En
10. Seguimiento del lactante amamantado

Pregunta a responder

  • ¿Cómo interpretar la pérdida de peso del recién nacido en los primeros días?
  • ¿Qué curvas de crecimiento reflejan mejor el crecimiento normal de un niño sano? ¿Cuáles son los parámetros que se deben monitorizar?

10.1. Seguimiento de la pérdida de peso durante los primeros días

¿Cómo interpretar la pérdida de peso del recién nacido en los primeros días?

La pérdida de peso en el recién nacido es un motivo frecuente de preocupación para los padres y en muchas ocasiones también para los profesionales. De hecho, es uno de los motivos más frecuentes por lo que se administran suplementos. Se plantea si el disponer de unas gráficas de pérdida de peso neonatal sería de utilidad en la valoración del recién nacido y si evitaría la administración de algunos suplementos innecesarios.

Evidencia científica

La guía de NICE no hace recomendaciones relacionadas con la interpretación de la pérdida de peso del recién nacido en los primeros días5.

La iniciativa IHAN señala que una pérdida ponderal superior al 7% puede indicar una transferencia inadecuada de leche o una producción baja de la misma. Si no existen problemas y el examen físico es normal, las pérdidas de peso entre el 8 y 10% pueden considerarse dentro de los límites normales, aunque es indicación de evaluación cuidadosa y de posible asistencia técnica282.

La ABM235 señala que la pérdida de peso nadir se da entre las 48 y 72h de vida y que ésta se sitúa entre el 5,5 y el 6,6%, y que su recuperación se da en un promedio de 8,3 días, siendo un 97,5% de los niños quienes lo recuperan en los primeros 21 días.

La PSBC67 señala que la derivación a un profesional sanitario de lactancia materna está indicada cuando se da un retraso en la lactogénesis y una pérdida continua del peso del niño, o cuando el output en el niño es inadecuado y la pérdida de peso es continua.

La RS identificada183 encuentra que la pérdida media de peso se sitúa entre el 5,7% y el 6,6% (DE alrededor del 2%), y que el peso de nacimiento se recupera en las primeras dos semanas de vida. Asimismo, concluye que se necesitan más estudios para entender las causas de la pérdida de peso neonatal y sus implicaciones en morbimortalidad.

En el estudio de mayor calidad incluido193 en esta revisión, 971 recién nacidos eran pesados al nacer, a las 48 horas y a los cinco, siete y diez días de vida, encontrándose que la pérdida media de peso era diferente según el tipo de alimentación, siendo mayor en niños con lactancia materna (6,6%) versus lactancia artificial (3,5%). La mediana del tiempo para recuperar el peso al nacer era de 8,3 días (P97,5 de 21) y de 6,5 días (P97,5 de 16,7), respectivamente. Sin embargo, no queda claro que en este estudio el manejo de la lactancia materna fuera óptimo. Además, los niños eran pesados con poca frecuencia.

En 2015 Bertini y colaboradores283 recogieron de forma retrospectiva el peso de 1760 recién nacidos a término, por parto vaginal y sin malformaciones, asfixia neonatal u otras complicaciones, cada 12 horas. Todos los niños fueron puestos en CPP tras el parto y tomaron lactancia materna exclusiva. El alta hospitalaria se producía entre las 48 y 72 horas tras el parto.

La pérdida media de peso estuvo cerca del 6% (± 1,73%), no habiendo niños que perdieran más del 10%, lo que concuerda con los resultados de estudios anteriores273;284.

El tiempo medio hasta alcanzar el peso nadir fue de 43,72h (± 11.61), al igual que en otros estudios193;273;284. El 72% de los niños ya estaba recuperando peso antes del alta médica (48-72 horas), y casi todos los demás habían ganado peso al día siguiente de haber recibido el alta.

Los autores elaboraron una gráfica para realizar el seguimiento de la pérdida de peso en las primeras 72 horas de vida de un niño (ver Anexo 15), cuya madre ha recibido un apoyo adecuado a la lactancia materna.

En el estudio de Crossland et al284, en el que también se construyó una gráfica sobre la pérdida de peso de recién nacidos sanos amamantados en las primeras dos semanas de vida, en los primeros días los resultados fueron similares a los de Bertini, si bien el número de niños incluidos fue menor (111 niños amamantados). Se encontró que los niños amamantados pierden una media del 6,4% del peso al nacer (IC95% de 5,5 a 7,3%), y que el 54% de los niños tardó más de ocho días en recuperar su peso de nacimiento.

En este caso, el estudio se realizó en un hospital con una política de apoyo a la lactancia materna, y los autores concluyeron que si el peso no empieza a aumentar para el sexto día de vida, se debería considerar la existencia de problemas con la alimentación.

Sin embargo, en la práctica habitual no todos los niños nacen por un parto natural ni inician de forma temprana la lactancia materna, por lo que es probable que pierdan algo más de peso o que tarden más tiempo en recuperarlo. En un estudio reciente285, que incluía niños nacidos por parto vaginal o por cesárea, se construyeron también los nomogramas para representar la pérdida de peso en los primeros días observándose que a las 48 horas tras el nacimiento el 5% de los bebés nacidos por vía vaginal y el 10% de los nacidos por cesárea habían perdido más del 10% del peso al nacer, y que a las 72 horas el 25% de los nacidos por cesárea había perdido más del 10%. En este caso, no se conoce cuál fue el apoyo prestado a la lactancia materna y la pérdida de datos para el cálculo de las curvas fue mucho mayor.

En otro estudio retrospectivo286 se encontró que la pérdida de peso ≥ al 5% en el primer día predice una pérdida ponderal nadir del 10% con un OR de 4,06 (IC95% de 3,69 a 4,46), por lo que los autores concluyen que este punto de corte se podría utilizar para identificar aquellos niños podrían beneficiarse de intervenciones dirigidas al apoyo de la lactancia materna y prevención de pérdida excesiva de peso.

Resumen de la evidencia

No hay estudios sobre las implicaciones de una pérdida del 7% o del 10% del peso en los recién nacidos sobre la morbimortalidad.
Los estudios identificados son estudios observacionales, sobre todo retrospectivos, que tratan de describir la pérdida de peso fisiológica de recien nacidos amamantados durante los primeros días de vida183;283-285
En los estudios más recientes, se han construido curvas de seguimiento de la pérdida del peso en los primeros días283;285.

De la Evidencia a la recomendación

Los aspectos que han determinado la fuerza y dirección de las recomendaciones han sido los siguientes:

  1. La calidad global de la evidencia: no hay estudios sobre las implicaciones de una pérdida del 7% o 10% del peso en los recién nacidos sobre la morbimortalidad.
  2. El balance entre beneficios y riesgos es incierto.
  3. Utilización de recursos: es incierto. Dependerá de la formación de los profesionales sanitarios y del gasto que pueda suponer integrar este tipo de gráficos en la historia clínica..
  4. Equidad: el impacto en las desigualdades en salud es incierto.
  5. Aceptabilidad: la aceptabilidad de la opción por parte de todos los grupos de interés es incierto.
  6. Factibilidad: probablemente, la implementación de la opción es factible.

 

Por tanto, aunque no se han encontrado estudios que demuestren que la utilización de las gráficas suponga una mejora en los resultados de morbimortalidad de los recién nacidos sanos amamantados, estas gráficas proporcionan datos continuos sobre la pérdida ponderal fisiológica del niño, lo que puede facilitar una interpretación más adecuada de la misma, así como la identificación de aquellas díadas que puedan necesitar un apoyo más intensificado de lactancia materna.

Recomendaciones

Vigilar y prestar el apoyo necesario a la lactancia materna en aquellos casos en los que se identifique una pérdida de peso neonatal igual o superior a 7%.
Se pueden utilizar las curvas de Bertini como el ideal de pérdida de peso del recién nacido sano amamantado al que habría que aproximarse y las curvas de Flaherman como el límite que no se debería superar (ver Anexo 15).

10.2. Seguimiento del lactante amamantado

¿Qué curvas de crecimiento reflejan mejor el crecimiento normal de un niño sano? ¿Cuáles son los parámetros que se deben monitorizar?

Se han venido utilizando gráficas de crecimiento basadas en poblaciones infantiles con diferentes patrones de alimentación que han generado incertidumbre sobre el patrón de crecimiento de algunos lactantes amamantados. Se plantea si utilizar gráficas basadas en poblaciones con buenas condiciones sociosanitarias y una alimentación óptima con lactancia materna, establecería un estándar de crecimiento fiable.

Evidencia científica

Las guías consultadas no realizan distinciones en el tipo de gráfica a utilizar según el tipo de alimentación que el niño reciba. Lo que sí se discute es qué gráfica es la que mejor refleja el patrón normal de crecimiento de un niño sano.

La guía NICE5 recomienda la utilización de las gráficas UK 1990, aunque señala que al tiempo que se estaba elaborando la guía se acababan de lanzar las gráficas de crecimiento de la OMS, cuyo uso todavía no había sido evaluado en el RU.

En la estrategia IHAN282 se recomienda el uso de las gráficas de la OMS. En cuanto a las mediciones, se señala que como referencia inicial se debe tomar el menor peso postparto, no el peso de nacimiento, y que si la ganancia ponderal es menor, se debe evaluar la eficacia de la lactancia y corregir la técnica si fuera necesario. Si el niño sigue sin ganar peso, entonces se deberían descartar problemas médicos. Por otro lado, se indica que el peso no debe usarse como única medida del éxito de la lactancia materna.

En la GPC española sobre la obesidad infantojuvenil287, se recomienda utilizar las curvas y las tablas de crecimiento del estudio semilongitudinal de Hernández et al288 para realizar el diagnóstico de sobrepeso y obesidad en la infancia y adolescencia, y los percentiles P90 y P97 para el diagnóstico de sobrepeso y obesidad.

Parámetros de crecimiento en el seguimiento del niño

El parámetro de crecimiento más utilizado en el seguimiento del niño es el peso para la edad. Se trata de la variable más sensible para detectar cambios en el estado nutricional del niño, aunque también hay que considerar la longitud/talla para la valoración clínica a largo plazo289. La relación entre el peso y la longitud/talla se utiliza con menor frecuencia, aunque se trata de un parámetro muy útil para detectar la malnutrición aguda. De hecho, en la última encuesta realizada por la OMS se recoge que este parámetro es utilizado por el 70% de los países que han adoptado los estándares de la OMS289, cuando en 2004 sólo era utilizado por el 23% de los mismos290. Lo que casi nunca se ha utilizado es el IMC para la edad, aunque un 29% de países lo han introducido recientemente en sus programas289. El cálculo del IMC es muy sencillo (kg/m2), pero éste varía con la edad, con lo que debe interpretarse mediante percentiles o calculando la puntuación z. Cuando el índice está elevado puede deberse tanto a un exceso de masa grasa (obesidad) como a un exceso de masa magra (constitución atlética), lo que puede diferenciarse si se mide el perímetro del brazo y el pliegue tricipital291.

En cuanto a los puntos de corte, aunque los más utilizados han sido los percentiles290, en la actualidad la mayoría de los países optan por la clasificación de la puntuación z289.

Los percentiles P3-P5 y P95-P97 son utilizados a menudo para clasificar a los niños que están en riesgo de bajo peso o de obesidad. Estos puntos de corte se establecen de forma arbitraria, y no se basan en estudios que hayan investigado la asociación entre los puntos de corte con el riesgo de presentar resultados negativos en salud291.

En cuanto a las puntuaciones z, los puntos de corte utilizados son las puntuaciones z superiores a dos e inferiores a -2292.

Patrones de referencia para monitorizar el crecimiento del niño

En España, ha habido una larga tradición de estudios de crecimiento. Uno de los grupos que más ha trabajado en este área es el grupo de Bilbao293-294.

Otros grupos españoles de Madrid, Zaragoza, Barcelona y Andalucía también llevaron a cabo estudios transversales a partir de 2000295. La integración de los datos de estas regiones permitió observar que no hay diferencias entre las regiones españolas, que ha habido una aceleración secular positiva de la talla de unos dos cm así como un incremento significativo del sobrepeso y la obesidad en los últimos 15 años.

Junto con los resultados de los estudios transversales se han publicado los resultados de los estudios longitudinales de Zaragoza, Bilbao y Barcelona en la publicación «Estudios Españoles de Crecimiento 2010»296. Estos estudios longitudinales han permitido elaborar gráficas diferenciadas según el patrón de maduración en varones y mujeres.

Los estudios comparativos con poblaciones de otros países indican que la población española ha alcanzado la talla de los países desarrollados de Europa y América, aunque siguen observándose diferencias importantes con la población de Países Bajos, Alemania y los Países Nórdicos296.

Como patrones de referencia utilizados a nivel internacional se encuentra la versión de 2000 del estudio de crecimiento del CDC de niños norteamericanos. En Europa se ha elaborado un patrón multicéntrico para niños de 0 a tres años de edad, llamado Euro-Growth 2000. La OMS propuso también unos nuevos patrones de referencia internacionales prescriptivos que describen cómo deberían crecer los niños en condiciones ideales, que construyeron bajo la premisa de que cuando las necesidades de salud y ambientales se cumplen, los niños de todo el mundo crecen de forma similar297. Para la elaboración de las curvas de crecimiento se consideraron los datos de los niños de madres que no fumaran ni antes ni después del parto, de embarazo único y que no hubiera morbilidades significativas que pudieran afectar al crecimiento. Como parte de selección de los lugares para el estudio, se realizaron encuestas para identificar las características socioeconómicas que se podrían utilizar para seleccionar los grupos cuyo crecimiento no estaba limitado por factores ambientales. En cuanto a la alimentación, para la inclusión en el estudio se debía cumplir lo siguiente: 1) lactancia materna exclusiva o predominante al menos los cuatro primeros meses (120 días); 2) introducción de la alimentación complementaria entre los cuatro y seis meses y 3) lactancia materna parcial hasta los 12 meses (365 días).

De los 1743 niños reclutados, 903 (51,8%) completaron el seguimiento. El 75% de los niños fueron amamantados de forma exclusiva o predominante al menos durante cuatro meses, el 99,5% empezó la alimentación complementaria a los seis meses y el 68,3% fue parcialmente amamantado hasta los 12 meses de vida. El grado de cumplimiento variaba con respecto al lugar. Asimismo, era menos probable que las madres que cumplían con los criterios alimentarios trabajaran o fueran primíparas y más probable que hubieran tenido un parto vaginal. El uso de chupete era más prevalente en las no cumplidoras.

Para conseguir un alto nivel de cumplimiento de estos tres criterios es fundamental la consejería en lactancia materna, que era proporcionada por consejeras expertas y se basaba en la ayuda con el inicio de la lactancia materna tras el parto, la prevención y resolución de los problemas con la lactancia materna y el mantenimiento de la lactancia materna exclusiva/predominante los primeros cuatro meses y la lactancia parcial los primeros 12 meses de vida298.

Para las edades de cinco a 19 años, la OMS creó unas nuevas tablas tomando como base los datos del NCHS de 1979, en las que la obesidad era muy poco prevalente y en las que se había alcanzado la talla máxima por el fenómeno de la aceleración secular del crecimiento. En esta misma línea, la GPC de Obesidad Infantojuvenil287 recomienda utilizar las curvas y tablas de crecimiento del estudio semilongitudinal de Hernández et al 1988 para realizar el diagnóstico de sobrepeso y obesidad en la infancia y la adolescencia, puesto que entonces la prevalencia de la obesidad era mucho menor, aun sabiendo que desde que fueron publicadas se ha dado un aumento secular en la talla.

Aunque se trata de patrones y curvas ampliamente utilizados, en realidad no se conoce su sensibilidad, especificidad y valor predictivo, ni cuál es el impacto que tiene su uso sobre los resultados en la salud del niño. Lo que sí se encuentra en la literatura es que según el estándar de crecimiento que se aplique, el número de niños clasificados como de bajo peso, sobrepeso u obesidad varía, lo que puede tener sus implicaciones en la toma de decisiones.

En Francia se describió que las diferencias más importantes al utilizar la curva local o la curva de la OMS se encontraron en los primeros seis meses de vida299.

Los datos de otro estudio longitudinal francés posterior300 observaron las mismas tendencias que las descritas anteriormente, aunque las diferencias eran menos importantes porque la puntuación z variaba entre -0,4 y +0,4, y no entre -0,80 y + 0,80299.

La desvinculación que aparece al principio de la vida entre los valores de referencia franceses y los de la OMS también se observa en estudios realizados en otros países301-302. En el análisis secundario de los datos de un estudio realizado en Nigeria se observó que la introducción de las curvas de la OMS y de las puntuaciones z del peso para la talla podía implicar la inclusión de muchos más niños en el programa de tratamiento de malnutrición aguda severa que con las curvas del NCHS (25754 vs.2989, respectivamente)303, siendo la precisión pronóstica de las gráficas de peso para la talla (en puntuación z o percentiles) de la OMS para la mortalidad por malnutrición mejor que la de la NCHS304.

En otro estudio realizado en Canadá en un centro hospitalario terciario305 se observó que en general los percentiles del peso para la edad eran superiores al utilizar la curva de la OMS como referencia en comparación con la curva del CDC, aunque entre el primer y sexto mes de vida éstos eran más bajos con los estándares de la OMS. En edades más tempranas (menores de seis meses) el número de niños que se situaban por debajo del percentil tres era mayor si se consideraba el estándar de la OMS (19,7% vs. 15,2%), aunque para los niños mayores de seis meses ocurría justo lo contrario (19,1% vs 28,6%).

En cuanto a la longitud, el riesgo de retraso en el crecimiento (por debajo del percentil 3) era mayor si se tenían en cuenta las curvas OMS en todos los casos, siendo el riesgo de sobrepeso u obesidad (≥P85) mayor al utilizar los estándares de la OMS (21.0% vs 16.6%), y menor el de emaciación (<P5) (18,6% vs 23,0%). El IMC para la edad y el peso para la longitud de la OMS presentaban una alta correlación (r2 = 0.83) aunque no eran intercambiables, puesto que en un 9% de todos los niños y en un 16% de los niños de seis meses o menos, los percentiles de ambos parámetros se diferenciaban en más de 25 puntos porcentuales.

En un estudio con niños flamencos de 0 a tres años de edad306 se encontró que la longitud media de los lactantes amamantados se acercaba de forma razonable al patrón estándar de la OMS, aunque no el peso, el IMC o el perímetro craneal, por lo que los autores concluían que la comparación de los lactantes amamantados se ajustaba mejor al patrón local de referencia que a los de la OMS.

En un estudio en el que se compara el ajuste de los datos de dos cohortes del Reino Unido (ALSPAC y GMS) con el patrón de referencia nacional UK 1990 y el de la OMS307, se observa que las dos cohortes se ajustan relativamente bien al patrón nacional. En relación a las curvas de la OMS, los niños del RU presentaban de media un mayor peso al nacer. Hasta los cuatro meses de vida, ambas cohortes eran similares en peso a la mediana de OMS, siendo el riesgo de ser clasificado de bajo peso a los 12 meses menor teniendo en cuenta la curva de la OMS (RR 0,15; IC95% de 0,07 a 0,32), y como obeso a los cuatro o cinco años de edad mayor (RR 1,35; IC95% de 1,02 a 1,78).

En España, concretamente en Aragón, se realizó un estudio que pretendía evaluar las diferencias en la interpretación del peso en una muestra de niños, desde el nacimiento hasta los 18 meses de edad, según se utilizaran los estándares nacionales o los internacionales308. Las mayores diferencias se daban a partir de los seis meses de edad. Los autores concluyeron que en general, las gráficas de la OMS y de Carrascosa-Ferrández eran las que menos niños y niñas dejaban por debajo de los límites de la normalidad. También se observó que las puntuaciones típicas medias de peso variaban según el referente utilizado, y que iban aumentando cuando se comparaban los datos de la muestra con los valores de referencia de la OMS. Con respecto a los valores de referencia de Sobradillo (estudio transversal) y Carrascosa-Ferrández, los valores disminuían de forma progresiva, encontrándose las menores diferencias con los valores de las curvas de Sobradillo (Estudio longitudinal) y EuroGrowth.

En un estudio posterior309, se concluye que para que las curvas españolas actuales puedan servir como patrones de referencia convendría excluir en su elaboración a todos los pacientes con obesidad, ya que de otra manera, podrían llegar a considerarse como estudios meramente descriptivos de una población con una reconocida tendencia al exceso de peso corporal, y por lo tanto, su aplicabilidad clínica quedaría en entredicho.

Consideraciones a tener en cuenta al utilizar las gráficas de la OMS

Todos los autores alertan de la posibilidad de que el mal uso de las curvas de la OMS lleve a la administración innecesaria de suplementos o de leche artificial a lactantes amamantados menores de seis meses.

Para evitarlo, se deben tener en cuenta los siguientes aspectos291:

  1. La monitorización del crecimiento es insuficiente si se utiliza de forma aislada para valorar el estado nutricional y de salud del niño. Previo a las mediciones se debe realizar una valoración clínica, de desarrollo y comportamiento, así como de la alimentación del niño.
  2. Existe un 3% de niños cuyo crecimiento se sitúa por debajo del percentil tres y otro 3% que se sitúa por encima del percentil 97. Estos niños están creciendo perfectamente, solo que se trata de niños que son constitucionalmente pequeños o grandes.
  3. Una medida aislada, y a menudo incluso dos muy próximas en el tiempo, nunca será suficiente para señalar si el niño crece bien o no: sólo puede ser utilizado como alerta, nunca como criterio de toma de decisiones. Sólo los cambios en la velocidad del crecimiento pueden ayudar en la toma de decisiones y para ello es necesario contar con al menos tres mediciones en el niño para poder construir un perfil de desarrollo.
  4. De forma previa a la toma de cualquier decisión, es necesario que los datos del crecimiento se utilicen junto con la valoración clínica, nutricional y de comportamiento del niño. Así, por ejemplo, la medición del peso para la edad sólo puede ser útil en manos de una consultora experta en lactancia materna, que combinará dicha medición con consejos con el manejo de la lactancia materna.

 

Para conseguir una lactancia materna exclusiva durante al menos cuatro meses, en el estudio de la OMS fue necesario un apoyo intensivo por parte de consejeras expertas en lactancia materna que incluía visitas a domicilio a las 24 horas tras el parto, a los siete, 14 y 30 días postparto y de forma mensual hasta los seis meses de vida del niño. Además se proporcionó una línea de 24 horas disponible para todas las madres y visitas a domicilio adicionales cuando se daban problemas con la lactancia materna. En la vida real, la mayoría de las mujeres no cuentan con este apoyo intensivo. Asimismo, incluso con ese apoyo intensivo, en el estudio de la OMS no se consiguió que todos los niños inicialmente reclutados fueran amamantados de forma exclusiva o predominante al menos los primeros cuatro meses de vida. Por ello, el apoyo a la lactancia materna es crucial, y se necesitan esfuerzos intensivos para mantener la lactancia materna exclusiva hasta los cuatro o seis meses de vida del niño291.

En un ECA cruzado realizado en Malawi310 se encontró que cuando se utilizaban las curvas de la OMS con respecto a las del NCHS, aumentaba tanto la preocupación de los profesionales sanitarios (aOR 4,4; IC95% de 2,4 a 8,1), como el porcentaje de derivaciones (OR 5,1; IC95% de 2,4 a 10,8) y la administración de consejos alimentarios que podían llevar a la interrupción de la lactancia materna exclusiva (OR 2,4; IC95% de 1,2 a 4,9). Por ello, los autores concluyen que el uso de las curvas de la OMS podría aumentar las derivaciones inapropiadas y debilitar las ya bajas tasas de lactancia materna exclusiva existentes, y que para prevenirlo tanto las guías como los cursos de capacitación en el uso de estas gráficas deberían enfatizar la importancia de tener en cuenta a la hora de interpretar los resultados la tendencia del crecimiento, la idoneidad de la lactancia materna y el estado clínico del niño.

Como complemento a las curvas estándares de crecimiento de la OMS, se ha desarrollado un proyecto internacional para cubrir la parte fetal y de recién nacidos que no incluida en las curvas de la OMS (INTERGROWTH-21st). El consorcio implementó tres estudios que incluyeron datos relacionados con la salud, crecimiento y la nutrición desde el embarazo hasta las primeras etapas de la infancia de unas 60.000 mujeres y recién nacidos en cinco continentescontinentes. https://intergrowth21.tghn.org/.

Resumen de la evidencia

No existen estudios que analicen cómo afecta el uso de una u otra curva al manejo del niño y su efecto sobre su salud y el éxito de la lactancia materna.
Sí existen estudios que analizan las posibles implicaciones de utilizar las curvas de la OMS en comparación con otros patrones utilizados hasta la fecha299-308.

De la Evidencia a la recomendación

Los aspectos que han determinado la fuerza y dirección de las recomendaciones han sido los siguientes:

  1. La calidad global de la evidencia: los estudios identificados analizan las posibles implicaciones de utilizar las curvas de la OMS en comparación con otros patrones utilizados hasta la fecha.
    Lo que no se conoce es cómo afecta el uso de una u otra curva al manejo del niño y si tiene efecto sobre su salud y el éxito de la lactancia materna.
    Los efectos deseados de la utilización de las curvas de la OMS versus los patrones locales dependerán de la realización de una interpretación adecuada de los resultados y de las intervenciones que se realicen una vez identificados los niños en riesgo.
  2. El balance entre beneficios y riesgos probablemente favorece la opción.
  3. Utilización de recursos: los recursos que se requieren no son probablemente bajos. La mayoría de los países que han adoptado las curvas de la OMS (83%) han tenido que rediseñar las cartillas de salud infantil para incluir las nuevas gráficas (de Onis, 2012).
  4. Equidad: el impacto en las desigualdades en salud varía. Dependerá de cuáles sean las diferencias en el manejo que suponga la clasificación de los niños según estas curvas, si se produce la introducción de alimentación complementaria antes de tiempo o si se aumenta el riesgo de obesidad infantil por el uso de las gráficas que la estén infraestimando.
  5. Aceptabilidad: la aceptabilidad de la opción por parte de todos los grupos de interés varía.
  6. Factibilidad: probablemente, la implementación de la opción es factible.

 

Por tanto, aunque los estudios locales son muy útiles para conocer la situación de un entorno determinado, su utilización como patrón comparativo no es deseable, puesto que los datos estadísticos obtenidos dependen de la situación nutricional de la población estudiada. Si utilizamos patrones en países que presentan una alta prevalencia de desnutrición, ésta se verá infravalorada; por el contrario, en países en los que la prevalencia de sobrepeso y obesidad es alta, lo que se verá infraestimada será la prevalencia de sobrepeso y obesidad.

El peso debería compararse junto con la talla del niño, para evitar una mala interpretación de los datos. Por otro lado, si se identifica un problema potencial, se debería acompañar de una valoración de la clínica y la alimentación del niño.

Recomendaciones

Se deberían utilizar las curvas de la OMS para realizar el seguimiento del crecimiento del lactante, así como los puntos de corte establecidos por las mismas, puesto que son las únicas curvas que muestran cuál debería de ser el crecimiento de un niño en condiciones óptimas.
Se deberían recoger que al menos se recojan el peso para la edad y la relación longitud/peso.

Consideraciones para la implementación

  • La monitorización del crecimiento se debe realizar en el contexto general de la valoración clínica del lactante y de la evaluación de la lactancia materna.
  • Los profesionales deben recibir formación para saber interpretar estas curvas de forma adecuada.

Bibliografía  10. Seguimiento del lactante amamantado

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