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La enfermedad y su diagnóstico

¿Qué es el glaucoma de ángulo abierto?

El glaucoma de ángulo abierto es una enfermedad en la que se afecta el nervio óptico generalmente por una elevación de la presión intraocular. Puede afectar a uno o a ambos ojos. La persona afectada puede presentar pérdida de visión de forma progresiva. Esta pérdida de visión no es recuperable y aunque se controle la presión intraocular, la pérdida de visión puede seguir avanzando. Por eso es importante la detección y el tratamiento precoz de la enfermedad.

Actualmente, el tratamiento del glaucoma consiste en controlar la presión intraocular para prevenir el daño al nervio óptico y así evitar, en la medida de lo posible, la pérdida de visión (Ver figura 2). Sin embargo, el glaucoma muy pocas veces puede ocurrir cuando la presión intraocular es normal, esta afección se llama glaucoma de tensión normal. Desafortunadamente, no se conocen por completo las razones del daño del nervio óptico en circunstancias de presión normal.

Los glaucomas se clasifican en primarios y secundarios. Los glaucomas primarios son aquellos en los que no se identifica una causa concreta. En los glaucomas secundarios se identifica una causa que puede ser una enfermedad (por ejemplo infección en los ojos) o como consecuencia de ciertos fármacos (por ejemplo los corticoides).

¿Qué predispone a sufrir glaucoma de ángulo abierto?

Como se ha explicado antes, la presión intraocular elevada, como consecuencia de un drenaje defectuoso del humor acuoso, es el factor de riesgo más importante de la enfermedad.

Además de la presión intraocular elevada, los principales factores que podrían predisponer a una persona a presentar glaucoma de ángulo abierto son:

  • Edad avanzada.
  • Personas de raza negra.
  • Tener miopía.
  • Tener un familiar con glaucoma.
  • Ser diabético.

Estas personas deberían realizarse revisiones oculares para detectar la posible presencia de glaucoma, aproximadamente cada 5 años.

¿Cuáles son los síntomas?

Las personas con glaucoma de ángulo abierto pueden presentar síntomas inespecíficos como:

  • Dolor de cabeza.
  • Dolor ocular.
  • Escozor en los ojos.

Las alteraciones de la visión son el síntoma más específico aunque puede no estar presente hasta fases más avanzadas por lo que, en algunos casos, el diagnóstico puede retrasarse.

¿Cómo se diagnostica?

Para el diagnóstico de glaucoma de ángulo abierto es imprescindible conocer la historia clínica del paciente: antecedentes familiares, otras patologías u otros tratamientos que realice el paciente.

Las pruebas básicas e imprescindibles son:

  • Tonometría: toma de la presión intraocular.
  • Examen del fondo de ojo.
  • Evaluación del campo visual.

De todos modos existen otras pruebas más complejas que podrían, en algunos casos, ser necesarias para llegar al diagnóstico, como:

  • La retinografía: existen diferentes pruebas que permiten obtener imágenes del nervio óptico.
  • La taquimetría: se trata de la medida del grosor de la córnea.
  • La perimetría: evaluación del campo visual.

¿Cuál es su pronóstico?

El pronóstico de la enfermedad está en relación directa con un diagnóstico precoz. El glaucoma de ángulo abierto es una enfermedad progresiva y, lamentablemente, la lesión del nervio óptico y la pérdida de visión producidas por el glaucoma no son recuperables. Sin embargo, el tratamiento puede frenar temporalmente o parcialmente el avance de la enfermedad, pero no totalmente, por ello es importante mantener el seguimiento médico. Es así como los pacientes podrían conservar una visión suficiente para llevar una vida autónoma.