En
17. Seguimiento de la ITU en población pediátrica

17.1. Urocultivo y/o análisis sistemáticos de orina

Preguntas a responder:

  • ¿Se deben realizar urocultivos y/o análisis sistemáticos de orina durante el tratamiento antibiótico de la ITU o tras él, en pacientes ya asintomáticos?
  • En población pediátrica asintomática con anomalías estructurales y/o funcionales, ¿debemos aconsejar la realización de urocultivos y/o analítica de orina sistemáticos?

Los análisis de orina rutinarios tras el tratamiento antibiótico, o de forma periódica durante el seguimiento, han sido ampliamente recomendados como parte de la supervisión de niños sanos asintomáticos con antecedentes de infección del tracto urinario (ITU), estuvieran o no en tratamiento profiláctico324. El motivo de esta intervención no sería otro que el de detectar la presencia de bacterias en la orina y valorar su erradicación. Teniendo en cuenta estas consideraciones, hay que preguntarse si la detección y tratamiento de la bacteriuria asintomática (BA) pueden ser efectivos para proteger del daño renal o de nuevas ITU a pacientes asintomáticos, estén o no en tratamiento profiláctico.

Por otro lado, numerosos autores recomiendan la realización de un nuevo urocultivo cuando la respuesta clínica no es favorable, es decir, ante la persistencia de fiebre durante más de 48 horas tras el comienzo del tratamiento antibiótico, con el fin de detectar posibles complicaciones y/o resistencias bacterianas73.

Como se ha visto anteriromente (capítulo 14.1), la GPC del NICE aporta evidencia sobre la ineficacia de la profilaxis antibiótica en población pediátrica con BA para la prevención de ITU recurrente o en la progresión o incidencia de nuevo daño renal. La GPC del NICE realiza un metaanálisis por subgrupos a partir de 4 estudios que incluyen niñas en edad escolar con BA detectada mediante cribado, con o sin RVU. Sobre un total de 321 niñas con BA, el metaanálisis muestra que la profilaxis antibiótica no reduce la recurrencia de ITU sintomática (RR 1,27; IC95% 0,58 a 2,80). De forma similar, y sobre un total de 391 niñas, la profilaxis antibiótica no reduce la incidencia de nuevo daño renal o progresión de daño renal (RR 1,04; IC95% 0,38 a 2,89); finalmente, sobre un total de 529 niñas, el metaanálisis solo encuentra reducción significativa en los niveles de bacteriuria al final del tratamiento profiláctico (RR 0,27; IC95% 0,20 a 0,37)11.

RS de ECA
1+

Adicionalmente a los estudios recogidos en la GPC del NICE11, la GPC sobre Manejo del paciente con RVU30 incluye otros 3 estudios, que resumimos a continuación:

El primero de ellos, un estudio retrospectivo, evalúa el curso clínico de 26 niñas asintomáticas (edad media 8,9 años; rango de 3,3 a 14,8 años) con daño renal establecido y con BA, de las cuales 16 (61%) presentaban RVU. El periodo de seguimiento abarca hasta los 16 años de edad. Ninguna de las niñas había recibido tratamiento antibiótico de inicio para la BA. El 54% de la muestra (14) no recibió tratamiento antibiótico alguno, de ellas el 64% (9) continuaron con bacteriuria sin desarrollar síntomas de PNA o cistitis durante una mediana de tiempo de 3,1 años (rango de 1,2 a 8,6 años); el 36% restante (5) presentaron resolución espontánea de la BA.

El 46% de la muestra (12) recibió tratamiento antibiótico por diferentes motivos y en 3 casos desarrollaron PNA, frente a ningún caso en las niñas que no recibieron tratamiento antibiótico, lo que supone un incremento absoluto de riesgo de PNA de 25% (IC95% 0,5 a 49,5). En 20 casos con estudio renal mediante urografía no encontraron ninguna anomalía.

Los autores del estudio concluyen que la presencia de BA a largo plazo no tuvo efecto perjudicial sobre el desarrollo renal30.

Serie
de casos
3

El segundo es un estudio prospectivo que evalúa la incidencia de ITU sintomática y daño renal en una muestra de 25 niñas con BA y menores de 6 meses hasta que alcanzan los 6 años de edad. Ninguna de las niñas de la muestra recibió profilaxis antibiótica. El diagnóstico de cicatriz renal se hizo mediante urografía intravenosa. El estudio encuentra, al final del periodo de seguimiento, recurrencia de ITU en 9 niñas (no queda claro si se trata de ITU sintomática o de BA), y desarrollo de cicatriz renal en 3 niñas, las cuales habían sufrido ITU recurrentes durante el periodo de seguimiento, presentaban evidencia de RVU y probables anomalías de la micción30.

Serie
de casos
3

Por último, el tercer estudio incluido en la GPC sobre Manejo del paciente con RVU evalúa de forma prospectiva la incidencia de daño renal en una muestra de 50 pacientes (36 niños y 14 niñas) menores de 1 año de edad con BA detectada mediante cribado, durante un periodo de seguimiento de 6 años. Con respecto a las anomalías renales, 1 niña presentaba hidronefrosis obstructiva, 1 niña presentaba sistema colector doble, 4 niños y 1 niña presentaban RVU, y 1 niño presentaba válvulas de uretra con mínima obstrucción. Ninguno de los pacientes recibió tratamiento antibiótico para la BA, pero sí recibieron tratamiento antibiótico para otras infecciones. El diagnóstico de cicatriz renal se hizo mediante urografía intravenosa. No se encontró nuevo daño renal al final del seguimiento en ninguno de los 36 pacientes a los que se les realizó urografía intravenosa. Solo desarrollaron ITU 2 niñas (una de ellas afectada con doble sistema excretor) y en 1 niño (afectado de válvulas de uretra)30.

Serie
de casos
3

Adicionalmente se encontraron 4 estudios retrospectivos que analizan la necesidad de realizar urocultivos y/o análisis sistemáticos de orina durante el tratamiento antibiótico de modo generalizado y/o en caso de fiebre prolongada (> 48 horas), estableciendo la prevalencia de resultado positivo en el urocultivo de seguimiento; y cuyos resultados resumimos a continuación.

Tres estudios retrospectivos realizados en Estados Unidos325327 analizan la necesidad de realizar urocultivos y/o análisis sistemáticos de orina durante el tratamiento antibiótico de modo generalizado y/o en caso de fiebre prolongada (> 48 horas) en un total de 907 pacientes (619 pacientes menores ≤ 18 años325,326 y 288 pacientes ≤ 2 años de edad327), hospitalizados por ITU febril, con y sin RVU. La mayoría de ellos no encuentra ningún urocultivo positivo tras inicio de tratamiento antibiótico adecuado (urocultivo de seguimiento < 72h desde admisión hospitalaria)326, (urocultivo de seguimiento a las 48h [RIC: 38-65h] desde admisión hospitalaria)327; solo uno de los estudios encuentra una prevalencia de 0,3% (IC95% 0 a 1,7) de urocultivo positivo a los 2 días de haberse iniciado el tratamiento antibiótico325. Los autores de estos 3 estudios concluyen no recomendando la realización de urocultivo de seguimiento si la sensibilidad antibiótica ya es conocida, aún en caso de RVU, menores de 2 años y/o persistencia de la fiebre más de 48 horas, circunstancia constatada hasta en el 32% de los casos326 y en el 11% de los casos327.

Series
de casos
3

Un estudio realizado en Tailandia con el objetivo de determinar la prevalencia de urocultivo positivo tras tratamiento antibiótico en pacientes pediátricos menores de 15 años de edad admitidos por diagnóstico de ITU (n = 449, total episodios de ITU = 533), y evaluar los factores de riesgo asociados a urocultivo positivo, encuentra una prevalencia del 9,2% de urocultivo positivo en el seguimiento (49 episodios), a pesar del tratamiento antibiótico apropiado en el 83,3% de los casos, con un 5% de urocultivos positivos donde el agente etiológico mutó a otra cepa y el 4% permaneció igual. Los urocultivos positivos se debieron en un 38% (19) de los casos a cepas de Enteroccoco spp., en un 16% (8) se debió a Pseudomonas aeruginosa, y en un 24,5% (12) se debió a E. coli.

Del total de la muestra, el 25,1% presentaba RVU, el 10,1% presentaba otras anomalías del tracto urinario (vejiga neurógena, hidronefrosis, válvula uretral posterior y extrofia vesical) y el 12,2% presentaba otras patologías concomitantes.

Del total de urocultivos positivos, 24,5% aparecieron en pacientes afectados con RVU, 22,4% se dieron en pacientes afectados con otras anomalías del tracto urinario, 8% en pacientes afectados por otras patologías y el resto, 36,7%, en pacientes sin ninguna otra patología concomitante.

Mediante regresión multivariable, el estudio encuentra como factores de riesgo para la persistencia microbiológica los siguientes: edad ≤ a 1 año (OR 2,7; IC95% 1,4 a 5,5), presencia de Enterococo spp. (OR 4,5; IC95% 1,08 a 19,5), persitencia de fiebre de ≥ 72h (OR 2,4; IC95% 1,0 a 5,4), tratamiento antibiótico inadecuado (OR 3,2; IC95% 1,2 a 8,0), y presencia de uropatía diferente a RVU (OR 2,8; IC95% 1,1 a 7,0). Entre los factores de riesgo no relacionados con la persistencia de urocultivo positivo se encontraban los siguientes: sexo, presencia de RVU, infección por P. aeruginosa, presencia de otras enfermedades no relacionadas con uropatía e ITU recurrente, (p > 0,05)328.

Series
de casos
3

A la hora de elaborar las recomendaciones, el GEG ha tenido en consideración la consistencia de los resultados de los distintos estudios de intervención que muestran que el tratamiento antibiótico de la BA no tiene efecto en la prevención de ITU recurrente ni en la prevención de daño renal11.

Por otro lado, con excepción del estudio de Anantasit et al.328, los resultados de los estudios de prevalencia realizados en entornos sociosanitarios similares al nuestro muestran que una vez iniciado el tratamiento antibiótico, en la mayoría de los casos el urocultivo de seguimiento es negativo325327.

Respecto a la aplicabilidad de los resultados, el GEG ha considerado que, si bien los estudios325328 se han realizado en pacientes hospitalizados con tratamiento parenteral, dada la similar eficacia, salvo circunstancias concretas, del tratamiento oral o secuencial frente al parenteral en la erradicación bacteriológica y recurrencia de la ITU, los resultados, con excepción del estudio de Anantasit et al.328serían aplicables en el SNS, tanto en atención especializada como en atención primaria. Similares resultados pueden no ser aplicables a enfermos con infecciones bacterianas multiresistentes.

En el caso del estudio de Anantasit et al.328 realizado en Taiwan, los resultados se han considerado no extrapolables a nuestro entorno, debido principalmente a las diferencias entre las muestras del estudio, procedentes de sistemas sanitarios y poblaciones pediátricas muy distintas.

Con respecto a la consistencia y aplicabilidad de los resultados en pacientes asintomáticos con anomalias estructurales y/o funcionales, solo se han encontrado 3 series de casos incluidas en la GPC sobre Manejo del paciente con RVU. Estas series incluyen un número muy escaso de pacientes afectados con anomalías del tracto urinario y, debido a importantes limitaciones metodológicas, no se pueden extraer a partir de ellas conclusiones válidas. Finalmente, mediante opinión de expertos, los autores de esta GPC concluyen que en pacientes pediátricos con RVU asintomáticos no es recomendable realizar urocultivos de control30.

Por último, el GEG ha considerado negativo el impacto de los repetidos urocultivos durante el tratamiento, ya que podrían prolongar la estancia hospitalaria, son incómodos para los pacientes y aumentan el coste económico. En vista de la evidencia aquí incluida, en lo que respecta al seguimiento, el GEG considera que se podría evitar la práctica rutinaria de realizar urocultivos en pacientes asintomáticos, evitando molestias innecesarias
para el mismo y sus familiares.

Resumen de la evidencia

1+ El tratamiento de la bacteriuria asintomática no disminuye el riesgo de aparición de ITU, ni de daño renal11.
3 En pacientes ≤ 18 años de edad con ITU, en circunstancias habituales y tras inicio del tratamiento antibiótico adecuado, según antibiograma, la erradicación bacteriológica es la evolución esperada, aún en menores de 2 años y/o presencia de RVU325327.
3 La persistencia de la fiebre durante más de 48 horas tras el inicio de la antibioterapia es algo frecuente que no implica necesariamente falta de respuesta326,327.
3 En pacientes < 15 años de edad con diagnóstico de ITU se encontró una prevalencia del 9,2% de urocultivo positivo durante el seguimiento a pesar de tratamiento antibiótico adecuado en el 83,3% de los casos328.
4 En población pediátrica con RVU asintomática no es recomendable realizar urocultivos de control30.

Recomendaciones

D No se recomienda la realización de urocultivos y/o análisis sistemáticos de orina durante el tratamiento antibiótico, en niños y niñas con ITU, si la evolución clínica es favorable.
D No se recomienda la realización de urocultivos periódicos y/o análisis sistemáticos de orina en niños y niñas asintomáticos tras una ITU.
D No se recomienda la realización de urocultivos periódicos y/o análisis sistemáticos de orina en niños y niñas asintomáticos con anomalías estructurales y/o funcionales.

17.2. Información necesaria dirigida a familiares o cuidadores para ayudar al diagnóstico de ITU

Pregunta a responder:

  • ¿Qué información debe proporcionarse a familiares y cuidadores de pacientes que han tenido una primera ITU?

La ITU es una enfermedad bastante común y por lo tanto es preciso dar advertencias y consejos a familiares, cuidadores, y a los propios pacientes en función de su edad, del mismo modo que se hace en el caso de otras enfermedades infecciosas comunes. El objetivo de esta pregunta es establecer qué información deben recibir los familiares tras el diagnóstico y tratamiento, y qué información sobre signos y síntomas les puede ayudar al reconocimiento de futuras recurrencias de ITU, reconocimiento que podría ayudar a establecer un rápido diagnóstico y a no retrasar la puesta en marcha del tratamiento adecuado.

Un estudio en forma de encuesta dirigida a los familiares (preguntas cerradas y abiertas), realizado en Reino Unido, analiza por un lado el entendimiento sobre la ITU de 52 familias de niños y niñas (menores de 2 años de edad) afectados de ITU, así como la percepción sobre cualquier retraso posible en el diagnóstico. Por otro lado, evalúa la utilidad de la información proporcionada.

Con respecto a la utilidad de la información recibida, un 87% de las familias consideraron que habían recibido información suficiente sobre la necesidad de realizar una prueba para detectar una ITU; entre ellas, el 83% consideró que la explicación había sido de ayuda. Solo un 52% de las familias declararon haber recibido folletos informativos, considerándolos de utilidad el 100%. Un 80% de las familias declararon haber recibido información suficiente sobre la posibilidad de futuras recurrencias de ITU. En relación a la recogida de la muestra de orina, un 70% de las familias declararon haber recibido información de cómo recoger la muestra, considerándola de gran ayuda el 95%. Además, un 54% de las familias manifestaron dificultades en la recogida de orina, sobre todo con el procedimiento de recogida mediante bolsa, asociándolo a molestias y dificultad para conservar de forma adecuada la bolsa. Un 40% de las familias encuestadas prefirió la recogida de orina mediante micción limpia, un 37% prefirió la recogida de orina por bolsa, y un 23% optaron por la colección mediante compresas estériles.

Con respecto al entendimiento sobre la ITU, un 89% de las familias manifestaron conocer lo que deberían hacer ante un nuevo episodio de ITU.

El análisis del contenido cualitativo del estudio identifica algunos puntos importantes: el retraso percibido por algunas familias desde el momento en que el niño o la niña empieza a no encontrarse bien, hasta el momento en que se requiere recogida de orina a la familia (al 37% de los pacientes se les hizo urocultivo en la primera visita y al 31% en la segunda visita). La mayoría de las familias demandaron más información y consejos más detallados. Las familias encuestadas declararon que la experiencia del primer episodio les hizo comprender mejor la importancia del diagnóstico precoz y encontrarse en una posición más favorable para ayudar al diagnóstico en futuras ITU. Asimismo, algunas familias expresaron su frustración frente a aspectos organizativos del sistema sanitario, como las limitaciones de los servicios de atención primaria durante los fines de semana y diversas citas hospitalarias para llevar a cabo distintos procedimientos diagnósticos. Por último, expresaron también su frustración ante la heterogeneidad de la información recibida por parte de los distintos profesionales de la salud11.

Serie
de casos
3

Un estudio realizado también en Reino Unido evalúa las preferencias de 44 familias con respecto al método de recogida de orina (chorro miccional, bolsa y compresa) en sus hijos varones (mediana de edad 4 meses; rango de 1 a 18 meses). Por orden de preferencia las familias optaron en primer lugar por la compresas; en segundo lugar, por las bolsas; por último, por el chorro miccional. Como aspectos positivos las familias informaron que el uso de las compresas y las bolsas resultó fácil, higiénico o rápido; además, las compresas resultaron ser cómodas. Como aspectos negativos, las familias informaron que las bolsas eran incómodas o molestas para el niño y producían irritación local; con respecto al uso de las compresas, algunas familias informaron sobre la dificultad de extraer la orina de la compresa; y con respecto al chorro miccional, la mayoría de las familias informaron que era el más complicado de usar, además de consumir más tiempo en la recogida de orina, percepción debida al hecho de tener que retener inmóvil al niño, aunque la mediana de tiempo para la recogida de orina fue de 25 minutos en los 3 métodos11.

Serie
de casos
3

Un estudio realizado en Holanda explora, mediante entrevista semiestructurada, el conocimiento y conciencia que las familias (n = 20) tienen sobre la ITU, diagnosticada recientemente (menos de un año), en sus hijas e hijos (18 niñas y 4 niños, edad ≤12 años) por el médico de atención primaria.

Con respecto a la conciencia de las familias sobre si sus hijas o hijos tenían ITU, se observa que cuando la niña o niño presentaban síntomas típicos de ITU, las familias pensaban en una ITU, pero en caso de síntomas atípicos (dolor abdominal, vómitos, fiebre elevada, malestar general), en la mayoría de los casos a las familias no se les ocurría pensar en una ITU; aún así, la mayoría de estas familias contactaban con el médico de atención primaria, ya que el comportamiento de la niña o niño era diferente de lo normal. Una cuarta parte de las familias opinaron que el retraso en el diagnóstico se debió al médico de atención primaria, que no siempre reconoció la ITU aún en presencia de síntomas típicos o que en algunos casos aconsejó que no había de qué preocuparse. Hubo discrepancias entre las familias respecto a la idea de que las ITU en niños y niñas pueden no ser reconocidas como tales: algunas familias consideraron que esto pasaría si se presentaran síntomas atípicos, mientras que otras familias consideraron que sería muy improbable, ya que esperarían, por ejemplo, observar cambios en la micción.

Con respecto al conocimiento sobre la ITU, las familias manifestaron preocupación mientras no se conocía el diagnóstico, y mayor tranquilidad una vez conocido. La mayoría de las familias no consideraban que la ITU fuera un proceso grave, aunque algunas familias estaban preocupadas por el futuro, mencionando el fallo renal como algunas de esas preocupaciones.

Asimismo, las familias mostraron insatisfacción ante la falta de comunicación acerca del pronóstico. En general, manifestaron recibir muy poca información sobre las consecuencias de una ITU no diagnosticada a tiempo. Opinaron que esto era debido a que los médicos no eran sensibles al problema. Reconocían haber recibido más información por Internet o en folletos que la que recibieron de los profesionales sanitarios.

Las familias opinaron que podría mejorarse la información sobre los principales signos y síntomas de identificación de una ITU vía folletos, pósteres, o educación sanitaria a través de los distintos centros de salud, bibliotecas y escuelas. Reconocían Internet como una fuente importante de información. Por el contrario, algunas familias opinaron que solo se busca información si el problema afecta a uno mismo. Otros pensaban que la información podría asustar a la población general y la mayoría de las familias no creían que una campaña de educación sanitaria a través de los medios de comunicación pudiese ayudar a aumentar la concienciación sobre la ITU en población pediátrica. Tampoco consideraron que el cribado a nivel general fuese un buen método para identificar niñas y niños con ITU.
Los autores concluyen que las familias tienen una falta de conocimientos sobre los síntomas atípicos de la ITU y sobre sus posibles consecuencias. Las familias no consideraron el cribado o las campañas educativas a través de los medios de comunicación como medidas recomendables; sin embargo, las familias preferían que se les ofreciera más información en el momento del diagnóstico. Los autores consideran que un mayor conocimiento por parte de las familias de los síntomas atípicos y de las serias consecuencias de una ITU ayudaría a un diagnóstico más temprano y una mejor adherencia al tratamiento329.

Estudio
cualitativo

A la hora de hacer las recomendaciones, el GEG ha tenido en consideración que los resultados de los estudios aquí incluidos son de aplicabilidad en nuestro SNS, ya que provienen de entornos sanitarios similares, con la salvedad de que tanto en Reino Unido como en Holanda los cuidados a la población pediátrica en atención primaria los llevan a cabo los médicos generalistas, lo cual pudiera explicar la percepción de algunas de las familias en el estudio de Harmsen et al.329 respecto al retraso en el diagnóstico de ITU por parte del médico de atención primaria.

El GEG también ha considerado la relevancia e impacto que una correcta información a las familias de los pacientes tendrían sobre el manejo de la ITU: permitirían mejor adecuación y adherencia al tratamiento y probablemente un diagnóstico más rápido en caso de recurrencia.

Resumen de la evidencia

3 El 83% de las familias consideraron de ayuda la explicación recibida sobre la necesidad de realizar una prueba para detectar una ITU11.
3 El 100% de las familias consideraron útil la información de los folletos informativos11.
3 El 95% de las familias consideraron de ayuda la información recibida sobre cómo recoger la muestra de orina11.
3 El 80% de las familias consideraron que la información recibida sobre la posibilidad de ITU recurrentes fue suficiente11.
Estudio
cualitativo
Las familias identifican la posibilidad de ITU en sus hijas e hijos ante la presencia de síntomas típicos, no siendo así en caso de presentación de síntomas atípicos329.
Estudio
cualitativo
Las familias señalan falta de comunicación acerca del pronóstico y aseguran haber recibido una información muy escasa sobre las consecuencias de una ITU no diagnosticada a tiempo329.
Estudio
cualitativo
Las familias prefieren recibir más información sobre la ITU en el momento del diagnóstico, frente a recibir información a través de campañas sanitarias y/o instauración de sistemas de cribado329.

Recomendaciones

Q En caso de diagnóstico o sospecha de ITU, se recomienda informar a la familia, cuidadores o al propio paciente (en función de su edad) acerca de la necesidad del tratamiento antibiótico precoz y la importancia de completarlo.
Q Se recomienda advertir de la posibilidad de recurrencias, aconsejando medidas higiénicas preventivas adecuadas, y se recomienda informar sobre síntomas orientativos para reconocimiento de la ITU (fiebre sin foco y síntomas miccionales), en cuyo caso advertir sobre la necesidad de acudir al médico.
D Se recomienda dar instrucciones sobre la recogida de la muestra de orina y su conservación hasta el momento de realizar el test oportuno.
Q Se recomienda informar sobre el pronóstico, fundamentalmente sobre el riesgo de daño renal y sobre los motivos que justifiquen realizar un seguimiento clínico y/o tratamiento a largo plazo cuando estos sean precisos.
Q Se recomienda informar sobre las exploraciones que se van a realizar y los motivos para hacerlas, así como explicar en qué consisten.

17.3. Seguimiento en población pediátrica con daño renal permanente tras ITU

Pregunta a responder:

  • ¿Qué seguimiento requieren los niños y niñas con daño renal permanente tras ITU?

La necesidad de seguimiento en los niños y niñas con daño parenquimatoso renal se basa en la posibilidad de desarrollar complicaciones como HTA, proteinuria, alteración de la función renal y complicaciones durante la gestación, así como episodios recurrentes de pielonefritis con progresión del daño renal330.

Teniendo en cuenta estas consideraciones, se ha evaluado la presencia de estas posibles complicaciones en población infantil con nefropatía cicatricial tras ITU así como, las estrategias adecuadas para la detección precoz en cada caso.

En lo que respecta a la aparición de HTA, 1 estudio de cohortes analiza de forma retrospectiva esta asociación en 319 pacientes con NR seguidos durante 76 meses (6-411 meses), evidenciando un mayor riesgo de HTA en caso de daño renal (OR 5; IC95% 1,7 a 15), aunque no establece diferencias según la severidad331.

Estudio
de cohortes
2+

En cuanto a su detección precoz en niños con daño renal permanente, asociado o no a RVU, no se han encontrado en la literatura estudios que analicen si los niveles de renina plasmática predicen el desarrollo de HTA; los resultados de los estudios realizados en un total de 108 pacientes seguidos durante 15-22 años no encuentran una correlación significativa entre los valores de PA y los valores de renina plasmática314,332.

Estudio
de cohortes
2-

Por otro lado, respecto a la utilización de la MAPA, tampoco se han encontrado estudios que analicen si sus alteraciones predicen el desarrollo de HTA, ERC o IRT, aunque 5 estudios transversales, 4 de ellos incluidos en la GPC sobre Manejo del paciente con RVU30,333, evidencian elevación de la PAM sistólica y diastólica nocturnas en aquellos niños con NR grave, a pesar del uso de diversos valores de referencia para definir la normalidad. En cambio, otro estudio de cohortes, en este caso con alto riesgo de sesgos332, no encuentra estas alteraciones en pacientes con daño renal tras ITU.

Estudios
tranversales
3
Estudio
de cohortes
2-

En lo que respecta a la predicción de ERC y/o IRT, existen pocos estudios que analicen, en la edad pediátrica, el valor predictivo que tienen la proteinuria o los niveles de creatinina y de filtrado glomerular objetivados en el momento del diagnóstico del daño renal permanente. Si bien la presencia de microalbuminuria (MAo) es un indicador de daño renal, y se considera la manifestación clínica más precoz de la hipertrofia glomerular y de la glomeruloesclerosis segmentaria y focal detectadas en niños con NR, en 1 estudio incluido en la GPC sobre Manejo del paciente con RVU, solo la presencia de alfa-1-microglobulina en orina (a diferencia de otros parámetros como MAo, NAGo y beta-2-microglobulina) mostró alta especificidad (100%) y sensibilidad (78%) para detectar niños con disfunción renal progresiva, medida como porcentaje de captación en la gammagrafía DMSA en 28 niños con NR seguidos durante 10 años30.

Estudio
de cohortes
2-

En cambio, otro estudio de cohortes, también incluido en la GPC sobre Manejo del paciente con RVU, analiza de forma retrospectiva esta asociación en 343 pacientes diagnosticados de RVU primario que entraron en insuficiencia renal (FG < 70 mL/min/1,73m2), mostrando que el riesgo de desarrollar IRT es 4 veces mayor si los valores de aclaramiento de creatinina basales son < 40 mL/min/1,73m2 y que solo los pacientes con un índice urinario proteinas/creatinina > 0,8 tenían un riesgo significativamente mayor de desarrollar IRT30. Un estudio, con alto riesgo de sesgos y menor nivel de evidencia no encuentra diferencias en el FG ni en la microalbuminuria tras 25 años (17-34 años) de seguimiento en 57 pacientes con daño renal permanente tras ITU (54% con FRR < 40% en el DMSA), al compararlos con un grupo control sin daño renal332.

Estudio
de cohortes
2+
Estudio
de cohortes
2-

Otro estudio de cohortes de la GPC sobre Manejo del paciente con RVU analiza de forma retrospectiva una serie de variables (sexo, diagnóstico prenatal, número de episodios de ITU febril, niveles de urea, acidosis metabólica, proteinuria, diuresis, HTA, longitud renal en ecografía y cicatrices renales) para definir los factores de riesgo que pudieran predecir la evolución a ERC (FG < 80 mL/min/1,73m2) de 50 niños con RVU bilateral primario grave diagnosticado el primer año de vida y seguidos durante 6,3 años (1-16 años), evidenciando que el nivel de creatinina plasmática > 0,6 mg/dL en la primera determinación fue el factor de riesgo más significativo para el desarrollo de ERC, con una OR de 125 (p < 0,001); las demás variables del estudio no fueron significativas30.

Estudio
de cohortes
2+

En lo que respecta a la aparición de complicaciones según la magnitud del daño renal, 1 estudio de cohortes analiza de forma retrospectiva esta asociación en 120 pacientes con NR seguidos durante 79 meses (13-411 meses), evidenciando un mayor índice de ERC (FG < 75 mL/min/1,73m2) en caso de afectación bilateral (IAR 16%; IC95% 2 a 30) (RR 2,5; IC95% 1,1 a 5,8), aunque no realizan otra gradación de la afectación renal según severidad331.

Estudio
de cohortes
2+

Otro estudio, mediante análisis con gráficas de Kaplan-Meier en 318 pacientes con NR tras un seguimiento de 72 meses (13-110 meses), establece
el riesgo de HTA a los 21 años en función de la severidad del daño renal: 0% (IC95% 0 a 6), sin daño renal; 15% (IC95% 5 a 25) si existe daño unilateral; y 45% (IC95% 16 a 74) si existe daño bilateral334.

Estudio
de cohortes
2+

En otro estudio, incluido en la GPC sobre Manejo del paciente con RVU, de 84 niños con NR seguidos durante un tiempo de 10 a 35 años, desarrollaron
HTA 14 pacientes, 11 de los cuales tenían nefropatía bilateral, aunque no muestran datos de precisión ni fuerza de la asociación30.

Serie
de casos
3

Finalmente, en otro estudio transversal, los pacientes con antecedentes de RVU y cicatrices bilaterales mostraron, con respecto a aquellos con parénquima
renal normal, valores significativamente reducidos de osmolalidad urinaria máxima y de FG y valores elevados de los niveles de creatinina y de microalbuminuria335. En cambio, otros 2 estudios de cohortes, con alto riesgo de sesgos no encuentran diferencias según la severidad de las cicatrices en pacientes con daño renal tras ITU332,336.

Serie
de casos
3
Estudio
de cohortes
2-

Por otro lado, en lo que respecta a la evolución del daño renal durante la adolescencia y/o aparición de complicaciones en la gestación, existen pocos estudios que valoren ambas situaciones, y ya analizados en la GPC sobre Manejo del paciente con RVU30.

Un estudio determinó la concentración urinaria de albúmina y alfa-1- microglobulina durante la adolescencia y sugiere que el daño renal progresa durante la misma, sobre todo en los varones, y que esta diferencia podría atribuirse a las hormonas sexuales: los estrógenos pueden ser un factor protector en las mujeres30.

Estudio
de cohortes
2-

En 1 estudio realizado en mujeres embarazadas, la HTA fue significativamente más frecuente en el grupo de mujeres con NR (con o sin RVU) que en el grupo control (RR 3,3 Vs 1,8) (p < 0,01)30.

Estudio
de cohortes
2+

Otros 3 estudios analizaron la evolución del embarazo en mujeres diagnosticadas de NR.

Uno de ellos muestra que los episodios de PNA fueron significativamente más frecuentes entre las mujeres con cicatriz que en los controles, aunque algunas mujeres recibieron profilaxis. La HTA y pre-eclampsia se asociaron a la presencia de cicatrices renales, pero no hubo diferencias en relación con la duración del embarazo, tipo de parto, abortos y peso al nacimiento respecto al grupo control. En otro estudio, los episodios de PNA fueron significativamente más frecuentes en los embarazos de mujeres con antecedentes previos de PNA y/o persistencia de RVU. En un último estudio, no hubo diferencias significativas en los episodios de ITU y de PNA en relación a la presencia de cicatrices y a su severidad, si bien las mujeres con antecedentes de ITU previos al embarazo recibieron profilaxis. En cambio, la presencia de cicatrices bilaterales aumentó el riesgo (RR 4,1) de preeclampsia, pero no de otras complicaciones. El nivel de creatinina plasmática (PCr) antes del embarazo > 1,24 mg/dL fue el factor que se asoció con mayor frecuencia a complicaciones maternas y fetales30.

Estudios
de cohortes
2+

El GEG, considera que no existe un volumen de evidencia suficientemente preciso como para responder a la pregunta de cuál es el seguimiento más adecuado para pacientes pediátricos con daño renal crónico —nefropatía cicatricial crónica— haya estado o no asociado a RVU. Por otra parte, hay que tener en cuenta que la mayoría de los trabajos revisados agrupan casos que han podido presentar ambas situaciones y no diferencian qué pacientes presentaban daño renal solo tras ITU y cuáles presentaban daño renal tras RVU e ITU. Del mismo modo, tampoco diferencian aquellos casos que han podido tener daño congénito asociado o no a ITU. Por lo tanto, el GEG ha elaborado sus recomendaciones en función del daño renal encontrado, el elemento más importante y el que en definitiva puede marcar el pronóstico de estos pacientes.

Las recomendaciones elaboradas son totalmente aplicables a nuestro SNS, tanto en atención primaria como en atención especializada, ya que son determinaciones y exploraciones sencillas al alcance de cualquier centro.

Disponer de marcadores de progresión de daño renal en estos pacientes sería de gran impacto y relevancia, puesto que podríamos intentar, mediante medidas terapéuticas, en-lentecer o frenar la progresión hacia la enfermedad renal crónica.

Resumen de la evidencia

2+ El riesgo de HTA es mayor en niños con NR que en aquellos sin daño renal permanente (OR 5; IC95% 1,7 a 15)331.
2- No se ha evidenciado una correlación entre niveles de renina plasmática y valores de PA314,332.
3 Los resultados de la MAPA realizado a niños con daño renal permanente asociado a RVU y presión arterial casual normal, en estudios trasversales, muestran cambios en distintos parámetros; aunque no se han encontrado estudios que evalúen la utilidad de su realización como factor pronóstico para el desarrollo de HTA, ERC o IRT30,333.
2- No se demuestran alteraciones de la MAPA en los pacientes con daño renal permanente detectado tras ITU332.
2- La presencia de alfa-1-microglobulina en orina tiene alta especificidad y sensibilidad para detectar niños con disfunción renal progresiva en niños con NR30.
2+ Los valores de creatinina plasmática (PCr) > 0,6 mg/dL en los niños diagnosticados de RVU primario severo en el primer año de vida, son el factor pronóstico más significativo de evolución a ERC30.
2+ Los valores de ClCr al diagnóstico inferiores a 40 mL/min/1,73m2 y la presencia de proteinuria moderada (índice urinario proteínas/creatinina> 0,8) son los factores pronósticos más significativos de evolución a IRT en niños con RVU primario30.
2- No se demuestran alteraciones del FG ni en la MAo en los pacientes con daño renal permanente detectado tras ITU336.
2+331,334/3
30,335
La aparición de complicaciones, como HTA y ERC, y alteraciones en el funcionalismo renal es más frecuente en niños con NR con daño renal bilateral y severo30,331,334,335.
2- La magnitud del daño renal no influye en la aparición de complicaciones332,336.
2- El daño glomerular progresa durante la adolescencia, predominantemente en los varones con NR30.
2+ El número de episodios de PNA, que representan la causa más frecuente de morbilidad materna en las mujeres gestantes con NR, no guarda relación con otras complicaciones maternas ni con la morbi-mortalidad fetal30.
2+ No hubo diferencias en los episodios de ITU y PNA durante la gestación en relación a la presencia de cicatrices y su severidad30.
2+ En distintos estudios la presencia de NR aumenta el riesgo de HTA durante la gestación, (RR 3,3 y RR 4,1)30.
2+ Los niveles elevados de creatinina plasmática (PCr) > 1,24 mg/dL al inicio de la gestación y la HTA constituyen los factores de mayor riesgo de complicaciones en el embarazo de las mujeres con NR30.

Recomendaciones

Se recomienda la determinación de la PA, creatinina plasmática, filtrado glomerular, proteinuria, microalbuminuria, alfa-1-microglobulina y osmolalidad máxima en orina como marcadores de daño renal y/o indicadores de su progresión.
En niños y niñas con daño renal permanente bilateral y grave (tipo 3-4 de Goldraich) se recomienda realización de tira reactiva y determinación de la PA cada 6 meses. En los casos de afectación unilateral o leve (tipo 1-2 de Goldraich) se recomienda realización de tira reactiva y determinación de la PA anualmente.
En caso de afectación de la función renal se recomienda seguimiento del paciente según protocolo del centro.
No se recomienda el uso sistemático de la MAPA en niños y niñas con daño renal permanente y sin alteración de la función renal, ya que su valor pronóstico no está claramente demostrado.
No se recomienda el uso sistemático de los niveles de renina plasmática como marcador pronóstico de HTA en niños y niñas con daño renal permanente.
Los varones con daño renal permanente requieren una mayor vigilancia de la función renal y de la PA en la adolescencia.
En adolescentes embarazadas con nefropatía cicatricial deben realizarse controles periódicos para la detección precoz de bacteriuria y complicaciones maternofetales (anomalías de la PA durante la gestación, deterioro de la función renal, retraso de crecimiento intrauterino, pérdida fetal o parto prematuro).

Bibliografía  17. Seguimiento de la ITU en población pediátrica

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