En
5. Prácticas que influyen en la lactancia materna

Pregunta para responder

  • ¿Cómo pueden colocarse la madre y el recién nacido para facilitar el amamantamiento?
  • ¿Cuál es la postura más eficaz para amamantar?
  • ¿Es eficaz y seguro el colecho en las madres que amamantan para facilitar el buen inicio y el mantenimiento de la lactancia materna?
  • ¿Cómo afecta la restricción de las tomas de pecho nocturnas en la instauración y duración de la lactancia materna?
  • ¿Se debería evitar el uso de chupete en las primeras semanas para favorecer la instauración de la lactancia materna?

5.1. Colocación y posturas para amamantar

La postura de la madre y la colocación del lactante al pecho han sido objeto de todo tipo de recomendaciones, algunas contradictorias entre sí. Aunque es bien sabido que lo realmente importante es la relación entre la boca del lactante, el pezón y la areola maternas, identificar las posturas que pueden favorecer que el lactante se agarre adecuadamente al pecho de su madre permitirá a los profesionales ofrecer una ayuda más eficaz.

  • ¿Cómo pueden colocarse la madre y el recién nacido para facilitar el amamantamiento?

Evidencia científica

La GPC de NICE5 recoge, entre otros, la evidencia de la Internacional Lactation Consultant Association (ILCA)95, un estudio de cohortes96 y dos revisiones narrativas97;98. Describe que la madre debe apoyar la espalda de modo adecuado y apoyar los pies en el suelo (se pueden usar almohadas o reposapiés para mayor comodidad) y llevar al lactante al pecho. Debe mantener al lactante pegado a su cuerpo y sujetarle la espalda y la cabeza. Es importante que la cabeza esté alineada con el cuello, que la nariz esté a la altura del pezón y que la boca esté bien abierta, tanto para el agarre como durante la toma (barbilla hacia el pecho). Si es necesario la madre puede sostener su pecho por debajo con la mano, teniendo en cuenta que la mano o los dedos deben estar detrás de la areola y no interferir con el agarre del lactante al pecho. La toma debe de ser cómoda y ha de sentirse una deglución audible. Ambos deben de estar relajados. En caso contrario se recomienda interrumpir la succión (la madre puede deslizar un dedo en la boca del lactante) e intentarlo de nuevo.

La GPC de la PSBC67 recoge las recomendaciones del documento Baby´s Best Chance99 y destaca la importancia de adoptar una posición cómoda y un adecuado soporte del cuerpo durante la toma, promover el CPP durante la misma y mantener al recién nacido cerca «barriga con barriga», sujetándole la cabeza y los hombros para mantenerlos al nivel del pecho, con la nariz a la altura del pezón de la madre. La cabeza puede inclinarse ligeramente hacia atrás, sin estar hiperextendida, evitando presión sobre la parte posterior de la cabeza. La madre puede sostener su pecho por debajo con la mano, sobre todo si la mama es grande, teniendo en cuenta que la mano o los dedos deben estar detrás de la areola y no interferir con el agarre del lactante al pecho.

Por su parte la OMS100 concluye que lo importante es que la cabeza y el cuerpo del lactante están alineados; que el lactante esté en contacto con el cuerpo de la madre y sujeto por la cabeza y el cuello y que se acerca al pecho, estando la nariz a la altura del pezón.

No se ha localizado ninguna RS al respecto.

Se han encontrado cinco estudios101;105 que describen cuál debe ser la posición del cuerpo del lactante en relación a la de la madre para realizar un agarre correcto y su impacto en el inicio y mantenimiento de la lactancia materna. Los estudios no han podido incluirse en la tabla GRADE, por lo que los resultados se describen de modo descriptivo.

En cuanto a la duración de la lactancia materna, un estudio descriptivo104 (n=570) concluye que una mala posición y un mal agarre se asociaban con una menor duración de la lactancia materna. Sin embargo estos resultados no son significativos cuando se ajusta por la presencia de otros problemas (daño en los pezones, conductos bloqueados y mastitis) (HRa 1,03; IC95% de 0,86 a 1,25). De modo similar, en otro estudio101 (n=220) se observó que una posición incorrecta a los 30 días posparto (según los criterios de la OMS) se asociaba con una menor tasa de lactancia materna a los seis meses, pero estas diferencias no son significativas cuando se ajusta por el resto de variables (HRa 1,01; IC95% de 0,86 a 1,18). Por el contrario en un estudio transversal102 (n=77), se observa que la tasa de lactancia materna exclusiva a los cuatro meses es significativamente más baja en las díadas que tienen una posición incorrecta (p=0,06) (según los criterios de la OMS).

Calidad
baja
Calidad
baja
Calidad
muy baja

Una posición incorrecta también parece influir en la aparición de complicaciones en las mamas. En un estudio transversal105 (n=192) se observó que los problemas en las mamas, tales como grietas en los pezones y mastitis, estaban asociados a una mala posición (según los criterios de la OMS) (57,1%, p=0,0002) y un mal agarre (71,4%; p=0,0006). Asimismo, un estudio prospectivo104 (n=570) encontró que una posición inadecuada («¿está el lactante colocado barriga con barriga con la madre?; ¿están el cuello y la cabeza del lactante alineados?») contribuía a la aparición temprana de problemas relacionados con la lactancia, incluyendo mal agarre, daño en los pezones, conductos bloqueados y mastitis (p<0,001).

Calidad
baja

Un estudio transversal103 (n=99) con lactantes de hasta seis meses de edad, evaluó cómo influía mantener un posición inadecuada en los problemas con la lactancia materna. En este estudio se definió la «posición inadecuada» con los siguientes criterios: cuello del lactante torcido o inclinado hacia delante, con su cuerpo mirando hacia el techo sin estar «barriga con barriga» y sujeto únicamente por cabeza u hombros. Se observó que la mitad de los lactantes tenían algún tipo de problema relacionado con la lactancia (menos de ocho tomas en 24h, uso de suplementos o bajo peso para su edad). De estos lactantes con problemas, el 31,4% tenían el cuello torcido, el 27,4% estaban sujetos únicamente por la cabeza o los hombros, el 25,5% tenían el cuerpo girado y en el 5,9% el cuerpo de madre y lactante estaban separados.

Calidad
muy baja

Resumen de la evidencia

Calidad
muy baja
En cuanto a la posición correcta versus la incorrecta, González-Rodríguez106 describe que cuando el lactante no mama en posición correcta, no puede extraer la leche del final, y se producen lo que denomina «síndrome de la posición inadecuada». La madre experimenta dolor en los pezones y grietas, debido a que el lactante ejerce presión mantenida sobre una pequeña superficie, y también pueden darse ingurgitación, inflamación o incluso mastitis, dado que el pecho no se vacía. Además notará fuertes y repetidos reflejos de eyección (apoyos), debido a que la secreción de oxitocina aumenta para expulsar la leche que el lactante no puede tomar activamente. El lactante hace tomas largas (>30 minutos) y no suelta el pecho espontáneamente, ya que no consigue extraer la leche final. Pide el pecho con gran frecuencia (raramente «aguanta» >2 h.) y se muestra nervioso, intranquilo y llorón, e incluso «se pelea con el pecho», dado que está hambriento y frustrado al no obtener la leche que espera. Es frecuente que regurgite o vomite debido a que toma gran cantidad de leche pobre en grasas. En general la ganancia de peso es escasa, dado que la ingesta calórica es insuficiente.
  • ¿Cuál es la postura más eficaz para amamantar?

Evidencia científica

La GPC de NICE5 no encuentra estudios que evalúen una postura específica.

La GPC del PSBC67 resume las posturas clásicas para amamantar, aunque no hace recomendaciones a favor de una postura determinada:

  • Posición sentada: cuna, cuna cruzada o fútbol:
    • La madre se sienta erguida con la espalda apoyada, y acerca al lactante al pecho (en lugar de inclinarse hacia el lactante). Se pueden usar almohadas o reposapiés para mayor comodidad y para elevar al niño al nivel del pecho de la madre.
    • La madre sujeta los hombros y la espalda del lactante con el brazo y la mano, sosteniendo el cuello.
  • Posición tumbada:
    • La madre y el lactante están tumbados en la cama uno frente al otro. La madre puede colocar una almohada para la cabeza, detrás de la espalda o entre las piernas
    • Mantener al lactante cerca, con la posición de cuello y cabeza descrita anteriormente.

En cuanto a las cesáreas, la guía NICE recomienda ofrecer apoyo adicional a las madres que han tenido parto por cesárea, ya que pueden necesitar ayuda con la colocación del recién nacido para proteger la cicatriz (Recomendación de grado D).

Además de las posturas clásicas descritas en la guía de la PSBC, algunos autores hacen referencia a la postura de «afianzamiento espontáneo» (ver Anexo 3).

Chistina Smillie acuña el término «amamantamiento dirigido por el lactante» («baby-led breastfeeding»), partiendo de la idea de que los lactantes están programados para encontrar el pecho por sí mismos. Kittie Frantz, basándose en la experiencia de Smillie, lo denomina «afianzamiento espontáneo» y Suzanne Colson107-112 establece el concepto de «amamantamiento en posición de crianza biológica®» («biological nurturing®») para describir la secuencia en la que tiene lugar el amamantamiento cuando se permite al lactante acceder al pecho para amamantarse de modo activo. En todos los casos es el lactante el que dirige la búsqueda y el agarre al pecho, mientras la madre con su posición semi-reclinada favorece los movimientos del lactante.

En la búsqueda de RS no se ha identificado ningún estudio que aborde cuáles son las posturas más eficaces para amamantar. En la búsqueda de estudios individuales se han identificado un ECA113, tres estudios descriptivos110;114;115 y un informe de casos116 en relación a la postura de afianzamiento espontáneo. No se ha encontrado ningún estudio que comparase las diferentes posturas tradicionales. Los estudios no han podido incluirse en la tabla GRADE, por lo que los resultados se describen de modo descriptivo.

En relación al agarre correcto son clásicos los trabajos de Smillie, Frantz y Colson, aunque se trata únicamente de estudios descriptivos que no evalúan los posibles beneficios que puede tener en la lactancia a corto o largo plazo.

Calidad
muy baja

Smillie114 y Frantz115 realizan observaciones a través de grabaciones en video con lactantes de edades entre seis días y tres meses, algunos de ellos prematuros y otros a los que solo se había alimentado con biberón, con y sin problemas con la lactancia. Según ambas, situando a la madre desnuda de cintura para arriba y reclinada en un lugar cómodo, colocando al lactante en CPP en decúbito prono y en vertical sobre el tórax de la madre a la altura de los pechos, cuando el lactante desea mamar y está preparado (lo cual puede ocurrir inmediatamente o al cabo de un rato) se moverá hacia el pecho. El roce de la mejilla con el pecho desencadena el reflejo de búsqueda (comenzará a mover la cabeza a ambos lados) hasta que su nariz se encuentre a la altura del pezón de la madre. Una vez situado con la barbilla tocando el pecho, echará su cabeza hacia atrás, abrirá la boca y se agarrará correctamente al pecho. A la madre se la anima a acariciar y sujetar al lactante de modo que se encuentre seguro, evitando forzar la colocación del pecho en la boca del lactante.

De modo similar, en otro estudio llevado a cabo por Colson110 con 40 díadas de madres con recién nacidos a término sanos, se realizaron grabaciones en video de las tomas, tanto en el hospital como en casa, durante el primer mes posparto. Se observó un mayor desencadenamiento de reflejos primitivos neonatales cuando los lactantes estaban en posición de crianza biológica® (la madre reclinada en un ángulo de unos 45º) que cuando la madre estaba sentada (ángulo mayor de 65º) o tumbada en decúbito lateral (ángulo entre 0º-15º) (p=0,0005). Estos reflejos primitivos desencadenados fueron efectivos para encontrar el pecho.

De modo similar, un informe de casos116 describe la experiencia de tres diadas madre-lactante con problemas de agarre. Estas madres colocan a sus recién nacidos a término desnudos en CPP sobre su abdomen durante una hora, y se observa cómo en los tres casos los lactantes consiguen engancharse por sí mismos al pecho de modo eficaz.

En un ECA reciente113 se evaluó el efecto del CPP en lactantes de entre una y 16 semanas con problemas de agarre severos. Las madres del grupo intervención se colocaron en posición semi-reclinada con el recién nacido desnudo en CPP, permitiendo que éste se dirigiera al pecho por sí mismo, mientras que en el grupo control madre y lactante se encontraban vestidos y en la posición habitual de amamantamiento. No se encontraron diferencias significativas entre ambos grupos en relación al número de lactantes que consiguieron realizar el agarre correcto de modo regular (75% vs. 85%, p=0,217), aunque los lactantes del grupo que realizó CPP con agarre espontáneo lo consiguió significativamente antes (dos vs. cuatro semanas p=0,020).

Calidad
moderada

Los autores tampoco encontraron diferencias significativas en la tasa de lactancia materna exclusiva tras la intervención entre los lactantes que comenzaron a engancharse y succionar (63% vs. 58%; p=0,685) ni tampoco en la tasa de lactancia materna a los cuatro meses de la intervención (73% vs. 63%; p=0,284).

Calidad
baja
Calidad
moderada

En cuanto a la satisfacción materna, las madres del grupo intervención obtuvieron una puntuación media significativamente más alta en la «Breasfeeding Emotional Scale» (69,2 (DE 1,68) vs. 62,4 (DE 2,44); p=0,022). Además estas madres manifestaron significativamente menos molestias en las mamas (dolor), que las madres del grupo control (mediana: 1,0, IQ de 1,0 a 1,0 vs. 1,0; IQ de 1,0 a 2,0; p=0,044).

Calidad
baja
Calidad
moderada

Resumen de la evidencia

Calidad
muy baja
El Comité de Lactancia de la Asociación Española de Pediatría refiere que la postura de crianza biológica es especialmente adecuada durante los primeros días y cuando existe algún problema de agarre (dolor, grietas, rechazo del pecho…), aunque se puede realizar en cualquier momento. En cuanto a la postura acostada, es muy cómoda para las tomas nocturnas y también en los primeros días, aunque suele ser más incómoda y menos eficaz que la posición de crianza biológica. Por el contrario las posturas sentadas son más utilizadas pasados los primeros días, cuando la madre tiene más movilidad y seguridad con el recién nacido. Además señala que la postura de caballito puede ayudar en casos de grietas y en lactantes con reflujo gastroesofágico importante.
GPC No hay estudios que comparen las diferentes posturas, pero las GPC y el grupo de expertos en lactancia sugieren que:

    • las posturas cuna-cruzada y fútbol son útiles al principio hasta que ambos aprenden a hacer el agarre, y también cuando existe dolor de pezón o grietas;
    • la postura de cuna es habitual después de las primeras semanas;
    • la postura tumbada es útil para las tomas nocturnas.

La evidencia indica que aunque existe una variedad de posturas, lo importante es observar que el cuerpo del lactante y la madre estén juntos y que la cabeza y cuello del bebé estén alineados. Se puede optar por una u otra postura en función de la prefencia de la madre, aunque la evidencia sugiere que la postura de afianzamiento espontáneo del bebé al pecho puede ser útil para prevenir y tratar problemas relacionados con la lactancia, como mal agarre y dolor.

De la evidencia a la recomendación

Los aspectos que han determinado la fuerza y dirección de las recomendaciones, teniendo en cuenta las siguientes comparaciones: C1: Posición correcta vs. posición incorrecta; C2: Postura afianzamiento espontáneo vs. posturas tradicionales y C3: Posturas tradicionales vs. posturas tradicionales, han sido los siguientes:

  1. La calidad global de la evidencia es:
    • C1: Muy baja
    • C2: Muy baja
    • C3: No se incluyen estudios.
  2. El balance entre beneficios y riesgos: el balance entre los efectos deseados y no deseados favorece la opción en todos los casos.
  3. Utilización de recursos: los recursos que se requieren son bajos en todos los casos.
  4. Equidad: las desigualdades reducirían en todos los casos.
  5. Aceptabilidad: la opción es probablemente aceptable por todos los grupos de interés.
  6. Factibilidad: la implementación de la opción es probablemente factible.

Por lo tanto se considera que aunque haya escasa evidencia que indique qué postura es la más adecuada, parece que la postura de afianzamiento espontáneo ayuda a prevenir el dolor. La experiencia clínica indica igualmente que la postura rugby es útil cuando existen problemas. Por el contrario sí que existe evidencia que indica que lo importante es que el agarre se haga de modo adecuado, siendo importante que los profesionales expliquen a la madre los signos de un buen agarre y la ayuden con la postura del recién nacidos si es preciso.

Recomendaciones

Los profesionales deberían ayudar a las madres a encontrar la postura en la que se encuentren más cómodas y tengan menos problemas con el amamantamiento.
Débil Se sugiere utilizar la postura de afianzamiento espontáneo, también denominada «postura de crianza biológica»® (madre semi-reclinada, recién nacido colocado en prono sobre su cuerpo) que facilita que se pongan en marcha conductas instintivas en la madre y el recién nacido y favorece el agarre espontáneo al pecho materno, especialmente durante los primeros días y si se presentan dificultades con la lactancia.
Independientemente de la postura elegida, madre y recién nacido deberían estar en estrecho contacto, con la cabeza y el cuerpo del recién nacido bien alineados, con la nariz a la altura del pezón, evitando posturas que obliguen a mantener el cuello girado o flexionado durante la toma.
Ofrecer ayuda con la colocación a las madres que tras un parto por cesárea puedan tener más dificultades para encontrar una postura cómoda.

Consideraciones para la implementación

  • Los profesionales deben ser capaces de identificar si el agarre del lactante al pecho es adecuado o no y ayudar a las madres que lo necesiten a mejorar la postura de amamantamiento para conseguir un buen agarre y una succión eficaz, lo que requiere una formación continuada en consejería y técnica de lactancia.

5.2. Colecho en las madres que amamantan

  • ¿Es eficaz y seguro el colecho en las madres que amamantan para facilitar el buen inicio y el mantenimiento de la lactancia materna?

La separación de los recién nacidos de sus madres y el alojamiento en nidos en las maternidades han sido identificadas como prácticas inadecuadas porque suponen un obstáculo para el inicio y el éxito de la lactancia materna. Actualmente, en la mayoría de los hospitales los recién nacidos no son separados y permanecen durante su estancia hospitalaria en una cuna junto a la cama de la madre, lo que ha supuesto un avance muy importante. Pero, como más recientemente se está sugiriendo que el colecho favorece la lactancia materna, interesa conocer si su práctica puede ayudar a la instauración de la lactancia y a su mantenimiento y si es segura, tanto en el medio hospitalario como en el hogar.

Evidencia científica

La guía de NICE5 recomienda aconsejar a los padres que nunca se duerman en un sofá con sus hijos y que se les debería advertir del aumento del riesgo de muerte súbita si éstos deciden compartir la cama con su hijo, sobre todo si éste tiene menos de 11 semanas de vida o si alguno de los padres es fumador, ha bebido alcohol, ha tomado medicación para el sueño o está extenuado.

La guía de la PSBC117 recomienda que niños y padres/cuidadores deberían dormir cerca en la misma habitación (en una superficie separada segura) durante los primeros seis meses, y en el caso en que los padres decidan compartir la misma superficie para dormir, se debería proporcionar una serie de consejos de seguridad a los padres, como colocar al niño sobre su espalda para dormir, no fumar o tener un colchón firme y plano entre otros, para reducir los riesgos para el niño.

En el documento sobre Cuidados en el Nacimiento118 se hacen una serie de recomendaciones para practicar un colecho seguro, que son: posición supina del niño, superficie plana y firme, no cubrir la cabeza del niño, no con madre fumadora ni que ingiera medicamentos que alteren el nivel de conciencia o alcohol.

Las RS identificadas indican que el colecho se asocia con mayores tasas de lactancia materna a las cuatro semanas119 y que aumenta el riesgo de Síndrome de Muerte Súbita del Lactante (SMSL)119-121, aunque la lactancia materna también se asocia con la disminución del riesgo de SMSL122.

5.2.1. Colecho en la maternidad

Ninguna de las revisiones identificadas habla del colecho en la maternidad y su efecto sobre el inicio de la lactancia materna, por lo que para responder a esta pregunta se han utilizado los datos de dos ECA individuales123;124, que ya han sido incluidos en la actualización de la guía NICE5.

En el primer ECA123 los autores determinan si la proximidad de la madre y el niño a la hora de dormir afecta al inicio de la lactancia materna y la seguridad del niño. Para ello, los autores incluyen 64 diadas madre-hijo y los asignan de forma aleatoria a tres grupos según el lugar en el que iban a dormir los niños: 1) en la cama de la madre con barreras protectoras, 2) en cunas sidecar pegadas a la cama de la madre o 3) en cunas individuales cerca de la cama de la madre.

Tras dos noches de grabación nocturna durante períodos de observación estandarizados de cuatro horas, los autores observan que en los grupos en los que los niños duermen en cama o cuna sidecar se da una mayor frecuencia de tomas por hora (tanto intentos como tomas buenas) que en el grupo de lactantes que duermen en cunas individuales (2,56 tomas más en cama que en cuna individual (IC95% de 0,72 a 4,41) y 2,52 tomas más en cuna sidecar que en cuna individual (IC95% de 0,82 a 4,17), y que no hay diferencia en la frecuencia de tomas entre los que duermen en cama o cuna sidecar. Asimismo, la proporción de tiempo que los niños se exponían a situaciones potencialmente peligrosas era mayor para los niños que dormían en la cama con la madre que los que dormían en cunas sidecar (DM 1,08; IC95% de 0,06 a 2,10). En cambio, no hubo diferencias entre los que dormían en cuna sidecar o en cunas individuales.

Calidad
moderada
Calidad
moderada

No se observaron diferencias significativas en la duración del sueño de la madre o el niño, así como en la puntuación materna de satisfacción postnatal, aunque la diferencia era casi de medio punto entre los que tuvieron cunas sidecar frente al grupo en el que los recién nacidos dormían en cunas individuales.


Calidad
moderada

El segundo estudio124 evaluaba el uso de cunas sidecar en las maternidades y su efecto en la duración de la lactancia materna. Se aleatorizaron 1.204 mujeres embarazadas con intención de amamantar en dos grupos según el lugar en el que iban a dormir los niños (cunas sidecar (n=601) o cunas individuales (n=603). Mediante llamada telefónica a las 26 semanas tras dar a luz, se preguntó a las madres por la duración de cualquier tipo de lactancia materna y de lactancia materna exclusiva. Se obtuvieron los datos de 870 de las 1204 madres que fueron incluidas inicialmente (433 del grupo intervención y 437 del grupo control), y tras ajustar por edad de la madre, nivel de educación, si había amamantado anteriormente y el tipo de parto no se encontró diferencia en la duración de la lactancia materna. Además, se encontró que el colecho en el hogar no era más frecuente en las madres que utilizaron la cuna sidecar en el hospital (67% vs 64%). Por lo tanto, se concluye que mientras que el uso de cunas sidecar puede facilitar el inicio de la lactancia materna, no parece que influya sobre la duración de la misma o sobre la práctica del colecho en el hogar.

Calidad
moderada

Resumen de la evidencia

Calidad
moderada
El colecho en la maternidad aumenta el número de tomas (tanto si la madre comparte la cama con el recién nacido como si se utiliza la cuna sidecar) en comparación a la utilización de cuna individual. La cuna sidecar es más segura que la cama de la madre para realizar el colecho, ya que el bebé se expone durante menos tiempo a situaciones potencialmente peligrosas123;124. En cuanto al riesgo de muerte súbita del lactante, se ha descrito que el colecho se asocia a un mayor riesgo de síndrome de muerte súbita del lactante120, aunque los estudios son de muy baja calidad y no se ha analizado la interacción de la lactancia materna con el colecho y su asociación con la muerte súbita del lactante. Además, se ha descrito que la lactancia materna se asocia con un menor riesgo del síndrome de muerte súbita del lactante122 y que el colecho se asocia con una mayor duración de la lactancia materna125;126.

De la Evidencia a la recomendación

Teniendo en cuenta las siguientes comparaciones: C1: Cama vs. cuna individual; C2: Cuna sidecar vs. cuna individual; C3: Cama vs. cuna sidecar, los aspectos que han determinado fuerza y dirección de las recomendaciones han sido los siguientes:

  1. La calidad global de la evidencia es:
    • C1: Moderada
    • C2: Moderada
    • C3: Moderada
  2. El balance entre beneficios y riesgos:
    • C1: probablemente el balance entre beneficios y riesgos favorece la opción
    • C2: probablemente el balance entre beneficios y riesgos favorece la opción
    • C3: no se sabe si el balance entre beneficios y riesgos favorece la opción
  3. Utilización de recursos: para la comparación C3, los recursos dependerán de la necesidad de comprar cunas sidecar que además tuvieran la posibilidad de cerrar el lateral abierto y de ser utilizadas para el transporte del recién nacido por el hospital (unos 200 euros por cuna), así como de la disponibilidad de camas que posibiliten las condiciones para un colecho seguro.
  4. Equidad: el impacto de las desigualdades en salud reduciría si se aplicaran las comparaciones C1 y C2.
  5. Aceptabilidad: se cree que todas las madres que amamantan pueden querer compatir la cama con el recién nacido en la maternidad. A ese respecto, puede que la opinión de los profesionales sanitarios varíe.
  6. Factibilidad: la práctica de colecho en las maternidades dependerá de la disponibilidad de camas que ofrezcan la posibilidad de utilizar cunas sidecar o de camas cuyas características permitan realizar un colecho seguro.

Por lo tanto se considera que la práctica del colecho puede facilitar el inicio de la lactancia materna. Por ello se recomienda, aunque de forma débil, el colecho como práctica que puede favorecer el inicio e instauración de la lactancia materna.

Sin embargo, debido al posible riesgo que supone para el lactante dormir en la misma cama que la madre, y teniendo en cuenta además que las camas que se encuentran en las maternidades pueden ser estrechas, se recomienda informar siempre sobre las condiciones que deben darse para favorecer un colecho seguro. Las cunas sidecar podrían ser una alternativa más segura. Sin embargo, aunque su precio sería asumible por los hospitales, existe un problema de seguridad cuando la maternidad cuenta sólo con camas articuladas, puesto que si por cualquier motivo se activara el mecanismo de la cama cuando la cuna sidecar está adosada a la misma, podría ocasionar la caída de la cuna y del lactante. Este problema no ha sido solucionado todavía por el fabricante, por lo que para que una maternidad pueda utilizar este tipo de cunas debe contar con camas no articuladas que permitan un acoplamiento seguro de la cuna a la cama.

Recomendaciones

Débil Se sugiere el colecho en la maternidad como una práctica que favorece el buen inicio de la lactancia materna, siempre y cuando se mantengan las condiciones que favorecen un colecho seguro.
Ofrecer a todos los padres información de manera sistemática sobre las condiciones que favorecen un colecho seguro (ver Anexo 4).
Las maternidades deberían considerar la utilización camas en las que pueda practicarse un colecho seguro.

Consideraciones para la implementación

  • Las maternidades que consideran utilizar cunas sidecar para facilitar el inicio de la lactancia materna deben disponer de camas no articuladas y escoger aquellas cunas que mejor se adapten a su organización.

5.2.2. Colecho en el hogar

Las revisiones sistemáticas que se han identificado describen la asociación entre el colecho y el aumento del riesgo del SMSL119-121, la asociación entre la lactancia materna y la disminución del SMSL122, así como la asociación entre el colecho y el aumento de la tasa de lactancia materna a las cuatro semanas de vida119. De las tres revisiones sobre la asociación entre el colecho y el SMSL se han utilizado los datos de las revisiones de Vennemann120 y Daas119. Para el efecto del colecho sobre la lactancia materna, no se ha utilizado el metanálisis de Daas119 pero sí los resultados de un estudio longitudinal incluido en dicho metanálisis125 y otro estudio longitudinal posterior126 que estudia la asociación entre colecho y duración de la lactancia materna.

En relación a la asociación entre el colecho y la duración de la lactancia materna aunque los dos estudios incluidos125;126 señalan que existe una asociación entre ambos, no está claro si es la práctica del colecho la que se asocia con una mayor duración de la lactancia materna o si son las madres que amamantan a sus hijos las que deciden posteriormente compartir la cama con el niño.

El estudio de Blair125, en el que se definió por colecho que el niño pasara de forma habitual parte del sueño nocturno en la misma cama que el adulto, encontró que tanto el colecho tardío (a partir de los 12 meses), como el colecho temprano y el colecho continuo se asociaban con mayores tasas de lactancia materna a los 12 meses (OR 1,72; IC95% de 1,36 a 2,18, OR 2,36; IC95% de 1,87 a 2,97, OR 5,29; IC95% de 4,05 a 6,91, respectivamente).

En un estudio posterior126 se definía por colecho que la madre estuviera tumbada y durmiera con el niño en la misma cama o en otra superficie (excluyendo cunas sidecar) durante el sueño nocturno o durante el período de sueño principal. Para definir el grado de colecho, los autores contabilizaron el número de veces que la madre señalaba haber compartido la cama en los siete puntos temporales en los que se medía la exposición, lo que permitió definir cuatro grupos de exposición al colecho: no colecho (0 puntos), colecho excepcional (1 o 2 puntos), colecho moderado (de 3 a cuatro puntos) y colecho frecuente (de 5 a 7 puntos).


Calidad
muy baja

En este estudio se observó que el aumento de un nivel en la puntuación acumulada de colecho entre las madres que inician el colecho en la misma edad del niño, el riesgo de cese de cualquier tipo de lactancia materna a los 12 meses se reducía en un 15,5% (HR 0,85; IC95% de 0,79 a 0,90), aunque el riesgo no disminuía de forma significativa para el cese de la lactancia exclusiva a los seis meses. En otro estudio observacional127 se observó que aquellos niños que a los tres meses estaban con lactancia materna y compartían la cama con la madre, la Razón de Prevalencia (RP) de seguir con lactancia materna a los 12 meses era de 0,75 (IC 95% de 0,69 a 0,81).


Calidad
muy baja

En cuanto a la relación entre el colecho y el número y duración de las tomas nocturnas, estudios como el de Mckenna128 demuestran que los niños que comparten la cama con la madre de forma habitual con sus madres son amamantados con mayor frecuencia y que la duración total de los episodios de lactancia también es mayor. El hallazgo más importante señala que para los niños que comparten la cama con la madre de forma habitual en el hogar, el tiempo que son amamantados durante la noche del estudio en colecho con sus madres es tres veces mayor que el de los niños que duermen solos de forma habitual y en la noche del estudio que duermen solos.


Calidad
baja

En cuanto a la muerte súbita del lactante, según el metaanálisis de Vennemann120 cuando hubo colecho la noche en la que el lactante murió el OR para el SMSL era de 2,89 (IC95% de 1,99 a 4,18). Asimismo, en un análisis de subgrupos, los autores encontraron que cuando el colecho era una práctica habitual no se asociaba de forma significativa con la muerte súbita del lactante (OR de 1,42; IC 95% de 0,85 a 2,38), aunque este resultado no se confirma en el metaanálisis posterior de Das RR119. En cuanto a la edad del niño, este metaanálisis señala que el OR de muerte súbita en niños menores de 12 semanas que compartían la cama con la madre era de 10,37 (IC95% de 4,44 a 24,21) frente al OR de 1,02 (IC95% de 0,49 a 2,12) en niños mayores de 12 semanas120. Sin embargo, en un artículo publicado en 2013121 en el que se combinan los datos individuales de dos estudios casos control realizados en Inglaterra, se encuentra que cuando no existían factores de riesgo (colecho en cama, sin consumo de alcohol ni tabaco) el riesgo de muerte súbita no es significativo, no encontrando además mayor riesgo de muerte súbita en niños que tenían menos de tres meses de edad (OR de 1,6; IC95% de 0,96 a 2,7).

Calidad
muy baja
Por otro lado, el metanálisis de Hauck122 describe que la lactancia materna se asocia con un menor riesgo de síndrome de muerte súbita del lactante, siendo este OR de 0,27 (IC95% de 0,24 a 0,31) cuando se trata de lactancia materna exclusiva, lo que señala la necesidad de saber si en realidad existe interacción entre la lactancia materna y el colecho y cómo afecta esto al riesgo del SMSL.

De hecho, se ha descrito en la literatura129 que el comportamiento de las madres que amamantan cuando comparten la cama con sus hijos es diferente al comportamiento de aquellas que no amamantan. En un estudio en el que participaron 20 familias se filmó durante tres días el comportamiento de las madres y los niños cuando compartían la cama en sus casas.

Las madres que amamantaban a sus hijos colocaban al niño en posición lateral y con la cabeza más cerca del pecho de la madre, mientras que las madres que no amamantaban lo colocaban en posición supina y con la cabeza más cerca de la almohada y de la cabeza de los padres. La frecuencia de la alimentación y su duración también era diferente, al igual que los despertares sincronizados, más frecuentes en las diadas de madres y niños amamantados. Por ello, los autores indican que los estudios casos-control que evalúan el riesgo del lactante cuando comparte la cama con su madre deberían tener en cuenta estas diferencias en el comportamiento.

Resumen de la evidencia

Calidad
baja
El colecho en el hogar se asocia de forma significativa con una mayor tasa de lactancia materna a los 12 meses, menor riesgo de cese de cualquier tipo de lactancia a los 12 meses125-127, un mayor número de tomas nocturnas128 y una mayor duración total de episodios de lactancia materna nocturnos 129. Sin embargo, también parece haber una asociación con el riesgo de síndrome de muerte súbita del lactante120, aunque queda por determinar cuál es la interacción entre la lactancia materna y el colecho y su efecto sobre el síndrome de muerte súbita del lactante.

De la evidencia a la recomendación

Los aspectos que han determinado fuerza y dirección de las recomendaciones han sido los siguientes:

  1. La calidad global de la evidencia es baja.
  2. El balance entre beneficios y riesgos: probablemente, el balance entre los efectos deseados y no deseados favorece la opción.
  3. Utilización de recursos: en el caso en el que la madre compartiera la cama con el lactante en su propia cama, no hay gastos relacionados. Si decide utilizar cunas sidecar, la familia tendría que asumir el coste de este tipo de cunas, que deberían estar homologadas
  4. Equidad: el impacto de las desigualdades en salud se reduciría.
  5. Aceptabilidad: se cree que puede haber variabilidad en las preferencias de las madres que amamantan a sus hijos sobre dormir en su cama con ellos.
  6. Factibilidad: la implementación de la opción es probablemente factible.

Por lo tanto, se considera que la práctica del colecho en el hogar facilita el mantenimiento de la lactancia materna, aunque existe controversia en cuanto a los riesgos que esta práctica supone para el niño. Aunque el cumplimiento de los consejos sobre la realización de un colecho seguro reduce esos riesgos, para minimizarlos al máximo se podría informar a las madres sobre la posibilidad de utilizar cunas sidecar homologadas que cumplen con la misión de facilitar la proximidad a la hora de dormir de la madre y el niño, a la vez que disminuyen el riesgo para el niño.

Recomendaciones

Débil Se sugiere el colecho en el hogar (en cama o en cuna sidecar) como una opción que puede ayudar a la madre a mantener la lactancia materna.
Dado que la mayoría de las madres, aunque no haya planificado compartir la cama con su hijo lo hace en algún momento, se debería ofrecer información de manera sistemática sobre las condiciones que favorecen un colecho seguro (ver Anexo 4).
Fuerte Se recomienda informar a las madres y familias del peligro que supone para la seguridad del lactante:

  • Quedarse dormido con el lactante en brazos, en un sofá o en una silla, por el riesgo de sofocación o caídas durante el sueño del adulto.
  • Que duerman en la misma cama que el lactante otros hermanos, personas que no son su madre o su padre y animales domésticos.
  • Que el lactante permanezca sólo en la cama de un adulto, en un sofá o en un sillón.

Consideraciones para la implementación

El colecho es seguro si se cumple lo siguiente:

  1. El lactante nació a término y sin problemas graves de salud.
  2. El lactante es amamantado en exclusiva y a demanda (la lactancia artificial aumenta el riesgo de muerte súbita del lactante).
  3. Ninguno de los adultos que va a compartir cama con el lactante fuma (aunque no lo haga en presencia del mismo).
  4. Ninguno de los progenitores que va a compartir cama con el lactante ha consumido alguna bebida alcohólica, drogas o medicamentos que provoquen un sueño más profundo del habitual
  5. Ninguno de los progenitores que va a compartir la cama con el lactante sufre obesidad mórbida.
  6. Todos los adultos que duermen en la cama saben que el lactante comparte la cama con ellos.
  7. El lactante duerme siempre acostado en decúbito supino (boca arriba). Dormir en decúbito prono o lateral aumenta el riesgo de muerte súbita del lactante.
  8. El lactante duerme con ropa ligera y la temperatura de la habitación no es superior a 20ºC.
  9. La cabeza del lactante no está tapada.
  10. La superficie para dormir es firme y no hay en ella:
    • Edredones pesados tipo patchwork, mantas eléctricas, almohadones, peluches, cordones y otros elementos que puedan impedir respirar al lactante en algún momento durante la noche.
    • Espacios por donde el lactante pueda caer o quedar atrapado.

Se deben tener en cuenta los valores y preferencias de las madres que amamantan, sus dudas y preocupaciones cuando se aborda el tema del colecho en el hogar.

5.3. Tomas nocturnas

  • ¿Cómo afecta la restricción de las tomas de pecho nocturnas en la instauración y duración de la lactancia materna?

Suele insistirse en la importancia de las tomas nocturnas debido a que, al producir una liberación más importante de prolactina que las tomas diurnas, pueden favorecer una mayor producción de leche. Dado que muchas mujeres encuentran agotador amamantar varias veces por la noche y que la fatiga y el desánimo materno son perjudiciales para el éxito de la lactancia, interesa conocer hasta qué punto esta recomendación está justificada.

Evidencia científica

En general, las guías señalan que la lactancia materna debe ser a demanda, y que no hay que olvidarse de la importancia de las tomas nocturnas5;23;130;131.

La estrategia IHAN además hace hincapié en que no se deben ofrecer biberones al niño por la noche para mejorar el descanso nocturno, puesto que además de tener un efecto negativo sobre la lactancia materna, existen estudios que demuestran que los padres de niños amamantados durante el primer año de vida tienen un mayor número de horas de sueño23;131.

1. Asociación entre frecuencia de tomas nocturnas y duración de la lactancia materna

El único estudio identificado que describe la asociación entre la frecuencia de tomas nocturnas y la duración de la lactancia materna es el estudio retrospectivo de Radwan H, 2013132. En este estudio, con una muestra de conveniencia de 593 madres de niños menores de dos años, se observó que la cohabitación (OR=4,48), la lactancia materna a demanda (OR=2,29) y una mayor frecuencia de tomas nocturnas (p<0,001) se asociaban de forma significativa con la duración de lactancia materna (exclusiva o predominante)132. Se encontró que la realización de entre cuatro y seis tomas nocturnas se asociaba con una duración de la lactancia de 11,7 meses de media, mientras que la no realización de tomas nocturnas se asociaba con una duración media de 6,1 meses. En un estudio reciente133 se encontró que uno de los factores que se asociaba con el cese de la lactancia materna era la limitación del número de tomas nocturnas por parte de la madre (HR 1,58; IC95% de 1,11 a 2,23).


Calidad
muy baja

En otro estudio134 se observó que la duración de la lactancia materna exclusiva, o de la lactancia materna en general, se asociaba con una mayor frecuencia de tomas, una mayor duración de la lactancia previa a ésta y un mayor nivel de estudios, aunque no se describe si también se asociaba con una mayor frecuencia de tomas nocturnas.

2. Patrones de alimentación en lactantes amamantados de forma exclusiva

Se han encontrado varios estudios que señalan la existencia de dos patrones diferentes de alimentación en lactantes amamantados de forma exclusiva.

En el estudio de Kent et al, 2006, que incluyó 71 diadas con lactancia materna exclusiva a demanda, se observó que los niños de uno a seis meses de edad realizaban una media de 11 ± tres tomas en 24 horas (RIC de 6 a 18), y que cada toma suponía una ingesta media de 76 ± 12,6 g (RIC de 0 a 240). Los autores observaron que el 64% de los niños realizaba entre uno y tres tomas nocturnas (de 22.00h a 04.00h). El número de tomas no difería entre los niños de cuatro y 26 semanas de vida y no se encontraron diferencias significativas en la producción de leche durante 24 horas entre los niños que eran amamantados por la noche y los que no. El número de tomas nocturnas era menor que el número de tomas realizado durante cualquier otro intervalo del día (mediana de 1; RIC de 1 a 2), y en aquellos que no hacían tomas nocturnas, las tomas eran más largas durante la mañana que durante el resto del día135. Resultados similares se describen en el estudio de Butte et al 1985, en el que se incluyen 45 niños amamantados de forma exclusiva y a demanda durante los cuatro primeros meses de vida. En este estudio se describen dos patrones principales de alimentación: uno en el que las tomas se distribuyen a lo largo de las 24h del día y otro en el que el niño no realiza tomas entre las 00.00h y las 06.00h. En este último grupo, el porcentaje de ingesta de leche durante las 06.00h y las 12.00h es del 41% del total, en comparación al 26% registrado en el grupo que sí realiza tomas nocturnas. En ningún caso se encontraron diferencias significativas en la ingesta total de leche (g/24h) durante los primeros cuatro meses o entre ambos patrones de alimentación.

Por otro lado, en un estudio realizado en Suecia con 506 madres con experiencia previa en lactancia materna, se observó que sólo un 2% de los niños no hacían tomas nocturnas134. El número de tomas era muy variable, y la mediana de tomas nocturnas disminuía con el tiempo, siendo ésta de 2,2 tomas (RIC 1 a 5,1) a las dos semanas y de 1,8 tomas (RIC de 0 a 4) a las 20 semanas de vida. El porcentaje de niños que hacía de media entre una y 2,9 tomas nocturnas era del 85% a las dos semanas, del 81% a las cuatro y del 73% a las 12 y 20 semanas de vida.

En otro estudio longitudinal posterior136, en el que se incluyeron 52 mujeres caucásicas que amamantaban de forma exclusiva, los autores observaron que la frecuencia de las tomas disminuía entre el primer y tercer mes, así como el volumen ingerido en cada toma. Estos parámetros se mantenían constantes entre el tercer y sexto mes de vida, y aunque la duración de cada toma disminuía constantemente entre el primer y sexto mes, la ingesta total de 24 horas permanecía constante136.

3. Influencia del uso de fórmula durante la noche en niños amamantados y sobre el sueño nocturno

En un estudio reciente137, en el que se realizaron encuestas a 94 madres de niños de dos a cuatro meses de edad, se encontró que los lactantes amamantados de forma exclusiva tenían una incidencia más baja de cólicos (p=0,04), menor severidad de los episodios de irritabilidad (p=0,03) y una tendencia a dormir más tiempo por la noche (p=0,06) que los no amamantados de forma exclusiva.

El estudio de Montgomery-Downs HE et al, 2010138 no encuentra ninguna diferencia objetiva o subjetiva, o diferencias en la somnolencia/fatiga entre mujeres que utilizaban diferentes métodos de alimentación en las primeras 12 semanas de vida del lactante.

En el estudio longitudinal más reciente139, en el que se incluyen 120 madres primerizas de bajos ingresos y de diversas etnias, se observa que las madres que amamantaban de forma exclusiva al mes dormían 30 minutos más de media por la noche que las que utilizaban algo de fórmula durante la noche (386 ± 66 min de sueño nocturno y 356 ± 67 min, respectivamente). En un estudio anterior140 se encontró que el tipo de alimentación no se relacionaba con un mayor tiempo de sueño nocturno o diurno de la madre al mes postparto, aunque el porcentaje de tiempo que la madres estaban despiertas frente al tiempo en la cama tras dormirse era mayor en las que amamantaban de forma exclusiva.

En el estudio transversal de Dorheim141 se encontró que a las ocho semanas postparto la calidad global del sueño de las madres que amamantaban era mayor que la de las que proporcionaban lactancia mixta, pero no mayor que la de las madres que no amamantaban.

En otro estudio de 2007142, en el que se comparaban los patrones de sueño y alimentación a los tres meses postparto de 133 madres y padres primerizos, se encontró que las madres que amamantaban de forma exclusiva a sus hijos durante las 48 horas del período de monitorización dormían 40 min más de media (7,2h ± 1,3 horas) que las madres que utilizaban suplementos (6,4±1,3h), sin encontrar diferencias significativas para los padres. Asimismo, las madres que amamantaban a sus hijos durante la noche (de 00.00h a 06.00h) dormían 47 min más que las mujeres que les daban algo de fórmula por la noche, algo que también ocurría con los padres, que dormían 38 min más.

En el estudio retrospectivo de Galbally M et al 2013143, con 4507 madres de niños amamantados hasta los seis meses de vida, se señala que cuando el niño es amamantado de forma exclusiva es un 66% más probable que éste despierte durante la noche y un 72% más probable que tenga dificultades para dormir solo. Sin embargo, también se describe que la lactancia materna tuvo un fuerte efecto protector sobre la presencia de sibilancias, tos, ronquidos y problemas respiratorios en los niños y que no se asociaba con un sueño no reparador o problemas del niño para dormirse.

Otro estudio longitudinal en el que se incluyeron 1200 lactantes encontró resultados similares. Los autores encontraron dos patrones de sueño diferentes: los Durmientes o Sleepers (66% de los niños) y los Durmientes transitorios o Transient sleepers (34% de los niños), que eran aquellos que presentaban despertares nocturnos siete noches por semana a los seis meses, dos noches a los 15 meses y una noche a los 24 meses de vida. Los durmientes transitorios tenían mayor probabilidad de tener un temperamento difícil a los seis meses, de ser amamantados a los seis y 15 meses y de que las madres estuvieran más deprimidas a los seis meses de vida144.

En el estudio de Demirci145, que incluía madres de niños de entre seis y 11 meses de edad, se encontró que la duración del sueño del niño, tanto el diurno como el nocturno y el total, era similar entre niños amamantados y no amamantados. En cuanto a la duración del sueño de las madres, la mayoría reportaban no dormir todo lo que necesitaban. El 40% reportaba dormir menos o seis horas por la noche y había diferencias significativas en el tiempo de sueño nocturno entre las que amamantaban y las que no (6,76 ± 1,31h vs 6,42 ± 1,18h; p=0,224), aunque éstas sí se despertaban más veces por la noche (1,13 ± 0,17 vs. 0,90 ± 0,15; p=0,024).

4. Intervenciones para mejorar el sueño nocturno de madres y niños amamantados de forma exclusiva

En una revisión reciente de estudios publicados entre 1993 y 2013 que evalúan el efecto de intervenciones conductuales para mejorar los problemas de sueño en los primeros seis meses de vida, se señala que los estudios no han demostrado que dichas intervenciones disminuyan el llanto, prevengan problemas de conducta y de sueño en el niño y la depresión postnatal. La revisión no describe si los estudios incluían niños alimentados con lactancia materna, con fórmula o ambos. Asimismo, los autores señalan que estas intervenciones pueden producir resultados no intencionados, como mayores problemas de sueño, el cese prematuro de la lactancia y mayor ansiedad para la madre146.

En un estudio anterior aleatorizado no incluido en dicha revisión147, en el que se evalúa el efecto de una intervención en lactantes amamantados de forma exclusiva, sí se encuentra un efecto. La intervención en estudio consistía en una serie de pautas que los padres debían seguir para ayudar a sus hijos a dormir desde la medianoche hasta las cinco de la mañana, junto con una toma de leche materna o «focal feed» entre las 22h y la medianoche. El estudio incluyó 33 díadas, y se observó que tras la cuarta semana de vida el efecto de la intervención fue significativo, independientemente de haber realizado o no el «focal feed» (p<0,05). Se observó que una proporción importante de los padres del grupo intervención no siguieron las instrucciones del focal feed, y en el grupo control hubo díadas en las que ésta se ofreció de forma espontánea. Así, al analizar el efecto de hacer o no un «focal feed», se observó que no era suficiente para modificar el estatus de sueño del niño.

A las ocho semanas de vida, el 100% de los niños del grupo intervención dormía durante toda la noche (desde la medianoche hasta las cinco de la mañana) en comparación al 23% del grupo control. Asimismo, aunque los niños del grupo tratamiento eran alimentados de forma menos frecuente durante la noche, estos lo compensaban con un mayor consumo de leche durante la mañana temprano, por lo que el volumen de leche consumido durante 24 horas no difería entre los dos grupos. Lo que el estudio no describe es si la intervención afecta a la duración de la lactancia materna.

Resumen de la evidencia

Calidad
muy baja
Una mayor frecuencia de tomas nocturnas (p<0,001) se asocia de forma significativa con la duración de lactancia materna (exclusiva o predominante)132. La realización de entre cuatro y seis tomas nocturnas se asocia con una duración de la lactancia de 11,7 meses de media, mientras que la no realización de tomas nocturnas se asocia con una duración media de 6,1 meses. Uno de los factores que se asocia con el cese de la lactancia materna es la limitación del número de tomas nocturnas por parte de la madre (HR 1,58; IC95% de 1,11 a 2,23)133.

De la Evidencia a la recomendación

Los aspectos que han determinado la fuerza y dirección de las recomendaciones han sido los siguientes:

  1. La calidad global de la evidencia es muy baja.
  2. El balance entre beneficios y riesgos: Probablemente, el balance entre los efectos deseados y no deseados favorece la opción
  3. Utilización de recursos: los recursos que se requieren son bajos.
  4. Equidad: el impacto en las desigualdades en salud se reduciría.
  5. Aceptabilidad: Puede haber variabilidad en la importancia que las madres y padres atribuyan a cada desenlace, como por ejemplo el número de despertares nocturno, que afecte a la decisión.
    Existe variabilidad en la opinión de los profesionales a la hora de aconsejar las pautas de alimentación de los lactantes.
  6. Factibilidad: La implementación de la opción es factible.

Por lo tanto se considera que los estudios señalan que existe asociación entre la duración de la lactancia materna y la frecuencia de tomas nocturnas, aunque también se ha descrito que no todos los niños amamantados de forma exclusiva realizan tomas nocturnas, sin que esto suponga que existan diferencias en el volumen de leche ingerido. En relación al sueño se ha descrito que las madres que amamantan de forma exclusiva a sus hijos, tanto al mes como a los tres meses de edad, duermen incluso más tiempo que las que utilizan algo de fórmula por la noche o alimentan a su hijo de forma artificial, aunque también se ha visto que entre los niños alimentados con fórmula y los amamantados de forma exclusiva, la asimetría día-noche se observa por primera vez a las seis semanas de vida. Por lo tanto, la conclusión a la que se llega es que mientras el niño esté sano y su evolución sea normal, se debería seguir el ritmo de alimentación que cada niño demanda.

Recomendaciones

La lactancia materna debería ser a demanda para todos los lactantes sanos, respetando el ritmo nocturno del bebé.

Consideraciones para la implementación

  • Para facilitar a los padres el manejo de las tomas nocturnas se debería recomendar la cohabitación y dar información sobre el colecho seguro.

5.4. Uso de chupete

¿Se debería evitar el uso del chupete en las primeras semanas para favorecer la instauración de la lactancia materna?

Para iniciar y mantener la lactancia materna, la OMS y UNICEF, en el paso 9 de la IHAN, recomiendan no dar a los niños alimentados al pecho chupetes ni tetinas artificiales, ya que pueden interferir con la lactancia materna al producir confusión en la succión y hacer que el niño mame menos veces. Por otra parte, algunos estudios han observado un posible efecto protector del uso del chupete frente al riesgo de SMSL.

Dado que en nuestra sociedad el uso del chupete está muy arraigado y que las recomendaciones publicadas son contradictorias, se hace necesario conocer si su uso durante las primeras semanas influye en la instauración de la lactancia materna.

Evidencia científica

La guía de NICE5 recomienda seguir los pasos de la IHAN y con ella el paso número 9, donde se recomienda no dar tetinas artificiales o chupetes a niños que están siendo amamantados. En base a estudios observacionales que evalúan el riesgo de utilización de chupetes y su relación con el SMSL148;149, en la guía se recomienda que si el lactante se ha acostumbrado a utilizar el chupete mientras duerme su uso no debería interrumpirse repentinamente en las primeras 26 semanas. En la actualización de la evidencia de la guía publicada en 2012, se incluyen dos nuevas RS150;151. La primera150 pretende evaluar la eficacia del uso del chupete en ECA y no encuentra ninguna diferencia sobre la prevalencia y duración de la lactancia materna frente a políticas de restricción del uso de chupete. En esta revisión no se incluye un ECA que sí ha sido tenido en cuenta en la guía NICE152, que muestra que el uso del chupete en el período neonatal fue en detrimento de la lactancia materna exclusiva a las cuatro semanas y lactancia global medida a un año, que es precisamente el estudio que apoya la recomendación.

La segunda revisión151 sobre intervenciones para reducir el riesgo de SMSL en relación al uso del chupete concluye que la promoción de su uso disminuye el riesgo de SMSL y fomenta la lactancia materna. La inclusión de esta nueva evidencia no provoca una modificación de las recomendaciones de la guía, por lo que la recomendación se mantiene.

La guía del PSBC117 recoge la misma RS publicada en 2011150 en la que se observa que la duración de la lactancia materna no se ve afectada por el uso del chupete en los primeros cuatro meses de vida entre las madres que quieren amamantar.

También recoge el ECA152, excluido del análisis de la RS de 2011, que muestra que el uso del chupete en el período neonatal fue en detrimento de la lactancia materna exclusiva y global. Estos resultados respaldan las recomendaciones para evitar la exposición de los lactantes alimentados con leche materna a pezones artificiales en el período neonatal, a menos que esté clínicamente indicado, durante el periodo postparto y hasta que se establezca la lactancia materna. Y por ello, se debe apoyar a las madres a alimentar al recién nacido con lactancia materna, sin el uso de chupete.

En el documento de la IHAN153 sobre «Cuidados en el Nacimiento» en el noveno paso de los diez de la iniciativa se recomienda no dar a los niños amamantados biberones, tetinas o chupetes durante la estancia en la maternidad. El documento recoge estudios observacionales en los que se encuentra una fuerte asociación entre el uso de chupete y el abandono precoz de la lactancia154-161, aunque estos estudios no han demostrado una relación de causalidad. De hecho, la RS publicada en 2009162 y recogida en el documento de la IHAN, señala que los ECA no han podido mostrar una relación entre el uso de chupete y la duración y exclusividad de la lactancia materna. Se ha observado que los lactantes expuestos a tetinas en los primeros días de vida son más propensos a presentar las manifestaciones del síndrome de confusión del pezón, con dificultad para el agarre y cese de lactancia entre otros desenlaces no deseados159. Además, las recomendaciones de este documento también consideran la evidencia que sugiere un efecto protector del uso del chupete para prevenir el SMSL durante el sueño163;164. Por ello, se recomienda el uso de chupete en lactantes amamantados a partir del mes de vida, fecha en la que la lactancia materna está ya establecida y comienza el riesgo de SMSL.

Se han identificado cuatro revisiones150;151;162;165. Una de ellas fue eliminada por ser narrativa y no aportar estudios que las demás no incluían151. De las otras tres revisiones sistemáticas, la del 2012165 era una corrección y actualización de la del 2011150, por lo que esta última fue excluida. La revisión publicada en 2009162 incluía cuatro estudios también identificados en las RS del 2012 y 2011, por lo que finalmente se consideró seleccionar la RS más actual, que pretende evaluar el efecto de la restricción del uso del chupete sobre las tasas de lactancia materna exclusiva165.

También se realizó una búsqueda específica sobre el SMSL, con el objetivo de clarificar el posible efecto protector descrito de la utilización del chupete sobre este desenlace. Se identificó una revisión narrativa166 y tres RS151;167;168, dos de las cuales, metaanalizaban los datos167;168. Estas dos últimas revisiones incluían los mismos estudios observacionales, en su mayoría de tipo casos control, aunque finalmente se seleccionó de entre las dos aquella que era más exhaustiva en la presentación del método y los resultados167.

En la búsqueda de estudios individuales se identificó un ECA169 que fue finalmente excluido por no cumplir con los criterios de selección definidos. También se identificaron dos estudios observacionales, uno de ellos que estudiaba de forma prospectiva los factores asociados a la duración de la lactancia, donde se incluía la utilización del chupete como uno de los factores independientes170, y otro estudio transversal retrospectivo que analizó la asociación entre la implementación de una política de restricción del uso de chupete en una maternidad hospitalaria y las tasas de lactancia materna exclusiva171. Estos dos últimos estudios fueron excluidos de la agregación de datos, porque el objetivo del primero no era comprobar el efecto del uso del chupete en la lactancia, sino de varios de los factores y el segundo porque pretendía valorar el impacto de diferentes políticas relacionadas con el uso de chupete en resultados de rendimiento en una institución y no en los pacientes individuales.

En la RS de 2012165 seleccionada se incluyeron tres ECA de los cuales dos contribuyeron al análisis de la proporción de lactantes alimentados con leche materna de forma parcial o exclusiva a los tres y cuatro meses de edad (n= 1.302 lactantes sanos a término)157;172. El tercer estudio173 fue eliminado del análisis por presentar hasta un 40% de pérdidas en el seguimiento en el grupo intervención. En esta revisión se excluye un ECA152 que sí ha sido tenido en cuenta en este caso, puesto que se cree que es un estudio que cumple con los criterios de inclusión.

Los resultados sobre la comparación entre el uso restringido de chupete o uso tardío (intervención) y el uso del chupete o uso temprano (control) reveló una tasa de lactancia exclusiva a las cuatro semanas que tendía a ser mayor en los que no usaron chupete de forma temprana (1 estudio, n=700), siendo el OR de 1,5 (IC95% de 1,0 a 2,0). Sin embargo, no hubo diferencias significativas en la proporción de lactantes amamantados de forma exclusiva a los tres meses (2 estudios, n= 1.228 niños), siendo el RR de 1,01 (IC95% de 0,96 a 1,07), ni a los cuatro meses de edad (1 estudio, n= 970 niños; RR 1,01; IC del 95 % de 0,94 a 1,09). Tampoco se observaron diferencias significativas en la duración de la lactancia materna exclusiva entre los que utilizaban el chupete de forma tardía y de forma temprana (1 estudio, n=700), siendo el HR de 1,09 (IC95% de 0,94 a 1,27), aunque la duración de la lactancia global fue significativamente mayor en el grupo que utilizó el chupete de forma tardía frente al que lo utilizó de forma temprana, con una duración de aproximadamente 20 días más de lactancia materna, siendo el HR de 1,22 (IC95% de 1,03 a 1,44).

La RS que estudió la asociación entre el uso de chupete y la muerte súbita incluía estudios de tipo casos control, con controles emparejados de la población. La mayoría de los estudios ajustaron sus resultados realizando un análisis multivariante controlado por un amplio número de factores confusores (similares aunque diferentes en cada estudio), entre los que se incluían factores relacionados con la muerte súbita, como la posición de dormir, el estado fumador de los padres y el estado socioeconómico, entre otros.


Calidad
moderada
Calidad
baja
Calidad
baja
Calidad
moderada
Calidad
alta

La utilización habitual de chupete durante las horas de sueño mostró una disminución del riesgo de SMSL en casi todos los estudios que aportaban resultados ajustados (ORa de 0,71; IC95% de 0,59 a 0,85). Se observó heterogeneidad en las estimaciones y se consideró la existencia de riesgo de sesgos por apoyarse en una evidencia que puede considerarse indirecta, debido a que la definición de uso habitual de chupete y su medición no fue igual en todos los estudios. No obstante, los resultados muestran una tendencia de riesgo disminuido entre los lactantes que utilizan chupete tanto de forma habitual como durante el último sueño, siendo el OR de 0.36 (IC95% de 0,29 a 0,45). Cabe destacar, no obstante, que en tan solo dos de los estudios incluidos se ajustaron los resultados teniendo en cuenta la lactancia (lactancia exclusiva o fórmula) como factor confusor, cuando existe evidencia de una posible relación de protección de la lactancia materna sobre el riesgo de SMSL recogido en dos metaanálisis 122;174. Estos meta-análisis evalúan la relación de la lactancia con el riesgo de SMSL, incluyendo siete estudios de casos y controles, en países desarrollados en el primer meta-análisis 174 y dieciocho de cualquier país en el segundo122. Estos metaanálisis encuentran una asociación significativa entre la lactancia materna y un menor riesgo de SMSL, con un rango de OR ajustado entre 0,55 y 0,64.

Calidad
muy baja
Calidad
muy baja

Por lo tanto, la restricción temprana del uso de chupete en los recién nacidos a término mostró una mayor tasa de lactancia exclusiva a las cuatro semanas y una mayor duración de la lactancia global a los cuatro meses. Sin embargo, la prevalencia y duración de la lactancia exclusiva o casi exclusiva a lo largo de un año no fue diferente entre lactantes de hasta cuatro meses que utilizaron chupete antes o después del establecimiento de la lactancia. Existe evidencia sobre la asociación entre el uso de chupete durante las horas de sueño y un menor riesgo de SMSL, así como evidencia que asocia la lactancia materna con un menor riesgo de SMSL, lo que denota la necesidad de saber si en realidad existe interacción entre la lactancia materna y el uso de chupete y cómo afecta esto al riesgo del SMSL.

Resultados de la actualización de la revisión a octubre de 2016

En la actualización de la búsqueda se ha identificado la actualización de la revisión Cochrane utilizada 150. Los autores de la revisión no identifican estudios nuevos que se puedan incluir, por lo que no cambian sus conclusiones175.

Resumen de la evidencia

Calidad
moderada
Aunque la lactancia materna exclusiva es mayor en el grupo que no utilizó chupete de forma temprana (cuatro primeras semanas de vida), no se encuentran diferencias significativas en las tasas de lactancia exclusiva o parcial a los tres y cuatro meses de vida entre los niños con y sin restricción del uso de chupete.
La duración de la lactancia materna global fue mayor en el grupo que no utilizó chupete de forma temprana, aunque la de la lactancia exclusiva o casi exclusiva no fue diferente a lo largo de un año157;172

De la Evidencia a la recomendación

Los aspectos que han determinado la fuerza y dirección de las recomendaciones han sido los siguientes:

  1. La calidad global de la evidencia es moderada.
  2. El balance entre beneficios y riesgos: probablemente, el balance entre los efectos deseados y no deseados favorece la opción (evitar el uso de chupete en las primeras semanas de vida).
  3. Utilización de recursos: los recursos que se requieren son bajos.
  4. Equidad: se reducirían las desigualdades en salud.
  5. Aceptabilidad: se considera que la población no tiene conocimiento de la posible interferencia del uso del chupete con el éxito de la lactancia, así como su posible asociación con un menor riesgo de SMSL.
  6. Factibilidad: la implementación de la opción es probablemente factible, aunque la cultura de la utilización rutinaria del chupete en nuestro contexto puede dificultarla.

Por lo tanto, se considera que la evidencia muestra que evitar tempranamente la utilización de chupete mejora la instauración de la lactancia, con mejores tasas de lactancia materna exclusiva a las cuatro semanas de vida. Además también se ha observado una mayor tasa de lactancia global a los cuatro meses, aunque sin diferencias en la tasa de lactancia materna exclusiva a los cuatro meses. Por otro lado, cabe destacar que la utilización de chupete durante las horas de sueño se asocia con un menor riesgo de SMSL, aunque también se sugiere que dicho efecto podría ser diferente en recién nacidos amantados y no amamantados, debido a que la lactancia también se asocia con la disminución del riesgo de SMSL. Se considera que puede haber variabilidad en la población en la que se pretende aplicar la recomendación, con preferencias tanto por disminuir el estrés del recién nacido y/o de la madre, así como mujeres que dan un mayor valor a la instauración adecuada de la lactancia y menor importancia al llanto de recién nacido. La no utilización de chupete durante la estancia hospitalaria implicaría un menor uso de recursos. Se cree que la recomendación afectaría positivamente a aspectos de inequidad, con una aceptación probablemente variable por parte de los niños y madres que habría que considerar para una adecuada implementación de la recomendación.

Recomendaciones

Débil Se sugiere evitar siempre que sea posible el uso del chupete durante el primer mes para facilitar el buen inicio de la lactancia materna.
No existe evidencia suficiente para asegurar que el uso del chupete sea beneficioso para la prevención de la muerte súbita en el lactante amamantado, por lo que mientras siga tomando el pecho no se debería ofrecer de forma rutinaria.
Sin embargo, en aquellos lactantes que ya están acostumbrados a utilizarlo sería mejor no interrumpir su uso durante las horas de sueño en los primeros seis meses de vida.

Consideraciones para la implementación

  • Existe cierta evidencia de los perjuicios del uso del chupete sobre la instauración de la lactancia y por tanto, los profesionales sanitarios deben evitar su entrega y/o uso rutinario en las maternidades, debiendo restringirlo a casos de indicación médica
  • Las madres y familias reciben sobre este tema gran cantidad de recomendaciones contradictorias: la importancia de evitar su uso para asegurar el buen funcionamiento de la lactancia, frente a la costumbre y la publicidad que impulsa el uso generalizado del chupete o los mensajes sobre su uso para evitar el síndrome de muerte súbita del lactante. Por esto es necesario ofrecer información objetiva que no fuerce a su uso ni que lo estigmatice, dado que en la actualidad, no existe evidencia científica poderosa en un sentido ni en otro.

Bibliografía  5. Prácticas que influyen en la lactancia materna

(5) NICE. Postnatal care up to 8 weeks after birth. Julio 2006 (actualizado en Febrero de 2015). Disponible en: http://guidance.nice.org.uk/CG37.
(23) IHAN. Hospitales IHAN. Guía detallada para la aplicación paso por paso. Disponible en: https://www.ihan.es/docs/documentacion-acreditacion/hospitales/generales/00.Guia_detallada_hospital.pdf.
(67) Perinatal Services BC Health Promotion Guideline. Breastfeeding Healthy Term Infants. March 2015. Disponible en: http://www.perinatalservicesbc.ca/Documents/Guidelines-Standards/HealthPromotion/BreastfeedingHealthyTermInfantGuideline.pdf.
(95) International Lactation Consultant Association. Clinical Guidelines for the Establishment of Exclusive Breastfeeding. June 2005. Disponible en: http://www.breastcrawl.org/pdf/ilca-clinical-guidelines-2005.pdf. h .
(96) Ingram J, Johnson D, Greenwood R. Breastfeeding in Bristol: teaching good positioning, and support from fathers and families. Midwifery. 2002 Jun;18(2):87-101.
(97) Renfrew MJ. Positioning the baby at the breast: more than a visual skill. J Hum Lact. 1989 Mar;5(1):13-5.
(98) Shaw FA. Management of common breastfeeding problems. Community Practitioner. 2002;75:432-5.
(99) Province of British Columbia MoH. Baby's best chance, 6th Edition. Second Revision. Crown Publication & Queen's Printer of British Columbia: Victoria, BC 2012.
(100) Infant and young child feeding: standard recommendations for the European Union. European Commission. Karolinska Institutet. Institute for Child Health IRCCS Burlo Garofolo. WHO. 2006 Disponible en: http://www.ihan.es/cd/documentos/Rec_UE_en.pdf.
(101) Santo LC, de Oliveira LD, Giugliani ER. Factors associated with low incidence of exclusive breastfeeding for the first 6 months. Birth. 2007 Sep;34(3):212-9.
(102) Kishore MS, Kumar P, Aggarwal AK. Breastfeeding knowledge and practices amongst mothers in a rural population of North India: a community-based study. J Trop Pediatr. 2009 Jun;55(3):183-8.
(103) Dongre AR, Deshmukh PR, Rawool AP, Garg BS. Where and how breastfeeding promotion initiatives should focus its attention? A study from rural wardha. Indian J Community Med. 2010 Apr;35(2):226-9.
(104) Kronborg H, Vaeth M. How are effective breastfeeding technique and pacifier use related to breastfeeding problems and breastfeeding duration?. Birth. 2009 Mar;36(1):34-42.
(105) Goyal RC, Banginwar AS, Ziyo F, Toweir AA. Breastfeeding practices: Positioning, attachment (latch-on) and effective suckling - A hospital-based study in Libya. J Family Community Med. 2011 May;18(2):74-9.
(106) Gonzalez Rodriguez CJ. Síndrome de la posicion inadecuada al mamar. An Esp Pediatr. 1996;45(5):527-9.
(107) Colson S. Cuddles, biological nurturing, exclusive breastfeeding and public health. J R Soc Promot Health. 2003 Jun;123(2):76-7.
(108) Colson S. Biological nurturing (1). A non-prescriptive recipe for breastfeeding. The practising midwife. 2007;10(9):42-4.
(109) Colson S. Biological nurturing (2). The physiology of lactation revisited. The practising midwife. 2007;10(10):14.
(110) Colson SD, Meek JH, Hawdon JM. Optimal positions for the release of primitive neonatal reflexes stimulating breastfeeding. Early Hum Dev. 2008 Jul;84(7):441-9.
(111) Colson S. What happens to breastfeeding when mothers lie back? Clinical applications of Biological Nurturing. Clinical Lactation. 2010;1(1):11-4.
(112) Colson S. Biological nurturing: The laid-back breastfeeding revolution. Midwifery Today Int Midwife. 2012 Spring;(101):9-11, 66.
(113) Svensson KE, Velandia MI, Matthiesen AS, Welles-Nyström BL, Widström AM. Effects of mother-infant skin-to-skin contact on severe latch-on problems in older infants: a randomized trial. Int Breastfeed J. 2013 Mar 11;8(1):1.
(114) Abbott KL. Video Review: Baby-Led Breastfeeding: The Mother-Baby Dance by Smillie CD. Leaven 2008; 44, (1): 7. Disponible en "La Leche League International": http://www.llli.org/llleaderweb/lv/lviss1-2008p7.html. 2008.
(115) Frantz K. The baby knows how. Disponible en: http://pregnant.livejournal.com/8404800.html . 2006.
(116) Meyer K, Anderson GC. Using kangaroo care in a clinical setting with fullterm infants having breastfeeding difficulties. MCN Am J Matern Child Nurs. 1999 Jul-Aug;24(4):190-2.
(117) Perinatal Services BC. Health Promotion Guideline 1. Safe Sleep Environment Guideline For Infants 0 to 12 months of age. February 2011. Disponible en: http://www.perinatalservicesbc.ca/NR/rdonlyres/D799441C-3E00-49EE-BDF7-2A3196B971F0/0/HPGuidelinesSafeSleep1.pdf.
(118) Cuidados desde el nacimiento. Recomendaciones basadas en pruebas y buenas prácticas. Ministerio de Sanidad y Política Social. 2010. http://msssi.gob.es/organizacion/sns/planCalidadSNS/pdf/equidad/cuidadosDesdeNacimiento.pdf.
(119) Das RR, Sankar MJ, Agarwal R, Paul VK. Is "Bed Sharing" Beneficial and Safe during Infancy? A Systematic Review. Int J Pediatr. 2014;2014:468538.
(120) Vennemann MM, Hense HW, Bajanowski T, Blair PS, Complojer C, Moon RY, et al. Bed sharing and the risk of sudden infant death syndrome: can we resolve the debate? J Pediatr. 2012 Jan;160(1):44-8.
(121) Carpenter R, McGarvey C, Mitchell EA, Tappin DM, Vennemann MM, Smuk M, et al. Bed sharing when parents do not smoke: is there a risk of SIDS? An individual level analysis of five major case-control studies. BMJ Open. 2013;3(5).
(122) Hauck FR, Thompson JM, Tanabe KO, Moon RY, Vennemann MM. Breastfeeding and reduced risk of sudden infant death syndrome: a meta-analysis. Pediatrics. 2011 Jul;128(1):103-10.
(123) Ball HL, Ward-Platt MP, Heslop E, Leech SJ, Brown KA. Randomised trial of infant sleep location on the postnatal ward. Arch Dis Child. 2006 Dec;91(12):1005-10.
(124) Ball HL, Ward-Platt MP, Howel D, Russell C. Randomised trial of sidecar crib use on breastfeeding duration (NECOT). Arch Dis Child. 2011 Jul;96(7):630-4.
(125) Blair PS, Heron J, Fleming PJ. Relationship between bed sharing and breastfeeding: longitudinal, population-based analysis. Pediatrics. 2010 Nov;126(5):e1119-e1126.
(126) Huang Y, Hauck FR, Signore C, Yu A, Raju TN, Huang TT, et al. Influence of Bedsharing Activity on Breastfeeding Duration Among US Mothers. JAMA Pediatr. 2013 Sep 23.
(127) Santos IS, Mota DM, Matijasevich A, Barros AJ, Barros FC. Bed-sharing at 3 months and breast-feeding at 1 year in southern Brazil. J Pediatr. 2009 Oct;155(4):505-9.
(128) McKenna JJ, Mosko SS, Richard CA. Bedsharing promotes breastfeeding. Pediatrics. 1997 Aug;100(2 Pt 1):214-9.
(129) Ball HL. Parent-infant bed-sharing behavior: efects of feeding type, and presence of father. Hum Nat. 2006 Sep;17(3):301-18.
(130) Perinatal Services BC. Health Promotion Guideline 1. Safe Sleep Environment Guideline For Infants 0 to 12 months of age. 2011.
(131) IHAN. Guía detallada para la aplicación paso por paso. Centros de Salud IHAN. Disponible en: https://www.ihan.es/docs/documentacion-acreditacion/centros_salud/Manual_para_la_acreditacion_IHAN_en_AP_2015.pdf.
(132) Radwan H. Patterns and determinants of breastfeeding and complementary feeding practices of Emirati Mothers in the United Arab Emirates. BMC Public Health. 2013;13:171.
(133) Vieira TO, Vieira GO, de Oliveira NF, Mendes CM, Giugliani ER, Silva LR. Duration of exclusive breastfeeding in a Brazilian population: new determinants in a cohort study. BMC Pregnancy Childbirth. 2014;14:175.
(134) Hornell A, Aarts C, Kylberg E, Hofvander Y, Gebre-Medhin M. Breastfeeding patterns in exclusively breastfed infants: a longitudinal prospective study in Uppsala, Sweden. Acta Paediatr. 1999 Feb;88(2):203-11.
(135) Kent JC, Mitoulas LR, Cregan MD, Ramsay DT, Doherty DA, Hartmann PE. Volume and frequency of breastfeedings and fat content of breast milk throughout the day. Pediatrics. 2006 Mar;117(3):e387-e395.
(136) Kent JC, Hepworth AR, Sherriff JL, Cox DB, Mitoulas LR, Hartmann PE. Longitudinal changes in breastfeeding patterns from 1 to 6 months of lactation. Breastfeed Med. 2013 Aug;8(4):401-7.
(137) Cohen EA, Hadash A, Shehadeh N, Pillar G. Breastfeeding may improve nocturnal sleep and reduce infantile colic: potential role of breast milk melatonin. Eur J Pediatr. 2012 Apr;171(4):729-32.
(138) Montgomery-Downs HE, Clawges HM, Santy EE. Infant feeding methods and maternal sleep and daytime functioning. Pediatrics. 2010 Dec;126(6):e1562-e1568.
(139) Doan T, Gay CL, Kennedy HP, Newman J, Lee KA. Nighttime breastfeeding behavior is associated with more nocturnal sleep among first-time mothers at one month postpartum. J Clin Sleep Med. 2014 Mar 15;10(3):313-9.
(140) Gay CL, Lee KA, Lee SY. Sleep patterns and fatigue in new mothers and fathers. Biol Res Nurs. 2004 Apr;5(4):311-8.
(141) Dorheim SK, Bondevik GT, Eberhard-Gran M, Bjorvatn B. Sleep and depression in postpartum women: a population-based study. Sleep. 2009 Jul;32(7):847-55.
(142) Doan T, Gardiner A, Gay CL, Lee KA. Breast-feeding increases sleep duration of new parents. J Perinat Neonatal Nurs. 2007 Jul;21(3):200-6.
(143) Galbally M, Lewis AJ, McEgan K, Scalzo K, Islam FA. Breastfeeding and infant sleep patterns: an Australian population study. J Paediatr Child Health. 2013 Feb;49(2):E147-E152.
(144) Weinraub M, Bender RH, Friedman SL, Susman EJ, Knoke B, Bradley R, et al. Patterns of developmental change in infants' nighttime sleep awakenings from 6 through 36 months of age. Dev Psychol. 2012 Nov;48(6):1511-28.
(145) Demirci JR, Braxter BJ, Chasens ER. Breastfeeding and short sleep duration in mothers and 6-11-month-old infants. Infant Behav Dev. 2012 Dec;35(4):884-6.
(146) Douglas PS, Hill PS. Behavioral sleep interventions in the first six months of life do not improve outcomes for mothers or infants: a systematic review. J Dev Behav Pediatr. 2013 Sep;34(7):497-507.
(147) Pinilla T, Birch LL. Help me make it through the night: behavioral entrainment of breast-fed infants' sleep patterns. Pediatrics. 1993 Feb;91(2):436-44.
(148) Fleming PJ, Blair PS, Bacon C, Bensley D, Smith I, Taylor E, et al. Environment of infants during sleep and risk of the sudden infant death syndrome: results of 1993-5 case-control study for confidential inquiry into stillbirths and deaths in infancy. Confidential Enquiry into Stillbirths and Deaths Regional Coordinators and Researchers. BMJ. 1996 Jul 27;313(7051):191-5.
(149) Fleming PJ, Blair PS, Pollard K, Platt MW, Leach C, Smith I, et al. Pacifier use and sudden infant death syndrome: results from the CESDI/SUDI case control study. CESDI SUDI Research Team. Arch Dis Child. 1999 Aug;81(2):112-6.
(150) Jaafar SH, Jahanfar S, Angolkar M, Ho JJ. Pacifier use versus no pacifier use in breastfeeding term infants for increasing duration of breastfeeding. Cochrane Database Syst Rev. 2011;(3):CD007202.
(151) Hauck FR, Tanabe KO. SIDS. Clin Evid (Online). 2009.
(152) Howard CR, Howard FM, Lanphear B, Eberly S, deBlieck EA, Oakes D, et al. Randomized clinical trial of pacifier use and bottle-feeding or cupfeeding and their effect on breastfeeding. Pediatrics. 2003 Mar;111(3):511-8.
(153) Aguayo Maldonado J, Arana Cañedo Argüelles C, Arena Ansótegui J, Canduela Martínez V, Flores Antón B, Gómez Papí A, Hernández Aguilar MT, Lasarte Velillas JJ, Lozano de la Torre MJ, Martín Calama J, Navas Lucena V. IHAN Calidad en la asistencia profesional al nacimiento y la lactancia. Ministerio de Sanidad, Política Social e Igualdad. Informes, estudios e investigación. 2011.
(154) Aarts C, Hornell A, Kylberg E, Hofvander Y, Gebre-Medhin M. Breastfeeding patterns in relation to thumb sucking and pacifier use. Pediatrics. 1999 Oct;104(4):e50.
(155) Barros FC, Victora CG, Semer TC, Tonioli FS, Tomasi E, Weiderpass E. Use of pacifiers is associated with decreased breast-feeding duration. Pediatrics. 1995 Apr;95(4):497-9.
(156) Howard CR, Howard FM, Lanphear B, deBlieck EA, Eberly S, Lawrence RA. The effects of early pacifier use on breastfeeding duration. Pediatrics. 1999 Mar;103(3):E33.
(157) Kramer MS, Barr RG, Dagenais S, Yang H, Jones P, Ciofani L, et al. Pacifier use, early weaning, and cry/fuss behavior: a randomized controlled trial. JAMA. 2001 Jul 18;286(3):322-6.
(158) Lang S, Lawrence CJ, Orme RL. Cup feeding: an alternative method of infant feeding. Arch Dis Child. 1994 Oct;71(4):365-9.
(159) Victora CG, Tomasi E, Olinto MT, Barros FC. Use of pacifiers and breastfeeding duration. Lancet. 1993 Feb 13;341(8842):404-6.
(160) Victora CG, Behague DP, Barros FC, Olinto MT, Weiderpass E. Pacifier use and short breastfeeding duration: cause, consequence, or coincidence? Pediatrics. 1997 Mar;99(3):445-53.
(161) Vogel AM, Hutchison BL, Mitchell EA. The impact of pacifier use on breastfeeding: a prospective cohort study. J Paediatr Child Health. 2001 Feb;37(1):58-63.
(162) O'Connor NR, Tanabe KO, Siadaty MS, Hauck FR. Pacifiers and breastfeeding: a systematic review. Arch Pediatr Adolesc Med. 2009 Apr;163(4):378-82.
(163) American Academy of Pediatrics. Breastfeeding and the Use of Human Milk. Pediatrics. 2005 Feb 1;115(2):496-506.
(164) Hauck FR, Omojokun OO, Siadaty MS. Do pacifiers reduce the risk of sudden infant death syndrome? A meta-analysis. Pediatrics. 2005 Nov;116(5):e716-e723.
(165) Jaafar SH, Jahanfar S, Angolkar M, Ho JJ. Effect of restricted pacifier use in breastfeeding term infants for increasing duration of breastfeeding. Cochrane Database Syst Rev. 2012;7:CD007202.
(166) Horne RS, Hauck FR, Moon RY, L'Hoir MP, Blair PS. Dummy (pacifier) use and sudden infant death syndrome: potential advantages and disadvantages. J Paediatr Child Health. 2014 Mar;50(3):170-4.
(167) Mitchell EA, Blair PS, L'Hoir MP. Should pacifiers be recommended to prevent sudden infant death syndrome? Pediatrics. 2006 May;117(5):1755-8.
(168) Callaghan A, Kendall G, Lock C, Mahony A, Payne J, Verrier L. Association between pacifier use and breast-feeding, sudden infant death syndrome, infection and dental malocclusion. Int J Evid Based Healthc. 2005 Jul;3(6):147-67.
(169) Feldens CA, Ardenghi TM, Cruz LN, Scalco GP, Vitolo MR. Advising mothers about breastfeeding and weaning reduced pacifier use in the first year of life: a randomized trial. Community Dent Oral Epidemiol. 2013 Aug;41(4):317-26.
(170) Leviniene G, Tamuleviciene E, Kudzyte J, Petrauskiene A, Zaborskis A, Azeliene I, et al. Factors associated with breastfeeding duration. Medicina (Kaunas). 2013;49(9):415-21.
(171) Kair LR, Kenron D, Etheredge K, Jaffe AC, Phillipi CA. Pacifier restriction and exclusive breastfeeding. Pediatrics. 2013 Apr;131(4):e1101-e1107.
(172) Jenik AG, Vain NE, Gorestein AN, Jacobi NE. Does the recommendation to use a pacifier influence the prevalence of breastfeeding? J Pediatr. 2009 Sep;155(3):350-4.
(173) Kind C, Schubiger G, Schwarz U, Tonz O. Provision of supplementary fluids to breast fed infants and later breast feeding success. Adv Exp Med Biol. 2000;478:347-54.
(174) Ip S, Chung M, Raman G, Chew P, Magula N, DeVine D, et al. Breastfeeding and maternal and infant health outcomes in developed countries. Evid Rep Technol Assess (Full Rep). 2007 Apr;(153):1-186.
(175) Jaafar SH, Ho JJ, Jahanfar S, Angolkar M. Effect of restricted pacifier use in breastfeeding term infants for increasing duration of breastfeeding. Cochrane Database Syst Rev. 2016 Aug 30;(8):CD007202.