La menopausia es el cese definitivo de la menstruación por pérdida de la actividad folicular ovárica. Es una etapa fisiológica de la vida y como tal no puede ser considerada una enfermedad. Los síntomas asociados a la menopausia que pueden presentarse en esta etapa de la vida de la mujer tienen una importancia relativa ya que, aunque son prevalentes, tienen una mortalidad nula y una morbilidad variable1.
La menopausia es la consecuencia de la depleción de folículos en el ovario. Por esta razón su edad media de aparición se mantiene constante en el tiempo independientemente de las mejorías en el estado de salud o las expectativas de vida de la mujer. En algunas ocasiones, las pérdidas significativas de salud debidas a intervenciones médicas (quimioterapia, radioterapia), a la cirugía, a ciertos factores de riesgo (como el tabaquismo) o a diversas patologías, pueden adelantar su aparición respecto a la edad esperada2. Algunas mujeres tienen una transición asintomática hacia el climaterio*, pero la mayoría experimentan síntomas que pueden comenzar desde antes del cese de la menstruación y prolongarse en el tiempo, incluso hasta la senectud.
Debido al aumento de la esperanza de vida en España, en los próximos años se incrementará considerablemente el número de mujeres que estén en este periodo de la vida, donde paralelamente, tanto para hombres como para mujeres, el perfil epidemiológico se caracteriza por una mayor prevalencia de patologías crónicas.
A pesar de que los cambios biológicos asociados con la menopausia son universales, existen variaciones notables en la experiencia subjetiva entre las mujeres, entre diferentes culturas y en la manera en que estos afectan a su calidad de vida3. Los estudios muestran que las diferentes actitudes, creencias y percepciones hacia la menopausia se explican por la combinación de factores personales, culturales y ambientales4. La interacción entre la genética, que determinará el número de ovocitos presentes en el momento del nacimiento, el entorno, influido por aspectos culturales y socioeconómicos que determinaran el nivel cultural, el tipo de dieta, el consumo o no de tabaco y la práctica de ejercicio, contribuirán a que se produzcan diferencias en la aparición y percepción de los síntomas entre las diferentes mujeres5.
La menopausia se ha visto implicada en el fenómeno de la medicalización de la vida, de forma que este proceso fisiológico se ha visto expuesto a la intervención desde el ámbito sanitario. Sin embargo, la vivencia de la menopausia varía enormemente dependiendo de las actitudes personales y de la consideración del entorno sobre el envejecimiento en general y sobre el papel que ocupa la mujer mayor en la sociedad6. Muchos síntomas se han asociado a los cambios hormonales que ocurren en la menopausia, pero los únicos con una base epidemiológica sólida y consistente son la atrofia urogenital y los trastornos vasomotores7,8. Otros síntomas comunes como cambios en el estado de ánimo, trastornos del sueño, incontinencia urinaria, cambios cognitivos, o las molestias somáticas, pueden ser secundarios a otras causas. El aumento de la morbilidad de ciertas enfermedades en esta etapa de la vida (hipertensión arterial, diabetes mellitus, etc) está más ligado al proceso en sí de envejecimiento y los hábitos de vida que con la menopausia.
Hasta hace unos 30 años la menopausia había pasado desapercibida para el ámbito sanitario. Pero en consonancia con la evolución sociocultural de los países desarrollados (el aumento de la esperanza de vida, la búsqueda de una mejor calidad de vida, etc.) el abordaje de la menopausia se vio también influenciado por estos factores.
Debido a la evidencia de que los estrógenos podrían mejorar no sólo los síntomas más frecuentes y molestos del climaterio (sofocos, sequedad vaginal, etc.), a partir de los años 80 se comenzó a utilizar la terapia hormonal para tratar los síntomas clínicos asociados a la menopausia. Paralelamente se potenciaron los cambios en los estilos de vida y el autocuidado como un pilar básico en la salud en esta etapa de la vida. En el año 2002 el estudio WHI (Women’s Health Inltlatlve) mostró que el tratamiento con terapia hormonal presentaba más riesgos que beneficios. Debido a esto, disminuyó drásticamente la prescripción de la terapia hormonal drásticamente quedando reservada sólo para mujeres sintomáticas, a la mínima dosis eficaz y durante el menor tiempo posible9. Actualmente las estrategias más habituales para tratar los síntomas leves derivados de la menopausia son los tratamientos no farmacológicos y potenciar el cambio de estilo de vida a hábitos saludables. Pero en situaciones en los que los síntomas disminuyen mucho la calidad de vida, la terapia hormonal sigue siendo el tratamiento farmacológico más efectivo, individualizando su utilización en cada caso y sopesando siempre el balance beneficio-riesgo.
Esta Guía de Práctica Clínica (GPC) forma parte del plan de elaboración de GPC del Ministerio de Sanidad, Servicios Sociales e Igualdad10. El propósito del Programa de GPC en el Sistema Nacional de Salud (SNS) es promover la elaboración, adaptación ylo actualización de GPC basadas en la mejor evidencia científica disponible con una metodología homogénea y contrastada y difundir las GPC en el SNS. Esta guía pretende clarificar qué síntomas son derivados del déficit hormonal secundario a la pérdida de actividad folicular del ovario, y cuál es la eficacia y la seguridad de los tratamientos disponibles. De esta forma, se espera contribuir a la disminución de la variabilidad de la práctica clínica y a la mejora de la atención sanitaria, proporcionando el mejor cuidado para las mujeres en esta etapa de la vida.
Bibliografía 1. Introducción
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3. Gold, EB, Colvin, A, Avis, N, et al. Longitudinal analysis of the association between vasomotor symptoms and racelethnicity across the menopausal transition: study of women's health across the nation. Am J Public Health. 2006;96:1226-35.
4. De la Gándara J, Sánchez J, Díez MA, Monje E. Influencia de las actitudes, expectativas y creencias en la adaptación a la menopausia. Anales de Psiquiatría. 2003;8:329-336.
5. Melby MK, Lock M, Kaufert P. Culture and symptom reporting at menopause. Hum Reprod Update. 2005;11:495-512.
6. Sommer B, Avis N, Meyer P, Ory M, Madden T, Kagawa-Singer M, et al. Attitudes toward menopause and aging across ethniclracial groups. Psychosom Med. 1999; 61:868-875.
7. Dennerstein L, Dudley EC, Hopper JL, Guthrie JR, Burger HG. A prospective population-based study of menopausal symptoms. Obstet Gynecol. 2000;96:351-358.
8. Robinson D, Cardozo L. The menopause and HRT. Urogenital effects of hormone therapy. Best Pract Res Clin Endocrinol Metab. 2003;17:91-104.
9. Group for the Women's Health Initiative Investigators. Risk and Benefits of Estrogen Plus Progestin in Healthy Postmenopausal Women. Principal Results from the women's Health Inititive Randomized Controlled Trial. JAMA. 2002;288:321-333.
10. Grupo de trabajo sobre GPC. Elaboración de Guías de Práctica Clínica en el Sistema Nacional de Salud. Manual Metodológico. Madrid: Plan Nacional para el SNS del MSC. Instituto Aragonés de Ciencias de la Salud¬I+CS; 2007. Guías de Práctica Clínica en el SN.