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¿Es importante el contacto piel con piel con mi bebé nada más nacer para favorecer la lactancia?

El contacto piel con piel inmediato e ininterrumpido con tu bebé tras el nacimiento es muy importante, puesto que además de favorecer el inicio de la lactancia, la adaptación de tu bebé a la vida extrauterina y ser muy placentero, va a ayudaros a establecer el vínculo que os unirá el resto de vuestras vidas. Este contacto piel con piel puede durar hasta que completéis la primera toma o hasta que tú y tu bebé lo deseéis.

Inmediatamente tras el nacimiento, un bebé sano debería ser colocado boca abajo* y con la cabeza ladeada sobre el abdomen y pecho de la madre en contacto piel con piel. Los importantes cambios que se producen en el organismo del recién nacido para adaptarse a la vida extrauterina (inicio de la respiración, cambios en la circulación sanguínea, regulación de la temperatura corporal, adaptación a la gravedad, etc.), van a desarrollarse mejor y con menor estrés en estrecho contacto piel con piel contigo. Este periodo de adaptación debe ser supervisado siempre por los profesionales y por la persona que te acompañe, que deberá saber qué observar y cómo advertir de cualquier anomalía.

El bebé en contacto piel con piel verá estimulados sus reflejos y, en cuanto haya descansado, buscará el pezón y se agarrará espontáneamente al pecho. Si no lo consiguiera por sí mismo en la primera hora, solicita ayuda a los profesionales que te atienden.

Si tu bebé ha nacido por cesárea y ambos os encontráis bien también podéis practicar el contacto piel con piel. Los profesionales sanitarios que te atienden te pueden ayudar a colocarlo. Los cuidados necesarios pueden realizarse, igual que tras el parto vaginal, mientras tu bebé está sobre tu pecho.

* Cuando acuestes a tu bebé nunca lo coloques boca abajo, puesto que aumenta el riesgo de muerte súbita del lactante (ver imagen).

La vigilancia del bienestar de tu bebé durante el contacto piel con piel es sencilla, únicamente hay que controlar que:

  • 1: Los labios estén sonrosados. Avisad si notáís los labios azulados o pálidos (en las primeras horas no tiene importancia que las manos o los pies estén azulados).
  • 2: El recién nacido respira sin dificultad. Avisad si notáis que le cuesta respirar o hace algún ruidito (como un quejido).
  • 3: Tiene buen tono muscular. Avisad si le veis blandito (como un muñeco de trapo) o tembloroso.