Abecé de la encefalopatía hipóxico-isquémica
¿Qué es la encefalopatía hipóxico-isquémica?
La encefalopatía hipóxico-isquémica (EHI) es el estado clínico que resulta de la falta de oxígeno y sangre en el cerebro inmediatamente antes o durante el nacimiento. Dependiendo de la intensidad de esta carencia, puede, además, provocar daño en otros órganos internos como el corazón, riñones, hígado e intestinos.
¿Cómo se manifiesta la EHI?
La EHI se manifiesta por una serie de alteraciones observables en el recién nacido, como son: la menor capacidad de despertar y mantenerse despierto, la alteración del tono muscular y la postura, el bajo nivel de respuesta a estímulos y, con frecuencia, la aparición de convulsiones. En base a estos signos se gradúa como leve, moderada o grave.
¿Cuáles pueden ser las causas que originan la EHI?
Todas aquellas situaciones que provoquen interrupción del aporte de sangre y oxígeno al feto. Esto puede ocurrir debido a diversas causas: un paso anómalo de la sangre entre la madre y el feto, un desprendimiento de la placenta, una compresión importante del cordón umbilical o, incluso, una rotura del útero. Pero con frecuencia, no se llega a conocer con certeza la causa de éste déficit.
¿Quiénes forman el equipo que cuida al recién nacido?
El bebé y la familia reciben atención de diferentes profesionales al mismo tiempo (neonatólogos, enfermeras, auxiliares de enfermería, neurólogo, psicólogo y especialistas de atención temprana). Estos forman el el equipo de profesionales que cuidan al recién nacido y trabajan en colaboración continua entre ellos y con la familia. Esto permite lograr los mejores resultados de salud tanto para el recién nacido como para la familia.
¿Qué sucede durante las primeras horas y días?
En esas primeras horas suceden muchas cosas. Los padres serán informados de la situación clínica del bebé, de la necesidad de iniciar el tratamiento de hipotermia y, en ocasiones, deberán autorizar el traslado urgente del bebé a otro hospital.
Una vez iniciado el tratamiento, éste se mantiene durante las 72 horas siguientes. El recién nacido permanecerá en el mismo entorno y se le realizarán controles reglados y todos los cuidados necesarios para lograr su máxima estabilidad. La información obtenida de estos procedimientos ayuda a los profesionales a valorar la situación del recién nacido y a adaptar este tratamiento a sus necesidades. Una vez completadas las 72 horas, la temperatura del recién nacido se aumentará lentamente (0,5ºG por hora) hasta alcanzar la temperatura normal de 36,5-37ºC. Este procedimiento (conocido como recalentamiento) tiene una duración estimada de al menos 6 horas.
Los primeros días son los momentos de mayor tensión y, en algún momento, si el padre o la madre están separados por encontrarse en hospitales diferentes, pueden sentirse solos. Si ocurre esto, compartir el proceso con otra persona de confianza y/o el equipo de profesionales, puede ayudar a sentir mayor seguridad.
¿Qué informaciones recibimos durante los primeros días?
En general hay tres momentos de información importantes:
- Durante las primeras horas, se realiza la evaluación clínica del estado neurológico y de la actividad eléctrica del cerebro (electroencefalograma integrado por amplitud, EEGa). En base a esta evaluación se decide si se precisa tratamiento de hipotermia.
- En las siguientes 72 horas, la monitorización continua con el electroencefalograma integrado por amplitud (EEGa) de la actividad electro cerebral, los estudios de imagen (ecografía cerebral doppler) y, en ocasiones, el análisis del líquido cefalorraquídeo obtenido mediante una punción lumbar, permiten dar información a los padres del nivel de gravedad del bebé.
- A partir de la semana de vida, habitualmente se realiza una prueba de imagen cerebral, llamada resonancia magnética, que permite tener mayor información respecto a si hay daño cerebral o no, la extensión y gravedad del mismo, si lo hubiese.
En estos primeros días los padres y la familia pueden estar desbordados y sentirse invadidos por diferentes sentimientos presentados simultáneamente, como si se estuviera subido en una montaña rusa emocional: ansiedad, miedo, ambivalencia, felicidad, confusión, incomprensión, incertidumbre, tranquilidad, ira, frustración, agradecimiento y desconfianza, entre otros.