El contacto piel con piel inmediato e ininterrumpido con tu bebé tras el nacimiento es muy importante, puesto que además de favorecer el inicio de la lactancia, la adaptación de tu bebé a la vida extrauterina y ser muy placentero, va a ayudaros a establecer el vínculo que os unirá el resto de vuestras vidas. Este contacto piel con piel puede durar hasta que completéis la primera toma o hasta que tú y tu bebé lo deseéis.
Inmediatamente tras el nacimiento, un bebé sano debería ser colocado boca abajo* y con la cabeza ladeada sobre el abdomen y pecho de la madre en contacto piel con piel. Los importantes cambios que se producen en el organismo del recién nacido para adaptarse a la vida extrauterina (inicio de la respiración, cambios en la circulación sanguínea, regulación de la temperatura corporal, adaptación a la gravedad, etc.), van a desarrollarse mejor y con menor estrés en estrecho contacto piel con piel contigo. Este periodo de adaptación debe ser supervisado siempre por los profesionales y por la persona que te acompañe, que deberá saber qué observar y cómo advertir de cualquier anomalía.
El bebé en contacto piel con piel verá estimulados sus reflejos y, en cuanto haya descansado, buscará el pezón y se agarrará espontáneamente al pecho. Si no lo consiguiera por sí mismo en la primera hora, solicita ayuda a los profesionales que te atienden.
Si tu bebé ha nacido por cesárea y ambos os encontráis bien también podéis practicar el contacto piel con piel. Los profesionales sanitarios que te atienden te pueden ayudar a colocarlo. Los cuidados necesarios pueden realizarse, igual que tras el parto vaginal, mientras tu bebé está sobre tu pecho.
* Cuando acuestes a tu bebé nunca lo coloques boca abajo, puesto que aumenta el riesgo de muerte súbita del lactante (ver imagen).
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La vigilancia del bienestar de tu bebé durante el contacto piel con piel es sencilla, únicamente hay que controlar que:
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