Antes la costumbre era que los pacientes permanecieran postrados en cama los primeros días después de una operación, para tratar de evitar complicaciones de la herida a consecuencia de los esfuerzos del levantamiento.
Hoy sabemos que la inmovilización en cama supone un riesgo importante de coágulos en las venas de las piernas y los pulmones, debilidad muscular y neumonía, esta última por retención de las secreciones bronquiales.
El mismo día de la cirugía puede sentarse en un sillón con la ayuda del personal sanitario o de un familiar. Al día siguiente debe levantarse y dar cortos paseos por la habitación.
Los profesionales que le atienden se asegurarán de proporcionarle una buena analgesia que evite el dolor. También se reducirá el uso de sondas y drenajes (tubos) para favorecer que usted comience a caminar.