamidia a todas las mujeres embarazadas.
Débil
Se sugiere ofrecer un cribado de clamidia a mujeres embarazadas asintomáticas que tengan riesgo de infecciones de transmisión sexual.

Cribado de vaginosis

Cribado de vaginosis bacteriana en gestantes asintomáticas

Se identificó una RS de la U.S. Preventive Services Task Force (USPSTF) para formular sus recomendaciones sobre el cribado de vaginosis bacteriana durante el embarazo (Guise et al., 2001) y una actualización posterior (Nygren et al., 2008).

También se identificó una RS Cochrane (Us et al., 2009) pero no se valoró porque incluyó un solo estudio considerado en la RS de la USPSTF.

La RS de la USPSTF no ha identificado estudios en los que se comparen los resultados derivados de realizar un cribado de vaginosis bacteriana en gestantes asintomáticas frente a los de mujeres que no realizan un cribado (Nygren et al., 2008). Los estudios disponibles evalúan los resultados derivados de realizar un diagnóstico de vaginosis bacteriana e instaurar el tratamiento adecuado a aquellas mujeres en las que se identifica la infección.

La revisión de la USPSTF identificó en su versión inicial 7 ECA controlados con placebo con un riesgo de sesgo bajo, pero con una gran variabilidad en el método de diagnóstico de la vaginosis bacteriana (tinción de Gram o criterios de Amsel), el ámbito de estudio, el riesgo de vaginosis en las participantes de los estudios, y la indicación de tratamiento en aquellas mujeres en los que se confirmaba la presencia de vaginosis (Guise et al., 2001): 3 ECA usaron metronidazol, 1 ECA combinó metronidazol y eritromicina, y 3 ECA usaron clindamicina intravaginal. Los estudios se desarrollaron durante el segundo trimestre del embarazo. Esta revisión también evaluó los resultados de 5 ECA en mujeres con vaginosis instaurada y que habían tenido un parto pretérmino anteriormente, pero no se han valorado al quedar fuera del alcance de esta Guía de Práctica Clínica.

La actualización de la RS identificó 7 nuevos ECA (Nygren et al., 2008). Tres de estos estudios se realizaron en gestantes de bajo riesgo de vaginosis, 2 evaluaron un tratamiento con clindamicina en mujeres de 17 semanas de gestación, y otro un tratamiento con metronidazol en mujeres surafricanas entre las semanas 15 y 25 de gestación.

Los 4 ECA incluidos en la RS de Guise (2001) no mostraron ningún beneficio de realizar un cribado de vaginosis bacteriana en mujeres asintomáticas y tratar de acuerdo con los resultados del cribado en ninguno de los desenlaces evaluados.

No se observó ninguna diferencia entre el tratamiento de la vaginosis bacteriana tras el diagnóstico derivado del cribado y el placebo en el riesgo absoluto de parto pretérmino a las 37 semanas de gestación (3 ECA, 2840 mujeres; RAR 0,001; IC 90 % -0,017 a 0,019). La actualización de Nygren 2008 (Nygren and Fu, 2008) incluyó 4 nuevos ECA en este análisis mostrando resultados muy similares (7 ECA, 4.477 mujeres; RAR 0,006; IC 90 % -0,009 a 0,022)

Estos resultados también se observaron cuando se analizaron los resultados en mujeres con bajo riesgo de vaginosis (3 ECA, 626 mujeres; RAR -0,019; IC 90 % -0,056 a 0,018).

Calidad moderada

Dos de estos estudios mostraron que el tratamiento de la vaginosis bacteriana tras el diagnóstico derivado del cribado aumenta, aunque de manera no significativa, el riesgo de ruptura de membranas (2 ECA, 2.095 mujeres; RAR -0,014; IC 90 % -0,027 a 0,000), mientras que otro no mostró ningún beneficio.

Calidad baja

Tres ECA no mostraron que el tratamiento de la vaginosis bacteriana tras el diagnóstico derivado del cribado influya en la tasa de recién nacidos/as con bajo peso (3 ECA, 3.160 mujeres; RAR -0,004; IC 90 % -0,020 a 0,013).

Calidad baja

Resumen de la evidencia

Calidad
moderada
El cribado de vaginosis bacteriana de gestantes asintomáticas y el tratamiento de acuerdo con el resultado del diagnóstico no ofrece ningún beneficio clínico para los principales desenlaces como el riesgo de parto pretérmino o de ruptura de membranas (Guise, 2001; Nygren, 2008).

De la evidencia a la recomendación

La falta de beneficio de la intervención, y el hecho de que no se hayan identificado estudios que comparen directamente los resultados de realizar un cribado de vaginosis frente a los cuidados habituales, determinaron tanto la dirección como la fuerza de la recomendación.

Recomendación

Débil
Se sugiere no realizar un cribado rutinario de vaginosis bacteriana a todas las mujeres embarazadas.

Cribado de rubeola

El cribado de la rubeola mediante la revisión de la historia de vacunación o mediante una serología se recomienda en la visita pre-concepcional para evitar el síndrome de rubeola congénita (ICSI, 2010), que durante las 12 primeras semanas de gestación puede comportar graves defectos para el feto (de visión, audición, o cardíacos). En el caso de que la gestante no esté inmunizada y se contraiga la rubeola durante los cinco primeros meses de gestación puede producirse una transmisión vertical al feto. Pasadas las 12 semanas de gestación las consecuencias para el feto no son tan graves y prácticamente desaparece el riesgo si la transmisión se produce tras las 20 semanas de gestación (AA, 2007). No existe ningún tratamiento para prevenir o reducir la transmisión vertical de la rubeola durante el embarazo (NICE, 2008).

Como se ha comentado en el apartado sobre las vacunas, la vacunación contra el virus de la rubeola de las mujeres en edad fértil seronegativas permite prevenir la infección durante el embarazo, por lo que la visita pre-concepcional es el mejor momento para determinar si las mujeres están inmunizadas. Es habitual que esta vacuna se haya administrado como parte de la vacuna triple vírica durante la infancia (Domínguez, 2011; CDC, 2001).

Dado que la vacuna está contraindicada durante el embarazo, se recomienda que en aquellas mujeres en las que se determina durante el embarazo que no están inmunizadas se administre la vacuna triple vírica inmediatamente tras el parto (Domínguez, 2011; CDC, 1998; CDC, 2012).

Durante el embarazo el cribado de la rubeola se dirige a identificar a aquellas mujeres no inmunizadas y que por tanto podrán beneficiarse de la vacuna tras el parto para reducir el riesgo en futuros embarazos (NICE, 2008).

Otras guías de
práctica clínica

 

 

Resumen de la evidencia

Otras guías
de práctica
clínica
Debido a que no existe ningún tratamiento para prevenir o tratar la transmisión vertical de la rubeola, debería determinarse si las mujeres en edad fértil están inmunizadas durante la visita pre-concepcional (ICSI, 2010). Durante el embarazo el cribado de la rubeola se dirige a identificar a aquellas mujeres no inmunizadas y que por tanto podrán beneficiarse de la vacuna inmediatamente tras el parto para reducir el riesgo en futuros embarazos (NICE, 2008).

De la evidencia a la recomendación

Puesto que no se evaluó la calidad de la evidencia para este apartado debido a que su desarrollo se ha basado en otras guías de práctica clínica y recomendaciones internacionales, la fuerza y la dirección de la recomendación fue determinada por el hecho de que el cribado de rubeola se dirige a evitar el síndrome de rubeola congénita cuando éste se realiza de manera pre-concepcional, o para inmunizar inmediatamente tras el parto a aquellas mujeres seronegativas que se identifican durante el embarazo

Recomendación

Fuerte
Se recomienda ofrecer un cribado de rubeola a las gestantes en la primera visita prenatal para valorar la inmunidad frente a la rubeola y posibilitar la vacunación tan pronto como sea posible en el posparto de mujeres no inmunizadas.

Cribado de toxoplasmosis

Cribado Universal de Infecciones por Toxoplasma en el Embarazo

No se han encontrado revisiones sistemáticas (RS) ni ensayos clínicos aleatorizados (ECA) acerca del tema.

Se ha identificado una revisión narrativa en la cual describen gran parte de los estudios (series de casos, en la mayoría) sobre diagnóstico y tratamiento de la toxoplasmosis congénita desde el año 1953 hasta el 2009. (McLeod, 2009).

Cribado Universal de Infecciones por Toxoplasma

La toxoplasmosis congénita (TC) es uno de los principales problemas de una infección por Toxoplasma en la gestación. Solo puede ser evitada a través de mecanismos como por ejemplo el consejo preconcepcional (y/o temprano de la gestación) sobre posibles fuentes de infección, o una vez adquirida, evitando la transmisión de la madre al feto mediante el tratamiento de la infección aguda. En el caso de confirmarse transmisión transplacentaria, se podrían llegar a disminuir las manifestaciones de la infección fetal mediante el tratamiento de la infección in útero (Stillwaggon, 2011).

Algunos defensores de los programas de cribado universal abogan por un cribado neonatal, mientras que otros hacen hincapié en el tratamiento de sólo los niños que presentan síntomas de infección aguda, o incluso no tratar en absoluto en ausencia de datos que provengan de ensayos clínicos aleatorizados frente a placebo que demuestren su eficacia (Stillwaggon, 2011). Sin embargo, en la mayoría de los casos, la infección congénita es subclínica al nacer y sus secuelas pueden desarrollarse con el tiempo y causar daño posterior.

El cribado neonatal se puede lograr a un coste relativamente bajo. Su clara desventaja es que no puede evitar el daño sufrido antes del nacimiento, el cual puede llegar a ser permanente (Stillwaggon, 2011).

Existen dos principales motivaciones para realizar el cribado materno y el diagnóstico fetal de infección por toxoplasma: (1) dar a los clínicos y a las gestantes información que pudiera ayudarlos en la toma de decisiones respecto al tratamiento y (2) dar a la gestante la oportunidad de tomar decisiones informadas a propósito de su gestación (Khoshnood, 2007). Algunos estudios sugieren que el T.gondii podría estar presente en la placenta durante semanas, antes de comenzar a ser transmitido al feto (entre 4 y 16 semanas). Sin embargo no todas las madres transmiten la infección al feto, aumentando la frecuencia de la transmisión vertical con la edad gestacional (McLeod, 2009; Stillwaggon, 2011).

Respecto al tratamiento, McLeod (2009) plantea que existe evidencia que demuestra que la infección activa por toxoplasma puede ser tratada y sus consecuencias disminuidas o evitadas. Este argumento se basa en que (1) el tratamiento utilizado para el T.gondii en cultivos celulares y modelos animales elimina activamente la replicación parasitaria y conduce a la prevención o resolución de los signos de la enfermedad en estos modelos; (2) en el tratamiento de la toxoplasmosis ocular, la toxoplasmosis en personas inmuno-comprometidas y de la toxoplasmosis congénita el tratamiento en los seres humanos mejora los síntomas y los signos de infección activa así como los resultados; (3) cuanto más rápidamente sea diagnosticada y tratada la toxoplasmosis congénita humana, más corto será el tiempo disponible que tiene el parásito para destruir de tejidos, y por lo tanto mejores serán los resultados y; (4) la detección de la infección del feto adquirida durante la gestación y su rápido tratamiento a menudo se asocia con resultados favorables.

Así, existe en la actualidad una amplia variedad de programas de cribado de toxoplasma en el embarazo que van desde países que lo incorporan de manera obligatoria (Francia, Austria, Belgica), a otros en los cuales no se hacen de forma rutinaria o es realizado de una forma menos estandarizada (Estados Unidos) (McLeod, 2009; Montoya, 2008). La obligatoriedad del cribado prenatal limitaría a la gestante a la hora de tener la oportunidad de poder tomar decisiones respecto a las opciones del cribado prenatal de toxoplasma. Sin embargo, en casos como el de Francia, existe la libertad de decisión sobre la realización o no de la amniocentesis diagnóstica después de la realización del cribado. En el caso de confirmarse infección en el feto y/o encontrarse anomalías significativas en el mismo, también podría decidir sobre la posibilidad de terminar la gestación (Khoshnood, 2007).

En Francia, desde la introducción de un protocolo de cribado en 1992 (cribado serológico sistemático, antes de la concepción e intra-parto), diagnóstico (amniocentesis) y tratamiento (espiramicina/sulfazocina/ pirimetamina según resultado) es infrecuente ver niños con secuelas clínicamente significativas como consecuencia de una infección congénita (McLeod, 2009). En el 2007 según resultados del laboratorio nacional del sistema de vigilancia, la prevalencia general de la toxoplasmosis congénita en Francia fue de 2,9 a 3,2 por 10.000 nacidos vivos, y la incidencia de infección congénita sintomática de 0,34 por 10.000 nacidos vivos (Stillwaggon, 2011). Según estos resultados, ha habido una disminución del 87 % en la tasa de infección congénita en Francia desde la década de 1970. Sin embargo, es difícil distinguir entre el impacto que ha tenido en estos resultados la reducción de la seroprevalencia en casi un 50 % y el impacto debido a la eficacia de la educación vs. el tratamiento de TC. A esto se adiciona el efecto de las interrupciones electivas del embarazo, las cuales eran más comunes en los primeros años de programa de cribado de Francia, pero en la actualidad es una práctica excepcional. A pesar de estos hechos, el programa de cribado en Francia ha tendido a eliminar o reducir la gravedad de las consecuencias adversas significativas debidas a la TC (McLeod, 2009; Stillwaggon, 2011).

Sin embargo en países como Estados Unidos (EEUU), donde el cribado no se hace de forma rutinaria, la TC no es una enfermedad de declaración obligatoria, sus tasas de prevalencia de TC viene estimada por estudios de seroprevalencia en la población, las cuales se sitúan entre 1 a 10 por 10.000 nacidos vivos según los diferentes estudios. Extrapolados estos resultados a la población, se contaría entre 400 a 4000 casos de TC en EEUU al año (Stillwaggon, 2011).

Calidad
muy baja
Inicio del cribado de infección por Toxoplasma y frecuencia de realización durante la gestación
La detección (y cuantificación) de T. gondii en el suero es utilizada para establecer si una mujer embarazada está infectada y, si es así, determinar el momento de adquisición de la infección. Si los resultados de las pruebas serológicas sugieren una infección recientemente adquirida, se hace un esfuerzo por determinar si la infección fue probablemente adquirida durante la gestación o poco antes de la concepción. Si es así, el feto está en riesgo (Montoya J, 2008). De esta forma, cuanto más rápidamente se realice la prueba, más útiles van a ser sus resultados. Se ha señalado que el cribado serológico sistemático para T. gondii (anticuerpos IgG e IgM) para todas las mujeres embarazadas, debería ser realizado tan temprano como sea posible (idealmente durante el primer trimestre) (Montoya J, 2008). Posteriormente, en las mujeres seronegativas, cada mes o tres meses. Este esquema permitiría la detección de la seroconversión y la iniciación temprana de tratamiento. Por otra parte, Stillwaggon (2011) plantea que el cribado debería abarcar inicialmente pruebas serológicas para determinar la presencia de IgG y, en el caso de ser positiva, determinar la presencia de anticuerpos IgM. En las gestantes que presenten resultados negativos (a riesgo para contraer la infección) sería necesario repetir las pruebas mensualmente a lo largo de la gestación.McLeod (2012), mediante una prueba de ensayo por inmunoabsorción ligado a enzimas (ELISA) desarrollada recientemente, detectó dos tipos distintos de T. gondii (serotipos II y no exclusivamente II [NE-II]) responsables de la toxoplasmosis congénita en Estados Unidos. El tipo NEII sería el más prevalente, estaría más relacionado con la prematuridad y con una mayor severidad en la presentación de la enfermedad. Esto abre una nueva ventana respecto a la posibilidad de realizar un cribado más específico del T.gondii y con él, un planteamiento respecto al riesgo de transmisión transplacentaria, el desarrollo de TC y sus posibles secuelas en el recién nacido/a.
Calidad
muy baja

Por otro lado, puede informarse a las mujeres de una serie de medidas dietéticas e higiénicas dirigidas a la prevención primaria de la infección por Toxoplasma (CDC, 2011) :

  • Lavar en abundancia las verduras, hortalizas y frutas
  • Pelar adecuadamente las frutas
  • Tras haber manipulado carne cruda, aves, mariscos, frutas o verduras sin lavar, lavar abundantemente con agua y jabón las manos y los utensilios de cocina
  • Congelar la carne durante unos días y cocinarla bien para reducir en gran medida el riesgo de infección
  • Evitar el contacto directo de las manos con excremento de gatos o suciedad del suelo
  • Usar guantes y lavarse las manos adecuadamente después de realizar tareas de jardinería o trabajar con tierra
Otras guías de
práctica clínica
De la evidencia a la recomendación
Los aspectos que se valoraron para determinar la dirección y la fuerza de la recomendación fueron los siguientes:

  1. La baja calidad de la evidencia: Los estudios que han aportado datos sobre la utilidad e inicio del cribado de infección por Toxoplasma en gestantes son revisiones narrativas (MacLeod, 2009; Stillwaggon, E2011; Montoya, Khoshnood, 2007), con descripciones de series de casos y experiencias de programas llevados en diferentes países, por lo que se considera que su calidad es muy baja. No se ha presentado ninguna ocasión en la que se haya considerado aumentar la calidad de la evidencia.
  2. Balance entre beneficios y riesgos: La realización un cribado de infección por toxoplasma en la gestación ayuda a la detección temprana de la infección. Aunque la detección temprana permitiría la pronta evaluación de la situación y de las opciones terapéuticas disponibles, los escasos resultados de los tratamientos disponibles y la yatrogenia que podría derivar de los casos positivos son también factores importantes a considerar.
  3. Costes y recursos: Se ha identificado un estudio económico en el cual construyeron un modelo de coste-minimización de cribado de toxoplasmosis congénita en Estados Unidos (Stillwaggon et al, 2011). El objetivo era comparar el cribado serológico materno mensual para toxoplasmosis, de acuerdo con el protocolo francés (tratamiento prenatal, seguimiento post natal y tratamiento), respecto a no realizar cribado sistemático o tratamiento perinatal. Entre otras variables de resultado se incluía la probabilidad de no presentar enfermedad o la pérdida debida a amniocentesis y, en caso de no realizarse cribado, el no reconocimiento de la enfermedad, su mal diagnóstico, el diagnóstico y tratamiento tardíos con sus consecuentes secuelas. Los costes se basaron en las estimaciones publicadas de costes sociales de vida por desarrollo de discapacidad y los costes de diagnóstico y tratamiento. Los resultados mostraron que el cribado universal mensual para infecciones TC en la madre, así como el seguimiento y tratamiento siguiendo el protocolo francés, es una estrategia que disminuía los costes, llegando a producir un ahorro de 620 dólares estadounidenses (USD) por niño examinado (390 USD cribado frente a 1.010 USD no cribado). Tomando los parámetros del modelo planteado y con un coste por prueba de cribado materno de 12 USD, esta disminución en los costes sería posible para tasas de infección congénita de 1 por 10.000 nacidos vivos. Con la implementación universal del cribado para TC en EU y teniendo en cuenta los 4 millones de nacimientos al año que presentan, el cribado universal ahorraría cerca de 2,5 billones de USD al año, respecto a la no realización.
  4. Valores y preferencias de las gestantes: En una de las revisiones narrativas encontradas (Khoshnood, 2007), se abordan los aspectos psicológicos en los/las progenitores que podrían llegar a tener el cribado de toxoplasmosis, el cual podría estar asociado al desarrollo de una considerable ansiedad parental debido a la posibilidad de un fallo positivo y/o a la incertidumbre relacionada al pronóstico de un diagnóstico positivo de la toxoplasmosis congénita. Un resultado inicial positivo conlleva a una serie de pruebas confirmatorias, entre ellas una amniocentesis diagnóstica. En el caso de confirmación de toxoplasmosis congénita, el autor menciona que no existe evidencia en que la duración del tratamiento prenatal produzca un efecto positivo en la disminución de la ansiedad de los/las progenitores. Sin embargo remarca, que cualquier evaluación psicológica de los efectos del cribado en los/las progenitores, debe también tener en cuenta sus potenciales beneficios. En particular, la tranquilidad en caso de resultados negativos y/o la posibilidad tomar decisiones informadas respecto a su gestación.

Finalmente, la dirección de las recomendaciones fueron establecidas considerando aspectos como la baja prevalencia de la toxoplasmosis en gestantes, la escasa eficacia de los tratamientos disponibles para esta enfermedad y la yatrogenía (amniocentesis) que podría derivarse en los casos en los que el cribado fuera positivo. La muy baja calidad de la evidencia determinó la fuerza débil de las recomendaciones.

Recomendaciones

Débil
Se sugiere no ofrecer el cribado de infección por toxoplasma a toda mujer gestante.
Se sugiere informar a las mujeres sobre las medidas dietéticas e higiénicas dirigidas a reducir el riesgo de una infección por Toxoplasma.

Cribado de varicela

Algunas instituciones recomiendan que se realice el cribado de la varicela mediante la revisión de los antecedentes de la mujer y de su historial de vacunación durante la visita pre-concepcional (ICSI, 2010).

Se considera que el hecho de haber sufrido la varicela puede predecir la inmunización entre el 97 % y el 99 % de los casos (RCOG, 13; ICSI, 2010; CDC, 1996). Por tanto, es recomendable que durante la primera visita prenatal se conozcan los posibles antecedentes de la gestante al respecto. Haber sufrido la varicela puede tener un menor valor pronóstico para aquellas mujeres nacidas o que crecieron en países del África subsahariana, sudeste asiático, y América latina y el Caribe (RCOG, 13; MacMahon, 2004).

Las mujeres que son seronegativas al virus de la varicela zóster deberían evitar cualquier contacto con personas que tengan varicela durante el embarazo, y advertirles que contacten de inmediato con un profesional sanitario en caso de que se produzca este contacto (RCOG, 2007). Aunque la incidencia de varicela durante el embarazo es baja, si se adquiere la enfermedad durante la gestación, sobre todo durante la primera mitad del embarazo, existe riesgo de que el feto sufra síndrome de varicela congénita o que sufra otras complicaciones (ICSI, 2010; Domínguez, 2011).

La vacuna de la varicela está contraindicada durante el embarazo, por lo que el mejor momento para la vacunación sería en mujeres en edad fértil seronegativas que desean quedarse embarazadas, o inmediatamente tras el parto (RCOG, 2007; CDC, 2012).

Otras guías de
práctica clínica

Resumen de la evidencia

Otras guías
de práctica
clínica
Debería determinarse si las mujeres en edad fértil están inmunizadas o han sufrido la varicela durante la visita pre-concepcional. Es recomendable que se aconseje a las mujeres seronegativas al virus de la varicela zóster que eviten el contacto con personas que tengan varicela durante el embarazo, y que consulten lo antes posible con su dispositivo sanitario en caso de producirse el contacto (RCOG, 2007; ICSI, 2010).

De la evidencia a la recomendación

Los aspectos considerados para determinar la fuerza y dirección de las recomendaciones fueron:

  1. Calidad de la evidencia: No se ha evaluado la calidad de la evidencia para este apartado puesto que su desarrollo se ha basado en otras guías de práctica clínica y recomendaciones internacionales.
  2. Balance entre beneficios y riesgos: Los efectos adversos de esta vacuna son menores (fiebre, erupción, o dolor en el sitio de la inyección), aunque se han descrito en casos excepcionales reacciones graves como neumonía o convulsiones (este último en menos de 1 de cada 1.000 personas vacunadas). El cribado de varicela se dirige a identificar a mujeres que no están inmunizadas y a evitar el síndrome de varicela congénita.
  3. Costes y uso de recursos: Un estudio de coste efectividad británico (Pinot de Moira, 2006) evaluó dos estrategias de cribado prenatal de la varicela que derivaban en la vacunación posparto de las gestantes no inmunizadas, en mujeres británicas y originarias de Bangladesh. Una estrategia se basó en la anamnesis seguido de una serología en aquellas mujeres sin antecedente o que presentaban dudas, mientras que la otra estrategia consistió en un cribado serológico universal. Ambas estrategias previnieron casos de varicela en las gestantes y el modelo económico mostró que la estrategia verbal podría ser coste-efectiva en comparación a la estrategia vigente en el National Health Service en el momento de realizar el estudio. La estrategia de serología universal, pese a ser más cara, fue más eficaz y los autores del estudio comentaron que podía ser coste-efectiva para el cribado de mujeres jóvenes inmigrantes. Estos resultados son similares a los de otro estudio estadounidense de coste-efectividad anterior (Smith, 1998) en el que se evaluó un programa de cribado y posterior vacunación en mujeres en edad reproductiva en una cohorte hipotética de mujeres de entre 15 y 49 años que asistieran a un centro sanitario para recibir cuidados prenatales en un periodo de un año. El estudio mostró que el cribado serológico selectivo y la vacunación posparto podía reducir casi la mitad de infecciones por varicela, siendo una estrategia coste efectiva. En cambio un estudio estadounidense anterior (Glantz, 1998) sugirió que el cribado rutinario de las gestantes con un antecedente negativo o poco claro de varicela no era coste efectivo (suponiendo un incremento de unos 4.000 dólares por año de vida), y solamente lo sería en el contexto de un programa vacunal y en aquellas mujeres con un mayor riesgo de exposición.

Esta recomendación se formuló a favor de la intervención teniendo en cuenta el beneficio clínico derivado de este cribado, muy superior a la de las posibles consecuencias de la transmisión vertical.

Recomendación

Se sugiere que en el transcurso del embarazo, en la anamnesis se realice un cribado de varicela mediante la revisión de los antecedentes médicos personales de varicela de la mujer, con el fin de evitar el contacto con cualquier persona que tenga varicela en el caso de no estar inmunizada, y que consulte con un profesional sanitario en caso de contacto.
Se sugiere aconsejar a las gestantes seronegativas al virus de la varicela zóster que eviten el contacto con cualquier persona que tenga varicela, y que consulte con un profesional sanitario en caso de contacto.

Cribado de citomegalovirus

El citomegalovirus (CMV) es la causa más frecuente de infección congénita de origen viral. La infección primaria durante el embarazo ocurre entre el 1 y el 4 % de las gestantes seronegativas (Baquero- Artigao, 2010) y comporta el riesgo de entre el 30 % y el 50 % de transmisión vertical (Carlson, 2010; García-Bermejo, 2003) reduciéndose mucho en las reactivaciones del virus (entre el 0,3 % y el 0,5%). En nuestro medio la seroprevalencia ha aumentado en los últimos años y puede llegar al 90 % en las mujeres de entre 31 y 40 años (de Ory, 2004).

A pesar de algunos resultados prometedores las vacunas para prevenir la infección congénita por CMV están todavía en fase experimental (Pass, 2009) y por otro lado la infección acostumbra a ser asintomática por lo que la detección de gestantes con riesgo no aporta un valor a la práctica (García-Bermejo, 2003), dificultando identificar todos los factores de riesgo para la gestante. La detección de las embarazadas seropositivas al inicio del embarazo tampoco aporta ningún valor porque por su estado no sería posible administrar tratamientos antivirales (García-Bermejo, 2003). Por último existe una dificultad para diagnosticar una reactivación vírica y la posibilidad de infecciones congénitas sintomáticas en hijos de mujeres inmunes (Baquero-Artigao, 2010). A pesar de importantes avances diagnósticos y terapéuticos de los últimos años, no existen suficientes pruebas sobre su utilidad, y se desconoce la prevalencia del CMV en embarazadas y en recién nacidos y su impacto real a largo plazo (Baquero-Artigao, 2010).

El National Health Service no apoya este cribado puesto que no es posible determinar con precisión qué volumen de infecciones durante el embarazo tendrán un impacto en el embarazo y el/la recién nacido/a (NICE, 2008; Peckham, 1983). Es complicado determinar el número de niños que tendrán secuelas a largo plazo y no se dispone de un tratamiento profiláctico adecuado para la transmisión vertical de la infección ni un modo de determinar de manera adecuada cuándo se ha producido una transmisión intrauterina (Boylard, 1998).

El CDC tampoco recomienda el cribado rutinario del CMV en gestantes, aunque reconoce que en mujeres que están planeando quedarse embarazadas, puede ser de utilidad comentar de qué modo puede prevenirse la infección por este herpes virus (Carlson, 2010; CDC, 2010). Las razones para no recomendar esta práctica se basan en i) la dificultad de realizar un diagnóstico adecuado debido al alto índice de falsos positivos de la prueba serológica, ii) la falta de un tratamiento efectivo para la infección durante el embarazo, y iii) la posibilidad de reinfección o de la reactivación del virus que existe en las mujeres seropositivas. En un estudio italiano en 1.857 gestantes que habían mostrado un resultado positivo en una serología de CMV (Guerra, 2007), solamente el 27 % de las serologías pudieron confirmar posteriormente una infección primaria por CMV, mientras que en el 54 % de los casos el resultado correspondió a una infección antigua sin enfermedad activa. Estos hechos hacen que las medidas preventivas, principalmente higiénicas, sean de mucha importancia (ACOG, 2002; Carlson, 2010).

Se han propuesto algunas medidas para reducir el riesgo de exposición al CMV y disminuir así el riesgo de infección, principalmente dirigidas a evitar la exposición a la saliva y a la orina que pueden contener el CMV (CDC, 2010):

  • Lavado de manos con agua y jabón después de realizar algunas actividades como cambiar pañales, dar de comer a niños pequeños, o tocar juguetes de niños o sus chupetes.
  • No compartir comida de niños pequeños o usar utensilios o envases para comer o beber que usen habitualmente niños pequeños.
  • Evitar lavarse los dientes con el mismo cepillo de un niño pequeño.
Otras guías de
práctica clínica

Resumen de la evidencia

Otras guías
de práctica
clínica
En la actualidad se desaconseja el cribado rutinario del citomegalovirus ante la ausencia de una vacuna eficaz, la imposibilidad de establecer medidas efectivas para prevenir la transmisión vertical del virus y la posibilidad de infecciones congénitas sintomáticas en hijos de mujeres inmunes (NICE, 2008; Baquero-Artigao, 2010; Carlson, 2010; CDC, 2010). 112 GUÍAS

De la evidencia a la recomendación

Puesto que no se encontraron estudios sobre costes y uso de recursos o valores y preferencias de los pacientes, el grupo elaborador consideró formular esta recomendación en contra de la intervención teniendo en cuenta la escasa eficacia que se atribuye a este procedimiento y la imposibilidad de establecer medidas efectivas para prevenir la transmisión vertical del virus.

Recomendaciones

Fuerte
Se recomienda no realizar un cribado de citomegalovirus en el embarazo.
Débil
Se sugiere informar a la mujer de una serie de medidas higiénicas dirigidas a evitar la exposición a la saliva y a la orina que pueden contener el citomegalovirus.

Cribado de Hepatitis B

Se identificó una RS de la U.S. Preventive Services Task Force (USPSTF) para formular sus recomendaciones sobre el cribado de virus hepatitis B (VHB) durante el embarazo (Lin, 2009). El objetivo de esta RS era actualizar la búsqueda de la literatura sobre las recomendaciones formuladas anteriormente (Krishnaraj, 2004; USPSTF, 1996).

Una revisión Cochrane (Lee, 2006) incluye todos los ECA identificados en la RS de la USPSTF para formular sus recomendaciones. Esta RS tuvo como objetivo determinar los beneficios y riesgos de la vacuna de la hepatitis B sola o en combinación de la hepatitis B inmunoglobulina, en la transmisión vertical del VHB.

La RS de Lee (2006) identificó 29 ECA publicados hasta el año 2004 que en general tuvieron limitaciones metodológicas debido a problemas con la información relacionada con la aleatorización o la falta de cegamiento (solamente se incluyeron 3 ECA doble ciego). De estos ensayos, 5 compararon la vacuna de la hepatitis B con placebo, otros 5 que compararon la vacuna derivada de plasma frente a la recombinante, 5 compararon dosis altas y bajas de la vacuna, 10 compararon la vacuna frente a una combinación de la vacuna con hepatitis B inmunoglobulina, y el resto compararon diferentes estrategias de administración (número de dosis, estrategias tempranas frente a tardías, etc). En la mayoría de ECA (18) solamente se incluyeron gestantes portadoras del antígeno e de la hepatitis B (HBeAg positivo), y en tres también se incluyeron gestantes HBeAg negativo. Ninguno de los ECA se desarrolló en países europeos y la mayoría se desarrollaron en países con una prevalencia alta de hepatitis B.

La búsqueda que realizó la RS de Lin (2009) en 2008, no identificó ningún nuevo ECA relevante.

Un análisis combinado de los resultados de 5 ECA mostró que la vacuna de la hepatitis B, comparada frente placebo, redujo significativamente el riesgo de una transmisión vertical del VHB (5 ECA, 403 participantes; RR 0,28; IC 95 % 0,20 a 0,40). Este beneficio no dependía del tipo de vacuna utilizada (derivada del plasma o recombinante; 5 ECA, 382 participantes; RR 1,00; IC 95 % 0,70 a 1,42).

La combinación de la vacuna con hepatitis B inmunoglobulina mostró un mayor beneficio que la vacuna sola en la reducción del riesgo de transmisión vertical del VHB (10 ECA; RR 0,54; IC 95 % 0,41 a 0,73).

Calidad moderada

La información disponible sobre efectos adversos es muy escasa. La RS de Lee (2006) no pudo obtener información de los estudios sobre efectos adversos, y solamente destaca un caso de muerte de un recién nacido en uno de los ECA de la vacuna combinada con hepatitis B inmunoglobulina, aunque no estuvo relacionada con la vacuna.

Por otro lado, la RS de la USPSTF (Lin, 2009; Krishnaraj, 2004; USPSTF, 1996), analiza los daños derivados del cribado de la hepatitis B en términos de falsos positivos ya que pueden derivar en un perjuicio psicológico para las gestantes, un incremento de los costes, y un tratamiento innecesario en el recién nacido/a. Ninguna de las versiones de esta RS identifica estudios que valoren los daños derivados del cribado en estos términos.

Calidad baja

Teniendo en cuenta estos resultados la USPSTF, recomienda realizar un cribado de hepatitis B a todas las gestantes durante la primera visita del embarazo independientemente de que la mujer se haya vacunado anteriormente o que se conozcan resultados negativos de pruebas anteriores (USPSTF, 2010), mediante la determinación serológica del HBsAg, ya que han mostrado una sensibilidad y especificidad del 98 % (USPSTF, 1996; McCready, 1991; Hwang, 2008).

Se debería realizar una nueva determinación en todas aquellas mujeres embarazadas de las cuales no se conozca su estado con respecto al HBsAg y en aquellas que se sospeche de una exposición a factores de riesgo (USPSTF, 2010).

Otras guías de
práctica clínica

 

 

Resumen de la evidencia

Calidad
moderada
El cribado universal prenatal del virus de la hepatitis B reduce sustancialmente la transmisión vertical del virus y el posterior desarrollo de la infección (Lin, 2009; Lee, 2006).
Calidad
baja
No se dispone de suficiente información sobre los daños (en términos de falsos positivos) que se pueden derivar de la realización de un cribado universal de la hepatitis B durante el embarazo (Lin, 2009; Krishnaraj, 2004; USPSTF, 1996).

De la evidencia a la recomendación

Los aspectos considerados por el grupo elaborador para determinar la dirección y la fuerza de las recomendaciones fueron:

  1. Calidad de la evidencia: Pese a las limitaciones metodológicas de los estudios (relacionadas con la aleatorización o la falta de cegamiento), un análisis de sensibilidad con aquellos estudios con un menor riesgo de sesgo fueron consistentes, por lo que no se bajó la calidad de la evidencia por este motivo. En cambio se disminuyó la calidad de la evidencia debido a que la pregunta se ha respondido a partir de estudios que no la contestan de manera directa, o podrían tener una validez externa limitada. El objetivo de los estudios incluidos en la RS de Lee (2006) fue determinar los beneficios y riesgos de la vacuna de la hepatitis B, sola o en combinación de la hepatitis B inmunoglobulina, en la transmisión vertical del VHB en hijos de madres HBeAg positivo, no el de comparar la realización de un cribado universal frente a no hacerlo. Por otro lado, ninguno de los ECA se desarrolló en países europeos y la mayoría se desarrollaron en países con una prevalencia alta de hepatitis B.
  2. Balance entre beneficios y riesgos: El cribado de VHB reduce sustancialmente la transmisión perinatal de VHB y el desarrollo posterior de infección crónica por VHB. Aunque los estudios incluidos en Krishnaraj (2004) y la actualización de Lin (2009) no incluyen estudios que evalúen los beneficios y daños del cribaje, la evidencia no empírica de 40 años de cribaje en Estados Unidos permite recomendar el cribaje universal para el VHB (Lin, 2009).

Considerando estos aspectos y la ausencia de estudios sobre costes y uso de recursos y valores y preferencias de las gestantes, el grupo elaborador formuló esta recomendación a favor teniendo en cuenta el beneficio clínico derivado de este cribado, muy superior a la de las posibles consecuencias de la transmisión vertical.

Recomendaciones

Fuerte
Se recomienda ofrecer un cribado de la hepatitis B a todas las mujeres embarazadas en su primera visita.
Se sugiere que en los casos en los que la gestante presente antígeno HbsAg (+) sea remitida al servicio correspondiente para estudiar si es portadora asintomática o padece una hepatopatía crónica, con el fin de instaurar tratamiento si procede y programar un seguimiento.

Cribado de Hepatitis C

Aunque existe la posibilidad de una transmisión vertical del virus de la hepatitis C (VHC), ésta no es frecuente. La prevalencia del anticuerpo del VHC en gestantes oscila entre el 0,1 % y el 2,4 % y la tasa de transmisión vertical está entre el 4 % y el 7 %, pero puede quintuplicarse si existe coinfección con el VIH (Roberts, 2002). En el caso del Reino Unido, la prevalencia de la transmisión vertical se ha estimado que se produce en 70 partos al año, representando una prevalencia del 0,16 % (Ades, 2000). Aunque el riesgo de transmisión vertical aumenta con la carga viral de la gestante, se desconoce si existe un umbral para determinar el mayor riesgo de transmisión (NICE, 2008). En España, el 90 % de las infecciones pediátricas por el VHC se adquieren por esta vía (García-Bermejo, 2003).

La seroprevalencia de la infección por el VHC en la población general adulta española se encuentra próxima al 2 %, siendo de alrededor del 1,4 % en gestantes (Muñoz-Almagro, 2002; Solís Sánchez, 2003) y del 0,1 a 0,3 % en la población pediátrica (García-Bermejo, 2003). El momento de mayor riesgo para la transmisión vertical es el parto por el contacto con la sangre de la madre, mientras que el riesgo durante la lactancia no es tan conocido.

La identificación de gestantes susceptibles de ser portadoras de anticuerpos específicos frente al VHC (anti-VHC) no aporta demasiado valor al procedimiento debido a que no se dispone de ninguna vacuna eficaz, y la identificación de gestantes seropositivas tampoco es recomendable debido a que el tratamiento antiviral está contraindicado y no existen medidas eficaces para prevenir la infección (García- Bermejo, 2003; ICSI, 2010). Además se desconocen las implicaciones a largo plazo de los recién nacidos que han contraído el VHC por transmisión materna (NICE, 2008). Teniendo en cuenta estos aspectos, y debido a la complejidad que supone el diagnóstico para confirmar una infección por el VHC, algunos organismos desaconsejan este cribado por falta de eficacia y ser poco coste-efectivo (NICE, 2008). En cambio, otros recomiendan que se realice una serología a aquellas mujeres que se consideren que tienen un riesgo de sufrir una infección por el VHC: antecedentes de consumo de drogas por vía parenteral, o receptoras de transfusiones sanguíneas o trasplantadas antes de la década de los 90 (ICSI, 2010). Se ha destacado la importancia de informar a las mujeres de los principales factores de riesgo de contraer el VHC, relacionados con momentos en los que existe un contacto con sangre de una persona infectada con el virus. Además de los factores de riesgo comentados, debe tenerse en cuenta a la mujeres VIH positivas, portadoras del VHB, con historia de intervenciones con endoscopias o hemodiálisis, o que tengan una pareja con una infección del VHC.

Otras guías de
práctica clínica

 

 

Resumen de la evidencia

Otras guías
de práctica
clínica
El cribado del virus de la hepatitis C entre mujeres en edad fértil no aporta valor al seguimiento del embarazo ante la falta de una vacuna eficaz. En mujeres gestantes no existen medidas eficaces para evitar la infección vertical y el tratamiento antiviral está contraindicado (García-Bermejo, 2003; ICSI, 2010). Además se desconocen las implicaciones a largo plazo de los recién nacidos/as que han contraído el VHC por transmisión materna (NICE, 2008).

De la evidencia a la recomendación

El grupo elaborador formuló las recomendaciones considerando el hecho de que la prevalencia de la transmisión vertical del VHC es baja y se desconocen las implicaciones a largo plazo de los recién nacidos que han contraído el VHC por transmisión materna.

Recomendación

Fuerte
Se recomienda no realizar un cribado universal del virus de la hepatitis C en mujeres embarazadas.
Se sugiere valorar la realización de cribado del virus de la hepatitis C en mujeres que se consideren que tienen riesgo de infección por el VHC: antecedentes de consumo de drogas por vía parenteral, receptoras de transfusiones sanguíneas, trasplantadas antes de la década de los 90, mujeres VIH positivas, portadoras del VHB, con historia de intervenciones con endoscopias o hemodiálisis, o que tengan una pareja con una infección del VHC.

Cribado de Estreptococo B

Cribado universal frente a cribado basado en factores de riesgo o no realizar ningún tipo de intervención

Se identificó una RS (Taminato, 2011) que determinó la mejor estrategia de cribado para el estreptococo del grupo B. Las intervenciones comparadas fueron el cribado basado en factores de riesgo maternos (parto pretérmino de menos de 37 semanas de gestación, bacteriuria previa atribuida al estreptococo del grupo B, fiebre, ruptura de membranas de más de 18 horas, e infección neonatal en partos previos), el cribado universal y la no realización de ningún tipo de intervención.

Esta RS incluye estudios de cohorte prospectivos y retrospectivos. Para la intervención cribado universal frente a cribado basado en factores de riesgo maternos se analizaron 4 estudios (1 prospectivo, 3 retrospectivos); mientras que para la comparación con no realizar ningún tipo de intervención incluyó 5 estudios (4 prospectivos, 1 retrospectivo).

El riesgo de sepsis neonatal resultó significativamente inferior en los hijos del grupo de mujeres a quienes se les realizó cribado universal frente a las que se les realizó cribado basado en factores de riesgo materno (5 cohortes; 167.484 mujeres embarazadas; OR 0,25; IC 95 % 0,16 a 0,37).

Al desagregar los resultados de acuerdo al tipo de estudio se observaron los mismos resultados tanto para los estudios prospectivos (4 cohortes; 65.962 mujeres embarazadas; OR 0,16; IC 95 % 0,08 a 0,32), como para el estudio retrospectivo (1 cohorte; 101.522 mujeres embarazadas; OR 0,33; IC 95 % 0,20 a 0,55).

Calidad baja

 

 

El riesgo de sepsis neonatal también resultó significativamente inferior en el grupo de mujeres a las que se les realizó cribado universal frente a las que no se les realizó ninguna intervención (4 cohortes; 101.422 mujeres embarazadas; OR 0,43; IC 95 % 0,25 a 0,73). Del mismo modo se observaron los mismos resultados cuando procedieron de estudios prospectivos (1 cohorte; 42.074 mujeres embarazadas; OR 0,16; IC 95 % 0,06 a 0,42), o de estudios retrospectivos (3 cohortes; 59.348 mujeres embarazadas; OR 0,56; IC 95 % 0,30 a 1,02).

Calidad baja

 

 

Momento del embarazo en que debe realizarse el cribado del estreptococo del grupo B

Se identificó un revisión sistemática de la literatura (Valkenburg-van den Berg AW, 2010) que determinó el momento del embarazo en que debe realizarse el cribado de estreptococo del grupo B.
Esta RS presenta algunas limitaciones relacionadas con el hecho de:

  • No incluir estudios de tecnologías con una adecuada precisión diagnóstica, como el estudio microbiológico para estreptococo B rápido altamente sensitivo.
  • Los estudios tenían una alta heterogeneidad en cuanto al diseño y el ámbito en que se realizó. Además el seguimiento de las cohortes no se hizo de manera sistemática.
  • Las tasas de prevalencia fueron diferentes entre los estudios por lo que se afectó la precisión de la estimación del valor predictivo positivo.

Los perfiles de riesgo para colonización por estreptococo B diferían entre las poblaciones estudiadas.

La revisión sistemática de la literatura de Valkenburg-van den Berg AW (2010) incluyó 9 estudios de cohorte (7 prospectivas y 2 retrospectivas) que incluyeron 25.664 mujeres, de las cuales a 8.898 se les realizó cultivos para estreptococo del grupo B tanto en el periodo neonatal como durante el parto.

Comparado con la realización del cribado de estreptococo del grupo B en diversos momentos de la gestación, la realización del cribado entre la semana 35 y 37 de gestación permite detectar con mayor probabilidad la colonización por estreptococo del grupo B.

La RS mostró que la probabilidad de obtener un valor positivo en una prueba de estreptococo del grupo B es del 19 %. Entre estas gestantes con un resultado positivo, el valor predictivo positivo de la prueba (identificar a aquellas mujeres que experimentarán realmente una colonización durante el parto) es del 70 %. Por otro lado, un 6 % de las mujeres portadoras de estreptococo del grupo B no son detectadas por el cribado antenatal (9 cohortes, 25.664 mujeres embarazadas).

Estos resultados se reflejan en algunas recomendaciones internacionales, que recomiendan el cribado de la colonización vaginal y rectal del estreptococo del grupo B entre la semana 35 y 37 de gestación (Verani, 2010). Del mismo modo, un documento de consenso reciente elaborado por múltiples sociedades científicas españolas, también recomienda la obtención de una muestra a todas las embarazadas entre las semanas 35 y 37 de gestación para la detección de las portadoras del estreptococo (Melchor Marcos, 2012). Esta toma debería realizarse en el tercio externo de la vagina y el recto con uno o dos escobillones.

Calidad baja

 

 

Los estudios incluidos en la RS realizaron las pruebas de cultivo de manera variable, pero en general se realizaron entre las semanas 28 y 37. El valor predictivo positivo de los cultivos para estreptococo B antenatal va del 43 % al 100 % (promedio 69 %), mientras que el valor predictivo negativo va del 80 % al 100 % (promedio 94 %). Los cultivos realizados en el último trimestre tiene valores predictivos positivos más altos para detectar colonización por estreptococo B durante el parto (9 cohortes, 25.664 mujeres embarazadas).

Calidad baja

 

 

Resumen de la evidencia

Cribado universal
Calidad
baja
El riesgo de sepsis neonatal secundaria a estreptococo B es significativamente inferior en el grupo de mujeres a quienes se les realiza cribado universal frente a las que se les realizó cribado basado en factores de riesgo materno (Taminato, 2011).
Calidad
baja
El riesgo de sufrir sepsis neonatal secundaria a estreptococo B es significativamente inferior en el grupo de mujeres a quienes se les realiza cribado universal frente a las que no se les realiza ningún tipo de intervención (Taminato, 2011).
Momento del embarazo en que debe realizarse el cribado
Calidad
baja
La realización del cribado entre la semana 35 y 37 de gestación permite detectar con mayor probabilidad la colonización por estreptococo del grupo B (Valkenburg-van den Berg AW, 2010; Verani, 2010; Melchor Marcos, 2012).

De la evidencia a la recomendación

Los aspectos considerados para determinar la fuerza y dirección de la recomendación fueron:

  1. La calidad de la evidencia: Los estudios evaluados en este apartado han sido todos observacionales, en algunos casos retrospectivos. En ningún caso se ha considerado oportuno valorar la posibilidad de aumentar la calidad de la evidencia (fundamentalmente por las limitaciones de los estudios disponibles, relacionadas, por ejemplo, por la falta de un grupo control en los estudios). A este hecho se le añade la considerable heterogeneidad entre los estudios para los desenlaces evaluados para el cribado universal. Del mismo modo, no se describen de manera explícita los factores de riesgo entre el grupo de mujeres a las que se les hace el cribado. Respecto a la revisión sistemática que evaluó el momento adecuado para hacer el cribado de estreptococo B, presentó amplias limitaciones en cuanto a la población estudiada, el ámbito y el seguimiento de las cohortes.
  2. Balance entre beneficios y riesgos: En cuanto al cribado universal, se ha observado un beneficio clínico al hacer el cribado universal frente a hacerlo basado en los factores de riesgo de las mujeres o no hacer ninguna intervención. Debido a las limitaciones metodológicas de los estudios incluidos se requieren nuevos estudios que puedan confirmar estos resultados. Hasta un 6 % de mujeres portadoras de estreptococo B son indetectables al cribado antenatal. En relación al momento del embarazo para realizarse el cribado, aunque se determinó el mejor momento para realizar el cribado antenatal de estreptococo B, las limitaciones de los estudios son tan amplias que los resultados son de baja precisión. Se requieren nuevos estudios que puedan confirmar estos resultados.
  3. Un informe de evaluación de tecnologías sanitarias (Colbourn, 2007) calculó el beneficio neto esperado respecto a lo no intervención dentro de cada grupo de riesgo con o sin vacunación. Se valoraron 14 estrategias de intervención, entre ellas el cribado para estreptococo B, en gestaciones pretérmino o a término de acuerdo a 12 tipos de características clínicas (por ejemplo ruptura de membranas, pirexia, bacteriuria, frotis vaginal positivo para estretococo B). El beneficio neto de una intervención fue aquella que pasara el umbral de 25.000 libras esterlinas por QALY ganado. El cribado del estreptococo B se mostró coste-efectivo para el embarazo a término, la bacteriuria o frotis vaginal positivo a estreptococo B, y las mujeres embarazadas con pirexia.Los autores de este informe aseguran que el cribado del estreptococo B en mujeres embarazadas de alto riesgo podría no ser coste-efectivo, dado que incluso en aquellas mujeres en las que el resultado del cribado fuera negativo, podría ser mejor realizarles un tratamiento farmacológico para disminuir el riesgo de infección de inicio temprano.

Valorando estos factores, y ante la ausencia de estudios que analizasen los valores y preferencias de las gestantes al respecto, el grupo elaborador consideró que la literatura científica disponible muestra resultados consistentes procedentes de estudios observacionales a favor de realizar cribado universal, y también se dispone de datos sobre el momento más indicado para realizarlo. Aunque a pesar de ello un porcentaje de mujeres portadoras (6 %) no sería detectable con el cribado. Por otra parte, la disponibilidad de estudios observacionales, en ocasiones retrospectivos y no controlados, determinan la fuerza de la recomendación como baja.

Recomendación

Débil
Se sugiere ofrecer un cribado universal para la colonización por estreptococo B entre la semana 35 y 37 de gestación para disminuir el riesgo de sepsis neonatal.

Cribado de VIH

Se identificó una RS de la U.S. Preventive Services Task Force (USPSTF) para formular recomendaciones sobre el cribado de VIH durante el embarazo (Chou, 2005).

La RS de la USPSTF puso de manifiesto que no existen estudios clínicos que comparen la realización del cribado de VIH en mujeres embarazadas frente a no realizarlo, o estudios que evalúen el posible beneficio de incrementar en el cribado prenatal como factor para aumentar la efectividad de los tratamientos para el VIH. De este modo la RS evaluó de manera indirecta el uso temprano y oportunista de los tratamientos antiretrovirales en mujeres con una infección por VIH como medio para disminuir la transmisión madre a hijo, a partir de los resultados de una RS Cochrane (Siegfried, 2011). Además, evaluó el efecto que estas intervenciones tienen en la mortalidad y morbilidad materna e infantil. Esta RS incluyó los mismos ECA evaluados en otra RS (Suksomboon, 2007).

Por otro lado, se identificó una guía de práctica clínica sobre el cribado de VIH durante el embarazo de la Society of Obstetricians and Gynaecologists of Canada (Keenan-Lindsay, 2006).

La RS de Siegfried 2011, incluyó 25 ECA con 18.901 participantes. Los resultados de esta RS fueron estratificados por régimen y lactancia materna debido a que los esquemas terapéuticos han cambiado desde que se realizó el primer ECA en 1991. Para el propósito de esta Guía solamente se evaluaron los resultados de los 8 ECA realizados en poblaciones no expuestas a lactancia materna, asumiendo que el riesgo de transmisión vertical aumenta considerablemente con la lactancia y que los estudios debían de reflejar la situación a la que se refiera la pregunta (implantación de la intervención durante el embarazo). La mayoría de estudios se condujeron en Tailandia (5 ECA; Bhoopat, 2005; Limpongsanurak, 2001; PHPT-1, PHPT-2, Thai-CDC); 2 ECA fueron estudios multicentricos multinacionales (PACTG 076; PACTG 316) y un estudio fue conducido en Surafrica (Gray, 2006).

Siegfried (2011) evaluó 3 ECA para las comparaciones de antiretroviral versus placebo y de regimenes largos versus cortos usando los mismos antiretrovirales, respectivamente. Otros 5 ECA evaluaron regimenes antiretrovirales usando diferentes fármacos y diferentes duraciones del tratamiento. Finalmente se incluyó un ECA para la comparación de regimenes triples versus otros esquemas de tratamiento.

Debido a la heterogeneidad de la población estudiada y los esquemas administrados no se realizó metanálisis, dificultando las conclusiones sobre cuál puede ser la combinación óptima de antiretrovirales y su tiempo de inicio. Ninguno de los estudios incluidos en Siegfried 2011 realizó seguimiento a los recién nacidos más allá de los 24 meses de vida, ni determinó los eventos adversos a la exposición de antiretrovirales in útero o inmediatos al parto.

Adicionalmente la RS de la USPSTF incluyó 4 estudios de cohorte que evaluaban el efecto de diferentes combinaciones de regimenes en el riesgo de transmisión de madre a hijo. Esta RS evaluó mediante simulaciones de Montecarlo los efectos del cribado de VIH antes del tercer trimestre a partir de 3 cohortes hipotéticas de mujeres embarazadas (prevalencia de VIH de 0,15 %, 0,30 % y 5%).

Los autores utilizaron los siguientes parámetros para construir el modelo:

  • Prevalencia de infección por VIH.
  • Precisión de la prueba de cribado estándar.
  • Proporción de mujeres que reciben los resultados del cribado.
  • Proporción de mujeres que reciben profilaxis antirretroviral.
  • Proporción de mujeres que tienen cesárea electiva.
  • Tasa de transmisión de madre a hijo en ausencia de intervenciones.
  • Riesgo relativo de la transmisión madre a hijo comparando madres que reciben terapia antirretroviral activa versus aquellas que no la reciben.
  • Tasa posparto de complicaciones en mujeres infectadas con VIH posparto vaginal.
  • Riesgo relativo de las complicaciones posparto de la cesárea electiva.

Comparada con placebo la zidovudina (ZDV) administrada a las 36 semanas de gestación y durante el trabajo de parto (sin ningún tratamiento para el/la recién nacido/a; régimen Thai CDC) no redujo la transmisión de VIH de madre a hijo/a (1 ECA, 1.140 participantes; Reducción del Riesgo Relativo (RRR) 66,22 %; IC 95 % 33,94 a 98,50) (Connor, 1995; Siegfried, 2011).

Calidad baja

No se observaron diferencias significativas en las tasas de infección vertical de VIH entre un régimen extendido de ZDV (300 mg administrados entre 92 y 62 días antes del parto (mediana de 76 días), seguida de 300 mg al inicio del trabajo de parto y cada 3 horas desde el inicio del trabajo de parto hasta el parto) frente a un régimen corto (300 mg administrados entre 14 y 35 días antes del parto (mediana de 28 días), seguida de 300 mg al inicio del trabajo de parto y cada 3 horas desde el inicio del trabajo de parto al parto) (1 ECA, 50 participantes; RRR 100 %; IC 95 % 16,50 a 216,50) (Bhoopat, 2005; Siegfried, 2011).

No se observó una diferencia en la tasa de transmisión vertical del VIH al comparar un régimen de una sola dosis de neviparina y ZDV administrada a las madres frente a un programa en el que también se administraba la neviparina a sus bebés (1 ECA, 1844 participantes, RRR 37,50 %; IC 95 % -40,94 a 115,94) (Lallemant, 2004; Siegfried, 2011).

Calidad baja

No se mostraron diferencias significativas en las tasas de infección vertical por VIH al nacimiento al comparar placebo y frente a un esquema estándar de antirretrovirales más una dosis de NVP durante el trabajo de parto y una dosis al recién nacido inmediatamente después del parto comparado con placebo (1 ECA, 1506 participantes, RRR 2,22%; IC 95 % -140,39 a 144,83).

Calidad baja

La ZDV no mostró diferencias significativas en la incidencia de infección vertical por VIH al compararlo con estavudina (1 ECA, 183 participantes, RRR 26,65 %; IC 95 % -122,44 a 175,44), didanosina (1 ECA, 186 participantes, RRR 52,66 %; IC 95 % -88,01 a 193,33), o estavudina juntamente con didanosina (1 ECA, 180 participantes, RRR 49,43 %; IC 95 % -94,88 a 193,74) (Gray, 2006). En estos estudios los antirretrovirales se administraron entre las semanas 34 y 36 de embarazo, durante el trabajo de parto, completando el régimen con una administración de los mismos fármacos a los recién nacidos a las 6 semanas después del nacimiento.

Calidad baja

No se encontraron diferencias significativas en las tasas de infección transversal por VIH entre un régimen triple basado en inhibidores de la proteasa (lopinavir/ritonavir, ZDV y lamivudina) desde la semana 24 a la 36 de gestación hasta 6 meses posparto comparado con ZDV y una dosis de nevirapina (1 ECA, 855 participantes, RRR 18,18 %; IC 95 % -83,48 a 119,84).

Calidad baja

La RS de la USPSTF (Chou, 2005), identificó adicionalmente una serie de estudios epidemiológicos para justificar la relevancia de identificar a las mujeres con VIH durante el embarazo. Una serie de estudios observacionales en los EEUU mostraron que entre el 8 % y el 57 % de las mujeres embarazadas con VIH muestran factores de riesgo identificables durante la gestación. La variación entre estas estimaciones puede explicarse, no obstante, por los criterios usados para definir comportamientos de alto riesgo y la variación en el rigor de la evaluación (Chou, 2005). Por otro lado, en un estudio de vigilancia epidemiológica en 7 estados de EEUU, la proporción de mujeres infectadas con VIH, diagnosticadas antes del embarazo, incrementó del 70-80 % tras la implantación de recomendaciones universales de consejería (Wortley, 2001; Chou, 2005).

Calidad baja

La RS de la USPSTF (Chou 2005), describió los posibles daños derivados del cribado de VIH a partir de los falsos positivos derivados del cribado. La RS identificó un estudio de una prueba rápida de VIH durante el parto en el que se mostró, que cuatro de 4.849 mujeres presentaron resultados falsos positivos derivando en el inicio de la profilaxis antirretroviral antes de los resultados confirmatorios. Aunque no existe evidencia de la frecuencia y daños de los resultados falsos positivos se han descrito algunos como interrupción electiva del embarazo, ansiedad, discriminación, relación de pareja afectada (Chou, 2005).

La incidencia de eventos adversos no fue significativamente diferentes en los ECA incluidos en la RS Siegfried (2011).

Calidad baja

Por último la RS de Chou (2005) realizó una simulación con un modelo Monte Carlo para calcular el número de mujeres que sería necesario cribar para prevenir una transmisión vertical de VIH en diferentes situaciones. De acuerdo con estos resultados en un ámbito con una prevalencia de VIH del 0,15 %, sería necesario cribar entre 3.500 y 12.170 mujeres embarazadas para prevenir un caso de transmisión de VIH de madre a hijo, mientras que en un contexto con una mayor prevalencia del 5%, el número disminuiría hasta el rango de 105 y 305 mujeres.

Calidad baja

Una guía de práctica clínica sobre el cribado de VIH durante el embarazo de la Society of Obstetricians and Gynaecologists of Canada (Keenan-Lindsay, 2006), ofrece una serie de indicaciones concretas ante esta situación.

Esta guía sugiere que se ofrezca el cribado de VIH a las mujeres embarazadas en su primera visita prenatal, a ser posible entre las semanas 15 y 19 de gestación, por ser un momento ideal para iniciar el tratamiento antirretroviral. Se aconseja también repetir el cribado cada trimestre en aquellas mujeres con un cribado negativo pero con factores de riesgo persistentes.

En aquellas mujeres embarazadas que ingresan para el trabajo de parto o el parto, en las que no se ha realizado un control prenatal y de las que se desconoce su estatus VIH, se les debe ofrecer el cribado en el momento del ingreso. Además debe iniciarse la profilaxis para infección VIH en el momento del parto, tanto en la madre como en el recién nacido/a.

Otras guías de
práctica clínica

Resumen de la evidencia

Calidad
moderada
Los diferentes regímenes antirretrovirales evaluados no han mostrado diferencias significativas en la prevención de la transmisión de VIH de madre a hijo/a (Siegfried, 2011).
Calidad
baja
La implantación de recomendaciones universales sobre el VIH ha mostrado que pueden contribuir a identificar una alta tasa de mujeres infectadas (Wortley, 2001; Chou, 2005).
Calidad
baja
No se dispone de resultados suficientes como para valorar adecuadamente los daños (en términos de falsos positivos o falsos negativos) que pueden derivarse de la determinación de una prueba de cribado de VIH durante el embarazo, aunque en ningún caso superarían los beneficios que se derivan de su realización (Chou, 2005).

De la evidencia a la recomendación

Los aspectos considerados por el grupo elaborador para determinar tanto la dirección como la fuerza de la recomendación fueron los siguientes:

  1. Calidad de la evidencia: Debido a que no hay estudios que comparen de manera directa realizar un cribado frente a no hacerlo, la evidencia que soporta la recomendación de cribado de VIH en mujeres embarazadas está basada en una RS Cochrane (Siegfried, 2011) que analiza, los ECA de antiretrovirales para reducir el riesgo de transmisión de VIH de madre a hijo. La fuerte consistencia en la reducción de las tasas de transmisión usando antiretrovirales durante la gestación provee una buena evidencia para dar esquemas antiretrovirales en las mujeres infectadas. Por lo anterior, se hace necesario realizar un cribado durante la gestación para detectar los casos de manera temprana.
  2. Balance entre beneficios y riesgos: Los efectos indeseados (en términos de resultados falso positivos) derivados del cribado de VIH en mujeres embarazadas no superan en ningún caso su beneficio.

Finalmente, y ante la ausencia de estudios sobre el uso de recursos y costes y los valores y preferencias de las gestantes sobre este tema, el grupo elaborador consideró formular una recomendación a favor teniendo en cuenta el beneficio clínico derivado de este cribado. La principal limitación para formular una recomendación para esta pregunta clínica radica en el hecho de que no se dispone de estudios que comparen el cribado de VIH con no hacerlo. No obstante el beneficio derivado de poder identificar a las mujeres con una infección por VIH y tratarlas de manera temprana parece evidente. Los ECA evaluados en las RS de Siegfried (2011) y Suksomboon (2007) muestran de una manera muy consistente que se reducen de manera significativa las tasas de transmisión cuando se usan antiretrovirales de manera temprana durante la gestación mujeres infectadas, por lo que la recomendación se formuló como fuerte.

Recomendaciones

Fuerte
Se recomienda ofrecer un cribado universal de VIH en la primera visita prenatal.
Se sugiere repetir la determinación en la última analítica del embarazo en mujeres con riesgo de infección por VIH.

Cribado de bacteriuria asintomática

Para la detección de agentes patógenos en la orina, la realización de un cultivo se considera la prueba de referencia. Existen otras pruebas, principalmente orientadas a obtener un diagnóstico más rápido o con menos recursos, cuyo rendimiento diagnóstico se ha evaluado frente al cultivo para la detección de uropatógenos en la orina en mujeres embarazadas.

Tiras reactivas

Tiras reactivas frente a cultivo de orina

Se ha identificado una revisión sistemática de estudios que evaluaron el rendimiento diagnóstico de las tiras reactivas (detección de nitritos y/o esterasa leucocitaria) en comparación al cultivo de orina en diferentes ámbitos. La revisión incluye un metanálisis de los resultados incluyendo un subgrupo de estudios realizados en mujeres embarazadas. Sin embargo esta revisión sólo da resultados sobre el rendimiento diagnóstico para la infección de orina (sintomática) y la bacteriuria asintomática conjuntamente (Devillé, 2004).

Se han localizado tres estudios posteriores en los que se ha evaluado el rendimiento diagnóstico de las tiras reactivas para la detección de bacteriuria asintomáticas en mujeres embarazadas (Kacmaz, 2006; McNair, 2000; Mignini, 2009).

Determinación de nitritos

En la RS de Devillé (2004), un total de 10 estudios evaluaron el rendimiento de la detección de nitritos en mujeres embarazadas para el diagnóstico de infección urinaria o bacteriuria asintomática mostrando unos valores de sensibilidad y especificidad de 0,46 (IC 95 % 0,38 a 0,56) y 0,98 (IC 95 % 0,79 a 1,00), respectivamente (Devillé, 2004).

Un estudio posterior realizado en 250 mujeres embarazadas mostró que la sensibilidad y la especificidad (en comparación al cultivo) de la determinación de nitritos en las tiras reactivas para la detección de bacteriuria asintomática fueron de 0,6 y del 0,992, respectivamente (Kacmaz, 2006).

Calidad baja

 

 

Determinación de esterasa leucocitaria

La RS de Devillé (2004) no muestra los resultados para la detección de esterasa leucocitaria en la tira reactiva en mujeres embarazadas aunque un análisis conjunto de 8 estudios (en las diferentes poblaciones) muestra unos valores de sensibilidad y especificidad de 0,56 (IC 95 % 0,38 a 0,82) y 0,61 (IC 95 % 0,41 a 0,90), respectivamente para la detección de bacteriuria asintomática (Devillé, 2004).

Un estudio posterior realizado en 250 mujeres embarazadas mostró que la sensibilidad y la especificidad (en comparación al cultivo) de la determinación de estaerasa leucocitaria fueron del 0,7 y del 0,925, respectivamente (Kacmaz, 2006).

Calidad
muy baja

Determinación de ambas pruebas: Nitritos o esterasa leucocitaria positivos

En la RS de Devillé (2004), un total de 5 estudios evaluaron el rendimiento de la detección de ambas pruebas (positividad de alguna de ellas) mostrando unos valores de sensibilidad y especificidad de 0,68 (IC 95 % 0,58 a 0,78) y 0,87 (IC 95 % 0,81 a 0,92), respectivamente para el diagnóstico de infección urinaria o bacteriuria asintomática (Devillé, 2004).

Un estudio posterior realizado en 528 mujeres embarazadas (antes del parto) mostró que la sensibilidad y la especificidad fueron de 0,472 y del 0,803, respectivamente para la detección de bacteriuria asintomática (McNair, 2000).

Otro estudio posterior realizado en 3.032 mujeres embarazadas (entre las 12 y 35 semanas) y tras excluir las muestras contaminadas (22,4%), mostró que la sensibilidad y la especificad fueron del 0,53 (IC 95 % 0,48 a 0,58) y 0,92 (IC 95 % 0,91 a 0,93), respectivamente para la detección de bacteriuria asintomática (Mignini, 2009).

Calidad baja

 

 

Determinación de ambas pruebas: Nitritos y esterasa leucocitaria positivos

En la RS de Devillé (2004), un estudio evaluó el rendimiento de la detección de ambas pruebas mostrando unos valores de sensibilidad y especificidad de 0,68 (IC 95 % 0,58 a 0,78) y 0,87 (IC 95 % 0,81 a 0,92), respectivamente para el diagnóstico de infección urinaria o bacteriuria asintomática (Devillé, 2004).

Métodos de cultivo rápido (Dipslide)

Métodos de cultivo rápido frente a cultivo de orina

Calidad baja

 

 

Un estudio evaluó el rendimiento diagnóstico para la bacteriuria asintomática de un método de cultivo rápido (dipslide culture) frente al cultivo convencional en mujeres embarazadas entre las 12 y 35 semanas. La publicación muestra los resultados en 17 centros argentinos que incluyeron un total de 3.048 participantes en el contexto de un ensayo clínico internacional sobre el tratamiento antibiótico en mujeres embarazadas con bacteriuria.

Tras excluir las muestras contaminadas (28,6 %), los valores de sensibilidad y especificidad para la técnica de cultivo rápido fueron de 0,98 (IC 95 % 0,96 a 0,99) y 0,996 (IC 95 % 0,993 a 0,998), respectivamente (Mignini, 2009).

Calidad moderada

 

 

Realización del cribado de bacteriuria durante el embarazo

Se ha identificado una RS de la U.S. Preventive Services Task Force (Lin, 2008) que basa sus recomendaciones en una RS Cochrane (Smail, 2007) en la que se comparó el tratamiento con antibióticos frente a placebo de la bacteriuria en gestantes. Esta RS incluyó 14 ensayos clínicos aleatorizados (ECA) o casi aletaorizados (ECCA) en 2.302 mujeres.

La RS Cochrane (Smail, 2007) mostró una disminución significativa de la incidencia de infecciones del tracto urinario superior (11 estudios; 1.955 mujeres; RR 0,23; IC 95 % 0,13 a 0,41).

Calidad baja

 

 

La RS Cochrane (Smail, 2007) también mostró una disminución significativa del riesgo de bajo peso al nacer (7 estudios; 1.502 mujeres; RR 0,66; IC 95 % 0,49 a 0,89).

Calidad moderada

 

 

La RS mostró que el tratamiento con antibióticos no tuvo un efecto en la tasa de nacimientos pretérmino (menos de 38 semanas) cuando se analizaron los resultados de los estudios que restringieron sus criterios de inclusión a una edad gestacional determinada (3 estudios; 412 mujeres; RR 0,37; IC 95 % 0,10 a 1,36).

Momento de la realización del cribado de bacteriuria durante el embarazo

Calidad
muy baja

 

 

No se han localizado estudios que evalúen cual es el momento óptimo para la realización del cribado de bacteriuria asintomática en las mujeres embarazadas. El consenso de expertos actualmente aconseja la realización de un cultivo de orina entre las 12 y las 16 semanas, que puede repetirse entre las 24 y 28 semanas (PAPPS ,2009).

Calidad baja

 

 

Resumen de la evidencia

Calidad
moderada
El tratamiento con antibióticos tras la comprobación de la presencia de bacteriuria en gestantes reduce el riesgo de infección de tracto urinario superior y del bajo peso al nacer.
Calidad
baja
En las mujeres embarazadas, las tiras reactivas de orina (para nitritos y/o esterasa leucocitaria) parecen tener una escasa sensibilidad y una moderada especificidad para la detección de bacteriuria asintomática o la infección de orina.
Calidad
moderada
En las mujeres embarazadas, los métodos de cultivo rápido (Dipslide) tienen un elevado rendimiento diagnóstico para la detección de bacteriuria asintomática.

De la evidencia a la recomendación

Los aspectos valorados por el grupo elaborador para establecer la fuerza y dirección de la recomendación fueron:

• Calidad de la evidencia: La literatura disponible sobre la necesidad de realizar un cribado universal de bacteriuria durante el embarazo es moderada debido a la disponibilidad de datos indirectos que han evaluado la eficacia de los antibióticos en el tratamiento de la bacteriuria en gestantes tras la determinación de este problema de salud con una tira reactiva. Por otro lado, los resultados muestran una alta inconsistencia (I2=64 %). La principal limitación de la calidad de la evidencia en los estudios que evaluaron el rendimiento diagnóstico de las tiras reactivas fue la evidencia indirecta; los estimadores de resultados de los distintos estudios mostraron resultados para la detección de bacteriuria o infección de orina indistintamente. Asimismo hubo limitaciones en el diseño y ejecución en una parte relevante de los estudios considerados. La principal limitación de la calidad de la evidencia en los estudios que evaluaron el rendimiento diagnóstico de los métodos rápidos de cultivo fue un elevado porcentaje de resultados contaminados (28 %) que podrían alterar profundamente el estimador del efecto. La evidencia respecto al momento de realización del cribado proviene de consenso de expertos.
• Balance entre beneficios y riesgos: El diagnóstico de bacteriuria asintomática implica el tratamiento con antibióticos con el objetivo de reducir el riesgo de pielonefritis; el cultivo de orina es la prueba de referencia. No existe un riesgo aparente asociado a la realización de un cultivo (convencional o rápido) o las tiras reactivas. No se ha evaluado el beneficio que puede comportar el tratamiento más precoz en base a la determinación de una tira reactiva de orina, sin embargo estos potenciales beneficios podrían no compensar el riesgo de resultados falsos que pueden comportar no tratar a mujeres que podrían beneficiarse de un tratamiento o la administración de un tratamiento innecesario. No hay suficiente información para evaluar este aspecto por lo que se refiere al momento de realización del cribado.
• Costes y uso de recursos: No se han localizado estudios específicos que evalúen los costes de las pruebas evaluadas. La gran mayoría de las mujeres en nuestro entorno realizan un seguimiento del embarazo por parte de personal sanitario por lo que no se debe considerar el cribado de la bacteriuria como una intervención aislada si no dentro del seguimiento habitual del curso de la gestación, cuyo coste no se incrementaría de forma significativa. Las tiras reactivas son por lo general más económicas que el cultivo y no requieren de personal o material especializado para su determinación. Hay dudas sobre la accesibilidad de los centros a métodos de cultivo rápido. No hay suficiente información para evaluar este aspecto por lo que se refiere al momento de realización del cribado.

Tras la valoración de estos aspectos, el grupo elaborador consideró que las tiras reactivas no han mostrado un rendimiento diagnóstico óptimo para la detección de bacteriuria en las mujeres embarazadas, aunque la confianza en los resultados de los estudios disponibles es baja o muy baja. Los potenciales beneficios de estas pruebas frente al cultivo, no parecen compensar el riesgo de obtener resultados falsos. Por otra parte, los métodos de cultivo rápido (Dipslide) presentan un rendimiento diagnóstico adecuado para la detección de bacteriuria asintomática en mujeres embarazadas. El balance entre el beneficio de obtener un diagnóstico adecuado (como prueba de referencia) y los riesgos parece óptima para la realización de un cultivo de orina. Aunque el coste unitario del cultivo es superior a otras pruebas, se considera que el impacto del cultivo dentro del seguimiento habitual del curso de la gestación es probablemente menor. Por todo ello se formuló una recomendación a favor. La práctica ausencia de juicios razonados para proponer el cribado de la bacteriuria en un periodo determinado de la gestación, determinaron la recomendación débil y se ha tomado el momento de la realización de la prueba de las recomendaciones de la USPSTF.

Recomendación

Fuerte
Se recomienda la realización de un cultivo de orina en todas las mujeres embarazadas en la primera visita del embarazo para detectar la presencia de bacteriuria asintomática para prevenir el riesgo de infección de tracto urinario superior y de bajo peso al nacer.

Cribado universal de anemia

Varias instituciones recomiendan ofrecer a las mujeres un cribado de anemia a todas las gestantes en la primera visita prenatal (NICE, 2008; ICSI, 2010; AHRQ, 2010).

La causa más común de anemia durante el embarazo se produce por una deficiencia de hierro. El requerimiento de hierro aumenta durante la gestación debido tanto a los requisitos del feto y la placenta como al aumento de la masa total de glóbulos rojos de la gestante, por lo que la absorción de hierro aumenta para satisfacer la creciente demanda (NICE, 2008; Lee, 2011). Generalmente el volumen plasmático de la gestante aumenta hasta un 50 % y su masa total de glóbulos rojos lo hace un 20 %, por lo que disminuye la concentración de hemoglobina (Hb). Este proceso fisiológico normal tiene similitudes con la anemia ferropénica (Hytten, 1985; NICE, 2008).

La concentración media de hemoglobina (Hb) durante el embarazo varía entre los 11 g/dly los 12 g/dL aunque los datos son inconsistentes entre los estudios disponibles (NICE, 2008). Es importante tener en cuenta que los niveles de hemoglobina varían dependiendo de la edad gestacional, pudiendo situar el umbral que determinaría la anemia durante el primer y tercer trimeste en valores de Hb<11 g/dL, y Hb<10,5 g/dL durante el segundo trimestre (Breymann, 2010).

Un estudio retrospectivo de 153.602 gestantes británicas de varias etnias mostró cómo la magnitud del descenso de los niveles de hemoglobina durante el embarazo se asociaba con el peso del/la recién nacido/a (Steer, 1995). La caída de los niveles de Hb a partir de valores por debajo de los 10,5 g/dL se asoció con riesgo de parto pretérmino y el bajo peso al nacer (Steer, 1995; Steer, 2000). Una revisión de estudios observacionales ha sugerido que existe una correlación en forma de U entre los niveles de hemoglobina y los resultados obstétricos de forma que la proporción de niños con bajo peso al nacer aumenta cuando los valores de hemoglobina materna se sitúan en la parte más baja y alta del rango estudiado. (Rasmussen, 2001).

Calidad baja

 

 

Teniendo en cuenta que la anemia puede tener diversas causas (ferropénica, talasemia, anemia drepanocítica) la medición del nivel de hemoglobina por si sola es una prueba con poco rendimiento para determinar la deficiencia de hierro, y es necesario realizar alguna evaluación adicional para identificar su etiología (NICE, 2008; ICSI, 2010). La ferritina sérica parece ser el parámetro con la mejor sensibilidad y especificidad para el diagnóstico de deficiencia en las mujeres con anemia (Guyatt, 1992; AHRQ, 2010), pudiendo usar un umbral de 30 µg/L con una sensibilidad del 90 % (Breymann, 2002).

Otras guías de
práctica clínica

 

 

Resumen de la evidencia

Calidad
baja
Los niveles extremos de hemoglobina durante el embarazo se han asociado con un aumento del riesgo de parto pretérmino y de bajo peso al nacer (Steer, 1995; Rasmussen, 2001). Los valores de Hb entre los 9,5 y 10,5 g/dL son los que se asocian con un mejor crecimiento fetal (Steer, 1995; Steer, 2000).

De la evidencia a la recomendación

Puesto que no se identificaron estudios sobre el uso de recursos y costes y valores y preferencias de las gestantes, el grupo elaborador consideró formular esta recomendación teniendo en cuenta la asociación de los niveles de Hb con resultados obstétricos negativos (bajo peso al nacer y parto pretérmino). Esta recomendación se formuló como débil porque a pesar de los resultados de los estudios comentados, todavía no se ha podido establecer una asociación causal entre los niveles de hemoglobina y los resultados obstétricos comentados (Rasmussen, 2001).

Recomendaciones

Débil
Se sugiere realizar un cribado universal de anemia en mujeres embarazadas durante la primera visita prenatal.
Se sugiere repetir el cribado universal de anemia en mujeres embarazadas alrededor de las 28 semanas de gestación.
Se sugiere establecer el diagnóstico de anemia en el embarazo cuando la hemoglobina es inferior a 11 g/dl en el primer trimestre, inferior a 10,5 g/dl en el segundo e inferior a 11 g/dl en el tercer trimestre.

Determinación de ferritina

Teniendo en cuenta que la anemia puede tener diversas causas (ferropénica, talasemia, anemia drepanocítica), la medición del nivel de hemoglobina por sí sola es una prueba con poco rendimiento para determinar la deficiencia de hierro, y puede ser necesario realizar alguna evaluación adicional para identificar su etiología (NICE, 2008; ICSI, 2010). Los niveles de hemoglobina en sangre que pueden considerarse fuera de la normalidad y que, por tanto, pueden precisar de otras pruebas de confirmación para el diagnóstico de anemia son de 11 g/100 ml en la primera visita y de 10,5 g/100 ml a las 28 semanas (NICE, 2008).

Se ha identificado una RS (Guyatt, 1992) que evaluó el valor de cinco pruebas de laboratorio (nivel de ferritina en suero, protoporfirina eritrocitaria libre, volumen corpuscular medio, índice de saturación de la transferrina, e índice de distribución de glóbulos rojos) para el diagnóstico de la anemia ferropénica. Los autores evaluaron los resultados de 55 estudios de rendimiento diagnóstico en mayores de 18 años con un nivel bajo de hemoglobina en los que se comprobaran una de las cinco pruebas y que al menos permitiera el cálculo de la prueba de su sensibilidad. Se usaron estos datos para calcular el área bajo la curva ROC de cada una de las pruebas y su razón de verosimilitud positiva (RV+).

Los resultados de la RS de Guyatt (1992) mostraron como la determinación del nivel de ferritina es la prueba con un mejor valor predictivo de la anemia ferropénica con gran diferencia sobre los otros parámetros evaluados. El nivel de ferritina mostró un área bajo la curva ROC del 95 % (IC 95 % 94 a 96), muy superior que la del resto de parámetros (protoporfirina eritrocitaria libre: 77 %, volumen corpuscular medio: 76 %, índice de saturación de la transferrina: 74 %, índice de distribución de glóbulos rojos: 62 %; diferencia significativa p<0,001).

Por otro lado el rango de valores de la RV+ fue muy diferente entre los valores más altos y más bajos de la ferritina, añadiendo valor a este parámetro:

Valor de la ferritina Número de mujeres RV + (IC 95%)
≥100 μg/L
1.368
0,08 (0,07 a 0,09)
45<100 μg/L
474
0,54 (0,48 a 0,60)
35<45 μg/L
79
1,83 (1,47 a 2,19)
25<35 μg/L
108
2,54 (2,11 a 2,97)
15<25 μg/L
146
8,83 (7,22 a 10,44)
≤15 μg/L
494
51,85 (41,53 a 62,27)
Calidad
moderada

 

 

Resumen de la evidencia

Calidad
moderada
La determinación de los niveles de ferritina es el mejor parámetro para el diagnóstico de la anemia ferropénica, con un valor predictivo positivo del 95 % (Guyatt, 1992).

De la evidencia a la recomendación

Tanto la dirección de la recomendación como su fuerza fueron determinadas por los consistentes resultados mostrados por la revisión sistemática valorada en este apartado que muestran que la ferritina es el mejor parámetro para confirmar el diagnóstico de la anemia ferropénica.

Recomendación

Fuerte
Se recomienda determinar el nivel de ferritina en suero para confirmar un diagnóstico dudoso de anemia ferropénica.

Cribado de isoinmunización Rh

La solicitud de grupo sanguíneo ABO, factor Rh y test de Coombs en la primera visita prenatal es una recomendación general en todas las guías de práctica clínica. Del mismo modo se recomienda repetir la prueba de anticuerpos ANTI D en las mujeres Rh negativas entre las 24 y 28 semanas de gestación (SEMFyC, 2002; USPSTF, 2004; BSH, 2008; NICE, 2008; AHRQ, 2010; ICSI, 2010).

La incompatibilidad Rh (mujeres Rh negativo con un feto Rh positivo) ocurre en el 10 % de todos los embarazos. Si no se toman medidas preventivas ante esta situación se produce una isoinmunización hasta en el 2 % de las mujeres en el periodo prenatal, entre el 8 % y el 17 % durante el parto, hasta el 6 % tras un aborto, o hasta el 5 % tras una amniocentesis (Mollison, 1987; ICSI, 2010). En tales casos el anticuerpo ANTI D materno cruzaría la placenta en futuros embarazos causando eritroblastosis fetal, y sin tratamiento hasta un tercio de estos fetos desarrollarán enfermedad hemolítica perinatal o morirán durante la gestación o el parto (Bowman, 1985; ICSI, 2010).

Es importante determinar el factor Rh para que las mujeres Rh negativas puedan recibir inmunoprofilaxis de manera adecuada para prevenir la isoinmunización en futuros embarazos (NICE, 2008).

Otras guías de
práctica clínica

 

 

Resumen de la evidencia

Otras guías
de práctica
clínica
La incompatibilidad Rh que ocurre en el 10 % de los embarazos, puede ocasionar una isoinmunización hasta en el 2 % de las mujeres en el periodo prenatal. Si no se realiza una adecuada profilaxis, se desarrolla enfermedad hemolítica perinatal (Bowman, 1985; NICE, 2008; ICSI, 2010).

De la evidencia a la recomendación

Para establecer la fuerza y dirección de la recomendación, el grupo elaborador consideró que es imprescindible realizar una adecuada identificación de la incompatibilidad Rh para poder instaurar las medidas profilácticas necesarias que contribuyan a evitar la isoinmunización Rh y las graves complicaciones derivadas para el feto. Las complicaciones que se pueden derivar de una isoinmunización Rh justifican la recomendación a favor del cribado universal de la compatibilidad Rh. La recomendación se graduó como fuerte por el impacto de este procedimiento en la salud de la gestante y el feto.

Recomendación

Fuerte
Se recomienda realizar un cribado de compatibilidad Rh, del grupo sanguíneo ABO y de anticuerpos irregulares a todas las mujeres embarazadas durante la primera visita prenatal.
Fuerte
Se recomienda repetir la determinación de anticuerpos anti-Rh a las mujeres embarazadas Rh negativo con incompatibilidad Rh entre las 24 y 28 semanas de gestación.

Profilaxis anti-D

Profilaxis prenatal sistemática con inmunoglobulina anti-D para mujeres Rh negativas

Se identificó un informe de evaluación de tecnologías sanitarias (Pilgrim, 2009) y un metanálisis (Turner, 2011) que evaluaron la efectividad, las pautas más apropiadas de la profilaxis anti-D en la prevención de la sensibilización Rh en mujeres gestantes.

Se incluyó el metanálisis de Turner (2011) por incluir todos los estudios del informe de evaluación, y por realizar un análisis riguroso de los resultados con un análisis de sensibilidad de la influencia del sesgo sobre los resultados de los estudios.

El metanálisis incluyó 10 ECA, de los cuales dos (Bowman, 1978; Bowman, 1987) tomaron el mismo grupo de mujeres como control y no eran estrictamente estudios comparativos, pero aportaron datos útiles sobre la efectividad de una sola dosis de inmunoglobulina anti-D. Los autores de este metanálisis realizaron análisis ajustados a los sesgos internos (limitaciones metodológicas) y externos (aplicabilidad de los resultados) de los ECA incluidos, debido a la heterogeneidad con respecto a las pautas de administración de la inmunoglobulina anti-D, las características obstétricas de las mujeres y el tiempo de seguimiento.

Se evaluó la efectividad de tres pautas de inmunoglobulina anti-D para la prevención de la sensibilización Rh.

• Para el esquema de 500 UI (100 μg), (dos dosis entre la semanas 28 y 34 de gestación) mediante 4 estudios (Huchet, 1987; Mackenzie, 1999; Mayne, 1997; Tovey, 1983).
• Para las pautas de 1.500 UI (300 μg), (dos dosis entre las semanas 28 y 30) y 1.250 UI (250 μg), (dos dosis entre las semanas 28 y 34) se consultó la opinión de expertos que estimaron la efectividad teniendo en cuenta la vida media de la inmunoglobulina anti-D, el nivel mínimo circulante para generar protección y la adherencia de las mujeres embarazadas.

Comparada con la administración de inmunoglobulina anti-D posparto o después de eventos de sensibilización durante el embarazo, la profilaxis anti-D rutinaria preparto mostró una reducción en el riesgo de sensibilización de las mujeres Rh negativas (10 ECA; 47.409 mujeres embarazadas; OR 0,31; IC 95 % 0,17 a 0,56) (Bowman, 1978; Bowman, 1987; Hermann, 1984; Huchet, 1987; Lee, 1995; Machenzie, 1997;, Mayne, 1997; Tovey, 1983; Trolle, 1989).

Otro análisis que excluyó dos estudios que usaban como control el mismo grupo de mujeres (Bowman, 1978; Bowman, 1987) mostró resultados similares (8 ECA; 29.236 mujeres embarazadas; OR 0,31; IC 95 % 0,16 a 0,61) (Bowman, 1978; Hermann, 1984; Huchet, 1987; Lee, 1995; Machenzie, 1997; Mayne, 1997; Tovey, 1983; Trolle, 1989).

Profilaxis prenatal sistemática con diferentes dosis de inmunoglobulina anti-D para mujeres Rh negativo

Calidad moderada

 

 

Comparada con la administración anti-D posparto o después de eventos de sensibilización durante el embarazo, dos dosis de cualquiera de las inmunoglobulinas anti-D de 500 UI (100 µg) (Turner, 2012) (4 ECA; 20.877 mujeres embarazadas; OR 0,31; IC 95 % 0,09 a 0,65), 1.500 UI (OR 0,42; IC 95 % 0,17 a 0,73) o 1.250 UI (OR 0,18; IC 95 % 0,03 a 0,53), son efectivas en la prevención de la sensibilización Rh.

Calidad moderada

 

 

Comparadas con la administración anti-D posparto o después de eventos de sensibilización durante el embarazo, la probabilidad de que una dosis de inmunoglobulina anti-D de 1.250 UI (250 µg) (Turner, 2012) (OR 0,18; IC 95 % 0,03 a 0,53) sea efectiva es del 83 %, mientras que es del 76 % y del 15 % para los esquemas de 1.500 UI (300 µg) y 500 UI (100 µg), respectivamente (4 ECA; 20.877 mujeres embarazadas).

Calidad moderada

Resumen de la evidencia

Calidad
moderada
La profilaxis con inmunoglobulina anti-D durante la gestación disminuye significativamente el riesgo de sensibilización por Rh (Turner, 2012).
Calidad
moderada
Las pautas de inmunoglobulina anti-D de 500 UI (100 µg), 1.250 UI (250 µg), 1.500 UI (300 µg) disminuyen el riesgo de sensibilización por Rh (Turner, 2012), siendo la dosis de 1.500 UI (300 µg) la que se relaciona con la mayor probabilidad de ser efectiva.

De la evidencia a la recomendación

Los aspectos considerados por el grupo elaborador para determinar la fuerza y dirección de la recomendación fueron los siguientes:

  1. Calidad de la evidencia: Se ha disminuido la calidad de la evidencia en la mayoría de las variables de resultado evaluadas para la profilaxis anti-D en la prevención de la sensibilización Rh, debido a que, los estudios incluidos tienen limitaciones como falta de cegamiento, pérdidas durante el seguimiento y una amplia heterogeneidad en la intervención y las poblaciones estudiadas. A pesar de las limitaciones mencionadas, los resultados de los datos no ajustados son consistentes con los ajustados y con el análisis de sensibilidad.
  2. Balance entre beneficios y riesgos: En cuanto a la profilaxis prenatal sistemática con inmunoglobulina anti-D para mujeres Rh negativas se ha observado un beneficio clínico, tanto en los análisis ajustados como no ajustados, de la inmunoglobulina anti-D en la prevención de la sensibilización Rh. En relación a la profilaxis prenatal sistemática con diferentes dosis de inmunoglobulina anti-D para mujeres Rh negativas, se ha observado un beneficio clínico con la administración de las pautas 500 UI, 1.250 UI y 1.500 UI en la prevención de la sensibilización Rh. Debido a que los estudios son escasos y de poca precisión, el análisis de la profilaxis con diferentes dosis de inmunoglobulina están basados en modelos estadísticos, por lo que se hacen necesarios estudios que evalúen comparaciones directas.
  3. Uso de recursos y costes: El informe de evaluación de tecnologías sanitarias de Pilgrim (2009) mostró que el coste por QALY ganado con la profilaxis prenatal sistemática con inmunoglobulina anti-D para mujeres primiparas Rh negativo, frente a no tratar, osciló entre las 9.000 y 15.000 libras esterlinas, y en todas las mujeres osciló entre las 20.000 y las 35.000 libras, siendo por lo tanto una intervención coste-efectiva. Los autores consideraron que el coste derivado de la intervención en Inglaterra y Gales oscilaría entre los 1,8 y 3,1 millones de libras esterlinas anuales si se aplicara a las mujeres primíparas, y entre los 2 y 3,5 millones si se aplicara a todas las mujeres. Un análisis de coste eficacia anterior (Chilcott, 2004) había mostrado resultados muy similares, aportando conclusiones similares a las de Pilgrim (2009).

Finalmente y considerando los aspectos descritos, el grupo elaborador formuló una recomendación a favor de la intervención ya que existe una fuerte consistencia estadística y clínica entre los resultados ajustados y los no ajustados; así como en el análisis de sensibilidad. Por otro lado, la recomendación es fuerte ya que la profilaxis prenatal rutinaria con inmunoglobulina anti-D reduce el riesgo de inmunización y en consecuencia el de enfermedad hemolítica del/la recién nacido/a. Para la formulación de recomendaciones sobre la administración de la inmunoglobulina anti-D se ha obtenido la información de la ficha técnica, y de guías de práctica clínica (NICE, 2008; Servei de Salut de les Illes Balears, 2012).

Recomendaciones

Fuerte
Se recomienda ofrecer profilaxis prenatal rutinaria con una administración de 300 µg (1.500 UI) de inmunoglobulina anti-D a las mujeres embarazadas Rh negativo y no sensibilizadas para reducir el riesgo de sensibilización.
Fuerte
Se recomienda administrar la profilaxis prenatal como dosis única a las 28-30 semanas de gestación a las mujeres Rh negativo y no sensibilizadas.
Fuerte
Se recomienda administrar dosis única de inmunoglobulina anti-D durante las primeras 72 horas tras cualquier episodio de potencial sensibilización (aborto, embarazo ectópico, mola parcial, biopsia de corion, amniocentesis, cordocentesis, versión cefálica externa).
Fuerte
Se recomienda administrar una dosis adicional de inmunoglobulina anti-D si se produce una hemorragia fetomaterna de entre 10 y 15 mL.
Fuerte
Se recomienda ofrecer profilaxis con la administración de 300 µg (1.500 UI) de inmunoglobulina anti-D a las mujeres Rh negativas y no sensibilizadas cuyo recién nacido (RN) sea Rh positivo durante las primeras 72 horas posparto.

Cribado de hipotiroidismo

Se identificaron dos ECA (Negro et al., 2010; Lazarus et al., 2012) que evaluaron los resultados de un cribado de función tiroidea en el primer trimestre de embarazo.

Negro (2010) (Negro et al,. 2010) comparó el impacto de realizar a las 11 semanas de embarazo un cribado universal de la función tiroidea frente a una identificación oportunista sobre las complicaciones obstétricas y neonatales. El ensayo aleatorizó a 4.562 gestantes sin antecedentes de patología tiroidea en dos centros italianos, a un grupo en el que se tomaban muestras a todas las participantes para determinar los niveles de tirotropina y T4 y se trataba a aquellas en las que se identificaba una disfunción tiroidea (n=2.280) o a un grupo en el que solamente se analizaban los niveles de tirotropina y T4 en aquellas mujeres consideradas de alto riesgo (historia familiar o sintomatología de enfermedad tiroidea autoinmune, historia personal de diabetes tipo I o enfermedad autoinmune, historia de aborto o parto pretérmino) (n=2.282).

En este estudio se evaluó el impacto de participar en un grupo u otro sobre un desenlace compuesto por un amplio número de complicaciones obstétricas y neonatales: aborto, hipertensión, preeclamsia, diabetes gestacional, desprendimiento de placenta, tirotoxicosis gravídica, parto por cesárea, insuficiencia cardiaca congestiva, parto pretérmino, distrés respiratorio, ingreso en una Unodad de Cuidados Intensivos (UCI) neonatal, bajo o alto peso al nacer, parto prematuro, Apgar =3 a los 5 minutos, muerte perinatal.

Un ECA (Lazarus, 2012) multicéntrico que comparó el coeficiente intelectual (CI) a los tres años de vida de hijos de mujeres a las que se les había realizado un cribado de la función tiroidea en el primer trimestre de embarazo (y que fueron tratadas dependiendo de los resultados del cribado), frente al CI de los hijos de mujeres que no habían recibido el cribado en ningún momento de la gestación ni el tratamiento.

El ECA tomó muestras de sangre para determinar los niveles de tirotropina y T4 libre a 21.846 embarazadas (mayores de 18 años, con feto único, y con una edad gestacional media de 12 semanas) en su primera visita hospitalaria. Estas mujeres no tenían enfermedad tiroidea conocida. El grupo de cribado incluyó a 10.924 mujeres entre las cuales se realizó el cribado antes de las 16 semanas de gestación y se diagnosticó una hipofunción tiroidea a 390 mujeres, recomendándoles tratamiento sustitutivo. En el grupo control (10.922 mujeres) en 404 mujeres no se determinó la función tiroidea hasta después del parto. Tres años tras el nacimiento un grupo de psicólogos cegados determinó el CI de los hijos de las mujeres que tuvieron alterado el estudio hormonal mediante la escala de Wechsler, además de otros desenlaces relacionados con el comportamiento de los niños y el estado psicológico de las madres.

Los resultados del estudio de Negro (2010) (Negro et al., 2010) mostraron un riesgo muy similar de sufrir una complicación obstétrica o neonatal entre los dos grupos comparados (grupo cribado universal: 1.559 eventos frente a grupo cribado oportunístico: 1.545; OR 1,01; IC 95 % 0,91 a 1,10).

Aunque se observó un porcentaje menor de complicaciones entre aquellas mujeres con bajo riesgo de enfermedad tiroidea del grupo de cribado universal que del oportunístico (OR: 0,43; IC 95 % 0,26 a 0,70), este resultado no se observó entre las mujeres con un alto riesgo (OR 0,60; IC 95 % 0,26 a 1,39).

Calidad moderada

 

 

Los resultados del estudio de Lazarus (2012) (Lazarus et al., 2012) mostraron que el cribado de hipotiroidismo entre la semana 12 y 13 de gestación, y el tratamiento en caso de alteraciones, no supone ningún beneficio para la prevención de alteraciones cognitivas en los niños a los tres años frente a un grupo de estudio en el que no se desarrolló el cribado en ningún momento del embarazo. El resultado de la escala de Wechsler no mostró diferencias en el CI de los hijos de las madres de ambos grupos (grupo cribado: IC 100 frente a grupo control: IC 99,2; diferencia de medias 0,8 puntos; IC 95 % -1,1 a 2,6; p=0,40).

Calidad moderada

 

 

El porcentaje de niños con un CI inferior a 85 puntos tampoco mostró diferencias significativas entre los grupos (grupo cribado: 12,1 % frente a grupo control: 14,1; diferencia 2,1%; IC 95 % -2,6 a 6,7; p=0,39).

Calidad moderada

 

 

Los resultados de este estudio deberían confirmarse a un plazo más largo de tiempo (5 o 10 años de vida) para confirmar la falta de beneficio de esta intervención, y también debería comprobarse si los resultados serían los mismos si el cribado se realizarse a una edad gestacional más temprana (Galdeano and Rodrigo, 2012).

Recientemente, un Grupo de Trabajo de la Sociedad Española de Endocrinología y Nutrición, conjuntamente con la SEGO, han elaborado un documento de consenso sobre la detección de la disfunción tiroidea en mujeres embarazadas (Vila, 2012).

En esta conferencia de consenso se insiste en el beneficio derivado del cribado universal de la función tiroidea en lugar del cribado selectivo en mujeres con factores de riesgo, principalmente debido a la importancia que tiene el adecuado tratamiento del hipotiroidismo durante la gestación. A pesar de reconocer que la prevalencia del hipotiroidismo clínico no supera el 1,6 % en nuestro entorno, es muy importante poder evitar las principales complicaciones obstétricas asociadas a la disfunción tiroidea (citando la infertilidad, el aborto y la muerte fetal intraútero, el crecimiento intrauterino restringido, la hipertensión, el desprendimineto de placenta o la prematuridad), contradiciendo en algunos casos los resultados del ensayo clínico de Negro (2010).

El documento de consenso también destaca la poca aplicabilidad de los resultados del ensayo clínico de Lazarus (2012) principalmente debido a un inicio tardío del cribado y el tratamiento durante el segundo trimestre, así como a la ausencia de un control de las mujeres tratadas y las mujeres no tratadas frente a madres eutiroideas (con una función tiroidea normal).

El grupo de trabajo de la conferencia de consenso mencionada justifica que teniendo en cuenta que la disfunción tiroidea es una enfermedad de fácil diagnóstico, con un tratamiento efectivo y exento de riesgos, se debe recomendar el cribado universal de la función tiroidea antes de la semana 10 de gestación.

Por otra parte, la U.S. Preventive Services Task Force (USPSTF, 2012) no formula una recomendación sobre la necesidad de realizar un cribado de hipotiroidismo en adultos. Este posicionamiento tiene en cuenta que la determinación de TSH puede resultar en un daño en el caso de falsos positivos, y que no se disponen de datos sobre la mejora de desenlaces clínicos importantes derivados del tratamiento de los adultos asintomáticos detectados mediante el cribado. Este documento propone realizar un cribado de hipotiroidismo en la primera visita en mujeres con riesgo elevado de enfermedad tiroidea. El cribado de enfermedad tiroidea se indicaría en las siguientes situaciones:

• Mujeres mayores de 30 años.
• Mujeres con historia familiar de enfermedad tiroidea autoinmune o hipotiroidismo.
• Mujeres con bocio.
• Mujeres con anticuerpos antitiroideos, principalmente con anticuerpos antiperoxidasa.
• Mujeres con síntomas con signos clínicos sugestivos de hipofunción tiroidea.
• Mujeres con DM tipo 1 u otros trastornos tiroideos.
• Mujeres con problemas de infertilidad.
• Mujeres con antecedentes de aborto o parto pretérmino.
• Mujeres con antecedentes de irradiación de cabeza o cuello o cirugía tiroidea previa.
• Mujeres en tratamiento sustitutivo con levotiroxina.
• Mujeres que viven en zonas presumiblemente deficientes en yodo.

Otras guías
de práctica
clínica

 

 

Resumen de la evidencia

Calidad
moderada
El cribado de hipotiroidismo en el primer trimestre del embarazo no se ha mostrado eficaz para la prevención de alteraciones cognitivas en niños y niñas a los tres años de edad (Lazarus et al., 2012). Por otro lado, tampoco ha mostrado que aumente el riesgo de sufrir complicaciones obstétricas o perinatales (Negro et al., 2010).
Opinión
de expertos
Algunos grupos de trabajo han comentado que los resultados de los ensayos clínicos podrían tener una aplicabilidad limitada, y consideran que deben tenerse en cuenta los beneficios derivados del cribado de la función tiroidea para facilitar el adecuado tratamiento del hipotiroidismo durante la gestación, por lo que consideran justificado realizar un cribado universal a las mujeres embarazadas (Vila, 2012).

De la evidencia a la recomendación

Los aspectos que se consideraron para establecer la fuerza y la dirección de la recomendación fueron los siguientes:

  1. Calidad de la evidencia: Se considera que la calidad de la evidencia es moderada debido a ciertas limitaciones en el diseño del ECA de Lazarus (2012) (Lazarus et al., 2012), relacionadas con el seguimiento de las participantes (del 21,8 % en el grupo cribado y 26,7 % en el control). En el seguimiento, además muchas mujeres del grupo control se negaron a que se realizara la prueba de CI a sus hijos (grupo cribado 19 frente a grupo control 41). Un análisis de sensibilidad mostró que este hecho no tenía un impacto en los resultados del estudio. Por otro lado, las mujeres del grupo control no recibieron un tratamiento placebo, pero no se puede valorar si este hecho puso en riesgo el cegamiento del estudio.
  2. Costes y uso de recursos: Un estudio de evaluación económica estadounidense (Dosiou, 2008) comparó el coste eficacia de realizar un cribado universal de la enfermedad tiroidea o no realizarlo, mediante un análisis de coste-utilidad con un modelo de Markov, pero que obtuvo los datos de eficacia y de su utilidad de manera indirecta a partir de una revisión de la literatura o una consulta a expertos. Los tres modelos comparados (no cribar, cribar mediante TSH, o cribar mediante anticuerpos anti-Tiroperoxidasa (anti-TPO) mostraron una media de QALY ganados muy similar en torno a los 26,8. El cribado con TSH mostró el ratio costeutilidad más ventajoso con un coste adicional por QALY ganado de 15 dólares norteamericanos al compararlo con el cribado con anticuerpos anti-TPO. Los autores concluyeron que el cribado durante el primer trimestre era una intervención coste-efectiva. Un estudio posterior (Thung, 2009) evaluó si el cribado rutinario de la función tiroidea era coste efectivo para los casos de hipotiroidismo subclínico. El estudio adoptó un árbol de decisión desde la perspectiva social para calcular los QALY relacionados con el CI de los niños y los datos de eficacia derivados de una revisión de la literatura. El modelo mostró que el cribado universal de 100.000 mujeres comportaría una ganancia de 589,3 QALY, y el cribado se traduciría en un ahorro de 8.356 dólares. Los autores concluyeron que el cribado universal sería una intervención más coste-efectiva que no realizar el cribado, pero la ausencia de datos fiables procedentes de ECA sobre la eficacia de esta intervención no permite implantar de momento la estrategia.

A la hora de formular la recomendación, el Grupo de Trabajo valoró detalladamente la recomendación conjunta de la Sociedad Española de Endocrinología y Nutrición y la SEGO (Vila, 2012). Las recomendaciones de esta conferencia de consenso, destacan la necesidad de realizar un cribado universal de la función tiroidea, ante la aplicabilidad limitada de los resultados de los ensayos clínicos recogidos en esta pregunta clínica, y el beneficio derivado del citado cribado con el objetivo de un correcto diagnóstico y tratamiento del hipotiroidismo durante la gestación, para evitar las principales complicaciones obstétricas asociadas a la disfunción tiroidea. No obstante, el Grupo de Trabajo consideró que el documento de Vila (2012) no presta suficiente atención a los resultados de los ensayos clínicos disponibles que, aunque con algunas limitaciones, muestran que el cribado universal de hipotiroidismo no tiene un impacto en desenlaces de impacto clínico con las complicaciones obstétricas o perinatales o las alteraciones cognitivas. Por otro lado, la determinación de THS de manera rutinaria en todas las gestantes plantearía una dificultad en la práctica clínica derivado de la complejidad de la adecuada interpretación de los resultados de la prueba y la posibilidad de obtener resultados falsos positivos, por lo que se acordó centrar la recomendación en los grupos de riesgo. La fuerza de la recomendación muestra la incertidumbre y posible controversia en torno a este tema.

Recomendación

Se sugiere la realización de cribado de la función tiroidea en la primera visita en gestantes con factores de riesgo de disfunción tiroidea: mujeres mayores de 30 años, mujeres con historia familiar de enfermedad tiroidea, mujeres con antecedentes personales de enfermedad tiroidea, mujeres con DM tipo 1 u otros trastornos autoinmunes, mujeres con antecedentes de abortos de repetición, de irradiación de cabeza o cuello, en tratamiento sustitutivo con levotiroxina o que viven en zonas que presumiblemente son deficientes en yodo.

Cribado de diabetes gestacional

Se han localizado 4 RS (Syed, 2011; USPSTF, 2008; Farrar, 201; Tieu, 2010). La RS Syed (2011) evaluó el efecto del cribado de diabetes gestacional (DG) y el manejo de la diabetes durante el embarazo sobre la mortalidad perinatal. La RS incluyó 70 estudios, de los cuales sólo tres evaluaron temas relacionados con el cribado de la DG: uno comparó el impacto de las estrategias de detección temprana frente a estrategias de detección tardía (Dong, 1993); otro comparó dos tipos de criterios diagnósticos para la DG, el propuesto por la American Diabetes Association (ADA) y el propuesto por la OMS (Schmidt, 2001); y un tercer estudio comparó el efecto del cribado universal frente al cribado selectivo de mujeres con alto riesgo (Ezimokhai, 2006).

También se localizó una RS realizada por la U.S. Preventive Services Task Force (USPSTF, 2008) que aportó información complementaria sobre los efectos adversos asociados al cribado de la diabetes gestacional.

Se incluyeron dos RS más (Farrar, 2011; Tieu, 2010), que evaluaron diferentes estrategias de cribado de la DG y su asociación con resultados maternos y del recién nacido/a.

Adicionalmente, también se ha incluído el estudio HAPO (HAPO Study Cooperative Research Group, 2008), un estudio observacional realizado en 24.505 mujeres embarazadas de 4 continentes cuyos resultados han propiciado una revisión de los criterios diagnósticos de la DG.

Eficacia y seguridad del cribado de la diabetes gestacional

Una revisión sistemática de elevada calidad realizada por la USPSTF en 2008 (USPSTF, 2008) no identificó ningún ensayo clínico sobre la eficacia de la realización de cribado de la DG en la reducción de la morbilidad y mortalidad para la madre o para el/la recién nacido/a. A partir de estos resultados, la USPSTF no realizó ninguna recomendación sobre la realización de cribado de DG debido a que la evidencia disponible era insuficiente para establecer el balance entre beneficios y riesgos de la intervención.

Estrategias de cribado precoces en comparación a estrategias tardías

Otras guías de
práctica clínica

 

 

En la RS de Syed (2011) se incluyó un estudio de cohortes retrospectivo realizado en Australia (Dong, 1993) que incluyó 1.027 mujeres con antecedentes de DG en el embarazo previo. En un grupo de 180 mujeres se realizó una prueba de tolerancia a la glucosa (TTOG) antes de las 24 semanas, en otro grupo de 685 mujeres se realizó la prueba entre las semanas 26 y 30 y en un grupo de 162 mujeres no se realizó ningún cribado de DG. No hubo diferencias en las tasas de mortalidad perinatal en los tres grupos: 2,2 % vs. 0,6 % vs. 3,1%.

Cribado universal frente a cribado a grupos de riesgo

Calidad baja

 

 

En la RS de Syed (2011) se incluyó un estudio (Ezimokhai, 2006) que comparó la realización de cribado universal frente al cribado selectivo de mujeres de alto riesgo (n=11.738). Este estudio retrospectivo comparó los resultados neonatales de mujeres embarazadas atendidas en el mismo hospital durante dos períodos temporales diferentes en los que se realizaron distintos tipos de cribado de la DG. El primer grupo estuvo formado por mujeres atendidas entre los meses de junio 1996 a diciembre 1997, período en el que se realizaba cribado selectivo en base a factores de riesgo (diabetes en un familiar de primer grado, antecedentes de DG, antecedentes recién nacido muerto sin causa aparente, antecedentes de recién nacido con macrosomía, peso materno > a 100 kg). Se realizaba una prueba de 1 h con 50 g de glucosa y en caso que el resultado fuera ≥7,8 mg/dl se realizaba una segunda prueba con 100 g. El segundo grupo estuvo formado por mujeres atendidas entre junio 2001 y diciembre 2002, período en el que se realizaba cribado a todas las mujeres embarazadas con un TTOG de 1 h con 50 g.

En este estudio hubo un mayor porcentaje de parto por cesárea, macrosomía y malformaciones congénitas en el grupo de cribado selectivo (30,3 % vs. 19,8 % p=0,002; 22,2 % vs. 10,6 % p<0,001; 22,2 % vs. 10,6 p=0,03 respectivamente). No hubo diferencias en la mortalidad intrauterina (2,9 % vs. 1,4%) ni en la frecuencia de parto pre-término (22,5 vs. 17,5).

Calidad
muy baja

 

 

En la RS de Tieu (2010) se incluyó un estudio cuasi-aleatorizado con importantes limitaciones metodológicas (Griffin, 2000). Este estudio incluyó 3.742 mujeres que fueron aleatorizadas a recibir cribado universal con test con 50 g de glucosa de 1 h (sin importar la hora de la última comida) en las semanas 26-28 de gestación (en caso de resultado positivo se realizó una prueba con 100 g de glucosa) o a cribado selectivo de mujeres de alto riesgo con un TTOG de 3 h con 100 g a las 32 semanas. Se consideró que las mujeres presentaban riesgo de DG si tenían familiares de primer grado con DM, peso >100 Kg en el embarazo actual, recién nacido previo con peso >4,5 kg, historia de muerte fetal inexplicada, malformaciones, DG previa, glucosuria, macrosomia o polihidramnios en el embarazo actual.

En este estudio se diagnosticaron más mujeres con DG en el grupo de cribado universal (n=35) que en el grupo de cribado selectivo (n=22) (RR 0,44; IC 95 % 0,26 a ,075).

La edad gestacional en el nacimiento fue inferior en el grupo de mujeres que recibieron cribado selectivo en comparación a las que recibieron cribado universal (39,7 semanas frente a 39,85 semanas de media; DM -0,15 semanas; IC 95 % -0,27 a -0,03), aunque esta diferencia no parece clínicamente relevante.

Efectos adversos del cribado de la diabetes gestacional

Calidad baja

 

 

En la RS USPSTF (2008) se incluyeron tres estudios observacionales con un diseño adecuado (2 cohortes prospectivos y un estudio transversal) que evaluaron los efectos psicológicos del cribado de la DG.

Un estudio (Rumbold, 2002) incluyó 209 mujeres australianas y evaluó la ansiedad, depresión y la preocupación por la salud del feto antes y después de la realización del cribado. No se encontró ninguna asociación entre estas tres variables con los resultados del cribado. Las mujeres con resultado del cribado negativo fueron más propensas a calificar la experiencia del cribado como positiva que aquellas con resultados positivos (p<0,010).

Otro estudio de cohortes (Daniells, 2003) comparó los resultados del Mental Health Inventory 5 y la puntuación de ansiedad mediante el Spielberg State- Trait Anxiety Invetory entre mujeres con diagnóstico de DG (50 mujeres) y mujeres con tolerancia normal a la glucosa (50 mujeres). Se observó que las mujeres con DG tenían mayores puntuaciones en ambos instrumentos a las 30 semanas de gestación, aunque no hubo diferencias estadísticamente significativas en la semana 36 ni a las 6 semanas posparto.

Calidad baja

 

 

El estudio transversal (Spirito, 1989) incluido en la RS de Hillier (2008) evaluó el estado psicológico de 68 mujeres con DG y de 50 controles sin DG en la semana 35 de gestación sin encontrarse diferencias en el humor según el Profile of Mood States Bipolar Form.

Calidad
muy baja

Estrategias de administración de la glucosa para la realización de un TTOG

Tieu (2010) incluyó 3 ECA que evaluaron este aspecto (230 mujeres). Farrar (2011) incluyó 5 ECA (578 mujeres), de los cuales tres coincidían con los de la RS anterior.

Las comparaciones estudiadas en estas RS fueron: 1) prueba de TOOG de 75 g frente a 100 g; 2) bebida de monómero de glucosa de 50 g frente a bebida de polímero de glucosa 50 g; 3) chocolatina frente a bebida de monómero de glucosa 50 g; 4) chocolatina frente a bebida de polímero de glucosa 50 g.

TOOG de 75 g en comparación a TTOG de 100 g

La RS Farrar (2011) incluyó un ECA (Olarinoye 2004, 248 mujeres, 21 eventos) que comparó la realización de cribado con un TTOG de 75 g (138 mujeres) con la realización de un TTOG de 100 g (110 mujeres) después de la semana 28 de gestación, utilizando los criterios diagnósticos propuestos por la OMS. No se encontraron diferencias estadísticamente significativas en la tasa de diagnósticos de DG entre una prueba y otra (RR 2,55; IC 95 % 0,96 a 6,75).

Calidad baja

 

 

Bebida de monómero de glucosa frente a bebida de polímero de glucosa

Dos estudios (Bergus, 1992; Murphy, 1994) evaluaron esta comparación (161 mujeres, 5 eventos) sin encontrar diferencias significativas en la tasa de diagnósticos de DG (RR 1,61; IC 95 % 0,28 a 9,15). No hubo diferencias en la preferencia de sabor entre estas dos formas de administrar glucosa (1 ECA, 85 mujeres, 16 eventos, RR 0,86; IC 95 % 0,34 a 2,04).

Calidad baja

 

 

Bebida de monómero o polímero de glucosa frente a chocolatina

Un estudio (Murphy, 1994) evaluó estas dos comparaciones. No encontró diferencias en la tasa de diagnóstico de DG para la primera comparación (1 ECA, 80 mujeres, 3 eventos, RR 6,67; IC 95 % 0,36 a 125,02) y tampoco para la segunda (1 ECA, 80 mujeres, 2 eventos; RR 4,44; I C95 % 0,22 a 89,84). Sin embargo, la chocolatina presentó mejor valoración del sabor que la bebida de monómero de glucosa (RR 0,35; IC 95 % 0,17 a 3,72) y que la bebida de polímero de glucosa (RR 0,42; IC 95 % 0,22 a 0,82).

Criterios diagnósticos de DG

Calidad baja

 

 

No existe un consenso entre las distintas organizaciones ni en la prueba diagnóstica a utilizar ni en los niveles de glucosa para realizar un diagnóstico de DG. La prueba má utilizada es la prueba de tolerancia oral a la glucosa de 2 h con 75 g de glucosa (recomendado por la OMS, el International Association of Diabetes and Pregnancy Study Groups (IADPSG) y la American Diabetes Association (ADA)). Los criterios diagnósticos de DG están en constante proceso de revisión. En la Tabla 4 se muestran los criterios actualmente recomendados por las organizaciones más importantes.

La publicación de los resultados del estudio Hyperglycemia and Adverse Pregnancy Outcome (HAPO) ha provocado la revisión de los criterios diagnósticos de DG por parte de distintas organizaciones. Recientemente, la ADA ha cambiado sus recomendaciones y ha adoptado los criterios propuestos por el International Association of Diabetes and pregnancy Study Group (IADPSG), que se basan en este estudio (HAPO Study Cooperative Research Group, 2008).

El estudio HAPO es un estudio observacional de 24.505 mujeres que analizó el riesgo de la ocurrencia de resultados adversos en la gestación en relación con diferentes niveles de intolerancia a la glucosa materna, inferiores a los niveles diagnósticos de diabetes. Se realizó un Test de tolerancia oral de glucosa (TTOG) con 75 g y se encontraron asociaciones continuas entre los niveles de glucemia materna (basal, tras 1 h y tras 2 horas) con un aumento del riesgo de presentar un peso al nacer superior al percentil 90 y niveles de péptido C en sangre de cordón superiores al percentil 90. También se encontraron asociaciones entre mayores niveles de glucemia materna y un mayor riesgo de parto por cesárea, hiperglucemia neonatal, parto prematuro, distocia de hombros, cuidados intensivos neonatales, hiperbilirrubinemia y preeclampsia. Los resultados de este estudio indicaron una asociación lineal entre los niveles de glucosa materna y resultados adversos perinatales aunque no permitió definir un nivel de corte a partir del cual el riesgo de resultados adversos aumentara.

El IADPSG se basó en el estudio HAPO para establecer puntos de corte diagnósticos para la glucemia basal, tras 1 h y tras 2h (5,1; 10,0 y 8,5 mmol/l, es decir 95,4 mg/dl, 180 mg/dl y 154,8 mg/dl, respectivamente) utilizando los niveles de glucosa que se asociaron a un aumento del riesgo de presentar un recién nacido grande (por encima del percentil 90 según la edad gestacional).

Las guías de la Canadian Diabetes Association también se basaron en el estudio HAPO para establecer los puntos de corte. En este caso fueron más elevados a los propuestos por el IADPSG ya que consideraron los niveles de glucemia con una OR >2 para el resultado de recién nacido grande para la edad gestacional

Criterios propuestos por la ADA frente a criterios propuestos por la OMS para el diagnóstico de diabetes gestacional

Otras guías de
práctica clínica

La RS de Syed (2011) incluyó un estudio de cohortes realizado en Brasil en 2001 con 4.977 mujeres de 20 años o más, entre la semana 20-28 de gestación, sin antecedentes de diabetes fuera del embarazo. A todas las mujeres se les realizó un TTOG de 2 h con 75 g de glucosa entre las semanas 24 y 28 y se compararon los criterios diagnósticos de DG (en sus valores de 2001) propuestos por la ADA (al menos dos valores de glucosa plasmática: 5,3 mmol/l (95,4 mg/dl), ≥10,0 mmol/l (180 mg/dl) tras 1 h, y ≥8,6 mmol/l (154,8 mg/dl) a las 2 h) con los propuestos por la OMS (glucemia basal ≥7,0 mmol/l o 126 mg/dl o bien glucemia a las 2 h ≥7,8 mmol/l o 140 mg/dl) tras TTOG de 2 h con 75 g). Siguiendo los criterios de la ADA se diagnosticaron 119 mujeres (2,4%; IC 95 % 2,0 a 2,9) y siguiendo los de la OMS 357 (7,2 %; IC 95 % 6,5 a 7,9).

Tras ajustar por centro, edad, peso materno, ganancia de peso y etnia, se observó que el diagnóstico de DG basado en los criterios de la ADA no se asoció a un incremento estadísticamente significativo del riesgo de macrosomía pero sí a un aumento del riesgo de preeclampsia (RR 2,28) y de mortalidad perinatal (RR 3,10). En cambio, aplicando los criterios diagnósticos de la OMS, el diagnóstico de DG se asoció a un aumento del riesgo de macrosomia (RR 1,45), de presentar preeclampsia (RR 1,94) pero no se asoció a un aumento estadísticamente significativo del riesgo de mortalidad perinatal.

Calidad
muy baja

 

 

Criterios propuestos por la OMS frentes a criterios propuestos por la IADPS

La RS Wendland (2012) evaluó la asociación entre el diagnóstico de DG siguiendo los criterios propuestos por la OMS (los mismos criterios que en el estudio anterior) y los propuestos por la IADPSG (valores de 2010) con los resultados adversos en mujeres no tratadas. Los autores disponían de la base de datos del estudio Brazilian Study of Gestational Diabetes (EBDG) que permitió el análisis para ambos criterios.

Las mujeres diagnosticadas de DG según criterios de la OMS presentaron mayor riesgo de macrosomía que las mujeres sanas (5 estudios, 11.588 mujeres, 482 evento, RR 1,81; IC 95 % 1,47 a 2,22; p<0,001).

Calidad
muy baja

 

 

No se identificó ningún estudio que evaluase la macrosomía según los criterios diagnósticos de la IADSPG. Los autores realizaron un análisis utilizando la base de datos de EBDG y el RR calculado fue de 1,38 (4.377 mujeres, 482 eventos, IC 95 % 1,14 a 1,68; p=0,001).

Calidad
baja

 

 

Las mujeres diagnosticadas de DG según criterios de la OMS presentaron mayor riesgo de tener un recién nacido grande para la edad gestacional en comparación a las no diagnosticadas de DG (4 estudios, 28.755 mujeres, 2.755 eventos, RR 1,53; IC 95 % 1,39 a 1,69).

Calidad baja

 

 

Tres estudios evaluaron el riesgo de tener un recién nacido grande para la edad gestacional en las mujeres diagnosticadas según criterios de la IADPSG (3 estudios, 35.902 mujeres, 2.392 eventos, RR 1,73; IC 95 % 1,28 a 2,35). La existencia de importante inconsistencia entre los tres estudios (I2=93%) limita la validez del RR combinado.

Calidad
muy baja

 

 

Dos estudios proporcionaron datos para evaluar la mortalidad perinatal aplicando los criterios diagnósticos de la OMS, observándose una asociación que no alcanzó la significación estadística (2 estudios, 9.072 mujeres, RR 1,55; IC 95 % 0,88 a 2,73).

No se disponía de estudios que permitieran evaluar los criterios diagnósticos de la IADSP, por lo que se realizó un análisis de la base de datos del EBDG, encontrándose unos resultados similares no estadísticamente significativos (1 estudio, 4.431 mujeres, RR 1,40; IC 95 % 0,91 a 2,14).

Calidad
muy baja

 

 

Se observó una asociación positiva estadísticamente significativa entre el diagnóstico de DG siguiendo los criterios propuestos por la OMS y la incidencia de preeclampsia (3 estudios, 2.6677 mujeres, RR 1,69; IC 95 %1,31 a 2,18).

Siguiendo los criterios del IADPSG, el RR global fue de similar magnitud (3 estudios, 35.052 mujeres, RR 1,71; IC 95 % 1,38 a 2,13) pero los resultados fueron muy inconsistentes entre los estudios.

Calidad
muy baja

 

 

Los dos criterios diagnósticos detectaron mujeres con riesgo incrementado de parto por cesárea, siendo la asociación un poco superior cuando se utilizaron los criterios OMS (RR 1,37; IC 95 %1,24 a 1,51) que cuando se utilizaron los propuestos por la IADSPG (RR 1,23; IC 95 % 1,01 a 1,51). Para los criterios del IADSPG, los resultados fueron inconsistentes entre los 3 estudios incluidos.

Otras consideraciones

Calidad
muy baja

 

 

En España, el Grupo Español de Diabetes y Embarazo recomienda el cribado universal de DG teniendo en cuenta la alta prevalencia de esta enfermedad (Grupo Español de Diabetes y Embarazo, 2006).

Otras guías de práctica clínica con el mismo alcance que esta guía (Servei de Salut de les Illes Balears, 2012), contemplan el cribado universal siguiendo las recomendaciones del Grupo Español de Diabetes y Embarazo, realizando las siguientes consideraciones:

    • Es necesario realizar una decisión compartida e informada sobre este cribado con las mujeres, y respetar la decisión de aquéllas mujeres sin factores de riesgo que decidan no realizarse la prueba.
    • En el proceso de información compartida, las mujeres deberían ser informadas de:
    • La gestación con diabetes gestacional acaba en la mayoría de casos de manera satisfactoria, sin complicaciones y con el nacimiento de un bebé sano.
    • La diabetes gestacional es un problema de nutrición al feto que por el exceso de glucosa que recibe estimula su secreción de insulina y, en consecuencia, puede acelerarse su crecimiento y producir macrosomía, que a su vez se asocia al riesgo de distocia.
    • Un adecuado control glucémico durante el embarazo puede reducir las complicaciones perinatales.

Habitualmente la diabetes gestacional responde con cambios en la dieta y la promoción de actividad física, y un porcentaje pequeño de mujeres requiere tratamiento farmacológico.

  • La diabetes gestacional aumenta el riesgo de la mujer de repetir un episodio de diabetes gestacional en futuros embarazos, o sufrir una diabetes tipo 2 por lo que es necesario controlar a la mujer un mínimo de 6 semanas tras el parto.
  • El control glucémico materno y la lactancia materna pueden contribuir a reducir el riesgo del bebé a sufrir obesidad o diabetes en el futuro.
  • Se sugiere realizar el test de O’Sullivan como prueba de cribado (administración de 50 gr de glucosa vía oral sin necesidad de estar en ayunas, con una extracción de sangre tras una hora para determinar la glucemia plasmática), siguiendo las siguientes indicaciones.
  • Realizar el cribado durante el primer trimestre de embarazo a las mujeres con alto riesgo de diabetes gestacional: mujeres con un IMC≥30 Kg/m2; antecedentes personales de diabetes gestacional u otros problemas del metabolismo de la glucosa; antecedentes obstétricos que lleven a la sospecha de una diabetes gestacional no diagnosticada (macrosomía).
  • Repetir el cribado entre las semanas 24 y 28, en las mujeres con alto riesgo de diabetes gestacional con un resultado negativo en el cribado del primer trimestre, o con un resultado positivo y una curva de glucemia normal.
  • Realizar el cribado universal entre las semanas 24 y 28.
  • Realizar el cribado durante el tercer trimestre de embarazo en las mujeres de las que no se disponga del resultado del cribado universal.

 

 

Otras guías de
práctica clínica

 

 

Resumen de la evidencia

Cribado universal frente a no cribado
No se dispone de estudios que hayan comparado los resultados de realizar un cribado universal de diabetes gestacional con los de no hacerlo.
Estrategias de cribado precoces frente a estrategias tardías
Calidad
baja
La realización de un cribado de la diabetes gestacional antes de la semana 24 de gestación en comparación con la realización de cribado de forma tardía (entre las semanas 26-30) o con la no realización de cribado, no ha mostrado diferencias en la tasa de mortalidad perinatal (Dong, 1993).
Cribado universal frente a cribado selectivo en grupos de riesgo
Calidad
baja
El cribado universal, en comparación al cribado selectivo a las mujeres con riesgo elevado de desarrollar diabetes gestacional, presenta mayores tasas de diagnóstico de diabetes gestacional. El cribado selectivo, en comparación al cribado universal, detecta más mujeres con recién nacidos de menor edad gestacional en el nacimiento, aunque la diferencia no es clínicamente relevante (1 día de media) (Tieu, 2010).
Calidad
muy baja
El cribado universal, en comparación al selectivo, no presenta diferencias en la mortalidad intra-uterina ni en el porcentaje de partos pretérmino.
El cribado selectivo, en comparación al universal, se asocia a mayor porcentaje de parto por cesárea, macrosomía y malformaciones congénitas.
Efectos adversos del cribado de la DG
Calidad
baja
Durante las primeras semanas después del cribado, las mujeres con resultados positivos pueden manifestar mayor ansiedad y estrés psicológico que las mujeres con resultados negativos, aunque estas diferencias no se mantienen al final del tercer trimestre ni en el período posparto.
Estrategias de administración de la glucosa para realizar TTOG
Calidad
baja
No hay diferencias entre utilizar un TTOG con 75 g o un TTOG con 100 g en la tasa de diagnóstico de DG utilizando los criterios diagnósticos propuestos por la OMS.
No hay diferencias entre utilizar una bebida de monómero de glucosa o una de polímero de glucosa en la tasa de diagnóstico de DG.
No hay diferencias entre utilizar una chocolatina o una bebida de monómero o de polímero de glucosa en la tasa de diagnóstico de DG.
No hay diferencias en la preferencia de sabor entre una bebida de monómero de glucosa y una de polímero.
La administración de una chocolatina presenta mejor valoración del sabor que una bebida de monómero o de polímero de glucosa.
Criterios diagnósticos de DG
Calidad
muy baja
Aplicando los criterios diagnósticos propuestos por la ADA en 20012, se diagnostica un mayor porcentaje de mujeres con DG que aplicando los criterios de la OMS3.
El diagnostico de DG según los criterios propuestos por la ADA en 2001, en comparación a los de la OMS, se asocia a un mayor riesgo de presentar preeclampsia y mortalidad perinatal, pero no a un aumento del riesgo de macrosomía.
Calidad
muy baja
Aplicando los criterios diagnósticos propuestos por la OMS, el riesgo de presentar macrosomía parece que es mayor que cuando se aplican los criterios diagnósticos propuestos por el IADPSG4, aunque los datos proceden de comparaciones indirectas.
Aplicando los criterios de la OMS, el riesgo de presentar recién nacido grande para la edad gestacional parece que es algo menor que aplicando los criterios diagnósticos propuestos por el IADPSG.
El riesgo de presentar preeclampsia es similar al aplicar los criterios diagnósticos de la OMS y del IADPSG.
El diagnóstico de DG aplicando los criterios diagnósticos propuestos por la OMS o los propuestos por el IADPSG no se asocian a un aumento de riesgo de mortalidad perinatal.

De la evidencia a la recomendación

Los aspectos considerados para determinar la fuerza y dirección de las recomendaciones formuladas fueron:

  1. Calidad de la evidencia: No se dispone de evidencia directa que haya evaluado la eficacia de realizar un cribado universal de diabetes gestacional. En la literatura se han identificado estudios en los que se han comparado diferentes estrategias de cribado, fundamentalmente las dirigidas a realizar un cribado universal o un cribado en aquellas mujeres con factores de riesgo. De los estudios disponibles puede concluirse que:
    a. La calidad de la evidencia es muy baja debido a las limitaciones importantes de los estudios disponibles, observacionales y en su mayoría retrospectivos. Debe tenerse en cuenta, que además de ofrecer evidencia indirecta para responder esta pregunta, son una fuente de inconsistencia entre sus resultados. Estas razones provocan que la confianza en los resultados de estos estudios sea muy baja. Este hecho determina que se hayan considerado todas las recomendaciones de este apartado como recomendaciones de buena práctica clínica.
    b. Realizar el cribado de manera temprana o tardía no ha mostrado diferencias en los resultados perinatales
    c. En un estudio de cohortes retrospectivo (Ezimokhai, 2006), el cribado selectivo de mujeres con factores de riesgo ha mostrado, frente al cribado universal, un mayor porcentaje de parto por cesárea, macrosomía y malformaciones congénitas, sin mostrar diferencias en la tasa de mortalidad intrauterina o la frecuencia de parto pre-término. Otro estudio casialeatorizado (Griffin, 2000) ha mostrado que el cribado selectivo resultó en una menor edad gestacional en el nacimiento, por otro lado poco relevante clínicamente, mientras que el cribado universal contribuyó al diagnóstico de más mujeres con DG.
    d. En España, el Grupo Español de Diabetes y Embarazo recomienda el cribado universal de DG teniendo en cuenta la alta prevalencia de esta enfermedad.
    e. Los estudios que han comparado estrategias de administración de la glucosa para la realización del test de tolerancia oral a la glucosa, no han mostrado diferencias entre el TTOG de 75 gr y el de 100 gr, ni tampoco entre las bebidas de monómero o de polímero. En cambio, un ensayo clínico mostró que la realización de la prueba con una chocolatina era más aceptada que las bebidas de monómero o de polímero, aunque no hubo una diferencia entre el número de mujeres con un diagnóstico de diabetes gestacional.
    f. Los criterios diagnósticos de diabetes gestacional están en continua evolución y parece que los resultados del estudio HAPO conllevarán una nueva revisión de estos valores, como la que ha llevado a la ADA a la adherencia de los criterios de la IADPSG.
  2. Balance entre beneficios y riesgos. El hecho de presentar un resultado positivo del cribado se asocia a un aumento transitorio de la ansiedad y del estrés psicológico por parte de la mujer embarazada que desaparece a las pocas semanas. Un potencial beneficio de la realización del cribado superaría los riesgos psicológicos asociados a un resultado positivo del mismo. No se han encontrado estudios que valoren la ocurrencia de otros eventos adversos como el tratamiento de los falsos positivos.
  3. Costes y uso de recursos: Un estudio (Werner, 2012) evaluó si la adopción de los criterios propuestos por el IADPSG para el diagnóstico de DG eran costoefectivos en comparación con el cuidado habitual. Realizaron un modelo de análisis de decisiones comparando el coste-utilidad de tres estrategias para identificar la DG: 1) no cribado, 2) práctica de cribado habitual (TTOG de 1 h con 50 g entre las semanas 24 y 28 seguido de un TTOG con 100 g de glucosa de 3 h cuando estuvo indicado), 3) estrategia de cribado propuesta por la IADPSG (TTOG de 2 h con 75 g de glucosa). Los resultados mostraron que las recomendaciones de la IADPSG son coste-efectivas sólo si los cuidados posparto reducen la incidencia de diabetes tipo 2 después de la gestación. Cuando los cuidados posparto no se cumplen, esta estrategia deja de ser coste-efectiva. Por cada 100.000 mujeres cribadas bajo estos criterios, se ganan 6.178 años de vida ajustados por calidad (AVACs) a un coste de 125.633.826 $. El incremento de coste-efectividad de los criterios IADPSG en comparación con los criterios estándar fue de 20.336 $ por AVAc ganado.

___________________________
2 Criterios diagnósticos de DG propuestos por la ADA en 2001: al menos dos valores de glucosa plasmática basal ≥5,3 mmol/l (95,4 mg/dl) ≥10,0mmol/l (180 mg/dl) tras 1 h, y ≥8,6 mmol/l (154,8 mg/dl) (a las 2h) tras un TTOG de 2h con 75 g.
3Criterios diagnósticos de DG propuestos por la OMS: glucemia basal ≥7,0 mmol/l o 126mg/dl o bien glucemia a las 2h ≥7,8mmol/l o 140 mg/dl) tras TTOG de 2h con 75g.
4Criterios diagnósticos de DG propuestos por el IADPSG: glucemia basal ≥5,1 mmol/l o 92mg/dL; glucemia al cabo de 1 h ≥10,0 mmol/l o 180 mg/dl; glucemia a las 2 h ≥ 8,5 mmol/l o 153 mg/dL tras TTOG de 2h con 75g.

Tras valorar estos aspectos y ante la no identificación de estudios que analizasen los valores y preferencias de las gestantes, el grupo elaborador consideró que no hay suficiente evidencia para evaluar el balance entre beneficios y riesgos de la realización de cribado de diabetes gestacional, por lo que el Grupo de Trabajo decidió basar sus recomendaciones en las consideraciones realizadas en los documentos de la NICE sobre diabetes gestacional (NICE, 2008) y las recomendaciones del Grupo Español de Diabetes y Embarazo (Grupo Español de Diabetes y Embarazo, 2006). Todas las recomendaciones de este apartado se graduaron como de buena práctica clínica.

Recomendaciones

Se sugiere que en las gestantes sin riesgo de complicaciones se valoren los siguientes factores de riesgo de diabetes gestacional durante las primeras visitas del embarazo: IMC≥30 kg/m2, antecedentes de hijos macrosómicos con peso al nacer ≥4,5 kg, antecedentes de diabetes gestacional, o antecedentes familiares de primer grado de diabetes.
Se sugiere realizar un cribado de diabetes gestacional durante el primer trimestre en aquellas mujeres con antecedentes de diabetes gestacional.
Se sugiere repetir el cribado entre las semanas 24 y 28 de gestación en aquellas mujeres en las que se identifique cualquiera de los factores de riesgo de diabetes gestacional con un resultado negativo en el cribado del primer trimestre, o con un resultado positivo y una curva de glucemia normal.
Se sugiere realizar el test de O’Sullivan entre las semanas 24-28 como prueba de cribado, informando a las mujeres sobre las características de la prueba.

Cribado de riesgo de parto pretérmino

Evaluación ecográfica en mujeres asintomáticas

Se ha identificado un informe de evaluación de tecnologías(Honest et al., 2009) que realizó una revisión sistemática de estudios que evaluaron el rendimiento diagnóstico de las determinaciones ecográficas en mujeres embarazadas asintomáticas para la detección de embarazo pretérmino. Los estudios evaluaron principalmente diferentes longitudes de cuello uterino y la presencia de funneling (protrusión de 5 mm de la membrana amniótica en el canal cervical), en diferentes momentos de la gestación y para la predicción de parto pretérmino antes de las 34 ó 37 semanas de gestación. El informe aporta el estimador conjunto de los estudios sin limitaciones metodológicas (estudios de cohortes prospectivos, con evaluación ciega y con una adecuada descripción de la prueba a evaluar y de referencia –en todos los casos la prueba de referencia fue la presencia o no de parto pretérmino).

Evaluación de la longitud de cuello uterino

Parto pretérmino antes de las 37 semanas

Evaluación antes de las 20 semanas

La revisión localizó 2 estudios que evaluaron diferentes longitudes de cuello uterino (entre 22 y 39 mm), todos ellos de pequeño tamaño y con resultados variables. No se realizó un análisis conjunto de los resultados.

Calidad baja

 

 

Evaluación entre las 20 y las 24 semanas

La revisión localizó 2 estudios que evaluaron diferentes longitudes de cuello uterino (de 32,5 y 33,15 mm). Los resultados para el estudio de más calidad muestran un cociente de probabilidad positivo (CP+) de 3,99 (IC 95 % 2,84 a 5,62) y un cociente de probabilidad negativo (CP-) de 0,33 (IC 95 % 0,17 a 0,66) para una longitud de cuello uterino inferior a 32,5 mm.

Calidad moderada

 

 

Parto pretérmino antes de las 34 semanas

Evaluación antes de las 20 semanas

La revisión incluye 3 estudios de calidad que evaluaron el rendimiento de la medida ecográfica del cuello uterino con un punto de corte común de 25 mm. Los resultados conjuntos mostraron un cociente de probabilidad positivo (CP+) de 13,38 (IC 95 % 6,90 a 25,96) y un cociente de probabilidad negativo (CP-) de 0,80 (IC 95 % 0,71 a 0,90), con resultados homogéneos para los CP-.

Calidad moderada

 

 

Evaluación entre las 20 y 24 semanas

La revisión incluye 2 estudios de calidad que evaluaron el rendimiento de la medida ecográfica del cuello uterino con un punto de corte común de 25 mm. Los resultados conjuntos mostraron un cociente de probabilidad positivo (CP+) de 4,68 (IC 95 % 3,64 a 6,03) y un cociente de probabilidad negativo (CP-) de 0,68 (IC 95 % 0,60 a 0,78), con resultados homogéneos.

Presencia de tunelización

Calidad alta

 

 

La revisión de Honest (2009) (Honest et al., 2009) localizó 5 ensayos que evaluaron la presencia de tunelización para la predicción de parto pretérmino aunque los criterios utilizados para establecer el criterio fueron variables o no descritos en algunos estudios. La revisión no muestra un resultado conjunto debido a la variabilidad de los resultados. El ensayo de más calidad realizó la determinación ecográfica a las 28 semanas de gestación y define la presencia de tunelización como protrusión de 5 mm de la membrana amniótica en el canal cervical. El estudio mostró un cociente de probabilidad positivo (CP+) de 4,63 (IC 95 % 3,31 a 6,48) y un cociente de probabilidad negativo (CP-) de 0,79 (IC 95 % 0,71 a 0,87).

Calidad moderada

 

 

Resumen de la evidencia

Calidad
moderada
La determinación ecográfica de la longitud del cuello uterino (inferior a 25 mm) realizada antes de las 20 semanas o hasta las 24 semanas de gestación tiene un buen rendimiento diagnóstico para detectar las mujeres con riesgo de parto pretérmino antes de las 34 semanas de gestación.

De la evidencia a la recomendación

Para determinar la fuerza y dirección de las recomendaciones los aspectos considerados fueron los siguientes:

  1. Calidad de la evidencia: La principal limitación de la calidad de la evidencia en los estudios que evaluaron el rendimiento diagnóstico de la medida de la longitud cervical en mujeres asintomáticas deriva de la variabilidad (heterogeneidad) y de la precisión de los resultados. Los estudios considerados fueron realizados en mujeres con embarazo único y en la mayoría de las situaciones no ha sido posible evaluar las fuentes de variabilidad y que incluyen la presencia de otros factores de riesgo además del embarazo múltiple.
  2. Balance entre beneficios y riesgos: Aunque la determinación de la longitud del cuello uterino ha mostrado rendimiento diagnóstico para la detección de riesgo de parto pretérmino (CP+), los resultados son de una relevancia clínica relativa. Si se considera un riesgo de parto pretérmino <37 semanas del 11 % y del 3,6 % <34 semanas (Martin, 2009) el beneficio absoluto derivado de este procedimiento es relativamente bajo. De este modo, si la determinación de longitud de cuello uterino se realiza entre las 20 y 24 semanas, la probabilidad de parto <34 semanas aumenta al 14 % tras la prueba. Sólo si la determinación se realiza antes de las 20 semanas, la probabilidad de parto <34 semanas aumenta al 33 % tras la prueba. Este resultado se obtiene de manera similar con la tunelización, con la que la probabilidad de parto <34 semanas aumenta al 14 % tras la prueba. El beneficio absoluto es más elevado cuando se evalúa para la probabilidad de parto pretérmino <37 semanas, pero su relevancia es menor que la detección de partos <34 semanas. El beneficio absoluto cuando se obtiene un resultado negativo de este procedimiento es muy escaso.
  3. Costes y uso de recursos: La necesidad de adaptar los transductores de los ecógrafos para evaluar longitud de cuello uterino o tunelización, la posible necesidad de aumentar el número de ecografías necesarias durante el embarazo, la necesidad de disponer de personal entrenado para estas determinaciones y la falta de unos criterios consensuados sobre la positividad o la negatividad de estas determinaciones, conllevan a criterio del grupo elaborador unos costes muy elevados que muy probablemente no compensan los potenciales beneficios.

Finalmente, el grupo elaborador formuló las recomendaciones teniendo en cuenta los resultados recogidos en la literatura (Honest et al., 2009) y el incremento del requerimiento de recursos para implantar el procedimiento de interés como los factores determinantes de una recomendación en contra. Por otro lado, la calidad de la evidencia es, en general, moderada aunque hay dudas sobre la extrapolación de estos resultados a toda la población que va a incluir mujeres con otros factores de riesgo, lo que llevó a formular las recomendaciones como débiles.

Recomendaciones

Débil
Se sugiere no realizar rutinariamente una determinación ecográfica de la longitud del cuello uterino.
Débil
Se sugiere no determinar de forma rutinaria mediante ecografía la tunelización del cuello uterino a toda mujer embarazada sin signos o síntomas previos de amenaza de parto prematuro.

Plan de parto y nacimiento

Aunque existe un amplio número de estudios que destacan la utilidad de los planes de parto (Bailey, 2008; Lothian, 2006), no se dispone de demasiados estudios controlados que evalúen el impacto de esta intervención sobre los resultados de salud. El único ECA que se ha publicado que compara la aplicación de un plan de parto frente a los cuidados prenatales de rutina (Kuo, 2010) solamente evaluó desenlaces relacionados con las percepciones y expectativas de las participantes. Por este motivo, también se han recogido los resultados de dos estudios observacionales recientes que han evaluado el impacto de los planes de parto sobre resultados obstétricos (Deering, 2007; Hadar, 2012).

El ECA simple ciego de Kuo (2010) aleatorizó a 296 embarazadas de más de 32 semanas de gestación, atendidas en siete hospitales taiwaneses (Kuo, 2010) y evaluó la eficacia de un plan de parto en el que se planteaban una serie de opciones sobre algunos procedimientos que podían realizarse durante el parto y permitía que la mujer expresara cualquier expectativa o deseo sobre el procedimiento. Las mujeres asignadas al grupo control, recibieron cuidados rutinarios. Los desenlaces de interés fueron la experiencia de las mujeres con el parto, la sensación de control sobre el proceso y el cumplimiento de las expectativas del parto, sin que se evaluara ningún tipo de desenlace obstétrico.

Un estudio de casos y controles recopiló los datos de las 154 mujeres que habían completado un plan de parto en un hospital israelí en un periodo de tres años y comparó sus resultados obstétricos con los de 462 mujeres que no habían completado el plan, emparejadas por edad, paridad y edad gestacional (Hadar, 2012). En un estudio de casos y controles anterior (Deering, 2007), se recogieron los datos de los partos de las 64 mujeres que habían completado un plan de parto, excluyendo aquellos en los que se había requerido una cesárea en un hospital diferente al del ámbito de estudio, y se compararon sus datos con los de 128 mujeres emparejadas por edad y paridad.

El estudio de casos y controles de Hadar (2012) mostró que, comparado con las mujeres que no lo hacían, las mujeres que completaban un plan de parto tenían un menor riesgo de someterse a una cesárea no programada (11,7 % frente a 20,3%; p=0,016). En cambio el estudio de Deering (2007) no mostró diferencias en este desenlace (17 % frente a 12%; p=0,3).

Calidad baja

 

 

Respecto a otros resultados obstétricos el estudio de Hadar (2012) mostró que las mujeres que habían completado un plan de parto sufrían un mayor porcentaje de desgarros perineales (72,1 % frente a 25,5%; p<0,001). Estas mujeres también usaron anestesia epidural en mayor medida (81,2 % frente a 68,8 %; p=0,004) y recibieron un menor porcentaje de analgésicos intravenosos (1,3 % frente a 10,2 %; p<0,001). En el estudio de casos y controles de Deering 2007 las mujeres que habían completado un plan de parto y habían tenido un parto vaginal recibieron en menos ocasiones anestesia epidural (57 % frente a 78%; p=0,005).

Por otro lado, el estudio de Deering (2007) no mostró diferencias significativas entre las mujeres que completaban un plan de parto y las que no lo hacían en el número de episiotomías (25 % frente a 23 %; p=0,83).

Calidad baja

 

 

El ECA de Kuo (2010) reveló que las mujeres que habían completado el plan de parto mostraron una experiencia más positiva del parto que las mujeres que recibieron los cuidados rutinarios. Al comparar las puntuaciones de un cuestionario validado que recoge una serie de aspectos relacionados con la percepción de las mujeres del parto (Marut, 1979), las mujeres que habían completado el plan de parto mostraron puntuaciones más altas (con una puntuación entre 29 y 145; grupo intervención: 93,8 (10,3) frente a grupo control: 90,5 (12,5); t=2,48; p=0,01). Del mismo modo las mujeres que completaron el plan de parto mostraron una mayor sensación de control del parto tras contestar un cuestionario validado (Hodnett, 1987; con una puntuación máxima de 70 puntos; grupo intervención: 51,1 (5,1) frente a grupo control: 43,3 (8,4); t=9,60; p<0,001).

Calidad moderada

 

 

Resumen de la evidencia

Calidad
baja
La realización de un plan de parto tiene un impacto sobre los resultados obstétricos incierto. Mientras algún estudio ha mostrado una disminución de las cesáreas no programadas (Hadar, 2012), otro no ha mostrado diferencias (Deering, 2007). Este procedimiento ha mostrado un aumento del uso de analgesia epidural y un menor requerimiento de analgesia intravenosa (Hadar, 2012), mientras que no ha mostrado diferencias en la tasa de episiotomías frente a las mujeres que no habían elaborado un plan de parto. El único ECA que ha evaluado este procedimiento hasta el momento ha mostrado que puede contribuir a una mejor experiencia y aumentar la sensación de control sobre el parto (Kuo, 2010).

De la evidencia a la recomendación

Los aspectos valorados para determinar la fuerza y dirección de las recomendaciones fueron las siguientes:

  1. Calidad de la evidencia: Se ha clasificado la calidad de la evidencia como baja dado que los desenlaces más relevantes para la toma de decisiones se han evaluado en estudios de casos y controles en los que no se ha considerado en ningún caso la posibilidad de aumentar esta clasificación. Aunque se dispone de un ECA, éste solo ha valorado desenlaces relacionados con la experiencia y expectativas de las gestantes durante el parto, por lo que se ha considerado que su importancia era menor que la de los desenlaces obstétricos. En este caso se ha decidido bajar la evidencia debido a que, como se ha comentado, se evalúan desenlaces que no se relacionan con la salud de la madre o el/la recién nacido/a, y el contexto en el que se realizó puede ser diferente en cierto sentido a nuestro entorno (en cuestiones como el acceso a la atención sanitaria o una diferencia entre las mujeres).
  2. Valores y preferencias de las gestantes: Existen varios estudios en los que se ha explorado mediante una encuesta diferentes aspectos relacionados con los planes de parto. En uno de ellos se identificó que los/las profesionales sanitarios las tienen una percepción diferente que las gestantes de los planes de parto, que en algunos aspectos llega a ser negativa (Grant, 2010). En este estudio se mostró como el 65 % de los/las profesionales frente al 2 % de las mujeres que completaban un plan de parto, opinaba que las mujeres con un plan de parto tenían peores resultados obstétricos y tenían un porcentaje más alto de parto por cesárea (65 % frente a 8%). En otro estudio las mujeres que completaban el plan de parto no siempre percibían el procedimiento como seguro y valoró como positiva la información recibida relacionada con el parto, pero no la relacionada con el puerperio (Gulbrandsen, 2004). Otros estudios han destacado la utilidad de los planes de parto para conocer el proceso y las posibles intervenciones implicadas en el parto, dando la posibilidad de discutir las opciones disponibles (Whitford, 1998) mejorar la comunicación con los/las profesionales sanitarios, la confianza durante el parto y la comprensión del proceso (Moore, 1995). En este sentido, un estudio reciente ha confirmado que si bien el plan de parto no mejora la experiencia del parto, sí contribuye a mejorar la preocupación o el temor de algunas mujeres ante este proceso (Lundgren, 2003).

Valorando estos aspectos y teniendo en cuenta que no se identificaron estudios sobre los costes y uso de recursos de la implantación de un plan de nacimiento, el grupo elaborador consideró que a pesar de que los resultados relacionados con los desenlaces obstétricos no son claros, formular una recomendación a favor de los planes de parto por el posible beneficio sobre la experiencia y el control sobre el parto de las mujeres que tienen la posibilidad de completar este procedimiento. Por otra parte, y ante la incertidumbre de los beneficios de esta intervención, se optó por formular una recomendación débil.

Recomendaciones

Débil
Se sugiere ofrecer a las mujeres embarazadas la posibilidad de elaborar un plan de parto y nacimiento a partir de la semana 28 que permita conocer las preferencias de la mujer.
Se sugiere que el plan sea recibido por el hospital e incorporado a la historia clínica con la finalidad de que los/las profesionales que atiendan el parto conozcan los deseos de la mujer y puedan planificar el parto conjuntamente.

Exploración ecográfica y diagnóstico prenatal

Cronología del seguimiento ecográfico

No se disponen de pruebas de que la realización sistemática de exploraciones ecográficas se asocie con mejores resultados obstétricos (Kirkham, 2005). Durante un embarazo de curso normal y sin complicaciones puede bastar con la realización de tres exploraciones ecográficas, informando a la mujer sobre la modalidad y los objetivos de la exploración que realiza en todo momento (Prosigo, 2010). Las exploraciones deberían realizarse en diferentes momentos de la edad gestacional, con los objetivos recogidos en la Tabla 5:

Una ecografía entre la 8a y la 12a semanas de gestación, contribuye a datar la gestación, localizar la ubicación correcta del embarazo, evidenciar vitalidad fetal, y descartar embarazo múltiple, y algunas malformaciones (PAPPS, 2009). Con una ecografía antes de la semana 12, mediante la medición de la longitud cráneo caudal (LCC), se precisa mejor la semana de gestación (SEMFyC, 2002). Otros documentos retrasan la realización de la primera exploración ecográfica hasta antes de las 14 semanas de gestación (Kirkham, 2005; NICE, 2008).

En esta exploración se debería realizar una medición de la translucencia nucal como cribado del síndrome de Down. Una exploración adicional entre las semanas 18 y 20 deberían servir para descartar anomalías estructurales (Kirkham, 2005; NICE, 2008; Bricker, 2008; PAPPS, 2009).

En estados más avanzados del embarazo la exploración ecográfica permite valorar el crecimiento fetal (PAPPS, 2009), siendo habitual en nuestro medio hacer una ecografía entre las semanas 32 y 34 para valorar el crecimiento fetal (SEMFyC, 2002). Sin embargo se han demostrado similares resultados obstétricos entre las embarazadas de bajo riesgo cuando se realizaban dos ecografías de rutina, en las semanas 20 y 32, que cuando no se hacía ninguna (SEMFyC, 2002; Ewigman, 1993). La US Preventive Services Task Force (USPSTF, 1996) no recomienda la realización sistemática de un cribado ecográfico en el tercer trimestre, salvo indicación clínica por procesos específicos.

Realización de la exploración ecográfica antes de las 24 semanas de gestación

Se ha identificado una RS Cochrane (Whitworth, 2010) que valora la realización de una exploración ecográfica rutinaria antes de las 24 semanas de gestación y su impacto sobre el diagnóstico de malformaciones fetales, embarazo múltiple, y otros desenlaces fetales.

La RS incluyó 11 ECA, la mayoría realizados en países europeos en los que se comparó la realización de una ecografía rutinaria antes de las 24 semanas frente a la realización de la ecografía ante situaciones clínicas específicas. En los ensayos incluidos se realizó la exploración en diferentes momentos, desde las 10 u 11 semanas en los ECA en los que se realizó de manera más temprana (Crowther, 1999; Ewigman, 1990) hasta las 20 o 23 semanas en los que se realizaba de manera más tardía (Ewigman, 1993, Saari-Kemppainen, 199; van Dyk, 2007). En el resto de estudios la prueba se realizó entre las 15 y las 18 semanas de gestación.

La realización rutinaria de exploraciones ecográficas antes de las 24 semanas contribuyó a una mayor detección de anomalías fetales que la realización de la exploración ecográfica por indicaciones específicas (2 ECA; 17.158 embarazos, 387 anomalías fetales; RR 3,46; IC 95 % 1,67 a 7,14).

Del mismo modo la realización rutinaria de una ecografía antes de las 24 semanas contribuyó a una mejor detección de embarazos múltiples (7 ECA, 295 embarazos múltiples; RR 0,07; IC 95 % 0,03 a 0,17).

Aunque los resultados mostraron que la exploración rutinaria detectaba mejor el riesgo de inducción del parto en un embarazo postérmino (8 ECA, 25.516 mujeres; RR 0,59; IC 95 % 0,42 a 0,83), los resultados mostraron una considerable heterogeneidad.

Aunque los resultados mostraron que la exploración rutinaria detectaba mejor el riesgo de inducción del parto en un embarazo postérmino (8 ECA, 25.516 mujeres; RR 0,59; IC 95 % 0,42 a 0,83), los resultados mostraron una considerable heterogeneidad.

La realización rutinaria de la ecografía antes de las 24 semanas no mostró diferencias significativas en relación a la exploración realizada ante una situación clínica específica en cuanto al riesgo de la mortalidad perinatal (10 ECA, 35.735 mujeres; RR 0,89; IC 95 % 0,70 a 1,12).

La realización rutinaria de la ecografía antes de las 24 semanas no mostró diferencias significativas en relación a la exploración realizada ante una situación clínica específica en cuanto al riesgo de la mortalidad perinatal (10 ECA, 35.735 mujeres; RR 0,89; IC 95 % 0,70 a 1,12).

Calidad moderada

Realización de la exploración ecográfica después de las 24 semanas de gestación

Se ha identificado una RS Cochrane (Bricker, 2008) que valora la realización de una exploración ecográfica rutinaria después de las 24 semanas de gestación en mujeres sin factores de riesgo realizadas con la finalidad de comprobar el crecimiento fetal, medir el volumen de líquido amniótico, o determinar la presentación fetal, entre otras.

La RS incluyó 8 ECA con un total de 27.024 participantes. Los ECA incluidos ofrecían diferentes modalidades de exploraciones ecográficas. En tres ECA se ofrecieron ecografías rutinarias en el segundo y tercer trimestre del embarazo frente a un grupo en el que se realizaban ecografías ante situaciones clínicas concretas Eik-Nes (2000), Ewigman (1993) todas las mujeres durante el segundo trimestre y solamente el grupo intervención recibió una ecografía durante el tercer trimestre (Duff, 1993), modalidad similar a la de los ECA de Neilson (1984) y Proud (1987) en el que se realizaba en todas las gestantes ecografías en el segundo y tercer trimestre, pero solamente se proporcionaban los resultados de la segunda ecografía en el grupo intervención. Otro estudio realizó una ecografía durante el primer trimestre y otra entre las 30 y 32 semanas, y las 36 y 37 semanas de gestación entre las gestantes del grupo intervención (McKenna, 2003). Finalmente en un último ECA se realizó la ecografía del segundo trimestre a todas las mujeres y después se aleatorizaba a las mujeres a recibir una última ecografía en el tercer trimestre o no recibirla (Newman, 1993).

Los resultados de la RS mostraron que no hubo diferencias en los principales desenlaces de interés entre los grupos de mujeres a las que se les realizó una ecografía durante el tercer trimestre y a las que no. El peso al nacer y la incidencia de parto pretérmino fueron similares entre los grupos, y no hubo diferencias entre ambos grupos en cuanto a la mortalidad perinatal.

Entre las mujeres a las que se realizó una ecografía durante el tercer trimestre se observó una mayor incidencia de parto por cesárea, sin alcanzar la significación estadística (5 ECA, 21.035 mujeres; RR 1,06; IC 95 % 1,00 a 1,13). Por otro lado, las mujeres con una ecografía durante el tercer trimestre mostraron un menor riesgo de parto después de las 42 semanas (2 ECA, 17.151 mujeres; RR 0,69; IC 95 % 0,59 a 0,81).

Los recién nacidos no mostraron resultados diferentes dependiendo de si a sus madres se les había realizado una ecografía durante el tercer trimestre o no. Los estudios evaluados no recogieron datos sobre el impacto en los factores psicológicos de las madres ni de otros desenlaces a largo plazo.

Calidad moderada

Seguridad de la exploración ecográfica durante el embarazo

Un grupo de trabajo de la OMS ha publicado recientemente una RS sobre la seguridad de la ecografía durante el embarazo tanto para las gestantes como para el feto (Torloni, 2009). La RS incluyó 41 estudios de diferentes diseños: 16 ECA, 13 estudios de cohortes y 12 estudios de casos y controles. El número máximo de ecografías realizadas en estos estudios fue de 9.

Los estudios de la revisión debían estar basados en embarazadas sin factores de riesgo y debían ser estudios controlados, y no mostraron grandes limitaciones en su diseño. De todos modos proporcionaron poca información sobre las características de la exposición a la ultrasonografía (sólo el 44 % aportó datos sobre el equipamiento utilizado, el 27 % sobre la frecuencia del transductor, el 14 % la duración de la exposición y el 12 % sobre la intensidad acústica), y la mayoría de resultados mostraron niveles considerables de heterogeneidad. Tampoco se analizaron los efectos de esta técnica a largo plazo.

Los resultados de la RS de Torloni (2009) mostraron que la exposición a las ecografías no aumentan el riesgo de bajo peso al nacer (10 ECA, 24.271 mujeres; OR 1,06; IC 95 % 0,84 a 1,35), ni del riesgo de dar a luz a un recién nacido con un peso <1.500 gr (2 ECA, 1.509 mujeres; OR 1,26; IC 95 % 0,78 a 1,98). Los resultados de los estudios de cohortes fueron muy consistentes con los de los ECA.

Los estudios de esta RS tampoco mostraron una asociación de la exposición a las ecografías con otros resultados obstétricos como el peso los recién nacidos, su talla y la medida de la circunferencia craneal.

Cuando se evaluaron el parto pretérmino, puntuaciones Apgar bajas, necesidad de reanimación al neonato, ingreso del neonato en una unidad de cuidados intensivos o la mortalidad fetal y perinatal o la incidencia de neoplasias malignas en la infancia, tampoco se observó que la ecografía tuviera un impacto relevante sobre estos desenlaces.

Cuando se evaluaron el parto pretérmino, puntuaciones Apgar bajas, necesidad de reanimación al neonato, ingreso del neonato en una unidad de cuidados intensivos o la mortalidad fetal y perinatal o la incidencia de neoplasias malignas en la infancia, tampoco se observó que la ecografía tuviera un impacto relevante sobre estos desenlaces.

La realización de ecografías no aumentó el riesgo de ingresos en el hospital de las gestantes durante su embarazo (9 ECA, 25.200 mujeres; OR 1,02; IC 95 % 0,90 a 1,16).

Calidad moderada

La RS también evaluó algunos desenlaces relacionados con el desarrollo neurológico de los recién nacidos la exposición a ecografías durante el embarazo no mostró un impacto sobre la incidencia de dislexia o la adquisición de habilidades del lenguaje, aunque los resultados de los estudios observacionales disponibles fueron inconsistentes.

Calidad baja

 

 

Por otro lado, se observó una leve asociación de la exposición a las ecografías durante el embarazo y la incidencia de zurdera en niños/as (2 ECA, 2.422 niños; OR 1,26; IC 95 % 1,03 a 1,55), aunque los resultados dejaron de ser significativos al analizar conjuntamente para niños y niñas.

Calidad baja

 

 

Resumen de la evidencia

Calidad
moderada
La realización de una exploración ecográfica antes de las 24 semanas mejora la detección de embarazos múltiples, anomalías fetales y mejora la datación de la edad gestacional, lo que podría resultar en una menor tasa de inducción al parto postérmino (Whitworth, 2010).
Calidad
moderada
La realización de una exploración ecográfica rutinaria después de las 24 semanas no ha mostrado un beneficio en los resultados de las gestantes o los recién nacidos, y podría asociarse a una mayor tasa de cesáreas (Whitworth, 2010).
Calidad
moderada
La realización de ecografías durante el embarazo no está asociada a eventos adversos maternales, perinatales o del desarrollo de los niños/as (Torloni, 2009) a corto plazo y se desconocen los efectos a largo plazo.

De la evidencia a la recomendación

Los aspectos considerados para establecer la fuerza y dirección de las recomendaciones fueron los siguientes:

  1. Calidad de la evidencia: La literatura disponible sobre la exploración ecográfica rutinaria antes de las 24 semanas ha mostrado limitaciones relacionadas con la imprecisión en la estimación de los resultados de algunos desenlaces, y la heterogeneidad mostrada en el desenlace de la inducción del parto postérmino (I2=68 %).En el caso de la exploración ecográfica rutinaria después de las 24 semanas, se ha disminuido la calidad de la evidencia por la imprecisión observada en alguno de los desenlaces evaluados. En el caso de las cesáreas los resultados sugieren tanto un incremento del 30 %, como la inexistencia de este riesgo. Los resultados relacionados con la seguridad de la ecografía han mostrado una alta variabilidad.
  2. Balance entre beneficios y riesgos. Una RS sobre la seguridad de las ecografías durante el embarazo no ha mostrado que éstas se asocien de manera significativa con complicaciones para la embarazada, el feto o el desarrollo de los niños/as (Torloni, 2009).

Teniendo en cuenta estos aspectos y puesto que se identificaron estudios sobre los costes y uso de recursos y valores y preferencias de las gestantes sobre la realización de ecografías, el grupo elaborador formuló dos de las recomendaciones a favor puesto que la realización de una exploración ecográfica antes de las 24 semanas mejora la detección de embarazos múltiples y mejora la datación de la edad gestacional, lo que podría resultar en una menor tasa de inducción al parto postérmino. Además la exposición a pruebas ecográficas durante la gestación no se ha asociado con eventos adversos de consideración. Puesto que la calidad de la evidencia que apoya estos resultados es moderada las recomendaciones se formularon como fuertes.

Recomendación

Fuerte
Se recomienda la realización de dos ecografías durante el embarazo en mujeres sin factores de riesgo.
Fuerte
Se recomienda realizar una primera ecografía al final del primer trimestre (11 -13+6) y la segunda alrededor de la semana 20.
Débil
Se sugiere no realizar una ecografía rutinaria durante el tercer trimestre del embarazo.

Información derivada de la realización de ecografías

Se ha identificado una RS Cochrane (Af and Ma, 2010) que comparó la información detallada (posibilidad de ver la pantalla del monitor y recepción de información detallada verbal y visual sobre los resultados de la prueba) frente a la información básica (sin posibilidades de ver la pantalla del monitor y recepción de un breve resumen sobre los resultados de la prueba) recibida durante la exploración ecográfica. La RS valoró el impacto de estas dos modalidades sobre el estado de ansiedad de la gestante y otras variables relacionadas con sus hábitos durante el embarazo.

La RS incluyó 4 ECA, que evaluaron los resultados de un total de 365 mujeres. El escaso número de estudios y la muestra limitada de participantes, además de ciertas limitaciones relacionadas con el diseño de los estudios (falta de cegamiento, omisión de información sobre el método para aleatorizar a las participantes y pérdidas en el seguimiento) limitan la interpretación de estos resultados

Los resultados de la RS mostraron que las mujeres no mostraron niveles de ansiedad diferentes en función de si recibían más o menos información durante las pruebas ecográficas (3 ECA, 346 participantes; DM 0,92; IC 95 % -0,58 a 2,43).

Por otro lado las mujeres que recibieron más información durante las pruebas no mostraron una mayor satisfacción con la información recibida que las mujeres que recibieron menos información (2 ECA, 148 participantes; RR 3,30; IC 95 % 0,73 a 14,85).

En cambio los resultados de un ECA, mostraron que las mujeres que recibieron más información dejaron de fumar y evitaron consumir alcohol en mayor medida que las mujeres que recibieron menos información (Af and Ma, 2010)).

Calidad baja

 

 

Resumen de la evidencia

Calidad
moderada
No se dispone de suficiente información para saber cuánta información debe darse a las gestantes durante las exploraciones ecográficas para disminuir su ansiedad (Af and Ma, 2010).

De la evidencia a la recomendación

Los aspectos considerados para establecer la fuerza y dirección de las recomendaciones fueron los siguientes:

  1. Calidad de la evidencia: la literatura disponible en este campo es muy escasa. Los estudios disponibles adolecen de algunas limitaciones metodológicas.
  2. Balance entre beneficios y riesgos: la revisión sistemática evaluada tenía como objetivo valorar el impacto de la información sobre las exploraciones ecográficas sobre el nivel de ansiedad de las gestantes, sin poder demostrar ninguna diferencia entre las intervenciones comparadas.
  3. Valores y preferencias de las gestantes: aunque no se localizaron estudios relevantes en este apartado, el grupo elaborador consideró que se puede asumir que existirá una gran variabilidad en la manera en la que las madres afronten las pruebas ecográficas, la información que deseen recibir, y la capacidad para comprender la información por parte del/la profesional sanitario.

Tras considerar estos aspectos, y ante la no identificación de estudios que analizasen los valores y preferencias de las gestantes sobre la realización de ecografías durante el embarazo, el grupo elaborador consideró que aunque la información disponible sobre la información que se debería aportar a las mujeres durante la exploración ecográfica es muy limitada, hay que tener en cuenta que es probable que exista una gran variabilidad en la manera en la que las madres afronten las pruebas ecográficas, la información que deseen recibir, y la capacidad para comprender la información por parte del profesional sanitario, por lo que se formuló una recomendación a favor de la intervención.

Recomendaciones

Antes de cada exploración ecográfica se sugiere informar a la mujer sobre las características y objetivos de la prueba, así como de las limitaciones de la ecografía, comprobando que la mujer ha entendido la información proporcionada.
Se sugiere informar a la mujer sobre el objetivo y las implicaciones de hallazgos patológicos de la ecografía para facilitar la toma de decisiones informadas, así como de las limitaciones de las exploraciones ecográficas de rutina.

Rentabilidad diagnóstica de la prueba combinada para el despistaje de cromosomopatías

El síndrome de Down es la cromosomopatía más frecuente, y el riesgo de trisomía del par 21 aumenta con la edad materna (Snijders, 1999). Se estima que su prevalencia oscila entre los 1/600 y 1/800 recién nacidos vivos, siendo menor en otras cromosomopatías como la trisomía del par 18 (entre 1/5.000 y 1/10.000) o la del par 13 (1/5.000) (Fabre, 2011). Actualmente la estrategia de cribado de cromosomopatías intenta seleccionar a las mujeres con un alto riesgo que justifique la realización de procedimientos diagnósticos invasivos para realizar un estudio de cariotipo fetal (Prosigo, 2010).

La prueba de cribado con un mejor rendimiento se considera que es aquella capaz de presentar una menor tasa de falsos positivos (FP) con la mayor tasa posible de detección de aneuploidías (TD), minimizando el número y riesgo de procedimientos invasivos (Chitayat, 2011; Fabre, 2011). En la actualidad se considera que un programa de cribado de cromosomopatías para el síndrome de Down durante el primer trimestre de embarazo debería ofrecer como mínimo una TD del 75 % con no más de un 3 % de FP, y durante el segundo trimestre una TD del 75 % con no más de un 5 % de FP (Chitayat, 2011). Es necesario que el cribado combine los datos clínicos y bioquímicos de la gestante con técnicas ecográficas (como la translucencia nucal) para conseguir los mejores resultados (Prosigo, 2010). Dependiendo del resultado de esta prueba de cribado se deberá ofrecer una prueba invasiva según el riesgo estimado (ACOG, 2007).

Cribado del primer trimestre

Se han identificado cuatro grandes estudios observacionales prospectivos que han evaluado el cribado de cromosomopatías combinado (medición de la translucencia nucal y marcadores bioquímicos PAPP-A y fracción libre de β-hCG (TN+ PAPP-A+β-hCG) conjuntamente con la edad de la madre, entre las semanas de gestación 10+0 y 13+6 (Wapner, 2003; Wald, 2003; Nicolaides; 2005, Malone, 2005), cuyos resultados se recogen en una revisión de la literatura reciente (Fabre, 2011).

El estudio BUN (Wapner, 2003) realizó el test combinado en 8.514 mujeres con un embarazo de un solo feto entre las semanas 10+4 y 13+6 de gestación en las que se detectaron 61 fetos con síndrome de Down.

El estudio SURUSS (Wald, 2003) evaluó la estrategia de cribado combinada más eficaz (en términos de la razón entre TD y FP) en un estudio que incluyó a 47.053 mujeres con un embarazo de un solo feto (mediana de edad de 29 años; 16 % de mujeres mayores de 35 años), entre los que se registraron 101 recién nacidos con síndrome de Down. El estudio realizó prospectivamente diferentes estrategias de cribado entre las que se contaban la medición de la TN y varios marcadores en suero materno y en orina entre las 9 y las 13 semanas de gestación. El estudio comprobó el número de embarazos con un feto con síndrome de Down en el cribado del segundo trimestre o en el parto.

El estudio de la Fetal Medicine Foundation (Nicolaides, 2005) realizó el test combinado a 75.821 mujeres con un embarazo de un solo feto, entre los que se registraron 325 casos de trisomía del par 21, entre las semanas 11+0 y 13+6. Este estudio, además, evaluó el rendimiento de un cribado secuencial, consistente en realizar el cribado del primer trimestre y actuar dependiendo de su resultado en función de tres grupos de riesgo de síndrome de Down: alto (1/100 recién nacidos con síndrome de Down), bajo (1/1.000), e intermedio (entre 1/1.000 y 1/100). Se planteó que a las mujeres con riesgo alto se les ofrecería una prueba invasiva de diagnóstico prenatal (una muestra de vellosidades coriónicas), a las mujeres con un riesgo intermedio se les ofrecería una ecografía genética, y las mujeres con riesgo bajo no realizarían más pruebas.

En el estudio FASTER (Malone, 2005) reclutó una cohorte de 38.167 mujeres con un embarazo de un solo feto (117 fetos con síndrome de Down) a las que se les realizó un cribado combinado entre las semanas 10+3 y 13+6 y se comparó con los resultados de un cribado cuádruple durante el segundo trimestre (entre las semanas 15 a 18) con los siguiente parámetros: alfa-fetoproteína (AFP), hCG, estriol y concentración de inhibina A. Se compararon los resultados de realizar i) un cribado independiente secuencial (independent sequential screening; en el que se daban los resultados a las gestantes tras cada cribado calculados de manera indenpendiente); ii) un cribado secuencial por etapas (stepwise sequential screening; se comunicaban los resultados de cada cribado, calculando el riesgo en el segundo trimestre teniendo en cuenta los marcadores del primer trimestre); iii) un cribado integrado serológico (serum integrated screening; en el que se calculaban los valores de PAPP-A en el primer trimestre sin ofrecer los resultados a las gestantes, y se usaban estos valores para integrarlos en el cálculo del riesgo de los marcadores recogidos en el segundo trimestre); o iv) un cribado integrado (fully integrated screening; igual al anterior pero en el que se evaluaron los resultados de la translucencia nucal).

Los estudios que han evaluado el resultado del cribado combinado del primer trimestre (Wapner, 2003; Wald, 2003; Nicolaides, 2005; Malone, 2005) han mostrado una TD media del 87 % (IC 95 % del 84 % al 89,4%) con una tasa de FP del 5 % (Fabre, 2011). El estudio BUN (Wapner, 2003) mostró la TD más baja (del 78,5%) que aumentaba (al 85,2%) si la tasa de FP se situaba en el 9,4%. El estudio SURUSS mostró que el cribado combinado (TN+PAPP-A+ß-hCG) mostró una mejor detección del síndrome de Down que el test triple o cuádruple durante el segundo trimestre. El test combinado mostró una TD del 83 % con una tasa de FP del 5 % asumiendo un punto de corte de 1/300 recién nacidos vivos con síndrome de Down, equivalente a una TD del 78 % con una tasa de FP del 3 % (Wald, 2003; Chitayat, 2011).

El estudio de Nicolaides (2005) mostró que el cribado combinado contribuía a una TD del 90 % con una tasa de FP del 5%. Aplicando su estrategia de cribado secuencial se mantuvo la TD y los valores de FP se ajustaron al 2 y el 3 % dependiendo de los casos. En el estudio se determinó que una mujer tenía alto riesgo de tener un embarazo con síndrome de Down en el 1,9 % de los fetos normales, el 81,5 % de los fetos con trisomía del par 21, el 78 % de los portadores de la trisomía 18 o 13 y el 57 % de los fetos con otras aneuploidías. Se calcula que en nuestro entorno la prevalencia para las mujeres con alto riesgo es de 1/270 recién nacidos vivos (Fabre, 2011). Se estimó que una mujer tenía bajo riesgo (1/1.000 recién nacido con síndrome de Down) en el 82 % de los fetos con un cromosoma normal y en el 3,1 % de los fetos con trisomía del par 21, equivalente en nuestro medio a 1 caso de cada 2.800 fetos (Fabre, 2011).

Finalmente se estimó un riesgo intermedio de síndrome de Down en el 16,1 % de los fetos normales y el 15,4 % de los fetos con trisomía del par 21. Este último grupo sería el que más pruebas adicionales requeriría y en el que se podrían producir más pérdidas fetales, por lo que se ofrece la posibilidad de realizar una nueva evaluación mediante una ecografía genética o un análisis de marcadores durante el segundo trimestre.

El estudio FASTER mostró que el cribado combinado del primer trimestre conseguía, con una tasa de FP del 5 % en todos los casos, una TD del 87%, el 85 % y el 82 % dependiendo de si se realizaba en las semanas 11, 12 o 13 de gestación respectivamente. La TD del cribado cuádruple del segundo trimestre fue del 81 %. El cribado secuencial e integrado mostraron resultados similares: el cribado secuencial por etapas mostró una TD del 95 %, mientras que cribado integrado serológico y el cribado integrado mostraron una TD del 88 % y 96 % respectivamente. Los autores de este estudio (Malone, 2005) concluyeron que a las 11 semanas de gestación el cribado combinado del primer trimestre es mejor que el cuádruple en el segundo trimestre, pero a las 13 semanas los resultados son similares. Los autores equipararon del mismo modo la eficacia del cribado secuencial por etapas y el integrado.

Por último, se desprende de los estudios FASTER y SURUSS que el cribado integrado (valoración conjunta de los resultados de la translucencia nucal y el PAPP-A en el primer trimestre y el cuádruple test bioquímico del segundo trimestre) se obtiene una TD del 94 o 95 % con una tasa de FP del 4 o el 5 % (Nicolaides, 2005; Malone, 2005). En ausencia de la medida de la translucencia nucal el test integrado serológico de los dos trimestres muestra resultados muy similares a los del test combinado del primer trimestre (TD entre el 86 % y el 90%, con una tasa de FP del 5%) (Fabre, 2011).

Calidad moderada

 

 

Cribado del segundo trimestre

A partir de la 14 semana de gestación el cribado de cromosomopatías se basa en la determinación de una serie de marcadores bioquímicos. Los más comunes son el triple cribado (alfa-fetoproteína (AFP), fracción libre de ß-hCG y estriol no conjugado) o el más reciente cuádruple combinado (que añade la determinación de la inhibina-A). Los datos disponibles de los estudios valorados en la sección anterior muestran que el cribado universal de cromosomopatías debería realizarse durante el primer trimestre de gestación, dejando el cribado del segundo trimestre para aquellas mujeres en las que no se ha podido realizar el cribado durante el primer trimestre (Fabre, 2011).

Los datos de eficacia del cribado mediante el test bioquímico triple y cuádruple se derivan de los estudios SURUSS y FASTER (Wald, 2003; Malone, 2005), sin disponer de comparaciones disponibles entre ellos.

Con una TD del 85 % el test triple mostró en el estudio SURUSS una tasa de FP del 14 % y el estudio FASTER del 10,9 %, mientras que la tasa de FP del test cuádruple fue del 7,3 % y del 7,1 % para los dos estudios respectivamente. Cuando se consideró una TD del 95 % el test triple mostró una tasa de FP entre el 28 % (estudio FASTER) y el 32 % (estudio SURUSS), mientras que el test cuádruple mostró en ambos estudios una tasa de FP del 22 %.

Si se extrapolaran estos datos a una población de 100.000 embarazadas con una aceptación de la prueba del 80 % y un porcentaje de pérdidas fetales derivadas de la realización de pruebas invasivas del 0,9 %, se estima que para una TD entre el 75 y el 95 % ocurrirían entre 30 y 106 pérdidas fetales con el test triple, y entre 18 y 76 pérdidas con el test cuadruple (Fabre, 2011).

Calidad moderada

Pruebas combinadas del primer y segundo trimestre

En el apartado del cribado del primer trimestre se ha comentado que los estudios SURUSS y FASTER (Wald, 2003; Malone, 2005) evaluaron los resultados obtenidos de utilizar los resultados de la prueba del primer trimestre de manera integrada con los del segundo trimestre. Se resumen a continuación los datos sobre la eficacia de estas pruebas combinadas en sus diferentes modalidades (Fabre, 2011).

En la prueba integrada se utilizan los datos de la translucencia nucal y la PAPP-A del primer trimestre y de la AFP, β-hCG y estriol no conjugado del segundo trimestre, comunicando el resultado de la prueba en el segundo trimestre. Con una TD del 85 % la prueba integrada ha mostrado una tasa de 1,4 % (Wald, 2003) y del 1,6 % (Malone, 2005), que aumenta hasta el 8,6 % (Wald, 2003) o el 5 % (Malone, 2005) con una TD del 95%. Tomando los datos del estudio SURUSS (Wald, 2003) se podría estimar que en una población de 100.000 gestantes con una tasa de aceptación de la prueba del 80 % y un 0,9 % de pérdidas fetales, la realización de la prueba integrada resultaría en 9 pérdidas fetales con la referencia de la TD del 80 %, y en 22 pérdidas fetales con una TD del 90 % (Fabre, 2011).

La prueba integrada sérica incluye el valor de la PAPP-A del primer trimestre y la AFP, β-hCG, estriol no conjugado e inhibina A en el segundo trimestre, comunicando los resultados de la prueba en el segundo trimestre. El estudio SURUSS mostró que con una TD del 85 % la prueba derivaría en una tasa de FP del 2,7 % y con una TD del 95 % la tasa de FP sería del 12,5 %. Tomando como referencia la población comentada anteriormente se estima que la prueba integrada sérica resultaría en 32 pérdidas fetales para una TD del 85 % y de 59 para una TD del 95 %.

Calidad moderada

 

 

Los autores del estudio SURUSS utilizaron un modelo de simulación de Monte Carlo para añadir un nuevo marcador a las dos modalidades de prueba integrada consistente en una ratio entre los valores del primer y el segundo trimestre de los diferentes marcadores séricos (PAPP-A en el primer trimestre y AFP, β-hCG, estriol no conjugado e inhibina A en el segundo) (Wald, 2006a). El uso de esta razón de marcadores mostró una tasa de FP del 0,28 % (con una TD del 80%), del 0,65 % (TD del 90 %) y del 2,21 % (TD del 95 %) cuando se añadió a la prueba integrada. La tasa de FP fue del 1,8 % (TD del 80 %), 2,37 % (TD del 90 %) y del 5,86 % (TD del 95 %) cuando la razón de marcadores se añadió a la prueba integrada sérica.

Calidad baja

 

 

Por último, se ha evaluado la eficacia de dos modalidades de pruebas secuenciales. En la prueba secuencial escalonada se determina la TN y PAPP-A en el primer trimestre. Si el resultado es positivo se ofrece una biopsia corial o amniocentesis, mientras que si es negativo, se realiza un test cuádruple estimándose de nuevo el riesgo integrando los resultados del primer y segundo trimestres. Una simulación con el método de Monte Carlo con los datos del estudio SURUSS mostró los siguientes datos para esta prueba secuencial (Wald, 2006b):

TD primer trimestre 66 % 79 %
TFP primer trimestre 0,5 % 2 %
Punto de corte en la prueba del segundo trimestre 1:30 1:114
TD global 90 % 90 %
TFP global 2,25 % 2,97 %

Adaptado de Fabre (2011)

En la prueba secuencial contingente con los resultados del primer trimestre (TN+PAPP-A) se establece un punto de corte de bajo y alto riesgo y se clasifica a las mujeres en tres grupos: i) mujeres de alto riesgo a las que se les ofrece una prueba diagnóstica, ii) mujeres con un riesgo medio a las que se les ofrece el test cuádruple que deriva en una nueva estimación del riesgo, y iii) mujeres de bajo riesgo a las que no se les realiza más pruebas de cribado. La simulación del estudio de Wald (2006b) mostró que esta prueba tenía una tasa de FP del 0,5 % con una TD del 90 %. Si se establece un punto de corte de alto riesgo en una tasa de 1 de cada 30 o mayor y un punto de corte de bajo riesgo en una tasa de 1 de cada 2.000 o menor, la prueba secuencial contingente resultaría en una tasa de FP global de 2,42 % y una tasa de pérdidas fetales de 22 de cada 100.000 mujeres embarazadas. Esta tasa supone un aumento de la tasa de pérdidas fetales del 16 % respecto a la tasa mostrada por la prueba integrada (Fabre, 2011).

Calidad baja

 

 

Resumen de la evidencia

Calidad
moderada
El cribado combinado del primer trimestre es una prueba eficaz en la detección del síndrome de Down, mostrando mejores resultados que el cribado del segundo trimestre (Wapner, 2003; Wald, 2003; Malone, 2005; Nicolaides, 2005). La combinación de la edad materna, la medición de la translucencia nucal y la determinación de la PAPP-A y fracción libre de ß- hCG entre las semanas 11+0 y las 13+6 contribuye a una tasa de detección del 87 %, con una tasa de falsos positivos del 5 % (Fabre, 2011).
Calidad
moderada
Cuando no se ha podido realizar el test durante el primer trimestre, entre las semanas 13 y 17, el test cuádruple ha mostrado una mejor relación entre la tasa de detección y la tasa de falsos positivos (tasa de detección superior al 75 % con una tasa de falsos positivos inferior al 3 %) que el test triple (Wald, 2003; Malone, 2005; Fabre, 2011).
Calidad
moderada
La prueba integrada ha mostrado una tasa de detección del 90 % con una tasa de falsos positivos del 2,6 %, asociándose con un menor número de pérdidas fetales involuntarias (Wald, 2003; Fabre, 2011). La incorporación en la prueba de una razón de marcadores en el segundo trimestre puede resultar en una reducción de falsos positivos de esta prueba y por tanto en el número de pérdidas fetales (Fabre, 2011), pero debe tenerse en cuenta que los marcadores se han obtenido de un modelo de simulación y pueden presentar problemas de generalización de los resultados (Wald, 2006b).
Otras guías
de práctica
clínica
No se ha formulado una recomendación sobre las pruebas integradas, debido a la ausencia de estudios adecuados que comparen directamente varias modalidades y que en ocasiones los modelos se han elaborado a partir de modelos y simulaciones estadísticas.

De la evidencia a la recomendación

Los aspectos que el grupo elaborador consideró a la hora de establecer la fuerza y dirección de las recomendaciones fueron:

  1. Calidad de la evidencia. En el caso de los cribados del primer trimestre y segundo trimestres se dispone de grandes estudios observacionales con un diseño adecuado que han mostrado resultados consistentes y precisos, motivo por el cual se ha decidido aumentar la calidad de la evidencia.
  2. Balance entre beneficios y riesgos. En la mayoría de casos se ha estimado el número de pérdidas fetales que se derivarían de diversas situaciones determinadas por la tasa de falsos positivos obtenidos de las diferentes pruebas (Wald, 2003; Wald, 2006; Fabre, 2011).
  3. Costes y uso de recursos. Un estudio de coste-efectividad estadounidense comparó un cribado del segundo trimestre con tres estrategias de cribado del primer trimestre (TN sola, cribado sérico solo, o combinado), mostrando que las tres estrategias de cribado del primer trimestre son coste efectivas para el diagnóstico del síndrome de Down. Las diferentes estrategias de cribado en el primer trimestre mostraron un incremento favorable de los costes por años ganados ajustados por calidad de vida (AVAC) al compararlos con la estrategia del segundo trimestre (Caughey, 2002). Un estudio similar comparó los resultados de coste efectividad en una cohorte de mujeres simulada en las que no se realizaba cribado, se realizaba TN sola o conjuntamente con la determinación de marcadores bioquímicos, el cribado del segundo trimestre cuádruple, el cribado integrado y el secuencial (Odibo, 2005). El estudio mostró que la prueba de cribado integrada fue la más coste-efectiva cuando se consideraron en conjunto los costes, la tasa de detección de los casos de síndrome de Down y las pérdidas fetales, mostrando unos resultados consistentes. Los autores destacaron la ventaja que supondría la prueba de cribado integrada al evitar los problemas logísticos y técnicos que puede plantear realizar una TN, pero también destacaron que el hecho de retrasar la comunicación de los resultados hasta el segundo trimestre podría no ser aceptado por algunas mujeres. Un informe de tecnologías sanitarias mostró que la estrategia más coste efectiva en nuestro entorno sería la prueba secuencial contingente seguida de la prueba secuencial escalonada (Estrada, 2006). El cálculo de los costes se realizó a partir del supuesto que la determinación de la translucencia nucal se integrara en el control prenatal ecográfico del primer trimestre, que el 100 % de las mujeres aceptaría realizar el cribado, que el 90 % de las mujeres con alto riesgo aceptarían la prueba diagnóstica adicional, y que se produciría una tasa de pérdida fetal del 0,9%. El coste de estas pruebas sería de 12.432 euros y 16.000 euros por caso de síndrome de Down confirmado. El coste de la prueba combinada del primer trimestre sería de 27.740 euros por caso confirmado.

Tras valorar estos aspectos y la no identificación de estudios sobre valores y preferencias de las gestantes, el grupo elaborador determinó formular recomendaciones a favor de las intervenciones dado el balance entre las tasas de detección y las tasas de falsos positivo del test combinado mostrado por los diferentes estudios. Por otra parte, a pesar de que los estudios evaluados son en su totalidad observacionales, se trata de estudios bien diseñados y con grandes muestras, que arrojan resultados consistentes entre ellos, por lo que las recomendaciones se formularon como fuertes.

Recomendaciones

Fuerte
Se recomienda ofrecer un test combinado (edad materna, medición de la translucencia nucal, PAPP-A y fracción libre de β-hCG) entre las semanas 11 y 13+6 para determinar el riesgo de síndrome de Down.
Fuerte
Se recomienda ofrecer un test cuádruple entre las semanas 13+0 y 17+0 únicamente a aquellas gestantes a las que no se les ha podido realizar un cribado durante el primer trimestre.

Seguimiento del crecimiento y bienestar fetales

Medición de la altura uterina

Medición de la altura uterina durante el embarazo

Se ha identificado una RS con el objetivo de evaluar el uso rutinario de la medición de la altura uterina durante el control prenatal en la mejora del resultado del embarazo, respeto a la medición del tamaño fetal a través del examen por palpación abdominal únicamente (Jp, 2009). Como desenlaces principales, analizaban las complicaciones asociadas a la restricción del crecimiento fetal como la muerte intrauterina, el sufrimiento fetal durante el parto, y la hipoglucemia neonatal; complicaciones asociadas con macrosomía fetal (desproporción cefalopélvica derivada en una cesárea por falta de progreso, o la distocia de hombros) y complicaciones asociadas con el embarazo múltiple (parto prematuro, la mortalidad perinatal). Como desenlaces secundarios incluían otras como mortalidad materna y perinatal o algunas relacionadas con la atención sanitaria (ingreso hospitalario).

Medición de la altura uterina durante el embarazo frente a no medición

Las gestantes en las se realizó medición de la altura uterina durante la gestación no presentaron diferencias significativas en cuanto a los ingresos hospitalarios antes del parto debidas a una restricción del crecimiento uterino (RCIU), respecto a las gestantes en las que se realizó palpación periódica abdominal (1 ECA; 1.639 gestantes; Peto Odds Ratio [Peto OD] 1,93; IC 95 % 0,85 a 1,39) (A Lindhard et al., 1990).

Calidad
muy baja

 

 

Las gestantes en las se realizó medición de la altura uterina durante la gestación no presentaron diferencias significativas en cuanto a la inducción del trabajo de parto por RCIU, respecto a las gestantes en las que se realizó palpación periódica abdominal (1 ECA; 1.639 gestantes; Peto Odds Ratio [Peto OD] 0,84; IC 95 % 0,44 a 1,59;) (A Lindhard et al., 1990).

Calidad
muy baja

 

 

A su vez, tampoco se encontraron diferencias significativas en cuanto a los partos por cesárea por RCIU en las gestantes en las se realizó medición de la altura uterina durante la gestación, respecto a las gestantes en las que se realizó palpación periódica abdominal (grupo control) (1 ECA; 1.639 gestantes; Peto Odds Ratio [Peto OD] 0,72; IC 95 % 0,031 a 1,67) (A Lindhard et al., 1990).

Calidad
muy baja

 

 

No se encontraron diferencias significativas en la presencia de un peso al nacer inferior al percentil 10, entre los hijos de gestantes en las que se realizaron mediciones periódicas de la altura uterina respecto a los hijos de gestantes en las que se les realizaron palpación periódicas abdominales (1 ECA; 1.639 gestantes; Peto Odds Ratio [Peto OD] 1,34; IC 95 % 0,91 a 1,98) (A Lindhard et al., 1990).

Calidad
muy baja

 

 

No se detectaron diferencias en cuanto a la mortalidad perinatal en las mujeres gestantes a las que se realizaron mediciones periódicas de la altura uterina respecto a las gestantes en las que se les realizó palpación peródica abdominal (1 ECA; 1639 gestantes; Peto Odds Ratio [Peto OD] 1,25; IC 95 % 0,38 a 4,08) (A Lindhard et al., 1990).

Calidad
muy baja

 

 

Los hijos de las mujeres a las que se realizó medición de la altura uterina durante la gestación no presentaron diferencias significativas en cuanto a la obtención de una puntuación menor de cuatro en escala de Apgar, al minuto y a los cinco minutos, respecto a los hijos de mujeres del grupo control (palpación abdominal) (1 ECA; 1639 gestantes; Peto Odds Ratio [Peto OD] 0,93; IC 95 % 0,38 a 2,31; 1,04 IC 95 % 0,26 a 4,17 respectivamente) (A Lindhard et al., 1990).

Calidad
muy baja

 

 

No se encontraron estudios que evaluaran el valor de la mediación de la altura uterina para variables de resultado como las complicaciones asociadas con macrosomía fetal y/o las asociadas con el embarazo múltiple.

Resumen de la evidencia

Calidad
muy baja
La medición de la altura uterina no se ha encontrado útil en la detección de alteraciones en el crecimiento fetal respecto a la medición a través de la palpación abdominal y/o en la mejora de los resultados en los recién nacidos (Jp, 2009).

De la evidencia a la recomendación

Los aspectos considerados para determinar la fuerza y dirección de la recomendación fueron los siguientes:

  1. Calidad de la evidencia: La evidencia proviene de una RS cuyo objetivo era evaluar si el uso rutinario de la medida de la altura uterina en el control prenatal mejora el resultado del embarazo. Ha identificado un solo ECA que muestra posibles fuentes potenciales de sesgo, es desarrollado con una muestra relativamente pequeña de sujetos y presenta imprecisión en sus resultados (pocos eventos o intervalos de confianza que incluían la ausencia de efecto).
  2. Balance entre beneficios y riesgos. Se dispone de evidencia limitada sobre sus beneficios, aunque en el estudio encontrado no reporta efectos adversos de la intervención.
  3. No se identificaron estudios sobre los costes y uso de recursos y los valores y preferencias de las gestantes.

Finalmente, el grupo elaborador consideró que la medición de la altura uterina es una intervención sencilla, que implica un coste relativamente bajo y con pocos riesgos para la madre y el/la hijo/hija. De la misma forma se consideró que los resultados de los estudios (una RS que identificó un ECA) son insuficientes para desestimar la utilidad de la medición de la altura uterina en el control y predicción del crecimiento fetal. La muy baja calidad de la evidencia determinó la fuerza débil de la recomendación.

Recomendación

Débil
Se sugiere realizar la medición de la altura uterina en las consultas prenatales a partir de la semana 24 de gestación como parte de las intervenciones para evaluar el crecimiento fetal.

Beneficios del estudio Doppler de arterias uterinas

Doppler de arteria umbilical y uterinas en el embarazo de bajo riesgo

Se identificó una revisión sistemática (RS) que evaluaba los efectos en la práctica obstétrica y en los resultados del embarazo del uso rutinario del Doppler umbilical y fetal en embarazos no seleccionados de bajo riesgo de desarrollar complicaciones (Alfirevic, 2010). Los autores definían los embarazos no seleccionados como gestantes sin factores de riesgo identificados o aquellas que podían tener algún factor de riesgo pero que en los estudios incluidos no se reportaban separadamente. Incluyeron ensayos clínicos aleatorizados (ECA) y casi aleatorizados (ECCA) que compararan el uso rutinario del Doppler fetal y umbilical respecto a su no realización o su realización pero con resultados ocultos para los/las profesionales sanitarios (grupo control).

Se identificó otra RS (Stampalija, 2010) que evaluó el uso del Doppler utero placentario en la mejora de los resultados en el embarazo en mujeres con bajo y alto riesgo de presentar complicaciones hipertensivas. Incluyeron ECA y ECCA que comparan el uso del Doppler de la circulación útero-placentaria (arterias uterinas, arcuatas, radial y espirales) en gestantes sin factores de riesgo (no exclusivamente hipertensivos) durante su primer o segundo trimestre de gestación, respecto a su no realización. No consideraron estudios que incluyeran la combinación de Doppler úteroplacentario y Doppler fetal o umbilical.

Doppler arteria umbilical

No se encontraron diferencias significativas en las muertes perinatales por cualquier causa, posteriores a la aleatorización entre las gestantes en las que se realizó Doppler fetal/umbilical respecto a las gestantes del grupo control (2 ECA, 5.914 gestantes, RR 0,51; IC 95 % 0,20 a 1,29) (French Doppler, 1997; Mason, 1993). Tomando la misma variable, tampoco se encontraron diferencias significativas entre las gestantes a las que se realizó Doppler fetal/umbilical y uterino, respecto a las gestantes del grupo control (2 ECA, 5.276 gestantes, RR 1,06; IC 95 % 0,47 a 2,38) (Davies, 1992; Newnham, 1993). Al evaluar todos los tipos de Doppler en conjunto, tampoco se encontraron diferencias entre los grupos (4 ECA, 11.190 gestantes, RR 0,85; IC 95 % 0,47 a 1,54) (French Doppler, 1997; Mason, 1993; Davies, 1992; Newnham, 1993).

Calidad baja

 

 

Respecto a las muertes perinatales prevenibles (excluyendo aquellas causadas por anormalidades cromosómicas) se encontró un menor riesgo en las gestantes en las que se realizó Doppler fetal/umbilical únicamente respecto a las gestantes del grupo control (2 ECA, 6.884 gestantes, RR 0,35; IC 95 % 0,12 a 0,99) (French Doppler, 1997; Whittle, 1993). Cuando se analizaron los resultados en las gestantes en las que se realiza Doppler fetal/umbilical y uterino se observó un aumento del riesgo respecto a las gestantes del grupo control (1 ECA, 2.475 gestantes, RR 3,95; IC 95 % 1,32 a 11,77) (Davies, 1992). Analizando todos los tipos de Doppler, los resultados no mostraron diferencias entre los grupos estudiados (3 ECA, 9.359 gestantes; RR 0,82; IC 95 % 0,15 a 4,67) (French Doppler, 1997; Whittle, 1993; Davies, 1992).

Calidad baja

 

 

Respecto al número de mortinatos, las mujeres en las que se realizó Doppler de vasos fetal/umbilical únicamente, presentaron menor riesgo respecto a las gestantes del grupo control (2 ECA, 6.884 gestantes; RR 0,34; IC 95 % 0,12 a 0,95) (French Doppler, 1997; Whittle, 1993). No se encontraron diferencias significativas al comparar a las gestantes a las que se realizó Doppler fetal/umbilical y uterino con su control (2 ECA, 5.276 gestantes; RR 1,14; IC 95 % 0,44 a 4,46) (Davies, 1992; Newnham, 1993). Al evaluar todos los tipos de Doppler, no se mostraron diferencias entre los grupos (4 ECA, 12.160 gestantes; RR 0,79; IC 95 % 0,32 a 1,97) (French Doppler, 1997; Whittle, 1993; Davies, 1992; Newnham, 1993).

Calidad baja

 

 

No se encontraron diferencias significativas en cuanto al riesgo de muerte neonatal en las gestantes a las que se realizó Doppler fetal/umbilical respecto al grupo control (1 ECA, 3.898 gestantes; RR 0,25; IC 95 % 0,03 a 2,23) (Frechn Doppler, 1997). Tampoco se encontraron diferencias entre las mujeres embarazadas a las que se realizó Doppler fetal/umbilical y uterino respecto al grupo control (2 ECA, 5.276 gestantes; RR 1,44; IC 95 % 0,04 a 54,93) (Davies, 1192; Newnham, 1993) ni tampoco cuando se analizan todos los tipos de Doppler (3 ECA, 9.174 gestantes; RR 0,69; IC 95 % 0,09 a 5,23) (Frechn Doppler, 1997; Davies, 1192; Newnham, 1993).

Doppler de arterias uterinas

Calidad
muy baja

 

 

La diferencia en la mortalidad perinatal por cualquier causa no fue estadísticamente significativa entre los hijos de mujeres sin factores de riesgo para desarrollar complicaciones en las que se realizó Doppler de arterias uterinas en el segundo trimestre de la gestación, respecto al grupo control (2 ECA, 5.009 bebés; RR 1,61; IC 95 % 0,48 a 5,39) (Subtil, 2003; Goffinet 2001).

Calidad
muy baja

 

 

No se mostraron diferencias significativas respecto al número de muertes perinatales prevenibles entre los dos grupos (2 ECA, 5.009 bebes, RR 1,29; IC 95 % 0,21 a 7,94) (Subtil, 2003; Goffinet, 2001).

Calidad
muy baja

 

 

Tampoco se mostraron diferencias estadísticamente significativas en la presencia de trastornos hipertensivos maternos (2 ECA, 4.987 gestantes; RR 1,08; IC 95 % 0,87 a 1,33) ni tampoco en el número de abortos (2 ECA, 5.009 bebés; RR 1,44; IC 95 % 0,38 a 5,49) o muertes neonatales (2 ECA, 5.009 bebes; RR 2,39; IC 95 % 0,39 a 14,83), entre los grupos (Subtil, 2003; Goffinet, 2001).

Calidad moderada

 

 

Respecto al retraso del crecimiento intrauterino, no se encontraron diferencias en el grupo de gestantes en las se realizó Doppler de arterias uterinas respecto al grupo control (2 ECA, 5006 bebés; RR 0,98; IC 95 % 0,64 a 1,50) (Subtil, 2003; Goffinet, 2001).

Calidad
muy baja

 

 

La RS que analizaba el uso del Doppler Útero-plancetario no encontró ningún estudio que evaluara su uso durante el primer trimestre de la gestación ni en gestantes con alto riesgo de desarrollar trastornos hipertensivos durante la gestación (Stampalija, 2010). A su vez destacó su baja potencia para detectar diferencias significativas en la morbilidad materna o neonatal. Señala además que identificaron solo dos estudios que evaluaran el Doppler Útero-placentario (Goffinet, 2002; Subtil, 2003), a pesar de estar ampliamente instaurado en la práctica médica habitual. Los autores de esta RS refieren que los datos presentados, deben ser interpretados con cautela debido al pequeño tamaño de las muestras y la alta heterogeneidad de sus resultados.

Los datos agrupados de los dos estudios que evaluaban el uso del Doppler de arteria umbilical, mostraron una disminución significativa en las muertes perinatales potencialmente prevenibles (French Doppler, 1997; Whittle, 1994). Sin embargo, los resultados de Davies (1992) sugieren que el Doppler de vasos umbilical/fetal y uterino realizado de forma rutinaria en embarazos no seleccionados, podría presentar más riesgo que beneficio. En este estudio, las gestantes a las que se realizó Doppler umbilical/fetal y uterino presentaron más riesgo de muertes neonatales que el grupo control (RR 10,85; IC 95 % 0,60 a 196,01). Los autores de este estudio señalan que el aumento de las muertes perinatales en su estudio fue un hallazgo inesperado y que podría ser debido al azar (Davies, 1992). Estos hallazgos no se relacionaron con un aumento de la morbimortalidad perinatal (Newnham, 1996; Newnham, 2004).

Resumen de la evidencia

Calidad
baja
El uso rutinario de Doppler umbilical/fetal no ha mostrado un beneficio relevante en la reducción del riesgo de muertes perinatales por cualquier causa o aquellas prevenibles ni ha mostrado una reducción del riesgo de mortinato (Alfirevic, 2010).
En el caso del Doppler umbilical/fetal asociado a Doppler uterino, el riesgo de muerte perinatal prevenible aumenta respecto al grupo control y no se encuentran diferencias significativas entre los grupos respecto al riesgo de mortinato. Analizando en conjunto los diferentes tipos de Doppler (Doppler de arteria umbilical exclusivo y Doppler de arterias umbilical/fetal más uterino) no se encuentran diferencias significativas en el riesgo de muerte perinatal (todas las causas), muertes perinatales prevenibles, riesgo de mortinato o riesgo de muerte neonatal (Alfirevic, 2010).
Calidad
muy baja
Respecto al uso de Doppler de arterias uterinas en mujeres gestantes en su segundo trimestre y con bajo riesgo de desarrollar complicaciones, no se encontraron diferencias significativas en el riesgo de mortalidad perinatal, número de muertes prevenibles, trastornos hipertensivos y RCIU, respecto a su no realización (Stampalija, 2010).

De la evidencia a la recomendación

Los aspectos considerados para establecer la fuerza y dirección de las recomendaciones fueron las siguientes:

  1. Calidad de la evidencia. La RS Cochrane que evaluaba el uso del Doppler fetal/umbilical incluía ECA con un importante riesgo de sesgo, con heterogeneidad considerable y con una muy importante imprecisión, presentando un número pequeño de participantes que permitiera detectar cambios pequeños pero significativos en los resultados perinatales (Alfirevic, 2010) (calidad baja). La RS Cochrane que evaluaba el uso del Doppler Útero-placentario, a pesar de incluir estudios que en general eran de buena calidad metodológica, presentaba una importante inconsistencia e imprecisión EN los resultados, careciendo de potencia para detectar diferencias clínicamente importantes en resultados como la morbilidad materna y neonatal (Stampalija, 2010) (Calidad muy baja).
  2. Balance beneficios y riesgos. El uso del Doppler de arterias uterinas y umbilical en embarazos de bajo riesgo de desarrollo de complicaciones se basa en el posible beneficio de un depistaje temprano de los posibles factores de riesgo que puedan retrasar el crecimiento del feto sobre los cuales actuar y evitar así la aparición de complicaciones futuras. Sin embargo, en el caso de un resultado falso positivo, expondría a la madre y su hijo, al desarrollo de pruebas complementarias innecesarias.
  3. A pesar de que los costes y uso de recursos y los valores y preferencias de las gestantes se consideran factores importantes en la recomendación, no se encontró evidencia al respecto.

Finalmente, el grupo elaborador consideró que no existe evidencia que apoye claramente el uso del Doppler de arterias uterinas y de la arteria umbilical en la mejora de los resultados en las gestantes con bajo riesgo de desarrollo de complicaciones y sus hijos, por lo que se formuló una recomendación en contra de la intervención. Por otro lado, la recomendación se formuló como débil debido a la baja calidad de la evidencia y el hecho de que no se identificaran estudios que evalúen los costes, así como los valores y preferencias de las mujeres y sus familias.

Recomendación

Débil
En los embarazos con bajo riesgo de desarrollar complicaciones se sugiere no realizar de forma rutinaria Doppler útero-placentario y umbilical/fetal.

Seguimiento rutinario mediante cardiotocografía

Cardiotocografía prenatal para la evaluación del bienestar fetal

Este resumen de la evidencia se centra en el análisis de la cardiotocografía (CTG). Otros tipos de monitorización, como el Doppler (fetal, umbilical, ureto-placentario), se evalúan en otros apartados. Se identificó una RS (Grivell and Alfirevic, 2010)que evaluó la eficacia de la cardiotocografía (CTG) tanto tradicional como computarizada, en la mejora de los resultados en la madre (con o sin factores de riesgo) y en el feto.

La RS incluyó ensayos clínicos aleatorizados (ECA) y casi aleatorizados (ECCA) que evaluaron la CTG prenatal tradicional (registro en papel e interpretación hecha por un profesional de salud) o la CTG antenatal computarizada (realización de análisis cuantitativos con el posterior análisis de los resultados por el/la profesional de salud). Las comparaciones de interés fueron: CTG tradicional frente a control (no realización de CTG; controles habituales; realización de la prueba sin dar los resultados al profesional de salud), CTG computarizada frente a control y la comparación entre la CTG tradicional y computarizada.

Las principales variables que deseaban analizar en ese estudio eran la mortalidad perinatal y el parto por cesárea y, como variables secundarias, la mortalidad perinatal potencialmente prevenible, inducción del trabajo de parto, o la edad gestacional al nacimiento.

La RS identificó cuatro estudios con 1.636 mujeres que comparaban el uso antenatal de la CTG con su no utilización(V A Brown et al., 1982; Lancaster et al., 2010; Anon; Lumley et al., 1983) y dos estudios con 469 gestantes que comparaban la CTG computarizada con la CTG tradicional (análisis visual) (Bracero et al., 1999; National et al., 2006). No se identificaron estudios que evaluaran la realización de CGT computarizada respecto a su no realización.

Dos estudios incluyeron gestantes con al menos 37 semanas de gestación en el momento de la inclusión (V A Brown et al., 1982; Steyn DW)y los otros cuatro incluyeron embarazadas con cualquier edad gestacional (Bracero et al., 1999; Flynn et al., 1982; Lumley et al., 1983; Anon).

Todos estudios incluidos en el RS (Grivell et al., 2010) se realizaron en gestantes con un riesgo aumentado de presentar complicaciones. No se encontraron datos del uso prenatal de la CTG en gestantes sin factores de riesgo. Por este motivo se ha considerado que estos estudios proporcionan evidencia indirecta para responder a la pregunta.

Cardiotocografía tradicional frente a control en mujeres embarazadas con riesgo de presentar complicaciones durante la gestación

No se identificaron diferencias significativas en el riesgo de mortalidad perinatal entre las gestantes (4 estudios; 1627 gestantes; Risk Ratio (RR 2,05; IC 95 % 0,95 a 4,42) (V A Brown et al., 1982; Flynn et al., 1982; Anon; Lumley et al., 1983). De éstos, solo un estudio fue de buena calidad (Lumley et al., 1983), los otros dos fueron ECCA (Lancaster et al., 2010; Anon) y uno sin una clara secuencia de aleatorización (V A Brown et al., 1982). Tomando solo los resultados del estudio de Lumley (1983), siguieron sin encontrarse diferencias significativas en la mortalidad perinatal entre los grupos (1 ECA, 530 gestantes; RR 1,53; IC 95 % 0,51 a 4,61).

Calidad
muy baja

 

 

Respecto al riesgo de muertes perinatales prevenibles, sus resultados fueron similares a los de la mortalidad perinatal, pero con intervalos de confianza más amplios (2 ECA, 2 ECCA; 1627 gestantes; RR 2,46; IC 95 % 0,96 a 6,30) (V A Brown et al., 1982; Lancaster et al., 2010; Anon; Lumley et al., 1983).

Calidad
muy baja

 

 

No se identificaron diferencias significativas en el riesgo de parto por cesárea entre los grupos (2 ECA, 1 ECQE; 1.279 gestantes; RR 1,06; IC 95 % 0,88 a 1,28) (V A Brown et al., 1982; Lancaster et al., 2010; Anon; Lumley et al., 1983).

Calidad
muy baja

Se encontraron dos ECCA que evaluaban la inducción del trabajo de parto, sin hallarse diferencias significativas entre los grupos de comparación (2 ECCA; 696 gestantes; RR 0,97; IC 95 % 0,80 a 1,17) (Flynn et al., 1982; Anon).

Calidad
muy baja

En cuanto a la media de la edad gestacional en el momento del nacimiento, los hijos de las gestantes a las que se realizó TCG tradicional no presentaron diferencias significativas respecto a la media de la edad gestacional de los hijos de las gestantes del grupo control (1 ECA; 353 gestantes; Mean Difference (MD) 0,0; IC 95 % -0,33 a 0,33) (V A Brown et al., 1982).

Cardiotocografía computarizada frente a tradicional en mujeres embarazadas con riesgo de presentar complicaciones durante la gestación

Calidad
muy baja

 

 

Se encontró una reducción significativa en la mortalidad perinatal entre el grupo de gestantes a las que se realizó CTG computarizada respecto a las gestantes a las que se le realizó CTG tradicional (2 ECA; 259 gestantes; RR 0,25; IC 95 % 0,04 a 0,88) (Bracero et al., 1999; Steyn DW).

Calidad
muy baja

No se encontraron diferencias significativas en la mortalidad perinatal potencialmente prevenibles entre los dos grupos de gestantes evaluados (2 ECA; 259 gestantes; RR 0,25; IC 95 % 0,04 a 1,29) (Bracero et al., 1999; Steyn DW).

Calidad
muy baja

 

 

Un solo ECA identificado no evidenció diferencias significativas respecto a los partos por cesárea entre los grupos evaluados (1 ECA; 59 gestantes; RR 0,86; IC 95 % 0,61 a 1,24) (Steyn DW).

Calidad
muy baja

 

 

La media de la edad gestacional no presentó diferencias significativas entre los grupos (1 ECA; 405 gestantes; MD -0,10; IC 95 % -0,43 a 0,23) (Bracero et al., 1999)

Calidad
muy baja

 

 

Aunque la RS identificada (Grivell et al., 2010)presentaba en sus objetivos el análisis de la realización de la CTG antes del parto en todas las mujeres gestantes, no encontraron estudios para efectuar esta evaluación.

La CTG prenatal se realiza más frecuentemente durante el tercer trimestre de la gestación (más de 28 semanas). Es utilizada en conjunto con otras herramientas, para valorar el bienestar fetal. La CTG actuaría como una prueba de cribado, que permitiría identificar a bebés que presentan hipoxia aguda, crónica o que presentan a riesgo de desarrollarla. Así, la realización temprana de la prueba serviría para evaluar los cambios en la frecuencia cardiaca fetal debidos al estrés y permitiría una intervención temprana con la consecuente mejora de los resultados tanto para la madre, como para el/la hijo/hija.

La CTG es ampliamente utilizada en mujeres embarazadas con riesgo de desarrollo de complicaciones durante la gestación. Los autores de la revisión planteaban que si hallaban beneficios para estas madres y sus bebés, podría ser necesario plantear el uso extendido de la prueba. Sin embargo, los resultados de la RS no muestra beneficios para estas mujeres y sus bebés, por lo tanto los autores refieren que es menos probable que haya un beneficio en mujeres gestantes sin factores de riesgo de presentar complicaciones en el embarazo. Por otra parte destacan, que la mayoría de los estudios utilizados para esta RS fueron realizados hace más de 10 años. Este periodo de tiempo ha dado la oportunidad a la mejora de otras herramientas como el Doppler, en el diagnóstico y vigilancia de los embarazos con alto riesgo de desarrollar complicaciones.

Teniendo en cuenta estos datos, no se evalúa el momento en el cual se debería iniciar, antes del parto, la monitorización con CTG en mujeres gestantes a bajo riesgo.

Resumen de la evidencia

Calidad
muy baja
No se dispone de evidencia directa que evalúe la necesidad de realizar controles rutinarios de bienestar fetal con TCG. Se dispone de evidencia sobre la utilidad del TCG (tradicional o computarizada) en mujeres gestantes con posibilidad de desarrollar complicaciones durante el embarazo. Esta evidencia sugiere que la TCG (tradicional) comparado con su no realización, no afectaría (en este grupo de gestantes) el riesgo de mortalidad perinatal, muertes perinatales prevenibles, ni tampoco el riesgo de inducción del trabajo de parto, parto por cesárea y la media de la edad gestacional al momento del parto. La TCG computarizada frente a TCG tradicional disminuiría el riesgo de mortalidad perinatal en hijos e hijas de mujeres embarazadas con factores de riesgo para presentar complicaciones durante la gestación (Grivell et al., 2010).

De la evidencia a la recomendación

La fuerza y dirección de la recomendación se estableció en función de los siguientes aspectos:

  1. Calidad de la evidencia. La evidencia es indirecta y proviene de una RS Cochrane (Grivell et al., 2010) con una buena calidad metodológica que incluye estudios realizados en una población diferente (mujeres con gestaciones con alto riesgo de desarrollar complicaciones) a la población de interés (mujeres sin este riesgo). Los estudios incluidos en esta RS, mostraron diferentes fuentes de potenciales sesgos como unas pérdidas de seguimiento importantes, la falta de especificación sobre los métodos de aleatorización y ocultación de la secuencia. Dadas las características de la intervención, no era posible cegar a los clínicos, con pocos estudios que especificaran en ciego a las participantes.
  2. Balance entre beneficios y riesgos. Aunque no se encontró un estudio específico que valorara el riesgo-beneficio de la intervención, Grivell (2010) (Grivell et al., 2010) destaca la importancia de la evaluación de los potenciales efectos adversos de este tipo de evaluaciones del bienestar fetal. Estos incluyen las consecuencias de resultados falsos negativos, inapropiada interpretación de los mismos y la subsecuente sensación falsa de seguridad para la familia y el/la profesional sanitario. También en el caso de falsos positivos, que implicaría una serie de pruebas y/o intervenciones confirmatorias adicionales innecesarias para madre y su hijo.
  3. Valores y preferencias de las gestantes. La presunción de un embarazo con alto riesgo de desarrollar complicaciones está asociada con el aumento la ansiedad en la familia (Grivell et al., 2010). Por lo tanto, es importante valorar el efecto de este tipo pruebas en su bienestar emocional. Grivell (2010) (Grivell et al., 2010) describe un estudio que evaluaba la ansiedad en las mujeres con embarazos a término, a las que les realizaba una TCG computarizada. Identificaron que los niveles de ansiedad aumentaban significativamente después de la realización de la prueba, respecto a los resultados previos a la misma. Estos niveles de ansiedad parecían aumentar en las mujeres embarazadas que presentaban problemas obstétricos.
  4. No se identificaron estudios sobre el coste-efectividad de esta intervención en gestantes.

Finalmente, el grupo elaborador formuló una recomendación en contra de la intervención teniendo en cuenta el hecho de que la calidad de la evidencia es muy baja, principalmente debido a que se trata de evidencia indirecta de estudios realizados en otro tipo de población. Además, los estudios encontrados presentan deficiencias metodológicas y variabilidad en sus intervenciones. Los resultados de los estudios incluidos para las variables de interés evaluadas, no sustentan el uso de la CTG (tradicional o computarizada) durante el embarazo, para la mejora de los resultados fetales. Por otra parte, muchos aspectos de la atención materna han cambiado desde la realización de estos estudios, lo que haría necesario la realización de nuevos estudios que evalúen estas pruebas en el contexto actual. Tampoco existen estudios de buena calidad que evalúen aspectos importantes como el riesgo-beneficio y/o las preferencias de los pacientes de este tipo de intervenciones. Por ello, la recomendación se formuló en contra de la intervención y con una fuerza débil.

Recomendación

Débil
Se sugiere no realizar monitorización del bienestar fetal mediante cardiotocografía antes de la semana 40 de gestación en mujeres embarazadas sin riesgo de desarrollar complicaciones.

5.2. Vacunas durante el embarazo

Preguntas a responder

  • ¿Qué vacunas están indicadas y cuáles están contraindicadas durante la gestación?

La información recogida sobre la vacunación durante el embarazo se basa en el documento de recomendaciones elaboradas por consenso por parte de la Sociedad Española de Medicina Preventiva, Salud Pública e Higiene (Domínguez, 2010) y de las recomendaciones formuladas por el Centers for Disease Control and Prevention americano (CDC, 2012). Las recomendaciones para este apartado se han tomado de las propuestas de la Ponencia de Programa y Registro de Vacunaciones de la Comisión de Salud Pública del Consejo Interterritorial en su documento del 2004 (MSC, 2004) y la actualización del año 2009 de la vacuna de difteria y tétanos (MSC, 2009).

En este apartado se recogen las vacunas contra las enfermedades inmunoprevenibles que pueden afectar al feto o al neonato. No se contemplan las vacunas que estarían indicadas en la presencia de determinados factores de riesgo como determinadas comorbilidades médicas, factores laborales, o estilos de vida (CDC, 2012), quedando fuera del alcance de esta Guía de Práctica Clínica.

Mucha de la información sobre las vacunas y sus posibles beneficios y efectos iatrogénicos durante el embarazo se derivan de estudios observacionales, con resultados muy variables y con limitaciones metodológicas, pudiéndose clasificar en términos generales como evidencia de calidad baja. En este apartado no se realiza una evaluación formal de la calidad de la evidencia.

Vacunas que pueden ser administradas durante el embarazo

Vacunación Antitetánica

El tétanos neonatal se produce como consecuencia de procedimientos obstétricos o cuidados postnatales inadecuados o deficientes, y pueden derivar en daño cerebral en el/la recién nacido/a. Para prevenir el tétanos neonatal, la mejor estrategia es la vacunación universal, y si ello no es posible, la inmunización de mujeres en edad fértil o embarazadas (Domínguez, 2010; Cherry, 2009; CDC, 2011).

Los niños y niñas nacidas de madres que han sido vacunadas durante el embarazo tienen niveles adecuados de anticuerpos circulantes y están protegidos frente a la enfermedad. Las madres que han recibido dos dosis de toxoide tetánico durante el embarazo transfieren niveles elevados de antitoxina tetánica a los recién nacidos/as.

Aunque no existe mayor riesgo de efectos adversos teratogénicos con la administración de la vacuna antitetánica en el embarazo (Domínguez, 2010), se recomienda su administración después de las 20 semanas.

Otras guías de
práctica clínica

 

 

En algunos documentos se recomienda la administración de la vacuna antitetánica Td (tétanos difteria) después de las 20 semanas de gestación (durante el segundo y tercer trimestre del embarazo) en aquellas mujeres que no haya recibido vacunación en los últimos 10 años (CDC, 2012; Domínguez, 2010).

Vacunación frente a la tos ferina

Otras guías de
práctica clínica

 

 

La vacuna frente a la tos ferina se administra habitualmente junto a la vacuna antitetánica Td constituyéndose en la triple bacteriana. El papel protector de los anticuerpos transferidos por la vía placentaria es discutible. A pesar que la tos ferina presenta una contagiosidad muy elevada (hasta en un 90 % de los convivientes de un caso), los estudios en mujeres embarazadas no muestran una mayor morbilidad ni mortalidad frente a las mujeres no embarazadas, ni tampoco se han evidenciado alteraciones en el desarrollo fetal. Sin embargo, el riesgo de muerte perinatal o enfermedad grave es elevado en los niños y niñas menores de 6 meses, riesgo elevado hasta que el niño o niña no recibe las dos primeras dosis de vacuna antipertussis (Tanaka, 2003).

El paso por la vía placentaria de anticuerpos podría explicar por qué la mortalidad en niños y niñas menores de un mes era inferior a la de los niños de más edad, pero una explicación alternativa sería que los/las progenitores evitaran más la exposición a casos de enfermedad en el primer mes de vida .También se ha señalado que la vacunación de las embarazadas podría aumentar el título de anticuerpos en el/la recién nacido/a durante los 6 primeros meses de vida y conferir una cierta protección, aunque esos anticuerpos interferirían en la respuesta de la vacunación en los niños (Domínguez, 2010).

Se ha propuesto la inmunización de los contactos del/la recién nacido/a como la mejor estrategia para evitar la infección (Domínguez, 2010). Esta estrategia de inmunización se basa en los resultados de un estudio basado en una simulación a partir de un modelo matemático que mostró que la vacunación del 90 % de las personas convivientes de los recién nacidos además de la vacunación del 75 % de los adolescentes de la población podría prevenir el 75 % de los casos de tos ferina en menores de 2 años (Van Rie, 2004). La vacunación de los/las progenitores y del niño antes de salir del hospital podría prevenir casi el 40 % de casos y muertes en lactantes (Scuffham, 2004). Sin embargo, un estudio de antes y después reciente que ha evaluado el impacto de la inmunización exclusivamente de las madres durante el posparto no ha mostrado una disminución de la enfermedad en bebés hasta los 6 meses de edad (Castagnini, 2012). Por otro lado, el análisis de sistemas de vigilancia ha mostrado un impacto relativo de la estrategia en contextos con una baja incidencia de la enfermedad (Skowronski, 2012).

Vacunación de la gripe

Otras guías de
práctica clínica

 

 

La infección por virus de la gripe en embarazadas, especialmente cuando se hallan en su tercer trimestre de embarazo, se ha asociado a un mayor riesgo de hospitalización por problemas cardiorrespiratorios que en mujeres no embarazadas (Neuzil, 1998). Este hecho se atribuye a un aumento del consumo de oxígeno, la disminución de capacidad pulmonar y los cambios en la función inmunológica (Domínguez, 2010).

El impacto de la infección por el virus de la gripe en el feto podría traducirse en un retraso en el crecimiento fetal y bajo peso al nacer. También se ha sugerido que la infección durante el embarazo podría ocasionar aborto espontáneo y muerte fetal (Stanwell-Smith, 1994).

En neonatos, la infección por virus de la gripe puede llegar a ser grave, derivando en sepsis, neumonía, arritmia cardiaca y muerte súbita. La infección puede presentarse en forma de brotes hospitalarios (Domínguez, 2010).

Los escasos estudios disponibles sobre la seguridad de la vacuna antigripal no muestran efectos adversos graves en las mujeres embarazas o los recién nacidos, incluso cuando se administra la vacuna durante el primer trimestre del embarazo (Mak, 2008). En algunos países se sugiere la vacunación antigripal en cualquier trimestre exclusivamente en aquellas mujeres embarazadas con alguna comorbilidad, reservando la vacunación durante el segundo y tercer trimestre para las mujeres sin problemas de salud relevantes.

Otras guías de
práctica clínica

 

 

Se recomienda la administración de la vacuna antigripal inactivada durante la temporada gripal a todas las mujeres embarazadas durante cualquier momento del embarazo debido al riesgo de complicaciones cardiacas y pulmonares de la madre (Domínguez, 2011; CDC, 2012; MSSI, 2012; Tamma 2009).

La vacuna atenuada de la gripe está contraindicada durante el embarazo.

Otras guías de
práctica clínica

 

 

Vacunas indicadas en mujeres en edad fértil que no deben administrarse durante el embarazo

Vacunación antirubeola

El virus de la rubeola puede afectar todos los órganos del feto. Las lesiones producidas por la infección varían en función del momento del embarazo en que ésta se produce. Si la infección se produce en las doce primeras semanas del embarazo la frecuencia de anormalidades es muy superior que si se produce después (Domínguez, 2011).

Si la infección se produce en las semanas 13 a 16 de embarazo, el 16,7 % de los niños presenta lesiones, pero cuando la infección se produce entre las semanas 17 a 20, sólo el 5,9 % las presenta y si es después de la semana 20, el porcentaje disminuye al 1,7 % (Best, 2004). Las lesiones que presentan los niños que nacen de madres que han padecido la infección durante el embarazo, constituye el síndrome de rubeola congénita, caracterizado por retrasos importantes en el crecimiento y desarrollo, microcefalia, cataratas, hepato-esplenomegalia, defectos cardiacos, sordera y meningoencefalitis, entre otros signos y síntomas.

El principal beneficio que tiene la vacunación contra el virus de la rubeola de las mujeres en edad fértil seronegativas es prevenir la infección por el virus de la rubeola durante el embarazo y así el síndrome de rubeola congénita o el aborto. Esta vacuna está contraindicada en el embarazo. La vacuna debe idealmente administrase en la niñez como parte de la vacuna triple vírica pero en mujeres que no la han recibido debe administrase en el posparto en cuanto sea posible. (Domínguez, 2011; CDC, 2001). El paso del virus vacunal a través de la placenta es un hecho muy raro. Por estas razones, la vacunación antirubeola a una embarazada no se considera en la actualidad una indicación para el aborto

Es necesario conocer la inmunidad al virus de la rubeola de las mujeres en edad fértil, y en los casos en los que no existe evidencia de inmunización, se recomienda administrar la vacuna triple vírica a las mujeres que no están embarazadas (CDC, 2012). En estos casos se aconseja evitar el embarazo durante las 4 semanas siguientes a la vacunación.

En el caso de las mujeres embarazadas en las que no existe evidencia de inmunización contra el virus de la rubeola se recomienda ofrecer la administración de una dosis de vacuna triple vírica posparto (CDC, 2012).

Vacunación antiparotiditis

La infección por el virus de la parotiditis durante el primer trimestre del embarazo se ha asociado con la mortalidad fetal (Domínguez, 2011). Un estudio de casos y controles mostró que en el 27,3 % de las mujeres que habían padecido parotiditis se produjeron muertes fetales frente al 13 % en las mujeres que no padecieron la infección (Siegel, 1973). Esta infección también se ha relacionado con patología endocardiaca. Igualmente, el virus se ha aislado en niños nacidos de madres con parotiditis, presentando lesiones que pueden ser leves, como inflamación de la parótida, o más graves, como la neumonía o la dificultad respiratoria.

Esta vacuna está contraindicada en el embarazo. Se deben tomar precauciones para evitar el embarazo durante las 4 semanas siguientes a la vacunación (Domínguez, 2011).

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Vacunación antisarampión

La infección por el virus del sarampión durante el embarazo está asociada a aborto espontáneo y muerte fetal, así como bajo peso al nacer (Chiba, 2003). En las mujeres que padecen sarampión en la fase tardía del embarazo, los niños al nacer o durante los primeros 10 días de vida pueden presentar exantema congénito. La neumonía es una complicación frecuente en la embarazada que presenta la enfermedad (Domínguez, 2011).

Los calendarios de vacunaciones sistemáticas incluyen dos dosis de vacuna antisarampión en la edad infantil. Las personas adultas candidatos a recibir la vacuna deberían recibir las dos dosis separadas por un intervalo de 28 días (Domínguez, 2011).

El virus atenuado del sarampión que se utiliza para la vacunación, a diferencia de los virus atenuados de la rubeola y de la parotiditis, no se ha demostrado que pueda atravesar la placenta y ocasionar daño fetal. Sin embargo, como cualquier vacuna atenuada, esta vacuna está contraindicada en el embarazo. (Domínguez, 2011).

Otras guías de
práctica clínica

 

 

No se ha demostrado que el virus atenuado del sarampión que pueda atravesar la placenta y ocasionar daño fetal (Strebel, 2008) pero como cualquier vacuna atenuada, está contraindicada en mujeres embarazadas. Las mujeres en edad fértil que se vacunen deberían evitar el embarazo durante los 28 días que siguen a la vacunación.

Para las mujeres embarazadas que inadvertidamente se vacunen o que quedan embarazadas antes de que transcurran 28 días, no está indicado el aborto (Domínguez, 2011).

Otras guías de
práctica clínica

 

 

Vacunación antivaricela

Aunque la incidencia de varicela en el embarazo es baja, si se adquiere durante el embarazo puede tener graves consecuencias para la madre y para el feto, pudiendo derivar en aborto espontáneo, muerte fetal y parto prematuro, o aparecer el síndrome de varicela congénita (Domínguez, 2011). El mayor riesgo de embriopatía grave se sitúa en las primeras 20 semanas de embarazo, y su frecuencia es inferior al 2 %. Si la infección de la madre se produce en una fase más avanzada del embarazo, las lesiones consisten en cicatrices cutáneas, atrofia de extremidades, defectos oculares unilaterales, alteraciones del sistema nervioso central y trastornos del tracto urinario y gastrointestinal. Si la varicela materna ocurre en los últimos cinco días de la gestación o en los dos primeros días de vida, el riesgo de que el/la recién nacido/a presente varicela neonatal es elevado (tasa de ataque del 20 %). En estos niños y niñas se presenta varicela generalizada, con una letalidad que alcanza el 30 %.

De acuerdo al calendario español se recomienda la vacunación en personas adultas de 15 a 49 años seronegativos (dos dosis separadas de 1 o 2 meses) (Domínguez, 2011). Si se administra la vacunación en mujeres en edad fértil, se aconseja evitar el embarazo durante las 4 semanas siguientes a la vacunación.

Aunque no existe evidencia de que se hayan producido casos de varicela congénita debidos al virus vacunal (Shields, 2001), la vacunación antivaricela está contraindicada durante el embarazo. Si una embarazada recibe inadvertidamente la vacuna antivaricela, no está indicado al aborto.

Se recomienda realizar una determinación de la inmunidad al virus de la varicela en mujeres embarazadas. En las mujeres embarazadas en las que no existe evidencia de inmunización contra el virus de la varicela se recomienda administrar la primera dosis de la vacuna tan pronto termine el embarazo antes de ser dada de alta del hospital. La segunda dosis de la vacuna debe administrarse entre las 4 y las 8 semanas después de la primera dosis (CDC, 2012).

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práctica clínica

De la evidencia a la recomendación

Los aspectos que determinaron la fuerza y la dirección de la recomendación fueron los siguientes:

  1. Calidad de la evidencia. La información de este apartado se deriva de estudios observacionales, con resultados muy variables y con limitaciones metodológicas.
  2. Balance entre beneficios y riesgos. Se ha considerado en todos los casos el efecto que pueda tener la vacunación sobre los resultados en el feto o el/la recién nacido/a. Todas las consideraciones realizadas en el apartado muestran un balance positivo entre los beneficios y los riesgos.
  3. Los costes y el uso de recursos no se consideró determinante para formular la recomendación.
  4. Valores y preferencias de usuarias. Un estudio sobre la campaña holandesa de vacunación de la gripe A (van Lier, 2012) mostró como la vacunación era más aceptada entre las mujeres de más edad, las que ya habían estado embarazadas antes, o las mujeres con comorbilidad médica. Los determinantes para la vacunación fueron la prevención de consecuencias negativas para el feto y el/la recién nacido/a, y el carácter gubernamental de la campaña. En la mayoría de casos las mujeres expresaron su preocupación por la falta de conocimientos suficientes sobre seguridad de la vacuna. Los autores destacaron la necesidad de proporcionar a las mujeres embarazadas y los/las profesionales de la salud información clara y suficiente sobre la gravedad de la enfermedad y los beneficios y la seguridad de la vacunación.

El grupo elaborador formuló las recomendaciones considerando que los beneficios para el feto y el/la recién nacido/a, superan claramente a los posibles riesgos. Se valoró el hecho que los/las profesionales sanitiarios puedan dar información a las mujeres sobre el riesgo que suponen para el feto y recién nacido las enfermedades inmunoprevenibles recogidas en este apartado, y los beneficios derivados de la vacunación.

Recomendaciones

Los/las profesionales sanitarios deben dar información a las mujeres sobre los riesgos que suponen para el feto y el recién nacido/a determinadas enfermedades inmunoprevenibles. Es necesario que el/la profesional sanitario revise durante la visita prenatal conjuntamente con la mujer su calendario vacunal, y que se discutan los beneficios derivados de la vacunación.
Fuerte
Se recomienda no administrar la vacuna atenuada de la gripe, o la vacunación antirubeola, antiparotiditis, antisarampión, y antivaricela durante el embarazo ya que están contraindicadas.
Fuerte
Se recomienda ofrecer la administración de la vacuna antigripal inactivada durante la temporada gripal a todas las mujeres embarazadas durante cualquier momento del embarazo.
Fuerte
Se recomienda ofrecer la administración de la vacuna para difteria y tétanos a aquellas mujeres embarazadas que no tienen una pauta de vacunación completa, evitando su administración durante el primer trimestre de embarazo.
Fuerte
En el caso de las mujeres embarazadas en las que no existe evidencia de inmunización contra el virus de la rubeola se recomienda ofrecer la administración de una dosis de vacuna triple vírica posparto, valorando sus beneficios y riesgos durante el periodo de lactancia.
Fuerte
En las mujeres embarazadas en las que no existe evidencia de inmunización contra el virus de la varicela se recomienda administrar la primera dosis de la vacuna tan pronto termine el embarazo y, siempre que sea posible, antes de ser dada de alta del hospital. La segunda dosis de la vacuna debe administrarse entre las 4 y las 8 semanas después de la primera dosis.

5.3. Estilos de vida durante el embarazo

Preguntas a responder

  • ¿Es necesario realizar indicaciones específicas sobre los hábitos alimentarios y la dieta durante el embarazo ?
  • ¿Cuáles son las recomendaciones sobre ingesta alimentaria durante el embarazo?
  • Con una dieta variada, ¿se cubren las necesidades de micronutrientes como hierro, vitaminas o yodo?
  • ¿Cuál es el efecto de la profilaxis con hierro en mujeres durante el embarazo?
  • ¿Es necesario realizar una suplementación farmacológica con yodo durante el embarazo?
  • ¿Es necesario realizar una suplementación farmacológica con ácido fólico durante el embarazo?
  • ¿Es necesario realizar una suplementación farmacológica con complejos vitamínicos durante el embarazo?
  • ¿Son seguros los suplementos alimentarios (ácidos grasos omega3) durante el embarazo?
  • ¿Qué fármacos de uso corriente son seguros durante el embarazo?
  • ¿Cuáles son las consecuencias del consumo de alcohol durante el embarazo?
  • ¿Existen programas para reducir el consumo de alcohol dirigidos a las mujeres embarazadas?
  • ¿Cuáles son las consecuencias del tabaquismo activo y pasivo durante el embarazo?
  • ¿Existen programas de deshabituación tabáquica específicos dirigidos a las mujeres embarazadas?
  • ¿Es necesario el ejercicio físico o la práctica del deporte en determinadas circunstancias durante el embarazo?
  • ¿Cuáles son las herramientas con un mejor rendimiento en la detección de trastornos mentales durante el embarazo?
  • ¿La actividad sexual se relaciona con la aparición de problemas durante el embarazo? ¿La activiad sexual se relaciona con la aparición de contracciones de parto?
  • ¿Qué consejos son necesarios realizar durante el embarazo a las mujeres que desean viajar?

Hábitos alimentarios

Indicaciones específicas sobre hábitos alimentarios

Se encontró una RS que evaluó los efectos del asesoramiento u orientación para aumentar o reducir la ingesta de energía o proteínas, o de la suplementación o restricción de la ingesta de energía y proteínas durante el embarazo, el aumento de peso durante la gestación y su resultado durante embarazo (Kramer, 2003). Esta RS incluyó 27 ECA en los cuales participaron 8.298 mujeres.

Se evaluaron las siguientes intervenciones:

  • Asesoramiento nutricional para aumentar la ingesta de energía y proteínas (5 ECA, 1.134 mujeres).
  • Asesoramiento para la suplementación proteico-energética equilibrada (13 ECA, 4.665 mujeres).
  • Asesoramiento para la suplementación con alto aporte de proteínas (2 ECA, 1.076 mujeres).
  • Asesoramiento para la suplementación isocalórica de proteínas (3 ECA, 966 mujeres).
  • Restricción proteico-energética en mujeres con sobrepeso o elevado aumento de peso (4 ECA, 457 mujeres).

Asesoramiento nutricional para aumentar la ingesta de energía y proteínas

La intervención fue evaluada en 5 ECA (Kafatos, 1989; Briley, 2002; Hankin, 1962; Sweeney, 1985; Hunt, 1976). La mayoría de los estudios tuvieron un elevado riesgo de sesgo.

La mayoría de las mujeres reclutadas fueron sanas y en algunos casos de bajo nivel socio-económico.

Los resultados de estos ECA mostraron que el consejo nutricional aumentó la ingesta de proteínas y alimentos con alto contenido energético, aunque de manera no significativa con el consejo (DM ingesta energética: 105,61 kcal/día; IC 95 % –18,94 a 230,15; DM ingesta proteínas: 17,99 g/dia; IC 95 % –1,48 a 37,45).

Calidad baja

 

 

En el grupo de mujeres que recibió consejo se observó una reducción del riesgo de partos prematuros (RR 0,46; IC 95 % 0,21 a 0,98), aunque el resultado no es concordante con la falta de una diferencia significativa en la edad gestacional en el momento del parto entre las mujeres que no recibieron consejo y las que lo recibieron (DM –0,10; IC 95 % –0,48 a 0,28).

Calidad moderada

 

 

No se encontraron diferencias significativas en el riesgo de preclampsia, muerte fetal o neonatal.

Calidad baja

 

 

Dieta proteico-energética equilibrada

La intervención fue evaluada en 13 ECA (Blackwell, 1973; Mora, 1978; Rush, 1980; Elwood, 1981; Kardjati, 1988; Ceesay, 1997; Girija, 1984; Cambel Brown, 1983; Ross 1938; Viegas, 1982a, 1982b; Atton, 1990). Se definió como suplementos proteicoenergéticos equilibrados aquellos en que la cantidad de proteínas aportada era menor que el 25 % del contenido energético total. Los estudios incluyeron mujeres sanas en su mayoría no obesas, en algunos casos con nutrición marginal o vulnerables desde el punto de vista nutricional y con riesgo de tener hijos pequeños para la edad gestacional (Rush, 1980; Mora, 1978; Cambell Brown, 1983).

Los resultados de estos ECA mostraron que el incremento ponderal semanal fue significativamente mayor en el grupo que recibió la suplementación (10 ECA, 2.571 mujeres, DM 20,7 gr; IC 95 % 1,46 a 40,02).

Calidad baja

 

 

La incidencia de recién nacidos pequeños para la edad gestacional fue significativamente menor en el grupo tratado con una dieta proteicoenergética equilibrada (3 ECA, 3.396 mujeres; RR 0,68; IC 95 % 0,56 a 0,84).

Aunque no hubo una diferencia significativa en el peso del recién nacido/a, se observó una tendencia a un aumento en el grupo de la dieta proteico-energética equilibrada (DM 37,6 gr; IC 95 % –0,21 a –75,45).

Calidad moderada

 

 

La incidencia de muerte fetal fue menor en el grupo intervención (4 ECA, 2.206 mujeres; RR 0,55; IC 95 % 0,31 a 0,97), mientras que no se observaron diferencias respecto a la muerte neonatal, ni en posibles efectos sobre el desarrollo y crecimiento a largo plazo en el recién nacido/a.

Calidad moderada

 

 

Tampoco se mostraron diferencias en el riesgo de preeclampsia y de parto pretérmino.

Calidad
muy baja

 

 

Dieta con alto aporte de proteínas

La suplementación con alto contenido proteico se define como la suplementación en la cual la cantidad de proteínas aportada corresponde al 25 % del contenido energético total de la dieta habitual. Se incluyeron dos ECA (Rush, 1980; Iyengar, 1967) con un total de 1.076 mujeres, que presentaban riesgo de tener niños con bajo peso al nacer.

El grupo de mujeres que recibió la suplementación mostró un incremento significativo en el riesgo de tener un recién nacido pequeño para la edad de gestación (Rush, 1980; 505 mujeres, RR 1,58; IC 95 % 1,03 a 2,41).

Calidad alta

 

 

No se observaron diferencias en ninguno de los otros desenlaces evaluados (parto pretérmino, muerte fetal y neonatal, peso al nacer, incremento ponderal materno y resultados del crecimiento del niño a largo plazo).

Calidad
muy baja

 

 

Dieta isocalórica de proteínas

Se define como suplementos isocalóricos de proteínas a los suplementos equilibrados en los cuales la proteína reemplaza una cantidad igual de energía no proteica. Se incluyeron tres ECA con un total de 966 mujeres que realizaron este tipo de intervención (Mardones, 1988; Viegas, 1982a, 1982b).

La suplementación isocalórica de proteínas incrementó el riesgo de recién nacidos pequeños para la edad gestacional (Mardones, 1988; 782 mujeres, RR 1,35; IC 95 % 1,12 a 1,61).

Calidad moderada

 

 

No se observaron diferencias en ninguno de los otros desenlaces evaluados (parto antes de las 37 semanas de edad gestacional, muerte fetal, muerte neonatal, preeclampsia, ganancia ponderal materna, o crecimiento a largo plazo en el/la recién nacido/a).

Calidad baja

 

 

Restricción proteico-energética en mujeres con sobrepeso o un elevado aumento de peso durante el embarazo

Se incluyeron cuatro ECA con 457 mujeres (Badrawi, 1993; Campbell, 1975, 1983; Wolff, 2008). Todas las mujeres incluidas en estos ECA presentaban obesidad o un incremento ponderal excesivo.

No se observaron diferencia en la incidencia de preeclampsia entre las mujeres a las que se les restringió la dieta y a las que no (3 ECA, 334 mujeres, RR 1,07; IC 95 % 0,57 a 2,02).

Calidad
muy baja

 

 

Los resultados fueron similares cuando se evaluó la incidencia de la hipertensión inducida por el embarazo (4 ECA, 434 mujeres, RR 0,94; IC 95% 0,72 a 1,22) y de diabetes gestacional (1 ECA, 53 mujeres, RR 0,18; IC 95 % 0,01 a 3,4).

Calidad moderada

 

 

La ganancia ponderal gestacional por semana fue significativamente menor en el grupo de restricción de la dieta (3 ECA, 303 mujeres, DM – 230,3 gr; IC 95 % -347,7 a -112,89).

Calidad moderada

 

 

Resumen de la evidencia

Asesoramiento nutricional para aumentar las ingestas de energía y proteínas
Calidad
baja
El asesoramiento nutricional no aumenta significativamente la probabilidad de aumentar la ingesta (Kramer, 2007).
Calidad
moderada
El asesoramiento nutricional ha mostrado una reducción significativa en el riesgo de parto prematuro (Kramer, 2007).
Calidad
moderada
El consejo no aumenta en forma significativa otras variables maternas o fetales como preeclampsia, muerte materna o fetal (Kramer, 2007).
Dieta proteico-energética equilibrada
Calidad
baja
Una dieta proteico-energética equilibrada ha mostrado un incremento significativo del peso materno.(Kramer, 2007)
Calidad
moderada
Se ha observado una reducción significativa de la muerte fetal con dietas proteico-energéticas equilibradas (Kramer, 2007). En cambio, no se ha observado que este tipo de dietas tengan un impacto sobre la hipertensión arterial o la incidencia de recién nacidos pequeños para la edad gestacional.
Dieta con alto aporte de proteínas
Calidad
alta
Una dieta con alto aporte de proteínas ha mostrado que puede incrementar el riesgo de tener un recién nacido pequeño para la edad gestacional.(Kramer, 2007)
Calidad
baja
No se observaron diferencias en ninguno de los otros desenlaces evaluados (parto pretérmino, muerte fetal y neonatal, peso al nacer, incremento ponderal materno y resultados del crecimiento del niño/a a largo plazo).
Dieta isocalórica de proteínas
Calidad
moderada
La suplementación isocalórica de proteínas ha mostrado que puede incrementar el riesgo de tener un recién nacido pequeño para la edad gestacional.(Kramer, 2007)
Calidad
baja
No se observaron diferencias en ninguno de los otros desenlaces evaluados (riesgo de parto antes de las 37 semanas de edad gestacional, muerte fetal, muerte neonatal, preeclampsia, ganancia ponderal materna y resultados de crecimiento a largo plazo en el recién nacido/a).
Restricción proteico-energética en mujeres con sobrepeso o elevado aumento de peso durante el embarazo
Calidad
moderada
La restricción proteico-energética en mujeres con un problema de peso durante el embarazo ha mostrado una reducción significativa del peso durante la gestación (Kramer, 2007).
Calidad
baja
No se observaron diferencias en ninguno de los otros desenlaces evaluados (diabetes gestacional, la hipertensión inducida por el embarazo, el peso al nacer, parto de pretérmino y parámetros antropométricos del niño/a).

De la evidencia a la recomendación

El grupo elaborador consideró los siguientes aspectos para establecer la fuerza y la dirección de las recomendaciones:

  1. Calidad de la evidencia. La calidad de la evidencia es en la mayoría de los casos o moderada o alta. Cuando se redujo la calidad de la evidencia se realizó por la presencia de heterogeneidad en los estudios incluidos o por la presencia de un riesgo de sesgos severo principalmente por falta de enmascaramiento de la secuencia de aleatorización de los estudios incluidos.
  2. Balance entre beneficios y riesgos. La única intervención que mostró un beneficio que excedía los riesgos fue el cumplimiento de una dieta proteico-energética equilibrada ya que se incrementa el peso materno, con reducción de la muerte fetal y de los recién nacidos pequeños para la edad gestacional sin otros efectos indentificados.
  3. No se evaluaron los costes y el uso de recursos de esta intervención ni los valores y preferencias de las gestantes al respecto.

Los resultados positivos en cuanto a la realización de dietas proteico-energéticas equilibradas en mujeres con ingesta alimentaria insuficiente propició la formulación de una recomendación a favor de la intervención. La baja calidad de la evidencia motivó la formulación de recomendaciones débiles.

Recomendaciones

Débil
Se sugiere ofrecer un consejo nutricional a las gestantes con el fin de conseguir una dieta equilibrada y adecuar la ingesta de calorías a las necesidades del embarazo.
Débil
Se sugiere recomendar una dieta proteica-energética equilibrada en aquellas gestantes en las que se identifique una ingesta alimentaria insuficiente.
Débil
Se sugiere no recomendar de manera rutinaria una dieta con altos contenidos proteicos o isocalórica en gestantes.
Débil
Se sugiere recomendar una restricción proteico-energética a gestantes con sobrepeso o un incremento ponderal excesivo durante la gestación (>570 g. por semana).

Recomendaciones sobre ingesta alimentaria

Para el desarrollo de este apartado se ha tomado como referencia las recomendaciones o indicaciones de Sociedades Científicas como la American Dietetic Association (Kaiser, 2008) o la Sociedad Española de Nutrición Comunitaria (SENC, 2007). El motivo de seleccionar estos documentos se justifica por su carácter multidisciplinar y exhaustiva búsqueda de la literatura (Kaiser, 2008) y por proporcionar recomendaciones sobre la ingesta de alimentos directamente aplicables a nuestro entorno (SENC, 2007).

El objetivo de las recomendaciones de estos documentos es que mediante una ganancia adecuada de peso, una dieta rica y variada y la actividad física, se pueda mantener un estado nutricional adecuado durante el embarazo en el contexto de un estilo de vida que optimice el estado de salud de la mujer, contribuyendo a reducir el riesgo para el desarrollo del feto y el recién nacido/a.

El documento de la American Dietetic Association destaca que las principales limitaciones nutricionales entre las mujeres en edad fértil se deben a una ingesta insuficiente de alimentos ricos en vitamina E, magnesio, potasio, fibra y calcio. Del mismo modo la ingesta de vitaminas A, C, B-6 y ácido fólico son moderadas, mientras que otros nutrientes como el sodio o las grasas saturadas se consumen en exceso.

La American Dietetic Association aconseja que el primer momento en el que se debe aconsejar sobre la ingesta alimentaria es en la visita preconcepcional, dado que es un momento adecuado para identificar los hábitos alimentarios de la mujer y valorar sus necesidades.

En este momento se recomienda asegurar que la mujer consumirá una cantidad adecuada de ácido fólico (0,4 mg diarios) a partir de la ingesta de alimentos fortificados o de la inclusión de suplementos alimentarios en la dieta. Del mismo modo, para evitar los problemas derivados de una anemia ferropénica durante el embarazo, es necesario fomentar la ingesta de alimentos ricos en hierro y alimentos que faciliten la absorción del hierro como los alimentos ricos en vitamina C.

Otras guías de
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Este mismo documento recomienda que debe calcularse la ganancia de peso durante el embarazo de acuerdo con el índice de masa corporal de la mujer antes del embarazo, de acuerdo con estos parámetros:

Ganancia de peso recomendable
IMC < 19,8 kg/m2 12,5 a 18 kg
IMC entre 19,8 y 26 kg/m2 11,5 a 16 kg
IMC entre >26 y 29 kg/m2 7 a 11,5 kg
IMC > 29 kg/m2 Al menos 6 kg
Embarazo múltiple 16 a 20,5 kg

El aporte energético de las mujeres embarazadas debe aumentar a partir del segundo trimestre en el que puede requerirse una cantidad extra de energía de 340 kcal, que en el tercer trimestre debería ser de 452 kcal. La mayoría de embarazadas necesitan realizar una ingesta diaria que oscile entre las 2.200 y las 2.900 kcal.

Para conseguir esta ingesta debe elaborarse conjuntamente con la mujer un plan dietético teniendo en cuenta su edad, actividad, ganancia de peso recomendada y trimestre de embarazo. El Departamento de Agricultura de los EE.UU. promueve herramientas como MyPyramid o MyPlate para facilitar el diseño de un plan dietético que recoge las cantidades recomendadas de alimentos para embarazadas para conseguir una dieta variada y completa (MyPyramid, 2005; MyPlate, 2012). A continuación se muestra una ejemplo de una dieta para cubrir una ingesta diaria de unas 2.000 kcal (Adaptado de Foster 2009):

Alimento
(Frecuencia recomendada)
Medida de referencia
Aceites
6 cucharadas pequeña (c.p.)
1 cucharada de aceite de oliva=3 c.p.; 1 cucharada de margarina o mayonesa=2,5 c.p.; 30 gr de nueces=3 c.p.; 2 cucharadas de aderezo para ensaladas=3 c.p.
Lácteos (bajos en grasas)
3 tazas (t.) (1 taza=226,8 g o ml)
1 taza de leche desnatada o 1 yogur desnatado=1t; 125 gr de queso fresco=1t; 55 gr de queso graso=1 t.; 45 gr de queso rallado=1t.
Vegetales
250 gr
1 plato de verdura hervida; 1 plato grande de ensalada; 1 vaso de zumo natural
Carnes, aves y huevos,
pescados
150 gr
1 filete de carne magra; 1 cuarto de pollo; 1 ó 2 huevos; 1 filete de pescado;
Frutas
250 gr
2 vasos de zumo; 2 piezas grandes de fruta;
2 raciones de fruta en almíbar
Cereales
175 gr
Pan, desayunos a base de cerales,
arroz o pasta.

Este plan dietético se acompaña de una serie de recomendaciones adicionales como el comer de manera variada, añadir a la dieta alimentos ricos en fibra, realizar un poco de ejercicio, beber agua en abundancia, y hacer entre 3 y 5 comidas al día.

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Por su parte, la Sociedad Española de Nutrición Comunitaria en su Guía de la Alimentación Saludable aconseja que la alimentación durante el embarazo se planifique adaptándose a las necesidades de cada mujer, planificando una dieta variada que tenga en cuenta los grupos y la cantidad que se aconsejan consumir, dentro de un estilo de vida saludable. Destaca el calcio, el ácido fólico y el hierro como nutrientes esenciales durante esta etapa por lo que es muy importante controlar las aportaciones que hace cada mujer (SENC, 2007).

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Para asegurar una adecuada nutrición durante el embarazo se considera que se debe realizar un aporte extra de unos 250 o 300 kcal durante la segunda mitad del embarazo fundamentalmente a partir de productos lácteos. También se aconseja un aporte extra de calcio teniendo en cuenta que el requerimiento de este nutriente por parte del feto puede ser hasta de 250 mg diarios en el tercer trimestre. Otros nutrientes que deben reforzarse son el ácido fólico con alimentos como verduras de hoja verde oscura, fruta, pan, cereales enriquecidos o frutos secos como avellanas, o el hierro (aporte extra diario de 0,9 mg) con alimentos como carnes, aves, huevos, pescados y mariscos, legumbres y los cereales integrales. Los alimentos ricos en vitamina C (cítricos, kiwi, fresas, hortalizas como tomate o pimiento) favorecen la absorción del hierro.

La Guía de la Alimentación Saludable recomienda las siguientes raciones diarias para las mujeres embarazadas y lactantes:

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Alimentos
Raciones (embarazada)
Referencia
Farináceos
entre 4 y 5
Pan, pasta, arroz, legumbres, cereales, cereales integrales, patatas
Verduras y Hortalizas
entre 2 y 4
Variedad según temporada, incluidas en ensaladas variadas
Frutas
entre 2 y 3
Variedad según temporada y estación
Lácteos
entre 3 y 4*
Leche, yogur, y quesos
Alimentos proteicos
2
Carnes, aves, pescados, huevos, Legumbres y frutos secos.
Grasas de adición
entre 3 y 6
Aceite de oliva o de semillas
Agua
entre 4 y 8
Agua de red, minerales, infusiones y bebidas con poco azúcar y sin alcohol

Adaptado de SENC 2007 *entre 4 y 6 en lactantes

Para estas raciones se ofrecen las siguientes equivalencias del peso de las raciones recomendadas:

Alimentos
Ración recomendada (en gramos)
Farináceos 60 gr
Arroz o pasta en crudo entre 60 y 80 gr
Patatas 200 gr
Legumbres en crudo entre 60 y 80 gr
Verduras y Hortalizas 250 gr
Frutas 200 gr
Leche o Yogur fresco
Queso fresco
Queso semicurado
200 ml
entre 60 y 100 gr
entre 30 y 40 gr
Carnes
Pescados
Jamón cocido
Huevos
Pollo
entre 100 y 125 gr
150 gr
entre 80 y 100 gr
1 unidad
1 cuarto
Aceite de oliva 1 cucharada

Adaptado de SENC 2007

A estas recomendaciones sobre la ingesta se añaden:

  • Realizar las comidas de manera tranquila, sin dejar pasar más de 4 horas entre comidas.
  • Realizar un desayuno variado, un almuerzo no muy abundante, una merienda ligera, cenar pronto, evitando picar entre horas.
  • Intentar cocinar de la forma más natural posible: vapor, salteados, papillotes, hervidos, y con prudencia asados y fritos bien hechos.
  • Realizar un control del peso periódicamente.
  • Realizar actividad física moderada, como andar y nadar, y estar al aire libre y en contacto con el sol con la adecuada protección (fuente de vitamina D).

 

 

Cobertura de las necesidades de micronutrientes con la dieta

Se han identificado tres publicaciones con resultados de la cohorte de gestantes valencianas que participan en el estudio INMA (Infancia y Medio Ambiente) (Ramón, 2009; Navarrete-Muñoz, 2010; Rodríguez-Bernal, 2012). En un primer estudio se evaluó la ingesta dietética de ácido fólico y de suplementos y los factores asociados al incumplimiento de la ingesta recomendada de 0,6 mg/d y de 0,4 mg/d mediante suplementos para evitar defectos del tubo neural (Navarrete-Muñoz, 2010). Mediante una entrevista y un cuestionario validado se recogió la ingesta dietética de 782 gestantes en el periodo entre la preconcepción al segundo mes de embarazo y el periodo entre los meses 3 y 7.

Un segundo estudio evaluó la ingesta de nutrientes y seguimiento de las recomendaciones dietéticas de 822 mujeres con un embarazo sin complicaciones entre la 10 y 13 semanas de gestación (Rodríguez-Bernal, 2012). Mediante una entrevista y cuestionarios validados se recogieron los valores nutricionales correspondientes a la ingesta diaria de alimentos y suplementos alimenticios de cada participante, y se contrastaron con las recomendaciones de la Sociedad Española de Nutrición Comunitaria (SENC, 2007) y los valores nutricionales establecidos por el Dietary Reference Intakes del Institute of Medicine estadounidense.

Finalmente otro estudio evaluó los datos de 787 recién nacidos de esta cohorte para evaluar mediante un análisis de regresión lineal múltiple la posible relación entre la ingesta de frutas y verduras con el peso y la talla de los recién nacidos/as, además de la incidencia de recién nacidos pequeños para la edad gestacional (Ramón, 2009).

En este sentido, en un estudio se valoró la posible asociación entre el consumo de frutas y verduras durante el embarazo y el peso al nacer de los bebés de 43.000 mujeres danesas participantes en el Danish National Birth Cohort (Mikkelsen, 2006). En una cohorte británica se comprobó el impacto de la ingesta de hierro (derivado de la dieta o la suplementación) en el peso al nacer de los recién nacidos de 1.274 gestantes (Alwan, 2011). En otro estudio se evaluó el impacto de la dieta de las gestantes sobre el riesgo de preeclampsia en 23.000 participantes de la cohorte del Norwegian Mother and Child Cohort Study (Brantsaeter, 2009). Mediante un cuestionario validado se identificaron cuatro patrones alimentarios (vegetales, alimentos procesados, patatas y pescado, y dulces) y mediante un modelo de regresión logístico múltiple se evaluó la asociación de estos patrones con el riesgo de preclampsia. Los investigadores de esta cohorte también evaluaron la contribución de los suplementos alimentarios sobre la ingesta de nutrientes de 40.000 mujeres (Haugen, 2008).

El estudio de Navarrete-Muñoz (2010) mostró que la ingesta de alimentos fue insuficiente para que la mayoría de participantes alcanzaran la ingesta recomendada de ácido fólico, hecho que en un porcentaje considerable de mujeres tampoco se conseguía con la toma de suplementos. Durante el periodo preconcepcional hasta el 80 % de mujeres no cumplieron con la ingesta de ácido fólico considerada como recomendable (0,6 mg/d) porcentaje que se mantuvo alto en los dos primeros trimestres del embarazo (69 %) y se corrigió hasta el séptimo mes de embarazo en el que un tercio de las mujeres no alcanzaron la ingesta recomendada. El porcentaje de mujeres que tomó suplementos aumentó progresivamente en la primera etapa del embarazo (19 % en el periodo preconcepcional, 30 % en el primer mes y 66 % en el segundo), y un 30 % de mujeres superaron las dosis tolerables de 1 g/d. El análisis del estudio Norwegian Mother and Child Cohort Study aportó resultados similares (Haugen, 2008). El 81 % de participantes en esta cohorte señaló que consumía uno o varios suplementos alimentarios (los más comunes fueron los suplementos de aceite de pescado (59 %), el ácido fólico (36 %) u otros multivitamínocs (31 %)). A pesar de este consumo el 63 % de las mujeres que tomaron suplementos no cumplieron con la ingesta recomendable de vitamina D, el 34 % no lo hicieron con la ingesta mínima de ácido fólico, y el 28 % no lo hicieron con la ingesta mínima de hierro.

Calidad
muy baja

 

 

El estudio de Rodríguez-Bernal (2012) mostró que las mujeres en promedio cumplían con las recomendaciones nutricionales excepto en el caso de la ingesta de cereales y legumbres (toma diaria recomendada: entre 4 y 5; ingesta mediana: 3,1; intervalo interquartil: 1,9). Los autores también observaron que la ingesta de vegetal era mayor entre las gestantes mayores de 30 años (toma diaria recomendada: entre 2 y 4; ingesta mediana mujeres < 25 años: 1,6 frente a 25 a 30 años: 2,1 frente a > 30 años: 2,3; P < 0,001) y que las mujeres con mayor nivel educativo consumían menores cantidades de carne aunque todas las participantes lo hacían dentro de las cantidades recomendadas. Los alimentos con los que se observó una mayor falta de cumplimiento fueron los cereales (hasta el 77 % de las mujeres no cumplieron con las recomendaciones de ingesta mínima), lácteos (52 %) y frutas y vegetales (47 %), aspecto que fue muy evidente en las gestantes menores de 25 años.

Al analizar el consumo de macronutrientes se observó que el 57 % de las participantes consumía una cantidad de carbohidratos por debajo de los valores nutricionales recomendados en el Dietary Reference Intakes, mientras que el consumo de proteínas era adecuado en el 99 % de las mujeres. El 71 % de las mujeres consumían una cantidad de grasas por encima de las recomendaciones, y más de la mitad de las participantes consumía cantidades insuficientes de ácidos grasos n-3 o n-6. Al comparar la procedencia de las gestantes (españolas frente a latinoamericanas), las mujeres españolas consumían en mayor porcentaje cantidades insuficientes de carbohidratos (61 %, P<0,001) y cantidades excesivas de grasas (74 %, P<0,001), mientras que las mujeres latinoamericanas consumían en un mayor porcentaje una cantidad insuficiente de ácidos grasos n-3 (77 %, P<0,001). Las mujeres más jóvenes y con un menor nivel educativo son las que consumieron en un mayor porcentaje una cantidad insuficiente de ácidos grasos n-3.

En cuanto al consumo de macronutrientes destacó un aumento muy significativo de la ingesta de ácido fólico cuando se incluyeron suplementos alimenticios en la dieta (0,298 mg/d derivados de la ingesta de alimentos frente a 2,112 mg/d cuando se incluía un suplemento). Las mayores deficiencias en el consumo de micronutrientes se observaron en la cantidad de vitamina D (prácticamente ninguna mujer consumió la cantidad recomendada en el Dietary Reference Intakes) hierro o vitamina E (el 68 % de la muestra no cumplió con las recomendaciones). Las mujeres más jóvenes mostraron una mayor inadecuación en la cantidad consumida de vitaminas A, C, E, hierro y calcio. Aunque con la inclusión de suplementos alimentarios la inadecuación de la cantidad consumida de algunos de estos nutrientes disminuyó, continuó siendo inadecuada en un porcentaje considerable de mujeres en la vitamina E (40,8 %), hierro (50,9 %) y vitamina D (88 %).

Calidad
muy baja

 

 

Aunque el estudio de Ramón (2009) no mostró una relación de la ingesta de fruta con el peso y la talla de los recién nacidos de la cohorte valenciana del estudio INMA, se estableció una relación lineal entre la ingesta de vegetales y la incidencia de bebés con un peso o una talla pequeñas para la edad gestacional. Las mujeres que durante el primer trimestre del embarazo consumieron la menor cantidad de vegetales tuvieron una probabilidad hasta tres veces mayor de tener un bebé con un peso bajo para la edad gestacional que las mujeres que consumieron más vegetales (OR 3,7; IC 95 % 1,5 a 8,9; P<0,001). La probabilidad de tener un bebé con una talla pequeña para la edad gestacional fue hasta 5 veces mayor entre las mujeres que consumieron una menor cantidad de vegetales durante el tercer trimestre de embarazo que entre las mujeres que consumieron una mayor cantidad de estos alimentos (OR 5,5; IC 95 % 1,7 a 17,7; P=0,04).

Los resultados de la Danish National Birth Cohort mostraron una considerable asociación entre el consumo de frutas y verduras durante el embarazo y el peso al nacer (Mikkelsen, 2006). Las participantes en el estudio se distribuyeron por quintiles dependiendo de su consumo de fruta y vegetales, y se observó un aumento de 10,7 gr en el peso del/la recién nacido/a (IC 95 % 7,3 a 14,2) por cada quintil. En las mujeres con un índice de masa corporal < 20 kg/m2 (7.169 participantes) el aumento del peso de los recién nacidos fue mayor a medida que aumentaron los quintiles de consumo de frutas y verduras (aumento de 14,6 gr por quintil; IC 95 % 6,4 a 22,9). Los resultados de una cohorte de mujeres en las que se recogió la ingesta de hierro mostraron que hasta el 80 % de participantes realizaban una ingesta de hierro por debajo de las cantidades recomendadas en el Reino Unido (Alwan, 2011). El estudio mostró que la ingesta total de hierro se asoció a un aumento del peso al nacer de los recién nacidos/as (aumento de una media de 2,5 centiles de peso por cada 10mg de incremento de hierro; IC 95 % 0,4 a 4,6), pero este resultado no se observó al analizar los datos de la ingesta de hierro procedente exclusivamente de los alimentos.

Calidad
muy baja

 

 

Brantsaeter (2009) mostró que las mujeres del Norwegian Mother and Child Cohort Study que consumían una mayor cantidad de vegetales, patatas y pescado o aceites vegetales tenían un menor riesgo de preclampsia (OR de los terciles tercero frente al primero: 0,72; IC 95 % 0,62 a 0,85), mientras que el riesgo era mayor en las mujeres que consumían una mayor cantidad de alimentos procesados, dulces o aperitivos salados (OR de los terciles tercero frente al primero: 1,21; IC 95 % 1,03 a 1,42).

Calidad
muy baja

 

 

Resumen de la evidencia

Calidad
muy
baja
En nuestro entorno se ha observado cómo una ingesta inadecuada de vegetales se asocia a un mayor riesgo de tener un bebé con un peso inadecuado para la edad gestacional (cuando se produce una ingesta inadecuada durante el primer trimestre del embarazo) o con una talla inadecuada (cuando el consumo inadecuado se produce durante el tercer trimestre) (Ramón, 2009). Otros estudios han mostrado la asociación entre un mayor consumo de frutas y verduras y un mayor peso al nacer (Mikkelsen, 2006) o un menor riesgo de preeclampsia (Brantsaeter, 2009).
Calidad
muy
baja
En nuestro entorno se ha observado que un número considerable de mujeres no consume las cantidades recomendables de algunos nutrientes y alimentos como cereales, legumbres o vegetales durante su embarazo. Se ha comprobado que la edad, el nivel educativo y el origen de las gestantes se relaciona con la ingesta de alimentos y nutrientes y su adecuación (Navarrete-Muñoz, 2010; Rodríguez-Bernal, 2012). En el caso del ácido fólico, un estudio ha mostrado que la ingesta es inadecuada y en la mayoría de ocasiones se inicia la suplementación de manera tardía (Navarrete- Muñoz, 2010). Otros estudios también han mostrado que en ocasiones la suplementación no es suficiente para asegurar la ingesta recomendada de nutrientes como el ácido fólico, la vitamina D o el hierro (Haugen, 2008).

De la evidencia a la recomendación

Aunque se consideró la calidad de la evidencia, los valores y preferencias de las gestantes o el coste y uso de recursos no fueron considerados por el grupo elaborador como factores determinantes de la fuerza y dirección de la recomendación. Puesto que la única intervención que mostró un beneficio que excedía los riesgos fue el cumplimiento de una dieta proteico-energética equilibrada, el grupo elaborador formuló una recomendación a favor de la intervención. Los estudios disponibles son, en su totalidad, estudios longitudinales con limitaciones metodológicas. Evalúan por otra parte, diferentes desenlaces de interés o nutrientes, hecho que no permite evaluar adecuadamente la consistencia de los resultados de los diferentes estudios, lo que motivó la fuerza débil de la misma.

Recomendación

Débil
Se sugiere realizar una valoración de los hábitos alimentarios de la embarazada en el primer contacto con profesionales sanitarios. En esta valoración debería estimarse cuál es la ingesta diaria de alimentos para poder cuantificar su valor nutricional, y así poder informar a la mujer sobre una dieta adecuada para sus necesidades y sobre la conveniencia de complementar la dieta.

Suplementación con hierro

Hierro versus placebo o no tratamiento

Se han identificado dos estudios, un metanálisis (Szajewska, 2010) y una revisión sistemática, (Macedo, 2010) que evalúan la administración profiláctica de hierro en mujeres durante el embarazo. Ambas revisiones tenían en común un ensayo clínico aleatorizado (Zhou et al., 2007). Los ensayos clínicos incluidos fueron llevados a cabo en poblaciones procedentes de países con diversos niveles de desarrollo socioeconómico (Canadá, Indonesia, Reino Unido, Turquía o Australia). Todos los estudios incluyeron a mujeres sin anemia y en diversas etapas de la gestación.

El metanálisis llevado a cabo por Szajewska incluyó 7 ECA, de los cuales sólo dos analizaron poblaciones de estudio con suplementación prenatal con hierro. En el resto de estudios incluidos las gestantes fueron tratadas de forma posterior al nacimiento. La revisión sistemática de Macedo incluyó 5 revisiones sistemáticas (de las cuales sólo tres analizaron la comparación con placebo o la ausencia de tratamiento) y 7 ECA que utilizaron distintas pautas de tratamiento:

  • Suplementación diaria con 50 mg.
  • Suplementación diaria con 30 mg.
  • Suplementación diaria con 20 mg.

El riesgo de sufrir anemia (Hb<11 g/L) al final del embarazo resultó significativamente inferior en el grupo sometido a profilaxis con hierro oral frente al grupo de gestantes tratadas con placebo o en las que no se realizó ningún tipo de profilaxis. (5 ECAs; 3.262 mujeres; RR 0.45; IC 95 % 0,22 a 0,88) (Cogswell, 2003; Kulier, 1998; Makrides, 2003; Siega- Riz, 2005; Zhou, 2007).

Calidad
muy baja

 

 

No se encontraron diferencias significativas en cuanto al número de partos pretérmino entre el grupo de gestantes tratadas de forma profiláctica con hierro oral y el grupo placebo. (2 ECAs; 547 mujeres; RR 0,73; 95 % IC 0,38 a 1,39) (Cogswell, 2003; Siega-Riz, 2005).

Calidad baja

 

 

No se encontraron diferencias significativas en relación al número de cesáreas practicadas al grupo de gestantes tratadas de forma profiláctica con hierro oral y el grupo de mujeres no tratadas o tratadas con placebo. (3 ECAs; 932 gestantes; RR 0,92; IC 95 % 0,48 a 1,73) (Harrison, 1985; Fleming, 1986; Ziaei, 2007)

Calidad baja

 

 

El riesgo de sufrir problemas hipertensivos durante la gestación resultó significativamente más alto en el grupo de mujeres sometidas a profilaxis con hierro en comparación con el grupo placebo. (1 ECA; 727 gestantes: RR 3,22; IC 95 % 0,89 a 11,59) (Ziaei, 2007)

Calidad baja

 

 

El riesgo de dar a luz a recién nacidos con bajo peso fue significativamente menor en el grupo de gestantes sometidas a tratamiento profiláctico con hierro en comparación con el grupo de mujeres sometidas a placebo. (2 ECAs; 547 mujeres; RR 0,31; IC 95 % 0,17 a 0,57) (Cogswell, 2003; Siega-Riz, 2005).

Calidad baja

 

 

La puntuación media de coeficiente intelectual de niños nacidos de madres sometidas a profilaxis con hierro medida con el Standford-Binet Intelligence Scale no mostró diferencias significativas en comparación con el grupo placebo o sin tratamiento. (1 ECA; 302 gestantes; DM -0,03; IC 95 % 2,47 a 2,4) (Zhou, 2006).

Calidad
muy baja

 

 

La puntuación media asignada por los profesores sobre los problemas con los compañeros medido con el cuestionario de Fortalezas y Dificultades fue significativamente mayor en niños nacidos del grupo de gestantes sometidas a profilaxis con hierro que en el grupo de madres no sometidas a tratamiento o tratadas con placebo. (1 ECA; 299 gestantes; RR 3,7; IC 95% 1,06 a 12,91) (Parsons, 2008).

Ningún estudio de los identificados evaluó los efectos secundarios del empleo de hierro como profilaxis durante la gestación.

Calidad
muy baja

 

 

Hierro versus otros compuestos de micronutrientes (que incluyen hierro)

Tan sólo se identificó una revisión sistemática (Allen, 2009) que analizase los efectos de la profilaxis con hierro de forma aislada frente a la profilaxis con múltiples micronutrientes en gestantes. Cinco (Caulfield et al., 1999; Friis et al., 2004; Muslimatun et al., 2001; O’Brien et al.,1999; Ramakrishnan et al., 2004) de los estudios incluidos en esta revisión analizaron los efectos del tratamiento profiláctico con hierro de forma aislada en comparación con el empleo profiláctico de micronutrientes, entre los cuales uno (Muslimatun et al., 2001) no proporcionó datos suficientes sobre los resultados obtenidos. Las dosis empleadas de hierro variaron entre los 30 mg diarios y los 120 mg semanales.

No se observaron diferencias significativas en el riesgo relativo de anemia entre el grupo de mujeres tratadas con micronutrientes y el grupo de mujeres en tratamiento con hierro (1 ECA; 296 gestantes; RR 0.89; IC 95 % 0,69 a 1,15). (Ramakrishnan, 2004)

Calidad
muy baja

 

 

Tampoco se encontraron diferencias significativas en relación a la concentración de hemoglobina materna en las que se llevó a cabo la profilaxis con hierro en comparación con micronutrientes múltiples. (2 ECAs; 389 gestantes; DM 1,80; IC 95 % 1,35 a 2,25) (O´Brian, 1999; Ramakrishnan, 2004).

Calidad
muy baja

 

 

Resumen de la evidencia

Calidad
muy
baja
La suplementación con hierro oral durante la gestación disminuye significativamente el riesgo de sufrir anemia (Hb<11 g/L) al final del embarazo. (Macedo, 2008).
Calidad
baja
La suplementación con hierro oral o placebo no muestra diferencias significativas en cuanto al riesgo de parto pretérmino o realización de cesárea en mujeres embarazadas. (Macedo, 2008).
Calidad
baja
La suplementación con hierro oral durante la gestación aumenta significativamente el riesgo de sufrir problemas hipertensivos durante la gestación. (Macedo, 2008).
Calidad
baja
La suplementación con hierro oral durante el embarazo disminuye significativamente el riesgo de dar a luz a recién nacidos con bajo peso. (Macedo, 2008).
Calidad
muy
baja
La suplementación con hierro oral o placebo durante el embarazo no mostró diferencias significativas en las puntuaciones para el coeficiente intelectual del/la recién nacido/a medido con la escala de inteligencia Standford-Binet. (Szajewska, 2010).
Calidad
muy
baja
La suplementación con hierro oral o con hierro asociado a otros micronutrientes no muestra diferencias significativas en cuanto al riesgo de sufrir anemia durante el embarazo. (Allen, 2009).

De la evidencia a la recomendación

Los aspectos que se consideraron para establecer la fuerza y dirección de la recomendación fueron los siguientes:

  1. La calidad de la evidencia: La calidad de la evidencia para la mayoría de variables de resultado evaluadas para el hierro como suplemento fue baja o muy baja por la existencia de resultados incompletos y/o por imprecisión de los resultados (pocos eventos o intervalos de confianza amplios).
  2. Balance entre beneficios y riesgos: Aunque se ha observado un beneficio clínico con la administración de hierro oral como suplemento durante el embarazo para disminuir el riesgo de anemia o el riesgo de recién nacidos con bajo peso, se ha observado una relación de este tipo de intervención con el riesgo de sufrir problemas hipertensivos durante el embarazo.
  3. No se localizaron estudios que analizasen los costes y uso de recursos y valores y preferencias de las gestantes.

Finalmente el grupo elaborador formuló una recomendación en contra de la intervención considerando que los beneficios sobre la disminución del riesgo de sufrir anemia al final del embarazo y el riesgo de dar a luz a fetos de bajo peso para su edad gestacional, no superaban los riesgos de sufrir problemas hipertensivos durante el embarazo. La baja calidad de los estudios motivó la fuerza débil de dicha recomendación.

Recomendación

Débil
Se sugiere no ofrecer de forma rutinaria la suplementación con hierro en mujeres gestantes.

Suplementación con yodo

Estudios epidemiológicos recientes en la población de embarazadas de diferentes CC.AA. en España muestran que la situación nutricional de yodo estimada a partir de la yoduria está por debajo del rango recomendado por la OMS durante el embarazo (Murcia, 2010).

Se ha identificado una revisión sistemática (Gavilán, 2011) que evalúa los efectos de la suplementación con yodo en mujeres embarazadas. Esta revisión sistemática incluye, a su vez, dos revisiones sistemáticas (Mahomed et al., 2006; Wu et al., 2008) sobre poblaciones de estudio procedentes de zonas con grandes deficiencias de yodo, y sólo una de ellas (Wu et al., 2008) incluyó un estudio con embarazadas (Romano, 1991) que se analizó como estudio independiente. La revisión de Mahomed y col. analizó el efecto de la suplementación con yodo en zonas con graves deficiencias de yodo. Esta revisión incluía tres ensayos clínicos en gestantes. Los resultados mostraron que el riesgo de muerte en niños/as resultó estadísticamente inferior en el grupo de gestantes sometidas a suplementación farmacológica con yodo (RR 0,71; iC 95 %, 0,56 a 0,90) y se observó un descenso en la prevalencia de cretinismo a los cuatro años (RR 0,27; IC 95 % 0,12 a 0,60), así como un mejor desarrollo psicomotor entre los 4 y los 25 años de edad. Sin embargo, y debido a la escasa aplicabilidad de estos resultados a nuestro medio, se consideró innecesario el análisis de la calidad de la evidencia de estos resultados.

Además de estas dos revisiones sistemáticas, la revisión sistemática desarrollada por Gavilán incluyó ocho estudios (cinco ensayos clínicos y tres estudios cuasiexperimentales, dos de ellos de origen nacional) desarrollados en áreas de déficit de yodo leve-moderado.

Cinco ensayos clínicos incluidos en la revisión de Gavilán (2011) analizaron el efecto de la suplementación con yodo frente a placebo en mujeres gestantes, uno mediante sal yodada y los cuatro restantes (Pedersen, 1993; Glinoer, 1995; Nohr, 2000; Antonangeli, 2002) mediante suplementos farmacológicos de yoduro potásico. La dosis utilizada de estos preparados osciló entre los 100 µg/d y los 200 µg/d de yoduro potásico y el periodo de la ingesta comprendió desde el diagnóstico de embarazo hasta el momento del parto o la lactancia. Dos de los cinco ensayos clínicos se desarrollaron a doble ciego y el periodo de seguimiento osciló entre las 14 semanas de gestación hasta los 12 meses posparto. Estos estudios valoraban diferentes resultados, muchos de ellos bioquímicos, tanto en la madre como en el feto y recién nacido.

Sal yodada versus placebo

Tan sólo un ensayo clínico de los incluidos en la revisión de Gavilán analizó el efecto de la sal yodada frente a placebo en mujeres con embarazo normal procedentes de zonas de déficit de yodo leve-moderado. La dosis de yodo administrada fue de 120-180 µg diarios, que procedieron de sal yodada, cuya concentración de yodo fue de 20 mg por kilogramo de sal.

La excreción urinaria de yodo materna en el primer trimestre de embarazo resultó superior, aunque de forma no significativa, en el grupo de gestantes que consumieron sal yodada (20 mg de yodo por kilo de sal) frente al grupo de embarazadas sometidas a placebo. (1 ECA; 35 gestantes; diferencia de medias (DM) 6,5; IC 95 % -19,7 a 32,37) (Romano, 1991).

La excreción urinaria de yodo materna durante el tercer trimestre de embarazo resultó significativamente superior en el grupo de gestantes que consumieron sal yodada (20 mg de yodo por kilo de sal) frente al grupo de embarazadas sometidas a placebo.(1 ECA; 35 gestantes; diferencia de medias (DM) 50,00 µg/l ; IC 95 % 24,78 a 75,22) (Romano, 1991).

Calidad
muy baja

 

 

En el primer trimestre de la gestación, el volumen tiroideo de las gestantes sometidas a sal yodada (20 mg de yodo por kilo de sal) resultó menor, aunque de forma no significativa, que en el grupo de gestantes sometidas a placebo. (1 ECA, 35 gestantes; diferencia de medias (DM) – 0,30 µg/l; IC 95 % -1,69 a 1,09) (Romano, 1991).

Calidad
muy baja

 

 

No se observaron diferencias significativas en cuanto a los niveles en sangre materna de TSH entre el grupo de gestantes sometidas a sal yodada (20 mg de yodo por kilo de sal) y el grupo de embarazadas sometidas a placebo. (1 ECA; 35 gestantes; No se aportan datos numéricos) (Romano, 1991).

Calidad baja

 

 

Suplementación farmacológica con yodo versus placebo

Cuatro ensayos clínicos (Romano, 1991; Pedersen; 1993; Glinoer, 1995 y Nohr, 2000) de los cinco incluidos en la revisión de Gavilán (2011) estudiaron los efectos de la suplementación farmacológica oral con yoduro potásico frente a placebo en la gestante y el/la recién nacido/a durante un periodo de tiempo comprendido entre las 14 semanas de gestación y el año posterior al nacimiento.

Dos de los tres estudios observacionales (Velasco, 2009 y Berbel, 2009) que incluyó la revisión de Gavilán, se desarrollaron en ámbito español (Sevilla y Alicante, respectivamente). Ambos estudios analizaron desenlaces relacionados con el desarrollo neurofisiológico de niños/as nacidos de madres sometidas a suplementación farmacológica con yodo.

El estudio de Berbel (2009) analizó los efectos de la suplementación con yoduro potásico en niños distribuidos en tres grupos de estudio: hijos de madres con niveles de T4 libre en la gestación a término superiores al percentil 20 (n=13), hijos de madres con hipotiroxinemia leve en la semana de gestación 12 – 14 y niveles de T4 libre superiores percentil 20 (n=12) e hijos de madres con hipotiroxinemia a término que no recibieron suplementación farmacológica con yodo durante el embarazo (grupo comparador) (n=19). Las madres de los dos primeros grupos de estudio fueron suplementados con 200 µg de yoduro potásico durante la gestación. Con el objetivo de conocer el desarrollo neurocognitivo en estos grupos de estudio se utilizó la escala de Brunet-Lézine a los 18 meses de edad.

El estudio de Velasco (2009) estudió el desarrollo psicológico de niños entre 3 y 18 meses de edad nacidos de madres suplementadas farmacológicamente con 300 µg de yoduro potásico (n=133) frente a otro grupo de niños cuyas madres no recibieron suplementación farmacológica con yodo durante la gestación (n=61). La evaluación del desarrollo psicológico se realizó en una única sesión mediante entrevista a los/las progenitores y la utilización de la escala medica Bayley Scales of Infant Development que consta, a su vez, de tres escalas: La escala de desarrollo mental (MDI), la escala de desarrollo psicomotor (PDI) y la escala de comportamiento (BRS).

Resultados maternos

La excreción urinaria materna de yodo fue más elevada en el grupo de embarazadas sometidas a la suplementación con yoduro potásico (100 – 200 µg/día) en comparación con las gestantes pertenecientes al grupo de gestantes sometidas al placebo. (2 ECAs, 89 mujeres; No se aportan datos numéricos) (Glinoer, 1995 y Pedersen, 1993).

Calidad
muy baja

 

 

El aumento en el volumen de tiroides materno al final del embarazo fue significativamente menor en el grupo de gestantes sometidas a suplementación farmacológica con yoduro potásico (100 – 200 µg/día) en comparación con el grupo de gestantes sometidas a placebo. (2 ECAs, datos correspondientes a Glinoer ya que Pedersen no proporciona datos numéricos, 120 gestantes; DM 15; IC 95 % 22,24 a 7,76) (Glinoer, 1995 y Pedersen, 1993)

Calidad
muy baja

 

 

No se detectaron diferencias significativas en relación a los niveles en suero materno de TSH en la semana 35 de gestación entre el grupo de gestantes sometidas a suplementación farmacológica con yoduro potásico (100 – 200 µg/día) y el grupo de gestantes sometidas a placebo. (3 ECAs, datos correspondientes al estudio de Nohr ya que el resto no proporciona datos numéricos, 66 gestantes; DM 0,04; IC 95 % 0,49 a 0,57) (Nohr, 2000; Glinoer, 1995 y Pedersen, 1993).

Calidad
muy baja

 

 

Los niveles de tiroglobulina en suero materno en la semana 35 de gestación fueron inferiores, aunque de forma no significativa, en el grupo de estudio de gestantes sometidas a suplementación farmacológica con yoduro potásico (100 – 200 µg/día) en comparación con las embarazadas sometidas a placebo. (3 ECAS, datos correspondientes al estudio Nohr ya que el resto no proporciona datos numéricos, 66 gestantes, DM -5,30; IC 95 % -16,59 a 5,99) (Nohr, 2000; Glinoer, 1995 y Pedersen, 1993).

Calidad
muy baja

 

 

Los niveles de yodo en leche materna en el grupo de gestantes sometidas a suplementación farmacológica con yoduro potásico (100 – -200 µg/día) resultaron significativamente superiores en comparación con los niveles de yodo en leche materna de embarazadas sometidas a placebo. (2 ECAS, 174 gestantes, DM 31,66; IC 95 % 29,1 a 34,2) (Glinoer, 1995 y Pedersen, 1993).

Calidad
muy baja

 

 

Como efectos secundarios, se analizó el riesgo de disfunción tiroidea posparto. Los resultados mostraron una tendencia no significativa en relación al riesgo de disfunción tiroidea en el grupo de gestantes sometidas a suplementación farmacológica con yoduro potásico (150 g/día) en comparación con el grupo de gestantes sometidas a placebo. (1 ECA, 46 gestantes, OR 1.71; IC 95 % 0,53 a 5,50) (Nohr, 2000).

Resultados neonatales

Calidad
muy baja

 

 

Los niveles de tiroglobulina en suero de neonatos en el grupo de gestantes sometidas a suplementación farmacológica con yoduro potásico (100 – 200 µg/día) resultaron significativamente inferiores en comparación con los niveles de tiroglobulina en suero de neonatos de embarazadas sometidas a placebo. (2 ECAS, 174 gestantes, DM 47,8; IC 95 % 50,52 a 45,08) (Glinoer, 1995 y Pedersen, 1993).

Calidad
muy baja

 

 

Los niveles de TSH en neonatos en el grupo de gestantes sometidas a suplementación farmacológica con yoduro potásico (100 – 200 µg/día) resultaron significativamente superiores en comparación con los niveles de TSH de neonatos de embarazadas sometidas a placebo. (2 ECAS, 174 gestantes, DM 0,97; IC 95 % 0,62 a 1,33) (Glinoer, 1995 y Pedersen, 1993).

Calidad
muy baja

 

 

La excreción urinaria de yodo en neonatos del grupo de gestantes sometidas a suplementación farmacológica con yoduro potásico (100 – 200 µg/día) resultó significativamente superior en comparación con el grupo de neonatos cuyas madres fueron sometidas a placebo. (2 ECAS, 174 gestantes, DM 34,04; IC 95 % 31,8 a 36,2) (Glinoer, 1995 y Pedersen, 1993).

Calidad
muy baja

 

 

El volumen de tiroides de neonatos cuyas madres fueron sometidas a la suplementación farmacológica con yoduro potásico (100 µg/día) durante el embarazo resultó significativamente inferior en comparación con el grupo de neonatos cuyas madres fueron sometidas a placebo. (1 ECA, 120 gestantes, DM 0,29; IC 95 % 0,31 a 0,27) (Glinoer, 1995).

Calidad
muy baja

 

 

Los niveles de T4 libre en neonatos cuyas madres fueron sometidas a la suplementación farmacológica con yoduro potásico (100 – 200 µg/día) durante el embarazo resultó significativamente superior en comparación con el grupo de neonatos cuyas madres fueron sometidas a placebo. (2 ECAs, 120 gestantes, DM 0,58; IC 95 % 0,41 a 0,76) (Glinoer, 1995 y Pedersen, 1993).

Calidad
muy baja

 

 

No se hallaron diferencias significativas en relación al desarrollo mental de forma independiente ni al desarrollo psicomental (medidas con la escala Bayley Scales of Infant Development) de forma conjunta entre el grupo de niños cuyas madres que recibieron suplementación farmacológica durante el embarazo con 300 µg de yoduro potásico y los hijos de madres que no recibieron dicha suplementación durante la gestación. (1 estudio observacional con grupo comparador, 194 niños, DM: 0,32; IC 95 % 4,4 a 3,40 y DM 0,18; IC 95 % 2,74 a 2,38, respectivamente) (Velasco, 2009).

Calidad
muy baja

 

 

La puntuación media a la escala PDI que medía el desarrollo psicológico infantil resultó significativamente superior en el grupo de niños nacidos de madres sometidas a 300 µg de yoduro potásico durante la gestación en comparación con el grupo de niños nacidos de madres sin suplementación farmacológica de yodo durante la gestación. (1 estudio observacional con grupo comparador, 194 niños, DM 6,09; IC 95 % 1,75 a 10,43) (Velasco, 2009).

Calidad
muy baja

 

 

La puntuación media a la escala Brunet-Lézine que medía el desarrollo neurocognitivo infantil resultó significativamente superior en el grupo de niños nacidos de madres sometidas a 200 µg de yoduro potásico durante la gestación en comparación con el grupo de niños nacidos de madres sin suplementación farmacológica de yodo durante la gestación. (1 estudio observacional con grupo comparador, 52 niños, DM 14,30; IC 95 % 7,68 a 20,92) (Berbel, 2009).

Suplementación farmacológica con yodo a dosis de 200 µg vs 50 µg

Un ensayo clínico aleatorizado incluido en la revisión de Gavilán, (2011) comparó los efectos de la suplementación farmacológica con 200 µg de yoduro potásico frente a 50 µg de yoduro potásico en un total de 67 embarazadas.

Calidad
muy baja

 

 

La excreción urinaria materna de yodo entre las 18 y 26 semanas de gestación fue significativamente más elevada en el grupo de embarazadas sometidas a la suplementación con 200 µg de yoduro potásico en comparación con el grupo de gestantes sometidas a 50 µg de yodo. (1 ECA, 67 gestantes; DM 19,0; IC 95 % 12,73 a 25,27) (Antonangeli, 2002).

Calidad
muy baja

 

 

No se encontraron diferencias significativas en relación al volumen tiroideo materno entre las 18 y 26 semanas de gestación entre el grupo de embarazadas sometidas a la suplementación con 200 µg de yoduro potásico y el grupo de gestantes sometidas a 50 µg de este compuesto. (1 ECA, 67 gestantes; DM 19,0; IC 95 % 12,73 a 25,27) (Antonangeli, 2002). Sin embargo, al final del embarazo se detectó un aumento progresivo en ambos grupos, observándose diferencias significativas en el grupo de gestantes sometidas a 200 µg de yoduro potásico. (1 ECA, 67 gestantes; No se proporcionan datos numéricos) (Antonangeli, 2002).

Calidad
muy baja

 

 

No se encontraron diferencias significativas en relación los niveles de T4 libre entre las 18 y 26 semanas de gestación entre el grupo de embarazadas sometidas a la suplementación con 200 µg de yoduro potásico y el grupo de gestantes sometidas a 50 µg de este compuesto. (1 ECA, 67 gestantes; DM 0,30; IC 95 % 0,13 a 0,47) (Antonangeli, 2002).

Calidad baja

 

 

No se encontraron diferencias significativas en relación los niveles de TSH materna entre las 18 y 26 semanas de gestación entre el grupo de embarazadas sometidas a la suplementación con 200 µg de yoduro potásico y el grupo de gestantes sometidas a 50 µg de este compuesto. (1 ECA, 67 gestantes; DM 0,00; IC 95 % -0,04 a 0,04) (Antonangeli, 2002).

Calidad
muy baja

 

 

No se encontraron diferencias significativas en relación a los niveles de tiroglobulina materna entre las 18 y 26 semanas de gestación entre el grupo de embarazadas sometidas a la suplementación con 200 µg de yoduro potásico y el grupo de gestantes sometidas a 50 µg de este compuesto. (1 ECA; 67 gestantes; DM 1,00; IC 95 % 2,28 a 4,28) (Antonangeli, 2002).

Calidad
muy baja

 

 

En relación a los efectos secundarios, se analizó el riesgo de disfunción tiroidea posparto. No se observaron diferencias significativas entre el grupo de gestantes sometidas a suplementación farmacológica con yoduro potásico y el grupo de gestantes sometidas a placebo. (1 ECA, 46 gestantes, RR 0,73; IC 95 % 0,13 a 4,09) (Antonangeli, 2002). No se detectaron otros efectos secundarios.

Calidad
muy baja

 

 

Por otra parte, estudios epidemiológicos más recientes llevados a cabo en el conjunto de España y en algunas CCAA han puesto de manifiesto que tanto la población infantil como la adulta ha superado la deficiencia levemoderada de yodo que venían padeciendo de forma secular y se han alcanzado ingestas de yodo suficientes en toda la población infantil y en el subgrupo de la población constituido por las personas adultas que consumen sal yodada, incluidas las mujeres en edad fértil (Delgado, 2004; Donnay, 2012; Soriguer, 2012; Arrizabalaga, 2012 y Arena, 2012). Este cambio en el estado de nutrición con respecto al yodo es atribuible al incremento en la utilización de sal yodada y, sobre todo, al aumento del contenido de yodo en la leche de vaca (Soriguer, 2011).

El grupo sobre Trastornos por Deficiencia de Yodo y Disfunción Tiroidea de la Sociedad Española de Endocrinología y Nutrición (Soriguer, 2013) recomienda que en los casos en los que no se cubran los requerimientos nutricionales de yodo a través de la dieta (en gestantes, 3 raciones de leche y derivados lácteos +2 gr de sal yodada cubren alrededor del 100 % de las cantidades diarias recomendadas (RDA) de yodo y en madres lactantes el 90 %), se recomienda la administración de suplementos farmacológicos de yoduro potásico asociados a ácido fólico.

Calidad
muy baja

 

 

Debido a que el/la recién nacido/a tiene un limitado depósito de vitamina moderada K, de manera especial en aquellos que realizan una lactan mejorar los parámetros bioquímicos del estado de coagulación

Calidad
muy baja

 

 

Resumen de la evidencia

Sal yodada frente a placebo
Calidad
muy
baja
La suplementación con sal yodada durante el embarazo (20 mg de yodo por kilo de sal) umenta de forma significativa durante el tercer trimestre del embarazo, la excreción rinaria materna de yodo en comparación con la ausencia de suplementación (Romano, 1991).
Calidad
muy
baja
La suplementación con sal yodada durante el embarazo (20 mg de yodo por kilo de sal) aumenta, aunque de forma no significativa, la excreción urinaria materna de yodo y disminuye, aunque tampoco de forma significativa, el volumen tiroideo materno durante el primer trimestre de la gestación. (Romano, 1991).
Calidad
muy
baja
No se observaron diferencias significativas en cuanto a los niveles en sangre materna de TSH entre el grupo de gestantes sometidas a sal yodada (20 mg de yodo por kilo de sal) y el grupo de embarazadas sometidas a placebo. (Romano, 1991).
Suplementación farmacológica con yoduro potásico frente a placebo
Resultados maternos
Calidad
muy
baja
La suplementación farmacológica con 100 – 200 µg/día de yodo a partir de preparados de yoduro potásico durante el embarazo aumenta de forma significativa las concentraciones de yodo en leche materna en comparación con la ausencia de suplementación (Glinoer, 1995 y Pedersen, 1993).
Calidad
muy
baja
La suplementación farmacológica con 100 – 200 µg/día de yodo a partir de preparados de yoduro potásico durante el embarazo reduce de forma significativa el aumento de volumen de tiroides materno al final del embarazo en comparación con la ausencia de suplementación (Glinoer, 1995 y Pedersen, 1993).
Calidad
muy
baja
No se observaron diferencias significativas en cuanto a los niveles en sangre materna de TSH y tiroglobulina en la semana 35 de gestación o la excreción urinaria materna de yodo entre el grupo de gestantes sometidas a suplementación farmacológica con 150 µg/día de yodo a partir de preparados de yoduro potásico y el grupo de embarazadas sometidas a placebo. (Nohr, 2000; Glinoer, 1995 y Pedersen, 1993).
Calidad
muy
baja
La suplementación farmacológica con 150 µg/día de yodo a partir de preparados de yoduro potásico durante el embarazo aumenta, aunque de forma no significativa, el riesgo de disfunción tiroidea posparto en comparación con la ausencia de suplementación. (Nohr, 2000).
Resultados neonatales
Calidad
muy
baja
La suplementación farmacológica con 100 – 200 µg/día de yodo a partir de preparados de yoduro potásico durante el embarazo disminuye de forma significativa los niveles de tiroglobulina en suero de neonatos en comparación con la ausencia de suplementación. (Glinoer, 1995 y Pedersen, 1993).
Calidad
baja
La suplementación farmacológica con yoduro potásico (100 µg/día) durante el embarazo disminuye de forma significativa el volumen tiroideo de neonatos en comparación con la ausencia de suplementación. (Glinoer, 1995).
Calidad
muy
baja
La suplementación farmacológica con 100 – 200 µg/día de yodo a partir de preparados de yoduro potásico durante el embarazo aumenta de forma significativa los niveles de TSH y T4 libre y la excreción urinaria de yodo en neonatos, en comparación con la ausencia de suplementación. (Glinoer, 1995 y Pedersen, 1993).
Calidad
muy
baja
La suplementación farmacológica con 200 – 300 µg/día de yodo a partir de preparados de yoduro potásico durante el embarazo aumenta de forma significativa el desarrollo psicológico (medido con la escala Bayley Scales of Infant Development) y neurocognitivo (medido con la escala Brunet- Lézine) en comparación con la ausencia de suplementación. Sin embargo, la valoración conjunta del desarrollo mental y psicológico no proporcionó diferencias significativas. (Velasco, 2009 y Berbel, 2009).
Suplementación farmacológica con yodo a dosis de 200 µg/día vs. 50 µg/día
Calidad
muy
baja
La suplementación farmacológica con 200 µg/día de yoduro potásico durante el embarazo aumenta de forma significativa la excreción urinaria materna de yodo en comparación con la ausencia de suplementación. (Antonangeli, 2002).
Calidad
baja
La suplementación farmacológica con 200 µg/día de yoduro potásico durante el embarazo aumenta de forma significativa el volumen tiroideo materno al final del embarazo en comparación con la ausencia de suplementación. (Antonangeli ,2002).
Calidad
muy
baja
No se observaron diferencias significativas en cuanto a los niveles en sangre materna de T4 libre, TSH y tiroglobulina entre las 18 y 26 semanas de gestación entre el grupo de gestantes sometidas a suplementación farmacológica con yoduro potásico (150 µg/día) y el grupo de embarazadas sometidas a placebo. (Antonangeli, 2002).

De la evidencia a la recomendación

Los aspectos considerados por el grupo elaborador para establecer la fuerza y dirección de la recomendación fueron los siguientes:

  1. Calidad de la evidencia. Se ha disminuido la calidad de la evidencia en la mayoría de variables de resultado evaluadas por limitaciones en el diseño de los estudios (ausencia de información sobre la existencia de cegamiento), datos indirectos (variables intermedias) y/o por imprecisión de los resultados (pocos eventos o intervalos de confianza amplios).
  2. Balance entre beneficios y riesgos. Se ha observado un beneficio clínico con la suplementación con yodo durante el embarazo en cuanto a mejoras en el desarrollo psicológico y neurocognitivo infantil. Por otra parte, como efecto secundario derivado de la suplementación con yodo, únicamente se ha recogido la existencia de disfunción tiroidea posparto, que no ha demostrado diferencias significativas frente a grupos de estudios no suplementados en los estudios incluidos. Sin embargo, estos resultados clínicos proceden de estudios observacionales realizados en áreas con deficiencia moderada o leve, no en áreas yodosuficientes.
  3. No se identificaron estudios que analizasen resultados sobre el uso de recursos y coste o sobre los valores y preferencias de las gestantes.

Finalmente, el grupo elaborador consideró formular una recomendación a favor de la intervención en un subgrupo específico de la población, teniendo en cuenta que existe una asociación entre la suplementación farmacológica con yodo durante el embarazo y resultados clínicos positivos sobre el desarrollo psicológico y neurocognitivo infantiles en poblaciones con deficiencia de yodo leve-moderada, y que en España, en mujeres en edad fértil que no utilizan sal yodada, la ingesta de yodo se halla en una situación limítrofe. La recomendación se formuló como débil por la baja calidad de la evidencia que la sustenta.

Recomendación

Débil
Se sugiere la suplementación farmacológica durante la gestación con yoduro potásico a dosis de 200 µg/día en aquellas mujeres que no alcanzan las cantidades diarias recomendadas de ingesta de yodo con su dieta (3 raciones de leche y derivados lácteos + 2 g de sal yodada).

Suplementación con ácido fólico

Acido fólico (sólo o en combinación con otros suplementos) frente a placebo/no tratamiento/otros micronutrientes

Se han identificado dos revisiones sistemáticas (RS) (De-Regil, 2010 y Wolff, 2009) que evalúan el efecto y la seguridad de la suplementación con ácido fólico en la prevención de defectos neonatales frente a placebo. La primera de ellas está basada en ensayos aleatorios (ECA) o cuasialeatorios, mientras que la segunda se ha desarrollado a partir de estudios observacionales. Se ha seleccionado la RS de De-Regil (2010) (RS Cochrane) por ser la más actualizada y la de mayor calidad metodológica (valorado mediante el instrumento AMSTAR).

La RS de De-Regil (2010) incluyó cinco ECA en los que se incluyen comparaciones en las que además del placebo o la ausencia de tratamiento se ha considerado la administración de otros micronutrientes. En todos ellos se administró el ácido fólico de forma diaria, en un ensayo las mujeres recibieron dosis inferiores a 400 µg, mientras que en el riesgo las mujeres consumieron 0,8 mg y 4 mg. En tres de todos los estudios incluidos incluidos, las gestantes comenzaron la suplementación con ácido fólico antes de la gestación y la interrumpieron a las 12 semanas de embarazo.

El riesgo de dar a luz a recién nacidos/as con defectos del tubo neural en el grupo de estudio de embarazadas sometidas a suplementación diaria de ácido fólico resultó significativamente inferior que en el grupo de estudio sometido a placebo, sin tratamiento o en suplementación con otros micronutrientes (5 ECA; 6.105 gestantes, RR 0.28; IC 95 % 0,15 a 0,52) (De-Regil, 2010).

Calidad baja

 

 

El riesgo de dar a luz a recién nacidos/as con paladar hendido en el grupo de estudio de embarazadas sometidas a suplementación diaria de ácido fólico resultó inferior que en el grupo de estudio sometido a placebo, sin tratamiento o en suplementación con otros micronutrientes, aunque de forma no significativa. (3 ECA, 5.715 gestantes, RR 0,66; IC 95 % 0,11 a 3,92) (De-Regil, 2010).

Calidad
muy baja

 

 

No se hallaron diferencias significativas en cuanto al riesgo de dar a luz a recién nacidos/as con labio leporino en el grupo de estudio de embarazadas sometidas a suplementación diaria de ácido fólico y el grupo de estudio sometido a placebo, sin tratamiento o en suplementación con otros micronutrientes. (3 ECA, 5.715 gestantes, RR 1,00; IC 95 % 0,27 a 3,74) (De-Regil, 2010).

Calidad
muy baja

 

 

El riesgo de dar a luz a recién nacidos/as con defectos congénitos cardiovasculares en el grupo de estudio de embarazadas sometidas a suplementación diaria de ácido fólico resultó inferior que en el grupo de estudio sometido a placebo, sin tratamiento o en suplementación con otros micronutrientes, aunque de forma no significativa. (3 ECA, 5.715 gestantes, RR 0,55; IC 95 % 0,27 a 1,14) (De-Regil, 2010).

Calidad
muy baja

 

 

El riesgo de dar a luz a recién nacidos/as con otros defectos congénitos en el grupo de estudio de embarazadas sometidas a suplementación diaria de ácido fólico resultó inferior que en el grupo de estudio sometido a placebo, sin tratamiento o en suplementación con otros micronutrientes, aunque de forma no significativa. (3 ECA, 5.715 gestantes, RR 0,72; IC 95 % 0,48 a 1,07) (De-Regil, 2010).

Calidad
muy baja

 

 

El riesgo de aborto en el grupo de estudio de embarazadas sometidas a suplementación diaria de ácido fólico fue más elevado que en el grupo de estudio sometido a placebo, sin tratamiento o en suplementación con otros micronutrientes, aunque de forma no significativa. (5 ECA, 7.618 gestantes, RR 1,10; intervalo de confianza IC 95 % 0,97 a 1,26) (De-Regil, 2010).

Calidad
muy baja

 

 

El riesgo de muerte fetal en el grupo de estudio de embarazadas sometidas a suplementación diaria de ácido fólico resultó inferior que en el grupo de estudio sometido a placebo, sin tratamiento o en suplementación con otros micronutrientes, aunque de forma no significativa. (4 ECA; 5.994 gestantes, riesgo relativo RR 0,96; IC 95 % 0,51 a 1,83) (De-Regil, 2010).

Calidad
muy baja

 

 

El riesgo de finalización del embarazo por alteraciones fetales resultó significativamente inferior en el grupo de estudio de embarazadas sometidas a suplementación diaria de ácido fólico que en el grupo de estudio sometido a placebo, sin tratamiento o en suplementación con otros micronutrientes. (4 ECA, 5.908 gestantes, RR 0,30; IC 95 % 0,16 a 0,54) (De-Regil, 2010).

Calidad
muy baja

 

 

El riesgo de dar a luz recién nacidos/as con bajo peso fue menor en el grupo de estudio de embarazadas sometidas a suplementación diaria de ácido fólico que en el grupo de estudio sometido a placebo, sin tratamiento o en suplementación con otros micronutrientes, aunque de forma no significativa. (1 ECA, 186 gestantes, RR 0,80; IC 95 % 0,39 a 1,64) (De-Regil, 2010).

Calidad
muy baja

 

 

El riesgo de gestación múltiple fue mayor en el grupo de estudio de embarazadas sometidas a suplementación diaria de ácido fólico que en el grupo de estudio sometido a placebo, sin tratamiento o en suplementación con otros micronutrientes, aunque de forma no significativa. (3 ECA, 6.239 gestantes, RR 1,32; IC 95 % 0,88 a 1,98) (De-Regil, 2010).

Calidad
muy baja

 

 

Ácido fólico de forma aislada frente a placebo/no tratamiento

Se ha identificado una revisión sistemática (RS) (De-Regil, 2010 y Wolff, 2009) que evalúa el efecto y la seguridad de la suplementación con ácido fólico en la prevención de defectos neonatales frente a placebo. Dicha revisión incluyó cinco ECA en los que se incluyen comparaciones en las que además del placebo o la ausencia de tratamiento se ha considerado la administración de otros micronutrientes. En todos ellos se administró el ácido fólico de forma diaria, en un ensayo las mujeres recibieron dosis inferiores a 400 µg, mientras que en el riesgo las mujeres consumieron 0,8 mg y 4 mg. En tres de todos los estudios incluidos, las gestantes comenzaron la suplementación con ácido fólico antes de la gestación y la interrumpieron a las 12 semanas de embarazo.

El riesgo de dar a luz a recién nacidos/as con defectos del tubo neural en el grupo de estudio de embarazadas sometidas a suplementación diaria de ácido fólico resultó inferior que en el grupo de estudio sometido a placebo o sin tratamiento, aunque de forma no significativa. (2 ECA, 299 gestantes, RR 0,32; intervalo de confianza (IC) 95 % 0,08 a 1,34) (De- Regil, 2010).

Calidad
muy baja

 

 

El riesgo de dar a luz a recién nacidos/as con defectos congénitos cardiovasculares en el grupo de estudio de embarazadas sometidas a suplementación diaria de ácido fólico resultó inferior que en el grupo de estudio sometido a placebo o sin tratamiento, aunque de forma no significativa. (1 ECA, 188 gestantes, RR 0,40; intervalo de confianza (IC) 95 % 0,02 a 9,77) (De-Regil, 2010).

Calidad
muy baja

 

 

El riesgo de dar a luz a recién nacidos/as con otros defectos congénitos en el grupo de estudio de embarazadas sometidas a suplementación diaria de ácido fólico resultó inferior que en el grupo de estudio sometido a placebo o sin tratamiento, aunque de forma no significativa. (1 ECA, 188 gestantes, RR 0,61; intervalo de confianza (IC) 95 % 0,06 a 6,57) (De- Regil, 2010).

Calidad
muy baja

 

 

El riesgo de aborto en el grupo de estudio de embarazadas sometidas a suplementación diaria de ácido fólico fue más elevado que en el grupo de estudio sometido a placebo o sin tratamiento, aunque de forma no significativa. (2 ECA, 299 gestantes, RR 1,66; intervalo de confianza (IC) 95 % 0,66 a 4,18) (De-Regil, 2010).

Calidad
muy baja

 

 

El riesgo de muerte fetal en el grupo de estudio de embarazadas sometidas a suplementación diaria de ácido fólico resultó inferior que en el grupo de estudio sometido a placebo o sin tratamiento, aunque de forma no significativa. (1 ECA, 188 gestantes, RR 0,13; intervalo de confianza (IC) 95 % 0,01 a 2,46) (De-Regil, 2010).

Calidad
muy baja

 

 

El riesgo de finalización del embarazo por alteraciones fetales resultó inferior en el grupo de estudio de embarazadas sometidas a suplementación diaria de ácido fólico que en el grupo de estudio sometido a placebo o sin tratamiento, aunque de forma no significativa. (1 ECA, 111 gestantes, RR 0,28; intervalo de confianza (IC) 95 % 0,01 a 6,83) (De- Regil, 2010).

No se informó sobre otros eventos adversos en relación a los tratamientos evaluados. (De-Regil, 2010)

Ácido fólico en combinación con otros micronutrientes frente a placebo/no tratamiento

Se ha identificado una revisión sistemática (RS) (De-Regil, 2010 y Wolff, 2009) que evalúa el efecto y la seguridad de la suplementación con ácido fólico en la prevención de defectos neonatales frente a placebo. Dicha revisión incluyó cinco ECA en los que se incluyen comparaciones en las que además del placebo o la ausencia de tratamiento se ha considerado la administración de otros micronutrientes. En todos ellos se administró el ácido fólico de forma diaria, en un ensayo las mujeres recibieron dosis inferiores a 400 µg, mientras que en el riesgo las mujeres consumieron 0,8 mg y 4 mg. En tres de todos los estudios incluidos, las gestantes comenzaron la suplementación con ácido fólico antes de la gestación y la interrumpieron a las 12 semanas de embarazo.

Calidad
muy baja

 

 

El riesgo de dar a luz a recién nacidos/as con defectos del tubo neural en el grupo de estudio de embarazadas sometidas a suplementación diaria de ácido fólico en combinación con otros micronutrientes resultó inferior que en el grupo de estudio sometido a placebo o sin tratamiento, aunque de forma no significativa. (1 ECA, 190 gestantes, RR 0,17; IC 95 % 0,01 a 3,22) (De- Regil, 2010).

Calidad
muy baja

 

 

El riesgo de dar a luz a recién nacidos/as con defectos congénitos cardiovasculares en el grupo de estudio de embarazadas sometidas a suplementación diaria de ácido fólico en combinación con otros micronutrientes resultó significativamente inferior que en el grupo de estudio sometido a placebo o sin tratamiento. (1 ECA, 190 gestantes, RR 0,39; IC 95 % 0,02 a 9,55) (De-Regil, 2010).

Calidad
muy baja

 

 

El riesgo de dar a luz a recién nacidos/as otros defectos congénitos en el grupo de estudio de embarazadas sometidas a suplementación diaria de ácido fólico en combinación con otros micronutrientes resultó superior que en el grupo de estudio sometido a placebo o sin tratamiento, aunque de forma no significativa. (1 ECA, 190 gestantes, RR 1,18; IC 95 % 0,17 a 8,23) (De-Regil, 2010).

Calidad
muy baja

 

 

El riesgo de aborto en el grupo de estudio de embarazadas sometidas a suplementación diaria de ácido fólico en combinación con otros micronutrientes fue más elevado que en el grupo de estudio sometido a placebo o sin tratamiento, aunque de forma no significativa. (1 ECA, 190 gestantes, RR 5,91; IC 95 % 0,29 a 121,46) (De-Regil, 2010).

Calidad
muy baja

 

 

El riesgo de muerte fetal en el grupo de estudio de embarazadas sometidas a suplementación diaria de ácido fólico en combinación con otros micronutrientes resultó inferior que en el grupo de estudio sometido a placebo o sin tratamiento, aunque de forma no significativa. (1 ECA, 190 gestantes, RR 0,13; IC 95 % 0,01 a 2,41) (De-Regil, 2010).

Calidad
muy baja

 

 

No se informó sobre otros eventos adversos en relación a los tratamientos evaluados. (De-Regil, 2010).

Ácido fólico en combinación con otros micronutrientes frente a otros micronutrientes

Se ha identificado una RS (De-Regil, 2010) que evalúa el efecto y la seguridad de la suplementación con ácido fólico en la prevención de defectos neonatales frente a placebo. Dicha revisión incluyó cinco ECA en los que se incluyen comparaciones en las que además del placebo o la ausencia de tratamiento se ha considerado la administración de otros micronutrientes. En todos ellos se administró el ácido fólico de forma diaria, en un ensayo las mujeres recibieron dosis inferiores a 400 µg, mientras que en el resto las mujeres consumieron 0,8 mg y 4 mg. En tres de los estudios incluidos, las gestantes comenzaron la suplementación con ácido fólico antes de la gestación y la interrumpieron a las 12 semanas de embarazo.

El riesgo de dar a luz a recién nacidos/as con defectos del tubo neural en el grupo de estudio de embarazadas sometidas a suplementación diaria de ácido fólico resultó significativamente inferior que en el grupo de estudio en suplementación con otros micronutrientes. (4 ECA, 5.806 gestantes, RR 0,9; IC 95 % 0,15 a 0,56) (De-Regil, 2010).

Calidad
muy baja

 

 

El riesgo de dar a luz a recién nacidos/as con paladar hendido en el grupo de estudio de embarazadas sometidas a suplementación diaria de ácido fólico en combinación con otros micronutrientes resultó inferior que en el grupo de estudio en suplementación con otros micronutrientes, aunque de forma no significativa. (3 ECA, 5.527 gestantes, riesgo RR 0,66; IC 95 % 0,11 a 3,92) (De-Regil, 2010).

Calidad
muy baja

 

 

El riesgo de dar a luz a recién nacidos/as con labio leporino en el grupo de estudio de embarazadas sometidas a suplementación diaria de ácido fólico en combinación con otros micronutrientes resultó inferior que en el grupo de estudio en suplementación con otros micronutrientes, aunque de forma no significativa. (3 ECA, 5.527 gestantes, RR 0,99; IC 95 % 0,27 a 3,65) (De-Regil, 2010).

Calidad
muy baja

 

 

El riesgo de dar a luz a recién nacidos/as con defectos congénitos cardiovasculares en el grupo de estudio de embarazadas sometidas a suplementación diaria de ácido fólico en combinación con otros micronutrientes resultó inferior que en el grupo de estudio en suplementación con otros micronutrientes, aunque de forma no significativa. (3 ECA, 5.527 gestantes, RR 0,98; IC 95 % 0,43 a 2,22)(De- Regil, 2010).

Calidad
muy baja

 

 

El riesgo de dar a luz a recién nacidos/as con otros defectos congénitos en el grupo de estudio de embarazadas sometidas a suplementación diaria de ácido fólico en combinación con otros micronutrientes resultó inferior que en el grupo de estudio en suplementación con otros micronutrientes, aunque de forma no significativa. (3 ECA, 5.715 gestantes, RR 0,75; IC 95 % 0,50 a 1,12) (De-Regil, 2010).

Calidad
muy baja

 

 

El riesgo de aborto en el grupo de estudio de embarazadas sometidas a suplementación diaria de ácido fólico en combinación con otros micronutrientes fue significativamente inferior que en el grupo de estudio en suplementación con otros micronutrientes, aunque de forma no significativa. (5 ECA, 7.319 gestantes, RR 1,10; IC 95 % 0,96 a 1,26) (De- Regil, 2010).

Calidad
muy baja

 

 

El riesgo de muerte fetal en el grupo de estudio de embarazadas sometidas a suplementación diaria de ácido fólico en combinación con otros micronutrientes resultó superior que en el grupo de estudio en suplementación con otros micronutrientes, aunque de forma no significativa. (4 ECA, 5.994 gestantes, RR 1,36; IC 95 % 0,68 a 2,75) (De- Regil, 2010).

Calidad
muy baja

 

 

El riesgo de gestación múltiple fue mayor en el grupo de estudio de embarazadas sometidas a suplementación diaria de ácido fólico en combinación con otros micronutrientes que en el grupo de estudio en suplementación con otros micronutrientes, aunque de forma no significativa. (3 ECA, 6.239 gestantes, RR 1,32; IC 95 % 0,88 a 1,98) (De- Regil, 2010).

Calidad
muy baja

 

 

El riesgo de finalización del embarazo por alteraciones fetales resultó significativamente inferior en el grupo de estudio de embarazadas sometidas a suplementación diaria de ácido fólico en combinación con otros micronutrientes que en el grupo de estudio en suplementación con otros micronutrientes. (3 ECA, 5.797 gestantes, RR 0,30; IC 95 % 0,16 a 0,55) (De-Regil, 2010).

Calidad
muy baja

 

 

El riesgo de dar a luz recién nacidos/as con bajo peso fue menor en el grupo de estudio de embarazadas sometidas a suplementación diaria de ácido fólico en combinación con otros micronutrientes que en el grupo de estudio en suplementación con otros micronutrientes, aunque de forma no significativa. (1 ECA, 186 gestantes, RR 0,80; IC 95 % 0,39 a 1,64) (De-Regil, 2010).

Calidad
muy baja

 

 

Ácido fólico en combinación con hierro frente a múltiples micronutrientes

Se han identificado 2 RS (Haider, 2009 y Haider, 2011) que evalúan el efecto y la seguridad de la suplementación con ácido fólico asociado al hierro en la prevención de defectos neonatales frente a placebo. Todas están basadas en ensayos aleatorios (ECA).

La RS Haider, (2009) incluyó nueve ECA, de los cuales seis evaluaron la suplementación de múltiples micronutrientes frente a la suplementación con uno o dos micronutrientes. La composición de los múltiples micronutrientes difirió entre los estudios, y aunque todos los suplementos se administraron via oral a las embarazadas, el tiempo de seguimiento del mismo fue diferente entre los estudios (primer trimestre del embarazo, segundo trimestre o ambos). La RS llevada a cabo por este mismo autor en 2011 incluyó un total de 14 ECA. Doce de los estudios incluidos utilizaron como comparador de múltiples micronutrientes una fórmula llamada UNIMMAP, mientras que en el resto fueron similares salvo una pequeña variación en la dosis de hierro y ácido fólico. En este estudio se consideraron tres de las variables de resultado utilizadas en la RS citada anteriormente.

La RS desarrollada por Imdad et al. (2011), incluyó un total de 13 ensayos clínicos aleatorizados o cuasialeatorizados que analizó el riesgo de muerte fetal como variable de resultado.

El riesgo de dar a luz a recién nacidos/as pretérmino en el grupo de estudio de embarazadas sometidas a suplementación diaria de ácido fólico combinado con hierro resultó inferior que en el grupo de estudio sometido a suplementación con múltiples micronutrientes, aunque de forma no significativa. (4 ECA, 3.669 gestantes, RR 0,88; IC 95 % 0,76 a 1,03) (Haider, 2009).

Calidad
muy baja

 

 

El riesgo de dar a luz a recién nacidos/as con baja talla para edad gestacional en el grupo de estudio de embarazadas sometidas a suplementación diaria de ácido fólico combinado con hierro resultó significativamente inferior que en el grupo de estudio sometido a suplementación con múltiples micronutrientes. (14 ECA, 2.019 gestantes, RR 0,91; IC 95 % 0,86 a 0,96) (Haider, 2011).

Calidad
muy baja

 

 

El riesgo de dar a luz a recién nacidos/as con bajo peso en el grupo de estudio de embarazadas sometidas a suplementación diaria de ácido fólico combinado con hierro resultó inferior que en el grupo de estudio sometido a suplementación con múltiples micronutrientes, aunque de forma no significativa. (4 ECA, 3576 gestantes, RR 0,94; IC 95 % 0,83 a 1,06) (Haider, 2009).

Calidad
muy baja

 

 

El riesgo de mortalidad perinatal en el grupo de estudio de embarazadas sometidas a suplementación diaria de ácido fólico combinado con hierro resultó superior que en el grupo de estudio sometido a suplementación con múltiples micronutrientes, aunque de forma no significativa. (9 ECA, 6.603 gestantes, RR 1,05; IC 95 % 0,92 a 1,19) (Haider, 2011).

Calidad
muy baja

 

 

El riesgo de anemia materna en el tercer trimestre de gestación en el grupo de estudio de embarazadas sometidas a suplementación diaria de ácido fólico combinado con hierro resultó superior que en el grupo de estudio sometido a suplementación con múltiples micronutrientes, aunque de forma no significativa. (1 ECA, 347 gestantes, RR 1,03; IC 95 % 0,87 a 1,22) (Haider, 2011).

Calidad
muy baja

>

 

 

El riesgo de malformaciones congénitas (incluyendo los defectos del tubo neural) en el grupo de estudio de embarazadas sometidas a suplementación diaria de ácido fólico combinado con hierro resultó inferior que en el grupo de estudio sometido a suplementación con múltiples micronutrientes, aunque de forma no significativa. (1 ECA, 347 gestantes, RR 0,99; IC 95 % 0,14 a 7,05) (Haider, 2009).

Calidad
muy baja

 

 

El riesgo de muerte fetal en el grupo de estudio de embarazadas sometidas a suplementación diaria de ácido fólico combinado con hierro resultó inferior que en el grupo de estudio sometido a suplementación con múltiples micronutrientes, aunque de forma no significativa. (1 ECA, 347 gestantes, RR 0,98; IC 95 % 0,88 a 1,10) (Imdad et al., 2011).

Calidad
muy baja

 

 

Resumen de la evidencia

Acido fólico (sólo o en combinación con otros suplementos) frente a placebo/no
tratamiento/otros micronutrientes
Calidad
muy baja
La suplementación diaria con ácido fólico durante el embarazo, ya sea de forma aislada o en combinación con otros suplementos, disminuye significativamente el riesgo de dar a luz a recién nacidos/as con defectos del tubo neural y la finalización del embarazo por malformaciones fetales. (De-Regil, 2010).
Calidad
muy baja
La suplementación diaria con ácido fólico durante el embarazo, ya sea de forma aislada o en combinación con otros suplementos, disminuye de forma no significativa el riesgo de dar a luz a recién nacidos/as con paladar hendido, defectos congénitos (cardiovasculares o de otro tipo) o con bajo peso, así como el riesgo de muerte fetal. (De-Regil, 2010).
Calidad
muy baja
La suplementación diaria con ácido fólico durante el embarazo, ya sea de forma aislada o en combinación con otros suplementos, no muestra diferencias en relación al riesgo de dar a luz a recién nacidos/as con labio leporino. (De-Regil, 2010).
Calidad
muy baja
La suplementación diaria con ácido fólico durante el embarazo, ya sea de forma aislada o en combinación con otros suplementos, aumenta de forma no significativa el riesgo de aborto y de gestación múltiple. (De-Regil, 2010) .
Acido fólico de forma aislada frente a placebo/no tratamiento
Calidad
muy baja
La suplementación diaria con ácido fólico de forma aislada durante el embarazo disminuye de forma no significativa el riesgo de defectos del tubo neural, de defectos congénitos (cardiovasculares o de otro tipo), de muerte fetal o de finalización de la gestación por alteraciones fetales. (De-Regil, 2010).
Calidad
muy baja
La suplementación diaria con ácido fólico de forma aislada durante el embarazo aumenta de forma no significativa el riesgo de aborto. (De-Regil, 2010).
Acido fólico combinado con otros micronutrientes frente a placebo/no tratamiento
Calidad
muy baja
La suplementación diaria con ácido fólico combinado con otros micronutrientes durante el embarazo, disminuye significativamente el riesgo de dar a luz a recién nacidos/as con defectos congénitos cardiovasculares. (De-Regil, 2010).
Calidad
muy baja
La suplementación diaria con ácido fólico combinado con otros micronutrientes durante el embarazo, disminuye de forma no significativa el riesgo de dar a luz a recién nacidos/as con defectos del tubo neural y de muerte fetal. (De-Regil, 2010).
Calidad
muy baja
La suplementación diaria con ácido fólico combinado con otros micronutrientes durante el embarazo, aumenta de forma no significativa el riesgo de dar a luz a recién nacidos/as con otros defectos congénitos y de aborto. (De-Regil, 2010).
Acido fólico combinado con otros micronutrientes frente a otros micronutrientes
Calidad
muy baja
La suplementación diaria con ácido fólico combinado con otros micronutrientes durante el embarazo, disminuye significativamente el riesgo de dar a luz a recién nacidos/as con defectos del tubo neural y el riesgo de finalización del embarazo por defectos congénitos del/la recién nacido/a frente a la suplementación con otros micronutrientes. (De-Regil, 2010).
Calidad
muy baja
La suplementación diaria con ácido fólico combinado con otros micronutrientes durante el embarazo, disminuye de forma no significativa el riesgo de dar a luz a recién nacidos/as con paladar hendido, labio leporino, defectos congénitos (cardiovasculares o de otro tipo), de aborto o de bajo peso para edad gestacional frente a la suplementación con otros micronutrientes. (De-Regil, 2010).
Calidad
muy baja
La suplementación diaria con ácido fólico combinado con otros micronutrientes durante el embarazo, aumenta de forma no significativa el riesgo de muerte fetal y gestación múltiple frente a la suplementación con otros micronutrientes. (De-Regil, 2010).
Acido fólico combinado con hierro frente a otros micronutrientes
Calidad
baja
La suplementación diaria con ácido fólico combinado con hierro durante el embarazo, disminuye significativamente el riesgo de dar a luz a recién nacidos/as con baja talla para edad gestacional frente a la suplementación con otros micronutrientes. (Haider, 2009, 2009 2 /id, 2011, 2011 8 /id}).
Calidad
muy baja
La suplementación diaria con ácido fólico combinado con hierro durante el embarazo, disminuye de forma no significativa el riesgo de dar a luz a recién nacidos/as con bajo peso, pretérmino, con malformaciones congénitas (incluyendo los defectos del tubo neural) y de muerte fetal frente a la suplementación con otros micronutrientes. (Haider, 2009 y Hayder, 2011).
Calidad
muy baja
La suplementación diaria con ácido fólico combinado con hierro durante el embarazo, aumenta de forma no significativa el riesgo de muerte perinatal y de anemia materna en el tercer trimestre de gestación frente a la suplementación con otros micronutrientes. (Haider, 2009 y Hayder, 2011).

De la evidencia a la recomendación

La fuerza y dirección de la recomendación fue establecida en función de los siguientes aspectos:

  1. Calidad de la evidencia. Se ha disminuido la calidad de la evidencia en la mayoría de los desenlaces de interés evaluados para la suplementación con ácido fólico por limitaciones en el diseño de los estudios, y una gran inconsistencia entre sus resultados, además de la imprecisión de los resultados (pocos eventos o intervalos de confianza amplios).
  2. Balance entre beneficios y riesgos. Se ha observado un beneficio clínico con la suplementación de ácido fólico durante el embarazo aunque aún se dispone de evidencia limitada en relación a la pauta óptima (vía de administración, dosis y duración del tratamiento) o los eventos adversos según fármaco y régimen de tratamiento.
  3. Costes y uso de recursos: Se han identificado dos estudios sobre el costeefectividad de la suplementación con ácido fólico durante la gestación (Yi et al., 2011, y Wolf et al., 2009a) en los que se concluye que los beneficios de la prevención de los defectos del tubo neural con ácido fólico superan el coste derivado del mismo.
  4. No se identificaron estudios que analizasen los valores y preferencias de las gestantes en relación a la suplementación con ácido fólico.

El grupo elaborador formuló una recomendación a favor considerando que la suplementación diaria con ácido fólico ha mostrado disminuir de forma significativa la incidencia de recién nacidos con defectos del tubo neural y la finalización del embarazo por malformaciones fetales. A pesar de que se ha considerado la posibilidad de una asociación entre la ingesta de ácido fólico y el cáncer colorrectal (Eurocat, 2009), se considera que la falta de evidencia al respecto en los estudios analizados no justifica que este efecto indeseable suponga una limitación a la hora de determinar la fortaleza de la recomendación. Aunque los hallazgos que relacionan la suplementación diaria con ácido fólico con un aumento del riesgo de aborto sí podrían disminuir la fortaleza de la recomendación, estos hallazgos no fueron significativos.

Recomendaciones

Fuerte
Se recomienda la suplementación diaria en dosis de 0,4 mg/día (400 µg/día) de ácido fólico durante las primeras doce semanas de gestación.
En pacientes que utilizan fármacos antiepilépticos se recomienda una dosis diaria de 5 mg, independientemente del tipo de antiepiléptico que se use.

Suplementación con complejos multivitamínicos

Vitamina A

Vitamina A frente a placebo o no tratamiento

Se ha identificado una revisión sistemática (van den Broek, 2010) publicada en 2011 que incluye 16 estudios, de los cuales 9 evalúan la eficacia de la vitamina A frente a placebo o no tratamiento en embarazadas utilizando para ello diferentes variables. Los estudios incluidos en esta revisión proceden de los siguientes países: 3 de Malawi, 1 de Sudáfrica, 2 de Ghana, 1 de Tanzania, 5 de Indonesia, 1 de Nepal, 1 de India, 1 de Estados Unidos y 1 de Reino Unido con gran heterogeneidad en las características clínicas de la población de estudio (tres estudios incluyeron embarazadas con diagnóstico de VIH).

La mayor parte de la población participante en los estudios incluidos se considera como moderadamente deficiente en vitamina A, excepto la población que participa en 3 estudios: un estudio desarrollado en Nepal donde la población se considera con deficiencia grave de vitamina A y dos estudios, uno realizado en Estados Unidos y otro en Reino Unido, donde la población no es considerada como deficiente en vitamina A. La deficiencia de vitamina A en estos estudios se determinó a través de análisis bioquímicos. Hay problemas asociados con la evaluación bioquímica de la deficiencia de la vitamina A. Los niveles de retinol en suero, debido al control homeostático ejercido por el hígado, no es un buen indicador general del estado de vitamina A. Los niveles séricos de retinol reflejan el estado de almacenamiento de vitamina A en el hígado sólo cuando estos están severamente agotados (menos de 0,07 mmol/g de hígado) o extremadamente altos (más de 1,05 mmol/g de hígado). Entre estos dos extremos, el retinol sérico es controlado homeostáticamente y por lo tanto no siempre se correlaciona con la ingesta o signos clínicos de deficiencia de vitamina A. Por consiguiente, el retinol sérico no es útil para evaluar el estado de vitamina A en los individuos. Más bien, la distribución de los valores séricos de retinol en las poblaciones y la prevalencia de individuos con retinol sérico con valores por debajo de un punto de corte, puede proporcionar información importante sobre el estado de los niveles de vitamina A de la población y puede indicar la gravedad de la deficiencia de vitamina A como un problema de salud pública. Las concentraciones séricas de retinol de 1,05, 0,70 y 0,35 mol/l se han utilizado en la literatura para indicar si las reservas hepáticas son inadecuadas, moderadas y muy insuficientes, respectivamente. (Sommer, 1995; WHO, 1996; Underwood, 1990).

La revisión (van den Broek, 2010) mostró que el suplemento con vitamina A no afecta al riesgo de mortalidad materna (se incluyeron 3 estudios); RR 0,78; IC 95 % 0,55 a 1,10.

Calidad alta

 

 

La revisión (van den Broek, 2010) mostró que el suplemento con vitamina A no afecta al riesgo de mortalidad perinatal (se incluyó 1 estudio); RR 1,01; IC 95 % 0,95 a 1,07.

Calidad alta

 

 

La revisión (van den Broek, 2010) mostró que el suplemento con vitamina A no afecta al riesgo de mortalidad neonatal (se incluyeron 3 estudios); RR 0,97; IC 95 % 0,9 a -1,05.

Calidad alta

 

 

La revisión (van den Broek, 2010) mostró que el suplemento con vitamina A no afecta al riesgo de muerte fetal (se incluyó 1 estudio); RR 1,6; IC 95 % 0,98 a 1,14.

Calidad alta

 

 

La revisión (van den Broek, 2010) mostró que el suplemento con vitamina A reduce significativamente el riesgo de anemia materna (se incluyeron 3 estudios); RR 0,64; IC 95 % 0,43 a 0,94.

Calidad alta

 

 

La revisión (van den Broek, 2010) mostró que el suplemento con vitamina A reduce significativamente el riesgo de infección materna (se incluyeron 3 estudios); RR 0,37; IC 95 % 0,18 a 0,77.

Calidad baja

 

 

La revisión (van den Broek, 2010) mostró que el suplemento con vitamina A reduce significativamente el riesgo de ceguera nocturna materna (se incluyó 1 estudio); RR 0,7; IC 95 % 0,6 a 0,82.

Calidad alta

 

 

La revisión (van den Broek, 2010) mostró que el suplemento con vitamina A no afecta al riesgo de parto prematuro (se incluyeron 4 estudios); RR 0,77; IC 95 % 0,57 a 1,04.

Calidad baja

 

 

La revisión (van den Broek, 2010) mostró que el suplemento con vitamina A no afecta al riesgo de anemia neonatal (se incluyó 1 estudio); RR 0,99; IC 95 % 0,92 a 1,08.

Calidad alta

 

 

La revisión (van den Broek, 2010) mostró que el suplemento con vitamina A no afecta al riesgo de tener bajo peso al nacer (se incluyeron 3 estudios); RR 0,98; IC 95 % 0,62 a 1,54.

Calidad moderada

 

 

Vitamina A frente a suplementos de micronutrientes sin vitamina A

No se han localizado estudios relevantes relacionados con esta comparación.

Vitamina A con otros micronutrientes frente a suplementos de micronutrientes sin

Se ha localizado una revisión sistemática (van den Broek, 2010) en la que se incluyen 5 estudios en los que se valora la eficacia de la vitamina A combinada con micronutrientes frente a suplementos de micronutrientes sin vitamina A en mujeres embarazadas (Dijkhuizen et al., 2004: hierro, ácido fólico y zinc; Fawzi et al., 1998: complejo multivitamínico; Kumwenda et al., 2002: hierro y folato; Muslimatun et al., 2001: hierro y ácido fólico; Semba et al., 2001: hierro y folato) utilizando para ello la medición de distintas variables.

Los suplementos de vitamina A junto con otros micronutrientes mostró una menor proporción de muertes neonatales (12/285, 4,2 %) comparado con micronutrientes sin vitamina A (20/309, 6,5 %), no obstante, no tiene un efecto significativo en la disminución del riesgo de mortalidad neonatal (incluye 1 estudio); RR 0,65; IC 95 % 0,32 a 1,31.

Calidad alta

 

 

Los suplementos de vitamina A junto con otros micronutrientes mostró una mayor proporción de muertes fetales (11/428, 2,6%) comparado con micronutrientes sin vitamina A (8/438, 1.8 %), no obstante, no tiene un efecto significativo en el riesgo de mortalidad fetal (incluye 2 estudios); RR 1,41; IC 95 % 0,57 a 3,47.

Calidad baja

 

 

Los suplementos de vitamina A junto con otros micronutrientes mostró una menor proporción de anemias maternas (86/360, 23,9 %) comparado con micronutrientes sin vitamina A (93/346, 26,9 %), no obstante, no tiene un efecto significativo en la disminución del riesgo de anemias maternas (incluye 3 estudios); RR 0,86; IC 95 % 0,68 a 1,09.

Calidad baja

 

 

Los suplementos de vitamina A junto con otros micronutrientes mostró una menor proporción de partos prematuros (2/69, 2,9 %) comparado con micronutrientes sin vitamina A (5/67, 7,5 %), no obstante, no tiene un efecto significativo en la disminución del riesgo de partos prematuros (incluye 1 estudio); RR 0,39; IC 95 % 0,08 a 1,93.

Calidad baja

 

 

Los suplementos de vitamina A junto con otros micronutrientes mostró una menor proporción de anemias neonatales (254/516, 49,2 %) comparado con micronutrientes sin vitamina A (314/536, 58,6 %), no obstante, no tiene un efecto significativo en la disminución del riesgo de anemias neonatales (incluye 2 estudios); RR 0,75; IC 95 % 0,38 a 1,51.

Calidad alta

 

 

Los suplementos de vitamina A junto con otros micronutrientes mostró una menor proporción de bebés con bajo peso al nacer (40/285, 14 %) comparado con micronutrientes sin vitamina A (65/309, 21 %), teniendo efecto sobre el riesgo de bajo peso al nacer (incluye 1 estudio); RR 0,67; IC 95 % 0,47 a 0,96.

Calidad alta

 

 

Vitamina B6

Vitamina B6 oral frente a control

Se ha identificado una revisión sistemática (Thaver et al, 2006) que incluye 5 estudios que evalúan la eficacia de la vitamina B6 oral frente a control en embarazadas utilizando para ello diferentes variables.

La revisión (Thaver et al., 2006) mostró que el suplemento con vitamina B6 oral no afecta al riesgo de eclampsia (se incluyeron 3 estudios), no produciéndose ningún evento ni en la intervención ni en el control.

Calidad baja

 

 

La revisión (Thaver et al., 2006) evidenció que el suplemento con vitamina B6 oral mostró una mayor proporción de eventos de pre-eclamsia (21/604, 3,5 %) frente al control (12/593, 2,0 %), no teniendo un efecto significativo en la disminución del riesgo de preeclampsia (incluye 2 estudios); RR 1,71; IC 95 % 0,85 a 3,45.

Calidad baja

 

 

La revisión (Thaver et al., 2006) evidenció que el suplemento con vitamina B6 oral mostró una menor proporción de caries dental (112/198, 56,6 %) frente al control (117/173, 67,6 %), teniendo un efecto significativo en la disminución del riesgo de caries dental (incluye 1 estudio); RR 0,84; IC 95 % 0,71 a 0,98.

Calidad moderada

 

 

La revisión (Thaver et al., 2006) evidenció que el suplemento con vitamina B6 oral mostró una menor producción de leche materna (100,8 g/kg/día, SD 12,8) frente al control (103,1 g/kg/día, SD 21,5), no obstante, no tiene un efecto significativo en la disminución de leche materna (incluye 1 estudio); MD -2,30; IC 95 % -16,46 a 11,86.

Calidad
muy baja

 

 

La revisión (Thaver et al., 2006) evidenció que el suplemento con vitamina B6 oral mostró un menor peso de los recién nacidos/as (2,9 kg, SD 0,28) frente al control (3,13 kg, SD 0,28) no obstante, no tiene un efecto significativo en el menor peso de los recién nacidos/as (incluye 1 estudio); MD -0,23; IC 95 % -0,42 a -0,04.

Calidad
muy baja

 

 

La revisión (Thaver et al., 2006) evidenció que el suplemento con vitamina B6 oral mostró una mayor proporción de puntuación baja en el test de Apgar al minuto (4/38, 10,5 %) frente al control (0/7, 0 %), no teniendo un efecto significativo (incluye 1 estudio); RR 1,85; IC 95 % 0,11 a 31,00.

Calidad baja

 

 

La revisión (Thaver et al., 2006) evidenció que el suplemento con vitamina B6 oral no mostró variación en la puntuación baja en el test de Apgar a los 5 minutos (0/12; 0 %) frente al control (0/12; 0 %) (incluye 1 estudio).

Calidad
muy baja

 

 

Complejo vitamínico con vitamina B6 frente a control

Se ha identificado una revisión sistemática (Thaver et al., 2006) que incluye 5 estudios, de los cuáles 2 evalúan la eficacia del complejo vitamínico con vitamina B6 oral frente a control en embarazadas utilizando para ello diferentes variables.

La revisión (Thaver et al., 2006) evidenció que el complejo vitamínico con vitamina B6 oral no mostró variación el número de eventos de eclampsia (se incluyó 1 estudio), no produciéndose ningún evento ni en la intervención ni en el control.

Calidad baja

 

 

La revisión (Thaver et al., 2006) evidenció que el complejo vitamínico con vitamina B6 oral mostró una mayor proporción de eventos de preeclampsia (11/368, 3 %) frente al control (12/576, 2,1 %), no teniendo un efecto significativo (incluye 1 estudio); RR 1,43; IC 95 % 0,64 a 3,22.

Calidad baja

 

 

La revisión (Thaver et al., 2006) evidenció que el suplemento con vitamina B6 oral mostró una menor proporción de caries dental (78/169, 46,2 %) frente al control (117/173, 67,6 %), teniendo un efecto significativo en la disminución del riesgo de caries dental (incluye 1 estudio); RR 0,68; IC 95 % 0,56 a 0,83.

Calidad moderada

 

 

Vitamina B6 intramuscular en el parto

Se ha identificado una revisión sistemática (Thaver et al., 2006) que incluye 5 estudios, de los cuáles uno evalúa la eficacia de la vitamina B6 intramuscular en el parto frente a control utilizando para ello diferentes variables.

La revisión (Thaver et al., 2006) evidenció que la vitamina B6 intramuscular en el parto mostró una menor producción de leche materna (96,9 g/kg/día, SD 17,8) frente al control (103,1 g/kg/día, SD 21,5), no obstante, no tiene un efecto significativo en la disminución de leche materna (incluye 1 estudio); MD -6,20; IC 95 % -21,99 a 9,59.

Calidad
muy baja

 

 

La revisión (Thaver et al., 2006) evidenció que la vitamina B6 intramuscular en el parto no mostró variación en el número de eventos de puntuación baja en el test Apgar en un minuto (incluye 1 estudio), no produciéndose ningún evento ni en la intervención ni en el control.

Calidad
muy baja

 

 

La revisión (Thaver et al., 2006) evidenció que la vitamina B6 intramuscular en el parto no mostró variación el número de eventos de puntuación baja en el test Apgar en 5 minutos (incluye 1 estudio), no produciéndose ningún evento ni en la intervención ni en el control.

Calidad
muy baja

 

 

Vitamina D

Vitamina D frente a placebo o no tratamiento

Se ha identificado una revisión sistemática (De-Regil et al., 2012) que incluye 6 estudios, de los cuales 5 evalúan la eficacia de la vitamina D frente a placebo o no tratamiento en embarazadas utilizando para ello diferentes variables.

La vitamina D mostró un aumento de los niveles de vitamina D maternales a término frente a no tratamiento o placebo, teniendo un efecto significativo en el aumento de dichos niveles (incluye 4 estudios); MD 47,08; IC 95 % 23,76 a 70,39.

En el análisis de sensibilidad se observó que las mujeres que recibieron vitamina D a diario (incluye 4 estudios) (MD 49,70; IC 95 % 21,86 a 77,54) alcanzaron unas concentraciones de vitamina D al final del embarazo mayores que las mujeres que recibieron una única dosis (incluye 2 estudios) (MD 12,19; IC 95 % 2,82 a 21,57).

Los resultados no variaron teniendo en cuenta la dosis de vitamina D ni la estación del año en la que se desarrolló el estudio.

Calidad baja

 

 

La revisión (De-Regil et al., 2012) sugirió una tendencia a que las mujeres que tomaron vitamina D durante el embarazo tenían de forma menos frecuente niños de bajo peso al nacer (<2.500 g) (24/249, 9,6 %) que las que no recibieron tratamiento o placebo (42/214, 19,6 %) (incluye 3 estudios); RR 0,48; IC 95 % 0,23 a 1,01.

Calidad baja

 

 

La revisión (De-Regil et al., 2012) mostró que las mujeres que toman vitamina D son menos propensas a informar de síndrome nefrítico (0/90, 0 %) como un efecto secundario que las mujeres que no recibieron suplementos o placebo (1/45, 2,2 %) (incluye 1 estudio); RR 0,17; IC 95 % 0,01 a 4,06), pero dada la escasez de datos para este resultado y el amplio intervalo de confianza no se pueden sacar conclusiones.

Calidad baja

 

 

La revisión (De-Regil et al., 2012) mostró que los niños de las mujeres que toman vitamina D tienen longitud similar a los niños de las mujeres que no toman tratamiento o placebo (incluye 2 estudios); MD 0,97; IC 95 % -0,41 a 2,34.

Calidad baja

 

 

La revisión (De-Regil et al., 2012) mostró que los niños y niñas de las mujeres que toman vitamina D tienen una circunferencia de cabeza al nacer mayor que la de los niños/as de las mujeres que no toman tratamiento o placebo (incluye 2 estudios); MD 0,43; IC 95 % 0,06 a 0,79.

Calidad moderada

 

 

La revisión (De-Regil et al., 2012) mostró que no hay diferencias en el peso al nacer de los niños/as de las mujeres que toman vitamina D en comparación con los la niños/as de las mujeres que no toman tratamiento o placebo (incluye 3 estudios); MD 39,55; IC 95 % -240,68 a 319,78.

Calidad baja

 

 

La revisión (De-Regil et al., 2012) mostró que las mujeres que reciben suplementos de vitamina D son menos propensas a muertes fetales que las mujeres que no reciben tratamiento o placebo (incluye 1 estudio); RR 0,17; IC 95 % 0,01 a 4,06. No obstante, dada la escasez de datos para este resultado no se pueden obtener conclusiones.

Calidad baja

 

 

La revisión (De-Regil et al., 2012) mostró que los neonatos de mujeres que reciben suplementos de vitamina D son menos propensos a morir en el periodo neonatal que los neonatos de mujeres que no reciben tratamiento o placebo (incluye 1 estudio); RR 0,17; IC 95 % 0,01 a 4,06. No obstante, dada la escasez de datos para este resultado no se pueden obtener conclusiones.

Calidad baja

 

 

Vitamina D + calcio frente a no tratamiento

Se ha identificado una revisión sistemática (De-Regil et al., 2012) que incluye 6 estudios, de los cuales 1 evalúan la eficacia de la vitamina D + calcio frente a no tratamiento en embarazadas utilizando para ello la preeclampsia como variable de resultado.

La revisión (De-Regil et al., 2012) mostró que las mujeres que reciben vitamina D + calcio son menos propensas a sufrir preeclampsia que las mujeres que no reciben tratamiento (incluye 1 estudio); RR 0,67; IC 95 % 0,33 a 1,35. No obstante, dada la escasez de datos para este resultado no se pueden obtener conclusiones.

Calidad baja

 

 

Vitamina D + calcio frente a calcio

No se han localizado estudios relevantes relacionados con esta comparación.

Vitamina D + calcio + otras vitaminas y otro minerales frente a calcio + otras vitaminas y minerales

No se han localizado estudios relevantes relacionados con esta comparación.

Vitamina E

Vitamina E + vitamina C frente a placebo

Se ha identificado 3 revisiones sistemáticas (Rumbold et al., 2005a y Polyzos et al., 2007, que incluyen 4 estudios; Rahimi et al., 2009, que incluye 7 estudios) que evalúan la eficacia de la vitamina E + vitamina C frente a placebo en embarazadas utilizando para ello diferentes variables.

La revisión (Rumbold et al., 2005a) no encontró diferencias entre mujeres embarazadas con suplementos de vitamina E + vitamina C (8/168, 4,8 %) y placebo (11/171, 6,4 %) para el riesgo de muertes fetales (incluye 2 estudios); RR 0,77; IC 95 % 0,35 a 1,71.

No se localizaron diferencias significativas ni el análisis de sensibilidad basado en el estado de gestación de las participantes.

La revisión (Polyzos et al., 2007) no encontró diferencias significativas en el riesgo de muertes fetales o neonatales entre mujeres que toman suplementos de vitamina E + vitamina C (2,6 %) frente a las que toman placebo (2,3 %); RR 1,10; IC 95 % 0,78 a 1,56.

La revisión (Rahimi et al., 2009) no encontró diferencias en el riesgo de preeclampsia entre mujeres embarazadas con riesgo de preeclampsia con suplementos de vitamina E + vitamina C (306/2982, 10,3 %) y suplementadas con placebo (342/2887, 11,8 %) (incluye 7 estudios); RR 0,7, IC 95 % 0,58 a 1,08.

Calidad baja

 

 

La revisión (Rumbold et al., 2005a) no encontró diferencias entre mujeres embarazadas con suplementos de vitamina E + vitamina C (5/20, 25 %) y placebo (1/25, 5 %) para el riesgo de muertes neonatales (incluye 1 estudio); RR 5; IC 95 % 0,64 a 39,06.

Calidad baja

 

 

La revisión (Rumbold et al., 2005a) no encontró diferencias entre mujeres embarazadas con suplementos de vitamina E + vitamina C (12/27, 44,4 %) y placebo (10/29, 34,5 %) para el riesgo de muertes perinatales (incluye 1 estudio); RR 1,29; IC 95 % 0,67 a 2,48.

Calidad moderada

 

 

La revisión (Rumbold et al., 2005a) no encontró diferencias en partos prematuros entre mujeres embarazadas con suplementos de vitamina E + vitamina C (26/193, 13,5 %) y suplementadas con placebo (19/190, 10 %) (incluye 2 estudios); RR 1,29; IC 95 % 0,78 a 2,15.

No se localizaron diferencias significativas ni el análisis de sensibilidad basado en el estado de gestación de las participantes.

La revisión (Polyzos et al., 2007) no encontró diferencias significativas en el riesgo de partos prematuros entre mujeres que toman suplementos de vitamina E + vitamina C (19,5%) frente a las que toman placebo (18 %); RR 1,07; IC 95 % 0,96 a 1,20.

Calidad baja

 

 

La revisión (Rahimi et al., 2009) no encontró diferencias en partos prematuros entre mujeres embarazadas con suplementos de vitamina E + vitamina C (279/2612, 10,7 %) y suplementadas con placebo (246/2620, 9,4 %) (incluye 5 estudios); RR 1,13; IC 95 % 0,96 a 1,32.

Calidad moderada

 

 

La revisión (Rumbold et al., 2005a) mostró que las mujeres que reciben suplementos de vitamina E + vitamina C (21/256, 8,2 %) son menos propensas a episodios de preeclampsia que las mujeres que reciben placebo (47/254, 18,5 %) mediante el modelo de efectos fijos (incluye 3 estudio); RR 0,44; IC 95 % 0,27 a 0,71. No obstante, el resultado presenta cierta heterogeneidad estadística. Mediante el modelo de efectos aleatorios no se encontró diferencias entre ambos grupos de embarazadas; RR 0,44; IC 95 % 0,16 a 1,22.

No se localizaron diferencias significativas ni el análisis de sensibilidad basado en el estado de gestación de las participantes.

La revisión (Polyzos et al., 2007) no encontró diferencias significativas en el riesgo de preeclampsia entre mujeres que toman suplementos de vitamina E + vitamina C (11 %) frente a las que toman placebo (11,4 %); RR 0,97; IC 95 % 0,82 a 1,13.

Calidad moderada

 

 

La revisión (Rumbold et al., 2005a) no encontró diferencias en la restricción del crecimiento intrauterino entre mujeres embarazadas con suplementos de vitamina E + vitamina C (35/195, 17,9 %) y suplementadas con placebo (49/190, 25,8 %) (incluye 2 estudios); RR 0,72; IC 95 % 0,49 a 1,04.

No se localizaron diferencias significativas ni el análisis de sensibilidad basado en la estado de gestación de las participantes.

Calidad moderada

 

 

La revisión (Rumbold et al., 2005a) mostró que los niños de las mujeres que toman vitamina E + vitamina C tienen peso al nacer similar a los niños de las mujeres que toman placebo (incluye 1 estudio); MD 139,00; IC 95 % -517,68 – 239,68.

Calidad baja

 

 

La revisión (Rumbold et al., 2005a) no encontró diferencias en relación a muertes maternas entre mujeres embarazadas con suplementos de vitamina E + vitamina C (0/27, 0 %) y suplementadas con placebo (0/29, 0 %) (incluye 1 estudio); RR 0,00; IC 95 % 0,00 a 0,00.

Calidad moderada

 

 

La revisión (Rumbold et al., 2005a) no encontró diferencias en el número de cesáreas entre mujeres embarazadas con suplementos de vitamina E + vitamina C (16/27, 59,3 %) y suplementadas con placebo (11/28, 39,3 %) (incluye 1 estudio); RR 1,51; IC 95 % 0,86 a 2,63.

Calidad moderada

 

 

La revisión (Rumbold et al., 2005a) no encontró diferencias en el número de episodios de sangrado entre mujeres embarazadas con suplementos de vitamina E + vitamina C (3/168, 1,8 %) y suplementadas con placebo (9/171, 5,3 %) (incluye 2 estudios); RR 0,35; IC 95 % 0,10 a 1,23.

Calidad baja

 

 

La revisión (Rumbold et al., 2005a) no encontró diferencias en el número de mujeres con eclampsia entre mujeres embarazadas con suplementos de vitamina E + vitamina C (1/27, 3,7 %) y suplementadas con placebo (1/29, 3,4 %) (incluye 1 estudio); RR 1,07; IC 95% 0,07 a 16,33.

Calidad baja

 

 

La revisión (Rumbold et al., 2005a) no encontró diferencias en el número de fallos renales maternos y de coagulación intravascular diseminada materna entre mujeres embarazadas con suplementos de vitamina E + vitamina C (0/27, 0 %) y suplementadas con placebo (1/29, 3,4 %) (incluye 1 estudio); RR 0,36; IC 95 % 0,02 a 8,41.

Calidad baja

 

 

La revisión (Rumbold et al., 2005a) no encontró diferencias en el número de episodios de edema pulmonar materno entre mujeres embarazadas con suplementos de vitamina E + vitamina C (1/27, 3,7 %) y suplementadas con placebo (2/29, 6,9 %) (incluye 1 estudio); RR 0,54; IC 95 % 0,05 a 5,59.

Calidad baja

 

 

La revisión (Rumbold et al., 2005a) mostró que los niños de las mujeres que toman vitamina E + vitamina C tienen edad gestacional al nacer similar a los niños de las mujeres que toman placebo (incluye 1 estudio); MD 0,40; IC 95 % -1,87 a 1,07.

Calidad baja

 

 

La revisión (Rumbold et al., 2005a) no encontró diferencias en el número de niños con puntuación menor de 7 en el test Apgar a los 5 minutos entre mujeres embarazadas con suplementos de vitamina E + vitamina C (4/20, 20 %) y suplementadas con placebo (6/19, 31,6 %) (incluye 1 estudio); RR 0,63; IC 95 % 0,21 a 1,90.

Calidad baja

 

 

La revisión (Rumbold et al., 2005a) no encontró diferencias en el número de episodios de efectos secundarios de acné y erupciones en la piel entre mujeres embarazadas con suplementos de vitamina E + vitamina C (1/27, 3,7 %) y suplementadas con placebo (0/29, 0 %) (incluye 1 estudio); RR 3,21; IC 95 % 0,14 a 75,68.

Calidad baja

 

 

La revisión (Rumbold et al., 2005a) no encontró diferencias en el número de episodios de efectos secundarios de debilidad transitoria entre mujeres embarazadas con suplementos de vitamina E + vitamina C (2/27, 7,4 %) y suplementadas con placebo (0/29, 0 %) (incluye 1 estudio); RR 5,36; IC 95 % 0,27 a 106,78.

Calidad baja

 

 

La revisión (Rumbold et al., 2005a) no encontró diferencias en las admisiones en la unidad de cuidados intensivos neonatales entre mujeres embarazadas con suplementos de vitamina E + vitamina C (5/20, 25 %) y suplementadas con placebo (6/20, 30 %) (incluye 1 estudio); RR 0,83; IC 95 % 0,30 a 2,29.

Calidad moderada

 

 

La revisión (Rumbold et al., 2005a) no encontró diferencias en el uso de ventilación mecánica en neonatos entre mujeres embarazadas con suplementos de vitamina E + vitamina C (2/20, 10 %) y suplementadas con placebo (6/20, 30 %) (incluye 1 estudio); RR 0,33; IC 95 % 0,08 a 1,46.

Calidad moderada

 

 

La revisión (Rahimi et al., 2009) encontró diferencias en el riesgo de hipertensión arterial entre mujeres embarazadas con riesgo de preeclampsia con suplementos de vitamina E + vitamina C (222/2210, 10 %) y suplementadas con placebo (172/2222, 7,7 %) (incluye 3 estudios); RR 1,3; IC 95 % 1,08 a 1,57.

Calidad baja

 

 

La revisión (Rahimi et al., 2009) no encontró diferencias en el riesgo de tamaño pequeño al nacer entre mujeres embarazadas con suplementos de vitamina E + vitamina C (554/2612, 21,2 %) y suplementadas con placebo (534/2620, 20,4 %) (incluye 5 estudios); RR 1,04; IC 95 % 0,94 a 1,15.

Calidad baja

 

 

La revisión (Rahimi et al., 2009) encontró diferencias en el riesgo de bajo peso al nacer entre mujeres embarazadas con suplementos de vitamina E + vitamina C (449/1795, 25 %) y suplementadas con placebo (396/1787, 22,2 %) (incluye 3 estudios); RR 1,13; IC 95 % 1,004 a 1,27.

Calidad moderada

 

 

Vitamina C

Vitamina C sola frente a placebo

Se ha identificado una revisión sistemática (Rumbold et al., 2005b) que incluye 5 estudios, de los cuales 4 evalúan la eficacia de la vitamina C + vitamina E frente a placebo en embarazadas obteniendo los mismos resultados que Rumbold et al., 2005b. Sin embargo incluye un único estudio que evalúa la eficacia de la vitamina C sola frente a placebo en embarazadas utilizando para ello diferentes variables. Los datos de este estudio se obtienen mediante un análisis de sensibilidad basado en el tipo de suplemento.

La revisión (Rumbold et al., 2005b) no encontró diferencias entre mujeres embarazadas con suplementos de vitamina C (1/100, 1 %) y placebo (0/100, 0 %) para el riesgo de muerte fetal (incluye 1 estudio); RR 3,00; IC 95 % 0,12 a 72,77.

Calidad moderada

 

 

La revisión (Rumbold et al. 2005b) no encontró diferencias entre mujeres embarazadas con suplementos de vitamina C (1/89, 1,1 %) y placebo (3/92, 3,3 %) para el riesgo de muerte neonatal (incluye 1 estudio); RR 0,34; IC 95 % 0,04 a 3,25.

Calidad moderada

 

 

La revisión (Rumbold et al., 2005b) no encontró diferencias entre mujeres embarazadas con suplementos de vitamina C (1/90, 1,1 %) y placebo (2/92, 2,2 %) para el riesgo de muerte perinatal (incluye 1 estudio); RR 0,51; IC 95 % 0,05 a 5,54.

Calidad moderada

La revisión (Rumbold et al., 2005b) no encontró diferencias entre mujeres embarazadas con suplementos de vitamina C (0/100, 0 %) y placebo (0/100, 0 %) para el riesgo de restricción de crecimiento intrauterino (incluye 1 estudio); RR 0,00; IC 95 % 0,00 a 0,00.

Calidad moderada

 

 

La revisión (Rumbold et al., 2005b) mostró que las mujeres que reciben suplementos de vitamina C (50/100, 50 %) son más propensas a partos prematuros que las mujeres que reciben placebo (35/100, 35 %) (incluye 1 estudio); RR 1,43; IC 95 % 1,03 a 1,99.

Calidad moderada

 

 

La revisión (Rumbold et al., 2005b) no encontró diferencias entre mujeres embarazadas con suplementos de vitamina C (3/100, 3 %) y placebo (3/100, 3 %) para el riesgo de preeclampsia (incluye 1 estudio); RR 1; IC 95 % 0,21 a 4,84.

Calidad moderada

 

 

Resumen de la evidencia

Vitamina A
Calidad
alta
El suplemento con vitamina A en mujeres embarazadas no disminuye el riesgo de mortalidad materna, mortalidad perinatal, mortalidad neonatal, muerte fetal ni de anemia neonatal frente a placebo o no tratamiento (van den Broek et al., 2010).
Calidad
baja
El suplemento con vitamina A en mujeres embarazadas no disminuye el riesgo de parto prematuro comparado frente placebo o no tratamiento (van den Broek et al., 2010).
Calidad
moderada
El suplemento con vitamina A en mujeres embarazadas no disminuye el riesgo de bajo peso al nacer del neonato frente a placebo o no tratamiento (van den Broek et al., 2010).
Calidad
alta
El suplemento de vitamina A en mujeres embarazadas reduce el riesgo de anemia materna y ceguera nocturna materna comparado frente a placebo o no tratamiento (van den Broek et al., 2010).
Calidad
baja
El suplemento de vitamina A en mujeres embarazadas reduce el riesgo de infección materna comparado frente a placebo o no tratamiento (van den Broek et al., 2010).
Calidad
alta
Los suplementos de vitamina A junto con otros micronutrientes se asoció a un menor riesgo de bajo peso al nacer del neonato comparado con otros micronutrientes sin vitamina A (van den Broek et al., 2010).
Calidad
alta
Los suplementos de vitamina A junto con otros micronutrientes no tiene un efecto significativo en el riesgo de mortalidad neonatal y anemias neonatales comparado con otros micronutrientes sin vitamina A (van den Broek et al., 2010).
Calidad
baja
Los suplementos de vitamina A junto con otros micronutrientes no tienen un efecto significativo en el riesgo de mortalidad fetal, anemias maternas y partos prematuros comparado con otros micronutrientes sin vitamina A (van den Broek et al., 2010).
Vitamina B6
Calidad
moderada
El suplemento con vitamina B6 vía oral en mujeres embarazadas reduce el riesgo de caries dental frente a control (Thaver et al., 2006).
Calidad
baja
El suplemento con vitamina B6 vía oral en mujeres embarazadas no disminuye el riesgo de eclampsia, reclampsia, puntuación baja en el test Apgar en 1 minuto frente a control (Thaver et al., 2006).
Calidad
muy baja
El suplemento con vitamina B6 vía oral en mujeres embarazadas disminuye el riesgo de menor peso del recién nacido/a frente a control (Thaver et al., 2006).
Calidad
muy baja
El suplemento con vitamina B6 vía oral en mujeres embarazadas no disminuye el riesgo de menor producción de leche materna, puntuación baja en el test Apgar en 5 minuto frente a control (Thaver et al., 2006).
Calidad
moderada
El complejo vitamínico con vitamina B6 vía oral mujeres embarazadas reduce el riesgo de caries dental frente a control (Thaver et al., 2006).
Calidad
baja
El complejo vitamínico con vitamina B6 vía oral en mujeres embarazadas no disminuye el riesgo de eclampsia ni reclampsia frente al control (Thaver et al., 2006).
Calidad
muy baja
La vitamina B6 intramuscular en el parto no reduce el riesgo de menor producción de leche materna, puntuación baja en el test Apagar en 1 minuto y puntuación baja en el test Apagar en 5 minutos frente al control (Thaver et al., 2006).
Vitamina D
Calidad
baja
El suplemento con vitamina D en mujeres embarazadas produce un aumento significativo de los niveles de vitamina D en la mujer al final del embarazo, fundamentalmente cuando se toma en dosis diarias frente a no tratamiento o placebo (De-Regil et al., 2010).
Calidad
moderada
El suplemento con vitamina D en mujeres embarazadas produce un aumento de la circunferencia de cabeza del niño/a al nacer comparado con el placebo o no tratamiento. No obstante, este aumento está cercano de la no significación estadística (De-Regil et al., 2010).
Calidad
baja
El suplemento con vitamina D en mujeres embarazadas no tiene efectos significativos en la longitud y peso del niño/a al nacer frente al placebo o no tratamiento (De-Regil et al., 2010).
Calidad
baja
El suplemento con vitamina D en mujeres embarazadas reduce el riego de bajo peso al nacer comparado con el placebo o no tratamiento. Sin embargo, dicha disminución del riesgo está en el borde de la significación estadística (De-Regil et al., 2010).
Calidad
baja
El suplemento con vitamina D en mujeres embarazadas no reduce el riego de efectos secundarios, muertes fetales y muertes neonatales comparado con el placebo o no tratamiento (De-Regil et al., 2010).
Calidad
baja
El suplemento con vitamina D + calcio en mujeres embarazadas no reduce el riego de reclampsia comparado con no tratamiento (De-Regil et al., 2010).
Vitamina E + Vitamina C
Calidad
baja
El suplemento con vitamina E + vitamina C en mujeres embarazadas no disminuye el riesgo de muerte fetal, muerte neonatal, parto prematuro (una revisión de calidad moderada, Rahimi et al., 2009), episodios de sangrado materno, eclampsia, fallo renal materno, coagulación intravascular diseminada materna, edema pulmonar materno, niños/as con baja puntuación en el test Apgar a los 5 minutos, tamaño pequeño para la edad gestacional y efectos secundarios como acné, erupciones en la piel y debilidad materna frente a placebo (Rumbold et al., 2005a).
Calidad
baja
El suplemento con vitamina E + vitamina C en mujeres embarazadas no modifica de forma significativa ni el peso ni la edad gestacional al nacer del niño/a frente a placebo (Rumbold et al., 2005a).
Calidad
moderada
El suplemento con vitamina E + vitamina C en mujeres embarazadas no disminuye el riesgo de muerte perinatal, reclampsia (una revisión calidad baja, Rahimi et al., 2009), restricción del crecimiento intrauterino, muerte materna, cesáreas, admisiones en la unidad de cuidados intensivos neonatales y uso de ventilación mecánica frente a placebo (Rumbold et al., 2005a).
Calidad
baja
El suplemento con vitamina E + vitamina C en mujeres embarazadas con riesgo de reclampsia aumenta el riesgo de hipertensión gestacional frente a placebo (Rahimi et al., 2009; Conde-Agudelo et al., 2011).
Calidad
moderada
El suplemento con vitamina E + vitamina C en mujeres embarazadas con riesgo de reclampsia aumenta el riesgo de bajo peso al nacer frente a placebo (Rahimi et al., 2009).
Vitamina C
Calidad
moderada
El suplemento con vitamina C sola en mujeres embarazadas no reduce el riego de muertes fetales, muertes neonatales, muertes perinatales, restricción del crecimiento intrauterino y preeclampsia comparado con el placebo (Rumbold et al., 2005b).
Calidad
moderada
El suplemento con vitamina C sola en mujeres embarazadas aumenta el riesgo de parto prematuro comparado con el placebo (Rumbold et al., 2005b).

De la evidencia a la recomendación

Los aspectos considerados para establecer la fuerza y dirección de la recomendación fueron:

  1. Calidad de la evidencia:
    1. a. Vitamina A: La calidad de la evidencia es variable dependiendo de los resultados evaluados para los suplementos de vitamina A con o sin micronutrientes. Sin embargo la calidad de la evidencia se ha considerado alta en aquellos desenlaces claves para la toma de decisiones, al no haber identificado grandes limitaciones. Dentro de la revisión, cada una de las variables de resultados es evaluada por estudios diferentes, siendo la calidad de estos distinta. Existen limitaciones en el diseño de algunos estudios (falta de claridad en el método de aleatorización, cegamiento), sesgo de desgaste e imprecisión de los resultados.
    2. b. Vitamina B6: La calidad de la evidencia de la mayoría de las variables evaluadas en los suplementos de vitamina B6 es baja. El número de estudios que incluye es reducido y algunas de las variables de resultados incluyen un único estudio. Existen limitaciones importantes en la mayoría de los estudios incluidos como la falta de claridad en el método de aleatorización, ocultamiento de la asignación, sesgo de desgaste y tamaño de la población incluida en el estudio.
    3. c. Vitamina D: La calidad de la evidencia de la mayoría de las variables evaluadas en los suplementos de vitamina D es baja. El número de estudios que incluye es reducido y algunas de las variables de resultados incluyen un único estudio. Existen limitaciones importantes en la mayoría de los estudios incluidos como la falta de claridad en el método de aleatorización, ocultamiento de la asignación, sesgo de desgaste, tamaño de la población incluida en el estudio, cegamiento e intervalos de confianza amplios.
    4. d. Vitamina E + vitamina C: La calidad de la evidencia de la mayoría de las variables evaluadas en los suplementos de vitamina E + vitamina C es baja. El número de estudios que incluye es reducido y algunas de las variables de resultados incluyen un único estudio. Existen limitaciones importantes en la mayoría de los estudios incluidos como la falta de claridad en el método de aleatorización, ocultamiento de la asignación, tipo de población, tamaño de la población incluida en el estudio, cegamiento e intervalos de confianza amplios.e. Vitamina C: La calidad de la evidencia en las variables evaluadas en la vitamina C es moderada, siendo la principal limitación el reducido número de estudios que incluye, ya que solo se ha identificado uno y el bajo número de participantes en el estudio.
  2. Balance entre beneficios y riesgos:
      1. a. Vitamina A: Los suplementos de vitamina A demuestran un beneficio clínico frente a placebo o no tratamiento en algunas variables secundarias, que son importantes, pero no críticas, como son:
        • i. Anemia materna y ceguera nocturna materna, en la que la calidad de la evidencia en la que se sustenta el resultado es alta, aunque el número de estudios incluidos es pequeño.
        • ii. Infección materna, aunque la calidad de la evidencia es baja.

    Los suplementos de vitamina A con micronutrientes disminuye el riesgo de bajo peso al nacer del neonato frente a micronutrientes sin vitamina A. La calidad de la evidencia es alta, aunque el número de estudios incluidos es bajo, es sólo uno.

    1. b. Vitamina B6: La vitamina B6 oral y los complejos vitamínicos que la incluye producen una disminución de riesgo de sufrir caries dental, aunque esta variable es considerada como poco importante.
    2. c. Vitamina D: El suplemento con vitamina D en mujeres embarazadas produce un aumento significativo de los niveles de vitamina D en la mujer al final del embarazo, no obstante la calidad de la evidencia es baja.
    3. d. Vitamina E + vitamina C: No se ha demostrado ningún beneficio del suplemento con vitamina E + vitamina C en mujeres embarazadas frente a placebo en ninguna de las múltiples y diversas variables utilizadas tanto de la madre como del niño, e incluso puede aumentar el riesgo de hipertensión gestacional y bajo peso al nacer del neonato en embarazadas con riesgo de preeclampsia.
    4. e. Vitamina C: No se ha demostrado ningún beneficio del suplemento con vitamina C en mujeres embarazadas frente a placebo en ninguna de las variables utilizadas tanto de la madre como del niño, e incluso puede aumentar el riesgo de partos prematuros frente a placebo.
  3. No se identificaron estudios sobre costes y uso de recursos y valores y preferencias de las gestantes en cuanto a la suplementación multivitamínica durante el embarazo.

El grupo elaborador consideró que los beneficios mostrados para la suplementación con vitamina A durante el embarazo en ningún caso superaban el riesgo de teratogenicidad en el feto asociado. Asimismo se consideró que el resto de suplementos vitamínicos han demostrado escasos beneficios mostrados o escasa relevancia clínica como para ser recomendados.

Recomendaciones

Se sugiere informar a las mujeres embarazadas que deben evitar la ingesta de suplementos de vitamina A en dosis superiores a 2.500 UI o 750 µg por su teratogenicidad.
Se sugiere no suplementar a las mujeres con complejos multivitamínicos durante la gestación.

Seguridad de la suplementación con ácidos grasos omega 3

Se ha identificado una RS que evaluó el efecto de los suplementos de ácidos grasos poliinsaturados sobre los resultados de las gestantes sin riesgo de complicaciones durante el embarazo y el crecimiento del/la recién nacido/a (Szajewska, 2006). Esta RS incluyó 6 ECA (incluyendo un total de 1.278 recién nacidos) que aportaron datos sobre el efecto de complementar la dieta de las gestantes con suplementos de ácidos grasos poliinsaturados sobre la edad gestacional, número de partos pretérmino (<37 semanas de gestación), bajo peso al nacer (<2.500 gr), preeclampsia, parto por cesárea, peso al nacer, talla y perímetro craneal del/la recién nacido/a. La RS, además evaluó los efectos adversos que se describieron en los 6 ECA incluidos.

Otra RS posterior incluyó 15 ECA que evaluaron el impacto de la ingesta de ácidos grasos poliinsaturados, incluidos en los alimentos de la dieta de la gestante (con o sin riesgo de complicaciones durante el embarazo) o como suplemento, sobre los mismos desenlaces de la RS de Szajewska (2006) además de algunas complicaciones adicionales como la hipertensión alta, la muerte neonatal o del/la recién nacido/a (Imhoff-Kunsch, 2012).

No se han identificado estudios observacionales con un diseño adecuado que evaluaran los posibles efectos adversos derivados de complementar la dieta de las gestantes con suplementos de ácidos grasos poliinsaturados.

La variabilidad de los 6 ECA incluidos en la RS Szajewska (2006) no permitió un análisis combinado de sus resultados por lo que los resultados recogieron los eventos adversos de los 3 ECA que describieron este desenlace.

En un ECA que comparó los resultados derivados de tomar un suplemento dietético de aceite de hígado de bacalao frente al aceite de maíz mostró una tasa similar de abandonos entre ambos grupos debidos al malestar provocado por la intervención (590 participantes; 43 % en el grupo del suplemento frente a 38 % en el grupo de aceite de maíz) (Helland, 2001). En otro ECA que comparó un suplemento de aceite de pescado frente al aceite de oliva en la dieta de las gestantes, observó que una mayor proporción de mujeres en el grupo del suplemento describían molestias derivadas de la frecuencia de eructos y del sabor del suplemento (533 participantes; eructos: 70 % frente a 20 %; sabor: 42 % frente a 4 %; P<0,001). El ECA no observó diferencias significativas entre los grupos en cuanto a los sangrados durante el parto, la duración del parto o la necesidad de cirugía (Olsen, 1986). Un tercer ECA con una muestra pequeña (52 participantes) se comparó el efecto de complementar la dieta con huevos fortificados con ácido docosahexanoico frente a una dieta con una ingesta de huevos normal (Smuts, 2003). En este ECA la proporción de gestantes que describieron un efecto adverso fue mayor en el grupo control que en el grupo de mujeres que complementaron su dieta (38 % frente a 25 %; P<0,01). Los efectos adversos descritos en estos ECA se relacionan con náuseas, vómitos o diarrea.

Calidad baja

 

 

Por otro lado, la RS posterior de Imhoff-Kunsch (2012) no mostró que la suplementación de la dieta con ácidos grasos poliinsaturados aumentara el riesgo de tensión alta durante el embarazo (5 ECA, 1.831 participantes; RR 1,09; IC 95 % 0,90 a 1,33), preeclampsia (4 ECA, 1.683 participantes; RR 0,86; IC 95 % 0,59 a 1,27), muerte neonatal (8 ECA, 7.038 participantes; RR 0,80; IC 95 % 0,50 a 1,26), o del/la recién nacido/a (6 ECA, 6.235 participantes; RR 0,69; IC 95 % 0,38 a 1,23).

Calidad baja

 

 

Resumen de la evidencia

Calidad
baja
Los ECA disponibles no han mostrado una tasa de efectos adversos relacionados con los suplementos de ácidos grasos poliinsaturados al compararlos con dietas en las que se promocionaba la ingesta de este tipo de ácidos grasos a través de alimentos (Szajewska, 2006). Las mujeres que tomaban los suplementos en los ECA describían más a menudo molestias relacionadas con el sabor de estos productos o un aumento de la frecuencia de eructos. En ninguno de los estudios disponibles se ha mostrado que estos suplementos alimentarios incrementen el riesgo de complicaciones graves para la gestante o el recién nacido/a (Imhoff-Kunsch, 2012).

El grupo elaborador consideró no formular una recomendación sobre el consumo de ácidos grasos omega 3 durante el embarazo ya que se trata de una pregunta dirigida a la seguridad de los ácidos grasos, no evaluándose su eficacia.

Medicación durante el embarazo

El uso de medicamentos durante el embarazo debe regirse por un uso racional de los fármacos que la gestante pueda requerir durante esta etapa, desaconsejando siempre la automedicación, y valorando minuciosamente el balance entre beneficio para la mujer y el riesgo para el feto (NICE, 2008).

Hay que considerar que la mayoría de fármacos atraviesa la barrera placentaria y su efecto teratógeno (efecto capaz de causar anomalías estructurales o funcionales en el desarrollo embrionario o fetal) dependerán de factores como la edad gestacional o la dosis y la duración del tratamiento (SEMFet al., 2002). En las 2 primeras semanas tras la concepción (entre 3 y 4 semanas desde fecha de la última regla) el efecto teratógeno aumenta el número de abortos. Las semanas tercera y cuarta (5 o 6 semanas después de la última regla, periodo en el que muchas mujeres no saben que están embarazadas) pueden comportar malformaciones muy severas a nivel estructural. En las semanas posteriores se desarrollan todos los órganos hasta que en la octava semana el embrión se transforma en feto que desarrollará su maduración y crecimiento durante el resto de gestación (Protocolos SEGO, 2005). Por tanto, el mayor riesgo de teratogénesis se concentra entre la tercera y undécima semanas de gestación, y durante el segundo y tercer trimestres de embarazos los fármacos pueden afectar al crecimiento y desarrollo del feto o ejercer efectos tóxicos sobre los tejidos del feto (Larrubia, 2010). La metabolización de los fármacos también dependerá de los cambios fisiológicos que comporta el embarazo fundamentalmente por una afectación de la absorción y distribución de los fármacos (NICE, 2008).

Hay muy pocos fármacos que se hayan mostrado seguros durante el embarazo y algunos que se creían seguros han tenido que ser retirados posteriormente, mientras que otros producen un daño en un periodo determinado del embarazo (NICE, 2008; Protocolos SEGO, 2005). Las Tabla 6 y 7 muestra fármacos que han mostrado seguridad durante el embarazo así como otros con un efecto teratógeno.

Existen clasificaciones de riesgo para el feto de los distintos medicamentos. La más extendida es la propuesta por la Food and Drug Administration (FDA) que clasifica los fármacos en cinco categorías en función de los riesgos de teratogénesis, que se establecen en relación a los estudios realizados y la información derivada de registros disponible (Brigg, 1994) (ver Tabla 8).

Existen múltiples fuentes en la que consultar el riesgo de los fármacos durante el embarazo. Por ejemplo, la Guía de Prescripción Terapéutica ofrece la posibilidad de consultar los fármacos que deben evitarse o usarse con precaución durante el embarazo (AEMPS, 2012).

Por otro lado, en el estado español se dispone de un servicio de consulta sobre cualquier agente potencialmente teratogénico para el feto dirigido a profesionales sanitarios. El Servicio de Información Telefónica sobre Teratógenos Español (SITTE), es un organismo del Instituto de Salud Carlos III, y ofrece atención telefónica en el número de teléfono 913 941 594. También existe un número de atención dirigido a la ciudadanía en general en el Servicio de Información Telefónica para la Embarazada (número de teléfono 918 222 436) (MSSSI, 2012). Fuera del ámbito nacional se pueden consultar páginas web como http://www.motherisk.org/prof/drugs.jsp y www.perinatology.com, en los que se proporciona información actualizada sobre medicación durante el embarazo y la lactancia.

De la evidencia a la recomendación

La fuerza y dirección de la recomendación fue establecida considerando los siguientes aspectos:

  1. Calidad de la evidencia. La información de este apartado se deriva de estudios observacionales, en ocasiones no controlados, o incluso desarrollados en animales.
  2. Balance entre beneficios y riesgos. Existen muy pocos fármacos que hayan mostrado ser seguros durante el embarazo. En esta etapa siempre se valora que los beneficios para la gestante derivados de la administración de un fármaco no superen los riesgos para el embrión o el feto. Es imprescindible consultar algún sistema de información que clarifique este riesgo para el feto e indique qué fármacos están contraindicados.
  3. No se identificaron estudios sobre costes y uso de recursos, valores y preferencias de las gestantes en relación a esta pregunta.

La recomendación recogida a continuación se formuló como buena práctica clínica, puesto que se trata de directrices dirigidas a realizar una adecuada indicación de fármacos durante el embarazo.

Recomendación

Se sugiere que durante el embarazo se prescriba el menor número de fármacos y en la menor dosis posible, limitándose su uso a aquellas circunstancias en las que los beneficios esperadas para la madre y el feto superen a los riesgos conocidos por el feto.

Riesgos asociados al consumo de alcohol durante el embarazo Consumo de alcohol frente a abstinencia

Una RS (Henderson, 2007) evaluó la relación de un consumo de alcohol bajo-moderado (inferior a 12 g al día) o el consumo intensivo (más de 5 unidades de bebida estándar) antes o durante el embarazo con las complicaciones y malformaciones en el/la recién nacido/a. La RS incluyó un total de 46 estudios en una búsqueda de estudios hasta 2005.

Una RS posterior (Patra, 2011) evaluó el efecto del consumo de alcohol antes y durante el embarazo en el/la recién nacido/a. Incluyó estudios de cohortes y de casos y controles que compararan a mujeres con diferentes patrones de consumo de alcohol frente a mujeres abstinentes. La revisión incluyó un análisis de regresión para mostrar una relación con la dosis (consumo de alcohol en gramos) y los desenlaces evaluados. La RS incluyó un total de 36 estudios en una búsqueda de estudios hasta junio de 2009.

En la RS de Henderson (2007) un total de 6 estudios evaluaron la asociación entre un consumo bajo o moderado de alcohol y el riesgo de malformaciones, incluyendo el síndrome alcohólico fetal (aunque no se aportan resultados específicos para éste). La revisión no realiza un análisis conjunto de los resultados y sólo un estudio, con limitaciones metodológicas, mostró una asociación significativa.

Calidad
muy baja

 

 

En la RS de Patra (2011) un total de 28 estudios evaluaron el peso del/la recién nacido/a. En conjunto, el consumo de alcohol antes o durante el embarazo mostró un incremento significativo del riesgo de bajo peso al nacer (<2.500 g) (RR 1,12; IC 95 % 1,04 a 1,20), con una marcada variabilidad en los resultados. Un análisis de sensibilidad con los estudios que ajustaron los resultados por los factores de confusión no mostró diferencias significativas (RR 1,06; IC 95 % 0,99 a 1,13) (17 estudios).

Calidad baja

 

 

En la RS de Patra (2011) un total de 21 estudios evaluaron los recién nacidos antes de las 37 semanas gestacionales. En conjunto, el consumo de alcohol antes o durante el embarazo no se asoció a un incremento del riesgo de prematuridad (RR 1,03; IC 95 % 0,91 a 1,16), con una marcada variabilidad en los resultados. Un análisis de sensibilidad con los estudios que ajustaron los resultados por los factores de confusión tampoco mostró diferencias significativas.

Calidad baja

 

 

En la RS de Patra (2011) un total de 11 estudios evaluaron el peso del/la recién nacido/a en relación con la edad gestacional, evaluando la tasa de recién nacidos pequeños por edad gestacional (< percentil 10 de peso por edad gestacional). En conjunto, el consumo de alcohol antes o durante el embarazo no se asoció a una reducción significativa del peso en relación a la edad gestacional (RR 1,11; IC 95 % 0,95 a 1,30), con una marcada variabilidad en los resultados. Un análisis de sensibilidad con los estudios que ajustaron los resultados por los factores de confusión tampoco mostró diferencias significativas.

Calidad baja

 

 

La RS de Patra (2011) incluyó un análisis de regresión para mostrar una relación de las variables consideradas con la dosis. El riesgo de bajo peso al nacer no fue aparente hasta un consumo superior a 10 g/día (una unidad de bebida estándar al día). El riesgo se duplica a partir de 52 g/día (entre 4 y 5 unidades de bebida estándar al día). El riesgo de prematuridad se muestra estadísticamente significativo a partir de un consumo de 36 g/día (tres unidades de bebida estándar al día). Asimismo el riesgo de recién nacidos pequeños por edad gestacional resulta significativo a partir de un consumo superior a 3 unidades de bebida estándar al día.

Calidad baja

 

 

Resumen de la evidencia

Calidad
baja
El consumo de alcohol antes o durante en el embarazo muestra una relación con alteraciones en el recién nacido/a como bajo peso al nacer, prematuridad o bajo peso por edad gestacional. Aunque el análisis conjunto de los resultados sólo muestra una asociación significativa para los recién nacidos/as con bajo peso este resultado puede estar influido por los casos de consumos reducidos de alcohol de modo que sí existe una fuerte asociación a medida que se incrementa el consumo.
Calidad
muy
baja
El consumo de alcohol inferior a 12 g día antes o durante el embarazo no parece asociarse a un incremento de las malformaciones en el recién nacido/a.

De la evidencia a la recomendación

La fuerza y dirección de las recomendaciones fue establecida considerando los siguientes aspectos:

  1. Calidad de la evidencia. La evidencia sobre las complicaciones en el/la recién nacido/a proviene de estudios observacionales sin serias limitaciones en el diseño o ejecución aunque con una marcada variabilidad en los resultados. Los resultados muestran una clara relación dosis – efecto en todas las variables evaluadas. La evidencia sobre las malformaciones en el/la recién nacido/a proviene de estudios observacionales con limitaciones en el diseño o ejecución.
  2. Balance entre beneficios y riesgos. No existe un riesgo aparente en la reducción o abstinencia del consumo de alcohol durante la gestación. Un consumo elevado de alcohol tiene además consecuencias negativas sobre la salud materna.
  3. No se identificaron estudios sobre costes y uso de recursos o valores y preferencias de las gestantes en cuanto al consumo de alcohol durante la gestación.

El grupo elaborador formuló estas recomendaciones considerando que los estimadores del efecto muestran una marcada asociación entre el consumo de varias unidades al día de alcohol y el bajo peso al nacer, la prematuridad o el bajo peso para la edad gestacional del/la recién nacido/a.

Recomendaciones

Débil
Se recomienda que las mujeres que estén embarazadas o estén planificando un embarazo se abstengan de consumir alcohol.
Las mujeres deben ser informadas de que beber alcohol en exceso durante el embarazo (definida como más de 5 bebidas estándar o 7,5 unidades en una sola ocasión) supone un riesgo para el feto.
Fuerte
En el caso de que las mujeres decidan consumir alcohol durante el embarazo, se recomendará que se evite el consumo de más de una unidad de alcohol al día (equivalente a un cuarto de litro de cerveza, o 25 ml de licor o una copa de vino de 125 ml).

Intervenciones en el consumo de alcohol Intervenciones psicológicas o educacionales

Una RS (Stade, 2009) evaluó la eficacia de las intervenciones psicológicas o educacionales orientadas a la reducción del consumo de alcohol en mujeres embarazadas o que planean quedarse embarazadas. En los estudios incluidos todas las mujeres recibían consejo médico habitual o evaluación del consumo. La RS incluyó un total de 4 ECA en una búsqueda de estudios hasta Noviembre de 2007. La revisión no realiza metanálisis debido a las diferencias entre las intervenciones y las variables analizadas en los diferentes ensayos.

Intervenciones psicológicas o educacionales frente a no intervención (todas las mujeres reciben consejo médico habitual o evaluación del consumo)

Mujeres abstinentes tras la intervención

Ninguno de los estudios incluidos en la RS de Stade (2009) mostró un efecto significativo tras la intervención aunque el momento y la forma de medida fueron muy variables. Dos estudios mostraron un incremento del número de mujeres abstinentes tras la intervención (RR 1,11; RR; 1,25) aunque en ningún caso fue significativo. Un tercer estudio no mostró diferencias en los días de abstinencia tras la intervención o el control (57,5±6,2 frente a 55,1±8,3, respectivamente). Un último estudio mostró que el 98,3 % y el 91,3 % de las mujeres en el grupo intervención y control respectivamente fueron abstinentes al tercer trimestre.

Calidad baja

 

 

Mujeres que se mantienen abstinentes durante el estudio

Un estudio incluido en la RS de Stade 2009 mostró que un 20 % más de mujeres se mantuvo abstinente durante el estudio (hasta el posparto) (RR1,20; IC 95% 1,01 a 1,42) (122 eventos).

Calidad baja

 

 

Consumo de alcohol previo al parto

De los estudios incluidos en la RS de Stade (2009), un estudio no mostró una reducción significativa en el número de episodios de consumo de alcohol (DM 0,30; IC 95 % -0,68 a 0,08); otro estudio no mostró una reducción significativa en el número de bebidas alcohólicas al mes (DM:- 0,78; IC 95 % -1,58 a 0,02); un tercer estudio no mostró una reducción significativa en el número de unidades respecto al inicio del estudio.

El estudio de Chang (2005) no mostró diferencias significativas en el número de días con consumo de alcohol ni en el número de unidades consumidas tras la intervención.

Calidad baja

 

 

Intervenciones psicosociales en mujeres embarazadas incluidas en programas de tratamiento de abuso o dependencia de alcohol

Una RS (Lui, 2008) no localizó ningún ensayo clínico aleatorizado que evaluara intervenciones psicosociales en mujeres embarazadas incluidas en programas de tratamiento de abuso o dependencia de alcohol.

Intervenciones farmacológicas

Una RS (Smith, 2009) no localizó ningún ensayo clínico aleatorizado que evaluara intervenciones farmacológicas (usadas habitualmente para el tratamiento de la dependencia a alcohol) en mujeres embarazadas.

Resumen de la evidencia

Calidad
baja
La evidencia sugiere que las intervenciones psicológicas y educacionales pueden ayudar a reducir el consumo de alcohol o mantener las mujeres abstinentes durante el embarazo. No se dispone de suficiente evidencia para evaluar los potenciales efectos de la intervención sobre la salud de las madres o los recién nacidos/as. Las diferencias entre las intervenciones evaluadas impiden también conocer la mejor estrategia (en términos de tipo, intensidad, duración) a aplicar en mujeres embarazadas que consumen alcohol.

De la evidencia a la recomendación

La fuerza y dirección de la recomendación fue establecida considerando los siguientes aspectos:

  1. Calidad de la evidencia. Aunque la evidencia proviene de ECA, los estudios mostraron diferentes fuentes de potenciales sesgos como unas pérdidas de seguimiento importantes, la falta de especificación sobre los métodos de aleatorización y ocultación de la secuencia o no cegamiento de la intervención con sólo un estudio con evaluación cegada de la variable. La información sobre el consumo de alcohol fue auto-reportado. La variabilidad entre las intervenciones evaluadas así como de las variables de resultado analizadas hacen que la evidencia no sea directamente aplicable en la mayoría de los casos.
  2. Balance entre beneficios y riesgos. No existe un riesgo aparente en la reducción o abstinencia del consumo de alcohol durante la gestación. Un consumo elevado de alcohol tiene además consecuencias negativas sobre la salud materna.
  3. Costes y uso de recursos. Se debe valorar si se dispone del personal capacitado para realizar este tipo de intervenciones.
  4. Costes y uso de recursos. Se debe valorar si se dispone del personal capacitado para realizar este tipo de intervenciones.

El grupo elaborador formuló esta recomendación considerando que las intervenciones psicológicas y educacionales podrían ayudar a reducir el consumo de alcohol en gestantes. La calidad de la evidencia es débil sobretodo debido a las deficiencias metodológicas y la variabilidad de las intervenciones. Cualquier beneficio de las intervenciones evaluadas significaría un beneficio neto debido a la ausencia de riesgos, aunque se debe considerar la capacidad de los centros de llevar a cabo este tipo de intervenciones

Recomendación

Débil
Se sugiere realizar algún tipo de intervención orientada a reducir el consumo de alcohol en aquellas mujeres en las que se detecta un consumo de riesgo durante el embarazo.

Consumo de tabaco durante el embarazo 1.1. Exposición frente a no exposición al tabaco

Se han identificado diversas revisiones sistemáticas, todas ellas de estudios observacionales, que han evaluado el consumo de tabaco durante el embarazo y su asociación con complicaciones del embarazo o en el/la recién nacido/a. Se ha priorizado la evaluación de aquellas más recientes y con un mayor número de estudios incluidos.

En la RS de Shah (2000) un total de 20 estudios de cohortes evaluaron el riesgo de parto pretérmino (la mayoría definido como antes de la semana 37) y el consumo de tabaco en las mujeres embarazadas. En conjunto, la exposición al tabaco durante el embarazo mostró un incremento significativo de partos pretérmino (RR 1,27; IC 95 % 121 a 1,33), con una marcada variabilidad en los resultados.

La revisión agrupó los resultados según el consumo de tabaco (leve hasta 10 cigarrillos al día; moderado entre 11 y 20 cigarrillos al día e importante más de 20 cigarrillos al día). Los resultados fueron en todos los casos significativos sin una clara relación con la intensidad del consumo (leve RR 1,25; moderado RR 1,38; importante RR 1,31).

Calidad
muy baja

 

 

En la RS de Ananth (1999) un total de 13 estudios observacionales evaluaron el riesgo de desprendimiento de placenta y el consumo de tabaco en las mujeres embarazadas. En conjunto, la exposición al tabaco durante el embarazo mostró un incremento significativo de desprendimiento de placenta (RR 1,9; IC 95 % 1,8 a 2.0), con una marcada variabilidad en los resultados. Un análisis de subgrupos mostró una relación similar según el diseño del estudio (cohortes o casos y controles), el país del estudio o la prevalencia de consumo.

Cinco de los 13 estudios evaluaron la relación con la intensidad del consumo de tabaco. Aunque en todos ellos parece haber una relación con la intensidad del consumo, la revisión no proporciona un estimador conjunto. Todos los estudios muestran una relación estadísticamente significativa a partir de los 20 cigarrillos al día.

Aunque los estudios no permitieron ajustar los resultados por otros factores de riesgo (edad, paridad o consumo de cocaína), la revisión muestra una fuerte asociación en las mujeres con hipertensión y/o eclampsia.

Calidad
muy baja

 

 

En la RS de Castles (1999) un total de 8 estudios de casos y controles evaluaron el riesgo de embarazo ectópico y el consumo de tabaco en las mujeres embarazadas. En conjunto, la exposición al tabaco durante el embarazo mostró un incremento significativo de embarazo ectópico (RR 1,74; IC 95 % 1,21 a 2,27), con una marcada variabilidad en los resultados.

Diversos análisis de subgrupos por los estudios realizados en centros hospitalarios o que ajustaron específicamente por uso de dispositivo intrauterino, enfermedad inflamatoria pélvica o antecedentes de embarazo ectópico mostraron una asociación similar. Únicamente los cinco estudios que evaluaron de forma estricta el consumo de tabaco al inicio del embarazo mostraron un incremento del riesgo del 51 % sin ser estadísticamente significativo (RR 1,51; IC 95 % 0,88 a 2,15).

Calidad
muy baja

 

 

En la RS de Castles (1999) un total de 4 estudios de casos y controles evaluaron el riesgo de rotura prematura de membranas pretérmino y el consumo de tabaco en las mujeres embarazadas. En conjunto, la exposición al tabaco durante el embarazo mostró un incremento significativo de rotura prematura de membranas pretérmino (RR 1,81; IC 95 % 1,36 a 2,26), con una marcada variabilidad en los resultados.

Calidad
muy baja

 

 

Resumen de la evidencia

Calidad
muy
Baja
El consumo de tabaco durante el embarazo aumenta el riesgo de complicaciones como el parto pretérmino, el desprendimiento de placenta, el embarazo ectópico o la rotura prematura de membranas pretérmino.
Calidad
muy
Baja
Los resultados de los estudios sugieren una posible relación de las complicaciones estudiadas (sobre todo parto pretérmino y rotura prematura de membranas) con la intensidad del consumo. Algunos estudios muestran una relación incluso con consumos bajos de tabaco (entre 1 y 5 cigarrillos al día).

De la evidencia a la recomendación

La fuerza y dirección de las recomendaciones fue establecida considerando los siguientes aspectos:

  1. Calidad de la evidencia. La evidencia sobre las complicaciones del embarazo derivadas del consumo de tabaco proviene de estudios observacionales. Se ha considerado disminuir la calidad por limitaciones en el diseño y ejecución cuando existía evidencia de que los estudios primarios no ajustaron correctamente los resultados según los principales factores de confusión. De forma parecida, la mayoría de las revisiones no aportó datos estadísticos de heterogeneidad aunque si los estimadores de los estudios primarios mostraban una elevada variabilidad. En algunas revisiones, la estrategia de búsqueda de la literatura sugirió un potencial sesgo de publicación al excluir bibliografía no publicada en inglés o no realizaron un esfuerzo en localizar potenciales estudios publicados en la literatura gris (con resultados negativos). Aunque para algunas de las variables analizadas los resultados sugieren una relación dosis – efecto no se consideró aumentar la calidad de la evidencia debido a la existencia de las limitaciones previamente descritas.
  2. Balance entre beneficios y riesgos. No existe un riesgo aparente en la eliminación del consumo de tabaco durante el embarazo. El consumo de tabaco tiene además consecuencias negativas (respiratorias, vasculares, riesgo de cáncer) sobre la salud materna y expone pasivamente al humo a los convivientes.
  3. No se identificaron estudios sobre costes y uso de recursos o valores y preferencias de las gestantes.

El grupo elaborador formuló las siguientes recomendaciones considerando que los estimadores del efecto muestran una marcada asociación entre el consumo de tabaco y las complicaciones del embarazo. Aunque la confianza con los resultados es baja, no hay contrapartidas al abandono del consumo de tabaco e incluso tiene numerosos efectos beneficiosos.

Recomendaciones

Fuerte
Se debe recomendar a las mujeres embarazadas que abandonen por completo el consumo de tabaco.
Fuerte
Se debe recomendar a las mujeres que planifican quedarse embarazadas que abandonen por completo el consumo de tabaco.

Intervenciones en el consumo de tabaco Se ha localizado una RS (Lumley, 2009) que evaluó la eficacia de las diferentes intervenciones y programas dirigidos a la deshabituación tabáquica en mujeres embarazadas. Estas estrategias se compararon con un control que en la mayoría de los estudios consistió en información sobre los riesgos del consumo de tabaco durante el embarazo. Aunque para el desenlace principal (cese del consumo) se muestran los resultados separados por las distintas intervenciones, para los desenlaces que se refieren a las complicaciones en el/la recién nacido/a, los resultados se presentan conjuntamente por cualquier estrategia.

Adicionalmente se localizó un ECA (Coleman, 2012) que incluyó a 1.050 mujeres embarazadas (entre las 12 y las 24 semanas) que fueron aleatorizadas a recibir parches transdérmicos de nicotina o placebo durante 8 semanas.

Tratamientos de deshabituación

Tratamientos de deshabituación frente control

En la RS de Lumley (2009) un total de 72 ensayos evaluaron los tratamientos de deshabituación tabáquica frente a un control para más de 25.000 mujeres incluidas. Los ensayos incluyeron estudios aleatorizados y casi-aleatorizados además de estudios aleatorizados por grupos.

En 55 de los 72 estudios las mujeres recibieron información sobre los riesgos del tabaco y los beneficios de la abstinencia durante el embarazo como parte de un “consejo habitual” (control). En el grupo intervención las mujeres participantes además recibieron intervenciones (en muchos casos combinadas) que consistieron en terapia cognitivo-conductual, basadas en el modelo de etapas de cambio conductual, información sobre el estado de salud del feto, recompensas económicas, tratamientos farmacológicos u otras intervenciones misceláneas.

En la RS de Lumley (2009), los estudios incluidos evaluaron el consumo de tabaco a lo largo del embarazo y se consideró la evaluación con el embarazo en fase más avanzada. Los resultados conjuntos muestran que los tratamientos de deshabituación consiguen una reducción significativa del mantenimiento del hábito (RR 0,94; IC 95 % 0,93 a 0,96) (65 ensayos, 21.258 participantes) con una marcada heterogeneidad en los resultados. Un análisis de sensibilidad con los 14 ECA (5.691 participantes) con un menor riesgo de sesgo mostraron un efecto ligeramente inferior aunque significativo (RR 0,97; IC 95 % 0,94 a 0,99).

Calidad baja

 

 

Los resultados conjuntos en la RS de Lumley (2009) muestran que los tratamientos de deshabituación consiguen un aumento significativo del cese del hábito hasta los 5 meses tras el parto (RR 1,65; IC 95 % 1,22 a 2,24) (20 ensayos, 6.097 participantes) con una marcada heterogeneidad en los resultados.

Calidad baja

 

 

Los resultados conjuntos en la RS de Lumley (2009) muestran que los tratamientos de deshabituación no incrementan significativamente las tasas de cese del hábito hasta los 12 meses tras el parto (RR 1,39; IC 95 % 0,82 a 2,38) (8 ensayos, 2,624 participantes) con una marcada heterogeneidad en los resultados.

Calidad baja

 

 

Los resultados conjuntos en la RS de Lumley (2009) muestran que los tratamientos de deshabituación reducen el número de niños con bajo peso al nacer (< 2.500 g) (RR 0,83; IC 95 % 0,73 a 0,95) (16 ensayos, 9.916 participantes) con resultados homogéneos.

Calidad baja

 

 

Los resultados conjuntos en la RS de Lumley (2009) muestran que los tratamientos de deshabituación reducen el número de partos pretérmino (RR 0,86; IC 95 % 0,74 a 0,98) (14 ensayos, 11.930 participantes) con resultados homogéneos.

Calidad baja

 

 

La RS de Lumley (2009) no motró diferencias significativas de los diferentes tratamientos de deshabituación tabáquica, frente a un control, por lo que se refiere al número de recién nacidos con muy bajo peso (< 1.500 g), mortalidad perinatal, mortalidad neonatal, abortos o ingreso a una unidad de vigilancia intensiva neonatal.

Calidad
muy baja

 

 

Tratamiento farmacológico

Tratamiento farmacológico frente control

En la RS de Lumley (2009) un total de 5 ECA evaluaron el tratamiento farmacológico (todos ellos con tratamiento de substitución con nicotina) frente a control en un total de 1.147 mujeres.

Adicionalmente se localizó un ECA (Coleman, 2012) que incluyó a 1.050 mujeres embarazadas (entre las 12 y las 24 semanas) con un consumo de tabaco de al menos 5 cigarrillos al día. Todas las participantes recibieron soporte conductual para el cese del hábito tabáquico y fueron aleatorizadas a recibir parches transdérmicos de nicotina o placebo durante 8 semanas. Las mujeres participantes se comprometieron a establecer una fecha para abandonar el hábito dentro de las 2 semanas tras la inclusión en el estudio.

En la RS de Lumley (2009), los estudios incluidos evaluaron el consumo de tabaco a lo largo del embarazo y se consideró la evaluación con el embarazo en fase más avanzada. Los resultados conjuntos muestran que el tratamiento farmacológico consigue una reducción significativa del mantenimiento del hábito (RR 0,95; IC 95 % 0,92 a 0,98) con resultados homogéneos.

Calidad moderada

 

 

Los resultados conjuntos de la RS de Lumley (2009) no muestran diferencias significativas respecto a los dos grupos en el peso del/la recién nacido/a (3 ECA, 1.078 participantes).

Calidad baja

 

 

En el ECA de Coleman (2012), la evaluación de la abstinencia se realizó a través de un cuestionario y se validó con la determinación de monóxido de carbono exhalado. El tratamiento de substitución con nicotina no mostró un incremento significativo de la abstinencia tabáquica (RR 1,27; IC 95 % 0,82 a 1,98). Las mujeres que consiguieron la abstinencia en el grupo de tratamiento fue del 9,4 % y del 7,6 % en el grupo control.

Las tasas de abstinencia fueron superiores en la evaluación al primer mes que fueron del 21,3 % y del 11,7 % en el grupo control con diferencias significativas, aunque esta variable fue obtenida en un análisis post hoc de los resultados.

Terapia cognitivo-conductual

Terapia cognitivo-conductual frente control

Calidad moderada

 

 

En la RS de Lumley (2009) un total de 30 ensayos evaluaron la terapia cognitivo-conductual frente a control en un total de 9.570 participantes. Los resultados conjuntos muestran una reducción significativa del mantenimiento del hábito (RR 0,95; IC 95 % 0,93 a 0,97) con resultados heterogéneos.

Calidad baja

 

 

Los resultados conjuntos de la RS de Lumley (2009) muestran un aumento significativo del peso al nacer de 47 g (MD 47,01; IC 95 % 12,22 a 81,80) (9 ensayos, 3.809 participantes), con resultados homogéneos.

Intervenciones basadas en el modelo de etapas de cambio conductual

Intervenciones basadas en el modelo de etapas de cambio conductual frente control

Calidad moderada

 

 

En la RS de Lumley (2009) un total de 11 ensayos evaluaron las intervenciones basadas en el modelo de las etapas de cambio conductual frente a control en un total de 5.073 participantes. Los resultados conjuntos no muestran una reducción significativa del mantenimiento del hábito (RR 0,99; IC 95 % 0,97 a 1,00) con resultados homogéneos.

Calidad moderada

 

 

Los resultados conjuntos de la RS de Lumley (2009) no muestran diferencias significativas respecto a los dos grupos en el peso del/la recién nacido/a (2 ensayos, 1.312 participantes).

Información sobre el estado de salud del feto

Información sobre el estado de salud del feto frente control

Calidad baja

 

 

En la RS de Lumley (2009) un total de 4 ensayos con 572 participantes no mostraron una reducción significativa del mantenimiento del hábito.

Calidad baja

 

 

Los resultados conjuntos de la RS de Lumley (2009) no muestran diferencias significativas respecto a los dos grupos en el peso del/la recién nacido/a (3 ensayos, 6.611 participantes).

Recompensa económica

Recompensa económica frente control

Calidad baja

 

 

En la RS de Lumley (2009) un total de 4 ensayos evaluaron las recompensas económicas frente a control en un total de 1.285 participantes. Los resultados conjuntos no muestran una reducción significativa del mantenimiento del hábito (RR 0,76; IC95 % 0,71 a 0,81) con resultados homogéneos.

Calidad moderada

 

 

Los resultados conjuntos de la RS de Lumley (2009) no muestran diferencias significativas respecto a los dos grupos en el peso del/la recién nacido/a (2 ensayos, 1.008 participantes).

Calidad baja

Resumen de la evidencia

Tratamientos de deshabituación
Calidad
baja
Los tratamientos de deshabituación del hábito tabáquico en su conjunto (incluyendo tratamientos farmacológicos, terapia cognitivo-conductual u otras intervenciones no farmacológicas) se mostraron beneficiosas, frente a un control, para reducir el hábito durante el embarazo. Asimismo estas intervenciones mostraron algunos efectos beneficiosos sobre el/la recién nacido/a, reduciendo el número de recién nacidos con bajo peso y aumentando el peso medio al nacer. No se mostraron diferencias respecto al número de recién nacidos con muy bajo peso, mortalidad perinatal, mortalidad neonatal, abortos, ingreso a una unidad de vigilancia intensiva neonatal o el mantenimiento del cese del hábito a largo término.
Tratamientos farmacológicos
Calidad
moderada
Las intervenciones evaluadas fueron en todos los casos el tratamiento de sustitución con nicotina. Los estudios mostraron beneficios, frente a un control, para reducir el hábito durante el embarazo, sin embargo no mostraron ningún efecto en el mantenimiento de la abstinencia o sobre el peso al nacer.
Terapia cognitivo-conductual
Calidad
baja
La terapia cognitivo-conductual se mostró beneficiosa, respecto a un control para reducir el hábito tabáquico durante el embarazo y para aumentar el peso medio de los recién nacidos.
Intervenciones basadas en el modelo de etapas de cambio conductual
Calidad
baja
Las intervenciones basadas en el modelo de las etapas de cambio conductual no se mostraron eficaces para reducir el hábito tabáquico durante el embarazo o para aumentar el peso medio de los recién nacidos frente a control.
Información sobre el estado de salud del feto
Calidad
baja
Las intervenciones basadas en la información sobre el estado de salud del feto no se mostraron eficaces para reducir el hábito tabáquico durante el embarazo o para aumentar el peso medio de los recién nacidos frente a control.
Recompensa económica
Calidad
baja
La recompensa económica se mostró beneficiosa para reducir el hábito durante el embarazo, sin embargo no mostró ningún efecto en el mantenimiento de la abstinencia o sobre el peso al nacer.

De la evidencia a la recomendación

La fuerza y dirección de las recomendaciones fue establecida considerando los siguientes aspectos:

  1. Calidad de la evidencia. Las principales causas que limitan la confianza en los resultados son las limitaciones metodológicas en los estudios considerados así como la amplia variabilidad de los resultados. En la evaluación de los tratamientos de deshabituación en conjunto, la diversidad y variabilidad de las intervenciones consideradas además condiciona que la evidencia sea indirecta.
  2. Balance entre beneficios y riesgos. La ausencia de riesgos asociados a las intervenciones no farmacológicas condicionan un balance favorable mientras que la escasa información sobre los riesgos de los tratamientos de deshabituación con nicotina, junto con una eficacia limitada no permiten establecer un claro balance.
  3. No se identificaron estudios sobre costes y uso de recursos o valores y preferencias de las gestantes.

El grupo elaborador formuló las siguientes recomendaciones considerando que las intervenciones farmacológicas y basadas en la educación y la motivación presentan ciertos beneficios sobre el abandono del hábito tabáquico (a corto término) y ello repercute en una reducción de ciertos efectos perjudiciales en el/la recién nacido/a. La ausencia de riesgos y un coste limitado asociados a las intervenciones no farmacológicas se consideraron para realizar una recomendación fuerte.

Recomendaciones

Fuerte
Se recomienda proporcionar a las gestantes fumadoras información detallada sobre los efectos del tabaquismo en su salud y en la del feto, así como sobre los beneficios del abandono del tabaco.
Fuerte
Se recomienda ofrecer a las gestantes fumadoras intervenciones basadas en la educación y motivación (incluida la participación en programas de deshabituación tabáquica) para conseguir el abandono del tabaquismo.
Débil
Se sugiere informar a las mujeres embarazadas que o quieren dejar de fumar y no acepten las intervenciones no farmacológicas, acerca de los riesgos y beneficios de la terapia de reemplazo a base de nicotina (NRT).

Ejercicio durante el embarazo Actividad Física

Se ha identificado una RS (Kramer, 2010) sobre los efectos de recomendar la realización de ejercicio físico aeróbico de forma regular (más de dos o tres veces por semana), en mujeres embarazadas que no presentaban complicaciones ni factores de riesgo. Esta RS valoró el efecto tanto de recomendaciones de iniciar una actividad física en gestantes que previamente no realizaban ninguna actividad (sedentarias), así como el aumento o disminución de la intensidad, la duración o la frecuencia, de las que ya realizaban alguna actividad.

La RS incluyó 14 estudios, entre ensayos clínicos aleatorizados (ECA) y casialeatorizados (ECCA). Excluyeron estudios en los cuales la intervención fuera de baja frecuencia y/o duración del ejercicio aeróbico prescrito (menos de dos sesiones o que duraran menos de 30 minutos por semana). Los estudios valoraban diferentes resultados, tanto en la madre como en el feto y recién nacido como el cambio en las medidas antropométricas maternas, el desarrollo de preeclampsia, parto pre término, cesáreas; edad gestacional o peso al nacer, entre otros.

Impacto de la actividad física en la madre

No se detectaron cambios en la media de la ganancia total de peso, en gestantes que iniciaron una actividad física durante el embarazo respecto a las que no iniciaron ninguna actividad (grupo control) (3 ECA, 1 ECCA; 65 gestantes; DM 0,79 kg; IC 95 % -0,73 a 2,31) (Clapp, 2000; Collings, 1983; Marquez, 2000; Prevedel, 2003), ni cambios en el tejido adiposo materno (1 ECA; 22 mujeres; DM 1,51; IC 95 % -3,06 a 0,04) (Prevedel, 2003) ni en la masa sin grasa materna (1 ECA; 22 gestantes; Riesgo Relativo (RR) 1,59; IC 95 % 1,59 0,38 a 2,80) (Prevedel, 2003).

Calidad
muy baja

 

 

No se encontraron diferencias significativas en cuanto al desarrollo de preeclampsia en las gestantes que iniciaron una actividad física durante el embarazo respecto a las que no iniciaron ninguna actividad (1ECA y 1 ECCAQ; 43 gestantes; RR 1,17; IC 95 % 0,44 a 3,08) (Collins, 1983; Erkkola, 1976).

Impacto de la actividad física en el parto

Calidad
muy baja

 

 

No se encontraron diferencias significativas en cuanto al número de partos pretérmino entre el grupo de gestantes que iniciaron una actividad física respecto a las que no iniciaron ninguna actividad (2 ECA y 1ECQ; 59 gestantes; RR 1,82; IC 95 % 0,35 a 9,57) (Clapp, 2000; Collings, 1983; Prevedel, 2003).

Calidad
muy baja

 

 

No se encontraron diferencias significativas en relación al número de cesáreas practicadas al grupo de gestantes que iniciaron una actividad física respecto a las que no iniciaron ninguna durante la gestación (1 ECA y 2 ECCA; 195 gestantes; RR 0,96; IC 95 % 0,60 a 1,53) (Collings, 1983; Lee ,1986; Marquez, 2000).

Impacto de la actividad física en el/la recién nacido/a

Calidad
muy baja

 

 

Respecto a la media de edad gestacional en el momento del parto, no se encontraron diferencias significativas entre el grupo de gestantes que iniciaron una actividad física durante el embarazo respecto a las que no iniciaron ninguna actividad (2 ECA y 2 ECCA; 249 gestantes; DM 0,10; IC 95 % -0,11 a 0,30) (Collings, 1983; Erkkola, 1976; Lee, 1986; Memari, 2006).

Calidad
muy baja

 

 

No se encontraron diferencias significativas en relación a la media de peso al nacer en los recién nacidos de madres que iniciaron una actividad física durante el embarazo respecto a las que no iniciaron ninguna actividad (4 ECA y 2 ECCA; 280 gestantes; DM 49.496 gramos; IC 95 % -27,74 a 126,73) (Clapp, 2000; Collings, 1983; Erkkola, 1976; Lee, 1996; Marquez, 2000; Memari, 2006).

En cuanto al aumento o disminución de la actividad física en mujeres que previamente al embarazo ya realizaban alguna actividad, la RS identificó un ensayo pequeño (Bell, 2000) en el cual no se encontraban diferencias entre las gestantes que previamente realizaban ejercicio físico y continuaron realizándolo con la misma intensidad (>5 veces a la semana) y aquellas que lo redujeron (<=3 veces por semana) en cuanto al desarrrollo de preeclampsia (1 ECA; 61 gestantes; RR 1,18; IC 95 % 0,08 a 17,99) y la media del peso al nacer (gramos) (1 ECA; 61 gestantes; DM -135,00; IC 95 % -368,66 a 98,66).

La misma RS identificó otro ECA que reportó que las gestantes que habían realizado actividad física previa (en buena forma física) y que habían aumentado la duración de sus ejercicios en el embarazo temprano (60 minutos, >5 veces a la semana hasta la semana 20 de gestación) y que después la habían reducido (20 minutos, 5 veces por semana hasta el parto) dieron a luz a recién nacidos con mayor peso (1 ECA; 49 gestantes; DM 460,00 gramos; IC 95 % 251,63 a 668,37 g) que las gestantes del grupo control que mantenían una actividad física de intensidad moderada (40 minutos, 5 veces a la semana) durante toda la gestación. En el grupo gestantes que realizaron un patrón de ejercicio físico opuesto al anterior (reducción de la duración de la actividad física en el embarazo temprano y aumento posterior) tuvieron resultados similares en la media del peso del/la recién nacido/a que las gestantes del grupo control (1 ECA, 50 gestantes, DM -100,0; IC 95 % -308,39 a 108,39) (Clapp, 2002).

Calidad
muy baja

 

 

En relación a la media de la escala de Apgar a los cinco minutos, no se encontraron diferencias significativas en los recién nacidos de madres sedentarias que iniciaron una actividad física durante el embarazo respecto a las que no iniciaron ninguna actividad (2 ECA 2ECQ; 233 gestantes; DM 0,15; IC 95 % -0,10 a 0,39) (Collings, 1983; Lee, 1996; Marquez, 2000; Memari, 2006).

Calidad
muy baja

 

 

Se identificó una RS que evaluaba la tasa de presentación de efectos adversos (tanto maternos como fetales) relacionados con el ejercicio en gestantes sin complicaciones. Incluyo un total de 74 estudios (9 ECA, 65 observacionales, 3.766 gestantes, 63.592 horas de ejercicio físico), de los cuales solo 35 reportan presencia o ausencia de efectos adversos. La tasa de efectos adversos graves (parto pretérmino, sangrado por placenta previa, aborto, contracciones uterinas) es de 1.4 eventos por 10.000 horas de ejercicio realizado (35 estudios, 49.665 horas de ejercicio físico) (Charlesworth, 2001).

Las dos RS incluidas señalan que la calidad y la consistencia de los datos reportados en la literatura varían enormemente y es deficiente. Este hallazgo dificulta el trabajo de análisis de la información encontrada. En general resaltan que, los estudios encontrados, incluyen pocos participantes y no tienen una calidad metodológica muy alta. En el caso de los efectos adversos por ejemplo, el no reporte en algunos estudios deja poco claro si esta falta es debida a su no ocurrencia, si ocurren y no han sido relacionados o si no fue considerado lo suficientemente importante para reportarlo (ej. dolores musculares).

Calidad
muy baja

 

 

Resumen de la evidencia

Calidad
muy
baja
El inicio de una actividad física durante el embarazo no afecta la ganancia de peso durante la gestación (Clapp, 2000; Collings, 1983; Marquez, 2000; Prevedel, 2003) ni el riesgo de presentar preeclampsia (Collins, 1983; Erkkola, 1976).
Calidad
muy
baja
El inicio de una actividad fisica durante la gestación no aumenta el riesgo de presentar un parto pretérmino (Clapp, 2000; Collings, 1983; Prevedel, 2003), ni de tener un parto por cesárea (Collings, 1983; Lee, 1986; Marquez, 2000.
Calidad
muy
baja
El inicio de una actividad física durante el embarazo no altera la edad gestacional del recién nacido/a en el momento del parto (Collings, 19835; Erkkola, 1976; Lee, 1986; Memari, 2006), tampoco el APGAR a los cinco minutos (Collings, 1983; Lee, 1996; Marquez, 2000; Memari, 2006) ni su peso al nacer (Clapp, 2000; Collings, 1983; Erkkola, 1976; Lee, 1996; Marquez, 2000; Memari, 2006).

De la evidencia a la recomendación

La fuerza y dirección de las recomendaciones fue establecida considerando los siguientes aspectos:

  1. Calidad de la evidencia. Se ha disminuido la calidad de la evidencia en la mayoría de variables de resultado evaluadas para el ejercicio físico debido a que la mayoría de los estudios son realizados con muestras muy pequeñas, con riesgo de sesgo, con resultados incompletos y/o imprecisión de los resultados (pocos eventos o intervalos de confianza amplios).
  2. Balance entre beneficios y riesgos. La realización de una actividad física regular durante la gestación parece mejorar (o mantener) la capacidad física durante el embarazo. Sin embargo, al disponerse de evidencia limitada, los datos son insuficientes para inferir el balance riesgo – beneficio para la madre y el/la hijo/hija.
  3. No se identificaron estudios sobre costes y uso de recursos o valores y preferencias de las gestantes.

El grupo elaborador formuló las siguientes recomendaciones considerando que los resultados de los estudios son insuficientes para concluir los riesgos que implica, tanto para la madre como para el/la hijo/hija, el realizar ejercicio físico durante el embarazo. A pesar que para eventos como el parto pre-término, parto por cesárea, ganancia de peso durante el embarazo (materna), edad gestacional y el peso al nacer, los resultados parecen consistentes, el pequeño tamaño de las muestras y otras limitaciones metodológicas de los estudios, impiden extraer datos concluyentes de los mismos.

Recomendaciones

Se recomienda ofrecer consejo individualizado sobre el inicio o mantenimiento de la actividad física, así como la intensidad, duración y frecuencia de la misma.
Las mujeres embarazadas deben ser informadas de los peligros potenciales de ciertas actividades durante el embarazo, por ejemplo, deportes de contacto, deportes de alto impacto y los deportes de raqueta que pueden implicar riesgo de traumatismo abdominal; las caídas o el estrés articular excesivo y el buceo pueden causar problemas en el nacimiento del feto y la enfermedad de la descompresión del feto.

Cambios psicológicos del embarazo. Estrés psicosocial y trastornos afectivos Evaluación del estado psicoosocial durante el embarazo

Existe numerosa literatura sobre el papel y el impacto de los factores piscosociales en los resultados perinatales como la prematuridad o el bajo peso al nacer. Los dos factores sobre los que se ha realizado un mayor número de trabajos son el estrés y aquellos que se relacionan con la depresión.

Una RS evaluó los resultados de estudios observacionales prospectivos mostrando una relación estadísticamente significativa entre el nivel de estrés y los resultados perinatales negativos, aunque el tamaño de esta asociación fue clínicamente irrelevante (35 estudios; 31.323 mujeres r=-0,04; IC 95 % -0,08 a -0,01). En concreto, los niveles de estrés durante el embarazo se asociaron en mayor medida con el peso neonatal (14 estudios; 2.786 mujeres r=-0,07; IC 95 % -0,13 a -0,01) y el riesgo de bajo peso al nacer (5 estudios; 3.261 mujeres r=0,07; IC 95 % 0,03 a 0,1). Estos resultados hacen pensar que factores como el estrés pueden tener un mayor impacto cuando interactúan con otros factores psicosociales (Littleton, 2010). Otra RS de 18 estudios longitudinales mostró que el estrés prenatal puede tener un impacto negativo en el desarrollo cognitivo, psicomotor y del comportamiento de los recién nacidos (Kingston, 2012).

Otras revisiones de la literatura han sugerido que, a largo plazo, el estrés sufrido por las madres durante el embarazo podría influir en el desarrollo neurocognitivo y emocional del niño o niña aumentando el riesgo de algunos problemas del comportamiento, retrasos en el lenguaje o del trastorno por déficit de atención con hiperactividad (Talge, 2007; Glover, 2011).

Se identificó una RS Cochrane que evaluó si la evaluación universal de aspectos psicosociales contribuía a identificar a las gestantes con un problema afectivo o emocional y su posible impacto sobre otros resultados perinatales (Austin, 2008).

Esta RS incluyó dos ECA con diferentes objetivos. En el primero se aleatorizaron 600 mujeres a las que se identificó un riesgo psicosocial importante a tres posibles grupos: i) la evaluación mediante la escala Edinburgh Postnatal Depression Scale (EPDS) y la discusión con la mujer del resultado de la prueba y el posible riesgo de depresión postnatal, ii) el ofrecimiento a las mujeres de un libro informativo sobre la depresión postnatal y el envío de una carta a su médico de cabecera para informarlo del posible riesgo de la mujer, y iii) cuidados prenatales rutinarios (Webster, 2003).

El otro ECA iba dirigido a discriminar si el uso del instrumento ALPHA por parte de los/las profesionales sanitarios contribuía a la mejor identificación del riesgo psicosocial de las gestantes y a una mejor prevención de posibles problemas emocionales (Carroll, 2005). El Antenatal Psychosocial Health Assessment (ALPHA) incorpora en su evaluación 15 factores de riesgo asociados con los abusos a la mujer, sus hijos, la depresión posparto y la mala relación con su pareja que se pueden agrupar en las áreas de factores familiares, maternales, consumo de substancias de abuso y violencia familiar. En este ECA se comparó la capacidad de identificar factores de riesgo psicosocial y de determinar la posibilidad de que las gestantes sufrieran una depresión posparto por 60 matronas/es, obstetras y médicos de familia que fueron distribuidos entre un grupo que utilizó el ALPHA y otro que ofrecía cuidados prenatales rutinarios.

Ambos estudios tuvieron importantes limitaciones metodológicas que limitan la validez de sus conclusiones. Webster (2003) solamente realizó la intervención a la que habían sido asignadas en el 75 % de las participantes ya que hubo problemas en la comunicación del riesgo psicosocial a los médicos de cabecera de las gestantes, o la distribución de los materiales de información sobre la depresión posparto. Además se acumularon unas pérdidas del 27% de las participantes. En el caso de Carroll (2005) declinaron la participación en el estudio hasta el 67 % profesionales sanitarios a los que se les propuso participar en el estudio, con lo cual los resultados podrían atribuirse a la participación de profesionales más motivados sobre este tema, limitando la validez externa de estos resultados.

Calidad baja

 

 

Identificación de gestantes con alto riesgo psicosocial

En el estudio de Carroll (2005) los/las profesionales sanitarios que habían utilizado el ALPHA identificaron una mayor proporción de gestantes con alto riesgo psicosocial que los/las profesionales que siguieron unos cuidados prenatales rutinarios, aunque las diferencias no fueron significativas (139 mujeres; RR 4,61; IC 95 % 0,99 a 21,39). Cuando se evaluó el número de mujeres con cualquier aspecto psicosocial relevante, no se observó ninguna diferencia entre los grupos (139 mujeres; RR 1,32; IC 95 % 0,82 a 2,11). El uso del ALPHA solamente contribuyó a una mejor detección de gestantes que sufrían violencia familiar en comparación con las gestantes que recibieron cuidados prenatales rutinarios.

Calidad baja

 

 

Como se ha comentado en el apartado “Contenido de la historia clínica”, es importante valorar la existencia de problemas personales o familiares, y en concreto es necesario identificar posibles malos tratos siguiendo los protocolos disponibles.

Las visitas prenatales son una oportunidad para identificar aquellas mujeres que sufren violencia de género (OMS, 2011). Estas visitas permiten ofrecer atención de una manera periódica y contínua durante todo el embarazo a las mujeres, lo que puede facilitar establecer un ambiente en el que explorar este aspecto. Algunas guías recomiendan preguntar a todas las mujeres sobre posibles malos tratos en diferentes momentos del embarazo (primera visita prenatal, trimestralmente y en la revisión posparto) (NICE, 2008; ACOG, 2012).

Otras guías de
práctica clínica

 

 

Cribado de depresión posparto durante el embarazo

El trastorno depresivo es uno de los problemas emocionales más frecuentes entre las mujeres en edad reproductiva. Estudios recientes han mostrado que una de cada siete mujeres había sido tratada por una depresión en el periodo comprendido entre el año previo y posterior al embarazo (ACOG, 2010; Dietz, 2007). En un programa prenatal en la Comunidad Valenciana se observó una mayor proporción de depresión durante el embarazo en las mujeres (10,3 %) que en sus parejas (6,5 %), con un mayor riesgo en aquellas parejas insatisfechas con su relación o en las que uno de sus miembros tenía antecedentes depresivos (Escribè-Agüir, 2008).

La identificación y tratamiento de la depresión en el embarazo comporta un potencial beneficio para la madre y su familia. Los hijos de madres con depresión han mostrado un retraso en el desarrollo de sus capacidades psicológicas, cognitivas, neurológicas y motoras (Gjerdingen, 2007). Aunque con variaciones dependiendo del estatus socioeconómico, se ha relacionado la depresión durante el embarazo con un aumento del riesgo de dar a luz a un recién nacido con bajo peso al nacer, que es mucho menor entre los países europeos (RR 1,16; IC 95 % 0,92 a 1,47) que en EEUU (RR 1,10; IC 95 % 1,01 a 1,21), pero que se acentúa mucho en los países en vías de desarrollo (RR 2,05; IC 95 % 1,43 a 2,93) (Grote, 2010).

En cuanto a los factores de riesgo, una RS de 57 estudios observacionales, mostró que el estrés, la falta de una red de apoyo y la violencia de género son los factores más asociados con la depresión durante el embarazo (Lancaster, 2010). En menor medida, también se asoció con la depresión durante el embarazo la ansiedad de la gestante, los antecedentes de depresión, los embarazos indeseados, los bajos ingresos o el tabaquismo.

El periodo comprendido entre el embarazo y el posparto son momentos propicios para realizar una adecuada valoración del riesgo de depresión posparto de las mujeres, puesto que es un momento durante el cual las mujeres mantienen un contacto más intenso con los servicios sanitarios.

Se identificó un informe de evaluación de tecnologías sanitarias (Hewitt, 2009a) que evaluó los métodos disponibles para identificar a las mujeres con riesgo de depresión posparto, la aceptabilidad de estos métodos, su eficacia para mejorar los resultados de las madres y sus hijos, y realizó una evaluación económica sobre su uso. Los resultados sobre la eficacia para mejorar los resultados de las madres y sus hijos y el estudio de evaluación económica se describieron en una publicación posterior (Hewitt, 2009b). Otras RS de la literatura con un alcance similar al de este informe de evaluación de tecnologías sanitarias llegan a conclusiones similares, pero tienen alguna limitación metodológica y una fecha de búsqueda más antigua, por lo que no se han considerado en esta guía (Austin, 2003; Boyd, 2005).

La RS sobre el rendimiento de los métodos disponibles para identificar a las gestantes con riesgo de depresión posparto (Hewitt, 2009a), incluyó 64 estudios de rendimientos de pruebas diagnósticas, de los cuales 10 se centraron en la evaluación prenatal del riesgo de depresión (incluyendo a 4.236 mujeres).

La mayoría de estudios (5) evaluaron el rendimiento del Edinburgh Postnatal Depression Scale (EPDS) para la identificación de gestantes con riesgo de depresión posparto, en los que se establecía una puntuación de 13 puntos como el umbral para la identificación de una gestante con riesgo de depresión posparto. Como prueba de referencia para la valoración del rendimiento de este instrumento se usaron los criterios diagnósticos DSM en la mayor parte de estudios.

La sensibilidad del EPDS en los estudios que evaluaron su rendimiento para la identificación prenatal de mujeres con un riesgo de depresión posparto fue muy variable, oscilando entre el 0,22 (especificidad 0,91) y el 0,78 (especificidad 0,49).

Cuando se combinaron los resultados de todos los estudios que utilizaron el EPDS para diagnosticar depresión mayor, la sensibilidad del instrumento osciló entre el 0,60 (IC 95 % 0,47 a 0,71) y 0,96 (IC 95 % CI 0,90 a 0,98) y la especificidad entre 0,45 (IC 95 % CI 0,26 a 0,66) y 0,97 (IC 95 % CI 0,92 a 0,99).

El análisis combinado de estos resultados determinó que el punto de corte del EPDS más apropiado para realizar un diagnóstico de depresión mayor, mediante el índice de Youden, fueron los 12 puntos (sensibilidad 0,86 (IC 95 % 0,81 a 0,89) y especificidad 0,87 (IC 95 % 0,80 a 0,92) aunque la heterogeneidad de esta estimación fue muy alta (I2: 63 %).

Una revisión sobre el rendimiento diagnóstico de instrumentos para la detección de la depresión en lengua española (Reuland, 2009) identificó un único estudio en el que se evaluó una versión española de la escala EPDS en 321 mujeres peruanas durante el primer año tras el parto, tomando los criterios diagnósticos del DSMIV como prueba de referencia, y estableciendo el punto de corte para el diagnóstico de depresión posparto en los 13 puntos (Vega-Dienstmaier, 2002). El estudio mostró un buen balance entre la sensibilidad y la especificidad de la versión española de esta escala (sensibilidad 0,89 (IC 95 % 0,67 a 0,99) y especificidad 0,72 (IC 95 % 0,67 a 0,77).

Calidad baja

 

 

En la revisión sobre la eficacia del cribado de mujeres con riesgo de depresión posparto (Hewitt, 2009a, 2009b) se identificaron 4 ECA, uno de ellos el ECA de Webster (2003) comentado en el apartado anterior, en los que se comparó si el uso de un método de identificación de riesgo de depresión postnatal, seguido o no de un seguimiento de las gestantes con más riesgo, podía mejorar los resultados de salud de las gestantes y recién nacidos. En todos los ECA evaluados la herramienta para identificar las gestantes con riesgo de depresión posparto fue el Edinburgh Postnatal Depression Scale (EPDS).

Un ECA comparó la tasa de mujeres con alto riesgo de depresión posparto identificadas mediante el EPDS frente a la identificación oportunista en el marco de los cuidados prenatales rutinarios en un hospital estadounidense (Evins, 2000). Este estudio tuvo unas pérdidas muy importantes, ya que sólo el 37 % de las mujeres del grupo intervención completó el EPDS y la mitad de mujeres del grupo control acudió a la visita de seguimiento a las 6 semanas del parto planeadas en el estudio. Se consideró que las mujeres con una puntuación de 10 puntos en el EPDS o superior era indicativa de riesgo de depresión posparto.

El resto de estudios se centraron en la detección de gestantes con riesgo de depresión posparto y la posterior reducción del número de mujeres con riesgo. Además del ECA de Webster (2003), Kung (2002) evaluó, en un hospital universitario chino, el impacto de una intervención coordinada por matronas/es sobre la incidencia de depresión a las 6 semanas después del parto, consistente en la identificación de las mujeres con riesgo de depresión mediante el EPDS seguido de un intenso seguimiento de las matronas/es de aquellas mujeres con una puntuación superior a 10 puntos en la escala. Las mujeres del grupo control no se evaluaron hasta las 6 semanas después del parto.

El último ECA incluido en esta RS, comparó una serie de centros de salud con un programa prenatal especial con un contacto más directo con las matronas/es que coordinaban todos los cuidados que se extendía hasta los 28 días tras el parto, y daban la oportunidad a las mujeres de recibir visitas a domicilio. El programa incluía una evaluación con el EPDS. Las mujeres atendidas en los centros de salud del grupo control recibieron cuidados rutinarios (MacArthur, 2002).

El ECA de Evins (2000) mostró que la administración rutinaria del EPDS contribuía a identificar a un mayor número de mujeres con riesgo de depresión posparto que la identificación oportunista (165 mujeres, 35,4 % frente a 6,3 %; P<0,0001). En el ECA de Kim (2002) un menor número de mujeres que habían sido valoradas con el EPDS y habían recibido un seguimiento estricto si mostraban un alto riesgo de depresión, tuvieron una puntuación por encima de los 9 puntos en el EPDS frente a las mujeres que habían recibido atención rutinaria (400 mujeres, 5,9 % frente a 11,8 %; P=0,03). El ECA de MacArthur (2002) también mostró una mejor puntuación en el EPDS entre las mujeres atendidas en los centros que dispensaban el programa prenatal extendido frente a las mujeres de los centros en los que se dispensaban cuidados estándar (2.064 mujeres; OR 2,68; IC 95 % 1,89 a 3,46), así como una menor proporción de mujeres en el grupo mejorado de cuidados con una puntuación en el EPDS de 13 puntos o mayor (2.064 mujeres; OR 0,47; IC 95 % 0,31 a 0,76).

El análisis combinado de los resultados de los estudios de la RS de Hewitt (2009) mostró que el uso de un método formal para identificar a las gestantes con riesgo contribuye a disminuir el porcentaje de mujeres con puntuaciones en el EPDS que indicarían la presencia de depresión posparto frente a las gestantes que reciben una atención prenatal rutinaria (3 ECA, 3.064 mujeres; OR 0,64; IC 95 % 0,52 a 0,78).

Calidad moderada

 

 

Resumen de la evidencia

Evaluación del estado psicosocial durante el embarazo
Calidad
baja
No se disponen de suficientes datos sobre el valor de realizar un cribado universal prenatal de factores psicosociales, si bien en un estudio con importantes limitaciones metodológicas se ha mostrado que el uso de un instrumento de valoración de riesgo psicosocial (ALPHA) podría contribuir a la identificación de las gestantes con alto riesgo psicosocial (Carroll, 2005).
Calidad
baja
Los niveles de estrés durante el embarazo se asocian en mayor medida con el riesgo de bajo peso al nacer (Littleton, 2010), así como un impacto negativo en el desarrollo cognitivo, psicomotor y del comportamiento de los recién nacidos/as (Kingston, 2012).
Otras
guías de
práctica
clínica
Las visitas prenatales son una oportunidad para identificar aquellas mujeres que sufren violencia de género (OMS, 2011), por lo que es necesario preguntar a todas las mujeres sobre posibles malos tratos en diferentes momentos del embarazo (NICE, 2008; ACOG, 2012).
Cribado de depresión posparto durante el embarazo
Calidad
baja
En las mujeres embarazadas, el Edinburgh Postnatal Depression Scale (EPDS) es la escala más utilizada y ha mostrado un buen rendimiento para la identificación de mujeres con riesgo de sufrir una depresión posparto y para su diagnóstico (Hewitt, 2009a), aunque el impacto de realizar un cribado sistemático con esta escala es limitado (Hewitt, 2009b).

De la evidencia a la recomendación

La fuerza y dirección de las recomendaciones fue establecida considerando los siguientes aspectos:

  1. Calidad de la evidencia. En el caso de la evaluación del estado psicosocial se ha disminuido la calidad de la evidencia por serias limitaciones metodológicas de los ECA disponibles relacionadas con la aplicación inadecuada de las intervenciones en el caso de Webster (2003) y la participación de los/las profesionales sanitarios más motivados en el ECA de Carroll (2005). Además ambos estudios muestran resultados muy imprecisos sugiriendo la posibilidad de un beneficio de la intervención como su ausencia. La literatura disponible sobre el rendimiento de la Edinburgh Postnatal Depression Scale (EPDS) para la identificación de mujeres con riesgo de sufrir una depresión posparto y para su diagnóstico es de baja calidad debido a limitaciones en el diseño de la mayoría de estudios (relacionados con la selección de los pacientes, la determinación del resultado de las pruebas evaluadas, o la presencia de sesgo de progresión de la enfermedad), además de una alta variabilidad entre los resultados de los estudios (con valores de I2 que alcanzaron entre el 63 % y el 83 %). En el caso de la valoración del riesgo de depresión posparto se ha disminuido la calidad de la evidencia por serias limitaciones metodológicas de los ECA disponibles: Webster (2003) tuvo una pérdida de participantes en el estudio muy considerable, y Kung (2002) y MacArthur (2002) podrían haber utilizado métodos de aleatorización sesgados.
  2. Balance entre beneficios y riesgos. La identificación de las gestantes con riesgo de depresión posparto puede garantizar el correcto abordaje de este trastorno afectivo con un potencial impacto sobre la salud de la mujer, el desarrollo de sus hijos, y la relación con su entorno. No se derivan efectos indeseados relevantes de realizar un cribado de estas características, más allá del impacto que pueda tener la determinación de falsos positivos.
  3. Costes y uso de recursos. El informe de evaluación de tecnologías sanitarias de Hewitt (2009a) realizó una RS de la literatura para identificar estudios de evaluación económica, sin encontrar estudios. Los autores elaboraron su propio modelo analítico, sin que sus resultados mostraran que la identificación rutinaria sea coste efectiva para los parámetros del sistema sanitario británico. Aunque no se han identificado estudios al respecto, debe valorarse la carga de trabajo que implica en el seguimiento rutinario de las mujeres embarazadas así como la disponibilidad de personal sanitario capacitado para una correcta evaluación.
  4. Valores y preferencias de las gestantes. El informe de evaluación de tecnologías sanitarias de Hewitt (2009a) y una publicación posterior de sus resultados (Brealey, 2010) desarrollaron una RS sobre estudios cualitativos y estudios observacionales que valoraran la aceptabilidad de la escala EPDS entre las gestantes y los/las profesionales sanitarios. Los resultados de 16 estudios, sintetizados desde un enfoque narrativo y textual, mostraron que en general el EPDS es aceptado por las mujeres y los/las profesionales sanitarios, aunque existen algunos factores a tener en cuenta relacionados con su administración. Las mujeres necesitan sentirse confortables en el proceso de cribado del riesgo de depresión posparto, por lo que es importante que el test lo administre una persona con la que tenga un vínculo establecido y sea de su confianza, a ser posible dándole la posibilidad de completarlo en el hogar. La revisión puso de manifiesto que las mujeres expresaban su dificultad para responder al último ítem del instrumento relacionado con la posibilidad de conductas autolesivas.

El grupo elaborador formuló las siguientes recomendaciones considerando que los resultados de los estudios son insuficientes para realizar una recomendación favorable al cribado universal del estado psicosocial de las gestantes. Por ejemplo, respecto a los resultados disponibles sobre el beneficio derivado de la identificación mediante el EPDS de mujeres con riesgo de depresión posparto, no está claro que se puedan atribuir a este procedimiento, o a los cuidados adicionales que posteriormente reciben las mujeres. Sin embargo, en aquellos casos en los que los/las profesionales sanitarios sospechen que la gestante pueda tener algún factor de riesgo que pueda afectar su estado psicosocial o que pueda derivar en una depresión posparto, el EPDS ha mostrado un buen rendimiento para realizar un buen diagnóstico.

Recomendaciones

Débil
Se sugiere realizar un cribado del estado psicosocial de las gestantes cuando exista sospecha de algún factor relevante que pueda afectar el desarrollo del embarazo o el posparto.
Se sugiere que los/las profesionales de la salud estén alerta ante los síntomas y signos de la violencia de género durante el embarazo, preguntando a las mujeres por posibles malos tratos en un ambiente en el que se sientan seguras, al menos en la primera visita prenatal, trimestralmente y en la revisión posparto.

Actividad sexual durante el embarazo La guía de práctica clínica sobre el embarazo del NICE (NICE, 2008) recogió los resultados de 3 estudios observacionales (Klebanoff, 1984; Read, 1993; Berghella, 2002) en los que se evaluó en qué medida el coito podía provocar algún problema durante el embarazo.

Los resultados de dos estudios de cohorte en los EEUU (Klebanoff, 1984; Read, 1993) mostraron una asociación inversamente proporcional entre la frecuencia del coito y el riesgo de parto pre-término. En un tercer estudio mostró que en mujeres embarazadas con vaginosis bacteriana el riesgo de parto pre-término era similar entre las mujeres independientemente de la frecuencia con la que mantenían relaciones sexuales con penetración (Berghella, 2002)

En el caso de la cohorte Collaborative Perinatal Project, que incluyó cerca de 40.000 mujeres (Klebanoff, 1984), la frecuencia (una o más relaciones con penetración a la semana) del coito en las semanas 28 y 29, 32 y 33, y 36 y 37 se asoció con una gestación más larga. En este mismo estudio no se observó que las mujeres que tenían relaciones sexuales con penetración durante las semanas de gestación mencionadas tuvieran un mayor riesgo de mortalidad perinatal que las mujeres que no mantenían relaciones sexuales con penetración.

Calidad baja

 

 

Por otro lado un estudio de discusión reciente destaca los principales aspectos relacionados con la sexualidad durante el parto y puerperio (Millheiser, 2012).

El embarazo es una etapa asociada con muchos cambios que pueden afectar a la percepción de la intimidad y la sexualidad en las gestantes, siendo un tema al que no se presta especial atención durante la atención prenatal rutinaria. Esto puede derivar en la idea equivocada de que tener relaciones sexuales durante el embarazo puede dañar el desarrollo del feto. Los temores más frecuentes se relacionan con la posibilidad de hacerle daño al feto, de parto prematuro, de romper el saco amniótico o sufrir sangrados e infecciones.

Durante el segundo trimestre es un periodo en el que se pueden mantener relaciones sexuales de manera habitual, aunque la aparición de sintomatología durante el primer trimestre (náuseas, sensibilidad en los pechos) o los cambios fisiológicos del tercer trimestre (limitaciones en la movilidad relacionadas con el aumento del perímetro abdominal) pueden interferir con el interés y el deseo de la actividad sexual.

Otras guías de
práctica clínica

 

 

En cualquier caso la gestante debe tener la posibilidad de discutir con los/las profesionales sanitarios cualquier posible preocupación o duda al respecto. Una revisión de la literatura ha mostrado que la falta de información adecuada sobre el sexo durante el embarazo y el posible impacto para el feto es el factor más relevante que lleva a evitar las relaciones sexuales en esta etapa (Serati, 2010). Durante todo el proceso de atención prenatal los/las profesionales sanitarios deberían promover un debate abierto y proporcionar orientación a las gestantes sobre los cambios esperados en materia de salud sexual (Johnson, 2001).

Calidad baja

 

 

Resumen de la evidencia

Calidad
baja
La frecuencia con la que se practica el coito durante el embarazo no aumenta el riesgo de parto pre término o de mortalidad perinatal (Klebanoff, 1984; Read, 1993; Berghella, 2002).
Calidad
baja
La falta de información adecuada sobre la sexualidad durante el embarazo y el posible impacto para el feto al mantener relaciones sexuales puede fomentar la aparición de ideas equivocadas y hacer que se eviten las relaciones sexuales en esta etapa (Serati, 2010; Millheiser, 2012).

De la evidencia a la recomendación

La fuerza y dirección de las recomendaciones fue establecida considerando los siguientes aspectos:

  1. Calidad de la evidencia. La literatura valorada en este apartado corresponde a estudios observacionales y en ningún caso se ha podido considerar aumentar la calidad de la evidencia.
  2. Balance entre beneficios y riesgos. La frecuencia con la que se practica el coito durante el embarazo no ha mostrado un aumento del riesgo de parto pre término o de mortalidad perinatal.
  3. No se localizaron estudios que analizasen los costes y uso de recursos de esta intervención o los valores y preferencias de las gestantes al respecto.

El grupo elaborador formuló la siguiente recomendación considerando la información derivada de la ausencia de riesgo de parto pretérmino o mortalidad perinatal derivada de la frecuencia con la que se practica el coito que han mostrado los estudios observacionales disponibles. La calidad de la evidencia determinó la fuerza de la recomendación.

Recomendación

Débil
Se sugiere informar a las mujeres embarazadas y a sus parejas que durante el embarazo pueden mantenerse relaciones sexuales de manera habitual debido a que no se asocian a ningún riesgo para el feto.

Viajes al extranjero durante el embarazo Se ha identificado una publicación reciente en la que se realiza una síntesis de la literatura y de las recomendaciones disponibles dirigidas a las mujeres embarazadas que desean viajar (Hezelgrave, 2011). Esta revisión de la literatura recoge una serie de consideraciones a tener en cuenta ante el deseo de las mujeres embazadas de viajar en diferentes etapas de su gestación o ante determinadas circunstancias.

Los autores diferencian los riesgos derivados del propio hecho de viajar de los riesgos relacionados con los lugares a los que se viaja, destacando el hecho de que la limitada literatura disponible sobre este tema dificulta la posibilidad de ofrecer consejos generalizables a cualquier mujer. En cualquier caso, ante la necesidad de aconsejar a una mujer embarazada sobre su viaje la mejor estrategia es la de realizar una valoración de los riesgos detallada (Hezelgrave, 2011).

Esta revisión destaca a grandes rasgos que el viaje durante el embarazo puede acarrear algún riesgo, especialmente si se viaja en avión, pero en cualquier caso el momento más seguro para hacerlo es el segundo trimestre. Es aconsejable informarse de las posibles restricciones que interpongan determinadas compañías aéreas antes de planificar un viaje, y asegurarse que en el destino se puede acceder a servicios sanitarios en caso de necesidad (Hezelgrave, 2011).

Por otra parte, las mujeres embarazadas que vayan a viajar al extranjero deben informarse sobre los riesgos y los beneficios de las vacunaciones o profilaxis recomendadas y las condiciones sanitarias del país que van a visitar. Para ello tendrían que dirigirse al centro de vacunación internacional de su zona. Puede consultarse información al respecto en http://www.msssi.gob.es/profesionales/saludPublica/sanidad Exterior/salud/centrosvacu.htm.

Posibles restricciones de las compañías de transporte para viajar durante el embarazo

La mayoría de líneas aéreas establecen una serie de restricciones al transporte para mujeres embarazadas, que son variables, pero que se concentran en la fase avanzada de la gestación. En general no se establecen restricciones hasta las 28 semanas de gestación, y a partir de esta semana es común que las compañías soliciten un certificado médico en la que se certifique que el embarazo no está sujeto a riesgos y que incluya la fecha esperada del parto, y se prohíbe viajar a partir de la semana 36 (Hezelgrave, 2011). La mejor estrategia en este sentido es que las mujeres embarazadas que deseen viajar consulten las condiciones de transporte de cada aerolínea.

Aunque otras compañías de transporte como las ferroviarias o de autobuses son menos restrictivas, también es necesario informarse sobre posibles restricciones.

2. Riesgos derivados de los viajes en avión durante el embarazo

Otras guías de
práctica clínica

 

 

Las condiciones ambientales especiales que supone el viajar en avión, sumadas a los cambios fisiológicos que conlleva el embarazo, comportan que en determinadas condiciones aumente el riesgo de algunas complicaciones. Sin embargo, estas complicaciones no siempre comportan un riesgo excesivo para la gestante y su feto y pueden evitarse siguiendo las indicaciones de los/las profesionales sanitarios y las indicaciones de las diferentes aerolíneas.

Por ejemplo, varios estudios observacionales han mostrado un aumento del riesgo de aborto entre auxiliares de vuelo frente a controles, o un aumento del riesgo de parto pre-término entre las pasajeras de avión frente a los controles (Hezelgrave, 2011; Magann, 2010).

Por otro lado, el riesgo de tromboembolismo venoso es diez veces superior entre mujeres embarazadas que en mujeres no embarazadas, provocando una complicación en uno de cada 1.000 embarazos (Rodger, 2003). En este sentido los viajes en avión pueden comportar situaciones en las que el riesgo de tromboembolismo aumenta, por aspecto como la poca movilidad durante los trayectos. Es importante informar a las mujeres embarazadas de este hecho, sobre todo cuando planean viajes de larga distancia (NICE, 2008). Por otro lado, existen algunos consejos sencillos para la profilaxis de la trombosis venosa profunda como el sentarse en un asiento de pasillo, realizar movimientos cada 30 minutos, aumentar el consumo de agua y reducir el de café, usar medias de compresión elásticas en viajes muy largos (RCOG, 2008).

Se considera que una mujer con un embarazo único con un curso normal de su gestación, puede volar de manera segura hasta las 36 semanas de gestación (ACOG, 2009). Debe aconsejarse que las mujeres lleven el cinturón de seguridad abrochado por debajo del abdomen, en la parte superior de los muslos (RCOG, 2008). Esta indicación sería aplicable a cualquier medio de transporte.

Consideraciones específicas dependiendo del momento del embarazo en el que se desea viajar

Calidad
muy baja

 

 

No existe literatura científica que establezca una contraindicación absoluta para viajar durante el embarazo, aunque ante determinadas situaciones obstétricas debería desaconsejarse el viaje (por ejemplo, ante una situación en la que se ha realizado una amniocentesis recientemente se incrementa el riesgo de aborto espontáneo, o un embarazo múltiple puede aumentar el riesgo de parto pre-término) (Hezelgrave, 2011).

Pueden considerarse una serie de aspectos dependiendo del trimestre de embarazo durante el que se desee viajar. Por ejemplo, durante el primer trimestre podría ser importante identificar a aquellas mujeres con un riesgo aumentado de embarazo ectópico, mientras que las complicaciones derivadas del viaje durante el segundo trimestre son mucho más raras, por lo que se considera el trimestre más seguro para viajar (ACOG, 2009). El mayor riesgo a valorar durante el tercer trimestre es el de parto pre-término.

Si la mujer expresa su intención de viajar durante el primer trimestre de embarazo será necesario que se confirme previamente la situación del feto, para poder identificar mujeres que puedan tener un mayor riesgo de embarazo ectópico o aborto. Si se detecta cualquier síntoma anormal, debería aplazarse el viaje hasta conocer los primer resultados ecográficos (Hezelgrave, 2011).

Otras guías de
práctica clínica

 

 

Resumen de la evidencia

Otras
guías de
práctica
clínica
Los riesgos derivados de los viajes durante el embarazo pueden variar dependiendo del momento en los que se haya planeado el viaje y el destino. Es importante realizar una valoración del riesgo en cada caso y circunstancia para poder planificar un viaje seguro (Hezelgrave, 2011).
Otras
guías de
práctica
clínica
Aunque es recomendable consultar las condiciones de cada compañía de transporte, en términos generales se puede volar de manera segura hasta las 36 semanas de gestación (Hezelgrave, 2011; ACOG, 2009).
Otras
guías de
práctica
clínica
El segundo es el trimestre que se considera más seguro para viajar. Si las mujeres expresan su deseo de viajar durante el primer trimestre será necesario valorar con anterioridad el riesgo de embarazo ectópico o aborto (Hezelgrave, 2011).

De la evidencia a la recomendación

La fuerza y dirección de las recomendaciones fue establecida considerando los siguientes aspectos:

  1. Calidad de la evidencia. La literatura valorada en este apartado ha sido aportada por una revisión de la literatura y las recomendaciones de otras guías de práctica clínica. Todos los estudios disponibles que han valorado los riesgos asociados a volar durante el embarazo son observacionales, en muchas ocasiones retrospectivos, por los que no existe ninguna razón para considerar aumentar la calidad de la evidencia.
  2. No se localizaron estudios que analizasen los costes y uso de recursos de esta intervención o los valores y preferencias de las gestantes al respecto.

El grupo elaborador formuló las siguientes recomendaciones considerando la información recopilada en las recomendaciones de otras GPC, puesto que no se dispone de literatura científica de calidad que permita formular recomendaciones definitivas sobre cuáles son los consejos concretos que se debe dar a una mujer que expresa su deseo de viajar.

Recomendaciones

Se sugiere realizar una valoración de los posibles riesgos que puedan derivarse de un viaje dependiendo de las circunstancias de la gestante y del momento del embarazo en el que exprese su deseo de viajar.
Cuando se expresa el deseo de viajar, se sugiere aconsejar a la mujer que se informe de las posibles restricciones que para las embarazadas establecen las compañías de transportes.
Cuando se expresa el deseo de viajar en avión, se sugiere informar a la mujer sobre el aumento d riesgo de tromboembolismo venoso en viajes de larga distancia.

5.4. Manejo de sintomatología frecuente durante el embarazo

Preguntas a responder

  • ¿Cuál es el efecto de las intervenciones para el tratamiento de las náuseas y vómitos durante el embarazo?
  • ¿Cuál es el efecto de las intervenciones para prevenir o tratar la pirosis durante el embarazo?
  • ¿Cuál es el efecto de las intervenciones para la prevención o el alivio del estreñimiento durante el embarazo?
  • ¿Cuál es el efecto de las intervenciones para la prevención o el alivio de las varices durante el embarazo?
  • ¿Cuál es el efecto de las intervenciones para la prevención o el alivio de las hemorroides durante el embarazo?
  • ¿Cuál el efecto de las intervenciones usadas para la prevención o el tratamiento de la lumbalgia durante el embarazo?

Manejo de las náuseas y vómitos

Acupresión

Acupresión frente a placebo o control

Se identificaron tres revisiones sistemáticas (RS) Jewell D (2008), Helmreich RJ (2006) (una de ellas con su respectiva actulaización Matthews A, (2012)) y dos ensayos clínicos aleatorizados (ECA) (Steele NM, 2001; Can Gurkan O, 2008). La primera RS evaluó los efectos de la acupresión y la acupuntura en el tratamiento de las naúseas o vómitos en etapas iniciales de la gestación y combinó los resultados de ambos procedimientos. Sin embargo, sólo se incluyeron en esta sección los resultados procedentes de la acupuntura de forma independiente. Dicha revisión identificó tres ECAs comparando la acupresión en 500 mujeres frente a placebo. La restante revisión sistemática examinó los efectos de la acupresión la acupuntura y la estimulación eléctrica e identificó nueve ECAS que comparaban la acupresión frente a un grupo control. Esta segunda revisión incluyó los tres ECAS identificados en la primera revisión sistemática descrita.

Además, se ha identificado un documento adicional en la actualización de la búsqueda de la literatura (realizada en Febrero de 2012). Se trata de un artículo de revisión clínica publicado en 2011 en British Medical Journal.

Al día, los 6 días y las dos semanas de seguimiento, se observó una mejora significativa en la intensidad de la sintomatología nauseosa medida mediante Escala Analógica Visual (EVA) para la acupresión en comparación con el grupo sin tratamiento.(1 ECA;Werntoft, 2001; 60 mujeres; diferencia de medias (DM) de -2,40 puntos; IC 95 % -3,78 a -1,02; 1ECA; Werntoft, 2001; 60 mujeres; diferencia de medias (DM) de -2,00 puntos; IC 95 % -3,37 a -0,63; 1 ECA;Werntoft, 2001; 60 mujeres; diferencia de medias (DM) de –2,30 puntos; IC 95 % -3,79 a –0,81, respectivamente).

Calidad
muy baja

 

 

La proporción de mujeres que informaron sobre las naúseas fue significativamente superior en el grupo de acupresión en comparación con el grupo control, tanto para la acupresión digital como la dirigida con pulsera (1 RS; Helmreich RJ, 2006; con 1 y 5 ECAs; 350 y 273 mujeres; RR 0,41 y 0,55; IC 95 % 0,28 a 0,60 y 0,38 a 0,77, respectivamente)

Calidad
muy baja

 

 

Para la intensidad de las naúseas medida con escala EVA, un ECA (Can Gurkan O, 2008) no detectó diferencias significativas entre la acupresión y el grupo sometido a acupresión ejercida con pulsera placebo (1 ECA; 75 mujeres; los resultados absolutos no fueron informados).

Calidad
muy baja

 

 

La proporción de mujeres que informaron sobre la aparición de vómitos fue significtivamente menor en el grupo sometido a acupresión con pulsera en comparación con el grupo control (1 RS Helmreich RJ, 2006 2 /id con 5 ECAs; 250 mujeres; RR 0,45; 95 % IC 0,32 a 0,63).

Calidad
muy baja

 

 

No se encontraron diferencias significativas en cuanto a la intensidad de los vómitos medidos mediante escala EVA a los 4 y 6 días de tratamiento entre la acupresión con pulsera y el placebo. (1 ECA; Can Gurkan O, 2008; 75 mujeres; los resultados absolutos no fueron informados).

Calidad
muy baja

 

 

La proporción de mujeres que refirieron malestar matutino (sin más definición) fue menor en el grupo de la acupresión en comparación con el grupo sometido a acupresión placebo. (1 RS; Jewell D, 2008; con 2 ECAs; RR 0,57; IC 95 % 0,38 a 0,86)

Calidad
muy baja

 

 

La duración de las naúseas y vómitos fue menor en el grupo sometido a acupresión activa con pulsera frente al grupo control con acupresión placebo. (1 ECA Norheim AJ, 2001; 97 mujeres; DMP -1,89 horas/ciclo de 12 horas; IC 95 % -3.45 horas/ciclo de 12 horas a 0,33 horas/ciclo de 12 horas).

Calidad
muy baja

 

 

No se detectaron diferencias significativas en cuanto a la intensidad de las naúseas y vómitos de forma conjunta entre el grupo de mujeres sometidos a acupresión con pulsera y el grupo con acupresión con pulsera placebo. (1 ECA; Norheim AJ, 2001; 97 mujeres; DMP -0,25; IC 95 % -0,62 a +0,12).

Calidad
muy baja

 

 

Una revisión sistemática Helmreich RJ (2006); informó sobre efectos adversos derivados de la acupresión acontecidos en un ensayo clínico que incluyeron dolor, entumecimiento e inflamación en las manos. (1 RS; Helmreich RJ, 2006; no se informó del número de mujeres incluidas en este análisis; los resultados absolutos no fueron informados).

Acupresión frente a piridoxina (vitamina B6)

Calidad
muy baja

 

 

No se detectaron diferencias significativas en cuanto a la intensidad de las naúseas y vómitos medidos mediante la escala de puntuación Rhodes en el quinto día de tratamiento entre el grupo tratado con acupresión con pulsera en el punto P6 y el grupo sometido a 50 mg de piridoxina dos veces al día.(1 ECA; Jamigorn M, 2007; 66 mujeres; los resultados absolutos no fueron informados)

Tampoco se encontraron diferencias significativas entre ambos grupos en cuanto a la intensidad de las naúseas y vómitos medidos mediante la escala de puntuación Rhodes a los siete días de tratamiento. (1 ECA; Jamigorn M, 2007; 66 mujeres; los resultados absolutos no fueron informados)

Calidad
muy baja

Un ensayo clínico analizó los efectos adversos de la acupresión en el punto P6 con pulsera y de la piridoxina a 50 mg dos veces al día. Este ensayo informó que ambos procedimientos fueron bien tolerados y sólo una mujer sufrió irritación derivada del uso de la pulsera que le obligó a abandonar el tratamiento. (1 ECA; Jamigorn M, 2007; 66 mujeres; los resultados absolutos no fueron informados)

Calidad
muy baja

 

 

No se proporcionaron datos sobre la mortalidad maternal y las tasas de admisión y readmisión hospitalaria

Antihistamínicos (H1 Antagonistas)

Antihistamínicos frente a placebo

Se identificaron dos RS; Mazzotta P, 2000; Jewell D, 2008. Ambas revisiones tienen cinco ECAs en común. Los antihistamínicos evaluados en los ECAs e identificados por las revisiones fueron la buclicina, dimenhidrinato, hidroxicina, meclicine y doxilamina.

La incidencia de las náuseas fue menor en el grupo de mujeres tratadas con antihistamínicos en comparación con el grupo placebo. (1 RS; Jewell D, 2008; con 6 ECAs; OR 0,20; IC 95 % 0,06 a 0,63).

Calidad
muy baja

 

 

El fracaso del tratamiento definido como aquel tratamiento que proporciona muy leve o ningún beneficio en la reducción de los vómitos fue menor en el grupo tratado con antihistamínicos. (1 RS; Mazzotta P, 2000; con 7 ECAs; RR 0,34; IC 95 % 0,27 a 0,43).

Calidad
muy baja

 

 

No se proporcionaron datos sobre la mortalidad maternal y las tasas de admisión y readmisión hospitalaria

Como efecto adverso, la somnolencia fue significativamente más frecuente en el grupo de mujeres tratadas con dimenhidrato a 50 mg dos veces al día durante una semana frente al grupo placebo. No se encontraron diferencias significativas entre ambos grupos en cuanto a la aparición de pirosis. 1 ECA, Pongrojpaw D (2007) 170 mujeres; los resultados absolutos no fueron informados.

Calidad baja

 

 

Antihistamínicos frente a jengibre

El jengibre o kion (Zingiber officinale) es una planta de la familia de las zingiberáceas, cuyo tallo subterráneo es un rizoma horizontal que se ha propuesto como tratamiento contra las náuseas asociadas a la gestación.

Se identificó un ECA; Pongrojpaw D (2007) que comparó el efecto del jengibre frente al dimenhidrinato durante 7 días.

No se observaron diferencias significativas sobre las puntuaciones diarias medias de naúseas medidas con la escala visual analógica entre el grupo de mujeres tratadas con jengibre a 0,5 g dos veces al día y con dimenhidrinato a 50 mg dos veces al día a la semana de tratamiento. (1 ECA; Pongrojpaw D, 2007; 170 mujeres, los resultados absolutos no fueron informados).

Calidad
muy baja

 

 

La media de episodios diarios de vómitos al día y a los dos días de tratamiento fue menor en el grupo tratado con dimenhidrinato 50 mg dos veces al día frente al grupo tratado con 0.5 g de jengibre dos veces al día. (1 ECA; Pongrojpaw D, 2007; 170 mujeres; los resultados absolutos no fueron informados).

Sin embargo, no se detectaron diferencias significativas entre ambos grupos de estudio a los 3 y 7 días de tratamiento. (1 ECA; Pongrojpaw D, 2007; 170 mujeres; los resultados absolutos no fueron informados).

Calidad
muy baja

 

 

No se proporcionaron datos sobre la mortalidad maternal y las tasas de admisión y readmisión hospitalaria

Antihistamínicos frente a fenotiacinas

Se identificó una RS Jewell D (2008) con dos ECAs y una revisión centrada en efectos adversos Mazzotta P (2000).

No se encontraron diferencias significativas en cuanto a la incidencia de náuseas entre el grupo de mujeres tratadas con fenotiacinas y el grupo de mujeres tratadas con placebo. (1 RS; Jewell D, 2008; RR 0,28; IC 95 % 0,06 a 1,29)

Calidad
muy baja

 

 

No se proporcionaron datos sobre la mortalidad maternal y las tasas de admisión y readmisión hospitalaria

Jengibre

Jengibre frente a placebo

Se identificó una RS (Borrelli F, 2005 ) que no incluyó un metanálisis.

La intensidad de las naúseas fue mayor en el grupo de mujeres tratados con placebo frente al grupo de mujeres tratadas con cápsulas orales de jengibre 125 mg cuatro veces al día durante cuatro días. (1 ECA; Willetts K, 2003; 120 mujeres; no se proporcionaron los resultados absolutos).

Calidad baja

 

 

La proporción de mujeres con vómitos a los 4 y 6 días de tratamiento resultó significativamente menor en el grupo sometido a jengibre 250 mg cuatro veces al día frente al grupo placebo RR (Borrelli F, 2005; 0,57 y 0,42; 70 y 26 mujeres; IC 95 % 0,34 a 0,95 y 0,18 a 0,98, respectivamente).

Calidad baja

 

 

El número de arcadas durante los dos primeros días de tratamiento resultó significativamente menor en el grupo de mujeres tratadas con jengibre 125 mg cuatro veces al día durante cuatro días frente al grupo de mujeres tratadas con placebo. (1 ECA Willetts K, 2003; 120 mujeres; no se proporcionaron los resultados absolutos)

Calidad baja

 

 

No se hallaron diferencias significativas en el número de episodios de vómitos entre los grupos de estudio de mujeres tratadas con jengibre 125 mg cuatro veces al día durante cuatro días y el grupo placebo. (1 ECA Willetts K, 2003; 120 mujeres; no se proporcionaron los resultados absolutos).

Calidad baja

 

 

La proporción de mujeres con mejoría sintomática a los siete días fue significativamente superior en el grupo de estudio tratado con jengibre 250 mg via oral cuatro veces al día frente al grupo placebo. (1 ECA; Vutyavanich T, 2001; 70 mujeres; RR 0,18; IC 95% 0,07 a 0,45).

Calidad baja

 

 

No se proporcionaron datos sobre la mortalidad maternal y las tasas de admisión y readmisión hospitalaria.

No se encontraron diferencias significativas en cuanto al número de abortos espontáneos entre grupos de estudio tratados con jengibre 250 mg oral cuatro veces al día y el grupo de estudio placebo. (1 ECA; Vutyavanich T, 2001; 70 mujeres; no se proporcionaron los resultados absolutos).

Un ECA; Keating A (2002) no identificó ningún efecto adverso asociado con el tratamiento con jengibre (26 mujeres) y otro ECA Willetts K (2003); encontró que el efecto adverso más serio fue la pirosis y el reflujo aunque no se proporcionaron datos para poder establecer una comparación entre los grupos.

Calidad baja

 

 

Jengibre frente a piridoxina (Vitamina B6)

Se identificó una RS Borrelli F (2005) y un ECAChittumma P (2007) posterior comparando la efectividad del jengibre frente a la piridoxina en el tratamiento de las naúseas y vómitos durante el embarazo. Esta revisión no incluyó un metanálisis.

No se encontraron diferencias significativas en relación a la puntuación media sobre la intensidad de las naúseas entre el grupo de estudio sometido a jengibre 500 mg durante tres días y un grupo de estudio tratado con piridoxina 10 mg tres veces al día durante tres días. (1 ECA Sripramote M (2003) 138 mujeres; no se proporcionaron los resultados absolutos).

Tampoco se encontraron diferencias significativas en la puntuación sobre la intensidad de las naúseas en relación al inicio a los 7, 14 y 21 días entre un grupo de estudio de mujeres tratadas con 1.05 g diarios de jengibre y un grupo de estudio tratado con piridoxina 75 mg orales, ambos durante tres semanas. (1 ECA; Smith C, 2004; 291 mujeres; Diferencia de medias 0,2; IC 90 % -0,3 a 0,8).

Calidad baja

 

 

No se encontraron diferencias significativas en cuanto a la puntuación media de la intensidad de los vómitos en el grupo tratado con jengibre oral 500 mg durante tres días y el grupo de estudio tratado con piridoxina 10 mg res veces al día durante tres días. (1 ECA; Sripramote M, 2003 15 /id; 138 mujeres; no se proporcionaron los resultados absolutos).

Calidad baja

 

 

No se encontraron diferencias significativas en cuanto a la puntuación sobre la intensidad de los vómitos y arcadas a los 7, 14 y 21 días entre el grupo tratado con 1,05 g de jengibre diarios y el grupo tratado con 75 mg diarios, ambos durante tres semanas. (1 ECASmith C, 2004; Diferencia de medias 0,5 y 0,3; IC 90 % 0 a 0,9 y 0 a 0,6, respectivamente).

Calidad baja

 

 

No se identificaron diferencias significativas sobre la aparición de sintomatología (incluidas las naúseas y vómitos) entre un grupo de estudio tratado con 1,05 g diarios de jengibre y el grupo tratado con 75 mg diarios de piridoxina, ambos durante tres semanas. (1 ECA; Smith C, 2004; 291 mujeres; no se proporcionaron los resultados absolutos).

Calidad baja

 

 

La diferencia entre las percepciones por parte de las mujeres de la reducción general de los síntomas no fueron significativas entre el grupo de estudio tratado con 1.05 g diarios de jengibre y el grupo tratado con 75 mg diarios de piridoxina, ambos durante tres semanas. (1 ECA; Smith C, 2004; 291 mujeres; RR 0,97;IC 95 % 0,77 a 1,21).

Calidad baja

 

 

Las puntuaciones medias sobre la intensidad de las núseas y vómitos medidas mediante la escala Rhodes a los cuatro días de tratamiento fueron significativamente menores en el grupo tratado con 650 mg diarios de jengibre frente al grupo tratado con 25 mg de piridoxina tres veces al día. (1 ECA; Chittumma P, 2007; 126 mujeres; no se proporcionaron los resultados absolutos).

Calidad baja

 

 

No se proporcionaron datos sobre la mortalidad materna y las tasas de admisión y readmisión hospitalaria.

No se analizaron las diferencias significativas en cuanto a efectos secundarios como arcadas, vómitos pospandriales o pirosis, y no se encontraron diferencias significativas en cuanto a los resultados de la gestación entre grupos de estudio tratados con 1,05 g de jengibre diarios y grupos de estudio tratados con 75 mg con piridoxina, ambos durante tres semanas. Sí se encontraron diferencias significativas en efectos secundarios como las erupciones a favor del grupo de mujeres tratadas con 75 mg de piridoxina diarios frente al grupo de mujeres tratados 1,05 g diarios de jengibre, ambos durante tres semanas. (1 ECA; Smith C, 2004; 291 mujeres; no se proporcionaron los resultados absolutos).

Tampoco se encontraron diferencias significativas en cuanto a la somnolencia y dispepsia en grupos de estudio tratados con 500 mg de jengibre oral y grupos de estudio tratados con 10 mg de piridoxina, ambos durante tres días. (1 ECA Sripramote M, 2003; 138 mujeres; no se proporcionaron los resultados absolutos).

Calidad baja

 

 

Piridoxina

Piridoxina frente a placebo

Se identificaron dos RS; Jewell D (2008), Mazzotta P, (2000) que incluyeron en común dos ECAs.

Las puntuaciones sobre la intensidad de las náuseas fueron inferiores en el grupo tratado con piridoxina en comparación con el grupo placebo. (1 RS; Mazzotta P, 2000; con dos ECAs; 395 mujeres; Diferencia de medias ponderadas -0,99;IC 95 % -1,47 a -0,51).

Calidad baja

 

 

La intensidad de las naúseas medida con la escala EVA resultó inferior en el grupo tratado con piridoxina frente al grupo tratado con placebo o sin ningún tratamiento. (1 RS; Jewell D, 2008; con dos ECAs; 392 mujeres; Diferencia de medias ponderadas 0,99 cm; IC 95 % 0,51 cm a 1,47 cm).

Calidad baja

 

 

No se encontraron diferencias significativas en cuanto a la incidencia de vómitos entre el grupo de estudio tratrado con piridoxina y el grupo de estudio no tratado o tratado con placebo. (1 RS; Jewell D, 2008; con dos ECAs; RR 0,76; IC 95 % 0,36 a 1,66).

Calidad baja

 

 

No se encontraron diferencias significativas en cuanto al fracaso del tratamiento entre el grupo tratado con piridoxina frente al grupo tratado con placebo, entendiendo como tal el fracaso en la resolución de los síntomas o una mejora clínica importante en la sintomatología. (1 RS; Mazzotta P, 2000; con 3 ECAs; 949 mujeres; RR 0,97; IC 95 % 0,78 a 1,20).

No se proporcionaron datos sobre la mortalidad maternal y las tasas de admisión y readmisión hospitalaria.

Calidad baja

 

 

No se hallaron diferencias significativas en relación a los efectos secundarios como las malformaciones fetales mayores entre el grupo de estudio tratado con piridoxina y el grupo placebo. (1 RS; Mazzotta P, 2000; 1369 mujeres; RR 1,05; IC 95 % 0,60 a 1,84).

Calidad baja

 

 

Piridoxina frente a acupresión (ver sección 1.2)

Piridoxina frente a jengibre (ver sección 3.2)

Acupuntura

Acupuntura frente a acupuntura placebo o no tratamiento

Se identificaron dos RS Jewell D (2008), Helmreich RJ (2006). La primera examinó los efectos de la acupresión y la acupuntura en el tratamiento de las náuseas o vómitos durante las primeras etapas de la gestación, e identificó dos ECAs que comparaban la acupuntura frente a la acupuntura placebo o la ausencia de tratamiento. La segunda RS examinó los efectos de la acupresión, la acupuntura y la estimulación eléctrica e identificó dos ECAs que comparaban la acupuntura frente al grupo control para el tratamiento de las naúseas y vómitos en las etapas iniciales de la gestación. Dos ECAs se identificaron en ambas revisiones Smith C (2004); Knight B (2001). A continuación se informan los resultados de forma independiente, dado que la primera revisión combinó los resultados de la acupresión y la acupuntura en un mismo análisis, y la segunda revisión incluyó estudios en mujeres con hiperémesis gravídica. Sin embargo, ambas revisiones proporcionaron información de resultados similares sobre los efectos de la acupuntura en mujeres con naúseas y vómitos en etapas iniciales del embarazo.

A la semana de tratamiento, se identificó una mayor mejoría de las naúseas para el grupo tratado con acupuntura tradicional semanal frente al grupo que no recibió acupuntura, ambas durante cuatro semanas. (1 ECA; Smith C, 2004; 593 mujeres; RR 0,93; IC 95% 0,88 a 0,99).

A las dos semanas de tratamiento, la mejoría de las naúseas fue significativamente mayor en el grupo tratado con acupuntura P6 frente al grupo no tratado con acupuntura y ambos tratamientos realizados durante cuatro semanas. (1 ECA; Smith C, 2004; 593 mujeres; no se proporcionaron los resultados absolutos).

Calidad baja

 

 

No se hallaron diferencias significativas en la proporción de mujeres que manifestaron naúseas durante el embarazo entre el grupo tratado con acupuntura múltiple y el grupo tratado con acupuntura placebo. (1 ECA; Knight B, 2001; 55 mujeres; no se proporcionaron los resultados absolutos).

Calidad baja

 

 

La aparición de arcadas secas fue significativamente menor en el grupo de estudio tratado con acupuntura P6 semanal frente al grupo de mujeres no tratado con acupuntura, ambos tratamientos durante cuatro semanas. (1 ECA; Smith C, 2004; 593 mujeres; no se proporcionaron los resultados absolutos).

No se proporcionaron datos sobre la mortalidad materna y las tasas de admisión y readmisión hospitalaria.

Calidad baja

 

 

No se hallaron diferencias entre los grupos de estudio tratados con acupuntura tradicional, P6 acupuntura, acupuntura placebo y ausencia de tratamiento durante cuatro semanas en relación a efectos adversos como resultados perinatales, enfermedades congénitas, complicaciones del embarazo u otros resultados neonatales. (1 ECA; Smith C, 2004; 593 mujeres; no se proporcionaron los resultados absolutos).

Calidad baja

 

 

Intervenciones dietéticas

No se hallaron RS o ECAs y no se encontraron resultados clínicamente importantes de ECAs sobre los efectos de las intervenciones dietéticas distintas a la ingesta de jengibre en el tratamiento de mujeres con náuseas y vómitos en las etapas iniciales de la gestación.

Domperidona

No se hallaron RS o ECAs y no se encontraron resultados clínicamente importantes de ECAs sobre los efectos de la domperidona en el tratamiento de mujeres con náuseas y vómitos en las etapas iniciales de la gestación.

Metoclopramida

No se hallaron RS o ECAs y no se encontraron resultados clínicamente importantes de ECAs sobre los efectos de la metoclopramida en el tratamiento de mujeres con náuseas y vómitos en las etapas iniciales de la gestación.

Fenotiacinas

Fenotiacinas frente a placebo

Se identificó una RS (Jewell D, 2008) y una revisión centrada en los efectos adversos (Mazzotta P, 2000). Las fenotiacinas consideradas por los estudios incluidos en dichas revisiones fueron mepiramina, prometazina y tietilperazina.

No se hallaron diferencias significativas entre el grupo de mujeres tratadas con fenotiacinas y el grupo placebo en cuanto a la aparición de naúseas durante el embarazo. (1 RS; Jewell D, 2008; con dos ECAs; 300 mujeres; RR 0,28; IC 95 % 0,06 a 1,29).

No se proporcionaron datos sobre la mortalidad maternal y las tasas de admisión y readmisión hospitalaria.

Calidad
muy baja

 

 

No se encontraron diferencias significativas en cuanto a efectos adversos como la teratogenicidad entre el grupo de mujeres tratado con fenotiacinas y el grupo de mujeres tratados con placebo. (1 RS; Mazzotta P, 2000; 78.440 mujeres; RR 1; IC 95 % 0,8 a 118).

La otra revisión (Jewell D, 2008); no dio información sobre la teratogenicidad asociada con fenotiacinas. Sin embargo, los efectos adversos asociados con diferentes fenotiacinas varían, haciendo difícil su interpretación en un análisis de síntesis. (1 RS; 161 mujeres; no se proporcionaron los resultados absolutos).

Fenotiacinas frente a antihistamínicos

Se identificó un único ECA Bsat FA (2003).

Calidad
muy baja

 

 

No se analizaron las diferencias significativas en relación al número de episodios eméticos y la proporción de mujeres que manifestaron la falta de mejora o el empeoramiento de los síntomas a los tres días de tratamiento entre el grupo de mujeres tratadas con 25 mg rectales de procloroperacina y el grupo tratado con 25 mg de prometacina oral cada 6 horas. (1 ECA; Bsat FA, 2003; 174 mujeres; no se proporcionaron los resultados absolutos).

No se proporcionaron datos sobre la mortalidad materna y las tasas de admisión y readmisión hospitalaria.

Calidad baja

 

 

Se analizaron las anomalías neonatales como efectos secundarios en el grupo de mujeres tratadas con 25 mg rectales de procloroperacina cada 12 horas cuando fuera necesario y el grupo de mujeres tratadas con 25 mg orales de prometacina cada 6 horas cuando fuera necesario. La anomalía neonatal detectada en el grupo tratado conprocloroperacina fue el defecto ventricular septal. (1 ECA; Bsat FA, 2003; 174 mujeres; no se proporcionaron los resultados absolutos).

Calidad
muy baja

 

 

Resumen de la evidencia

Acupresión
Calidad
muy
baja
El tratamiento con acupresión disminuye significativamente la intensidad de la sintomatología nauseosa y la duración en el tiempo de las náuseas y vómitos durante las primeras etapas de la gestación. (Norheim AJ, 2001; Werntoft, 2001).
Calidad
muy
baja
Los efectos adversos derivados del tratamiento con acupresión de las naúseas y vómitos durante las etapas inciales del embarazo son el dolor, entumecimiento e inflamación de las manos (Helmreich RJ, 2006).
Calidad
muy
baja
El tratamiento de las naúseas y vómitos durante las etapas inciales de la gestación con acupresión o con piridoxina no muestra diferencias en relación a la intensidad de las náuseas y los vómitos. (Jamigorn M, 2007).
Antihistamínicos
Calidad
baja
El tratamiento con antihistamínicos disminuye significativamente la incidencia de las náuseas durante las primeras etapas de la gestación. (Jewell D, 2008).
Calidad
baja
El fracaso del tratamiento con antihistamínicos es menor que el tratamiento con placebo para las naúseas y vómitos durante las primeras etapas de la gestación. (Mazzotta P, 2000).
Calidad
baja
La somnolencia como efecto adverso es significativamente más frecuente en el grupo tratado con antihistamínicos (dimenhidrato) frente al grupo placebo, no detectándose diferencias significativas en relación a la aparición de pirosis (Pongrojpaw D, 2007).
Calidad
baja
El tratamiento de las náuseas y vómitos con antihistamínicos o fenotiacinas no muestra diferencias en relación a la incidencia de naúseas. (Jewell D, 2008).
Calidad
baja
El tratamiento con antihistamínicos disminuye significativamente la media de episodios diarios de vómitos al día y a los dos días de tratamiento frente al tratamiento con jengibre, no detectándose diferencias significativas a los 3 y 7 días de tratamiento. (Pongrojpaw D, 2007).
Jengibre
Calidad
baja
El tratamiento con jengibre produce una mejoría sintomática significativa de las naúseas y vómitos durante la gestación a la semana de tratamiento en comparación con el tratamiento placebo. (Vutyavanich T, 2001).
Calidad
baja
El tratamiento con jengibre disminuye significativamente la proporción de mujeres que manifiestan vómitos a los 4 y 6 días de tratamiento y el número de arcadas secas durante los dos primeros días de tratamiento en comparación con el tratamiento placebo, aunque no se han hallado diferencias en relación con el número de episodios eméticos. (Borrelli F, 2005; Willetts K, 2003).
Calidad
baja
Los efectos secundarios más serios derivados del tratamiento con jengibre son la pirosis y el reflujo gastrointestinal. El tratamiento con jengibre no ha mostrado diferencias significativas en cuanto a efectos secundarios como el número de abortos espontáneos en comparación con el grupo placebo. (Vutyavanich T, 2001; Willetts K, 2003; Keating A, 2002).
Calidad
baja
El tratamiento con jengibre disminuye significativamente la intensidad de las naúseas y vómitos (medidos con la escala Rhodes) a los cuatro días de tratamiento en comparación con el tratamiento con piridoxina. (Chittumma P, 2007), aunque no se encontraron diferencias en cuanto a la percepción por parte de las mujeres en la reducción general de síntomas (Smith, 2004).
Calidad
baja
Los eventos adversos como las erupciones a las tres semanas son significativamente más frecuentes con el tratamiento con piridoxina frente al tratamiento con jengibre, no encontrándose diferencias en relación a arcadas, vómitos pospandriales, pirosis, somnolencia o dispepsia en dicho periodo de tiempo (Smith C, 2004; Sripramote M, 2003).
Piridoxina
Calidad
baja
El tratamiento con piridoxina produce una disminución significativa en la intensidad de las naúseas (medida con la escala EVA) durante la gestación en comparación con el tratamiento placebo. (Vutyavanich T, 2001).
Calidad
baja
Los efectos adversos como las malformaciones fetales mayores derivadas del tratamiento con piridoxina no han mostrado diferencias significativas frente al placebo. (Mazzotta P, 2000).
Calidad
baja
El tratamiento de las naúseas y vómitos durante las etapas inciales de la gestación con piridoxina o con acupresión no muestra diferencias en relación a la intensidad de las náuseas y los vómitos.(Jamigorn M, 2007).
Calidad
baja
El tratamiento con jengibre disminuye significativamente la intensidad de las naúseas y vómitos (medidos con la escala Rhodes) a los cuatro días de tratamiento en comparación con el tratamiento con piridoxina. (Chittumma P, 2007).
Acupuntura
Calidad
baja
El tratamiento con acupuntura tradicional produce una mejoría significativa de las naúseas (medida con la escala EVA) durante la gestación en comparación con la ausencia de tratamiento. (Smith C, 2004)
Calidad
baja
El tratamiento con acupuntura en el punto P6 disminuye significativamente la aparición de arcadas secas durante la gestación en comparación con la ausencia de tratamiento. (Smith C, 2004).
Calidad
baja
No se hallaron diferencias entre el tratamiento con acupuntura tradicional, P6 acupuntura o acupuntura placebo durante cuatro semanas en relación a efectos adversos como resultados perinatales, enfermedades congénitas, complicaciones del embarazo u otros resultados neonatales. (Smith C, 2004).
Fenotiacinas
Calidad
muy
baja
El tratamiento con fenotiacinas no ha mostrado diferencias significativas en cuanto a la aparición de naúseas durante el embarazo en comparación con el tratamiento placebo (Jewell D, 2008).
Calidad
muy
baja
No se hallaron diferencias entre el tratamiento con fenotiacinas y el tratamiento placebo en relación a la aparición de efectos adversos como la teratogenicidad.(Mazzotta P, 2000).

De la evidencia a la recomendación

La fuerza y la dirección de las recomendaciones fue establecida considerando los siguientes aspectos:

  1. Calidad de la evidencia. Se ha disminuido la calidad de la evidencia en la mayoría de variables de resultado evaluadas para el tratamiento con acupresión, antihistamínicos, jengibre, piridoxina, acupuntura y fenotiacinas por limitaciones en el diseño de los estudios (falta de aleatorización) y/o por imprecisión de los resultados (datos escasos o información parcial sobre los resultados obtenidos).
  2. Balance entre beneficios y riesgos:
    1. a. Acupresión. El tratamiento con acupresión ha demostrado un beneficio clínico para el tratamiento de las náuseas y vómitos durante las primeras etapas de la gestación. Los efectos adversos observados del empleo de este tratamiento son el dolor, entumecimiento e inflamación de las manos. No obstante la calidad de la evidencia que apoya estos beneficios y riesgo es muy baja.
    2. b. Antihistamínicos. El tratamiento con antihistamínicos ha mostrado un beneficio clínico para el tratamiento de las náuseas durante las primeras etapas de la gestación, aunque el empleo de este tratamiento se ha asociado a efectos adversos como la somnolencia. La calidad de la evidencia que apoya los beneficios y riesgos del tratamiento con antihistamínicos es baja.
    3. c. Jengibre. El tratamiento con jengibre ha mostrado un beneficio clínico para el tratamiento de las náuseas y vómitos durante las primeras etapas de la gestación a la semana de tratamiento. Los efectos secundarios más serios derivados del tratamiento con jengibre son la pirosis y el reflujo gastrointestinal. La calidad de la evidencia que apoya los beneficios y riesgos del tratamiento con jenjibre es baja.
    4. d. Piridoxina. El tratamiento con piridoxina ha demostrado un beneficio clínico para el tratamiento de las naúseas durante las etapas iniciales de la gestación, sin haber demostrado un mayor número significativo de efectos adversos en comparación con el placebo. No obstante, la calidad de la evidencia que apoya los beneficios y riesgos del tratamiento con piridoxina es baja.
    5. e. Acupuntura. El tratamiento con acupuntura tradicional produce una mejoría significativa de las naúseas y arcadas durante las etapas iniciales de la gestación, sin haber demostrado un mayor número significativo de efectos adversos en comparación con el placebo. No obstante, la calidad de la evidencia que apoya los beneficios y riesgos del tratamiento con la acupuntura es baja.
    6. f. Fenotiacinas. El tratamiento con fenotiacinas no ha mostrado beneficios clínicos para el tratamiento de las naúseas durante el embarazo ni ha mostrado un mayor número significativo de efectos adversos como la teratogenicidad en comparación con el placebo. No obstante, la calidad de la evidencia que apoya los beneficios y riesgos del tratamiento con la acupuntura es muy baja.
  3. No se identificaron estudios que analizaran los costes o usos de recursos o los valores y preferencias de las embarazadas en este sentido.

Las siguientes recomendaciones fueron formuladas considerando que la piridoxina es la única intervención que ha mostrado beneficios sin mostrar efectos secundarios, a diferencia del resto, que sí han mostrado problemas de seguridad. Las fenotiacinas no han mostrado ningún beneficio por lo que se formula una recomendación de esta intervención como última opción terapéutica. Aunque los estudios que se analizaron para dar respuesta a esta pregunta incluyeron gestantes en tratamiento con varios principios activos pertenecientes al grupo de antihistamínicos y fenotiacinas, a la hora de formular las recomendaciones sólo se consideraron aquellos principios activos comercializados en nuestro país y que recogieran esta indicación específica en ficha técnica. La baja calidad de los estudios determinó la fuerza de las recomendaciones.

Recomendaciones

Débil
Se sugiere ofrecer tratamiento con piridoxina para el alivio de las náuseas y vómitos durante las etapas iniciales de la gestación.
Débil
Se sugiere la administración de antihistamínicos (dimenhidrinato y meclicina), jengibre (ginger) y/o sesiones de acupresión o acupuntura como alternativas terapéuticas a la administración de pridoxina para el alivio de las náuaúseas y los vómitos durante las etapas iniciales de la gestación.
Débil
Se sugiere emplear las fenotiacinas (tietilperazina) como última opción terapéutica para el alivio de las náuseas y vómitos durante las etapas iniciales de la gestación.

Manejo de la pirosis

Antiácidos

Antiácidos frente a placebo

Se ha identificado una revisión sistemática (Dowswell, 2008) publicada en 2008 que identificó un ECA (Reisfield, 1971) que evaluaba el empleo de antiácidos para la pirosis durante el embarazo. El ECA, que incluyó 156 embarazadas con pirosis, comparó el hidróxido de magnesio y el hidróxido de aluminio en combinación con simeticona frente a placebo. El método de aleatorización del ensayo no estaba claro.

Se ha localizado un ensayo clínico adicional con 50 mujeres en el que se comparaban 3 intervenciones durante 7 días (Kovacs, 1990):

  • Hidróxido de magnesio más hidróxido de aluminio más oxetazaína (15 mujeres).
  • Hidróxido de magnesio más hidróxido de aluminio sin oxetazaína (17 mujeres).
  • Placebo (18 mujeres).

La revisión (Dowswell, 2008) mostró una mayor proporción de mujeres en el grupo de antiácidos (77/83, 93 %) con un alivio completo o parcial de la pirosis comparado con el placebo (48/73, 66 % RR: 1.41; IC 95 % 1,18 a 1,68).

Calidad baja

 

 

Un ECA (Kovacs, 1990) mostró que el antiácido con o sin anestésico se asoció con una mejora significativa en los síntomas de pirosis comparado frente a placebo, aunque la mejora del alivio estuvo en el borde de ser significativa (escala del alivio medio de la pirosis en que 1=síntomas leves y 5=síntomas severos: 3.9 con antiácidos más oxetazaína, 3,3 con antiácidos sólo y 2,9 con placebo; p=0,05).

Calidad baja

 

 

Este mismo ensayo (Kovacs, 1990) mostró que las mujeres tratadas con antiácidos requirieron el uso de antiácidos adicionales en menor medida que las mujeres del grupo placebo (% de días en los que las participantes usaron un antiácido: 7 % con antiácido más oxetazaína frente al 13 % con antiácido sólo frente al 29 % con placebo; p=0,0003).

Calidad baja

 

 

La revisión de (Dowswell, 2008) destaca que existe información limitada sobre los efectos adversos asociados a las preparaciones utilizadas. El ensayo incluido en la revisión (Reisfield, 1971) encontró que los antiácidos se asociaron con una baja tasa de efectos adversos (estreñimiento, dolor de cabeza, calambres y sequedad en la boca) comparado frente a placebo (5/83 [6 %] con antiácidos frente a 7/73 [10 %] con placebo, significación no evaluada). El otro ECA evaluado (Kovacs GT, 1990) no aportó información sobre los efectos adversos.

Calidad baja

 

 

Antiácidos sólo frente a antiácidos más fármacos inhibidores de acidez

Se ha identificado una revisión sistemática (Dowswell, 2008) publicada en 2008 que incluye un ensayo con 30 mujeres (Rayburn, 1999) en el que se comparan antiácidos basados en antagonistas del calcio más ranitidina (antagonista de los receptores H2) frente a antiácido sólo. Después de 1 semana de tratamiento con antiácidos solos, las mujeres con cuatro o más episodios de moderados a severos de pirosis durante la semana (30 mujeres) fueron aleatorizadas a tomar la continuación del tratamiento con antiácidos solos o con antiácidos más ranitidina. El método de aleatorización no estaba claro.

La revisión no encontró diferencias significativas entre el antiácido solo frente al antiácido más ranitidina en la intensidad del dolor producido por la pirosis a la semana, aunque la puntuación fue más baja en el grupo de antiácidos más ranitidina (diferencia de medias en la puntuación (medida utilizando la escala analógica visual de 10 puntos, donde 0=no dolor y 10=dolor incapacitante) -0,31; IC 95 % -1,89 a +1,27).

Calidad baja

 

 

La revisión no encontró diferencias significativas entre el antiácido solo frente al antiácido más ranitidina en la intensidad del dolor producido por la pirosis a las 2 semanas, aunque la puntuación fue más baja en el grupo de antiácidos más ranitidina (diferencia de medias en la puntuación (medida utilizando la escala analógica visual de 10 puntos, donde 0=no dolor y 10=dolor incapacitante). -2,13; IC 95 % -4,37 a +0,11).

Calidad baja

 

 

La revisión mostró que existe información limitada sobre los efectos adversos asociadas a las preparaciones utilizadas. El ensayo identificado por la revisión informó que no había efectos adversos asociados con la ranitidina y que los resultados de los nacimientos fueron favorables, no hubo datos comparativos sobre los efectos adversos recogidos.

Calidad baja

 

 

Un documento de consenso (Tytgat, 2003) recomienda la utilización en gestantes de los antagonistas de los receptores H2, como la ranitidina, combinados con antiácidos cuando los síntomas persisten después del tratamiento con antiácidos solos.

Otras guías de
práctica clínica

 

 

Fármacos inhibidores de la acidez

No se han localizado revisiones sistemáticas ni ensayos clínicos que comparen fármacos inhibidores de la acidez frente a placebo para la pirosis en embarazadas.

Se ha localizado una revisión en la que se combina fármacos inhibidores de la acidez más antiácidos frente a antiácidos sólos (Dowswell, 2008), comentada en el apartado anterior.

Se ha identificado un metanálisis (Gill, 2009) sobre la seguridad de los bloqueadores de los receptores histamina 2 (antagonistas de los receptores H2). Los datos incluyeron malformaciones congénitas, abortos espontáneos, partos prematuros y niños pequeños para la edad gestacional. El metanálisis incluyó 4 estudios de cohortes, 2 prospectivos y 2 retrospectivos. El número de mujeres incluidas en el metanálisis fue de 2.398 mujeres expuestas y 119.892 no expuestos. Se utilizó un modelo de efectos aleatorios para combinar los resultados.

El metanálisis (Gill, 2009) calculó una odds ratio de 1,14 para malformaciones congénitas IC 95 % 0,89, 1,45 para los mujeres expuestas a antagonistas H2, basado en 112/2398 (4,7 %) mujeres expuestas y 5.699/119.892 (4,8%) no expuestas.

La odds ratio para la incidencia de partos prematuros calculada a partir de 2.421 mujeres expuestas y 119.072 no expuestas fue de 1,17 IC 95 % 0,94 a 1,47).

Basado en 738 mujeres expuestas y 1.575 no expuestas de 2 estudios, la odds ratio para la incidencia de abortos espontáneos para los expuestas a antagonistas H2 fue de 0,62 (95 % IC 0,36 a 1,05).

La odds ratio para la incidencia de niños pequeños para su edad gestacional calculada a partir de 611 mujeres expuestas y 794 no expuestas fue de 0,28 (95% IC 0,06 a 1,22).

Intervenciones dirigidas a la modificación del estilo de vida (elevación de la cabecera de la cama y modificación de hábitos en la dieta)

Calidad baja

 

 

No se han localizado ni revisiones sistemáticas, ni ensayos clínicos, ni estudios de cohortes sobre la elevación de la cabecera de la cama, la reducción de la ingesta de cafeína o de grasas, o la reducción del tamaño y frecuencia de las comidas para el tratamiento y prevención de la pirosis en embarazadas.

Un documento de consenso recomienda que las modificaciones en el estilo de vida y en la dieta deben seguir siendo la primera línea de tratamiento para la pirosis en embarazadas (Tytgat GN, 2003). Las medidas incluyen evitar y reducir la ingesta de alimentos que provocan reflujo (tales como alimentos grasos y picantes, tomates, productos con alto contenido en ácido cítrico y bebidas carbonatadas) y sustancias como la cafeína. Se debe evitar los fármacos antiinflamatorios no estereoideos. El documento también recomienda otros cambios en los estilos de vida para reducir el reflujo como evitar acostarse dentro de las 3 horas después de comer. Sin embargo, si la pirosis es lo suficientemente severa, se debería tomar medicación después de consultar con un profesional de la salud.

Otras guías de
práctica clínica

 

 

Resumen de la evidencia

Antiácidos
Calidad
baja
El tratamiento con antiácidos alivia de forma completa o parcial la pirosis en un mayor porcentaje de mujeres que el placebo (Dowswell T, 2008).
Calidad
baja
Los antiácidos mejoran la sintomatología de la pirosis comparado frente a placebo, aunque esta mejora no es muy significativa (Kovacs GT, 1990).
Calidad
baja
La utilización de antiácidos provoca una menor utilización de antiácidos adicionales frente a placebo (Kovacs GT, 1990).
Calidad
baja
Los antiácidos se asociaron con una baja ratio de aparición de efectos adversos (Dowswell T, 2008).
Calidad
baja
No hubo diferencias significativas en cuanto a la intensidad del dolor producido por la pirosis a la semana entre los antiácidos y los antiácidos más ranitidina (Dowswell T, 2008).
Calidad
baja
No se localizaron diferencias significativas entre el antiácidos sólo frente al antiácido más ranitidina en la intensidad del dolor producido por la pirosis a las 2 semanas (Dowswell T, 2008).
Calidad
baja
No se identificaron efectos adversos asociados a la ranitidina (Rayburn W, 1999).
Fármacos inhibidores de la acidez
Calidad
baja
No existieron diferencias estadísticamente significativas en relación a eventos adversos (malformaciones congénitas, abortos espontáneos, partos prematuros y tamaño pequeño conforme a edad gestacional) entre las mujeres que tomaron antagonistas de receptores H2 y las que no.
Elevación de la cabecera de la cama
Calidad
muy
baja
Se ha consensuado como tratamiento para la pirosis en embarazadas las modificaciones en el estilo de vida y en la dieta.
Reducción de la ingesta de cafeína
Calidad
muy
baja
Se ha consensuado como tratamiento para la pirosis en embarazadas las modificaciones en el estilo de vida y en la dieta.
Reducción de la ingesta de grasas
Calidad
muy
baja
Se ha consensuado como tratamiento para la pirosis en embarazadas las modificaciones en el estilo de vida y en la dieta.
Reducción del tamaño y frecuencia de las comidas
Calidad
muy
baja
Se ha consensuado como tratamiento para la pirosis en embarazadas las modificaciones en el estilo de vida y en la dieta.
Calidad
muy
baja
Se ha consensuado como tratamiento para la pirosis en embarazadas las modificaciones en el estilo de vida y en la dieta.

De la evidencia a la recomendación

La fuerza y dirección de las recomendaciones fue establecida considerando los siguientes aspectos:

  1. Calidad de la evidencia. Se ha disminuido la calidad de la evidencia en la mayoría de variables de resultado evaluadas para el tratamiento con antiácidos y fármacos inhibidores de la acidez por limitaciones en el diseño de los estudios (falta de claridad en el método de aleatorización) y/o por imprecisión de los resultados (datos escasos o no existe análisis estadístico entre grupos en un ensayo).
  2. Balance entre beneficios y riesgos:
    1. a. Antiácidos. El tratamiento con antiácidos ha demostrado un beneficio clínico para el tratamiento de la pirosis en el embarazo, sin haber demostrado un mayor número significativo de efectos adversos en comparación con el placebo. No obstante, la calidad de la evidencia que apoya los beneficios y riesgos del tratamiento con antiácidos es baja, ya que el número de estudios es bajo así como la calidad de los mismos.
    2. b. Fármacos inhibidores de la acidez. La adición de fármacos inhibidores de la acidez a los antiácidos no provoca una mejoría significativa en la sintomatología de las gestantes con pirosis. Estos fármacos no aumentan el riego de aparición de efectos adversos. No obstante, la calidad de la evidencia que apoya los beneficios y riesgos del tratamiento con fármacos inhibidores de la acidez es baja.
    3. c. Elevación de la cabecera de la cama. Se han consensuado las modificaciones en el estilo de vida y en la dieta como tratamiento de la pirosis en embarazadas, aunque la calidad de la evidencia que apoyan los beneficios y riesgos de dicho tratamiento es muy baja. d. Reducción de la ingesta de cafeína. Se han consensuado las modificaciones en el estilo de vida y en la dieta como tratamiento de la pirosis en embarazadas, aunque la calidad de la evidencia que apoyan los beneficios y riesgos de dicho tratamiento es muy baja.
    4. e. Reducción de la ingesta de grasas. Se han consensuado las modificaciones en el estilo de vida y en la dieta como tratamiento de la pirosis en embarazadas, aunque la calidad de la evidencia que apoyan los beneficios y riesgos de dicho tratamiento es muy baja.
    5. f. Reducción del tamaño y frecuencia de las comidas. Se han consensuado las modificaciones en el estilo de vida y en la dieta como tratamiento de la pirosis en embarazadas, aunque la calidad de la evidencia que apoyan los beneficios y riesgos de dicho tratamiento es muy baja.
  3. No se identificaron estudios que analizaran los costes o usos de recursos o los valores y preferencias de las usuarias en este sentido.

Las siguientes recomendaciones fueron formuladas considerando el balance entre beneficios y riesgos y la ausencia de estudios que compararan intervenciones farmacológicas con modificaciones en el estilo de vida de las gestantes.

Recomendaciones

Se sugiere informar a las gestantes con pirosis sobre modificaciones en el estilo de vida y la dieta.
Débil
Se sugiere el uso de antiácidos para el alivio de la pirosis en mujeres embarazadas.
Débil
Se sugiere la combinación de ranitidina (antagonista de los receptores H2) con los antiácidos cuando persiste la pirosis tras el tratamiento de antiácidos solos.

Manejo del estreñimiento

Aumento de la ingesta de fibras

Aumento de la ingesta de fibras vs no intervención

Se ha identificado una RS Cochrane (Jewell, 2001) que evalúa el aumento en la ingesta de fibras en el tratamiento del estreñimiento en mujeres embarazadas.

No se ha identificado ningún estudio adicional en la actualización de la búsqueda de la literatura (realizada en febrero de 2012).

La RS (Jewell, 2001)incluyó un ECA (Anderson, 1985) con 40 mujeres en el tercer trimestre del embarazo distribuidas en tres ramas que comparan administración de galleta con copos de cereales (“corn-based biscuits”) (10 gr por día), o salvado de trigo (23 gr por día) y una rama de no intervención (dada la dificultad de obtener un placebo similar a las intervenciones) durante 2 semanas. Las dos ramas de tratamiento fueron analizadas en conjunto por corresponder ambas al mismo tipo de intervención (fibras naturales).

A las dos semanas de tratamiento un mayor número de mujeres asignadas al grupo control (10/13) no mostraron un incremento en la frecuencia de defecación que en el grupo intervención (9/27), Peto OR 18 m; IC 95 % 0,05 a 0,67 (Anderson, 1985).

No se encontraron RS ni ECA que evaluaran esta comparación

Calidad moderada

 

 

Aumento de la ingesta de líquidos

No se encontraron RS ni ECA que evaluaran esta comparación.

Uso de laxantes osmóticos

No se encontraron RS ni ECA que evaluaran esta comparación

Uso de laxantes que incrementan el volumen del bolo fecal

Uso de laxantes que incrementan el volumen del bolo fecal vs placebo/no intervención

No se encontraron RS ni ECA que evaluaran esta comparación.

Uso de laxantes que incrementan el volumen del bolo fecal vs otros tratamientos

No se encontraron RS ni ECA que evaluaran el uso de laxantes que incrementan el volumen del bolo fecal comparados con el incremento de la ingesta de fibras, líquido o el uso de laxantes osmóticos. En cambio, se encontró una RS (Jewell, 2001) que evalúa la comparación con laxantes estimulantes de la motilidad intestinal (ver sección Tipos de anticoncepción durante el puerperio).

Laxantes estimulantes de la motilidad intestinal

Laxantes estimulantes de la motilidad intestinal vs placebo/no intervención

No se encontraron RS ni ECA que evaluaran esta comparación

Laxantes estimulantes de la motilidad intestinal vs otros tratamientos

Se encontró una RS (Jewell, 2001) que evalúa la comparación con laxantes estimulantes de la motilidad intestinal. No se ha identificado ningún estudio adicional en la actualización de la búsqueda de la literatura (realizada en febrero de 2012).

La RS de Jewell (2012) incluyó un ECA (Greenhalf, 1973) que comparó cuatro grupos de tratamiento por vía oral para el estreñimiento:

  1. Senna 14 mg diario (Senokot).
  2. Dioctyl sodium succinato 120 mg y dihydroxyanthroquinona 100 mg (Normax).
  3. 10ml diarios conteniendo 60 % esterculia y 8 % frángula (Normacol standard).
  4. 10ml diarios conteniendo 60 % esterculia (Normacol special).

Dado que el grupo 1 y 2 corresponden a formulaciones de laxantes estimulantes de la motilidad intestinal y los grupos 3 y 4 son formulaciones que comparten como mecanismo de acción el incremento del volumen del bolo fecal, los autores analizaron conjuntamente los grupos 1 y 2 y el 3 y 4, comparándolos entre sí.

Se observaron diferencias significativas a favor del grupo de laxantes formadores de volumen fecal en relación al efecto en el estreñimiento no resuelto (140 mujeres; Peto OR 0,30; IC 95 % 0,14 a 0,61) (Greenhalf, 1973).

Calidad moderada

 

 

No hubo diferencias significativas entre los grupos en relación a la aceptabilidad por parte de las mujeres en el uso del laxante (140 mujeres; Peto OR 0,89; IC 95 % 0,46 a 1,73) (Greenhalf, 1973).

Calidad moderada

 

 

En relación a los efectos adversos, si se los considera globalmente el grupo de laxantes estimuladores de la motilidad presentó significativamente más efectos adversos (56/210) que el grupo de laxantes formadores de volumen (32/210) (Peto OR IC 95 % 2,08 [1,27, 3,41]).

La evaluación individual de los mismos mostró que el dolor abdominal es significativamente más frecuente en el grupo de laxantes estimuladores de la motilidad que en el de laxantes formadores de volumen (140 mujeres; Peto OR IC 95 % 2,91 [1,39, 6,11]).

La diarrea fue significativamente más frecuente en el grupo de laxantes estimuladores de la motilidad que en el de laxantes formadores de volumen (140 mujeres; Peto OR IC 95 % 2,90 [1,22, 6,91]).

Las náuseas no mostraron diferencias significativas entre los grupos (140 mujeres; Peto OR IC 95 % 0,47 [0,13, 1,64])

Calidad moderada

 

 

Resumen de la evidencia

Aumento de la ingesta de fibras
Calidad
moderada
El tratamiento con suplemento de fibras en la alimentación aumenta significativamente la frecuencia de defecación comparado con la no administración de suplementos (Anderson, 1985). No se evaluaron posibles efectos adversos de la suplementación con fibras.
Administración de laxantes
Calidad
moderada
El tratamiento con laxantes estimuladores de la motilidad intestinal aumenta significativamente la frecuencia de defecación comparado con el uso de laxantes formadores de volumen fecal (Anderson, 1985).
Calidad
moderada
En relación a los efectos adversos globales el grupo de mujeres tratadas con laxantes estimuladores de la motilidad intestinal presentó mayor frecuencia de los mismos. Al analizar el tipo de efecto adverso, se comprueba que el dolor abdominal y la diarrea fueron significativamente más frecuentes en el grupo tratado con laxantes estimuladores de la motilidad intestinal que en tratado con laxantes que incrementan el volumen del bolo fecal pero no se observaron diferencias significativas entre grupos para las náuseas (Anderson,1985).

De la evidencia a la recomendación

La fuerza y dirección de las recomendaciones fue establecida considerando los siguientes aspectos:

  1. Calidad de la evidencia. Se ha disminuido la calidad de la evidencia en la mayoría de variables de resultado evaluadas por limitaciones en el diseño de los estudios (falta uso de placebos y datos incompletos).
  2. Balance entre beneficios y riesgos.
    1. a. Aumento de la ingesta de fibras. Se ha observado un beneficio clínico con el tratamiento de mujeres embarazadas con suplemento de fibras naturales. Aunque aún se dispone de evidencia limitada en relación al tipo de suplemento más adecuado y no hay evidencia en relación a posibles efectos adversos es improbable que esta terapia genere daños importantes.
    2. b. Administración de laxantes. La evidencia disponible hasta el momento proviene de un solo de ensayo, con tamaños de muestra moderado y con pocas variables de resultado de interés (por ejemplo, no incluye variables de resultado vinculadas al embarazo como presencia de contracciones o amenaza de parto pretérmino). De acuerdo a esta evidencia los laxantes estimuladores de la movilidad intestinal generan una mayor proporción de mujeres que resuelven su estreñimiento comparado con los laxantes que aumentan el volumen del bolo fecal sin embargo estos últimos presentan menos efectos adversos. Parecería razonable priorizar el uso de laxantes formadores de volumen más que los estimulantes de la motilidad dada la menor frecuencia de eventos adversos, especialmente el dolor abdominal.
  3. No se identificaron estudios que analizaran los costes o usos de recursos o los valores y preferencias de las mujeres en este sentido.

Las siguientes recomendaciones fueron formuladas a favor considerando que la eficacia de las intervenciones en la respuesta al tratamiento y la ausencia de efectos no deseados contribuyen a la dirección de la recomendación. Por otra parte, la existencia de un limitado número de estudios, con poca cantidad de pacientes y moderada calidad ha determinado la fortaleza de la recomendación.

Recomendaciones

Débil
En mujeres embarazadas con estreñimiento se sugiere aumentar la ingesta de alimentos ricos en fibra para incrementar la frecuencia de defecación.
Débil
En mujeres embarazadas con estreñimiento se puede considerar el uso de laxantes, que incrementan el volumen del bolo fecal como laxantes de primera línea para aumentar la motilidad intestinal.

Manejo de las varices Cirugía

No se aborda esta alternativa terapétucia ya que está se pospone habitualmente para después del parto.

Tratamiento farmacológico

Uso de esclerosante venoso frente a placebo

No se han identificado ningún ECA que evalúe el tratamiento con drogas esclerosantes en venas varicosas frente a placebo en el tratamiento sintomático de las varices en el embarazo.

Uso de drogas veno-activas (flebotónicos) frente al placebo

Se ha identificado una RS (Bamigboye, 2007) que evalúa fármacos venoactivos en el tratamiento sintomático de las varices en las mujeres embarazadas.

No se ha identificado ningún estudio adicional en la actualización de la búsqueda de la literatura (realizada desde septiembre 2009 hasta febrero de 2012).

Se entiende por flebotónicos fármacos que aumentan por diferentes mecanismos el tono venoso (rutosidas [troxerutina], hidrosmina, diosmina, dobesilato de calcio, cromocarba, centella asiática, flavodato disódico, extracto de semillas de uva, extracto de corteza de pino marítimo francés y aminaftona).

La RS de Bamigboye (2007) incluyó un solo ECA (Bergstein, 1975) que comparaba O-Beta-hidroxil etil rutósido (300 mg via oral 3 veces al día durante 8 semanas) frente a placebo en 69 mujeres embarazadas a las 28 semanas de edad gestacional con varices visibles en las piernas o la vulva y con sintomatología.

Los síntomas asociados con las venas varicosas (calambres nocturnos, cansancio y parestesias) disminuyeron significativamente en el grupo tratamiento en relación con el control (69 mujeres RR 1,89; IC 95 % 1,11 a 3,22) (Bergstein, 1975).

Calidad moderada

 

 

La presencia de trombosis venosa profunda no mostró diferencias significativas en el grupo intervención comparado con el grupo control (69 mujeres; RR 0,17; IC 95 % 0,01 a 3,49) (Bergstein, 1975).

Calidad moderada

 

 

En relación a los eventos adversos, el ECA no observó un aumento significativo en el grupo que recibió tratamiento comparado con el grupo placebo (69 mujeres, RR 0.86; IC 95 % 0,13, 5,79) (Bergstein,1975).

Calidad moderada

 

 

Uso de drogas veno-activas (flebotónicos) frente al uso de drogas esclerosantes

No se ha identificado ningún ECA que evalúe el tratamiento con drogas esclerosantes en venas varicosas frente al uso de drogas flebotónicas en el tratamiento sintomático de las varices en el embarazo

Tratamiento no farmacológico

Uso de medias elásticas o dispositivos compresivos frente a placebo o no tratamiento

Se ha identificado una RS (Bamigboye, 2007) que evalúa el uso de un dispositivo de compresión externa en el tratamiento sintomático de las varices en las mujeres embarazadas. No se ha identificado ningún estudio adicional en la actualización de la búsqueda de la literatura (realizada desde setiembre 2009 hasta febrero de 2012).

La RS Bamigboye (2007) incluyó un ECA (Jacobs, 1986) que comparaba dispositivos compresivos neumáticos para ser usados en las piernas pero la población seleccionada excluía mujeres embarazadas con venas varicosas. Existe además otro ECA que evalúa dispositivos de compresión externa de miembros inferiores pero en mujeres embarazadas sin varices (cuyo objetivo es la prevención no el tratamiento) (Thaler, 2001).

La guía de práctica clínica de NICE (NICE, 2008) identificó un ensayo clínico sobre la eficacia de unas medias de compresión (de clase I ó II) en la prevención de las varices con sintomatología frente a no usar medias de compresión, en 42 embarazadas con una gestación menor a las 12 semanas (Thaler, 2001). Aunque las medias de comprensión no previnieron la aparición de las varices (mujeres que no usaron medias: 7/14 frente a medias de clase I 5/12 frente a medias de clase II 8/14; test de Fisher=0,94), un porcentaje mayor de las mujeres que usaron las medias describieron que su sintomatología había mejorado (mujeres que usaron medias 7/27 frente a mujeres que no usaron medias 0/15; RR 8,04; IC 95 % 0,49 a 132,21).

Reposo frente a no reposo

No se ha identificado ningún ECA que evalúe el tratamiento con reposo frente a no reposo en el tratamiento sintomático de las varices en el embarazo

Uso de técnicas de reflexología frente a no uso o placebo

Se ha identificado una RS (Bamigboye, 2007) que evalúa el uso de reflexología en el tratamiento sintomático de las varices o el edema en las mujeres embarazadas.

Esta revisión incluye un ECA (Mollar T, 2003) que evalúa dos técnicas de reflexología frente al reposo para el tratamiento del edema de miembros inferiores pero los criterios de inclusión del estudio no establecen que las mujeres sean portadoras de varices por lo cual queda fuera del alcance de la Guía.

Comparaciones entre diferentes técnicas de tratamiento no farmacológico

No se han identificado ECA que evalúen la comparación entre diferentes técnicas no farmacológicas para el tratamiento de varices en el embarazo.

Resumen de la evidencia

Calidad
moderada
El tratamiento de los síntomas producidos por la presencia de varices en mujeres embarazadas disminuye significativamente con el uso de rutósido tras 8 semanas de tratamiento (Bergstein, 1975).
Calidad
moderada
No se observaron diferencias significativas en la presencia de efectos adversos o en la presencia de trombosis venosa profunda con el uso de este tratamiento al compararlo con placebo (Bergstein, 1975).

De la evidencia a la recomendación

La fuerza y dirección de la recomendación fue establecida considerando los siguientes aspectos:

  1. Calidad de la evidencia. Se ha disminuido la calidad de la evidencia en la mayoría de variables de los resultado evaluados por en el diseño de los estudios y/o por imprecisión de los resultados (pocos eventos o intervalos de confianza amplios).
  2. Balance entre beneficios y riesgos. Se ha observado un beneficio clínico con el tratamiento de rutósido en las varices en mujeres embarazadas. Aún se dispone de evidencia limitada en relación a la frecuencia de eventos adversos y complicaciones dado el pequeño tamaño de la muestra y el bajo número de eventos en el único ECA incluido en la RS.
  3. No se identificaron estudios que analizaran los costes o usos de recursos o los valores y preferencias de las pacientes en este sentido.

La siguiente recomendación fue formulada a favor de la intervención considerando el riesgo relativo favorable al tratamiento en relación al alivio de los síntomas y la baja calidad y escaso tamaño muestral del único estudio encontrado. Por otro lado, se ha tomado la recomendación sobre el uso de medias de compresión de la guía de práctica clínica de NICE.

Recomendaciones

Débil
Se sugiere informar a las mujeres que la aparición de varices es frecuente durante el embarazo, y que el uso de medias de compresión puede contribuir a mejorar la sintomatología, aunque no asegura su prevención.
Débil
Se sugiere ofrecer rutósido (troxerutina) por vía oral a aquellas embarazadas con insuficiencia venosa para aliviar su sintomatología.

Manejo de las hemorroides Intervenciones para la prevención de las hemorroides durante el embarazo

Las intervenciones para la prevención de las hemorroides en el embarazo incluyen fundamentalmente el tratamiento del estreñimiento. Ver capitulo “Intervenciones para la prevención y tratamiento del estreñimiento en el embarazo”.

Intervenciones para el tratamiento de las hemorroides durante el embarazo

Rutosidas para las hemorroides en el embarazo

Rutosidas versus placebo

Se ha identificado una RS de la Biblioteca Cochrane (Quijano, 2005) que evalúa los riesgos, beneficios y efectos adversos del manejo conservador (no quirúrgico) de las hemorroides en mujeres embarazadas y durante el puerperio. No se ha identificado ningún estudio adicional en la actualización de la búsqueda de la literatura (realizada en febrero de 2012).

La RS Quijano (2005) incluyó dos ECAs (Wijayanegara, 1992 y Titapant, 2001) con un total de 150 mujeres embarazadas (con 14 a 33 semanas de edad gestacional) con hemorroides de grados 1 a 3 (aunque Titapant (2001) excluyó mujeres con hemorroides grado 3 y 4). Ambos ensayos usaron como intervención hidroxietilrutosidas (troxerutina) en dosis de 500 mg dos veces al día vía oral (Wijayanegara, 1992) y 600 mg diario por vía oral( Titapant, 2001) en un período de 4 semanas. El tratamiento se comparó con el placebo en ambos estudios.

El análisis combinado de los resultados de ambos estudios mostró en el grupo placebo una mayor proporción de mujeres que no respondían al tratamiento (50/75) comparado con las mujeres en el grupo tratado con hidroxietilrutosidas (3/75), (150 mujeres, Peto RR 0,07; IC 95 % 0,03 a 0,20).

Calidad moderada

 

 

No hubo diferencias estadísticamente significativas en relación a los efectos adversos entre el grupo intervención (4/75) y el control (0/75) (150 mujeres, Peto RR 4,99; IC 95 % 0,60 a 41,49 ] ).

Calidad baja

 

 

Ambos grupos no mostraron diferencias significativas en relación a las muertes fetales y perinatales (grupo intervención (0/75) frente a placebo (1/75) (150 mujeres, Peto RR 0,34; IC 95 % 0,01 a 8,15)).

Calidad baja

 

 

Sólo uno de los ensayos incluidos en la revisión evaluó la frecuencia de parto pretérmino, comprobándose que no nubo diferencias significativas entre el grupo intervención (1/48) y el control (97 mujeres, Peto RR 1,02; IC 95 % 0,07 a 15,86) (Wijayanegara, 1992)

Calidad baja

 

 

No hubo diferencias estadísticamente significativas en relación a la presencia de malformaciones congénitas entre el grupo intervención (1/75) comparado con el control (0/75). La única mujer que presentó una malformación se incluyó en el estudio a las 33 semanas de edad gestacional (150 mujeres, Peto RR 3,06; IC 95 % 0,13 a 73,34]) (Quijano, 2005).

Rutosidas versus otras intervenciones

No se encontraron RS ni ECA que evaluaran esta comparación

Calidad baja

 

 

Anestésicos tópicos para el tratamiento de hemorroides sintomáticas o complicadas en el embarazo

Anestésicos tópicos vs placebo

No se encontraron RS ni ECA que evaluaran esta comparación

Anestésicos tópicos vs. otras intervenciones

No se encontraron RS ni ECA que evaluaran esta comparación

Compuestos topicos con anestesicos y corticoides para el tratamiento de hemorroides sintomaticas o complicadas en el embarazo.

Compuestos tópicos con anestésicos y corticoides vs placebo

No se encontraron RS ni ECA que evaluaran esta comparación

Compuestos tópicos con anestésicos y corticoides vs otras intervenciones

No se encontraron RS ni ECA que evaluaran esta comparación

Compuestos topicos con corticoides para el tratamiento de hemorroides sintomaticas o complicadas en el embarazo.

Compuestos tópicos con corticoides vs placebo

No se encontraron RS ni ECA que evaluaran esta comparación

Compuestos tópicos con corticoides vs otras intervenciones

No se encontraron RS ni ECA que evaluaran esta comparación

Baños de asiento para el tratamiento de las hemorroides sintomáticas o complicadas en el embarazo

Baños de asiento para el tratamiento de las hemorroides sintomáticas o complicadas vs. placebo

No se encontraron RS ni ECA que evaluaran esta comparación

Baños de asiento para el tratamiento de las hemorroides sintomáticas o complicadas vs otras intervenciones

No se encontraron RS ni ECA que evaluaran esta comparación

Resumen de la evidencia

Calidad
moderada
El tratamiento de las hemorroides sintomáticas durante el embarazo con rutosidas aumenta significativamente la mejoría de los síntomas a las cuatro semanas de iniciado el mismo (Quijano, 2005).
Calidad
baja
El tratamiento de las hemorroides sintomáticas durante el embarazo con rutosidas no genera diferencias estadísticamente significativas en la frecuencia de efectos adversos, muertes fetales o perinatales, partos pretérmino o malformaciones congénitas al compararlo con placebo (Quijano, 2005).

De la evidencia a la recomendación

La fuerza y dirección de las recomendaciones fue establecida considerando los siguientes aspectos:

  1. Calidad de la evidencia. Se ha disminuido la calidad de la evidencia en la mayoría de variables de resultado evaluadas para las rutosidas por limitaciones en el riesgo de sesgos y por imprecisión de los resultados (pocos eventos o intervalos de confianza amplios).
  2. Balance entre beneficios y riesgos. En relación a las rutosidas, se ha observado un beneficio clínico con el tratamiento mientras que la frecuencia de los eventos adversos y posibles daños no mostraron diferencias significativas con el grupo placebo. No se dispone de evidencia sobre la eficacia y seguridad de otras alternativas terapéuticas para el tratamiento de esta patología en el embarazo.
  3. No se identificaron estudios que analizaran los costes o usos de recursos o los valores y preferencias de las usuarias en este sentido.

La siguiente recomendación fue formulada a favor considerando la eficacia del fármaco en la respuesta al tratamiento y la ausencia de efectos no deseados. La calidad moderada y baja de la evidencia disponible ha determinado la fortaleza de la recomendación.

Recomendación

Débil
Se recomienda considerar el uso de rutosidas (troxerutina) vía oral para el tratamiento sintomático de hemorroides grado 1 y 2 en embarazadas.

Manejo de la lumbalgia

Intervenciones preventivas para el dolor lumbar en mujeres embarazadas

No se encontraron RS ni ECAs que evaluaran intervenciones preventivas para el dolor lumbar en mujeres embarazadas.

Ejercicio sumado al control prenatal habitual para el tratamiento del dolor lumbar en mujeres embarazadas

Ejercicios (no acuáticos) frente a no tratamiento adicional al control prenatal

Se ha identificado una RS (Pennick, 2008) que evalúa el ejercicio no acuático adicionado al control prenatal estándar para el tratamiento del dolor lumbar en el embarazo.

No se ha identificado ningún estudio adicional en la actualización de la búsqueda de la literatura (realizada en febrero de 2012).

La RS Pennick (2008) incluyó dos estudios (235 participantes) que analizaron los efectos del ejercicio no acuático en el tratamiento del dolor lumbar en el embarazo (Suputtitada, 2002; Garshasbi, 2005). Las intervenciones realizadas en los estudios fueron:

  • – Ejercicio en posición sentada con inclinación de la pelvis (mantenimiento de la posición durante 5 segundos y luego relajación durante 5 segundos) 4 ciclos de los ejercicios cada mañana y tarde; aumento de 2 ciclos por sesión durante 2 a 4 semanas, hasta alcanzar 10 ciclos por sesión, y luego se continúa a este nivel durante las siguientes 4 semanas. Los ejercicios debían hacerse dos veces al día, 5 días a la semana por un total de 8 semanas. (Suputtitada, 2002).
  • – Se realizan 15 movimientos en 60 minutos: 5 minutos de caminata lenta, 5 minutos de los movimientos de extensión, 10 minutos de calentamiento en general, hasta 15 minutos de ejercicio anaeróbico, 20 minutos de ejercicio específico, a los 5 minutos volver a la posición inicial. Se realizaron ejercicios 3 veces a semana – bajo la supervisión de una matrona – intensidad de los ejercicios controlados por la frecuencia del pulso materno – se detuvo, si la frecuencia cardíaca era mayor 140/minuto (Garshasbi, 2005).

En relación a la mejoría del dolor lumbar uno de los ECAs mostró que la intensidad del dolor lumbar se redujo significativamente en el grupo de mujeres que realizaron ejercicio (medido con el cuestionario Kebek, rango de 0 a 100; 0=ningún dolor: p=0,006), pero no se proporcionaron datos numéricos adecuados que apoyaran esta siginificación estadística (Garshasbi, 2005). El otro ECA mostró también un mayor alivio del dolor medido con una escala analógica visual (EAV) (0 a 10; 0=ningún dolor) después de ocho semanas de ejercicios (diferencia de medias estandarizada -5,34; IC del 95 %: -6,40 a -4,27) (Suputtitada, 2002).

Un estudio evaluó el efecto de los ejercicios de estiramiento en mujeres con dolor lumbar y pélvico, mostrando los resultados en forma conjunta (Martins, 2005). El estudio describió una ausencia de dolor (medido por la escala analógica visual) en una proporción significativamente mayor en el grupo que realizó ejercicio comparado con el control (69 mujeres, RR 5,45; IC 95 % 2,08, 14,30).

Los tres ECAs evaluaron efectos adversos vinculados al ejercicio, pero ninguno de ellos reportaron eventos (Suputtitada, 2002; Garshasbi, 2005, Martins, 2005).

Ejercicios acuáticos frente a no tratamiento adicional al control prenatal

Se han identificado dos RS (Pennick, 2008; Waller, 2009) que evalúan el ejercicio acuático añadido al control prenatal estándar para el tratamiento del dolor lumbar en el embarazo.

No se ha identificado ningún estudio adicional en la actualización de la búsqueda de la literatura (realizada en febrero de 2012).

La RS Pennick (2008) incluyó un estudio (258 participantes) que analizó los efectos de la gimnasia acuática en el tratamiento del dolor lumbar en el embarazo (Kihlstrand, 1999). La intervención realizada en el estudio fue:

    – 20 clases semanales de 1 hora de gimnasia en el agua (adaptadas a mujeres embarazadas) y relajación en el agua (a 32 – 34 grados). Las primeras 10 sesiones contenían ejercicios adecuados para el embarazo precoz, y las últimas 10 sesiones contenían ejercicios adecuados para el embarazo más tardío. Las sesiones fueron de una hora dividida en 30 minutos de ejercicio y 30 minutos de relajación. El grupo control recibió solo control prenatal estándar. Las mujeres incluidas tenían menos de 19 semanas de edad gestacional.

La RS de Waller (2009) incluyó 2 estudios (648 mujeres) que analizaron el efecto de la gimnasia acuática en las embarazadas con dolor lumbar (Granath, 2006; Kihlstrand, 1999). Las intervenciones realizadas fueron ya analizadas para el estudio de Kihlstrand, el estudio de Granath realizó comparaciones entre ejercicio acuático y ejercicio en el suelo.

En relación al alivio del dolor, en un ECA (Kihlstrand, 1999) las mujeres que estaban en un programa de gimnasia acuática reportaron un dolor significativamente menos intenso una semana después del parto, medido con una EVA (0 a 10; 0=ningún dolor) (p=0,034).

En relación al absentismo laboral por causa del dolor lumbar, en un ECA (Kihlstrand, 1999) el 12,9 % de las mujeres en el programa de gimnasia acuática (total de 982 días) y el 21,7 % de las mujeres del grupo de atención prenatal habitual (total de 1.484 días) solicitaron un permiso por enfermedad debido al dolor lumbar en algún momento durante su embarazo lo que muestra una disminución del absentismo laboral, que no fue significativamente menor, en el grupo tratamiento (p=0,09).

No se describieron efectos adversos relacionados a la intervención (no hubo diferencias en infecciones, aumento de peso materno, edad gestacional al parto, peso / talla del/la recién nacido/a y las características del parto).

Ejercicios acuáticos frente a ejercicios no acuáticos adicionales al control prenatal

La RS de Waller (2009) incluyó 2 estudios (648 mujeres) que analizaron el efecto de la gimnasia acuática en las embarazadas con dolor lumbar (Granath, 2006; Kihlstrand, 1999). Las intervenciones realizadas fueron ya analizadas para el estudio de Kihlstrand y el estudio de Granath realizó la siguiente intervención:

    – Sesiones de 45 minutos de gimnasia activa en el agua cada semana incluyendo ejercicios de fortalecimiento, flexibilidad y entrenamiento con 5 minutos de relajación. El grupo control recibió gimnasia en el suelo de similares características. Las mujeres incluidas comenzaban la gimnasia a las 18 semanas de edad gestacional.

En relación al alivio del dolor, en este ECA las mujeres que estaban en el programa de gimnasia acuática presentaron niveles de dolor significativamente menos intenso que en el programa de gimnasia en el suelo (p=0,04), aunque no se aportaron detalles en relación a la escala usada para medir el dolor.

En relación al absentismo laboral por causa del dolor lumbar, ninguna mujer del grupo de gimnasia acuática requirió un permiso por el dolor lumbar (P=0,03).

No se describieron datos sobre efectos adversos relacionados a la intervención.

Uso de dispositivos de sostén para tratar el dolor lumbar en el embarazo

Se han identificado dos RS (Pennick, 2008; Ho, 2008) que evalúan el uso de dispositivos externos para el tratamiento del dolor lumbar en el embarazo.

No se ha identificado ningún estudio adicional en la actualización de la búsqueda de la literatura (realizada en febrero de 2012).

El ECA incluido en la RS Cochrane (Pennick, 2008) comparó el siguiente tratamiento:

    – La eficacia de una almohada especialmente diseñada para sostener el abdomen de la embarazada (almohada Ozzlo) comparada con una almohada estándar del hospital (almohada Tontine), en un diseño de estudio cruzado (crossover) en el que el orden en el uso de la almohada era aleatorizado. La almohada se llevaba al hogar y se usaba durante una semana y luego se cambiaba por el uso del otro tipo de almohada (Thomas, 1989). El estudio incluyó 92 mujeres que finalizaron las dos semanas de intervención.

La revisión sistemática de Ho (2008) sólo incluyó tres estudios controlados que incluyeron un grupo que recibió como intervención el uso de cinturones de sostén para embarazadas. El resto de los estudios incluye los cinturones en las dos ramas del estudio (uno de los estudios (Haughland, 2006) usó cinturones de soporte en una sola rama pero solo evalúa dolor pélvico y no dolor lumbar por lo cual no fue tenido en cuenta). Las intervenciones consistieron en:

  • – Fisioterapia individualizada, educación, ejercicios y el uso de un cinturón no elástico de sostén para las mujeres con dolor pélvico posterior en mujeres con embarazos entre 11 y 36 semanas de edad gestacional (Noren, 1997).
  • – Uso de un dispositivo de sostén posterior (Carr, 2003).

Ninguno de estos dos estudios (Noren, 1997; Carr, 2003) fueron aleatorizados por lo cual no se consideran sus resultados para la realización de recomendaciones. Los otros estudios aleatorizados incluidos en la revisión incluían el uso de cinturones de soporte en ambas ramas del estudio lo que los hace inadecuados para la evaluación de este tipo de dispositivos.

La impresión descrita por las mujeres en relación con la prevención o mejoría del dolor lumbar bajo con el uso de las diferentes almohadas mostró un beneficio a favor de la almohada Ozzlo (92 mujeres RR 1,84; IC 95 % 1,32 a 2.55).

También se comprobó un aumento estadísticamente significativo con el uso de la almohada Ozzlo en relación a la proporción de mujeres que informaron de una mejoría del insomnio (92 mujeres RR 1,62; IC 95 % 1,23 a 2,13).

No se registraron efectos adversos con el uso de ninguna de las dos almohadas.

Uso de acupuntura para el tratamiento del dolor lumbar en el embarazo

Uso de acupuntura para el tratamiento del dolor lumbar frente al tratamiento estándar

Se han identificado dos RS, una de ellas una RS Cochrane (Pennick, 2008; Ee, 2008). Ambas revisiones incluyen los mismos ECA (Elden, 2005; Kvorning, 2004 y Wedenberg, 2000).

No se ha identificado ningún estudio adicional en la actualización de la búsqueda de la literatura (realizada en febrero 2012).

La revisión sistemática de Pennick (2008) incluyó 318 mujeres embarazadas para esta comparación (Elden, 2005 (n=218), Kvorning; 2004 (n=100)) en el tercer trimestre de embarazo. Se compararon las siguientes intervenciones:

  • – Tratamiento con acupuntura dado por médicos acupuntores experimentados dos veces por semanas durante 6 semanas aplicadas en 10 puntos de acupuntura en áreas sensitivas y 7 puntos más en áreas extra segmentarias (las agujas se insertaban para evocar De Qi y se dejaban en el sitio durante 30 minutos estimulando el punto cada 10 minutos) (grupo experimental 1). El grupo control recibió cuidados habituales. Los dos grupos recibieron además información general sobre la enfermedad y la anatomía de la espalda y pelvis, consejos sobre actividades a realizar en la vida diaria, se les entregó un cinturón pélvico de sostén y un programa de ejercicios domiciliarios realizado por fisioterapeuta (Elden, 2005).
  • – Tratamiento con acupuntura de acuerdo a instrucciones protocolarizadas y estimulación periostal. Se comenzaba por la estimulación de los puntos LR3 y GV20, y los puntos tendinosos locales agregando BL60, SI3 Y 1 de las lumbares y puntos vesicales sacros (BL22-26) en caso de ser necesario. Se buscó la estimulación De Qi, con agujas mantenidas por períodos crecientes de tiempo. Las mujeres recibieron acupuntura dos veces por semana en las primeras 2 semanas y luego una vez semanalmente (no se da información sobre la duración total del tratamiento). El grupo control no recibió tratamiento (Kvorning, 2004).

Los estudios incluidos presentaron bastante heterogeneidad en las intervenciones y en los resultados medidos así como en los datos aportados por los mismos, por lo cual no fue posible realizar meta análisis.

En relación al dolor el estudio de Elden mostró que tras realizar la intervención el grupo de mujeres que recibió tratamiento estándar (control prenatal sólo) reportó mayor dolor al levantarse en la mañana y en la tarde que el grupo que recibió acupuntura medido a través del auto-reporte con una escala analógica visual (222 mujeres, en la mañana se reporta una diferencia de medianas: 12; IC 95 % 5,9 a 17,3, p<0,001; en la tarde se reporta diferencia de medianas: 27; IC 95 % 13,3 a 29,5; p < 0.001 ).

Kvorning mostró que el 60 % de las mujeres en el grupo que recibió el tratamiento de acupuntura completo había presentado reducción de la intensidad del dolor comparado con 14 % del grupo control. Cabe destacar también que el grupo control recibió en gran proporción co-intervenciones que ayudaron a aliviar el dolor: analgésicos (5/35), fisioterapia (6/35) y cinturones sacro iliacos de sostén (15/35). En el grupo que recibieron acupuntura solo 4 mujeres usaron cinturones sacro iliacos de sostén.

Los estudios incluidos reportaron efectos adversos. Elden y colaboradores no reportaron efectos adversos en ninguno de los 3 grupos. Kvorning y colaboradores reportearon efectos adversos en 38 % de las mujeres del grupo acupuntura (dolor y hematomas locales, alteraciones de la frecuencia cardiaca y sudoración, cansancio y nauseas). En todos los casos los efectos observados fueron menores. No hubo efectos sobre los recién nacidos ni neonatos.

Uso de acupuntura para el tratamiento del dolor lumbar frente a otro tratamiento

Se han identificado dos RS, una de ellas una RS Cochrane (Pennick, 2008; Ee, 2008). Ambas revisiones incluyen los mismas tres ECAs (Elden, 2005; Kvorning, 2004 y Wedenberg, 2000).

No se ha identificado ningún estudio adicional en la actualización de la búsqueda de la literatura (realizada en febrero 2012).

La revisión sistemática de Pennick et al. incluyó 316 mujeres embarazadas (Elden, 2005; n=256, Wedenberg, 2000; n=60 mujeres antes de las 32 semanas de edad gestacional), en las que se compararon las siguientes intervenciones:

    – Tratamiento con acupuntura dado por médicos acupunturistas experimentados dos veces por semanas por 6 semanas dadas en 10 puntos de acupuntura en áreas sensitivas y 7 puntos más en áreas extra segmentarias (las agujas se insertaban para evocar De Qi y se dejaban en el sitio por 30 minutos estimulando cada 10 minuto) (grupo experimental 1). Este tratamiento se comparó con la realización de ejercicios individuales estabilizantes modificados para la gestación por 6 horas durante 6 semanas dados por dos experimentados fisioterapeutas (grupo experimental 2) (Elden, 2005).

Tratamiento con acupuntura 3 veces a la semana durante 2 semanas y después dos veces a la semana durante dos semanas (total 10 sesiones de 30 minutos). Se usaron entre 2 y 10 agujas comenzando por los puntos de la fossa triangularis en la oreja agregando puntos corporales o locales de acuerdo a necesidad; las agujas eran rotadas suavemente 15 minutos después de la inserción hasta que se alcance De Qi. El otro grupo recibió fisioterapia una a dos veces por semana durante 6 a 8 semanas (10 sesiones de fisioterapia grupal de 50 minutos). Se realizaron tratamientos individualizados basados en evaluación más uso de cinturón trocanterianos para soporte pélvico, calentamiento, masaje y movilización de partes blandas si fuera necesario (Wedenberg, 2000).

En relación al dolor Elden mostró una reducción del dolor a la mañana y en ambos grupos sin diferencias significativas entre ellos. Describió además una diferencia significativa a favor del grupo tratado con acupuntura en lo que se refiere a la reducción en la intensidad del dolor en la tarde comparado en el tratamiento con fisioterapia (diferencia de medianas: -14; IC 95% -18 a -3,3; p=0,0130).

El estudio de Wedenberg mostró que tanto las del grupo con acupuntura como las del grupo con fisioterapia refirieron menor dolor en la mañana y la noche pero las del grupo acupuntura reportan dolor significativamente menos intenso (P=0,02 en la mañana; P<0,01 en la tarde).

En el grupo que recibió fisioterapia, 12 mujeres de las 30 incluidas no completaron el estudio, mientras que en el grupo que recibió acupuntura ninguna abandonó por lo que hay que ser cauteloso a la hora de interpretar los resultados.

En relación a los efectos adversos, Elden no describió ninguno y Wedenberg mostró pequeños hematomas en la zona de punción de 2 mujeres (7 %) incluidas en el grupo acupuntura.

Masaje y fisioterapia para el tratamiento del dolor lumbar frente a no tratamiento

Masaje y fisioterapia para el tratamiento del dolor lumbar frente a no tratamiento

Se ha identificado una RS Cochrane (Pennick, 2008). No se ha identificado ningún estudio adicional en la actualización de la búsqueda de la literatura (realizada en febrero 2012).

La revisión sistemática de Pennick et al. incluyó 261 mujeres embarazadas para esta comparación (Eden, 2005). El estudio de Eden aleatorizó tres grupos en los que uno recibió acupuntura, otro fisioterapia y otro tratamiento estándar. Para esta comparación son relevantes los resultados de los dos últimos grupos

Se compararon las siguientes intervenciones:

  • – El grupo tratamiento realizó ejercicios individuales estabilizantes modificados para la gestación durante 6 horas durante 6 semanas dados por dos experimentados fisioterapeutas (grupo experimental 2).
  • – El grupo control recibió los cuidados habituales. Los dos grupos recibieron además información general sobre la enfermedad y la anatomía de la espalda y pelvis, consejos sobre actividades a realizar en la vida diaria, se les entregó un cinturón pélvico de sostén y un programa de ejercicios domiciliarios realizado por fisioterapeuta (Elden, 2005).

En relación al dolor el estudio de Elden mostró que después de realizar la intervención el grupo de mujeres que recibió tratamiento estándar (control prenatal solo) registró mayor dolor al levantarse en la mañana y en la tarde que el grupo que recibió fisioterapia medido a través del auto-reporte con una escala analógica visual de 100 (220 mujeres, en la mañana se reporta una diferencia de medianas: 9; IC 95 % 1,7 a 12,8; P=0,0312); en la tarde se observó una diferencia de medianas: 13; IC 95 % 2,7 a 17,5; P=0,0245).

No se registraron efectos adversos

Masaje y fisioterapia para el tratamiento del dolor lumbar frente a otro tratamiento

La revisión sistemática de Pennick et al. incluyó 316 mujeres embarazadas para esta comparación (Elden, 2005; n=256; Wedenberg, 2000; n=60 mujeres antes de las 32 semanas de edad gestacional). Los resultados de esta comparación se describen en la sección 4,2.

Resumen de la evidencia

Ejercicio físico para el dolor lumbar en el embarazo
Calidad
moderada
El tratamiento del dolor lumbar con ejercicios no acuáticos muestra una disminución y desaparición del dolor significativamente menor en el grupo tratado que en el que recibe tratamiento estándar. No se describieron efectos adversos relevantes con dichos ejercicios en los estudios incluidos (Suputtitada, 2002; Garshasbi, 2005; Martins, 2005).
Calidad
moderada
El tratamiento del dolor lumbar con ejercicios acuáticos muestra una disminución del dolor en el grupo tratado que en el que recibe tratamiento prenatal estándar (Kihlstrand, 1999).
Calidad
moderada
El tratamiento del dolor lumbar con ejercicios acuáticos no muestra diferencias en el absentismo laboral ni en los efectos adversos en el grupo tratado que en el que recibe tratamiento prenatal estándar (Kihlstrand, 1999).
Calidad
moderada
El tratamiento del dolor lumbar con ejercicios acuáticos comparados con ejercicios en el suelo, no ha mostrado una disminución en el dolor lumbar y en el absentismo laboral en comparación con los ejercicios no acuáticos, sin mostrar efectos adversos (Granath, 2006).
Ejercicio físico para el dolor lumbar en el embarazo
Calidad
moderada
El uso de la almohada de Ozzlo para el tratamiento del dolor lumbar en el embarazo mostró una mejora significativa del dolor y el insomnio al compararlo con la almohada estándar (Thomas, 1989). No se registró ningún evento adverso con el uso de ninguna de las dos almohadas (Thomas, 1989).
Uso de acupuntura para el dolor lumbar en el embarazo
Calidad
moderada
El tratamiento con acupuntura comparado con tratamiento estándar mostró una mejoría significativa del dolor lumbar (Elden,2005; Kvorning, 2004). Se observaron eventos adversos leves con la utilización de acupuntura comparado con el estándar (Elden, 2005; Kvorning, 2004).
Calidad
baja
El tratamiento con acupuntura comparado con tratamiento con fisioterapia muestra una reducción del dolor (Elden, 2005) y su intensidad (Wedenberg, 2000). Se observaron eventos adversos leves con la utilización de acupuntura comparado con el estándar (Elden, 2005; Wedenberg, 2000).
Masaje y fisioterapia para el tratamiento del dolor lumbar
Calidad
moderada
El tratamiento con fisioterapia comparado con tratamiento estándar mostró una mejoría significativa del dolor lumbar, sin efectos adversos apreciables (Elden, 2005).

De la evidencia a la recomendación

La fuerza y dirección de la recomendación fue establecida considerando los siguientes aspectos:

  1. Calidad de la evidencia. Se ha disminuido la calidad de la evidencia en la mayoría de variables de resultado evaluadas para ejercicio, uso de dispositivos, acupuntura y fisioterapia por el riesgo de sesgos y/o por imprecisión de los resultados (pocos eventos o intervalos de confianza amplios).
  2. Balance entre beneficios y riesgos.
    1. a. Ejercicio. Se ha observado un beneficio clínico con el tratamiento de ejercicio tanto acuático como no acuático con un mayor beneficio para el acuático con ausencia de efectos adversos.
    2. b. Dispositivo. La evidencia disponible hasta el momento proviene de un solo ensayo, con un tamaño de muestra pequeño y con pocas variables de resultado de interés. En estas condiciones la evidencia muestra un beneficio del uso de la almohada de Ozzlo sin efectos adversos identificables.
    3. c. Acupuntura. Se dispone de evidencia limitada de moderada calidad sobre la eficacia y la seguridad del tratamiento con acupuntura en el dolor lumbar en el embarazo que muestra beneficio.
    4. d. Fisioterapia. Se dispone de evidencia limitada de moderada calidad sobre la eficacia y la seguridad del tratamiento con fisioterapia en el dolor lumbar en el embarazo que muestra beneficio de esta terapéutica.
  3. Costes y uso de recursos. Se ha considerado un estudio de costes que evalúa una intervención con estrategias de auto ayuda en el manejo del dolor lumbar en el posparto (Bastiaenen, 2008). El estudio ha demostrado que esta estrategia es más barata que el estándar, sin embargo es de limitada aplicación para las intervenciones evaluadas en esta guía.
  4. No se identificaron estudios que analizaran los valores y preferencias de las mujeres en este sentido.

La dirección de la siguiente recomendación se basa en la identificación de diferencias significativas entre los grupos comparados en las diferentes intervenciones de interés y su fortaleza en la calidad de la evidencia y la magnitud de los estimadores del beneficio y daño. La calidad de la evidencia determinó la fuerza de la recomendación.

Recomendación

Débil
Se sugiere la realización de ejercicios acuáticos y otros programas de ejercicio individualizados, así como los masajes terapéuticos para aliviar la lumbalgia durante el embarazo.

5.5. Manejo de la gestación en presentación podálica a partir de la semana 35

Pregunta a responder

  • ¿Qué intervenciones han mostrado un beneficio para intento de versión externa a cefálica exitosa?
  • ¿Cuáles son las condiciones idóneas para la realización de una versión externa?
  • ¿Cuál es el momento idóneo para la realización de un intento de versión externa a cefálica?

Intervenciones para revertir una presentación en podálica a cefálica

Intervenciones para facilitar la versión cefálica externa

Fármacos tocolíticos

Se han identificado dos RS (Cluver, 2012; Wilcox, 2010) que evalúan los fármacos tocolíticos para facilitar la versión cefálica externa (VCE) en la presentación podálica. Se ha seleccionado la RS Cochrane (Cluver, 2012) por ser la más actualizada.

La RS de Cluver (2012) incluyó 13 ensayos (1.548 mujeres) que compararon diferentes tocolíticos: betaestimulantes (ritodrina vía parenteral, salbutamol vía oral o parenteral, terbutalina vía parenteral), bloqueadores de los canales de calcio (nifedipino vía oral) o donadores de óxido nítrico (nitroglicerina vía parenteral o sublingual) con el placebo.

Se observó un aumento estadísticamente significativo en la presentación cefálica en el parto y en el nacimiento con el uso de tocolíticos (estimulantes beta, bloqueadores de canales de calcio, y donantes de óxido nítrico) en comparación a placebo (8 estudios; 993 mujeres; RR 1,38; IC 95 % 1,03 a 1,85) (Cluver, 2012).

Calidad moderada

 

 

Se observó una reducción significativa de la tasa de cesáreas con el uso de tocolíticos en comparación a placebo (8 estudios; 1.177 mujeres; RR 0,82; IC 95 % 0,71 a 0,94) (Cluver, 2012).

Calidad moderada

 

 

No hubo diferencias significativas en relación a la presentación de bradicardia fetal entre el grupo tratado con tocolíticos frente al grupo placebo (3 estudios; 467 mujeres; RR 0,95; IC 95 % 0,48 a 1,89) (Cluver, 2012).

Calidad moderada

 

 

Estimulación acústica fetal

Se ha identificado una RS Cochrane (Cluver, 2012) que evalúa la estimulación vibroacústica para facilitar la VCE en la presentación podálica.

La RS incluyó un solo ensayo (26 mujeres) que comparó la estimulación vibroacústica (en la línea media de la columna vertebral del feto) con el placebo.

Se observó una reducción significativa del riesgo de fracaso de la VCE en el grupo con estimulación vibroacústica en comparación al grupo placebo (1 estudio; 23 mujeres; RR 0,09; IC 95 % 0,01 a 0,60) (Cluver 2012).

Calidad baja

 

 

Analgesia regional

Se han identificado dos RS (Cluver, 2012; Lavoide, 2010) que evalúan analgesia regional para facilitar la VCE en la presentación podálica. Se ha seleccionado la RS Cochrane (Cluver, 2012) por ser la más actualizada.

La RS de Cluver (2012) incluyó seis ensayos (554 mujeres) que compararon la analgesia regional (espinal o epidural) con el placebo. Todos los estudios excepto uno aplicaron fármacos tocolíticos en los dos grupos.

No se observaron diferencias estadísticamente significativas en ninguno de los desenlaces de interés:

    • Riesgo de presentación cefálica en el parto y en el nacimiento (3 estudios; 279 mujeres; RR 1,63; IC 95 % 0,75 a 3,53) (Cluver, 2012).
Calidad baja

  

    • Tasa de cesárea (3 estudios; 279 mujeres; RR 0,74; IC 95 % 0,40 a 1,37) (Cluver, 2012).
Calidad baja

  

    • Riesgo de bradicardia fetal (2 estudios; 210 mujeres; RR 1,48; IC 95 % 0,62 a 3,57) (Cluver, 2012).
Calidad moderada

 

 

Amnioinfusión transabdominal

Se ha identificado una RS Cochrane (Cluver, 2012) que evalúa la amnioinfusión transabdominal para facilitar la VCE en la presentación podálica.

La RS de Cluver (2012) no identificó ningún ECA que evaluase la amnioinfusión transabdominal para facilitar la VCE.

Opiáceos sistémicos

Se ha identificado una RS Cochrane (Cluver, 2012) que evalúa los opiáceos sistémicos para facilitar la VCE en la presentación podálica.

La RS no identificó ningún ECA que evaluase los opiáceos sistémicos en comparación a placebo para facilitar la VCE, aunque identificó un ensayo (95 mujeres) que comparó los opiáceos sistémicos frente a la analgesia regional.

No se observaron diferencias estadísticamente significativas en ninguno de los desenlaces de interés:

    • Cesárea (1 estudio; 95 mujeres; RR 1,18; IC 95 % 0,90 a 1,54) (Cluver, 2012).
Calidad baja

 

 

    • Presentación de bradicardia fetal (1 estudio; 94 mujeres; RR 0,71; IC 95 % 0,24 a 2,09) (Cluver, 2012).
Calidad baja

 

 

Intervenciones alternativas a la versión cefálica externa

Manejo postural

Se ha identificado una RS Cochrane (Hofmeyr, 2000, actualizada en 2011) que evalúa efectos del manejo postural en la presentación podálica.

La RS de Hofmeyr (2000) incluyó seis ensayos (417 mujeres) que evaluaban la posición en «versión india», la posición de rodillas contra el tórax o la posición en decúbito dorsal y elevando la pelvis. La edad gestacional en el momento de la inclusión fue diferente entre los estudios.

No se observaron diferencias en el riesgo de nacimientos en presentación podálica en el grupo con manejo postural en comparación al grupo sin tratamiento (6 ensayos; 417 mujeres; RR 0,98; IC 95 % 0,84 a 1,15) (Hofmeyr, 2000).

Calidad baja

 

 

No se observaron diferencias en la tasa de cesáreas en el grupo con manejo postural en comparación al grupo sin tratamiento (5 ensayos; 317 mujeres; RR 1,10; IC 95 % 0,89 a 1,37) (Hofmeyr, 2000).

Calidad baja

 

 

No se observaron diferencias en el riesgo de una puntuación baja en el test de Apgar (menor a siete) al primer minuto en el grupo con manejo postural en comparación al grupo sin tratamiento (3 ensayos, 237 mujeres; RR 0,88; IC 95 % 0,50 a 1,55) (Hofmeyr, 2000).

Calidad baja

 

 

Moxibustión

Se ha identificado tres RS (Coyle, 2012; Li, 2009; van den Berg, 2008) que evalúan la eficacia y seguridad de la moxibustión en el cambio de la presentación de un feto en presentación podálica. Se ha seleccionado la RS Cochrane (Coyle, 2012) por ser la más actualizada.

La RS de Coyle (2012) identificó ocho ensayos (1.346 mujeres) que compararon la moxibustión (solo moxibustión o en combinación con técnicas posturales o con acupuntura) frente a un grupo control (no tratamiento, técnicas posturales o acupuntura). La moxibustión se aplicó en el punto de acupuntura BL67; durante 20 minutos (en la mayoría de ensayos); una o dos veces al día o dos veces a la semana; durante un período de 4 días a 2 semanas (Coyle, 2012).

No se observaron diferencias en el riesgo de presentación no cefálica en el nacimiento en el grupo con moxibustión en comparación al grupo de no tratamiento (3 ensayos; 594 mujeres; RR 0,90; IC 95 % 0,67 a 1,19) (Coyle, 2012).

Calidad baja

 

 

No se observaron diferencias en el riesgo de necesitar VCE (presentación podálica al final del ensayo) en el grupo con moxibustión en comparación al grupo de no tratamiento (2 ensayos; 472 mujeres; RR 0,67; IC 95 % 0,34 a 1,32) (Coyle, 2012).

Calidad baja

 

 

No se observaron diferencias en la tasa de cesáreas en el grupo con moxibustión en comparación al grupo de no tratamiento (2 ensayos; 472 mujeres; RR 1,05; IC 95 % 0,87 a 1,26) (Coyle, 2012).

Calidad moderada

 

 

Las mujeres en el grupo de moxibustión informaron de eventos adversos relacionados con el tratamiento, incluyendo olor desagradable, náuseas y dolor abdominal de las contracciones (1 ensayo; 122 mujeres; RR 48,33; IC 95 % 3,01 a 774,86) (Coyle, 2012).

Calidad baja

 

 

Condiciones idóneas para la versión externa

Factores clínicos

Se ha identificado una RS (Kok, 2008) que identifica factores clínicos que pueden predecir el éxito de un intento de versión cefálica externa (VCE). La RS de Kok (2008) incluyó 53 estudios (36 estudios de cohortes, siete estudios casos control y 10 ensayos clínicos aleatorizados) y un total de 10.149 mujeres. En la mayoría de los estudios incluidos (n=33; 81%) se administró tocolíticos previamente a la VCE.

Se identificaron los siguientes predictores clínicos asociados al éxito de la VCE:

  1. • Multiparidad (15 estudios; OR 2,5; IC 95 % 2,3 a 2,8).
  2. • Sin encaje de la presentación podálica (7 estudios; OR 9,4; IC 95 % 6,3 a 14).
  3. • Útero relajado (tres estudios; OR 18; IC 95 % 12 a 29).
  4. • Cabeza fetal palpable (dos estudios; OR 6,3; IC 95 % 4,3 a 9,2).
  5. • Peso de la madre menor de 65 kg (siete estudios; OR 1,8; IC 95 % 1,2 a 2,6).

La edad gestacional (10 estudios; OR 4,2; IC 95 % 0,20 a 88) y la altura uterina no mostraron un efecto significativo sobre la VCE.

Factores ecográficos

Se ha identificado una RS (Kok, 2009) que identifica factores ecográficos que pueden predecir el éxito de un intento de VCE. La RS de Kok (2009) incluyó 37 estudios (31 estudios de cohortes, tres estudios casos control y tres ensayos clínicos aleatorizados) y un total de 7.709 mujeres. En la mayoría de los estudios incluidos (n=27; 73%) se administró tocolíticos previamente a la VCE.

Se identificaron los siguientes predictores ecográficos asociados al éxito de la VCE:

  1. • Localización posterior de la placenta (27 estudios; OR 1,9; IC 95 % 1,5 a 2,4).
  2. • Posición de nalgas completa, definida como las nalgas hacia abajo, con las piernas dobladas por las rodillas y los pies cerca de las nalgas (20 estudios; OR 2,3; IC 95 % 1,9 a 2,8).
  3. • Índice de líquido amniótico >10 (13 estudios; OR 1,8; IC 95 % 1,5 a 2,1).

La estimación del peso fetal y la posición de la columna vertebral del feto (anterior, lateral o posterior) no mostraron un efecto significativo sobre la VCE.

Momento idóneo para la versión externaVersión cefálica externa a término

Se ha identificado una RS Cochrane [Hofmeyr 1996, actualizada en 2011] que evalúa los efectos de la versión cefálica externa (VCE) a término sobre las medidas de resultado del embarazo.

La RS de Hofmeyr 1996 incluyó siete ECA (1245 mujeres) que compararon VCE a término (con o sin tocólisis) en comparación con no realizar intento de VCE alguno en las mujeres con fetos en presentación podálica.

Se observó una reducción estadísticamente significativa y clínicamente relevante de los nacimientos en presentación podálica cuando se intentó la versión cefálica externa a término (siete ECA; 1.245 mujeres; RR 0,46; IC 95 % 0,31 a 0,66) (Hofmeyr, 1996).

Calidad baja

 

 

Se observó una reducción estadísticamente significativa de los índices de cesárea cuando se intentó la versión cefálica externa a término (siete ECA; 1.245 mujeres; RR 0,63; IC 95 % 0,44 a 0,90) (Hofmeyr, 1996).

Calidad baja

 

 

No se registraron diferencias significativas en la incidencia de muerte perinatal (seis ECA; 1.053 mujeres; RR 0,34; IC 95 % 0,05 a 2,12) (Hofmeyr, 1996)

Calidad baja

 

 

Versión cefálica externa antes del término

Se ha identificado una RS Cochrane (Hutton, 2006) que evalúa la efectividad de la conducta de comenzar la VCE antes del término (antes de las 37 semanas de gestación) para la presentación podálica.

La RS de Hutton (2006) incluyó tres ensayos (514 mujeres) que comparaban diferentes intervenciones:

  1. • VCE realizada y completada antes del término (desde las 32 semanas de gestación) frente a no realizar VCE.
  2. • VCE comenzada antes del término (33 semanas) y hasta las 40 semanas de gestación y que podía repetirse hasta el parto frente a no realizar VCE.
  3. • VCE comenzada antes del término (34 a 36 semanas de gestación) frente a VCE comenzada después del término (37 a 38 semanas de gestación).

  
VCE antes del término frente a no realizar VCE

No se observaron diferencias en la tasa de presentación no cefálica al nacer entre el grupo con VCE antes del término en comparación al grupo al que no se le realizó VCE (un ECA; 102 mujeres; RR 1,04; IC 95 % 0,64 a 1,69) (Hutton, 2006).

Calidad baja

 

 

Tampoco se observaron diferencias en la tasa de cesáreas entre los dos grupos (un ECA; 102 mujeres; RR 1,82; IC 95 % 0,57 a 5,84), ni en la tasa de nacimiento de mortinatos o de mortalidad neonatal menor a 7 días (un ECA; 102 mujeres; RR 1,04; IC 95 % 0,64 a 1,69) (Hutton, 2006).

VCE comenzada antes del término frente a no realizar VCE

Calidad baja

 

 

El grupo de VCE presentó una tasa significativamente menor de presentación no cefálica al nacer (44%) en comparación con el grupo sin VCE (74%) (un estudio; 179 mujeres; RR 0,59; IC 95 % 0,45 a 0,77) (Hutton, 2006).

Calidad baja

 

 

No se observaron diferencias en la tasa de cesáreas (un estudio; 179 mujeres; RR 0,62; IC 95 % 0,27 a 1,43) (Hutton, 2006).

Calidad baja

 

 

Tampoco se observaron diferencias en la tasa de nacimiento de mortinatos o de mortalidad neonatal menor a 7 días entre los dos grupos (un estudio; 179 mujeres; RR 0,34; IC 95 % 0,01 a 8,16) (Hutton, 2006).

VCE comenzada antes del término frente a VCE comenzada después del término

Calidad baja

 

 

No se observaron diferencias en la tasa de presentación no cefálica al nacer entre el grupo con VCE comenzada antes del término en comparación al grupo con VCE comenzada después del término (un estudio; 233 mujeres; RR 0,86; IC 95 % 0,70 a 1,05) (Hutton, 2006).

Calidad baja

 

 

Tampoco se observaron diferencias en la tasa de cesáreas entre los dos grupos (un estudio; 233 mujeres; RR 0,90; IC 95 % 0,76 a 1,08), ni en la tasa de nacimiento de mortinatos o de mortalidad neonatal menor a 7 días (un estudio; 233 mujeres; RR 0,33; IC 95 % 0,01 a 8,10) (Hutton, 2006).

Calidad baja

 

 

Resumen de la evidencia

Intervenciones para revertir una presentación podálica a cefálica
Calidad
moderada
La administración de fármacos tocolíticos antes de la VCE aumenta la incidencia de recién nacidos/as con presentación cefálica y disminuye la tasa de cesáreas sin presentar más bradicardia fetal en comparación a placebo (Cluver, 2012).
Calidad
baja
La estimulación acústica fetal para la VCE disminuye el riesgo de fracaso de la VCE (Cluver, 2012).
Calidad
baja/moderada
La VCE bajo analgesia regional (espinal o epidural) no aumenta la presentación cefálica, ni disminuye la tasa de cesárea ni presenta más bradicardia fetal en comparación a placebo (Cluver, 2012).
No hay ensayos controlados aleatorizados para determinar la eficacia y seguridad de la amnioinfusión para mejorar el éxito de la VCE (Cluver, 2012).
Calidad
baja
La administración de opiáceos sistémicos para la VCE no disminuye el riesgo de cesárea ni presenta más bradicardia fetal en comparación a la analgesia regional (Cluver, 2012).
Calidad
baja
El manejo postural (como alternativa a la VCE) no disminuye el riesgo de presentación no cefálica en el nacimiento, de cesáreas o de una puntuación baja en el test de Apgar en comparación al no tratamiento (Hofmeyr, 2000).
Calidad
baja/moderada
La moxibustión (como alternativa a la VCE) no disminuye el riesgo de presentación no cefálica en el nacimiento, de necesitar VCE o de cesárea en comparación al no tratamiento. El tratamiento con moxibustión presentó diversos eventos adversos como olor desagradable, náuseas y dolor abdominal de las contracciones (Coyle, 2012).
Condiciones idóneas para la versión externa
Calidad
muy baja
Se han asociado los siguientes factores clínicos con el éxito de la versión cefálica externa: multiparidad, ausencia de encaje de presentación podálica, útero relajado, cabeza fetal palpable y peso de la madre menor de 65 kg (Kok, 2008).
Calidad
muy baja
Se han asociado los siguientes factores ecográficos con el éxito de la versión cefálica externa: localización posterior de la placenta, posición de nalgas completa e índice de líquido amniótico >10 (Kok, 2009).
Momento idóneo para la versión externa
Calidad
baja
La VCE a término se asocia a una reducción significativa de nacimientos en presentación podálica y de cesáreas. No se observa un efecto significativo sobre la mortalidad perinatal (Hofmeyr, 1996).
Calidad
baja
Aunque la VCE iniciada antes del término (33 semanas) comparada con no realizar VCE se ha asociado a una disminución significativa en la tasa de presentación no cefálica al nacer, no ha mostrado un beneficio en otros desenlaces y no hamostrado un beneficio frente a la VCE realizada a término (Hutton, 2006).

De la evidencia a la recomendación

En el caso de la recomendación sobre las intervenciones para revertir una presentación en podálica a cefálica, la fuerza y dirección de la recomendación fue establecida considerando los siguientes aspectos:

  1. Calidad de la evidencia. Se ha disminuido la calidad de la evidencia por limitaciones metodológicas de los estudios y heterogeneidad y/o imprecisión de sus resultados.
  2. Balance entre beneficios y riesgos. Los fármacos tocolíticos parecen eficaces para favorecer la VCE aunque hay datos limitados sobre su seguridad. Se dispone de evidencia limitada sobre la eficacia y seguridad de otras intervenciones para favorecer la VCE (estimulación acústica fetal, analgesia regional, amnioinfusión u opiáceos sistémicos).Se dispone de evidencia limitada del manejo postural o de la moxibustión como alternativas a la VCE.
  3. No se identificaron estudios que analizaran los costes y uso de recursos o los valores y preferencias de las gestantes en este sentido.

La dirección de la recomendación sobre los tocolíticos se estableció considerando que estos fármacos parecen eficaces para favorecer la VCE aunque hay datos limitados sobre su seguridad. La existencia de dudas sobre el balance entre los desenlaces deseables (presentación cefálica y disminución de cesáreas) y los no deseables (eventos adversos) de los fármacos tocolíticos para favorecer la VCE determinaron la fuerza la recomendación.

En el caso de la recomendación sobre el momento idóneo para realizar la VCE, la fuerza y dirección de las recomendaciones fue establecida considerando los siguientes aspectos:

  1. Calidad de la evidencia. Se ha disminuido la calidad de la evidencia por limitaciones en el diseño de los estudios y por heterogeneidad e imprecisión de los resultados.
  2. Balance entre beneficios y riesgos. La VCE a término disminuye el número de nacimientos en presentación podálica y de cesáreas, aunque no existe evidencia suficiente para evaluar cualquier riesgo de VCE a término. Se dispone de evidencia limitada para evaluar si la VCE antes del término tiene algún beneficio en comparación a la VCE a término.
  3. No se identificaron estudios que analizaran los costes y uso de recursos o los valores y preferencias de las gestantes en este sentido.

El grupo elaborador formuló una recomendación a favor de la VCE a término debido a que ha mostrado ser eficaz para disminuir el número de nacimientos en presentación podálica y de cesáreas. Por otra parte, se ha formulado una recomendación en contra de la VCE antes del término debido a que no ha mostrado mejores resultados al compararla con el procedimiento realizado a término, y los resultados frente a la no realización del procedimiento no son suficientemente consistentes. La recomendación tiene una fuerza débil en ambos casos por las limitaciones identificadas en la literatura científica y la ausencia de datos consistentes sobre las posibles complicaciones relacionadas con el procedimiento.

Recomendaciones

Débil
Se sugiere ofrecer la versión cefálica externa a aquellas gestantes con feto en presentación podálica en una gestación a término (37 semanas) y sin contraindicaciones para el procedimiento con el fin de reducir las presentaciones podálicas y las cesáreas por este tipo de presentación.
Débil
Se sugiere la administración de fármacos tocolíticos previa al intento de versión cefálica externa, en aquellas gestantes con un feto único en presentación podálica que hayan aceptado la realización de la versión cefálica externa.
Débil
Se sugiere no realizar un intento de versión cefálica externa antes del término (37 semanas) en aquellas gestantes con un feto en presentación podálica.
Se sugiere tener en cuenta las siguientes condiciones que han mostrado tener una relación con el éxito de la versión cefálica externa: multiparidad, ausencia de encaje de presentación podálica, útero relajado, cabeza fetal palpable, peso de la madre menor de 65 kg y con criterios ecográficos de localización posterior de la placenta, posición de nalgas completa e índice de líquido amniótico >10.

5.6. Preparación al nacimiento

Pregunta a responder

  • ¿Qué eficacia ha demostrado la realización de programas de educación para la preparación al nacimiento?

Eficacia de los programas de preparación al nacimiento Se identificó una RS Cochrane que evaluó el impacto de la participación en un programa de educación perinatal en la adquisición de conocimientos, el nivel de ansiedad y sensación de control ante el parto, el dolor durante el parto, la lactancia materna, la capacidad de atención al recién nacido, y otros factores psicosociales (Gagnon, 2007).

La RS incluyó 9 ECA (hasta un total de 2.284 mujeres) en los que se evaluaron diferentes programas de educación perinatal (individual o grupal) durante el embarazo que incluyera información sobre el embarazo, el parto y la paternidad, excluyendo estudios dirigidos a promover aspectos concretos (lactancia, mejora del estado de ánimo, tabaquismo). Los programas evaluados en los 9 ECA incluidos en la RS fueron muy diferentes entre sí, su calidad fue limitada, incluyeron muestras pequeñas (entre 10 y 318 participantes) y la medida de los desenlaces de interés también fue muy heterogénea, dificultando la posibilidad de extraer conclusiones firmes sobre la eficacia de estos programas.

Esta RS no encontró resultados consistentes, debido a las limitaciones comentadas (Gagnon, 2007). Tres de los ECA incluidos mostraron que la participación en un programa de educación perinatal para la preparación al nacimiento mejoró el conocimiento adquirido. Un ECA mostró una mejora de conocimientos de 1,62 puntos sobre una escala de 20 puntos (n=48; DM 1,62; IC 95 % 0,45 a 2,75) (Corwin, 1999), mientras que otro mostró que los participantes en el programa tenían el doble de posibilidades que los controles en adquirir conocimientos (n=223; RR 2,22; IC 95 % 1,27 a 3,90) (Klerman, 2001).

En este mismo estudio, la participación en un programa de educación perinatal para la preparación al nacimiento mejoró la percepción de poder dominar los conocimientos adquiridos y el cambio en el comportamiento (n=223; RR 1,40; IC 95 % 1,05 a 2,09) (Klerman, 2001).

Otro estudio mostró que el trabajo de parto era más breve en las mujeres que habían participado en un programa (n=200; DM -1,10 h; IC 95 % -1,64 a -0,56) (Mehdizadeh, 2005).

Estos resultados variables hicieron concluir a los autores de la RS que el beneficio de los programas de educación perinatal para la preparación al nacimiento son todavía desconocidos, por lo que es necesaria más investigación que permita conocer la eficacia de estos programas, teniendo en cuenta los recursos que se asignan a este tipo de cuidado prenatal, a pesar de la popularidad y aceptación con la que cuentan estos programas.

Calidad baja

 

 

Por otro lado, otra revisión de la literatura destaca que la educación perinatal para la preparación al nacimiento sigue siendo un componente esencial de la atención sanitaria durante el período prenatal, aunque deben promover la implementación de prácticas basadas en la evidencia. Facilitando la participación informada de las gestantes y sus parejas en su propio embarazo, parto y puerperio, se espera conseguir una mayor satisfacción y mejores resultados (Bailey, 2008).

En esta revisión se describen tanto los aspectos esenciales que deberían tratarse en un programa de educación perinatal para la preparación al nacimiento, como las diferentes modalidades de programa que han aparecido (aunque centradas en un contexto norteamericano).

Opinión de expertos

 

 

Contenidos esenciales de la educación perinatal para la preparación al nacimiento (adaptado de Bailey, 2008).

Aspecto
Descripción e información
Trabajo de parto y parto normales Anatomía y fisiología del embarazo y parto, fases del parto y experiencias comunes.
Manejo del dolor: métodos médicos y no médicos Uso de técnicas de relajación y respiración, hidroterapia, apoyo continuo durante el parto, analgesia y anestesia local.
Posibles intervenciones médicas durante el trabajo de parto y el parto Fluidos intravenosos, monitorización fetal, técnicas de inducción, episotomía, parto vaginal asistido, cesárea.
Sala de parto o lugar en el que se va a realizar el parto Visita a la sala de parto, aspectos a tener en cuenta durante la estancia en la sala de parto, descripción de la estancia en la sala de partos y profesionales sanitarios implicados.
Trabajo de parto y parto Signos del trabajo de parto.
Signos de alerta Síntomas de parto pre-término, ruptura prematura de membranas, estrés fetal, sangrado o hemorragia.
Lactancia Beneficios, posturas, control de la correcta instauración de la lactancia, signos de saciación, apoyo y complementos a la lactancia.
Cuidados del/la recién nacido/a Alimentación básica, baño, higiene, descanso y sueño, signos de alerta.
Cuidados durante el puerperio Tiempo de recuperación, higiene perineal, signos y síntomas de depresión posparto.

Programas de educación perinatal más habituales para la preparación al nacimiento (adaptado de Bailey 2008).

Nombre y descripción
Modalidad
Lamaze (1960)
Preparación de las parejas para un parto no medicado, con el objetivo de promover y apoyar el nacimiento normal a través de la educación perinatal.
9 clases grupales (seis de 2 h, dos de 3 h, una de 7 h)
1 clase individual de 3 h
Método Bradley (1965)
Concibe el nacimiento como un proceso natural y promueve evitar la analgesia para el dolor y el intervencionismo médico durante el parto normal y el posparto.
12 clases semanales que se inician en el
quinto mes de gestación
Método Mongan (HypnoBirthing, 1989)
Promueve una educación para el parto natural relajada, reforzada por técnicas de la hipnosis. El método defiende que en ausencia de miedo y la tensión, el dolor intenso no tiene por qué ser importante durante el trabajo de parto.
5 clases de 2,5 h
Birthing From Whitin (1998)
Se insiste en cultivar una actitud de atención plena, en la que se toma consciencia del parto, haciendo lo mejor en cada momento.
12 h de clases
(seis clases de 2 h y cuatro clases de 3 h,
o en un fin de semana intensivo)
Birth Works (1994)
Promueve una filosofía que desarrolla la autoconfianza de la mujer, la confianza y fe en la capacidad innata de dar a luz.
10 clases de 2 h
Calm Birth (2005)
Basado en la meditación y la medicina mente-cuerpo.
Compra de CD

En nuestro entorno se disponen de algunos programas para la preparación al nacimiento. En el caso de Cataluña, por ejemplo, el programa va dirigido a favorecer de manera integral el desarrollo de tres dimensiones fundamentales en las madres y sus parejas (Direcció General de Salut Pública, 2009 ): i) las actitudes y emociones relacionadas con cada fase del proceso de nacimiento; ii) los aspectos comportamentales que permiten afrontar de manera competente el proceso del embarazo, parto y posparto; iii) el conocimiento del proceso del nacimiento y las implicaciones en sus diferentes etapas. Con esta propuesta se prentende dar la oportunidad a los participantes en el programa de compartir vivencias, aclarar dudas, sentirse parte de un colectivo que comparte intereses y expectativas similares, contrastando las propias vivencias con las de otros, conseguir una visión más amplia y sensibilizada, o reflexionar sobre las propias reacciones ante situaciones nuevas.

El programa consta de ocho sesiones en las que se abordan los siguientes temas:

  1. • Introducción.
  2. • La gestación y los cambios que comporta.
  3. • Embarazo y bienestar.
  4. • El proceso del parto.
  5. • Situaciones que definen el desarrollo del parto.
  6. • Puerperio.
  7. • Lactancia materna.
  8. • Atención al recién nacido.

 
Cada sesión consta de unos objetivos, la realización de actividades y estrategias relacionadas con el tema de la sesión y se ofrecen materiales y recursos didácticos y audiovisuales. En cada sesión también se trabaja en el fomento de la conciencia corporal y el entrenamiento psicofísico, con ejercicios de pujos, masajes, respiración y relajación.

Otras guías
de práctica
clínica

 

 

Resumen de la evidencia

Calidad
baja
La literatura disponible no permite extraer conclusiones firmes sobre la eficacia de los programas de educación prenatal para la preparación al nacimiento (Gagnon, 2007). Varios estudios con muestras pequeñas han evaluado diferentes modalidades de programas qua han sugerido que su participación contribuye a mejorar el conocimiento y a mejorar la autopercepción respecto a la capacidad de aplicar los conocimientos adquiridos (Corwin, 1999; Klerman, 2001), y puede contribuir a una menor duración del trabajo de parto (Mehdizadeh, 2005).

De la evidencia a la recomendación

La fuerza y dirección de las recomendaciones fue establecida considerando los siguientes aspectos:

  1. Calidad de la evidencia. Los programas evaluados en los 9 ECA incluidos en la RS fueron muy diferentes entre sí, su calidad fue limitada, incluyeron muestras pequeñas (entre 10 y 318 participantes) y la medida de los desenlaces de interés también fue muy heterogénea. Los resultados provienen de estudios muy pequeños, con limitaciones en la descripción de los valores basales y la magnitud del cambio, que en ocasiones es poco relevante.
  2. Balance entre beneficios y riesgos. En los estudios evaluados en la RS Cochrane de Gagnon (2007) no se evaluaron los posibles daños derivados de la participación en un programa de educación perinatal, pero es poco probable que la participación en una actividad de este estilo pueda repercutir en un efecto indeseado.
  3. No se identificaron estudios que analizaran los costes y uso de recursos de las gestantes en este sentido.
  4. Valores y preferencias de las pacientes. Una RS de 13 estudios cualitativos describió los aspectos de los programas de educación perinatal que eran de más ayuda para las participantes y los que podían ofrecer un mejor aprendizaje sobre el parto y el puerperio. En conjunto, los resultados de los estudios considerados mostraron la preferencia de las mujeres por grupos pequeños en los que se promoviera un ambiente de aprendizaje, en los que intercambiar impresiones entre los participantes y con el educador, y en el que poder discutir sobre información adaptada a las circunstancias individuales.

La dirección y fuerza de la siguiente recomendación fue establecida considerando que la literatura disponible ha mostrado resultados muy limitados derivados de la evaluación de varios programas de educación perinatal, aunque algunos estudios han mostrado resultados positivos para promover el conocimiento y las habilidades de las y los participantes. Por otro lado, no se espera que la participación en estos programas comporte ningún tipo de perjuicio para los participantes, y la literatura sobre las preferencias de las usuarias y sus parejas de estos programas ha destacado la percepción positiva de estos programas, como un espacio de aprendizaje en el que adquirir las habilidades e información necesarias para adaptarse a las nuevas circunstancias.

Recomendación

Se sugiere ofrecer a todas las gestantes y sus parejas, la oportunidad de participar en un programa de preparación al nacimiento con el fin de adquirir conocimientos y habilidades relacionadas con el embarazo, el parto, los cuidados del puerperio, del/la recién nacido/a y con la lactancia.

5.7. Manejo de la gestación a partir de la semana 41

Pregunta a responder

  • ¿Cuál es el manejo obstétrico más adecuado de la gestación a partir de la semana 41?

Eficacia de las intervenciones para el manejo de la gestación entre las semanas 41 y 42 Se han identificado cuatro RS (Gülmezoglu, 2006; Caughey, 2009; Wennerholm, 2009; Hussain, 2011) que evalúan la inducción del trabajo de parto frente a una conducta expectante según las semanas de gestación.

La RS Cochrane (Gülmezoglu, 2006) y la RS de Caughey (2009) incluyeron mujeres desde las 37 y 38 hasta las 42 semanas de gestación. En cambio, las RS de Wennerholm (2009) y Hussain (2011) incluyeron mujeres con una gestación de 41 o más semanas.

Se han seleccionado las RS de Wennerholm (2009) y Gülmezoglu (2012) por ser las RS con una fecha de búsqueda más actualizada, y que incluyen una población de estudio (41 o más semanas de gestación) y resultados de los desenlaces (en relación a la madre y al recién nacido) más adecuados para la pregunta clínica formulada.

Se han seleccionado las RS de Wennerholm (2009) y Gülmezoglu (2012) por ser las RS con una fecha de búsqueda más actualizada, y que incluyen una población de estudio (41 o más semanas de gestación) y resultados de los desenlaces (en relación a la madre y al recién nacido) más adecuados para la pregunta clínica formulada.

La RS de Wennerholm (2009) incluyó 13 ECA que comparaban la inducción electiva del trabajo de parto a las 41 o más semanas de gestación frente a una conducta expectante en 6.617 mujeres. Nueve ensayos incluyeron mujeres con 41+0 semanas de gestación y cuatro ensayos incluyeron a mujeres con 42+0 semanas de gestación. La RS Cochrane de Gülmezoglu (2012) incluyó 14 ECA con la misma comparación que la comentada anteriormente, con 4 ECA que incluían mujeres en las 41 semanas de gestación y 11 ECA con mujeres con más de 41 semanas de gestación.

Aunque la RS de Wennerholm (2009) no muestra diferencias significativas en la mortalidad perinatal entre el grupo con inducción electiva frente al grupo con conducta expectante (11 ECA; 1/3.119 casos en inducción electiva frente a 8/3.097 casos en conducta expectante; RR 0,33; IC 95 % 0,10 a 1,09), la actualización de la RS Cochrane mostró una reducción estadísticamente significativa de la mortalidad perinatal favorable a la inducción electiva del parto a patir de las 41 semanas de gestación (14 ECA; 1/3.315 casos en inducción electiva frente a 11/3.282 casos en conducta expectante; RR 0,31; IC 95 % 0,11 a 0,88) (Gülmezoglu, 2012). Este resultado se traduciría en que comparado con una conducta expextante, se evitaría una muerte perinatal con una inducción electiva del parto a partir de la semana 41 cada 410 embarazos (IC 95 % 322 a 1,492). La RS de Hussain (2011) mostró estos mismos resultados.

Ambas RS excluyeron ensayos clínicos o casos de muertes perinatal (una en el grupo con inducción electiva y dos en el grupo con conducta expectante en la revisión de Wennerholm, 2009) en que el niño tenía una malformación congénita grave.

Calidad baja

 

 

La inducción electiva del trabajo del parto se asoció significativamente a un riesgo menor de recién nacidos con síndrome de aspiración de meconio en comparación con una conducta expectante (7 ECA; 14/1.114 casos en inducción electiva frente a 33/1.107 casos en conducta expectante; RR 0,43; IC 95 % 0,23 a 0,79) (Wennerholm, 2009).

Calidad baja

 

 

La inducción electiva del trabajo del parto se asoció significativamente a un riesgo menor de cesárea en comparación con una conducta expectante (13 ECA; 658/3.318 casos en inducción electiva frente a 750/3.299 casos en conducta expectante; RR 0,87; IC 95 % 0,80 a 0,96) (Wennerholm, 2009). La RS Cochrane mostró unos resultados similares (12 ECA; 591/3.004 casos en inducción electiva frente a 649/2.990 casos en conducta expectante; RR 0,91; IC 95 % 0,82 a 1,00) (Gülmezoglu, 2012).

Calidad moderada

 

 

La RS Cochrane (Gülmezoglu, 2012) mostró una reducción significativa del riesgo de macrosomia asociada a la inducción electiva del parto cuando la gestación supera las 41 semanas frente a la conducta expectante (5 ECA, 250/2.309 eventos en el grupo de inducción frente a 341/2.608 eventos en el grupo de conducta expectante; RR 0,85; IC 95 % 0,73 a 0,99).

Calidad moderada

 

 

La RS de Wennerholm (2009) describió narrativamente algunos desenlaces relacionados con las complicaciones maternas. La RS no encontró diferencias significativas entre la inducción electiva del parto y la conducta expectante en la tasa de complicaciones maternas como la hemorragia posparto, el trauma perineal o endiometritis.

Calidad moderada

 

 

Resumen de la evidencia

Calidad
baja
La inducción electiva del trabajo de parto a las 41 o más semanas de gestación disminuye el riesgo de mortalidad perinatal en comparación a una conducta expectante (Hussain, 2011; Gülmezoglu 2012).
Calidad
baja
La inducción electiva del trabajo de parto a las 41 o más semanas de gestación disminuye el riesgo de síndrome de aspiración de meconio en comparación a una conducta expectante (Wennerholm, 2009).
Calidad
moderada
La inducción electiva del trabajo de parto a las 41 o más semanas de gestación disminuye el riesgo de macrosomia en comparación a una conducta expectante (Hussain, 2011; Gülmezoglu, 2012).
Calidad
moderada
La inducción electiva del trabajo de parto a las 41 o más semanas de gestación disminuye el riesgo de cesárea en comparación a una conducta expectante (Wennerholm, 2009; Gülmezoglu, 2012).

De la evidencia a la recomendación

La fuerza y dirección de la recomendación fue establecida considerando los siguientes aspectos:

  1. Calidad de la evidencia. Se ha disminuido la calidad de la evidencia por el riesgo de sesgo de los estudios y por la imprecisión de sus resultados (muy pocos eventos).
  2. Balance entre beneficios y riesgos. La inducción electiva del trabajo de parto a las 41 o más semanas de gestación disminuye el riesgo de mortalidad perinatal, además del de síndrome de aspiración de meconio, sin aumentar el riesgo de cesárea. Aunque, el síndrome de aspiración de meconio es un indicador que aporta poca información sobre el sufrimiento fetal (Wennerholm, 2009; Hussain, 2011; Gülmezoglu, 2012).
  3. No se identificaron estudios que analizaran los costes y uso de recursos de las gestantes en este sentido.
  4. Valores y preferencias de las gestantes. Un estudio incluido en la RS de Wennerholm (2009) evaluó la satisfacción materna según la intervención (Heimstad, 2007). Las mujeres con 41 o más semanas de gestación prefirieron la inducción del parto frente a la monitorización prenatal (74 % frente al 38 % de las mujeres, respectivamente, dijeron que preferirían el mismo tratamiento en un embarazo posterior).

La dirección y fuerza de la siguiente recomendación fue establecida en base a que los estudios sobre esta pregunta son consistentes en sus resultados y la intervención de estudio (inducción electiva) no parece presentar riesgos adicionales frente a la intervención de comparación (conducta expectante). Por otra parte, no se ha observado una alternativa para el manejo del embarazo a partir de las 41 o más semanas de gestación claramente superior a otra. Además, diferentes RS sobre la intervención presentan resultados discordantes en relación a los desenlaces críticos (Gülmezoglu, 2012; Caughey, 2009; Wennerholm, 2009; Hussain, 2011). Ante este escenario, sería relevante considerar los valores y preferencias de las gestantes y el coste-efectividad de las intervenciones como factores determinante de la fuerza de la recomendación.

Recomendación

Se sugiere ofrecer a las mujeres embarazadas la posibilidad de inducir el parto en el momento que se considere más adecuado a partir de la semana 41 y antes de alcanzar la semana 42 de gestación, después de informar sobre los beneficios y riesgos de la inducción.