Si siente menos dolor puede comenzar a caminar y a recuperar su fuerza y vigor más rápidamente.
Después de la cirugía, usted será trasladado a la Unidad de Recuperación Postanestésica. El dolor es una sensación personal de cada paciente y el anestesiólogo o anestesióloga responsable de su cuidado le prescribirá un tratamiento del dolor adaptado a sus necesidades individuales y al tipo de cirugía.
Debe saber que la intensidad del dolor postoperatorio es máxima en las primeras 24 horas y que después disminuye progresivamente.
¿Cómo se trata el dolor postoperatorio?
Con una serie de calmantes que se ponen a un ritmo fijo cada 6 u 8 horas y un calmante denominado «de rescate» que se dará en los momentos en que lo solicite. Estos fármacos le serán administrados por vía intravenosa (gotero) las primeras 24 o 48 horas y luego por vía oral (pastillas).
Para algunas cirugías, el anestesiólogo o anestesióloga colocará además unos dispositivos especiales para controlar mejor el dolor. Por ejemplo, una bomba de analgesia controlada por el paciente (ACP). Es un aparato que administra los calmantes a un ritmo fijo. Posee una «perilla» con un botón para que usted mismo pueda darse más dosis. Todo está programado, por lo que no existe peligro de que «se dé más de la cuenta».
El personal de enfermería le controlará el nivel de dolor e irá ajustando el tratamiento prescrito en función del mismo.
¿Qué es la analgesia epidural?
Para determinados tipos de cirugía, en quirófano el anestesiólogo o anestesióloga le colocará un catéter epidural (tubo fino y flexible en la columna vertebral). Después de la cirugía, se conecta a una bomba de ACP que administra medicamentos que bloquean los nervios que envían señales de dolor a su cerebro.
Todos los fármacos usados en el tratamiento del dolor pueden provocar efectos no deseados. Por ejemplo, la analgesia epidural puede hacer que usted sienta vértigo o debilidad en sus piernas que pueden durar un tiempo, pero este efecto es pasajero y no requiere tratamiento.